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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Mar 22, 2017 11:12 am

Recuerdo del primer mensaje :

El día por fin había llegado y era la hora en que el paréntesis se rompía y debíamos de volver a seguir, o a empezar, con el propósito que nos había llevado hasta allí. Fui hasta mí camarote para cambiarme de ropa cerciorándome de que tenía todo listo y preparado para en terminar de desayunar coger las cosas y partir, salí recorriendo los pasillos por última vez hasta el comedor donde me senté con el vikingo para desayunar de forma tranquila, y una vez terminado volver al camarote y coger las cosas, cuando fui a cubierta él ya estaba allí. Ya se podía empezar a notar el calor que hacía aquel día y en aquellas tierras, siempre hacía calor en Egipto y al menos me alegré de haber traído la ropa adecuada para la ocasión. Dejé que él llevara una de las maletas y antes de bajar del barco me despedí de la familia a la que habíamos salvado la niña y finalmente bajamos para pisar tierras egipcias.

Por un par de segundos cuando mis pies tocaron el suelo, por extraño que pareciera, me quedé quieta sintiendo de nuevo aquella sensación que había sentido cuando volví hacía poco tiempo. “Estoy en casa”, eso fue lo que cruzó mí mente y que me hizo portar una sonrisa en el rostro más animada, nada como estar en casa para sentirte mejor y así era como me sentía en esos momentos. Miré a mí acompañante y le hice un gesto con la cabeza para que me siguiera entre la multitud, debíamos de coger otro barco para poder llegar hasta Guiza aunque este era mucho más pequeño del que habíamos utilizado para llegar hasta allí y que era muy común para navegar por el Nilo.

El vikingo destacaba entre la multitud no solo porque era más alto que la media de los que allí había, sino por su tono de piel algo más pálida, su pelo, sus ojos azules y sobre todo por la ropa que llevaba que destacaba entre las que solían utilizar allí. Llegamos hasta la zona donde estaban los barcos y compré los dos pasajes que nos llevarían hasta Guiza, apenas sería el recorrido de un par de horas y no tardaríamos mucho en llegar, debíamos de navegar por el Nilo ya que el barco no podía hacerlo por las mismas dimensiones de este y porque aquellos barcos eran más prácticos para navegar por el Nilo.



-Seguro que este barco te hace sentir más nostalgia que el otro –apunté sentándome en la popa del barco, el sol brillaba en el cielo y se reflejaba en las aguas del Nilo que seguramente no tardarían dentro de poco en llenarse de cocodrilos y caimanes ya que se iba acercando el bueno tiempo. Este tipo de barco era más similar a los que usaban ellos y de hecho era el que más usábamos nosotros también. La leve brisa era bien recibida para soportar un poco el calor y lo miré durante unos segundos, ¿cuán bien se le daría aguantar el calor?- ¿Estás bien? –Pregunté para ver cómo estaba llevando ese calor y saqué uno de los libros que traía en una de las maletas- hay bebida por si te apetece tomar algo, quizás una cerveza egipcia bien fría te venga bien –le sonreí dejando que decidiera si quería o no  y miré lo que tenía apuntado en el libro durante unos segundos. El escaso par de horas que estuvimos abordo pasaron –por suerte para mí- sin ningún incidente que comentar al respecto, parecía que él estaba bastante cansado y no sabía si era por el calor que hacía aquel día.

Conforme llegábamos a Guiza desde lejos se podían observar las pirámides que se alzaban en lo alto incluso desde esa distancia, pirámides que había ido a verlas cuando era pequeña y que en mí vuelta también había vuelto a ir. Mí madre había estado trabajando también en ellas y cuando era pequeña siempre había querido trabajar como lo hacía ella. Lancé un suspiro observándolas y ya que él no había estado nunca en Egipto, aunque si esperaba que hubiera oído hablar de las pirámides, le conté un poco por encima cuál era cada una y un poco su historia. La esfinge no se veía porque estaba detrás de una de las pirámides y esta la tapaba, así que no le comenté nada al respecto. Por fin llegamos hasta la ciudad de Guiza y le hice una seña para que me siguiera, volver a pisar sus calles, perderme entre su gente, el ambiente del lugar… era como si nunca me hubiera ido de aquel país, de aquella ciudad… sentía bien volver a pisar aquellas calles y caminar por la zona.



-No te pierdas vikingo, aquí dudo que puedan entenderte si te pierdes –le lancé una mirada divertida mientras seguíamos andando. Sabía exactamente dónde iba a llevarlo, al mismo lugar donde me había hospedado yo cuando hice aquel tour por Egipto y paré en aquella ciudad la primera. Era una zona tranquila y alejada, solamente habían familias viviendo allí y muchas de ellas se dedicaban a los mercados callejeros, así que sería el mejor lugar para quedarse que mejor cualquier hotel donde pudiéramos llamar más la atención como turistas. Viviendo en una casa, y yo al ser egipcia, sería más probable que pensaran que estábamos juntos a que pensaran que éramos turistas. No tardamos mucho más de media hora hasta que entramos en aquella zona residencial, allí vivía un amigo de mí madre de hacía mucho tiempo quien fue quien me encontró donde quedarme a mí vuelta y a quien iba a acudir de nuevo. Giré por una de las calles viendo que había niños jugando en ella y les sonreí mientras paraba en una de las puertas que había y tocaba esperando que estuvieran en casa. A los pocos segundos un hombre mayor me abrió la puerta a lo que yo le sonreí- Hawis –él apenas tardó un par de segundos en reconocerme y en saludarme, nos invitó a pasar y miré al vikingo para que estuviera tranquilo.

Hawis había sido compañero de mí padre mientras ella trabaja en las pirámides, me conocía desde pequeña y sabía mi pasión, la misma que la de mi madre. Se extrañó de verme de nuevo por allí y le conté brevemente que venía porque el museo me había mandado, no iba a contarle la razón principal porque eso no debía de saberlo nadie. Le pregunté si seguía teniendo aquella casa que una vez me dejó y si estaba disponible para que pudiéramos quedarnos, por suerte para nosotros estaba libre y no dudó en dejárnosla. Le dije que le pagaría por aquello y aunque dijo que lo hacía como favor por ser hija de Tahirah, yo me negué en rotundo y acordé en pagarle algo… ya había sido bastante generoso en el pasado. Como era de esperar el vikingo no se había enterado de nada porque Hawis no hablaba francés, así que cuando se fue a por la llave le comenté brevemente qué era lo que habíamos hablado, por si acaso pensaba que había dicho algo que no debiera.


-Shukran* Hawis –me despedí de él agradeciéndole y me giré para mirar al vikingo, era algo frustrante no poder llamarlo por su nombre, pero se había empeñado en no decirme nada- Vamos, ya tenemos sitio donde quedarnos –le sonreí y cogí la maleta para salir por la puerta y comenzar a andar calle abajo. La casa que nos había dejado estaba un poco más para abajo, así que apenas tardamos diez minutos en llegar, metí la llave en la cerradura y abrí la puerta pasando dentro y cerrando cuando él entró. Abrí todas las ventanas para que entrara la luz y ventilara el lugar, dejé la maleta en el suelo y lo miré a él- Mejor que cualquier hotel donde podamos llamar más la atención, ¿no crees? Esto es una zona residencial y aquí todos son comerciantes y mercaderes, no creo que encontremos problemas –fui abriendo ventana tras ventana y luego lo miré a él, parecía bastante cansado y llevé mis manos a la cintura- Pareces cansado, vikingo. ¿Estás bien? ¿Es por el calor? –Terminé preguntando porque hacía bastante para la época que estábamos, y se avecinaba más calor- Deberías de darte una ducha, te ayudará con el calor y seguro que hay ropa cómoda en alguna habitación –tampoco quería obligarle, pero parecía que realmente lo necesitaba. Yo misma estaba por darme una ducha y cambiarme de ropa, la humedad, la calima que seguramente se formaría conforme se acercara el calor hacían el ambiente mucho más caluroso- Ve y hazme caso por una vez, mientras veré qué hay para poder hacer la comida y hablaremos del plan a seguir, ¿te parece bien? –Me acerqué hasta él y puse mis manos en su espalda como si intentara moverlo, pero era más fuerte que yo y no conseguí hacerlo- Venga vamos, o sino me colaré yo primero en el baño –reí levemente y me acerqué hacia la cocina para ver qué era lo que podía hacer mientras él se bañaba. La casa era de dos plantas, las habitaciones y el aseo principal estaban arriba mientras que el salón y la cocina estaban bajo.

Terminé por subir antes que él y me metí para darme un baño rápido y ya dejarlo a él mientras hacía la comida, me puse un vestido de lino que era para verano de manga corta, escote en "U" de color blanco y ya bajé para empezar a preparar la comida. Faltaban algunos ingredientes así que salí mientras el se daba el baño a comprar lo que necesitaba y volví para terminar. Cuando él ya se había bañado yo estaba por terminar de cocinarlo, en su mayoría era arroz y carne y un poco de verduras, era lo más rápido para hacer. Cuando me giré en la cocina estaba observándome apoyado contra el marco y sonreí, ya estaba casi todo listo.


-¿Puedes sacar un par de platos y llevarlos al salón? Están en ese armario –le señalé con la cabeza y me giré para terminar con lo que estaba haciendo esperando que me hiciera caso. Dejé cada cosa en un bol y lo saqué al salón y luego volví a la cocina sacando una jarra y dos vasos que dejé sobre la mesa, me senté en la mesa y lo miré- ¿Mejor tras el baño? No pensaba que iba a hacer tanto calor –me puse en el plato un poco de cada cosa que había en el bol y lo miré- Después hablaremos de cuál es nuestro plan, ¿tienes un plan? –Enarqué una ceja observándolo, no sabía muy bien qué era lo que tenía en mente precisamente.



*Shukran: Gracias


Última edición por Naitiri Zahir el Dom Abr 02, 2017 9:01 pm, editado 1 vez
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The Sands Of Time ~ Privado {+18} - Página 3 Empty Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}

Mensaje por Naitiri Zahir Dom Abr 09, 2017 8:25 pm

Ahora solo quedábamos los tres en aquel lugar mientras sentía los ojos de aquel hombre puestos en los míos incluso tras quedar en la espalda del vikingo, aunque no del todo porque podíamos vernos perfectamente, y la situación era complicada. Lo había visto pelear y sabía que era bueno, muy bueno, pero su oponente tenía más fuerza y aunque los dos presentaban heridas el vikingo tenía peor aspecto. Volvió a protegerme con su cuerpo dejándome tras su espalda y cortando así mí visión y dejándome fuera del alcance de la del otro hombre, me pedía que cerrara los ojos y supe que era porque no quería que viera aquello, como peleaban y como luchaban hasta que uno de los dos resultara en claro ganador. Ahora me pedía que contara hasta veinte con los ojos cerrados y que tras llegar los abriera, prometiéndome que solo quedaríamos los dos. Otra promesa, una muy parecida a la que me había dicho en el callejón de mí casa y quise creerle, quise creer que la cumpliría como había cumplido la otra.

Lancé un suspiro pesado que chocó contra su espalda y apoyé mí frente en esta rozándola también con la nariz, no me quedaba más remedio por esa vez que hacer lo que me había pedido y comencé a contar en voz alta para hacerle ver que le había hecho caso, cerrando mis ojos y centrándome solamente en contar mientras notaba que se alejaba de mí y oí los ruidos de ellos luchando pero sin saber qué era lo que estaba pasando. Veinte segundos, los veinte segundos más largos de toda mí vida que se me hicieron eternos al contarlos, con la incertidumbre de no saber lo que estaba pasando. Para cuando llegué al veinte y abrí los ojos podía ver al vikingo sobre el cuerpo del hombre, sin moverse, mientras él seguía asestando puñalada tras puñalada.

Ya había parado de contar y aun así seguía como si no me hubiera escuchado, parecía sumido como en un trance que era una máquina autómata que se movía sin pensar. Me acerqué a paso lento hacia él quien no parecía darse cuenta de que me había acercado y me arrodillé a su lado sin mirar demasiado lo que hacía, mi mano se movió con lentitud y suavidad sobre su brazo que al notar mí toque paró igual que había parado cuando intenté que dejara de pegar al hombre que se presentó en mí casa. Mí otro brazo rodeó su hombro y noté que ya parecía volver en sí porque había parado todo movimiento ante mí cercanía y mí toque.


-Ubbe –lo llamé para que volviera en sí de forma tranquila sin querer alterarle, su pecho subía y bajaba con rapidez y no quería otra cosa sino calmarlo- ya está… se acabó –esperé que mis palabras le llegaran y fue entonces cuando escondió su rostro en mí cuello y su mano soltó la daga que tenía dejándola caer al suelo. Su cuerpo no tardó en girarse al mío y me abrazó contra él en lo que yo rodeé su espalda con un brazo y mí otra mano subió a su pelo acariciándolo de forma lenta, apoyando mí rostro contra esta- Sssssh, tranquilo… ya ha acabado todo –su cuerpo se venció contra el mío y yo aguanté abrazándolo arrodillada a su lado- estoy bien, estamos bien –afirmé por si lograba tranquilizarlo y miré hacia el cielo unos segundos, los suficientes para que unos guardias se acercaran hacia nosotros y nos separaran levantándolo a él por debajo de los hombros. Unos policías habían acudido al lugar alertados seguramente por los demás hombres y la escena era clara; él estaba sobre un cuerpo muerto y otro que estaba a unos pasos de nosotros y era en claro que él los había matado. Lo levantaron y a mí también me cogieron solo para separarme de él mientras lo apuntaban, por más que traté de decirles que no había hecho nada parecían que no me hacían caso y cuando él quiso coger la daga de nuevo llamándome fue cuando volvieron a golpearlo a lo que yo grité que pararan, pero no me hacían caso convencidos con que el culpable de todo era él, de las muertes y de haberme agredido.

Cayó inconsciente entre los brazos de los hombres y me acerqué para hablar con ellos aprovechando que solamente tenían un aviso pero no una descripción del hombre que me había golpeado. Les enseñé la acreditación que tenía del lugar y alegué que él era mi acompañante aunque no se creyeron que fuera solamente eso por lo que demostraban los cuerpos por los signos de pelea. Les dije que el museo lo había contratado para acompañarme al viaje y que no fuera sin protección, y que de no haber sido por él aquellos dos hombres que no deberían de estar en aquel lugar podrían haberme matado, que lo único que había hecho era protegerme.

Les dije que era una zona restringida y privada donde solamente los obreros y los expertos en la materia podían entrar al lugar y que aquellos hombres, aparte de su apariencia llamativa con la del resto de locales de la ciudad, no tenían por qué haber entrado. También alegué que no iba a abrazarme a una persona que me hubiera pegado pues aún se podía notar un poco la mejilla enrojecida y que me había llamado antes de caer inconsciente. Parecieron dudar, pero quizás fue mí desesperación, la angustia, la incertidumbre y el miedo por lo que pudiera pasarle estando herido, algo que también les mencioné, el hecho de que me creyeran. El tono angustiado de mí voz, la preocupación que se podía notar con solo mirarme, mis ojos brillantes llenos de temor y la aflicción que sentía en ese momento expresados… eso eran cosas muy difíciles de fingir si no te importaba la otra persona.

Al final me creyeron y lo sujetaron solamente para que no se cayera mientras otros policías examinaban los cuerpos y me hacían preguntas, preguntas absurdas que no quería contestarles en ese momento, podrían hacerlo luego más tarde porque ahora lo importante era curar al vikingo y revisar sus heridas que no eran pocas. Comenzaba a desesperarme con cada segundo, a enervarme que no se dieran cuenta de la gravedad del asunto y mientras decidían qué era lo que hacían con él busqué al que parecía estar al mando de todo con el ceño fruncido y la rabia llevándome por delante, mezcla de todo lo que había pasado en apenas unos momentos. Me paré delante de él y su mirada se centró en la mía preguntándome qué era lo que quería.


-¿Es qué no os dais cuenta de la gravedad del asunto? Me estáis haciendo preguntas estúpidas y estamos perdiendo el tiempo con todo esto, podéis preguntarme luego pero ahora tengo que llevármelo y curarlo… Por Ra, ¡se está desangrando! –Exclamé señalándolo con mí mano para que se diera cuenta- Pon a uno de tus hombres que me siga, que me tenga vigilada y que haga lo que quiera ¡me da igual!, pero déjame que le ayude o en vez de dos cuerpos tendrás un tercero al que sumar en poco tiempo –hice una leve pausa- no me negaré a que me interroguen ni a contestar a ninguna pregunta, pero primero tengo que curarlo…  manda a quien quieras para que me vigile si no te fías, pero me lo voy a llevar ahora mismo de aquí –no era la mejor forma ni el mejor tono para hablarle a un guardia pero no podía quedarme ahí quieta sin hacer nada y en donde no tenía nada para curarlo. Me miró de forma fija y supe que me iba a mandar bien lejos de allí y que se lo llevarían sin que pudiera evitarlo… pero me equivoqué, llamó a uno de sus guardias y le pidió que me ayudara a llevarlo al centro más cercano para curarlo y que me vigilara, que nos quedáramos en el lugar hasta que esclarecieran lo que había ocurrido. No perdí tiempo y entre los dos como pudimos lo llevamos hacia uno de los centros de curación que había, por suerte no quedaba lejos y llegamos con bastante rapidez donde al vernos nos dejaron pasar, ya que iba sobre todo con un guardia que al parecer agilizó las cosas, donde pasamos a una habitación para dejarlo sobre una cama con varias personas que acudieron para empezar a curarlo, el guardia tuvo que salir quedándose en la puerta y yo me quedé alegando que tenía conocimientos y que ya le había curado antes.

Comenzamos con las heridas que más grave estaban y una de las dos mujeres que había comenzó a tratar la herida que tenía entre las costillas ocupándose de esa, la otra en las que tenía por el pecho y yo me centré en la del costado, la que tenía situada sobre su vientre. Quité la venda y me mordí el labio con fuerza dándome cuenta de que se le había vuelto a abrir y que volvía a supurar otra vez, ambas me miraron al quitarle la pasta que había puesto de la mezcla de hierbas y demás y las miré alzando mí vista, les dije lo que ellas también estaban viendo, que llevaba veneno y recordé lo que me había dicho sobre el tipo de veneno que era… una de ellas dijo que tenían antídoto para ello y fue a buscarlo mientras yo le limpiaba la herida y la otra mujer se encargaba del resto. En uno de esos momentos notamos que su pecho dejó de moverse y mi vista subió al vikingo.


-¿Ubbe? –Pregunté preocupada tomándole el pulso solamente para darme cuenta de que no tenía, y si lo tenía era tan débil que apenas podía notarlo- No… no no no no no no –murmuré poniendo una mano sobre su pecho, donde estaba el corazón… latidos muy débiles, pero no respiraba- ¡No me hagas esto maldito vikingo! –Exclamé en un momento de miedo y pánico ante la idea de perderlo. La herida estaba curada y taponada así que eso no podía ser, viendo las marcas de los golpes en su pecho la mujer no tardó en deducir que era porque no le llegaba suficiente aire a los pulmones, y me dijo que comenzara a reanimarlo e insuflarle aire mientras ella cogía un bisturí y hacía una incisión en el otro lado de su pecho haciendo una herida donde sangre comenzó a brotar de ella mientras yo no paraba como me había dicho, solamente cuando la sangre dejó de salir fue que volvió a respirar de nuevo y yo lo hice a su vez, la mujer me tranquilizó viendo mí estado asegurándome que solo quedaba la herida que yo estaba tratando y que cuando trajeran el antídoto ya estaría fuera de peligro del todo. Asentí escuchándola y volví a mi tarea y labor de limpiar la herida.

Limpiamos la piel y le inyectamos el antídoto directamente en una dosis pequeña solamente para prevenir que esta, si no estaba curada, pudiera extenderse por su cuerpo de nuevo. Cerramos la herida como pudimos y volvimos a hacer una mezcla a base de hierbas que pusimos sobre la herida para luego vendarle otra vez. Las mujeres me dejaron a solas en la habitación y por último le curé la herida que tenía en el labio limpiándola y lo miré, me había dado un buen susto y la adrenalina recorría mí cuerpo. Me di cuenta del miedo que había sentido al poder perderlo y lo aliviada que me había sentido cuando no fue así, mí dedo acarició su rostro de forma lenta y dejé un beso en su frente antes de que el guardia me reclamara ahora que había pasado el peligro para hacerme unas preguntas, las contesté todas y se alejó supuse que para informar a su jefe de lo que le había dicho, y yo me senté en el borde de la cama observándole, con medio cuerpo vendado.


-Eres un vikingo tan terco… -murmuré acariciando uno de sus brazos- me has tenido tan preocupada que he llegado a temer por tú vida –dije aunque no sabía si en ese estado era capaz de oírme o no- siempre termino curándote, te las apañas para que eso pase –medió sonreí mientras yo intentaba calmarme por todo lo que había pasado- si hubieras llegado a morir… -me mordí el labio observándolo y lancé un suspiro- después de cómo me hiciste sentir tan mal anoche cuando te fuiste, después de haberme pegado… debería de odiarte –más bien era como si hablara conmigo misma más que hablarle a él. Me levanté para coger una de la sillas que habían y ponerla frente a su cama sentándome en ella, cogí su mano y lo miré- necesito que despiertes pronto… -una petición que sabía que no dependía de él, pero que igualmente dije. No supe cuántas horas pasaron en aquella habitación sin que despertara, las heridas eran graves y había perdido mucha sangre. Tampoco supe en qué momento me había quedado durmiendo recostando parte de mí cuerpo en la cama, presa de todo el cansancio de no haber dormido nada, de todo lo sucedido a lo largo de aquel día
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The Sands Of Time ~ Privado {+18} - Página 3 Empty Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}

Mensaje por Ubbe Cannif Lun Abr 10, 2017 5:29 am

Abrí los ojos de golpe, sobresaltado mire al techo, no conocía nada de aquel lugar, mi cuerpo dolía y me medio incorporé para tratar de escapar, ahogué mi quejido por los rápidos movimientos hasta que junto a mi lecho la vi a ella, dormía mas ahora, al notar mi desazón se despertaba para calmarme.
Me costaba ubicarme, estaba mareado, turbia mi mirada intenté centrarla algo desorientado en ella y como si mi único antídoto fuera su cuerpo, tiré de su cintura para sentarla conmigo en la cama.
Posiblemente me habrían inyectado algún sedante o era la perdida de sangre, pero estaba muy mareado.
-Nos tenemos que ir -le dije de forma apresurada casi sin dejarla hablar -¿que ha pasado?

Su mano trataba de relajarme, suaves caricias en mi la alama de la mía que había sido aferrada por la ajena.
-Eres terca, desobediente -gruñí recordando que había escapado de casa aprovechando mi embriaguez -te dije que era peligroso -le recriminé apuntándola con el dedo mostrandole mi cabreo -pero no escuchas, crees que esto es un juego y no lo es.
Tensé el cuerpo la mandíbula y siseé por el dolor.
-¿que hubiera pasado si no hubiera encontrado la excavación? -rugí -no quiero ni pensar que te hubieran hecho. ¡Joder Nai! -Gruñí ofuscado.

La egipcia me miraba sin dar crédito a mis palabras o quizás era que en el estado que me encontraba no esperaba que me despertara y me pusiera a recriminarle todo, a gruñir como una bestia enjaulada.
No entendía que no podía soportar la idea de que nadie le hiciera daño, si esos dos licantropos la hubieran encontrado antes que yo puede que siguiera viva pues la necesitaban, mas habría sido tomada ya por parte de la manada.
Esa hubiera sido la humillación que su alfa le hubiera dedicado a la mujer que mas odiaba. En el futuro Nai era una inmortal las fuerzas de ambas estaban mas igualadas, mas ahora, en el presente, estaba seguro que trataría de vengarse de ella de alguna manera.

