AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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[Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
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[Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
París, Francia…ocho años antes. Finales de octubre, estación otoño poco a poco va llegando el Invierno.
Un joven Éferon, observaba a su nanna reflejada en el espejo, lucía hermosa para esa noche en donde debían asistir a una de esas fiestas que la clase alta hacía cuando llegaban a París, los conocidos eran unos amigos de su abuela desde hace años y a los que no dudaron en invitar, a ella y a su nieto, por supuesto. La mujer, lucía un traje muy elegante, adornado con pedrería y de un color que resaltaba su tez morena y mirada clara como el cielo, unos ojos azules tan infinitos como el mismo cielo.
-Bambino, deberías empezar a arreglarte, tu padre nos espera ya allí, tenía unos asuntos que tratar con un cliente ¿qué? ¿Qual il è problema? ¡Andiamo, signore Gianetti! Siempre llegamos por tu culpa -el joven resopló de lo más desanimado, después de toda la noche sin dormir tras salir con un par de amigos de París, lo que menos le apetecía era una de esas fiestas en donde perderse no iba a poder ser, tenía que acompañar a su abuela. -Benne, benne…¡ya voy! Prometo portarme bien pero si alguna signorina necesita ser rescatada de algún familiar pesado… ¡no me abstengo a las consecuencias! -antes de salir por la puerta, le dedicó a la mujer un beso en la mejilla y desapareció entre risas.
La casa en París de los Gianetti, contaba con una veintena de criados que al detalle llevaban la casa a la perfección, nanna Gianetti solía visitar la ciudad bastante por lo que pasaban largas temporadas allí y Éferon con ella, su padre la mayor parte del tiempo. La mujer tuvo a su hija muy joven, no llegaba a los quince años y ésta había seguido sus pasos por lo que más que su abuela, parecía más su madre, la mujer prácticamente lo había criado tras la perdida de su única hija.
El italiano, se arregló para la ocasión, el color negro le sentaba bastante bien y por ello solía ir de ese color habitualmente, la mujer al verlo sonrió ampliamente, colocándole bien las solapas y admirar lo atractivo y bello en el hombre que se estaba convirtiendo. Éferon le ofreció su brazo y juntos emprendieron el viaje hasta la casa de los Lancaster, un matrimonio entrado en años que habían elegido París como sus últimos años de vida. Acudiría mucha gente, por lo que Éferon dejó escapar un sonoro suspiro, tanta aglomeración de personas le agobiaba.
-Il mio príncipe, andiamo. Seré la mujer más envidiada de la fiesta -sonrió resplandeciente, sonrisa que contagió al joven. Sus rizos negros indomables caían sobre su frente, ocultando parcialmente su mirada esmeralda, su abuela la arrastró con ella hasta el centro del salón en donde las miradas se fijaban en la señora Gianetti y su apuesto nieto -Esta noche no me busques esposa, sabes que yo de eso…no gastaré nunca, me gustan todas -la mujer, se echó a reír divertida -Todas…hasta que una te robe el aliento, anda vamos a saludar a los anfitriones -Éferon entornó los ojos, le costó seguir sus pasos con desgana y con ésta misma, se tropezó con un camarero quién derramó parte de las copas sobre una dama, más bien varias -Demasiada gente…tenga cuidado -le ayudó a colocar la bandeja, de paso tomó una copa de las que no se habían derramado. -Disculpe, estas cosas pasan -la forma de barrer la culpa, fue sencillamente… impecable.
Un joven Éferon, observaba a su nanna reflejada en el espejo, lucía hermosa para esa noche en donde debían asistir a una de esas fiestas que la clase alta hacía cuando llegaban a París, los conocidos eran unos amigos de su abuela desde hace años y a los que no dudaron en invitar, a ella y a su nieto, por supuesto. La mujer, lucía un traje muy elegante, adornado con pedrería y de un color que resaltaba su tez morena y mirada clara como el cielo, unos ojos azules tan infinitos como el mismo cielo.
-Bambino, deberías empezar a arreglarte, tu padre nos espera ya allí, tenía unos asuntos que tratar con un cliente ¿qué? ¿Qual il è problema? ¡Andiamo, signore Gianetti! Siempre llegamos por tu culpa -el joven resopló de lo más desanimado, después de toda la noche sin dormir tras salir con un par de amigos de París, lo que menos le apetecía era una de esas fiestas en donde perderse no iba a poder ser, tenía que acompañar a su abuela. -Benne, benne…¡ya voy! Prometo portarme bien pero si alguna signorina necesita ser rescatada de algún familiar pesado… ¡no me abstengo a las consecuencias! -antes de salir por la puerta, le dedicó a la mujer un beso en la mejilla y desapareció entre risas.
La casa en París de los Gianetti, contaba con una veintena de criados que al detalle llevaban la casa a la perfección, nanna Gianetti solía visitar la ciudad bastante por lo que pasaban largas temporadas allí y Éferon con ella, su padre la mayor parte del tiempo. La mujer tuvo a su hija muy joven, no llegaba a los quince años y ésta había seguido sus pasos por lo que más que su abuela, parecía más su madre, la mujer prácticamente lo había criado tras la perdida de su única hija.