Vi que iba a replicar y de nuevo alcé el dedo para hacerla callar, mientras fruncía el ceño.
-Debería darte unos azotes a ver si así aprendes a que si yo digo algo se ha de hacer sin mas.
Tomé su mentón y lo giré ligeramente para mirarle la mejilla que le había golpeado.
Creo que evidencio en mi mirada una disculpa que no pronuncié, no quería hacerle daño pero explicarle que se tenia que ir para estar a salvo no hubiera funcionado, no porque ella tenia ese carácter fuerte, desesperante, terco, ese del que me había enamorado como un idiota.

Acaricié con la yema de mis dedos su mejilla, poco a poco me iba relajando, nuestros ojos se buscaron, los cerré mareado y mi frente acaparó la suya reposando contra esta.
Su aliento impactó en mi boca, ambos respirábamos de forma entrecortada, yo por el esfuerzo de discutir en mi estado y ella supongo que porque estaba callada con muchos reproches que hacerme.
-Sobre la otra noche -mis palabras golpearon sus labios – me fui porque soy un idiota, mientras luchaba solo pensaba que no quería morir sin decirte que tenia que haberme quedado, dormir contigo.

Mis labios atajaron la distancia presionando sus labios con delicadeza, su boca se entreabrió, nuestros alientos se encontraron.
Un instante de calma que posiblemente precedencia a la tormenta que bien sabia llegaría con mis siguientes palabras.
-Tenemos que irnos, si esto es un hospital sera el primer sitio donde nos buscaran, no puedo luchar así, y cuando la dama blanca reine sobre el firmamento no serán hombres si no bestias las que vendrán por nosotros.

Volví a acariciar sus labios con los míos, sabia que quería replicar, que ni siquiera estaba en estado de poder ponerme en pie, que mi vida si abandonaba el hospital corría peligro, pero si no lo hacia, ambos lo correríamos, por eso la necesitaba.
-Hazme caso por una vez -le pedí -tienes que ayudarme, tenemos que buscar un refugio que nos mantenga a salvo durante la noche. Si nos encuentran no podre protegerte, no puedo protegerte...-mi desesperación aumentaba ahora que asimilaba mis propias palabras, no podía cuidar de ella y ahora me daba cuenta del peligro al que la había expuesto al forzarla a buscar la reliquia.
-Nai, si no sobrevivo -negó asustada y yo volví a tomar su mentón para que atendiera a mis palabras era importante.
-Coge el primer barco que te lleve a París y busca a Niels, es mi primo, él te ayudará a mantenerte a salvo.

La sacudí ligeramente parecía en shock, pero tenia que escucharme, tenia que reaccionar a lo que le decía, si yo moría quedaría sola, y la cogerían, la obligarían a trabajar para ellos y luego la matarían.
-Vamos Nai, di el nombre, repitelo, quiero saber que sabes ese nombre. Niels Cannif, júramelo, que lo buscaras.


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Spoiler:

mi presente, mi futuro:
cannif:
Nai y Ubbe:

mis hijos:
Gracias Nai:
Ubbe Cannif
Ubbe Cannif
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The Sands Of Time ~ Privado {+18} - Página 3 Empty Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}

Mensaje por Naitiri Zahir Lun Abr 10, 2017 1:11 pm

Me desperté únicamente cuando noté que la cama se movía y abrí los ojos para encontrarme con el vikingo que se había incorporado en ella, parpadeé quitando un poco el sopor que se había adueñado de mí cuerpo no recordando en qué momento me había quedado dormida ni las horas que habrían pasado desde entonces, pero se podía ver todavía luz entrar por la ventana del lugar, así que todavía era de día. Me fijé en él durante unos segundos sorprendiéndome que pudiera estar incorporado después de todas las heridas que tenía en el cuerpo y después de casi no lo contaba, y sonreí aliviada porque hubiera despertado dejando mis ojos fijos en los suyos azules. Su desorientación era típica y normal, no sabía dónde se encontraba ni lo que había pasado después de que se hubiera desmayado… mejor así.

Pese a su estado a aún algo confundido no tardó en cogerme de la cintura y subirme a la cama junto a su lado y sabiendo que no iba a poder hacer mucho porque me hiciera caso y se tumbara como debería de hacer subí mis piernas quedando sentada a su lado recostando mí espalda contra la pared. Mis dedos surcaban la palma de su mano que había tenido aferrada mientras él decía que no nos podíamos quedar allí y preguntaba qué había pasado. Negué levemente con la cabeza, le iba a ahorrar los detalles de lo que había pasado en esa cama.  



-Convencí a los policías de que te soltaran y me ayudaron a traerte aquí para que te curaran, perdías mucha sangre y tenías… tienes unas heridas graves –corregí puesto que no se había curado- casi te pierdo Ubbe… –murmuré fijando mis ojos en los suyos- deberías de descansar, has perdido mucha sangre y necesitas reposo –pero no me hizo ningún caso, comenzó a enumerar algunas cualidades que poseía con mí carácter para luego decirme que no era un juego, señalarme con el dedo y recriminarme que era peligroso y que ya me había advertido. Estaba enfadado por haberme ido sin hacerle caso y sin decirle nada, estaba enfadado porque si no hubiera encontrado la excavación a saber qué hubieran hecho conmigo, algo que parecía que no quería pensar y que le carcomía… gruñía como un animal enjaulado y acorralado, cuando lo que debería de hacer era descansar. Lo miré abriendo los ojos sin poder creerme que lo primero que me dijera tras despertar y decirle que casi se quedaba en aquella cama fuera todo aquello. Iba a decirle algo pero ni siquiera me dio tiempo, alzó un dedo que dejó en mis labios para silenciarme mientras él con el ceño fruncido soltaba aquella frase que hizo que mis labios se abrieran incrédulos por sus palabras, exhalando el aire sobre su dedo que seguía sobre mis labios. ¿Azotarme? Como si él fuera mí amo para castigarme por una orden que no había cumplido, aunque no iba mal desencaminado… salvo que yo no era su esclava- No soy tú esclava para que me tengas que azotar, vikingo –exclamé yo también con el ceño fruncido, molesta por sus palabras- Deberías de descansar y no hablar tanto, tienes que recuperarte y así no lo vas a conseguir –parecía alterado pero no me hizo caso tampoco, ¿alguna vez me hacía caso en algo de lo que le decía? Seguramente no, no me hacía caso en nada de lo que decía aun cuando estaba su salud en juego.

Sus manos tomaron mi mentón y lo giraron para dejar a su vista la mejilla donde me había golpeado, apenas se notaba ya nada y pude ver en sus ojos cómo me miraba, con una muda disculpa que no pronunció con sus labios y que a mí me hubiera gustado escucharla de ellos, aunque ya sabía que lo sentía. También sabía por qué lo había hecho y su motivo no era otro que el que me alejara de allí porque había visto a los dos licántropos, no lo aprobaba, no había sido la mejor forma y al final de nada le había servido el pegarme para alejarme. Sus dedos ahora se pasearon por la zona acariciándola de forma suave y leve con nuestros ojos puestos en los del otro, aún me preguntaba cómo era capaz de permanecer así con todo lo que llevaba en el cuerpo y los calmantes que le habíamos suministrado. Los terminó cerrando y como si no pudiera sostenerse así su frente quedó sobre la mía sintiendo su respiración contra mí rostro y su aliento contra mis labios.

Exhalé un suspiro y lo miré viendo que seguía con los ojos cerrados todavía, se le notaba cansado por el esfuerzo y me mordí el labio con rabia, quería decirle tantas cosas que las palabras se habían quedado agolpadas en mis labios sin poder decirle nada, tampoco es que fuera muy recomendable en su estado reprocharle nada aunque cuando era lo que más quería hacer en ese momento. Quería decirle muchas cosas, sobre anoche, sobre cómo me había tratado, como se había comportado en la excavación, sus formas… tantas cosas que al final ninguna de ellas salió de mis labios, me carcomía un poco por dentro pero me mordí el labio con fuerza y rabia para no detonar en ese momento, no era el más adecuado.

Mis ojos lo miraron cuando volvió a hablar de nuevo sintiendo su aliento sobre mis labios, una disculpa, un perdón por haberse ido así por la noche y dejarme sola arriba. Si él supiera lo que me había hecho sentir aquello… me diría mucho más de lo que me estaba diciendo. Pero ya había aprendido a que no era dado a ese tipo de gestos, que le costaba y que iba a ser más de lo que debería de obtener puesto que aquello era algo nuevo para él. Al menos lo había reconocido aunque para ello hubiera tenido que luchar y pensar que iba a morir sin habérmelo dicho… pero me quedé con aquel gesto que, interiormente, le agradecí.


-Algo más que un idiota, para mí gusto, pero… gracias –había necesitado escuchar algo como aquello y no me dejó decir nada más porque sus labios buscaron los míos, me besó y yo me dejé hacer sin oponer resistencia subiendo mí mano por su pecho de forma lenta. Lo miré, él decía que no podíamos quedarnos allí porque nos buscarían y aunque me dieron ganas de contradecirle… supe que tenía razón. No quería que saliera de allí porque si pasaba cualquier cosa no iba a correr peligro alguno, pero me preocupaba el hecho de que por la noche se convirtieran en bestias y nos encontraran porque ya me estaba asegurando que habría más que aquellos dos. Volvió a besarme de nuevo y no me dejó decirle nada al respecto. Notaba que comenzaba a ponerse nervioso y angustiado, casi desesperado por algo que no entendí que era hasta que me lo digo; que si nos encontraban no sería capaz de protegerme, parecía que no podía con sus propias palabras y noté que comenzaba a alterarse- Shhh, cálmate Ubbe, encontraremos un lugar donde escondernos, todavía tenemos tiempo –miré por la ventana viendo que aún quedaban unas horas para que el sol se escondiera y la luna brillara en el firmamento, mis manos intentaron calmarlo con suaves caricias por su cuerpo- Escúchame –pedí cogiendo su rostro con mis manos haciendo que sus ojos me miraran, y hablé de forma lenta para que me entendiera bien- Te haré caso. Nos iremos ¿vale? Estaremos a salvo –me lo creía hasta yo misma porque si yo no me lo creía, ¿cómo se lo iba a creer él? Esperaba que lo tranquilizara pero nada me iba a preparar para sus siguientes palabras. “Si no sobrevivo” había dicho… lo miré con miedo y temor y negué con la cabeza no queriendo escuchar nada de lo que fuera a decirme, pero me cogió por el mentón para que lo mirara de forma fija y escuchara sus palabras. Que me fuera, que cogiera un barco y me fuera a París si algo le pasaba y buscara a su primo… No. Sencillamente no quería ni pensar en esa opción, no era viable, no se podía dar el caso y no quería aceptarlo. Pese a todas las discusiones que teníamos, todos los piques, la veces que chocábamos a lo largo del día… pese a todo eso me había acostumbrado a que rondara cerca de mí, no entraba en mí cabeza que algo pudiera pasarle y tuviera que dejarlo atrás, o que simplemente… no quería ni pensarlo y me mordí el labio negando con la cabeza- No… no lo haré –tuvo que sacudirme un poco, no había pensado ni contemplado la opción de volver sola, de que el muriera… sencillamente no, me negaba. Me estaba dando un aviso y una advertencia, algo que debía de hacer en caso de que no solo no pudiera protegerme… sino que lo mataran. Tuvo que coger mí rostro entre sus manos para mantenerme quieta, y me obligó en parte a que me quedara con el nombre de su primo y que lo repitiera, que se lo jurara que lo buscaría- Niels… Niels Cannif –pronuncié con un hilo de voz- lo juro –no quería tener que recurrir a ver a su primo nunca porque significaría que él ya no viviría- Ya te lo he prometido… pero no hagas que suene como una despedida futura… no quiero –llevaba tal cúmulo de emociones en mí interior que con todo lo que había averiguado, todo lo que había pasado y vivido en esos días… se me estaban acumulando, casi pesaban ya y si no ponía algún tipo de remedio por ello acabaría por estallar, romperme de nuevo y él se daría cuenta, otra vez, de lo débil que era… y no podía dejar que volviera a pasar.

Esa vez fui yo quien acortó la distancia entre nuestros labios no queriendo pensar en lo que me había dicho y fui yo quien invadió su boca rodeando su cuello con uno de mis brazos, dejé un mordisco leve en el lado del labio donde no tenía la herida y me levanté de la cama para ponernos en marcha, decía un sitio seguro y se me pasó uno por la cabeza que quizás nos serviría. Cogí todo lo que pude que estaba a la vista en la habitación que pudiera servirnos en un caja y me acerqué para ayudarlo a levantarse, hice que pasara uno de sus brazos por mis hombros y rodeé su cintura para ayudarlo a andar y salimos de aquella habitación saliendo del lugar. Miré hacia los lados, estaba un poco lejos pero esperaba que mí idea funcionara.


-Está un poquito lejos, ¿crees que podrás aguantar? –Pregunté elevando una ceja, más como a broma pues la mirada que me echó respondió por si sola- Vale, vamos –comenzamos a andar perdiéndonos por las calles de la ciudad hasta que llegamos a una donde había una mezquita no muy grande, y donde al lado había una casa que estaba casi en ruinas. Nos metimos por el lateral de la casa y ya notaba la mirada del vikingo que se cuestionaba si aquello era lo que entendía seguramente por seguro, pero sonreí de lado y seguí andando hacia atrás. Todo estaba en ruinas, el techo, las paredes… no era una casa habitable aunque aún estuviera en pie, pero no era eso lo que buscaba. Nos colamos por la puerta de atrás para que no nos viera nadie y llegamos hasta el comedor y que la puerta de atrás no es que parara a quien quisiera entrar. Lo dejé sobre un sillón que había algo roto y comencé a buscar notando su mirada puesta en mí, no me preguntaba nada pero podía saber que era lo que estaba pensando. Entre tanto buscar por las estanterías y los cajones hallé una caja vieja de madera, que era lo que estaba buscando- aquí estás –era una caja puzle que guardaba algo en su interior, y ese algo era una llave que estaba buscando. La saqué y dejé la caja de nuevo para volverme a buscar ahora hasta que encontré bajo la moqueta que había en el salón el lugar donde la madera cedía bajo mis pies, la aparté y encontré una puerta bajo que daba a un sótano donde podríamos escondernos. Abrí el candado y abrí la trampilla bajando no sin antes coger algo para alumbrarnos bajo, y con cuidado bajamos no sin antes cerrar el candado que había por centro e intentando como pude que la moqueta quedara bien antes de bajar. Al llegar bajo la estancia era de grande como el salón y había varias puertas, todas cerradas con candados. Pero teníamos lo que necesitábamos, un sitio donde escondernos, una cama y la comida que habíamos comprado de camino al lugar para pasar la noche. Lo dejé sobre la cama y me puse a iluminar el lugar mientras lo inspeccionaba- Las puertas estás dando a varios túneles que recorren algunas parte de la ciudad, por eso la casa no ha sido derribada y alguien la tiene como… refugio –me puse a mirar abriendo un pequeño armero donde había además armas- Creo que puede ser de una rama de cazadores –en otro había algo de ropa, sabanas, almohadas… todo lo necesario para poder permanecer allí. Cogí una camisa y fui hacia donde estaba entregándosela para que se la pusiera- allí tienes armas por lo que pueda pasar y si nos encuentran podemos escapar –noté su mirada puesta en la mía, seguramente preguntándose como sabía del lugar- Lo encontré en una de mis investigaciones cuando vine en mí último viaje. Encontré un mapa antiguo de la ciudad donde habían túneles subterráneos y bueno, decidí investigar si eran ciertos o no. Así di con esta casa y pasé horas hasta que encontré la llave y luego di con la trampilla… -hice una pausa y lo miré- Deberías descansar, Ubbe. Recomendación médica –sonreí levemente y mí mano acarició su rostro esperando que me hiciera caso por una vez- Hazme caso tú a mí ahora.
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The Sands Of Time ~ Privado {+18} - Página 3 Empty Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}

Mensaje por Ubbe Cannif Lun Abr 10, 2017 4:04 pm

Lo prometió, admito que una parte de mi se tranquilizo al saber que si no salia de esta, ella estaría a salvo. Niels era un gran guerrero, sabia sobradamente lo que yo sentía por esta mujer, noches de borracheras juntos lo habían dejado mas que claro y sabia que movería cielo y tierra para ponerla a salvo por mi.
La otra parte vivía en un eterno desasosiego, uno que no mostré, pues de los dos, en este momento, yo era y tenia que ser el fuerte, romperme no era algo que pudiera permitirme ni siquiera cuando llevaba roto desde que crucé le portal y Nai no estuvo allí para decirme adiós.
Quería una maldita vida con ella, no lo dije, no podía, demasiados secretos, demasiados silencios, demasiadas mentiras.

Su boca invadió la mía, entreabrí los labios dejando que su lengua surcara aquel mar a la deriva, saqueo cada resquicio de mi embarcación hasta arrancar de mis labios un jadeo que murió entre sus dientes cuando tiró de mi labios inferior.
Ladeé la sonrisa cuando se aparto, para hacer lo que le había pedido, movernos.
-Hasta medio muerto me dejas con ganas de mas -confesé mientras esta me miraba y negaba con una sonrisa que se escapo picara de sus labios.

Era cierto, así eramos ambos, podíamos ser una fuerte tempestad que como un tornado lo devora todo a su paso y al minuto siguiente, un día soleado frente a un mar calmo.
Nai cogió todo los útiles de la habitación, para después volver a por mi al lecho.
-¿Te lo has pensado mejor? -pregunté acariciando con mi nariz la ajena buscando provocar un nuevo beso que no llego, tiro de mi, siseé y pasando el brazo por encima de sus hombros comencé a caminar.
Era una tortura cada paso, creo que mi rostro perlado en sudor mostraba el esfuerzo, claro que yo era un orgulloso vikingo, no mostraría frente a una mujer signo ninguno de debilidad, fue por eso por lo que cuando me pregunto si podría llegar le mostré mi porte mas orgulloso y una mirada de soslayo que bien indico un “lo duda ¿con quien crees que estas hablando?”

Las calles de Egipto era un trasiego de gente, un ir y venir sin tregua, estaba agotado, el calor era asfixiante y yo trataba de mantenerme recto para no apoyar mi peso sobre ella, aunque en ocasiones mi cuerpo cedía en algún paso y caía ligeramente para volver a enderezarme.
-Estoy bien -repliqué ofuscado cuando esta me miró preocupada -sigamos -pedí.
Así alcanzamos una calle menos transitada, estrecha, con una mezquita antigua y junto a esta una casa derruida.

Los pasos de la egipcia se dirigieron hacia esas ruinas, alcé una ceja pensativo, esta mujer y yo no teníamos el mismo concepto de “lugar seguro”
-recuerdame que no te deje elegir nuestra casa -bromeé pasando después la lengua por mis resecos labios, tenia sed, no había dejado de jadear todo el trayecto, así que tendría que arreglarme con esa casucha pues no podía mas.

Nos adentramos en ella por la puerta trasera, Nai sonreía como si me guardara una sorpresa oculta y yo la miraba fijamente sin entender bien a que se debía esa cara de felicidad ¿había dicho algo que tuviera gracia?
Cogió una caja de madera y como si fuera una niña jugó con ella hasta que esta cedió, yo la miraba con la ceja enarcada desde el sofá, bendito sofá.
Movió la alfombra polvorienta y bajo esta había una compuerta con un candado, al parecer la llave estaba en esa caja y ahora ese lugar se había convertido en nuestro refugio personal.
-Bien pequeña, lo has hecho bien -aseguré volviendo a alzarme para bajar con cierta dificultad por las escaleras. Nai se encargo de cerrar todo y volvió junto a mi para ayudarme a llegar al lecho que en la pequeña cámara presidia la habitación.

La egipcia ilumino el habitáculo y busco por las armariadas hasta que se hizo con mantas, almohada, una camisa que no me coloqué y como no, un perfecto armero que de algo me serviría con total seguridad si eramos atacados.
-La bastarda esta en la otra casa, iré por ella..-los ojos de Nai se clavaron en los míos con gesto de enfado -cuando pueda andar -replique alzando sendas manos y encogiéndome de hombros en un claro gesto de decirle que no me había dejado acabar la frase.

Ambos sonreímos de forma cómplice, decía que debía descansar y por una vez estaba de acuerdo con ella, tire de nuevo de su cintura, ladeando mi cuerpo para que se tumbara a mi lado, mi boca busco la suya primero de forma tímida, apenas presionando sus labios, mi lengua se abrió paso por estos, mi boca se entreabrió mas para acoger la danza de sendas serpientes que se buscaban sin tregua, un jadeo contra ella.
-¡descansar? -pregunté ladeando la sonrisa mientras mis manos se hundían por debajo de la camisa de la egipcia -no puedes pedirme que descanse así sin mas, no cuando estas aquí ...-guardé silencio por no decir lo que pensaba “no cuando puede que mañana yo no este aquí”

Sus dedos se perdieron en mi nuca atrayéndome contra sus labios con violencia, ambos jadeamos con la respiración entrecortada. Mis manso se perdieron en su cintura atrayendola, pegando así nuestros cuerpos, piel con piel, su tacto abrasaba. Creo que era evidente lo cansado que estaba, mas necesitaba despedirme, necesitaba que el recuerdo que le quedara de mi no fuera el de la noche pasada, si no este, por los dioses juraba que dormiría a su lado sin tan siquiera soltarla.


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mi presente, mi futuro:
cannif:
Nai y Ubbe:

mis hijos:
Gracias Nai:
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The Sands Of Time ~ Privado {+18} - Página 3 Empty Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}

Mensaje por Naitiri Zahir Lun Abr 10, 2017 7:27 pm

Debía de admitir que la idea de irnos tan pronto del hospital no me gustaba en absoluto, no porque viendo como estaba él sabría que quizás no sería lo mejor para sus heridas, pero en algo sí que era cierto que debía de hacerle caso: y era que si habían más, volverían a buscarnos. Por eso mismo había decidido no discutir con él y salir de allí ahora que teníamos el sol de nuestro lado y comenzara a hacerse de noche. Las calles estaban abarrotadas aunque la gente se afanaba por no chocarse con nosotros ante el aspecto que presentaba el vikingo, tendría que aguantar hasta llegar al sitio que tenía en mente y la mirada que me lanzó cuando le pregunté si aguantaría fue suficiente para hacerme saber que, estuviera como estuviera iba a llegar hasta el refugio… esperaba que estuviera “operativo” todavía, hacía tiempo que no iba por allí así que tenía la esperanza de tener algo de suerte y que nos pudiera servir, era el más cerca que estaba desde nos encontrábamos.

Por fin tras un rato andando por las calles en las que notaba que el intentaba no recargar mucho su peso sobre mí, como si no quisiera verse débil, o que yo lo viera débil y en lo que no le dije nada, llegamos hasta una calle más estrecha y sin apenas gente donde había una mezquita y una casa abandonada y medio derruida. Lo llevé hacia la parte trasera y reí sin poder evitarlo ante su comentario de que le recordara que no le dejara elegir nuestra casa, a lo que negué con la cabeza y no hice comentario alguno por su broma y entramos dentro. Lo dejé en el sofá mientras registraba por el salón en busca de una pequeña caja puzle donde estaría la llave que necesitaba.

Podía notar la mirada del vikingo sin comprender qué era lo que hacía puesta en mí, tras encontrarla tardé un poco en poder abrirla pero finalmente lo hice y cogí la llave que guardaba en su interior, volví a guardar la llave y lanzando una mirada al vikingo quité la alfombra que decoraba el salón, algo raída y gastada por su uso para descubrir una trampilla que conducía a la parte de abajo, abrí el candado con la llave y me levanté para mirar al vikingo con una sonrisa, sabía que se había cuestionado mí criterio cuando lo llevé a la casa pero era el mejor sitio que conocía en la ciudad.



-¿Bien solo? –Enarqué una ceja por eso ayudándolo a bajar para dejarlo bajo antes de poner la alfombra bien de forma que cuando cerrara de nuevo la trampilla estaba quedara como estaba al principio, cerré el candado por dentro y lo ayudé hasta dejarlo en la cama que había en la estancia. Lo dejé sobre esta y tras iluminar el lugar comencé a mirar a ver qué era lo que encontraba por los armarios que había por allí sacando mantas, sábanas, almohadas y todo aquello que pudiéramos necesitar. También había un armero en una de las esquinas del lugar hecho de madera, con la puerta de cristal desde donde se podían ver las diferentes armas que había dentro, suficientes para si pasara algo el vikingo pudiera utilizarlas. Abrí una de las dos puertas que había a cada lado de la sala y al abrirla me di cuenta de que había un pequeño pozo de donde se podía sacar agua, como un aljibe, sin duda habían pensado en todo por si alguna vez necesitaran ese lugar. Llené un botijo con agua  y di un trago quitando la sed de mis labios, cerré la puerta con la llave ya que todas tenían cerradura y se lo acerqué  a él dejándoselo al lado para que también bebiera- El aspecto por fuera de la casa podría ser deplorable, pero lo importante se esconde dentro –miré la otra puerta que quedaba por abrir y me acerqué para terminar de comprobar el lugar y… tal y como tenía pensado. Era un pasadizo, un túnel que seguramente más adelante conectaría con los demás lugares que había en la ciudad como aquel. Cerré de nuevo la puerta y dejé la llave a la vista para no perderla, era en todos los sentidos nuestra única vía de escape.

Me senté al lado del vikingo en la cama y lo miré, a pesar de que le había dicho de que había un armero no tardó demasiado en nombrar su espada y que debía de ir a por ella, lo fulminé con la mirada comenzando a enfadarme por sus palabras cuando terminó diciendo un “cuando pueda caminar” que me hizo aflojar el gesto al tiempo que levantaba sus manos dándome a entender que no le había dejado terminar de hablar. Ya le había costado llegar hasta allí como para dejarle que fuera a por la espada. Debía de descansar y así las heridas curarían mejor y se recuperaría pronto, bastante esfuerzo había hecho ya al llegar hasta la casa y bajar hasta allí, pronto sería de noche y allí estaríamos seguros, era lo que quería pensar.


-También están los cuadernos –comenté mirándolo al mencionar la espada- mañana debemos de volver para coger las cosas, aquí no nos podemos esconder siempre hasta que pueda traducir los papiros –miré hacia otro lado unos segundos- confieso que no sé cuánto me va a llevar el traducirlos, pero lo haré todo lo rápido que pueda –debía de leerme los cuadernos de mí madre y ya comenzar a traducir en base al mensaje cifrado que había en ellos. No iba a ser algo rápido y era mejor que lo supiera para que estuviera preparado. Como recomendación médica, esperando que me hiciera más caso, le dije que debía de descansar y que me hiciera caso a mí por una vez, sonrió por mis palabras haciendo que yo también sonriera y se tumbó haciéndome caso pero no había estado ni un segundo tumbado de lado cuando su fuerte brazo tiró de mí cintura para tumbarme con él. Sus labios buscaron los míos y me besó de forma muy suave para luego buscarme más hasta que nuestras lenguas se encontraron en ese beso. Jadeó contra mis labios y sonreí por su pregunta que me hizo reír de forma leve contra él sin separarme, sonrió observándonos a esa corta distancia y sus manos se colaron bajo la blusa que llevaba acariciando mí piel a su paso- Sí puedo pedírtelo, de hecho, lo acabo de hacer porque es lo que deberías de estar haciendo desde hace ya rato. Debes de reponer fuerzas… -pero nada, seguía sin hacerme ningún tipo de caso y no entendía sus palabras para nada, pero no quise preguntarle tampoco. Volvió a besarme de nuevo acariciando mí espalda y mí costado, subiendo por mí vientre con sus manos, la mía fue a su nuca y lo atraje para besarlo de una forma algo más profunda , sus manos ahora me pegaron a su cuerpo por la cintura notando su piel caliente contra la parte de la mía que estaba al descubierto.

Sus manos habían subido la blusa que llevaba hasta mí pecho y pude notar que su piel ardía a mí contacto, mi mano libre fue a parar a su espalda y la recorrí de forma lenta notando cada músculo definido bajo la yema de mis dedos, con su piel ardiendo por el contacto. Quería volver a anoche, por alguna razón lo pensé y lo deseé para esta vez que se quedara y no se fuera, quizás yo no habría ido a la excavación o hubiéramos ido los dos juntos, no podía eludir mí trabajo y era algo que él debía de comprender y entender. Quise que el día no se hubiera torcido así pero las cosas ya estaban hechas y quizás es que debía de ser así, debía de pasar de esa forma… nunca sabríamos si podría haber cambiado algo.

También sabía que estaría muy cansado, yo misma notaba el cansancio presa de mí cuerpo por no haber dormido nada la noche anterior y por todo el estrés y todo lo que había sufrido en ese día… y si yo estaba así no me quería imaginar cómo estaría él tras haber perdido tanta sangre y tras haber… no quise pensarlo, lo había salvado y eso era lo que importaba. Su cuerpo me buscaba de una forma casi necesitada pese al estado en el que se encontraba podía notarlo en la forma que tenía de pegarme a él, podía notarlo en la forma en la que me besaba y acariciaba… era como si lo estuviera pidiendo a gritos. Pero sabía que no debía, sería cansarse demasiado y así no se iba a curar nunca… cada vez que le curaba una herida volvía a aparecerle otra y hoy ya había sido demasiado.


-Ubbe –me separé de sus labios con la respiración entrecortada y agitada, tuve que alzar el rostro al ver que ahora sus labios recorrían mí mandíbula y dejaban un recorrido por mí cuello que me hizo soltar un suspiro al aire mientras recordaba qué era lo que quería decirle y sus manos recorrían mí piel- deberías de… descansar –pude sentir su risa contra mí cuello, entrecortada, dándome a entender que descansar no era precisamente lo que tenía en su pensamiento en esos momentos. Mi mano subió por su costado hasta enredarse en su pelo y aferrarlo con fuerza- no quiero… -lancé un suspiro notando ahora un mordisco en mí cuello juguetón y provocador para luego notar que lamía y besaba la zona, sabiendo lo que se hacía, como si supiera mí punto más débil- no quiero hacerte daño o que… o que se te abra alguna herida –una de sus manos se enredó también en mí pelo produciéndome algunas cosquillas por eso, haciendo que soltara una leve risita arqueando mí espalda contra él. Volvió a subir a mis labios reclamándolos de nuevo y la otra mano se paseó por su brazo en una caricia con mis uñas como si también lo quisiera provocar. De nuevo el dilema volvía a mí mente porque sabía que no debía de hacer esfuerzo, hacía unas cuantas horas le habíamos vuelto a cerrar las heridas que tenía y debía descansar, pero por otro lado era como si quisiera yo también olvidarme de todo y perderme en él incluso sabiendo cómo estaba. No iba a poder ser como la otra noche, los dos sin decirlo lo sabíamos, debía de llevar cuidado en no hacerle daño. Mis labios ahora fueron los que trazaron un camino desde sus labios, bajando por su mandíbula, hasta llegar a su oreja donde recorrí el contorno con mí nariz dejando que notara mí aliento sobre su piel, mis labios hicieron en camino bajando hasta el lóbulo donde mordí de forma juguetona como él había hecho antes con mí cuello, para dejar un beso- ¿Pretendes volverme loca, Ubbe? –pregunté antes de volver a sus labios dejando ambos a centímetros, sintiendo el aliento del otro en el lugar y lamer su labio superior y apresar el inferior con mis dientes tirando un poco de él sin quitar mis ojos de los suyos- porque yo puedo volverte mucho más loco –sonreí de lado sabiendo que no deberíamos de seguir por ese camino, pero era como si no pudiera evitarlo, como si necesitara terminar bien un día que desde que había comenzado no había sido más que nefasto en todos los sentidos. Necesitaba algo bueno, aunque sabía que no era el momento ni el lugar para ello… terminé por esconder mí rostro en su cuello, lanzando un suspiro y dejarme envolver por él cerrando los ojos
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The Sands Of Time ~ Privado {+18} - Página 3 Empty Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}

Mensaje por Ubbe Cannif Mar Abr 11, 2017 4:28 am

Mi nombre escapo de sus labios, jadeé contra su cuello recorriendo con mis dientes su piel, lamiendo con mi lengua cada recoveco. Dejé escapar contra este una risa entrecortada, su piel se erizo contra mis labios. Mi aliento cálido acariciaba su tez con cada motivador beso, logrando que ladeara la cabeza dándome paso, olvidando por momentos que la calma era lo necesario.
Puede que ella quisiera mi descanso, mas yo necesitaba redimirme por la noche anterior, si no sobrevivía de esta, necesitaba que ella recordara esta noche. De aquí unos años me encontraría en el norte, quería que esta y no otra noche fuera el recuerdo que tuviera de este vikingo que no siempre hacia las cosas bien, pero que la quería aunque no pudiera decirlo en alto.

“No quiero..” jadeo enredando mi pelo entre sus dedos. Sonreí de medio lado volviendo a torturar su cuello, dejando un mordisco suave sobre su yugular, jugando con mi lengua sobre el área mordida. La provoqué con la respiración entrecortada, suplicando que se dejara hacer, parecía reticente con palabras, mas sus gestos eran otros, contrarios, su espalda se arqueaba bajo el contacto de mis manos.
-No voy a hacerme daño, no mas que placer al menos -aseguré volviendo a su boca, tomando su pelo entre mis dedos para orillar contra la mía.
Nuestros labios colisionaron, rocas contra olas de mar, peces que dentro de nuestras bocas se acariciaban juguetones, provocadores, sedientos del otro.
La deseaba de un modo tan atronador como los mismos truenos de mi dios Thor.

Su boca ahora fue la exploradora de mi piel, intrépida se perdió por mi cuello, su aliento lo sentencio a muerte. Piel que reaccionaba a su paso erizándose, jadeé dándole acceso, dejandole que me arroyara con esas placenteras sensaciones que solo ella era capaz de provocar. Dientes que mordieron el lóbulo de mi oreja me hicieron rozar el mismo Hell. Besos que me acariciaba con ternura mas cargados de sensualidad y mucho mas.
-Me estas volviendo loco.
Era cierto que no podría ser como la noche anterior, mas eso no implicaba que tuviera que ser peor, no debía subestimarme esta mujer, pues yo era un vikingo, un guerrero y las proezas eran mi único modo de vida, quizás no lo sabia, mas pronto lo descubriría.

Su cabeza se hundió tímida en mi cuello, un suspiro que me arrastro al infierno mientras su cuerpo encajaba cediendo frente al mio.
Mi cuerpo empujó el ajeno, encarcelada bajo este abrió los ojos, buscando mi azulada mirada, no la dejé hablar, sabia sobradamente que me iba a recriminar mi terca actitud.
Boca que silencio la suya mientras mis dedos alzaban ligeramente la camisola de la dama dejando que la yema de mis dedos incineraran la cara interna de su muslo.

Mi nombre volvió a ser pronunciado, como si rogara que no siguiera por ese camino, mas me limité a ladear la sonrisa antes de volver a hundir mi lengua en su interior buscándola, encontrándola, paladeando ese sabor a fuego, a Egipto y a maderos.
Hice a un lado sus bragas, mis dedos surcaron cada pliegue de su sexo, primero acaricié con suavidad los labios, introduciendo el dedo por su raja suavemente, sintiendo como poco a poco se mojaba para mi, excitada, preparada.

Su respiración se entrecortaba contra mis labios liberando la tensión acumulada por el fatídico día que ambos llevábamos.
Mi aliento entrechocaba contra el suyo, incapaz de dejar de mirar aquellos gestos placenteros que me dedicaba, que yo producía y que me calentaban de sobremanera.

Pronto estuvo suficientemente húmeda como para que la yema de mi dedo buscara su clítoris, lo acaricié suavemente, jugando con el, trazando suaves círculos.
Gimió arqueando la espalda, sus caderas buscaban mi mano y me relamí los labios observándola, creo que podría correrme solo con esa demencial imagen de esa mujer excitada.

Mi virilidad alzada contra su vientre, chocando furioso por adentrarse en su palpitante sexo.
-al final me he traído la espada -bromeé logrando arrancarle una risa entre jadeos.

Dos de mis dedos se hundieron en las paredes de su laberinto, envolvieron a estos cálidas, húmedas, dilatándose para mi. Con la palma frote su clítoris, sabia el placer que ese acto trasmitía en una mujer.
Dedos que se sacudieron primero lento en su interior mientras esta danzaba contra mi mano casi auto masturbandose.

Gruñí completamente fuera de mi, músculos tensos sobre su cuerpo, mis labios rozando los ajenos, su boca abierta dejaba escapar roncos jadeos, respiración entrecortada contra mi boca sedienta de ella.
Un tercer dedo se hundió en ella, lanzó su cabeza hacia atrás en ese instante en el que estaba tan cerca de explotar que no podía dejar de gemir muy rápido.
Mis ojos seguían fijos en cada uno de sus gestos, en como cerraba los ojos mientras se dejaba ir contra mis dedos, gruño de forma salvaje cuando su feminidad palpito, apretándolos con cada espasmo que le producía el orgasmo.

Sonreí acalorado y satisfecho por haber logrado sin apenas moverme que se corriera contra mis dedos, claro que si creía que este era el final, no podía estar mas equivocada.
Mi boca ronroneo contra la suya, intentando convencerla de continuar, necesitaba mucho mas.
-Ahora quiero entrar -susurré acariciando con mi nariz la ajena -tengo muchas ganas de ti.


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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Abr 11, 2017 10:50 am

Estaba convencida, o al menos quería estarlo, de que no seguir por ese camino era la mejor de las opciones que teníamos. Él debía de descansar y recuperarse de las heridas a lo largo de la noche para poder terminar con la misión que nos había llevado hasta Egipto, teníamos todavía que traducir esos papiros, debía de estudiar el código que mi madre había dejado en los cuadernos y después descifrar el mensaje oculto… eso nos iba a llevar tiempo, y algo en mí interior me decía que la búsqueda de la reliquia no iba a ser nada fácil, teniendo en cuenta lo que nos había costado encontrar los cuadernos la reliquia iba a ser mucho más complicado. Lancé un suspiro contra su cuello dejando mí cabeza escondida en su cuello, como si de alguna forma diera por finalizado aquello y sin decirle nada darle a entender que debíamos de dormir… pero aquel vikingo cabezota y terco no se iba a dar por vencido.

Hizo que mí cuerpo quedara contra recostado sobre la cama y su cuerpo sobre el mío, abrí los ojos para encontrarme con sus orbes azules y ya iba a recriminarle que debíamos descansar por enésima vez cuando sus labios sellaron y acallaron mis palabras. Me besó cortando cualquier reproche que fuera a salir de mis labios y noté sus dedos ascender por mí pierna levantando aquel vestido que llevaba puesto, fresco y ligero, para soportar el calor que hacía en la ciudad. Sus dedos no tardaron en perderse por la cara interna en una caricia abrasadora con toda la intención de provocarme, subiéndose encima de mí y encarcelándome bajo su cuerpo me estaba dejando más que claro su postura.


-Ubbe… -lo llamé cuando sus labios se separaron de los míos para coger aire, advirtiéndole que no debería de seguir por aquel camino y, a su vez, auto convenciéndome de que también era lo mejor para los dos no seguir. Ladeó su sonrisa como si supiera lo que se me estaba pasando por la cabeza y no me dejó volver a decir nada más, volvió a reclamar mis labios y su lengua se abrió paso entre mis labios, ávida buscó la mía y me enzarzó en una batalla en la que no podía apartarme, confundiéndome más todavía. Me empezaba a acostumbrar a sus besos, más que eso, a que me besara de esa forma, que me buscara y provocara de una forma que no me quejaba para nada, pero sobre todo a esa sensación que me atravesaba cuando me besaba como lo estaba haciendo, como si intentara guardar o preservar el sabor de mis labios y mis besos. Dividida como estaba iba desde lo ético y moral, lo sensato, que me decía descansar… hasta el otro extremo en el que mí cuerpo me decía que me dejara llevar. Difícil elección la que se me presentaba, o hubiera sido difícil si no se hubiera liberado de la prenda que cubría mí sexo y lo acariciara, recorriéndolo con su dedo despertando sensaciones que había querido oprimir por esa noche.

Mí respiración se entrecortaba ante sus caricias dejándome hacer incapaz ahora de decirle que nos fuéramos a descansar cuando mí cuerpo me pedía liberar unas tensiones que había ido acumulando durante todo el día, como si lo necesitara para liberarme… y en cierta forma, así era. Sus ojos estaban puestos en mí observándome, mis labios se entreabrían comenzando a sentir el placer que despertaba con cada caricia de su dedo, calentándome poco a poco. Dejaba salir pequeños jadeos que morían en sus labios, mis dedos recorrieron su rostro perfilando su contorno, pasando por su mejilla, mandíbula, la yema de mí dedo perfiló su labio y subió dejando mí mano en su nuca.

Un gemido salió de mis labios al notar que ahora su dedo buscó el clítoris, arqueándome contra su cuerpo con los ojos cerrados sintiendo como lo acariciaba de diferentes formas, arrancándome más jadeos y provocando que yo misma moviera mis caderas contra su mano como si quisiera más de lo que me estaba haciendo. La otra mano se aferró a su brazo y lo miré observando cómo se relamía sin apartar su mirada de la mía, me mordí el labio y volvía a arquearme al tiempo que seguía jugando con aquella parte de mí cuerpo que me enviaba corrientes placenteras por todo mí cuerpo, terminando y empezando en el mismo lugar. Adiós a toda cordura, adiós a todo raciocinio. Elevé mí rostro al suyo y mordí su labio inferior tirando de él excitada por sus caricias, necesitada de más.


-Sí, lo sé… ya la he notado… -respondí ante su comentario riéndome como pude, risa que se vio cortada cuando dos dedos se hundieron en mí interior, lo que me arrancó un ronco gemido de mis labios y que moviera mí cadera contra su mano notando como mí interior se adaptaba y los acogía, con la palma frotó de nuevo esa zona sensible de mí cuerpo que me produjo un espasmo, que mis rodillas se pegaran a su costado y apretara con más fuerza los dedos en su brazo, casi clavándole las uñas, notando que se movía en mí interior de forma lenta y mí cadera iba a su encuentro incapaz de controlarme, con movimientos circulares. Nuestros rostros quedaban cerca el uno del otro notaba su respiración contra mis labios ahora entreabiertos dejando escapar jadeos, el gruñido me hizo abrir los ojos y mirarle mordiéndome el labio, lamiendo estos ante las sensaciones que me provocaban sus dedos en mí interior. Podía notar su cuerpo tenso sobre todo allí donde estaban mis manos, la mano de su nuca bajó hasta su espalda recorriendo ésta notando de forma más notoria cada músculo, volví a reclamar sus labios de nuevo dejándome hacer por él y con mi cadera acompañando cada movimiento de sus dedos en mí interior, volviéndome loca con cada roce, cada movimiento, llevándome a una locura y una liberación que necesitaba en ese momento.

Separé mis labios de los suyos al notar como un tercer dedo se unía en mí interior, que me hizo gemir echando hacia atrás la cabeza, enardecida por el placer en un punto en el que todo mí cuerpo ardía y aclamaba por una liberación que como un tsunami comenzaba a arrasar mí cuerpo incluso antes de haber llegado al orgasmo. Mí respiración errática y entrecortada, los gemidos que se sucedían notando como llegaba al orgasmo, recorrí su espalda y subí hasta su pelo aferrándolo con fuerza, la otra mano en su brazo lo apretó con fuerza y esa vez cuando el orgasmo llegó clavé mis uñas sin poder evitarlo, arqueando todo mí cuerpo contra el suyo, gemí con fuerza cerrando los ojos y mi cuerpo temblaba por el placer dejándome llevar por la liberación, una que me quitó todo lo que llevaba encima y me dejó en un estado de paz y calma que me hizo suspirar.

Mis ojos se abrieron brillantes por el orgasmo notando como mí interior presionaba sus dedos mientras este remitía antes de sacar sus dedos, volvió a buscar mí boca mientras yo me reponía de aquel orgasmo y no pude evitar reírme entre dientes al sentir como me buscaba con sus labios, su nariz rozaba la mía con esa sonrisa en sus labios satisfecho por lo que había conseguido provocarme con tan poco, mordí su labio inferior cuando dijo que tenía ganas de mí. ¿Cómo podía yo ahora negarme? Me había regalado un orgasmo, uno que no había pedido con mis labios pero que si necesité, en su estado lo había hecho aun cuando no debería y ahora podía notar yo como era él quien lo necesitaba… no podía ser tan cruel, podría serlo, pero tampoco era lo que quería. Ya había hecho bastantes esfuerzos por aquella noche, no iba a dejar que hiciera ninguno más. Lancé un suspiro que chocó contra sus labios y lo miré de forma fija, notaba sus ojos brillantes de la excitación y seguramente de haberme visto llegar al orgasmo.


-No puedo dejar que hagas más esfuerzos, no quiero que vuelvan a abrirse las heridas otra vez… -mis labios buscaron los suyos para que no me dijera nada, y con todo el cuidado que pude hice que ahora fuera él quien quedara contra el lecho y yo ahora quedara encima. Esa vez fui yo quien reclamó sus labios, la que traspasó la barrera de estos y buscó su lengua recorriendo su pecho con mis manos, hasta que me separé solamente por falta de aire. Mis ojos lo miraron y sonreí de lado dejando un mordisco en su labio inferior tirando de este antes de apartarme y bajar por su cuerpo llevando cuidado de no rozar sus heridas en lo posible. Cogí la mano que me había provocado el orgasmo y lamí cada dedo que había utilizado con mis ojos en los suyos, notando mí sabor en ellos, viendo cómo se mordía el labio y alzaba su cadera hacia mí cuerpo impaciente y anhelante, ansioso con mí gesto que solo hacía que provocarle más. Seguí bajando por su cuerpo y observé un momento la herida que más me preocupaba, viendo que la venda no estaba mojada, y seguí hasta llegar al pantalón que llevaba y que le quité para volver a dejarlo desnudo otra vez.

Sabía que estaba listo y preparado no solo lo había notado sino que ahora podía verlo, aun así quise jugar un poquito con él antes de concederle lo que realmente quería y mi mano fue hacia su miembro para encarcelarlo entre mis dedos, aparté mí pelo a un lado y lo miré con una sonrisa divertida antes de inclinar mí rostro y deslizar mí boca por este, adaptándome a su grosor bajando de forma lenta por el y haciendo que mi lengua lo recorriera también mientras bajaba, volví a subir y volví a bajar de nuevo observándolo, no pensaba torturarle demasiado siendo consciente de cómo se encontraba de excitado. Llevé un par de dedos a su labios que hice que lamiera sin dejar de mirarnos en ningún momento, dedos que una vez cumplida su función bajé hasta mí sexo deslizándolos por el lugar y que hizo que jadeara aún con su miembro en mí boca, solamente para prepararme para lo que venía a continuación.

Abandoné su miembro y trepé por su cuerpo hasta sentarme al principio de sus piernas no queriendo dejar mucho peso cerca de donde tenía sus heridas, terminé de quitar el vestido que llevaba quedándome desnuda tal y como estaba él. Cogí su miembro con una mano y me posicioné sobre este notando la punta rozando mí interior, moví mí cadera un par de veces para que se deslizara por todo mí sexo y poco a poco fui bajando sobre el notando como se hundía en mí interior. Paré a mediante mordiéndome el labio mientras me acostumbraba a su grosor hasta que finalmente me deslicé por completo teniéndolo en mí interior. Gemí cerrando los ojos echando la cabeza hacia atrás notando mí pelo caer por mí espalda haciéndome cosquillas ante el movimiento. Me di un par de segundos antes de comenzar a moverme sobre él no queriendo ser brusca en mis movimientos, buscando un ritmo lento pero totalmente placentero para los dos. Me incliné hacia delante y busqué sus labios sin dejar de moverme sobre él.


-Tú no te muevas… déjame a mí
–pedí sobre sus labios antes de volver a besarlos y separarme dejando un gemido sobre ellos, tiré de su labio inferior y volví a incorporarme aumentando un poco el ritmo, sintiendo su mirada puesta en mí y fijé mis ojos en los suyos. Apoyé mis manos en sus brazos no recargando todo el peso en su pecho y seguí moviéndome, subiendo y bajando sobre él variando el ritmo aunque este no fuera mí rápido, moviendo mí cadera en círculos, buscando darle ese orgasmo como él me había dado a mí.
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Mensaje por Ubbe Cannif Mar Abr 11, 2017 2:40 pm

Mi nariz acarició la suya, se me daba bien pedir las cosas sin palabras, así que me limité a provocarla, a lamerle el labio y rozarlos despacio haciéndole saber claramente que ahora yo era el necesitado.
Ladeo la sonrisa frente a mi picaresca, sus dedos se hundían en mi pelo mientras esos ojos pardos, rasgados que me llevaban al Valhalla con solo mirarlos, brillaban con la intensidad de mil estrellas del firmamento.
-Estas preciosa -susurré confesando lo primero que se me paso por la cabeza.
No solía tener filtros, ademas hacerle la pelota para que no me dejara con las ganas, pese a que quizás eso después de lo acontecido la pasada noche es lo que hubiera merecido, no estaba de mas.

Ella negó entre risas y pronto la mía se unió a la suya de forma cómplice, sus palabras no parecían muy convencidas de que debiera hacer mas esfuerzos por aquella noche, mas mi mohin fue suficiente para que con suavidad me guiara en el lecho, ahora siendo yo, el que quedaba a su merced tumbado boca arriba.
Su boca invadió la mía, saqueo con profundidad mi lengua, apenas aliento nos quedó tras ese beso buscado, necesitado y hambriento. Mis dedos se enredaron en su nuca, atrayendola con premura de nuevo, jadeos que ahogaba contra esos labios que sabían a nosotros.

Un mordisco en mi labio inferior y su mirada penetrante hundida en mis azules que oscurecidos no perdían detalle de como ahora tomaba mi mano dispuesta a limpiar con su boca cada dedo con el que la había masturbado.
Gemí con los labios entreabiertos, podía ver en sus ojos el placer que le suponía verme tan fuera de mi.
Mi cadera se movió de forma instintiva, la buscaba, necesitaba hundirme en ella, impaciente casi supliqué que me lo permitiera, mientras esta volvía a torturarme con su perfecta sonrisa.
-Nai estoy muy excitado.

Era cierto ,ese baile lento era un reclamo que me llevaba al infierno, pues de un modo u otro no estaba acostumbrado a un ritmo sosegado y al obtenerlo era como si cada sensación se multiplicara por dos, podía sentirlo todo de un modo diferente, prestandole atención a cada roce de su piel.
Su boca se deslizó por mi pecho, suave, apenas una caricia que en ningún momento rozo mis heridas, su cuerpo acompañó el gesto bajando con suavidad y sus manos implacables se deshicieron de mis pantalones dejándome completamente desnudo  a su merced.

Sus dedos encarcelaron mi miembro, despacio se deslizaron por el tronco desenfundando mi glande por completo, su boca lo lamió despacio, un jadeo ronco escapo de mi garganta mientras la miraba con los ojos turbios por el deseo. Mirada que me buscó ansiosa  por hacerme perder mas si cabía la razón y su boca pronto lo cubrió por completo para deslizarse lentamente por el, humedeciéndolo, calentándolo y logrando que palpitara contra su lengua que lo relamía apropiándose de mi sabor.

Gemidos cada vez mas rápidos que calcinaban la habitación, ardía en llamas con la fricción de nuestros cuerpos.  Mi pecho subía y bajaba al tiempo que mis ojos se cerraban perdido en el placer que esa mujer me regalaba mientras su boca me follaba.
Enredé mis dedos en su pelo, empujándola con brusquedad contra mi miembro, pidiéndole que se lo metiera entero. Ella sonrió creo que era consciente de que no podía mas, así que ascendió de nuevo por mi cuerpo.
Sus dedos contra mi boca, se hundieron en ella para que los humedeciera y de ahí coparon su feminidad haciendo que rugiera de pura excitación, por los dioses esa mujer me estaba llevando a un abismo.  Ahora si, junto nuestros sexos, empujándome a la oscuridad mas absoluta donde me perdí en su boca cegado de pura necesidad de mas.
Mi glande acaricio la entrada de su laberinto, despacio dejo que la punta entrara bailando para mi la danza de los siete velos.
Caderas incendiarias que parecían haber descendido del mismo infierno para que sucumbiera ante esa mujer que me había convertido en su fiel prisionero.
-Metetela Ya -gruñí apoderándome de sus caderas, hundiendo en ellas mis dedos para empujar mas dentro.

Su cuerpo se arqueo permitiéndome entrar por completo, aquella imagen de sus pechos al descubierto mientras se movía conmigo dentro era demencial.
Alcé mi cuerpo ligeramente para apoderarme de sus senos, coroné la cúspide con mi lengua, mordiendo sus endurecidos pezones, lamiéndolos, impactando con mis roncos gemidos en ellos.
Mis manos seguían imponiendo el ritmo cada vez mas frenético, pese a que ella trataba de no hacerme daño, mas yo estaba tan excitado que no sentía dolor, solo un placer desorbitado.
-Mas rápido -pedí entre gruñidos sin dejar de morder sus pechos totalmente ofrecidos.

Nuestras bocas se buscaron sedientas y fue entonces cuando en un arrebato me alcé del lecho con ella enredada en mi cintura aferrándola con sus piernas.
La pared fue nuestro improvisado lecho, contra ella chocó su espalda bruscamente. Rugí contra su boca, introduciendo mi lengua de forma ruda en ella, paladeando el sabor de mi sexo en ella.
Nuestras manos se enredaron, dedos que parecían sentenciarse para jamas volver a soltarse.
Su dorso contra la pared, sus nalgas deteniendo mis embestidas salvajes, brutas, calcinantes.

Ni siquiera nos detuvimos para tomar aliento, me olvide de respirar, incluso de vivir, ahora mismo solo me importaba empalar a esa mujer que hacia que mi sangre hirviera.
-Te quiero -jadeé contra su boca sin pensar ni siquiera en la confesión que estaba haciendo
Un gruñido ronco, gutural escapo de mi garganta, mi miembro se sacudió con brío en su interior llenándola de mi por completo, mi frente contra la suya, sintiendo los últimos coletazos mientras su vagina palpitaba furiosa encarcelando mi masculinidad mientras lo envolviéndola con sus placenteras descargas.

Apoye la mano en la pared, agotado jadeé contra sus labios mientras le permitía bajar de mi con suavidad y siseaba por el esfuerzo que la subida de adrenalina me había permitido hacer.
Cerré los ojos, quizás ahora si era el momento de dormir.
Sentí como sus manso me sustentaban para que no cayera, sus hombros por debajo de mi brazo y así, mirándonos fijamente alcanzamos de nuevo el lecho.

Rocé mi nariz con la ajena, busqué su boca con delicadeza, lamiendo sus labios con mi lengua.
Su cuerpo se amoldó contra el mio, nos miramos fijamente en silencio, yo no era muy dado ha hablar, mas intuía que algo diría ella.
-Por Odin no hables de otro hombre -le dije cuando fue a abrir la boca.


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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Abr 11, 2017 7:15 pm

Era todo un placer y nunca mejor dicho verlo de aquella manera, ahora que lo tenía a mí completa merced, hambriento, necesitado de más, de mí cuerpo y de mí toque. Podía notarlo en sus ojos, en la forma en la que su cuerpo me buscaba, me llamaba, me tentaba incluso para hacer lo que él más estaba anhelando y ansiando: hundirse en mí interior, sentirse dentro. El estado en el que estaba era demasiado evidente y tuve que reír entre dientes cuando me dijo que estaba muy excitado, sí, lo podía ver. Y sí, lo podía sentir también, su miembro rozando contra mí cuerpo, preparado y listo para adentrarse en mí interior. Incluso así quise torturarlo un poco más, solo por cómo me había hecho sentir a lo largo del día, la preocupación, el malestar… era mí forma de hacérselo pagar a mí manera y de la forma que podía, porque sabía que estaba en el límite y que si jugaba mucho con él acabaría por alcanzar el orgasmo y no en mí interior como él deseaba.

Por eso fue una delicia verlo con los ojos brillando de excitación y placer, clavados en mí y en lo que le hacía con mí boca, no pude evitar sonreír al sentir sus dedos enredarse en mí pelo exigiendo, presionando más hacia abajo para que la metiera toda en mí boca. La desesperación lo recorría por entero, los gemidos que se oían en la estancia, su pecho subiendo y bajando con rapidez, sus ojos ahora cerrados en el límite de un abismo… y paré, no estaba buscando que llegara ya, solamente había querido torturarlo un poco y con eso me daba por satisfecha. Mis dedos subieron al igual que mí cuerpo por su cuerpo, hice que lamiera un par de mis dedos que llevé a mí sexo no solo para prepararme para lo que venía, lanzando un gemido ronco que solo lo encendió aún más, sino provocarlo de alguna manera. Sonreí satisfecha ante el ronco rugido, y ya con ese último detalle, yo misma me coloqué bajando de forma lenta por su miembro.

Paré antes de llegar a la mitad dejando que mí interior se acostumbrara al tenerlo dentro, podía notar como mí interior se amoldaba a él, cerré los ojos y me mordí el labio ante la sensación concediéndome unos segundos antes de seguir bajando. Sus manos fueron a mí cintura y sus dedos la aferraron con fuerza queriendo que continuara bajando, mis ojos lo buscaron y sonreí lamiendo mis labios ante su petición, su desesperación por sentirse al completo dentro de mí. Le concedí lo que más quería y terminé por bajar del todo notándolo en mí interior, llenándome, inundándome, provocando que un gemido ronco escapara de mis labios ante la sensación, se sentía tan bien de esa forma. Comencé a moverme de forma lenta buscando un ritmo que me buscara y que no fuera demasiado brusco para él, no tardó en levantarse un poco y con su boca buscar mis pechos ahora a su alcance.

Los lamió, los mordió, succionó y jugó con ellos como quiso haciendo que jadeos se escaparan de mis labios. Podía notar cómo mordía mis pezones y luego dejaba exhalar sus gemidos en la zona húmeda provocándome escalofríos de placer por todo el cuerpo. Sus manos ayudaban a que me moviera sobre él pero notaba que quería aumentar el ritmo, el que estaba marcando rotando mis caderas me gustaba, pero él quería más, él necesitaba más. Me pidió ir más rápido y yo lancé una corta risa antes de que volviera a mis pechos y me mordiera el labio sintiendo el placer comenzar a adueñarse de mí cuerpo. Mis brazos rodearon su cuello ayudándome en mí movimiento.

Nuestras bocas volvieron a buscarse de forma necesitada jugando la una con la otra, impactando jadeos y gemidos que se estrellaban contra los labios del otro. No lo vi venir, aunque debería de haberlo visto, pero ya fue tarde cuando quise ponerle remedio. En mitad de un arrebato y pese a que le había dicho que no se moviera y que me dejara a mí… fue mayor su necesidad e hizo caso omiso de mis palabras. Cogiéndome de la cintura sin despegar nuestros cuerpos se levantó alzándome con él, mis piernas una vez estuvo de pie rodearon su cintura encarcelándolo entre estas contra mí cuerpo y mi espalda chocó contra la pared de forma brusca, soltando un jadeo contra sus labios. En cuanto esta tocó mi espalda en un agarre fijo y en algo en lo que apoyarse… comenzó a moverse de nuevo en mí interior.

Gemí contra sus labios ahora que empezaba a marcar un ritmo más rápido, más fuerte, más necesitado y salvaje que me estaba abrasando por dentro y volviendo completamente loca. Quise reprocharle que estaba haciendo demasiado esfuerzo pero el placer me obnubiló por completo y su boca se fundió con la mía, buscando mí lengua, devorándome en aquel beso que me hizo jadear contra él. Nuestras manos quedaron unidas entrelazando nuestros dedos, las subió por encima de mí cabeza dejándolas ahí notando la fuerza que ejercían contra las mías siendo un punto de apoyo. Mis nalgas impactaban contra la pared con cada embestida que daba y no paró en ningún momento, moviéndose raudo y fuerte volviéndome loca con cada embestida que daba en mí interior, mi cuerpo comenzó a tensarse notando como se acercaba el orgasmo, mis piernas apretaron con más fuerza su agarre al igual que el agarre de sus manos en las mías, sintiendo con los ojos cerrados en un beso que nos abrasaba a los dos junto con todo el placer.

Mis ojos se abrieron para mirarlo algo confusa entre todo aquel placer cuando pronunció esas dos palabras jadeando contra mí boca, pero no me dio tiempo a seguir pensando mucho en ellas cuando el orgasmo arrasó con mí cuerpo por segunda vez, gemí apoyando la cabeza contra la pared por el placer notando como mí interior envolvía su miembro aun con los últimos resquicios del orgasmo, jadeé buscando por aire al terminar notando su frente contra la mía, concediéndonos unos segundos en los que el placer iba remitiendo por nuestro cuerpo de forma lenta. Ambas respiraciones eran entrecortadas y nuestros pechos subían y bajaban de forma rápida buscando por aire, su mano ahora apoyada en la pared y la mía en su nuca notando su aliento en mis labios, dejó que bajara de forma lenta por su cuerpo y nada más posar los pies en el suelo lo sujeté con suavidad con mis manos, se notaba que estaba cansado y no me extrañaba.

Lo ayudé a llegar hasta la cama donde nos tumbamos de nuevo uno frente al otro intentando recuperar la respiración, aparté un mechón de mí pelo que se había pegado a mí rostro por el sudor y noté su nariz acariciando la mía en un gesto lento, sus labios buscaron los míos presionándolos con calma y su lengua lamió mis labios. De nuevo volvíamos a la situación de anoche, aquel hombre volvía a darme dos orgasmos incluso en aquella situación, mordí mí labio inferior y me pregunté si serían así todos los vikingos en la cama, y de ser así tendrían a sus mujeres contentas en el lecho. Su mirada puesta en la mía y viceversa, no iba a repetir lo mismo que la otra noche porque sabía el resultado, y antes de que abriera la boca para decirle algo se adelantó y habló él, sacándome una sonrisa de lado por sus palabras. Estaba más que claro que le había molestado el comentario, sin maldad alguna, que había hecho la noche anterior y me lo dejaba en claro. Mis dedos recorrieron su rostro de forma lenta igual que anoche, paseándose también por su cuello para subir y recorrer su mejilla.



-Por Ra que no iba a hablar de otro hombre –levanté la mano como si lo jurara, me hizo gracia porque al ser los dos de diferentes culturas, nombrábamos al “padre” de todos nuestros dioses- solo iba a hablar… de ti –mí cuerpo se amoldó al suyo, acorté la distancia para buscar sus labios esta vez en un beso algo más lento, pausado, tranquilo que terminó con mis dientes apresando su labio inferior para volver a mirarlo. No sabía si preguntarle o no aunque me moría por hacerlo, no sabía tampoco si lo había dicho por decir o… Era demasiado pronto para que me dijera eso, apenas llevábamos algo más de una semana juntos, ¿se podía querer en tan poco tiempo?- Ubbe… -empecé sin saber cómo decirlo, intentando buscar las palabras adecuadas para ello y que no rompiera el momento, pero de alguna forma quería saberlo aunque quizás no fuera el mejor momento- eso que has dicho… antes –puntualicé aunque ahora mismo no sabía decir si sabía de lo que hablaba o no- ¿lo has dicho de verdad? –mis ojos ahora subieron a los suyos buscando su mirada puesta en mí- que me quieres –no supe por qué, pero como si de una corriente eléctrica se tratara recorrió mí pecho cuando pronuncié esas palabras. Yo no había tenido suerte en ese aspecto de mí vida, los pocos, muy pocos hombres que había alguna vez “amado” por decirlo de alguna manera, me habían dejado precisamente por lo que fui en un pasado y desde que dejé aquella vida atrás no había siquiera pensado en otro hombre de esa forma, ni de esa ni de otra manera en realidad.

Se podría decir que, de alguna forma, estaba “gafada” en ese aspecto… ya había sufrido demasiado como para volver a abrirme de nuevo, pero sabía que no podía cerrarme en banda por siempre, que aparecería alguien que rompiera con todos los esquemas de mí vida y lanzara ese pensamiento por la ventana… solo era cuestión de tiempo. Me pregunté si sería el vikingo que tenía enfrente de mí ahora mismo, hacía mucho tiempo que no miraba a otro hombre como lo hacía con él, o que me dieran ganas de pasarme una noche entera perdida entre su cuerpo… con mí pasado ya había llenado demasiado el cupo con los hombres y me costaba que alguien prendiera… la llama, esa chispa que te hacía desear algo con fuerza. Para mí era evidente que me atraía y me gustaba hasta en cierto sentido, negarlo sería como negar que sol y la luna reinaban en el firmamento por la noche y el día. Siempre me había acercado a él pero nunca llegaba a hacerlo y me alejaba, lo tentaba, lo buscaba, lo provocaba… y él se dejaba hacer, hasta había hecho que tuviera que calmar sus necesidades la última noche en el barco. Él no había ocultado nunca su deseo por mí y al principio lo había hecho de una forma muy descarada, aunque si lo pensaba bien, siempre lo había hecho así. Sin máscaras, sin filtros… directo en todos los sentidos. Mis dedos se pasearon ahora por su pecho volviendo a pensar bien mis palabras, era difícil hacerlo mientras mordía mí labio de nuevo.



-Yo… -empecé y lancé un suspiro sin saber por qué me costaba tanto, nunca me había costado expresar aquello que sentía o que quería, pero quizás con sus ojos azules puestos en los míos era algo más difícil que de costumbre- Me gustas… mucho –concluí porque no era mentira alguna- no puedo decirte que mis sentimientos vayan, de momento, más allá de eso pero… es algo que no puedo ni negármelo a mí misma. Me llamaste la atención desde que desperté en aquella habitación, claro que estaba demasiado enfadada como para pensar en otra cosa que no fuera en escapar y huir lejos de ti –medio reí recordando que le había tirado una piedra a la cabeza para poder escapar- lo que dije anoche… no lo dije con ninguna maldad –no dije la frase de nuevo pero quería que supiera que no lo hice con ninguna intención, y si se lo decía era únicamente porque me había pedido perdón con anterioridad. Me acerqué más a él dejando mí mano ahora enredada en su pelo con mí rostro cerca del suyo, su aliento chocando contra mis labios- anoche fue la vez que más he disfrutado en mí vida –reconocí contra sus labios, pasional, excitante, morbosa, erótica, sensual, tremendamente placentera… lo había tenido todo y no había sido el alcohol el causante, sabía que solo habíamos sido nosotros con una química desconocida hasta ese momento y las ganas contenidas- y aunque el día ha comenzado muy mal y haya sido diferente… hoy he disfrutado mucho, aunque no me hayas hecho caso en no hacer esfuerzo alguno, vikingo cabezota –mordí su labio inferior, tiré de este y lo lamí antes de soltarlo- al final resulta que los vikingos son mucho mejores de lo que me había imaginado, incluso con la fama que les precede… quién me lo iba a decir –terminé comentando divertida dejando un breve beso en sus labios- solo espero que, si alguna vez pruebas alguna egipcia… quedes satisfecho con el resultado –medio reí entre dientes con mí cuerpo enredado ya en el suyo, me acerqué para dejar un beso algo más largo en sus labios, debíamos de descansar, él sobre todo. Me separé para mirarlo por si tenía algo que decirme antes de finalmente dejarme llevar por el sueño, esta vez, como debió de ser anoche.
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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Abr 12, 2017 4:25 am

Contra sus labios reí sin poder evitarlo, ambos nombrábamos a nuestros dioses fruto de la desesperación, al ser de distintas culturas era distinto el nombre pero claramente mostraba lo parecidos que eramos ambos.
Sus dedos se paseaban por mi mejilla, por mi cuello delicadamente, prometía no hablar de otro mientras ladeaba la sonrisa centrando sus ojos en los míos, y sus labios me buscaban con delicadeza, apenas una presión y mi boca se entreabrió para acoger su lengua que serpenteó despacio contra la mía.
Me relamí cuando se aparto, sobre mis húmedos labios su aliento, embriagador, cálido, delicioso.
Mi nombre escapó de sus labios, parecía necesitar hablar de algo, algo a lo que daba vueltas.
Enarqué una ceja cuando comenzó a hablar, parecía no comprender ese “te quiero” que se me había escapado en pleno éxtasis, entendía que para ella fuera prematuro, a fin de cuentas nos conocíamos de una semana, un poco mas.
Mas en realidad yo había compartido muchas cosas con ella en el futuro, ese “te quiero” era cierto, mas reconocerlo era complicado en este momento.

Ella no necesitaba conocer mis sentimientos, así que guardé silencio sin saber bien que hacer o que decir, me limité a contemplarla en silencio y solo ladeé la sonrisa cuando dijo que yo también le gustaba mucho.
Parecía costarle esa confesión y admito que una parte de mi pensó que se sentía forzada a ella, mas no iba a levantarme como un niño enfadado, aun viendo en sus ojos como pensaba en otros hombres que habían pasado por su vida.
Puede que ella no entendiera como era en una semana capaz de ver tanto en su parda mirada, mas es que para mi no habían pasado tan poco tiempo.
Solo me tensé unos segundos, desvié mis oscuros ojos azules hacia el techo y asumí que esa y no otra era la realidad.

Yo había estado con mas mujeres mas nada así, eran encuentros esporádicos, sexo, jamas hubo amor con ninguna mujer hasta que Nai llego. Quizás lo mas cercano a una “relación” fue con la loba del clan enemigo, la alfa de la manada, nos encontramos en una batalla y después de esta y tras un enfrentamiento salvaje dimos rienda a la pasión..nos vimos a hurtadillas en varias ocasiones hasta que mi interés por ella se perdió al Nai entrar en mi vida.

Entendía que Nai no sintiera lo mismo que yo, tampoco lo pretendía, quizás eso hiciera esto mas fácil, a fin de cuentas el amor es un sentimiento que lo complica todo demasiado. Cerré los ojos y hundí mi cabeza en su cuello, claro gesto de que no pensaba explicarle en absoluto el porque de esas dos palabras. Aun mi cuerpo estaba en tensión, que pensara lo que quisiera, pues estaba vendido, decirle que no lo sentía era mentir y decirle la verdad demasiado complicado de explicar.
No era de los que sentía en dos días, pero para mi no eran dos días lo que había pasado.

Ahora y creo que al ver mi reticencia a hablar y como trataba de eludir mi realidad, parecía dispuesta a pedir perdón por el comentario de la noche anterior, no tenia porque hacerlo, yo me había puesto así fruto de mis sentimientos, esos que ella no tenia por mi, con lo cual ¿por que no hablar de lo que quisiera? No teníamos nada.
Alcé la cabeza de su cuello y perdí en sus pardos mis ojos con ahincó.
-No te preocupes, mi reacción fue infantil, entiendo que has estado con mas hombres, que has ..-hice una pausa incapaz de decir esa palabra “amado” mientras apretaba los dientes.
-Lo siento, no debí irme así -apunté sin mas para concluir una conversación en la que francamente me sentía incomodo.

Yo había pasado mi vida en el campo de batalla, mi infancia preparándome espada en mano para matar o morir y la verdad mi vida amorosa no tenia comparación con la suya.
No era su anterior trabajo lo que me molestaba, madre también fue prostituta hasta conocer a padre y aunque hubo peleas por celos, ambos son muy celosos, ellos siempre lo llevaron bien. No fue un tabú en casa conocer como se conocieron, ni lo lo que eran antes de hacerlo. Crecí escuchando los jadeos de ambos cerca de mi lecho, admito que mi culta siempre estuvo muy ligada al sexo, para nosotros los vikingos las mujeres disfrutaban como nosotros, nos esforzábamos porque así fuera.
A padre Nai le gustaba para mi, decía que pocas mujeres podrían aguantar a un vikingo sin ser norteñas. A la egipcia no le faltaba carácter, ni a mi padre razón.

Ladeé la sonrisa por mis propios pensamientos, mas en ese momento escuche como ella aseguraba contra mis labios que había disfrutado la noche anterior mas que nunca. La atraje por la cintura hundiendo mi turbia mirada en ella, apasionados nos fundimos en un beso que nos dejo sin aliento, jadeé contra sus labios buscándola de nuevo, mas ella prosiguió hablando, creo que temiendo que si me daba la mano me tomaría el brazo y capaz era de empezar de nuevo.

Tiró de mi labio asegurando que esta noche no había estado nada mal, ciertamente yo la había disfrutado mucho, demasiado.
-Ya he probado un egipcia y la verdad -ladeé la sonrisa acortando la distancia que separaba nuestros labios -me gustan mas que el producto nacional -bromeé entre risas.
Yo me había acostado con Nai ya muchas veces, solo dos siendo humana, y la verdad siempre nuestros encuentros se convirtieron en fuego, en llamas y nos calcinaron por dentro.
A eso se le añadía que mis sentimientos era fuertes y era imposible no sentir la fusión de nuestro cuerpo de un modo diferente a cuando solo vas a descargar y disfrutar.

De nuevo nos besamos de forma tierna, un beso largo que supo a tierra, a fuego, nos acariciamos con nuestro aliento, buscándonos con la mirada, ambos estábamos cansados, poco a poco íbamos cediendo entre caricias a los brazos de Morfeo. Creo que fui el primero en dormirme, sus dedos dibujaban el martillo de mi espalda y así, cerré los ojos hasta no sentir nada.


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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Abr 12, 2017 1:33 pm

No sabía exactamente si me iba a responder a la pregunta que le había hecho, desde que lo había conocido no me había respondido prácticamente a casi nada de lo que le había preguntado, y eso que no habían sido pocas las veces que lo había hecho. Era una mujer curiosa, era algo que iba innato en mí y además aquel hombre siempre me suscitaba ciertas dudas y preguntas. Incluso había sido vago y extremadamente corto en sus respuestas cuando le pregunté por la reliquia que habíamos ido a encontrar, y para ser sincera, pensaba que únicamente lo había hecho porque tarde o temprano yo también sabría lo que era, sino ni me habría respondido. Así que, ¿qué probabilidad había de que me contestara la pregunta de si lo había dicho de verdad? Claro que, si me respondía a esa pregunta el aluvión de preguntas sería tan eterno y grande que me podría pasar la noche entera perfectamente haciéndole preguntas.

Algo me decía que igual que las otras veces no me iba a responder tampoco, podía notarlo en la forma en la que me miraba cuando lancé la pregunta y porque además sonrió de lado como si sin palabras me dijera “no te lo voy a decir”, así que me mordí el labio frunciendo el labio porque iba a dejarme con toda la duda y que recayera únicamente en mí el que pensara si lo había dicho de verdad o no. Además, ¿por qué iba a decirme que esas palabras eran mentira en un momento como ese tan… íntimo? Volvió a sonreírme de nuevo fijando sus ojos en los míos cuando le dije que me gustaba, admito que me había costado decirlo pero… simplemente porque hacía tiempo había cerrado esa puerta, pensaba que sería la forma más fácil para no volver a sufrir como lo había hecho, negarme a todo, no dejar que nadie entrara en mí vida y sin embargo… de la nada había aparecido él y había puesto mí vida patas arriba.

Tenía que decirlo, le había dado algo de emoción en estos últimos días que estaba pasando con él. Mí vida era muy monótona, casi rutinaria y maquinaria en la que iba del trabajo a casa, a pasar tiempo con mí perra, con esa adolescente ahora sobre hormonada que me daba dolores de cabeza de vez en cuando, visitar a Astrid cuando podía… ¿hombres? Más bien pocos. Los que tenía que ver en el museo y ya está, ¿había tenido posibilidades de tener algo con alguno? Sí, de hecho hasta uno se insinuó pero… no había llamado mí atención, no había despertado esa chispa en mí interior como la había despertado él. Tenía que reconocer que había “vivido” más esos días con él que en el último año, también porque me recluí a ordenar y organizar mí vida cuando un vampiro decidió secuestrarme y romper todo mí mundo… no había sido fácil, pero salí d esa.

Escondió su rostro en mi cuello y pude sentir su aliento contra este de forma entrecortada, notando su respiración sobre mí piel dejando pequeños escalofríos, su nariz rozando el lugar y sus labios recorrerlo de forma lenta mientras me dejaba seguir hablando, como si no quisiera interrumpirme en lo que le estaba diciendo. Sus ojos volvieron a mirarme cuando le dije que no había habido maldad en mis palabras la pasada noche, aunque me gustó escuchar de su parte que su reacción había sido como la de un niño y que entendía que había estado con más hombres, como él con más mujeres y que… no siguió hablando, pude ver que apretaba la mandíbula y terminaba por disculparse por su forma de actuar. Sonreí mirándolo y recorrí su mejilla bajando por su mandíbula y mentón recorriéndolo con la yema de mis dedos.


-Disculpas aceptadas –parecía que habíamos terminado con ese tema así que acorté la distancia entre nuestros rostros y busqué sus labios con los míos, finalizando aquel tema al menos, en un beso lento en el que mí mano se quedó en su nuca. Nos separamos y me quedé observándolo durante unos segundos hasta que finalmente yo también le confesé, siendo sincera y franca, lo que había disfrutado como ninguna otra noche y sus manos me acercaron más de la cintura a su cuerpo para de nuevo besarnos, pero esta vez un beso más pasional que me hizo jadear contra sus labios, dejando un breve beso antes de separarme y reírme entre dientes viendo como me buscaba de nuevo… pero sabía que aquel vikingo podía llevar la situación de nuevo a su terreno y teníamos que descansar. Se había tomado con humor mí comentario sobre los vikingos y, del mismo modo, me respondió haciendo que riera de nuevo antes de capturar mis labios de nuevo tirando de mí labio inferior.

No había mucho más que decir por parte de los dos y realmente deberíamos de descansar, si yo sentía el cansancio en el cuerpo él no quería ni pensarlo. Volvimos a besarnos de nuevo esta vez un beso lento, casi sentido, un beso largo que era como si marcara el final de aquel día al que nos habíamos visto sometidos, con tantas cosas, tantas emociones y sentimientos encontrados o al menos por mí parte… al menos, había acabado bien el día. Cuando nos separamos de aquel beso le sonreí mirándolo y acomodé mí rostro contra su cuello cerrando los ojos, dejando que su cuerpo me envolviera de nuevo, que su calor traspasara mí cuerpo y me relajara notando su pecho subir y bajar de forma lenta, tranquila, sintiendo su respiración contra mí pelo.

Podía sentir una de sus manos enredarse en mí pelo creando un leve cosquilleo que me hizo sonreír aun contra su cuello, la otra mano recorría mí cuerpo por diferentes partes y mi mano recorría de su brazo a su espalda, de forma lenta dejando que mis yemas crearan una leve caricia sobre su piel sintiendo como el cansancio vencía mí cuerpo, no supe quién de los dos se había quedado durmiendo antes, si fue él o si fui yo… solo sé que el lugar estaba completamente en calma cuando mis ojos se cerraron por completo al caer rendida por el sueño, sintiendo su mano todavía enredada entre los mechones de mí pelo.




Desperté abriendo los ojos notando que la habitación estaba completamente a oscuras, apenas entraba un resquicio de luz por ningún lado, claro que era lo más normal que ya estábamos bajo tierra y la entrada estaba tapada por una alfombra para que no se viera. Las luces de las velas eran tenues y estaba algunas consumidas ya, por lo que no sabía si era de día o de noche, pero notaba mí cuerpo completamente descansado y repuesto, como si fuera lo que hubiera necesitado y, en verdad, así era. Me di cuenta de que al igual que cuando había despertado la primera noche que había dormido con él en el barco ahora estaba a mí espalda no tenía uno de sus brazos rodeando mí cintura, pegándome contra él en un férreo abrazo del cual no me había soltado. Miré por encima de mí hombro viendo que tenía su rostro sobre mí pelo y sonreí de lado, sin querer moverme demasiado. Tampoco supe en qué momento nos habíamos tapado, pero así era.

Me levanté quitando de forma lenta con cuidado el brazo de mí cintura y sin hacer ruido cogí la llave y me acerqué hacia la trampilla abriéndola despacio, solamente la abrí un poco dándome cuenta de toda la luz que entraba por el lugar, así que volví a cerrar y bajé dejando la llave donde estaba, metiéndome en la cama bajo las sábanas de nuevo observando el vikingo que, despreocupado y tranquila, seguía durmiendo sin haberse enterado de nada. Seguramente lo necesitara más que yo, así que me quedé mirándolo con una sonrisa dejando que durmiera.

Mis dedos recorrieron su rostro de forma leve sin intención de despertarlo, cuando más descansara mejor sería para él. Debía de revisarle las heridas que tenía, seguramente tras no haberme hecho caso y hacer esfuerzo quizás se le hubiera abierto un poco. Teníamos que ir a casa a por su espada y a por los cuadernos y los papiros, si nos estaban buscando como él decía debíamos de darnos prisa, quizás quedarnos con esa llave fuera la mejor opción, como este había otros lugares por la ciudad y sin la llave no podías acceder al pasadizo. Ni siquiera me di cuenta de que mis dedos estaban acariciando sus labios, perdida en mis pensamientos sin verlo realmente a él, que sentí sus labios apresando mí dedo volviendo a traerme donde estaba. Mis ojos lo buscaron y parecía que tenía mejor aspecto, le sonreí quitando los dedos de sus labios.


-Buenos días –dejé un beso en sus labios y me separé para mirarlo- es de día, ya lo he comprobado. ¿Estás mejor? –Pregunté ahora deslizando mí mano por su pecho mientras él no perdía tiempo y me acercaba a su cuerpo, pude ver que me iba a reprochar lo que había hecho pero levanté el dedo para callarlo- tenía que comprobar que era de día y lo he hecho con cuidado, no me miraes así –rodé los ojos ante su actitud y bajé la sábana justo para que cubriera a partir de su cintura fijándome en cómo estaban ahora las vendas, me mordí el labio porque de la herida que quería ver tendría que quitarla para ver cómo estaba- túmbate, y estate quietecito –le advertí antes de levantarme y buscar la caja donde había puesto todas las cosas que cogí cuando fuimos a curarle y volví a la cama, sin importarme que estuviera desnuda en lo más absoluto- En curarte creo que deberíamos de ir a la casa para coger las cosas que necesitamos de allí, o podemos quedarnos allí. Estos túneles conectan con casi toda la ciudad, podríamos ir hasta allí por aquí bajo y no levantar sospechas de este lugar –ya había quitado la venda y lo miré- recuerdo algunos lugares y uno de ellos está cerca de la casa, podría servirnos como atajos –miré la herida y lancé un suspiro, supuraba un poco debido seguramente al esfuerzo que había hecho mientras… volví a mirarle- te dije que no hicieras esfuerzos, ¿alguna vez piensas hacerme caso? En serio Ubbe, si no te cuidas de esta herida no va a sanar nunca –cogí una de las gasas y se la limpié para luego volver a vendarla de nuevo, las demás estaban bastante bien. Dejé todo a un lado y subí para estar medio recostada contra su cuerpo apoyando el codo en el colchón y mí mano en la cabeza, dejando que mí pelo cayera todo por un lado- ¿Crees que es una buena idea? Si nos movemos por aquí bajo no podrán localizarnos, y mientras, puedo empezar a traducir allí los papiros y… desayunar, yo no sé tú, pero tengo hambre –mordí su labio inferior divertida, debíamos de empezar a movernos.
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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Abr 12, 2017 4:12 pm

Entreabrí lo labios al sentir como me los acariciaban, la sensación era placentera, incapaz de abrir los ojos aunque despierto me deje hacer. Me gustaba sentir sus dedos trazar el recorrido de mi mandíbula, mis pómulos, el surco de mi frente, cicatriz que narraba una gesta pasada que quizás algún día le contaría frente a la chimenea.

Apresé su dedo con mis labios abriendo los ojos para enfrentar sus pardos, no tardo en mirarme, pues hasta entonce eran mi boca la dueña de sus atenciones.
Ladeé la sonrisa cuando atajo la distancia y sobre estos posó un rápido beso que yo hubiera hecho eterno.

Enarqué una ceja al decirme “buenos días” y pronto ella misma se delato con palabras, lo había comprobado, esa egipcia terca no podía tener su culo quieto en mi lecho ni por un segundo.
Iba a replicar mas fue esta vez su dedo mas rápido y me silencio para proseguir ella hablando.
-Sigues igual, terca, desobediente, haberme despertado y si hubieran seguido el rastro hasta aquí y al abrir la compuerta te hubieran encontrado, ni me hubiera enterado, Joder Nai, tienes que usar la cabeza -rugí enfrentando mis azules ojos a los de ella que ahora me miraban con ganas de hacerme callar y no con un beso precisamente -esto no es un juego, no puedo vivir...(sin ti)-guarde de nuevo silencio. Había aprendido la lección, no hablar de mas y menos decir cosas que aun siendo verdad era mejor callar, ya me sentía bastante estúpido.

Mas para mi sorpresa me ignoro, resoplé cuando bajo la sabana para mirar mis heridas pidiéndome que estuviera quieto ¿pero me había oído?
Resople de nuevo negando con la cabeza resignado, le daba igual que le dijera lo que no debía hacer, mas por esta vez se la iba a pasar, pero a la próxima...juraba por Odin que la pondría sobre mis piernas y la azotaría hasta que me doliera la mano.
La miré pensativo, sus palabras no eran descabelladas ir por los túneles nos daría cierta ventaja y pasaríamos desapercibidos, si decía que esto comunicaba con toda la ciudad ¿por que no probar?
Asentí concediéndole la petición hecha, cuando tenia razón se la daba, claro que de normal la tenia yo, era un hecho constatable.

Ladeé la sonrisa cuando habló de mi herida, y enarqué una ceja mirándola desafiante.
-Osea, si follamos y me quedo complacido como con la mejor de las gestas...mal, porque he hecho un esfuerzo, ahora... dejarme ebrio en tu casa, e irte a la excavación cuando te lo he prohibido terminante por razones evidentes...ahí no dices ni palabra ¿que acaso no me esforcé bastante mas contra esos licantropos?

Ahí la había pillado, tenia que reconocerlo y no pude evitar echarme a reír encarcelando su cintura con mis brazos para que se dejara caer sobre mi. La busqué, su cuerpo desnudo era un reclamo y mi hombría también desnuda evidenciaba las ganas de seguir esforzándome aquella mañana.
-Curala después, vamos a enredarnos en las sabanas otra vez -le pedí acariciando su nariz con la mía, provocandola con mis labios, lamiendo su boca para que se entreabriera.

Gruñí cuando se incorporó de nuevo dejándome con las ganas y fruncí el ceño cabreado, quería hundirme en ella y Nai insistía en aplicar gasas sobre la maldita herida ¿no veía como estaba?
Si, lo veía pero le importaba una mierda, pues ahora continuaba con lo de descifrar los papiros.
Le señale la sabana abultada con las dos manos.
-No, no me he traído la bastarda por obra de magia, es otra cosa. Si adivinas que, te toca un viaje directo al orgasmo.

Nai se rio por mis ocurrencias mas siguió a lo suyo mientras yo enarcaba una ceja, ese “ te quiero” había hecho mucho daño.
Resoplé y me puse en pie, al parecer no iba a sacar a esa mujer terca la idea de ponernos en marcha de la cabeza.
Me coloqué los pantalones enfundando mi hombría y la camisa después mientras contemplaba a la preciosa mujer que no me hacia caso. Ella se colocaba un minúsculo vestido que no hacia mas que acrecentar mis ganas de su cuerpo.
-Me pasaría la vida hundido en ti -aseguré emprendiendo el camino dejando un azote en su trasero al pasar por su lado.

Así empezamos a recorrer aquellos túneles bien trazados, mas pronto me di cuenta de algo en lo que no había caído hasta ahora, quizás porque estaba distraído en cada incineraste movimiento de la egipcia.
Esos túneles no estaban sucios, era como si siguieran siendo utilizados, como si aquella red de alcantarillado fuera frecuentada cada día.
-¡Mierda! -rugí deteniendo a Nai, mas demasiado tarde, con ese ultimo paso una red salio del suelo apresandonos a ambos en ella, ahora parecíamos dos conejos en manso de un cazador.
Cazadores que no tardaron en salir, todos armados hasta los dientes, bueno a los que les quedaban dientes.
Por su aspecto, eran ladrones, pobres miserables, asesinos y demás chusma de la ciudad que se concentraba en ese lugar imponiendo su propia ley.

No salíamos de una y nos metíamos en otra, alcé las manos para que no dispararan ninguna de las ballestas, no entendía ni una palabra de lo que decían, mas imaginaba que si lo hacia Nai, así que la miré para que me tradujera.
Si eran ladrones nuestra libertad tendría un precio y estaba mas que dispuesto a escucharlo.


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Mensaje por Naitiri Zahir Jue Abr 13, 2017 12:35 pm

Nada más despertarse y decirle que había comprobado que ya era de día porque había abierto la trampilla para ver si era de día o no, comenzó a decirme lo terca que era, que seguía siendo igual y también desobediente… que debería de haberle avisado cuando fui a comprobarlo porque podrían estar fuera esperando a que saliéramos, vale, le concedía ese pequeño detalle pero solamente había abierto lo justo para comprobarlo. Se le veía preocupado cuando me dijo que podían haberme llevado y que él ni se enteraría y que además, debía de utilizar la cabeza. Me daba un sermón de buena mañana enfadado clavando sus ojos azules en los míos color miel, decía que no era un juego y que no podía vivir… y se calló, no siguió la frase y yo no le pregunté al respecto por ella.

Rodé los ojos sin siquiera hacerle caso y quité la sábana para mirar sus heridas que seguramente la que más grave tenía tendría algo por lo que había hecho anoche, él tampoco me hacía caso alguno así en ese término estábamos los dos en un claro empate. Le pedí que se quedara quieto y noté la forma en la que me miraba como si no diera crédito a mis palabras, ya que básicamente había pasado de lo que me había dicho. Ya había subido a ver si era de día o no, era innecesario que me replicara por algo pasado y no quería centrar mí atención en ese detalle.

Le conté que lo mejor sería ir por los túneles, recordaba hacia donde llevaban algunos de ellos y prácticamente cubrían toda la ciudad por bajo, nos sería de lo más útil para pasar desapercibidos y nos daría mucha ventaja, se lo dije porque quizás esa idea le gustara más que pasear por las calles de la ciudad llamando la atención como lo hacíamos y siendo más probable que nos encontraran de esa manera. También le dije, tras mirar como tenía supurando la herida de nuevo que debía de cuidarse, quizás no le estaba dando la importancia que tenía pero… no era un juego tampoco. Podía matar la herida que tenía si no llegaba a curarse y él parecía que se lo tomaba todo en serio, consiguiendo que me frustrara con su actitud.

Abrí mí boca cuando lo vi mirándome de esa forma, como si me desafiara, con una ceja enarcada saliendo esas palabras de su boca. ¿De verdad acababa de decir lo que había escuchado? Oh si, lo había dicho sin ningún tipo de duda. Lo fulminé con la mirada por que sí, sabía que se había esforzado con los licántropos pero anoche le dije que no se moviera después de haberme pasado la mitad del día en aquella habitación en la que no sabía si iba a salir con vida, en la que habíamos curado sus heridas que tras la pelea se había hecho. Rió tras sus palabras como si se hubiera proclamado vencedor y aferró mí cintura poniéndome sobre él aunque yo estaba recostada a su lado, su nariz rozó la mía en un intento de provocarme de nuevo, sus claras palabras de perdernos en las sábanas de nuevo… lo miré sin apartar mí mirada de la suya y fruncí el ceño.



-No estoy de acuerdo, tampoco, en lo que hiciste anoche cuando te dije que no te movieras y tú obviaste mí recomendación cegado por la pasión. Yo tratando de ser delicada para no abrirte los puntos y tú sin pensar siquiera en ello… soy bastante capaz de llevarte al orgasmo estando sobre ti –le recriminé, pero lo que peor me había sentado había sido su otro comentario- Ya sabías desde antes siquiera de coger el primer barco que tenía que sobrellevarlo con mi trabajo, me da igual lo que me digas al respecto, no pienso perderlo por esto y espero que te quede claro –hice una leve pausa- Me prohibiste que fuera a la excavación como si tuvieras algún tipo de poder sobre mí, como si fuera una esclava que debe de obedecer tus órdenes… que te quede claro, vikingo, que no sigo órdenes de nadie… hace tiempo que dejé de hacerlo y soy libre para tomar mis propias decisiones –me enfadaba, sobremanera, que siguiera actuando como si fuera mí dueño y mi señor- Si no te hubieras largado así por la noche me habrías acompañado de primeras, y quizás las cosas fueran diferentes. ¿Sabes lo que más me cabrea? Que cuando te llevamos para curarte estabas medio muerto, nos afanamos para no perderte y casi lo hicimos, casi te quedaste en esa maldita cama –lo miré de forma fija, intentando que viera lo grave que era la herida a la que no le daba importancia- me pasé medio día en esa habitación, velando por ti, preocupada porque no sabía si ibas a despertar e incluso sintiéndome culpable en parte por ello. Así que hazme caso cuando te digo que te puede matar ésta herida si sigues pasando de ella, Ubbe. Al menos haz que mí esfuerzo y lo mal que lo pasé ayer no quede en vano –dejé un beso sobre sus labios y tras aquello me levanté poniendo algo de distancia para comenzar a recoger las cosas ahora que ya había terminado de curarle. Lo miré y negué con la cabeza divertida cuando nombró cómo se encontraba y que me llevaría al orgasmo si lo adivinaba… aquel vikingo era insaciable.

Comencé a mirar por los armarios que había buscando algo de ropa que pudiera ponerme mientras por el rabillo del ojo veía que él también comenzaba a vestirse, al final encontré un vestido que no dudé en ponerme parecido al que yo me había traído, ligero y fresco para soportar el calor que hacía en aquella ciudad. Justo cuando terminé de ponérmelo sintiendo su mirada fija en mí oí sus palabras antes de que dejara un azote en mí trasero que me hizo fulminarlo, entre dar órdenes y los azotes no sacaba a aquel vikingo de sus costumbres. Rodó los ojos y lo seguí tras abrir con la llave aquella puerta que conducía a los túneles y que nos llevarían hasta el otro lado de la ciudad donde teníamos la casa. Ahora que lo tenía delante de mí una vez la puerta cerrada, sonreí con picardía por lo que iba a decirle ya hacerle.



-¿Es costumbre vuestra en el norte, dar un azote a las mujeres como si les dijerais “venga muévete” o “andando, nena”? –Pregunté todavía a su espalda porque siempre me daba azotes cuando nos poníamos en marcha, así que cuando pasé a su lado divertida por aquello mí mano también le dio un azote en su trasero pasando delante de él puesto que la que sabía el camino era yo- Tú también tienes un buen trasero, “andando vikingo” –dije para echar a reírme por mis palabras y mí gesto. Era él quien llevaba una antorcha iluminando el lugar mientras yo recordaba hacia qué dirección debíamos de dirigirnos para no salir en el sitio equivocado. Oí cómo se quejó deteniéndome pero… fue demasiado tarde, mí pie ya había pisado esa zona del suelo activando una trampa que nos hizo caer en una red elevándonos sobre el suelo. Genial, atrapados en una red en mita de un túnel que a saber quién podría pasar por allí para sacarnos… claro que si estaba puesta la trampa sería para evitar que alguien como nosotros pasara.

No pasó ni un minuto cuando nos vimos rodeados por un grupo de hombres que venían armados, algunos incluso con ballestas, que nos apuntaban y nos gritaban por estar allí, en su territorio, además de cómo habíamos llegado hasta el lugar y diversas cosas en ese mismo sentido. Por su aspecto podría decir que eran ladrones e incluso podrían ser cazadores también, uno de ellos se adelantó preguntándonos qué hacíamos allí y cómo habíamos llegado, a lo que le contesté que sabía de aquel lugar por un cazador que me lo había dicho, que si en algún momento corría algún peligro podría ir por aquel lugar. Pareció dudar y no me creyó al principio, así que pidió que nos bajaran de la red. La cortaron y caímos al suelo siendo apresados por varios de ellos que nos ataron las manos para que no intentáramos nada, parecía que aquel hombre no tenía el poder y el mando así que dijo que “él” nos juzgaría.


-Creo que nos llevan ante su líder –miré al vikingo mientras nos ponían las cuerdas apresando nuestras manos- él decidirá lo que hará con nosotros e intentaré negociar que nos liberen. Al parecer nos hemos metido en su territorio y no les gustan las visitas –resumí para que se enterara de lo habíamos hablado ya que él no entendería absolutamente nada- Seguramente nos pedirán algo a cambio de nuestra libertad… si es que nos dejan libres –caminamos rodeados siguiendo a los hombres hasta que llegaron a una especie de puerta, que estaba bien camuflada con el entorno y que seguramente habríamos pasado desapercibido si hubiéramos pasado por allí, y nos metieron dentro de otro pasadizo algo más pequeño que llevaba a otra puerta donde había una sala bastante grande, decorada como si fuera la de un faraón, con reliquias, joyas, oro, diversos divanes y cortinas que hacían una zona algo más íntima a un lado. Nos empujaron para dejarnos en medio de la sala y nos obligaron a quedarnos de rodillas mientras “él” aparecía por uno de los lados vestido de forma más elegante que sus hombres, estaba claro quienes hacían el trabajo sucio. Ni siquiera nos miró cuando entró sentándose en el diván que teníamos enfrente mientras al parecer, su segundo al mando, le decía que nos habían encontrado en los pasadizos. Le cambió la cara y fue entonces que nos miró, primero se fijó en el vikingo y frunció el ceño aunque parecía algo extrañado de ver a un hombre como él, que distaba de cómo era el resto de hombres de piel más oscura y algo más pequeños, y luego posó su mirada en mí. Sonrió de lado y se acercó sin quitarme la vista de encima, como si estuviera contento con lo que veía y una sonrisa que no presagiaba nada bueno. Se paró delante y su rostro cambió cuando elevó mí mentón para que lo mirara, parecía dudar y extrañado.
-¿Naitiri? –mis ojos lo miraron con extrañeza al haberme reconocido y chasqueó sus dedos para que nos dejaran solo mientras yo intentaba averiguar de qué me sonaba aquel hombre. Hacía años que no estaba en Egipto, y mi anterior visita fue muy breve como para conocer a alguien, menos a él, lo recordaría- ¿Eres tú? –Él también parecía dudar por aquello aunque no sabía por qué, pero me era familiar.
-Sí, lo soy… ¿quién eres? –Él sonrió y sacando una pequeña daga que llevaba en un cinto cortó el agarre de mis manos dejándome libre.
-Pero mírate, eres igual que Tahirah –fruncí un poco el ceño por ello, eso quería decir que me había conocido de cuando había vivido siendo pequeña antes de salir de allí. Abrí mis ojos cuando finalmente logré reconocerlo.
-¿Zaid? –Pregunté mirándolo de arriba abajo, ahora que lo veía podía ver esa similitud con el niño que un día fue mí vecino y mi mejor amigo- Tú si que eres igual que tú padre –me cogió del brazo poniéndose algo serio mirando hacia la puerta y luego mirarme a mí.
-Creí que os habíais ido a Grecia, pero… ¿qué estás haciendo aquí? Esto es peligroso, has tenido suerte de que os han encontrado mis hombres sino… os habrían matado –miró ahora al vikingo que venía conmigo y luego a mí- ¿Viene contigo? –Asentí con la cabeza y le cortó también para liberar sus manos de las ataduras- ¿Cómo has encontrado este lugar?
-Soy egiptóloga y encontré unos mapas e investigué –resumí brevemente- ¿cómo es que tú eres el líder… todo esto?
-Hay que sobrevivir Nai –me giré al vikingo para decirle quién era y por qué nos había soltado, Zaid al verme hablar en francés comenzó a hacerlo él también presentándose él mismo con el vikingo, a lo que yo lo miré alzando una ceja- Tengo… compradores franceses –aún así se notaba que no lo hablaba al cien por cien, tenía ese deje característico nuestro. Miré alrededor y luego lo miré a él sabiendo qué era lo que vendía.
-Así que… vendes reliquias, ¿eh? –él solo sonrió y se sentó en el diván cogiendo fruta de un cuenco que tenía al lado- Intuyo que no nos dejarás marchar así como así, así que… ¿cuál es el precio?
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The Sands Of Time ~ Privado {+18} - Página 3 Empty Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}

Mensaje por Ubbe Cannif Vie Abr 14, 2017 1:17 am

Apreté los dientes, desarmado y encarcelado como un vulgar ladrón en una red de conejos, me sentía ridículo, es mas, impotente pues no podía defendedla, había cruzado no solo la distancia que separaba el norte de París y posteriormente de Egipto, si no también el tiempo para cuidar de esa mujer que junto a mi quedaba encarcelada.
Si esos vulgares parias creían que iba a dejarme vencer con cuatro armas de filo, la tenían clara, yo era un vikingo y nosotros luchamos o morimos, así de sencillo.

Quizás por eso no repliqué a ninguna de las palabras que Nai había utilizado conmigo en la cámara donde habíamos dormido, pues era cierto, la herida podía matarme, lo sensato guardar cama y no exponerme a una infección. En un par de semanas estaría recuperado y listo para la batalla, mas ¿tenia ese par de semanas? La respuesta la conocíamos los dos, así que ¿por que preocuparte de algo por lo que no puedes hacer nada? Puede que muriera, estaba herido, cansado y ya vine del futuro bastante tocado con un veneno que corría por mis venas sin darme tregua, pero nadie cuidaría de ella como yo, seguía en pie y no caído, protegiéndola, así que dijera lo que dijera, ella y no yo era mi máxima preocupación.

Naí no tardó en explicarme lo que esos tipos decían, así que me limité a enarcar una ceja inconforme con lo de desviarnos de la ruta para conocer a ese tal “líder” aunque si algo sabia es que cuando el “jefe” caía los otros lo seguían y luchar contra uno, era mas fácil que contra una jauría.
Ese era mi plan, asestar una muerte rápida a su jefe y obligarlos a dejarnos ir, pues todo guerrero comparte esa filosofía de vida: Si el alfa cae, la manada es mía.

Pronto quedamos atados y guiados por esa panda a través de una camuflada puerta que hubiera pasado desapercibida ante los ojos de cualquiera, de ahí un pasadizo estrecho que desembocaba en una puerta algo mas ostentosa cuyo umbral lleva a una sala bastante mas grande y plagada de joyas, tesoros varios, pinturas, todo muy sobrecargado.
Varios divanes dispuestos, en ellos doncellas de muy buen ver equipadas con poca ropa, que bebían vino de copas de oro grabados en filigranas.
-No te preocupes Nai, te sacaré de aquí -prometí hundiendo mi mirada azul en ella.

Dos hombres nos obligaron a doblegarnos para recibir al “jefe”, claro que yo no vivía de rodillas y me encaré a estos luchando por mantenerme en pie.
Algo que no pareció gustarles nada pues a la fuerza e intentando usar todas sus mañas lo intentaron una y otra vez.
Naitiri me miraba furiosa, no entendía posiblemente mi terquedad y como de nuevo herido hacia esfuerzos por algo tan nimio para ella, tan importante para mi.
Mis dioses no se arrodillan ¿por que clavar yo mi rodilla en el suelo frente a un pagano?

Desistieron cuando una mujer de cabellos negros como el azabache y mirada penetrante les indicó que lo hicieran.
“Lo queremos vivo” aportó a sus dos lacayos “muerto de nada nos servirá”
Sus ojos se perdían en mi camisa y la herida que supuraba.
Mas todo aquello quedó relegado a un segundo plano cuando el tal “jefe” entro en el gran salón.
Silencio por parte de todos, cabezas bajas para recibir a su dios y este que se dirigió hacia nosotros para ver las presas capturadas hoy.

Primero se centró en mi, supongo que mi gesto desafiante no le gustó, mas no hizo comentario alguno hasta que sus malditos ojos se hundieron en los de mi acompañante.
¿La conocía? Mi mirada se enturbio ante la familiaridad con la que se trataban, mi sangre hervía por como esos ojos recorrían su cuerpo y ella ni siquiera se percataba de eso.
¿Precio? Bien sabia que precio pondría ese patán, y desde luego no estaba dispuesto.
Me interpuse entre ambos encarandome al “amigo” de la egipcia.
-Por tu bien déjanos seguir nuestro camino y te perdonaré la vida, podrás seguir con esta pantomima que tienes montada, de lo contrario tu mundo caerá contigo.

Nai tiraba de mi brazo hacia atrás mientras ambos nos encarabamos el uno al otro.
Las ballestas hacia mi persona, el silencio y la tensión de la sala era algo mas que evidente, no estaban acostumbrados a que nadie osara tan siquiera mirarlo.
-No tengo tiempo que perder -rugí agarrándolo de la pechera y lanzandolo contra la pared dispuesto a entablar batalla directa.
Oía los gritos de Nai hostigandome a dejarlo ¿que acaso le gustaba ese mequetrefe de tres al cuarto?

La mujer volvió a entrar en escena, pantalones cortos que mostraban media nalga, cintura de avispa, una camisola blanca y un chaleco de piel que la entallaba a su cuerpo.
Junto a su mano una daga que colocó en el cuello de la egipcia mientras sus pardos me miraron desafiantes.
-Suéltalo y la soltaré, solo estamos hablando, tiempo tendrás de luchar después.

Rugí aflojando el agarre de aquel tipo y alcé las manos en su posición en señal de rendición, nada podía hacer si la vida de la mujer que amaba estaba en juego, vi aquella sonrisa ladeada, la del triunfo, mas en algo se equivocaba, podía haber ganado una batalla, mas la guerra no había sido librada.
El hombre se recolocó la camisa acercándose de nuevo a la egipcia, se me llevaban los demonios al verlos hablar, recordar viejos tiempos.
-¿Tengo que aguantar esta soporífera tertulia? -pregunté irritado -¿dinos que demonios quieres y acabemos con esto.

La mujer se acercó a mi, alzó mi camisa sin pedir permiso y deslizó sus dedos por la venda mojada.
-Necesitas descansó ¿acaso no sabe esa mujer como dártelo?
Rugí frente a su cara ,empezaba a cansarme toda esa situación.
-Lo que necesito es que nos digáis de una vez lo que queréis para poder seguir nuestro camino -ordené desafiándola con la mirada.
Tomé su mentón y lo alcé para que dejara de mirar mi cuerpo y cada herida que lo recorría y se centrará en mis palabras.




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Mensaje por Naitiri Zahir Vie Abr 14, 2017 2:03 pm

Si la suerte estaba de nuestro y ya comenzaba a pensar que no era así, quizás podríamos salir de aquella situación en la que nos habíamos metido. No habíamos salido del todo de una y ya nos estábamos metiendo en otra, me pregunté si tendríamos algún día tranquilo allí mientras encontrábamos la reliquia, pero algo me hacía pensar que no iba a ser así y que no íbamos a poder encontrarla sin que no pasara un día sin tener un altercado. Justo lo que más necesitábamos ahora, y sobre todo, lo que más necesitaba el vikingo. Había pensado que utilizar aquellos túneles nos ayudarían a poder pasar más desapercibidos, a no tener que ir mirando por cada calle que nos estuvieran siguiendo y sin embargo… habíamos caído en una trampa.

No sabía quién iba a ser el jefe así que esperé de alguna forma, e incluso rogué, para que el vikingo se comportara y me dejara intentar manejar la situación a mí porque si lo hacía él seguramente sabría cómo iba a acabar la historia. Nos condujeron por aquellos pasadizos que tenía el túnel, con diferentes caminos que tomar hasta que nos llevaron ante una sala tras una puerta escondida donde había varios divanes donde descansaban algunas mujeres que bebían y tenían cuencos llenos de fruta, nos dejaron en el centro de la sala y nos obligaron a ponernos de rodillas. Lo miré cuando me dijo que no me preocupara, y que me sacaría de allí, y por un momento me dieron ganas de decirle que no hiciera promesas que no sabría si iba a poder cumplir. Un empujón más fuerte en mí hombro hizo que cayera de rodillas y que apartara la mano de aquel hombre que me había empujado hacia abajo.

El vikingo, por el contrario, se negaba a que le pusieran de rodillas y lo miré de reojo rogando que aunque fuera por una vez no presentara batalla. Mentiría si dijera que no me tenía preocupada, sobre todo esa herida suya, a la que iba a prestar especial atención. Por más que lo intentaron no consiguieron doblegarlo y aunque una parte de mí en el fondo le gustó ver que no se doblegaba ante nadie, otra parte mucho más sensata lo fulminó con la mirada porque aunque a mí tampoco me gustara, quería intentar salir de esa situación sin tener que luchar como habíamos estado haciendo últimamente.

La voz de una de las mujeres, que iba vestida igual de forma provocativa como el resto los paró ante intentar que se arrodillara y esta clavó sus ojos en el vikingo y luego pasó a mirar la camisa que llevaba y la herida que tenía, pero no nos dio tiempo a más porque entró el jefe haciendo que todos agacharan sus cabezas cuando entró. Tras fijarse en el vikingo y luego en mí fue cuando él me reconoció, admito que de no haberlo hecho yo quizás tampoco lo hiciera pero era una carta que jugar a mí favor, y pensaba utilizarla a toda costa. Que el jefe de aquellos hombres fuera alguien que conociera cuando éramos niños era una baza a nuestro favor, si era astuta e inteligente, podría jugar bien unas cartas que nos sacarían de aquel problema.

El vikingo se adelantó una vez nos soltaron interponiéndose entre Zaid y yo, encarándose a él quien también lo miraba de forma desafiante. Tiré de su brazo intentando que quitara esa actitud pero parecía que se le había metido algo en la cabeza porque esa vez de nada sirvieron mis manos acariciando su brazo intentando disuadirlo, como otras veces. Pronto nos apuntaron con las ballestas que tenían y el silencio reinó en el lugar ante la osadía del vikingo y su nula paciencia. Le acababa de amenazar cuando no debería de haberlo hecho, debía de haberme adelantado pero no pensé que se pusiera de esa forma. Volví a tirar de su brazo para que se apartara pero pareció que ni notó mí toque porque, de un momento a otro, cambió.

Cogió a Zaid de la pechera alegando que no tenía tiempo que perder y lo estampó contra la pared en lo que yo abrí ligeramente los labios sin pensarme que podría llegar a tal punto en el que quería volver a pelear, ¿se había olvidado de mis palabras en aquella habitación? No debía de hacer esfuerzo alguno y ya lo estaba haciendo de nuevo. ¿No se daba cuenta, de que sabiendo que tenía amistad con él, podría intentar hallar una solución? ¿Tan ciego estaba como para no verlo? Ninguno de los dos parecía estar dispuesto a ceder ante el otro y los miré a ambos con las ballestas siguiendo apuntándoles, si disparaban él era ahora mismo un blanco perfecto.


-¡Ubbe! –Lo llamé esperando que entrara en razón pero parecía que estaba más cabreado y más furioso, pronto antes de siquiera poder dar un paso sentí el filo de una daga contra mí cuello, el frío me hizo sisear y mirar a la mujer que ahora me cogía contra ella y dejaba amenazante la daga como clara advertencia de lo que haría si no lo soltaba. Es más, se lo dijo y pude ver que no le gustó nada en absoluto aquella amenaza contra mí, y que levantó sus manos sin dejar de mirarla para soltar a Zaid y esta, a su vez, me soltó a mí. Él se acercó a mí y miró al vikingo de mala manera sin duda sin gustarle lo que había hecho y su actitud tras habernos soltado, otros quizás ya nos habrían matado.
-Deberías de controlarlo –le lanzó una mirada y luego me miró a mí, no comenté nada al respecto porque no quería volver a encender una llama otra vez, así que pensé en volver al inicio e intentar hallar una forma de pago para salir.
-Mira Zaid, a pesar de que me he alegrado mucho de verte, no pretendíamos entrar aquí bajo y no hemos venido con ninguna intención hacia vosotros ni hacia nadie, solo pretendíamos utilizarlos como atajo, nada más –hice un gesto con mi mano como si eso fuera todo- ni siquiera sabía que esto estaba “habitado” y de haberlo sabido ni hubiera entrado… no buscamos problemas –me miró de forma fija durante unos segundos como pensando si le estaba diciendo la verdad o no, se acercó a mí y en voz baja para que solo pudiera oírle yo, me habló.
-El caso es que si fuera por mí os dejaba marchar, pero tengo una reputación que mantener… -se alejó y lo miré, sí, por el sitio y cómo estaba decorado podía darme cuenta de que se había convertido en un paria y que utilizaba las reliquias y demás de su propia cultura y país para ganarse la vida… algo que hizo que hirviera por dentro. Los que unos hacíamos de nuestra forma de vida estudiándolos y comprendiéndolos, otros lo utilizaban para ganarse la vida vendiéndolos a los extranjeros que, sin duda alguna, pagaban una fortuna por tan valiosas reliquias. Me fijé entonces en que la misma que se había acercado al vikingo y que había puesto la daga en mí cuello ahora volvía a acercarse a él mientras Zaid volvía a sentarse en el diván como si esperara una oferta por mí parte. Ahora sin siquiera decir nada había levantado la camisa que llevaba este observando su torso y pasando su mano por el lugar y en la venda que le había puesto en la herida antes de salir. Sus ojos no dejaban de mirarlo como si fuera un trofeo el cual podía mirar y tocarlo, como si estuviera allí para ella y fruncí el ceño ante sus palabras. ¿Descanso? Casi me dieron ganas de reírme y de saltar para contestarle, pero me mordí el labio con fuerza viendo que el vikingo levantaba su rostro para que dejara de mirarlo, pidiendo que nos dijeran el precio para irnos.
-¿Podrías apartar tus manos… de él- de la herida que tiene apártate- y alejarte? –Más bien no fue una pregunta echa con amabilidad en ninguno de los sentidos- salvo que tengas nociones de medicina y quieras dar una segunda opinión –comenté con sarcasmo a lo que ella me miró y enarcó una ceja riéndose.
-¿Y si quisiera echarle un vistazo y no con fines… médicos? –Puso una mano en el pecho del vikingo e iba a responderle tampoco de buenas maneras cuando Zaid habló.
-Sabah –la mujer lo miró y ante un gesto de él de la mano se apartó del vikingo y me miró a mí- Muy bien, ¿qué puedes ofrecerme para que os deje marchar? –como había dicho tenía una reputación que mantener, era más que lógico que no nos dejara marchar a la fuerza- Si no hay un trato que me convenza, él pasará a engrosar el número de mis hombres y tú… bueno, supongo que sabrás cuál es tú lugar –sí, por las demás que tenía sabía cuál sería ese lugar.
-Comercias con reliquias, ¿no es así? –Pregunté aunque no hacía falta adivinarlo, él mismo se había delatado y lo que había en el lugar lo decía aún más- Se ha descubierto una nueva excavación a las afueras de la ciudad…
-Sí, lo sé –me cortó- las noticias vuelan si sabes donde y a quién preguntar… pero no dejan entrar a nadie que…
-Que no esté cualificado, sí. Yo puedo entrar a esa excavación sin que me pongan ningún tipo de problema –me miró enarcando una ceja y recordó que le había dicho que era egiptóloga.
-¿Y qué me propones? –parecía que había captado su interés con lo de la excavación.
-Ya que como sabes no puede entrar nadie, te propongo un trato: se ha hallado una cámara a la que todavía no se ha podido entrar, están intentándolo todavía –lo miré- cuando esté abierta puedo llevarte y darte una parte de lo que pretendía llevarme para el museo. A mí no me pondrán pegas alguna porque tengo una autorización, no se van a parar a mirar qué me llevo o no.
-Pero yo también podría entrar a coger esas reliquias, ¿en qué te necesito? –Sonreí de lado y me crucé de brazos.
-En que la cámara está llena de trampas para llegar a ellas, y salvo que quieras perder a decenas de hombres… y salvo que alguien sepa de historia y leer jeroglíficos, bueno, no podrías llegar. Sabes que están bien custodiadas cuando llegan a esa cámara fuera por guardias, tendrías que esperar a que las lleven, las cataloguen y luego las expongan en un museo… claro que, si esperas tanto tiempo corres el riesgo de que otro te las quite te quedes sin nada –me miró de forma fija, estudiando la propuesta que le estaba haciendo.
-¿Y de qué porcentaje estamos hablando?
-Del treinta por ciento –se rió por ello y pidió más, pero no estaba dispuesta- El treinta es un número bastante favorable para ti, teniendo en cuenta que las vas a vender en el mercado negro casi por el triple de lo que valen. Yo obtengo lo que quiero para mí trabajo y tú te aseguras de llevarte seguro un treinta por cierto cuando puede que la cifra sea cero –lo meditó durante unos segundos y podía jurar que me estaba poniendo de los nervios.
-Está bien, pero… ¿cómo sé que cuando te vayas cumplirás con tú parte del trato? –Miró al vikingo- ¿Lo dejas aquí como pago para asegurar nuestro trato? –Miré al vikingo que tenía su mirada puesta en mí, no había intervenido en ningún momento cosa que agradecí, aunque podía notar el cabreo que le recorría por entero. No podía dejar que se quedara allí, no iba a ceder ante eso así que… miré mi mano, viendo el anillo de plata con grabados que me había hecho librarme del licántropo en la excavación. Lo giré un par de veces y me lo quité mientras me acercaba hacia él y se lo daba.
-No podría decirte el valor sentimental que tiene esto para mí, vale más que cualquier reliquia a la que más beneficio le hayas podido sacar –lo miré- era de mí madre, es lo último que me queda de ella y de su recuerdo –lo cogió observándolo- murió hace mucho tiempo y me lo prometió dar cuando me convirtiera en egiptóloga como ella –en verdad iba a ser su medallón lo que me diera, el que cambiara el objeto no quitaba la tristeza de mis palabras- le habría gustado ver que he seguido su legado... -me separé un poco volviendo al lado del vikingo- volveré a por el anillo y cumpliré mí parte del trato, te lo prometo –me miró girando el anillo entre sus dedos, como conoció a mí madre esperaba apelar a aquel recuerdo y que cediera.
-Está bien, hay trato –cedió y suspiré algo más tranquila- mis hombres os acompañarán hasta la salida hacia donde os dirigíais. Habéis tenido suerte, otro no os hubiera siquiera ofrecido un trato y a estas alturas estaríais muertos, la gente no quiere que nadie ajeno vaya por estos lugares –mandó un par de hombres a que nos llevaran hasta donde les dijera y me miró antes de que pudiéramos salir de allí- espero que cumplas con tu parte del trato, Naitiri –y sin más pudimos salir de aquella sala donde ya penaba que no podríamos salir.
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Mensaje por Ubbe Cannif Sáb Abr 15, 2017 12:20 pm

Por fin el tal Zaid tomo la sensata decisión de hablar de negocios, así que enarcando una ceja y apretando los puños por la rabia que me invadía en ese preciso momento me mantuve en silencio, básicamente porque no entendía ni una palabra de lo que se decían, aunque el parecía demasiado cariñoso con ella, hasta el punto de susurrar en su oído algo que hizo que de nuevo gruñera dando un paso hacia ambos. La tal Sabah de nuevo poso su mano sobre mi pecho para detener mi avance, como si eso fuera suficiente para lograrlo.
-Si tu “jefe” le pone una mano encima lo mataré -dije en un perfecto nórdico que no entendió, mas que le hizo dibujar una divertida sonrisa en sus labios creo que casi leyendo en mis ojos el claro cabreo que llevaba encima.

Seguí fijándome en aquella pantomima en la que ambos  negociaban el precio de nuestra salida, si tuviera la bastarda en mis manos yo iba a darle precio justo a este entuerto. Su cabeza rodando por los suelos seguro que seria un precio justo por aguantarlo.
Gruñí de nuevo cuando vi que la egipcia se quitaba el anillo de plata que portaba en su dedo.
Poco entendía de esa conversación, mas al escuchar la palabra madre y sus gestos compungidos no necesité mas para atar cabos. Seguramente era una joya entregada por su madre en su infancia, posiblemente para ella tenia un valor inimaginable.
-Nai no -ordené centrando mis azules en sus pardos.

Desvié la mirada hacia la mujer que me acompañaba, en un perfecto francés le pregunté ¿que había ocurrido para que Natiri le pagara con ese anillo de plata? A fin de cuentas no tenia un gran valor económico y ese hombre parecía un comerciante, un hombre de negocios, dudaba que el valor sentimental tuviera importancia alguna para él.
Fue entonces cuando lo comprendí, la joya solo era una señal de pago. Lo que habían estado negociando era parte de las reliquias que había en la excavación y eso implicaba dos cosas.
La primera que tendríamos que volver a ella, un lugar posiblemente vigilado por los sobrenaturales nórdicos, no estaba dispuesto a que Nai volviera a correr peligro alguno, así que no, no volveríamos allí.
Segundo, que de descubrir que ella había sustraído parte de estas reliquias para entregarlas a un ladrón perdería su trabajo, ese por el que tanto había luchado y no estaba dispuesto a que eso sucediera.
No volvería al burdel, eso podía jurarlo frente a mis dioses, por encima de mi cadáver la despedirían del museo de historia.

Tenia que pensar rápido, conociendo a esa egipcia testaruda no me obedecería, nunca dejaría el anillo de su madre en manos de ese hombre si no pensara cumplir su promesa y volver con las reliquias por el.
Ladeé la sonrisa de forma seductora relamiendome los labios y de nuevo alcé el mentón de la mujer de cabellos azabaches.
-Dime pequeña ¿que crees que tu amo puede desear mas que esas reliquias?

Su risa entrechoco contra mis labios mientras su mejilla rozaba la mía y su boca se perdió en mi oído para hacerme una confidencia.
Al parecer había una corona egipcia, una reliquia muy antigua y bien enjoyada custodiada por muchas trampas en estos mismos laberintos, algo que quedó sellado por los antiguos hace tiempo y que muchos habían tratado de coger perdiendo su vida en el intento.

Me acerqué a ese tal “jefe” que parecía sellar el trato con la egipcia con un apretón de manos.
-Tengo una propuesta mejor -aseguré hundiendo mis ojos de forma desafiante en los del egipcio.
-Cogeré esa corona para ti.
El silencio se hizo en la estancia durante unos segundos para luego oír los rumores de unos y otros hablando entre si.
Nai se negó en rotundo, parecía no entender que pretendía hacer cuando ella había conseguido que nos soltaran.
-Devuelvele ese anillo de plata y a cambio te daré la corona que llevas años anhelando poseer.
Sabia que había acaparado toda su atención, pero dudaba de mis palabras o quizás de mis capacidades a fin de cuentas estaba herido -no tienes a nadie en toda esta habitación capaz de hacerlo y a no ser que me hayas cogido especial cariño mientras te he empotrado contra la pared, dudo temas por mi vida, así que, piénsalo ¿que tienes que perder?

El egipcio meditó mis palabras mientras ahora la mujer sujetaba a Nai por los brazos que gritaba con todas sus fuerzas por evitar lo que según ella era un claro suicidio.
Said depositó el anillo de plata en mi mano, claro símbolo de que aceptaba el trato y ordenó a la mujer que soltar a Naitiri, a fin de cuentas ya nada podía hacer, habíamos sellado un trato entre hombres.
Está corrió hacia mi, golpeó mi pecho con rabia y yo solo aguanté sus envites en silencio, entendía como se sentía, pero yo no podía arriesgarme a perderla y volver a la excavación era justo eso, un riesgo que no pensaba asumir.

Said ordenó que nos acompañaran a una habitación pequeña donde podría prepararme para el trabajo que estaba a punto de cumplir, vendas, alcohol para desinfectar heridas, aguja e hilo y algunos potingues mas que no sabia para que servían.
Hundí mi mirada en la egipcia que parecía buscar desesperada otra salida que no estuviera custodiada.
-Nai, ayúdame, aprieta fuerte las vendas, necesito tener movilidad.
Había varias armaduras, piel, cuero tachonado incluso una de placas, un escudo. Me encogí de hombros sin saber muy bien a lo que me enfrentaba.


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The Sands Of Time ~ Privado {+18} - Página 3 Empty Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}

Mensaje por Naitiri Zahir Dom Abr 16, 2017 11:39 am

Sabía que Zaid era listo, pero apelar a su lado contrabandista sería la mejor de mis opciones, también sabía que como él habrían otros que hubieran puesto sus ojos en la excavación y que querrían también las reliquias, si otros las obtenían él no tendría beneficio alguno y no sería bueno para él. Claro que eso a mí no me importaba en absoluto, lo único que yo quería era una solución sin tener que usar la fuerza. Le acababa de hacer creer que en esa misma sala habían trampas solamente para que tuviera que ir yo y que nos necesitara de alguna manera, no era cierto, en esa cámara no había ninguna trampa pero eso era algo que él no debía de saber, y decidí arriesgarme y hacerle creer que yo era la única que podría hacer que consiguiera las reliquias y que no murieran decenas de sus hombres.

Pero la carta más importante, la que más debía de hacerle creer que era verdadera y la que decidiría de forma definitiva si ganábamos o perdíamos… era la del anillo. Él quería algo como pago o fianza por el trato que estábamos hablando pero ninguno de los dos tenía nada que ofrecerle para hacerle ver que íbamos a cumplir con nuestra parte del trato, así que jugando la baza más importante de todas e intentando que se lo creyera… jugué la carta maestra del anillo. Jugué la baza de que conocía a mí madre y sabía que había sido egiptóloga, no me gustaba mentir ni engañar de esa forma pero era la única salida que veía posible para que aceptara mí propuesta. En realidad aunque le fuera a dar el anillo, de lo que hablaba era del medallón que me había dado Ubbe. Ese, y no el anillo, era la verdadera pieza que tenía más relevancia y más importante era… pero aunque cambiara el objeto mis sentimientos y la tristeza en la voz no eran fingidas, eran reales. Le quise dar algo de pena aprovechando que nos conocíamos desde pequeños, que ese hombre hacía años era el niño con el que solía jugar las tardes cuando mis padres trabajaban y cuya pista perdí cuando me fui del país.

Cuando el pacto y el trato ya estaba “firmado” y pensaba que nos iba a dejar marchar… tuvo que acercarse y hablar con Zaid. Lo miré con los ojos algo abiertos sin poder creerme que le estuviera haciendo esa propuesta… ¿una corona? ¿De qué narices estaba hablando? El silencio reinó en el lugar y supe que debía de ser algo importante porque los murmullos se sucedieron y Zaid lo miraba de forma fija, evaluando sus palabras. Recordé, entonces, algo que había encontrado en aquellos mapas cuando los descubrí por primera vez. Había una leyenda grabados en ellos y no supe en ese momento si sería falsa o no, pero los escritos hablaban sobre una corona de oro, una corona engarzada con forma de serpiente que recordaba mucho a la que llevaba Tutankamón en su tocado dorado. Llena de joyas que había pertenecido a un antiguo faraón y que, según contaban, estaba escondida en aquellos túneles… “custodiado” por trampas.



-¡No! –Fue lo primero que dije sin saber por qué, ahora que tenía un trato, el vikingo le ofrecía otro en el que se tenía que jugar la vida para ello. ¿No había visto que nos íbamos a ir con lo que yo había hecho? ¿Qué todo había sido una mentira y un ardid para poder irnos… que nada de lo que dije fue verdad? ¿Cómo podía ser tan idiota? Me dieron ganas de gritarle lo imbécil que era por hacer aquello, ¿no entendía que me había salido con la mía? Maldición, quise matar al vikingo en ese preciso momento y recé para que Zaid se negara en rotundo, ya tenía un trato conmigo. Fulminé al vikingo con la mirada, enfada con él por la gran estupidez que había hecho, abría la boca ligeramente sorprendida por que le pidiera que me devolviera el anillo… ¡me daba igual el anillo! Pero él parecía haberme creído como Zaid, y ahora le decía que si no sentía cariño por él que le dejara, que le traería la corona que nadie había podido llevarle. Volví a negarme gritando ante tan descabellada idea por su parte, se había vuelto loco y era un enorme suicidio lo que le estaba presentando. Lo peor, es que Zaid lo estaba meditando- ¡No puedes aceptar! –La mujer me apresó para que no me moviera y no interfiriera y la miré con odio, ahora sentía ganas de hacerle algo a esa mujer que comenzaba a odiar más por momentos. Deseé tener algo de fuerza, saber defenderme o pelear para librarme y darle como estaba deseando hacer, viendo que portaba una sonrisa en sus labios, disfrutando con el espectáculo. Me giré revolviéndome para mirar a Zaid- ¡Tienes un trato conmigo, no puedes hacer otro trato con él! Por Ra, que no aceptara. Zaid me miró y supe lo que iba a hacer antes de que dijera nada.
-Los negocios son los negocios, llevo años tras esa corona y no soy el único. Si él me trae la corona, seréis libres. Y si muere no pierdo nada, salgo ganando en todos los sentidos –vi como le entregaba el anillo devuelta a sus manos y la mujer me dejó libro, me revolví encarándome unos segundos y luego me acerqué al vikingo cerrando mis manos en sendos puños, sintiendo como la palma de mis manos me picaba y lo fulminaba con la mirada. Me paré delante de él y descargué mis puños con rabia y fuerza en su pecho, por idiota, por imbécil, por temerario, por suicida… por haberse condenado de esa forma.

Zaid mandó a dos de sus hombres que nos llevaran a una sala donde se pudiera preparar el vikingo con utensilios médicos y medicinales, armas, escudos, armaduras… no me fijé en nada de eso, y cuando nos dejaron a solas en la habitación ni siquiera miré al vikingo, me puse a buscar alguna otra salida que estuviera escondida, como por la que nos habían metido, sin prestar atención al hombre que tenía tras de mí. Estaba cabreada y enfadada con él en un punto máximo, ¿Por qué tenía que solucionarlo todo con peleas y batalla? No estaba en condiciones e ir a buscar la corona sería su sentencia de muerte… y me negaba.
No encontraba nada y comenzaba a desesperarme, mí trato había sido mucho mejor y no nos hacía correr ningún riesgo y él no parecía entender que aquello era sumamente peligroso. Si tantos otros lo habían intentado y no lo habían conseguido era, claramente, por un motivo más que razonable: porque era un completo suicidio conseguir esa corona.

Seguí buscando por las paredes rogando porque hubiera algo que se me hubiera pasado o que no estuviera a simple vista y nos sacara de allí, algo debía de haber, alguna pequeña puerta… cualquier cosa. Solo me paré cuando me llamó para que lo ayudara, seguía de espaldas a mí y bajé mis brazos de forma lenta por mis costados hasta dejarlos completamente bajados, volví a fruncir el ceño aún sin mirarle y me cabreé porque me pidiera que le ayudara, ¿a llevarlo a su muerte? Estaba muy equivocado si iba a dejar que fuera a por esa maldita corona, y si no podía hacerlo porque el vikingo era tan testarudo, cabezota y terco como yo misma era… no iba a poder evitar que fuera con él.



-No –dije negándome a ayudarle sin girarme todavía, el cabreo que tenía no conocía ni límites ni parangón en ese momento y juraba por Ra que me estaba conteniendo para no estallar allí mismo, porque aún seguía pensando cómo había podido ser tan necio como para pedir algo como aquello. Pareció extrañarse por mí negativa y me giré para mirarlo de lado viendo que él miraba lo que debía de coger para ir a por la corona- no pienso ayudarte con las vendas –su mirada fue a la mía y pudo ver lo enfadada y cabreada que estaba en ese momento- ¡Eres un maldito idiota! –le acusé girándome para quedar de cara él e ir acercándome de forma lenta, porque como lo tuviera delante iba a hacer mucho más que darle un merecido mandoble en su rostro- ¿Por qué has tenido que hacer eso, por qué no has podido quedarte callado? Maldición, ¿tengo que explicarte todas y cada una de las cosas? –Lo fulminé con la mirada y, ante lo que iba a decir, bajé el tono para que no nos oyeran- Era todo mentira, un ardid para que nos dejaran ir… ¿pero cómo puedes ser tan…? –Ya no encontraba muchos más adjetivos de los que le había dicho y me mordí el labio con fuerza por eso- …puedes quedarte con el puñetero anillo, ¿sabes siquiera lo que es la estrategia y cómo se usa? Por dios, deberías de saberlo, precisamente tú, que eres guerrero y poder ver estas cuando las tienes delante –me exasperaba de sobre manera- ¿Es que no me escuchaste cuando te dije que necesitas reposo? Viking jævla drittsekk* -le volví a dar otro golpe en el pecho, tremendamente enfadada por lo que acababa de hacer- No me pasé la primera noche en vela cuando llegamos ni la mitad del día de ayer en vela cuidando de que te recuperaras de la herida, manteniéndote con vida, temiendo porque murieras, trayéndote de casi una muerte en cierto momento para que tú ahora decidas ir a un completo suicidio… ¿a eso se reduce todo? ¿A morir por una herida, o morir luchando, o morir por un suicidio?... Pues me niego –mí tono había bajado siendo ahora algo más grave y afilado, desafiante, enfadada con el hombre que tenía delante de mí, sin saber por qué me importaba de esa manera el que él muriera. Quizás porque no había gastado todos mis esfuerzos por mantenerlo con vida como para que él se lanzara a la muerte- Además, ¿quién te ha dicho que hay una corona que…? –Me callé porque, ¿quién iba a ser sino?- Sabah –murmuré casi con desprecio, miré hacia otro lado unos segundos, odiaba a esa maldita mujer y ahora me daban ganas de matarla- voy a matar a esa arpía desgraciada –murmuré para volver mí vista al vikingo. Ahora ya no nos podíamos echar atrás, tenían un pacto y él debía de cumplirlo… nada delo que yo dijera podría hacer cambiar de opinión a ninguno- Veré qué puedo hacer –dije de forma fría separándome de él para coger lo necesario, vendas nuevas, gasas, ungüentos que ayudarían con la herida. Volví y le quité la venda viendo que supuraba, le lancé una mirada furibunda y la limpié para aplicarle un ungüento y volver a ponerle gasa y una venda de forma más apretada como había dicho que hiciera, así con las zonas donde tenía las heridas. Limpié mis manos y elevé mí rostro con mí pelo cayendo por uno de mis hombros y lancé un suspiro- Si piensas que voy a dejar que vayas solo estás muy, pero que muy equivocado. Voy a ir contigo quieras o no, así que no me mires de esa forma –levanté un dedo para silenciarlo sin dejar que hablara- ¿crees que no van a haber trampas en el lugar? No tienes nociones suficientes y yo sí, te puedo ayudar de ser necesario y creo que vas a necesitar de mí ayuda, irás tú delante y yo me quedaré detrás si quieres pero no pienso quedarme en este lugar mientras tú te vas, ¿crees que me va a deparar algo mejor si no vuelves con esa corona? Hazme caso por una maldita y puñetera vez en tú vida –me giré para ir hacia la puerta y salir antes que él, avisando a Zaid de que nos íbamos los dos y que sus guardias nos llevaran al lugar antes de que el vikingo protestara.

Nos condujeron por los pasadizos de aquel lugar hasta llevarnos a uno algo más profundo donde el lugar estaba más oscuro de lo normal. Una puerta hecha de oro con grabados custodiaba la entrada y daba una clara señal de que dentro habría algo importante. Había una inscripción arriba del todo que guardaba el paso y alentaba a que no cogieran la corona que había en el interior, pues solo encontrarían muerte… demasiado alentador y seguramente nadie se habría fijado en la advertencia que había puesta con jeroglíficos. Los guardias nos  dieron una antorcha a cada uno y nos abrieron la puerta dejando ver telarañas en el lugar y hacernos una seña para que entráramos antes de decirnos que tuviéramos suerte… seguramente pensarían que íbamos a morir, como tantos otros, ahí dentro.

El vikingo entró el primero y yo fui tras él para que ellos cerraran las puertas de nuevo dejándonos en aquel pequeño túnel apenas iluminado por las antorchas, no tenía nada de especial y se podía ver la roca tallada cuando hicieron el túnel. Seguimos andando hasta dar con una cámara algo más grande y nos paramos para observarla, había antorchas en la pared a cada lado de la puerta y las encendimos aunque no se veía demasiado. Me di cuenta de que había como una acequia en el lugar que atravesaba la habitación, y al acercarme pude comprobar que estaba llena por un líquido dentro, cuando acerqué la antorcha esta prendió el lugar e iluminó la habitación por completo, antes de que el vikingo diera un paso hacia delante lo paré poniendo mí brazo por delante de su cuerpo.



-Mira al suelo –habían como piedras con jeroglíficos y entendí que solo pisando los correctos podríamos pasar aquella primera trampa. Miré la cámara intentando averiguar qué era lo que debíamos de pisar y me di cuenta de que habían pequeños agujeros por ambos laterales, seguramente esa sería la trampa, los egipcios antiguos tenían predilección por ese tipo de cosas- Leí en los mapas que se decía que la corona llevaba una cobra, como la que llevaba Tutankamón en su máscara funeraria… eso quiere decir, que la representación de la cobra tiene que ser la deidad… -hice una leve pausa, el fuego era otra de las señales- deidad que era señora del cielo, representaba el calor del sol… y la llama del fuego –concluí mirando hacia el suelo-Uadyet, tenemos que pisar los jeroglíficos que escriben su nombre para pasar, si pisamos mal activaremos la trampa –iba a andar cuando el vikingo me paró cogiéndome del brazo negándose a que cruzara, que debía de ser él y negué con la cabeza- No hay garantías Ubbe, pero tenemos que cruzar –volvió a negar con la cabeza y me tiró para atrás alegando que iría él primero y que le indicara los que debía de pisar, que él iba delante y yo detrás… lancé un suspiro, no iba a ceder en eso y asentí con la cabeza indicándole cuáles debía de pisar, indicándoles su posición para que pasara, cuando logró hacerlo sin activar la trampa lo hice yo hasta llegar al otro lado- Suerte que he venido, porque sino no habrías cruzado.



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Mensaje por Ubbe Cannif Dom Abr 16, 2017 6:07 pm

Enarqué una ceja cuando esta me ofreció como respuesta un rotundo “no” ¿no iba a ayudarme con las vendas?
Vale que entendía su cabreo, pero había salvado el maldito anillo de su madre ¿que pensaba que lo había hecho porque me gustaba jugarme la vida?
No, lo había hecho porque sabia lo mucho que quería a su madre, lo mucho que la echaba de menos y si esa joya le pertenecía no podía dejar que quedara en manos de un ladrón de tres al cuarto.
Quizás cuando había oído un “te quiero” de los labios de otro hombre había sido mentira, pero para mi esas palabras significaban demasiado, algo que jamas pronuncie y que no pronunciaba a la ligera, yo me jugaría la vida sin dudarlo por ella y eso estaba haciendo, aunque no lo entendiera.

“Eres un maldito idiota” ladeé la sonrisa mientras su cuerpo se orillaba al mio e intuía que no para darme un beso, me habia llamado cosas peores, entre ellas bastardo, así que podría soportar lo de idiota, de echo viniendo de ella y en su estado casi lo tomaba como un alago.
Mi rostro pintó una sonrisa socarrona cuando dijo que si tenia que explicármelo todo y me preguntó cual era le motivo de mi acto suicida?
Guardé silencio, si tenia la respuesta, mas ella no estaba preparada para escucharla y quizás tampoco yo para decirla.

Entonces bajó el tono y me dijo que todo era mentira, abrí los ojos entendiendo ahora el porque de ese enfado, había metido la pata, aquello que había dicho era todo mentira, una burda estrategia para que nos soltaran, dejaran libres, mas su idea no era ni regresar a la excavación, ni volver a por un anillo que no tenia valor ninguno.
Tensé le gesto apretando aquella joya de plata que ahora chocaba con la palma de mi mano hundiéndose en ella.
¿Como podía ser tan necio? Claro que entendida las estrategias, mas no estas, yo sabia de la guerra y como hacerla, mas las dobles palabras de las damas eran demasiado complicadas.
En el norte las cosas se decían sin dobleces, claras.

No acabó ahí su afilado discurso, mi gesto se iba tensando al ritmo de sus palmadas en mi pecho.
-¿Te he pedido yo que me cuidaras? ¿que pasaras una de todas esas malditas noches que ahora me echas en cara en vela?
No, lo has hecho porque has querido, tu sabrás porque... -sentencié elevando el tono de mi voz con un claro cabreo -¿que no entiendes? Que arriesgue mi vida por salvar la tuya? ¿que para mi todo sea luchar o morir? Esa es mi maldita cultura Naitiri, nací con una espada de madera en la cuna, aprendí antes a sujetarla que a andar, y cuando corría la madera se convirtió en una prolongación de mi en cada uno de mis juegos del día a día.
Luego vinieron los férreos entrenamientos, ahora era el acero el que sajaba mi piel, entrenaba tanto que sentía que iba a desfallecer y si creía que eso era lo peor, no era nada comparado con la primera gesta en la que luche, muerte, sangre, miembros desquebrajados y ese nauseabundo olor a cuerpos descomponiéndose, alaridos de los caído..si me forje a fuego, a acero, ese soy yo, un necio que no entiende de subterfugios y que todo lo soluciona del mismo modo, alzándose para combatir una y otra vez y si ese hombre no es el que te gusta, no hallaras en mi otra cosa. ¿Sabes? Disfruto siendo eso, un guerrero, un vikingo y en el Valhalla esta mi sitio.

Mi mirada la desafió quizás porque su discurso era el mismo que el que Nai me dijo antes de que cruzara el portal, quizás porque esta discursion era demasiado parecida a la que allí mantuvimos y en ese momento logró que no fuera a verme partir.
Quizás como en ese entonces guardaba para mi lo mas evidente, que crucé el portal herido porque quería cuidar de ella y que ahora me había propuesto para una misión suicida justamente por lo mismo.
¿Que no entendia esa maldita egipcia?

No tardó en atar cabos para descubrir que era Sabah la que me había hablado  de la corona, no entendía que importaba de donde hubiera sacado la información, la cosa es que allí estábamos ambos mirándonos a los ojos cargados de rabia y dedicándonos palabras que aunque sentíamos no eran del todo ciertas.
-¿estas celosa? Apunté con un deje absurdo que no pretendió mas que lo mismo, desesperarla como lo estaba yo ahora mismo.
-Llevo tragándome como te mira el Zaid ese desde que entre a estos malditos túneles, lo mataré -sentencié casi rozando sus labios para dejar caer esas palabras casi arrastrándolas de modo desafiante.

Me ayudo finalmente con las vendas, gesto de frialdad el de ella, el mio completamente tenso, con el ceño fruncido y ese anillo hundido en la palma de mi mano mostrando la ira que me embargaba en ese preciso momento.
Discutir con ella no iba a servirme de nada, se había empecinado en venir, mas si lo hacia cumpliría mi demanda y seria ir tras de mi y regresar atrás si yo caía en el intento, creo que no era mucho pedir teniendo en cuenta que yo había cedido.

Así en silencio sepulcral nos llevaron hasta la entrada, Naitiri miraba todo a su alrededor, tratando de descifrar cada señal que nos pudiera ayudar a salir airosos de aquello, por contra yo, afianzaba el escudo que había tomado a mi antebrazo.
Nos adentramos en el interior de una sala, a nuestras espaldas las puertas se cerraron estábamos solos, parcos en palabras y sin tan siquiera rozarnos.
Yo andaba delante decidido a atravesar aquello costara lo que costara, ella por el contrario escudriñaba las paredes buscando los grabados que le dieran pistas sobre donde nos encontrábamos.
Dejó caer la antorcha y el suelo se ilumino, no tardo en descifrar parte del jeroglífico, fue así como detuvo mi avancé, al parecer si hubiera dado un paso en falso hubiera disparado una trampa.
Me pidió que mirara el suelo, así lo hice mientras me trataba de explicar su deducción.
-No te molestes, soy un necio que solo sirve para la guerra -susurré con rabia en mi voz.
Impedí que pasara para hacerlo yo, a fin de cuentas ese era el trato acordado y protegerla era mi única misión...

Me indicó por donde debía pisar y así logramos llegar hasta el otro extremo de la sala con vida, la oí asegurar que sin ella jamas habría cruzado.
-Me subestimas egipcia -aseguré sin desviar mi vista del frente para seguir andando hasta la siguiente sala.
Me detuve en la puerta, veía agujeros en las paredes, era como un corredor de la muerte y algo me decía que por esos agujeros no saldrían precisamente flores.
-Tengo un escudo, creo que lo vamos a necesitar, pégate a mi -le pedí afianzando con mi brazo su cintura.
Coloqué el escudo frente a nuestros cuerpos y me encogí lo máximo que pude para cubrirnos tras este, un paso y las saetas salieron disparadas por lo orificios en nuestra dirección, el escudo hizo su papel, claro que no aguantaría muchas si íbamos despacio.
Corre rugí acompañando su avance a toda velocidad mientras me encargaba de cubrir su cuerpo para que no recibiera impacto alguno.
Me llevé algún roce de flecha, nada importante. Por suerte habíamos cruzado la segunda sala, por desgracia el escudo quedaba inútil, así que lo deje caer a un lado.
-Bueno, al menos este maldito vikingo sabe usar el escudo -le recrimine ladeando la sonrisa.

La detuve antes de emprender el camino y coloqué el anillo que aun aferraba en mi mano en su palma con suavidad.
-No quiero el anillo, te lo regalo -sentencie hundiendo mis azules en sus rasgada mirada.
Esa terca egipcia no era capaz de ver nada aunque se lo pusieran delante de los ojos, luego me llamaba a mi necio.


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Mensaje por Naitiri Zahir Dom Abr 16, 2017 8:39 pm

El camino desde que salimos de aquella guarida hasta las puertas donde nos dejaron los hombres fue en total y absoluto silencio, ellos hablaban durante el camino mientras que nosotros permanecíamos callados cada uno en nuestros pensamientos, en un silencio algo incómodo y sobre todo tenso, muy tenso. Recordé mientras nos conducían por aquellos pasadizos el momento en que me había echado en cara haberme quedado esas horas en vela por cuidar de él, que no me lo había pedido… ¿cómo tenía tal desfachatez al decirme eso? No, claro que él no me lo había pedido pero, ¿acaso tenía elección alguna? ¿Dejaba que se muriera frente a mis ojos cuando podía ayudarlo a curarse? Sabía que me lo había dicho por el momento, porque estábamos los dos bastante enfadados y porque pensé que se lo había echado en cara…

¿No se había percatado que, si lo hice, fue porque me preocupaba por él?  Ya le había dicho varias veces que no debía de hacer esfuerzos por la herida, que la tenía algo grave y el veneno no se había curado del todo. Luego no me había quedado más remedio que escucharle decir que luchar y morir era en lo que se basaba su vida, que era un vikingo, y que en eso consistía toda su vida… aparte de que el Valhalla lo aguardaba. Maldito bastardo… el caso es que sabía que tenía razón, que todo lo que me había dicho era verdad y sin embargo… no me gustaba. Pero, ¿Por qué parecía que me lo había dicho con una intención la cual por el momento se me escapaba?

Lo que más me cabreó, sin duda alguna, fue que insinuara de esa forma si estaba celosa por lo de Sabah… maldita arpía, era pensar en ella y entrarme ganas de poder darle lo que se merecía. ¿Y si estaba celosa, qué pasaba? Seguramente que se alegría de oírlo, pero no se lo iba a decir nunca, porque en el fondo no sabía si lo estaba o no… pero me había molestado que esa maldita mujer le hubiera informado sobre la corona, de no haberle dicho nada ahora no estaríamos de camino a un suicidio. Y por si me había quedado alguna duda, él me las despejó cuando me dijo que había tenido que aguantar cómo me había mirado Zaid todo el rato, lo que él no entendía es que yo veía en Zaid una vía para poder salir –o al menos eso había pensado- sin tener problemas, aparte de mirar al que una vez fue mí mejor amigo. Pude sentir su aliento contra el mío de forma entrecortada y sus palabras totalmente ciertas y verdaderas, y sabía que podría matarlo llegado el momento.

Y por fin habíamos llegado a las puertas, las abrieron y nos dejaron solos dentro para cerrarlas a nuestro paso. Seguíamos sin hablarnos y de esa forma nos adentramos hasta la primera de las trampas, trampa que logré sortear atando cabos observando las señas que había en el lugar para luego indicarle al vikingo por donde tenía que ir para que no pisara en falso. Había algunos cuerpos, esqueletos todos, tirados por el suelo que no daban muchas pistas de por dónde podías pasar o que era lo que pasaba si pisabas en un sitio que no era y se activaba la trampa, tampoco quería saberlo realmente, sabía que los antiguos egipcios eran muy dados a ese tipo de trampas y solían ser bastante crueles llegado el caso. Lo miré mal fulminándolo con la mirada cuando me dijo que no me molestara, y que solo era un necio que solo servía para la guerra.

Podría jurar, en ese mismo momento, por Ra, e incluso también por Odín… que me dieron ganas de pegarle de nuevo mientras mis manos se cerraban en un puño ante sus palabras, ¡que vikingo más desquiciante! Sin duda alguna tenía la innata habilidad y capacidad para sacarme de mis casillas, hice caso omiso de sus palabras aunque lo seguí fulminando con la mirada hasta que le dije donde debía de pisar para poder pasar, y una vez lo hizo él fui yo quien le siguió para encontrármelo en la otra parte de la sala, donde me dijo que no lo subestimara y rodé los ojos por el comentario, cruzándome de brazos.


-Claro, porque de los dos eres tú quien sabe sobre egiptología y el único que sabe leer e interpretar los jeroglíficos y los grabados –comenté con sarcasmo aunque pude ver que él no dejaba de mirar hacia el frente, a la siguiente sala que no sabíamos lo que podía depararnos, pero viendo la primera nada bueno seguro. Lo miré cuando dijo que íbamos a necesitar el escudo y que me pegara a su cuerpo, su brazo rodeó mí cintura y yo me pegué tal y como había dicho aferrándome a su cintura y a la camisa que llevaba. El escudo lograba taparnos en gran parte, un primer paso y una flecha se clavó en el escudo, haciendo que pegara un leve bote de la sorpresa viendo como la punta había atravesado el escudo aunque lo había parado… maldición, yo no estaba hecha para ese tipo de cosas aunque si avanzaba, en realidad, era porque estaba aferrada al vikingo y lo seguía con cada paso que daba. Mas como la primera se sucedieron impactando contra el escudo, pasando por nuestro lado… podía oír el leve zumbido que hacían cuando nos pasaban y tras su orden de correr ni siquiera lo pensé, mi cuerpo actuó por si solo y lo seguí corriendo hasta que logramos pasar aquella segunda trampa. Logramos pasar y sortear la segunda sala y me aparté un poco de él cuando soltó el escudo una vez pasado todo el peligro.

Lo volví a mirar cuando me dijo que al menos sabía utilizar el escudo y lo fulminé, ¿íbamos a estar así todo el rato? Porque comenzaba a cabrearme más todavía y me parecía algo frustrante que no dejara de repetir ese tipo de cosas. No hice comentario alguno porque no quería discutir mucho más con él, sintiendo en mí cuerpo la adrenalina todavía de aquella carrera entre flechas tapados con un escudo, y comencé a andar solamente para pararme cuando su mano aferró mí muñeca impidiendo que siguiera andando y me giró para quedar de nuevo de cara a él. Me dijo que no quería el anillo y que me lo regalaba, mientras lo dejaba sobre la palma de mí mano con suavidad, sintiendo sus ojos azules sobre los míos color miel. Miré el anillo que había dejado en mí mano y luego lo miré a él de nuevo. Entendía por qué había hecho aquello, él también se había pensado que hablaba de verdad con lo de mi madre y lo había hecho por eso, porque pensaba que era cierto. Era todo un gesto, aunque aquello me hubiera enfado sin remedio alguno por llevarnos a donde estábamos ahora.



-Gracias –sonreí de forma leve por el detalle y volví a colocar el anillo en el dedo de nuevo, subí mí mirada notando que seguía mirándome antes de proseguir enlazando ambas miradas durante un breve periodo de tiempo, el tiempo suficiente en el que al final terminé por acortar la distancia y apoyar mí rostro contra su pecho, aún con la adrenalina recorriendo mí cuerpo por lo que acaba de vivir- Ubbe… ¿Podemos dejar de discutir? –Sabía que teníamos caracteres fuertes, y que no sería la última vez en que estuviéramos en esa tesitura… pero ahora mismo no era lo que necesitaba, ni de él, ni de mí- de verdad que no me gusta –aunque era cierto que eso no se podía evitar, y al final ambos habíamos estallado de nuevo. Y más veces que lo haríamos en el tiempo que nos quedaba allí, eso era algo que tenía bastante claro. Elevé mí rostro para acercarlo al suyo sintiendo su respiración chocar en mí rostro y su aliento mezclarse con el mío- Es mejor estar juntos en esto y olvidarnos de rencillas, ¿no crees? Vamos a poder con esto; yo aporto la inteligencia y tú la fuerza… yo creo que formamos un gran tándem –sonreí de lado y luego me mordí el labio alzando mis manos por su pecho hasta terminar rodeando su cuello- encontremos esa corona para poder largarnos de aquí, tenemos muchas cosas que hacer –terminé por acortar la distancia hasta capturar sus labios y besarlo, era hora de dejar la rencilla atrás, igual que las peleas y las discusiones, aquel lugar no nos iba a conceder siquiera un fallo y prefería no estar enfadada de dar el caso, no quería estar de mal humor. Me separé dejando un mordisco en su labio inferior y ahora si me encaminé hacia la siguiente sala entrando con cuidado para ver que nos deparaba. Nada más entrar, al pisar, una de las baldosas cedió bajo mí peso y se pudo oír cómo se activó un mecanismo que iluminó la estancia y el fuego cobró protagonismo, saliendo de diferentes lados de la sala que cortaba el paso hacia la salida que estaba más adelante.- Oh, genial… ¿cómo vamos a cruzar eso? –Pregunté más para mí misma que para que me contestara él. Comencé a mirar por las paredes para ver si encontraba algo, siempre había algo que nos indicaba alguna pista, el resto ya dependía del conocimiento de cada uno.

En el fuego siempre había un mismo patrón a seguir que si lo conseguías memorizar podías trazar un camino evitándolo pero, aunque lo hicieras, debías de ser lo bastante rápido como para apartarte porque de lo contrario… podía ver que el vikingo parecía pensarlo porque era la solución más evidente, había cadáveres por todo aquel recorrido dando a entender que lo habían intentado y habían fracasado… así que no iba a ser una de las opciones. Tenía que haber otra forma, a los constructores les encantaba poner no solo trampas, sino también pruebas que podían desactivarlas o intentar pasar sin que estas se activaran como en la primera cámara… debía de hallar la forma para evitar cruzar por ahí, era un completo suicidio. Mirando una de las paredes y casi de casualidad, cuando uno de los fuegos que salía de la pared iluminó una zona, pequeña y casi ajena a la vista, que brilló durante unos segundos.



-Espera… -dije para que el vikingo dejara de mirar de esa forma el fuego, con su tendencia suicida seguro que se lo estaba hasta planteando- Ubbe… ven un momento –le pedí mientras yo estaba en la pared bajo donde había visto aquello que había brillado por la llamarada de fuego. Cuando llegó a mí lado lo miré sonriendo de lado por lo que iba a decirle, aunque se me antojaba más decírselo como una orden como hacía él conmigo- Súbeme –pedí extendiendo mi brazo para indicarle a donde quería llegar exactamente- creo que he encontrado algo –esperé a que me ayudara a subir y me estiré un poco para llegar hasta donde quería, parecía que la imagen esa no estaba pintada, sino como tallada, como si fuera una joya porque tenía un hueco a su alrededor, como si estuviera encajada- ¿Llevas la daga encima? Déjamela –extendí la mano para que me la diera y con la punta de esta con cuidado logré meterla por uno de los lados y sacar lo que en un principio pensé que sería una ilustración más. Me bajó con cuidado dejando sus manos en mí cintura y yo quité el polvo que cubría el objeto, ante su pregunta de “qué es” lo alcé para que lo mirara- Un escarabajo… -un escarabajo esculpido en una joya de color verde- se suponía que se lo ponían a los difuntos durante la momificación, y se ponía en el pecho justo sobre el corazón… -lo miré brillando por la luz de las llamas y luego miré la pared- Tiene que haber un hueco, en alguna de las pinturas donde el corazón esté vacío, es un escarabajo del corazón, puede que sea la clave para parar eso y poder cruzar –aseguré mirándolo, y me separé para comenzar a buscar por un lado mientras él lo hacía en el otro. Al final fue él quien encontró lo que le había dicho, y tal como estaba el otro tenía que alzarme. Lo miré riendo entre dientes- Ya sabes… súbeme –hice un gesto con la cabeza y esperé a que lo hiciera para colocar el escarabajo sobre el corazón, encajando en el hueco y parando así el mecanismo del fuego, cuando me bajó miré hacia donde ahora el fuego ya no estaba y podíamos pasar, para volver a mirarlo- ¿Qué harías sin mí? –Pregunté con diversión sin ninguna intención de burlarme- espero que sea la última prueba –igualmente con cautela atravesamos el lugar pero no se activó ninguna de las llamas, pasamos a la última sala donde justo en el medio, iluminado por un haz de luz, estaba la corona que Zaid quería. Él llevaba una de las antorchas y esa vez fui yo delante sin siquiera pensar que podría ver otra trampa más en el lugar- Espero que no hayan más… -y me callé, más bien, lancé un grito cuando al adentrarme en la sala mi pie no tocó suelo alguno y mi cuerpo cedió hacia delante, por suerte la rapidez y agilidad del vikingo que me sujetó por el brazo y tiró con fuerza de mí haciendo que cayéramos al suelo de la otra sala hizo que me salvara de lo que fuera que hubiera, o que no hubiera,  en el suelo.

Mi cuerpo sobre el suyo aferrándolo con fuerza, con el susto en el cuerpo y la adrenalina fluyendo por este como un torrente sanguíneo. Había cerrado los ojos y tenía mí rostro contra su cuello y la respiración rápida, mí corazón bombeando con rapidez. Uno de sus brazos entorno a mí cintura y su otra mano enredada en mi pelo, intentando calmarme. Un “Mira por donde vas” que no ayudó en nada en ese momento me hizo lanzar un suspiro, pero luego preguntó si estaba bien y elevé mí rostro para mirarle, a lo que asentí para levantarnos y darnos cuenta que llegar a la corona, no iba a ser nada fácil. No había un camino directo a ella y un vacío se extendía a nuestros pies.
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The Sands Of Time ~ Privado {+18} - Página 3 Empty Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}

Mensaje por Ubbe Cannif Lun Abr 17, 2017 6:19 am

Ladeé la sonrisa al escuchar ese “gracias” no tenia porque dármelas, a fin de cuentas el anillo era suyo, aunque ahora posiblemente pudiera significar lo que un maldito vikingo suicida estaba dispuesto a hacer por ella. No creo que existiera mejor declaración, ni siquiera la de esos franceses estúpidos que clavaban la rodilla en el suelo soltando por su boca sandeces varias de promesas eternas. Conmigo tampoco tendría eso, ni una vida tranquila, quizás no tendría nada de lo que en el fondo deseaba porque yo era temerario, imprudente, forjado para la batalla, criado de un modo distinto al suyo.

Su cuerpo se acercó al mio, su cabeza descanso contra mi pecho mientras mi mano sobrevolaba la distancia que la llevaba hasta su oscura melena. Elevó la mirada para dejar que nuestros alientos chocaran entrecortados, fruto de la trampa de aquella sala, de su cercanía y de la acalorada discursion que llevábamos encima desde que nos metieron en aquella cámara.
-Yo tampoco quiero discutir contigo, es solo que eres..terca, insoportable, incapaz de dar tu brazo a torcer nunca y obedecer para ti es una utopía -Mis palabras chocaron contra sus labios y estos se entreabrieron dispuestos a discutirme cada palabra, tiempo que aproveche para hundir mi lengua en ellos dispuesta a entablar un tórrida batalla, como un huracán arrasé con toda su boca, lo necesitaba.
-¿como hemos quedado? No discutir recuerdas -susurré con una ladeada sonrisa aun contra sus labios. Me relamí mientras esta acariciaba mi pecho antes de que sus manos se enredaran en mi cuello. Mis manos la atrajeron por la cintura, pegando su vientre a mi alzada virilidad.

Sus ojos me buscaron y me limité a reír sin mas mientras desviaba la vista hacia el siguiente lugar a sortear.
No tendría una vida tranquila, no mentía cuando lo decía, yo le tenia ganas siempre.
Naitiri empezó a caminar, vi como su pie activaba no se que mecanismo al pisar una baldosa, mi brazo corrió con ímpetu rodeándola mientras mi cuerpo trataba de protegerla de algo que no sucedió, nada afilado fue lanzado hacia su posición, así que me limité a enarcar una ceja y mirarla separando poco a poco nuestros cuerpos.
-Mira por donde pisas pequeña egipcia o me mataras de un ataque al corazón antes de que el veneno haga lo propio -bromeé guiñándole un ojo.
Su ceño se frunció, no le gustaba que hablara de la muerte con tanta vehemencia pero para mi, la muerte formaba parte de la vida.
No era un necio sabia lo que me jugaba cada vez que mis pies tocaban el campo de batalla, el problema es que cuando miras a la parca tantas veces de frente dejas de respetarla.

Acaricié con mi nariz la ajena antes de separarme para mirar el incesante fuego, parecía seguir un patrón, algo que me dio una idea.
-Creo que puedo cruzar, quizás al otro lado haya un mecanismo para detenerlo y me puedas acompañar mas si no es así, prometo volver con la corona, por Odin espérame aquí.
“Espera” rugió al verme casi tomar impulso para intentarlo, ladeé la sonrisa dispuesto a replicarle a decirle que confiara en mi, podía hacerlo, mas ella me pidió que fuera y la verdad la idea de volver a paladear su boca era tan tentadora que así lo hice.
Claro que entonces descubrí porque me había llamado, necesitaba que la aupara, al parecer había visto algo en lo alto de la pared.

La tomé de la cintura y la eleve como a una pluma, quedó en vilo un momento en el que aferré sus muslos dejándola así alcanzar con facilidad aquella pieza que ahora tras pasarle la daga y un “no te cortes” para que la sacara, quedaba en sus manos.
“un escarabajo”
-Perfecto, ya tienes con que entretenerte mientras atravieso la sala -le dije dejando un beso efímero en sus labios.
Mas ella me detuvo por el brazo, al parecer el escarabajo era la clave para que esas llamas cesaran.
No tardó en identificar el otro lado de la pared donde había que colocarlo y de nuevo la aupé para que lo colocara en el pecho de n ose quien.
Fuere como fuere funciono, las llamas cesaron y la sala quedo completamente tranquila, lista para ser atravesada sin mas peligro que el que esa egipcia y yo nos matáramos por el camino.
-No se que haría sin ti -apunté entre risas -supongo que cruzar las incandescentes llamas del infierno para conseguir el falso anillo de tu madre, por Odin, se menos convincente a la próxima o hazme una señal para que entienda tu burda mentira. Como para fiarme de ti en otras circunstancias ¿acaso me dices lo que quiero oír? -bromeé de nuevo orillandola por la cintura para besarla con suavidad -porque se que no hay nadie que me supere en la cama...-añadí con seguridad absoluta -que si no.

Íbamos hablando mientras esta negaba cuando dio un grito ahogado, no tarde ni un segundo en que mi brazo afianzara su cintura y tiré de ambos cayendo así a la otra sala librandola de aquel vació que por poco la hubiera engullido
Fruncí el ceño clavando mis orbes azules en los suyos.
-mira por donde pisas -le recriminé, mas pronto mi cuerpo se relajo acariciando su pelo, enredando en sus bucles infinitos mis dedos -Ya esta pequeña ¿estas bien? -pregunté buscando su parda mirada.
Asintió, permanecimos así unos instantes, acompasando el sonido de nuestros corazones, acariciando los labios ajenos con la respiración del otro mientras nuestros ojos seguían enlazados de forma silenciosa.

Cuando su cuerpo abandonó el mio me faltó algo, seguramente los 50 y pico kilos de peso, sonreí ante mis propios pensamientos.
-Bien, veamos ahora que hacemos -pensé en voz alta acercándome al borde del precipicio para ver que toda la sala era vació y solo quedaba en pie un especia de altar en el centro sujeto por una columna, sobre este la corona.

Alcé la mirada al techo, no parecía haber nada, la sala era diáfana. Lo único que sobresalía en la estancia era una pequeña reja situada en el techo, como un respiradero, creo que ahí podría enganchar la daga para que me sirviera de garfio.
Até un extremo de la cuerda que había cogido en la habitación del escudo a esta y sin pensármelo dos veces la lancé como lo haces al cazar un caballo salvaje.
Necesité varios intentos hasta que esta quedo firmemente enganchada o al menos eso esperaba pues desconocía si aguantaría mi peso.
-Nos vemos ahora preciosa -susurré acercando mi boca a la ajena por un segundo para no darle tiempo a recriminar mi nuevo acto suicida.

Tomé impulso y me deslice junto a la cuerda por el vació hasta que logré alcanzar la columna dejándome caer sobre esta.
Mis ojos se perdieron de los de la egipcia
-Esto ha sido pan comido -le dije guiñándole un ojo con esa seguridad de la que hacia gala.
Mas demasiado pronto había hablado, pues la rejilla se rompió y de esta empezaron a caer sobre mi cuerpo escarabajos, serpientes y otros bichos de los que traté de zafarme.

Podía ver el pánico en los ojos de Naitiri, mas nada comparado con los propios, no por los escorpiones que ahora caían sobre mi, si no porque tras ella venia una manada de gatos escuálidos que parecían mas propios de otro mundo que de este. Corrían como si descendieran del mismo Hell, emitiendo unos maullidos terribles dispuestos a abalanzarse sobre la carnaza y devorarla, ella era seguramente el único alimento que habían tenido en todo este tiempo.
-Mierda, Naitiri no mires atrás, mírame, mírame- rugí sacando el arco y las flechas.
Sentía los mordiscos por todo mi cuerpo , picaduras, mas tensé el arco que portaba a mis espaldas y una saeta tras otra fui disparando suplicando que la egipcia no moviera ni un pelo, pues los gatos estaban a su espalda, mi tiro tenia que ser certero y desde luego las condiciones no eran las mejores dadas las circunstancias.


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