El italiano, se arregló para la ocasión, el color negro le sentaba bastante bien y por ello solía ir de ese color habitualmente, la mujer al verlo sonrió ampliamente, colocándole bien las solapas y admirar lo atractivo y bello en el hombre que se estaba convirtiendo. Éferon le ofreció su brazo y juntos emprendieron el viaje hasta la casa de los Lancaster, un matrimonio entrado en años que habían elegido París como sus últimos años de vida. Acudiría mucha gente, por lo que Éferon dejó escapar un sonoro suspiro, tanta aglomeración de personas le agobiaba.
-Il mio príncipe, andiamo. Seré la mujer más envidiada de la fiesta -sonrió resplandeciente, sonrisa que contagió al joven. Sus rizos negros indomables caían sobre su frente, ocultando parcialmente su mirada esmeralda, su abuela la arrastró con ella hasta el centro del salón en donde las miradas se fijaban en la señora Gianetti y su apuesto nieto -Esta noche no me busques esposa, sabes que yo de eso…no gastaré nunca, me gustan todas -la mujer, se echó a reír divertida -Todas…hasta que una te robe el aliento, anda vamos a saludar a los anfitriones -Éferon entornó los ojos, le costó seguir sus pasos con desgana y con ésta misma, se tropezó con un camarero quién derramó parte de las copas sobre una dama, más bien varias -Demasiada gente…tenga cuidado -le ayudó a colocar la bandeja, de paso tomó una copa de las que no se habían derramado. -Disculpe, estas cosas pasan -la forma de barrer la culpa, fue sencillamente… impecable.
Última edición por Éferon Gianetti el Miér Dic 05, 2018 8:46 am, editado 3 veces
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
- Mensajes : 289
Fecha de inscripción : 21/01/2016
Localización : La ciudad del amore , París.
Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Una Lorette de 16 años leía sentada en el ventanal de su cuarto, en casa de su tía Anissa, con esos vivaraces ojos color aguamarina enormemente abiertos. Estaba de lo más centrada en su libro, un tomo sobre historia romana, cuando llamaron a su puerta con bastante insistencia. Sin esperar a que ella contestara la persona abrió la puerta y vio a su madre, Alexandra, que tenía una cara de lo más enfadada. La adolescente la miró confusa, preguntándose en qué clase de lío se habría metido aquel día.
-Lorette Denisse, eres imposible, nos vamos a la fiesta de los Lancaster en 1 hora y ni siquiera has empezado a vestirte. ¿Podrías dejar ya ese estúpido libro? -su madre no estaba muy diplomática aquel día, ni ninguno en general desde que su hermana Coleen había muerto con 4 años. Alexandra era una mujer muy bella, de hecho nació de baja alcurnia y se benefició del casamiento con su padre, pero su carácter era temido hasta por su propio esposo. Lorette solo había heredado de ella el cabello rubio, nada más.
La adolescente se levantó y pronunció un "Sí, madre" de lo más educado, pues así era como le había enseñado ella a tratarla. Todo lo contrario a su tía Anissa, con la que llevaba viviendo 2 años ya en París y que era una mujer de lo más divertida, cariñosa y relajada. Su tía Anissa era la hermana de su padre, Thierry, aunque ellos tampoco se parecían en nada en cuanto a carácter. Lorette sabía que la muerte de su marido hacía 2 años había sido un mazazo emocional para la mujer y que tener a la adolescente había sido un alivio y una forma de sentir que todavía podía dar amor y cariño a alguien, y Lorette se dejaba, encantada de recibir el afecto que en su casa no abundaba. A ella le gustaba pensar que su cabello era rubio como el de Alexandra, pero que su corazón era como el de Anissa.
Alguien más la sacó de sus ensoñaciones en la puerta, su padre Thierry, un hombre más relajado que Alexandra pero increíblemente serio y estoico. Poseía una enorme fortuna familiar cuando se casó con su madre y si bien Lorette no aspiraba a ello, un día sería suya. La muchacha tenía grandes sueños para su futuro, seguiría estudiando, sería profesora y algún día tendría un cargo de importancia así que estudiaba hasta que le dolía la cabeza todos los días, siendo siempre la mejor de clase. Así le ocurría, no tenía ni una sola amiga en el instituto femenino de París.
-Venga Lorette, no hagas enfadar a tu madre, ya he llamado a tus doncellas para que te vistan, guarda el libro -su padre rara vez se enfadaba, pero su tono era tan autoritario que jamás se le hubiera ocurrido contradecirle. Sus padres habían venido a París por negocios, no para verla a ella, y además iban a arrastrarla a una fiesta que le interesaba menos que nada. Cerró el libro y se quedó con sus doncellas durante el tiempo restante, dejando que la vistieran. Iba de lo más recargada, en su humilde opinion, pero su madre jamás admitía que no fuera hecha un pincel. Alexandra seguía guardando la esperanza de que Lorette dejara los libros de lado por conocer a algún muchacho de su edad, pero de momento su deseo se había visto incumplido. Justo había terminado de cambiarse cuando su tía Anissa, de negro, entró en la habitación con una sonrisa.
-Vaya, pareces toda una señorita. Si tu madre supiera que te dejo vestirte como te da la gana, no me permitiría volver a cuidarte -dijo con tono divertido, a lo que Lorette le respondió con un aspaviento.- Tía, parezco demasiado mayor, no se qué espera madre de mi, sinceramente... -Y su tía empezó a reirse, claramente divertida por la situación, pero es que era verdad, la madre de Lorette la había vestido de tal forma que parecía que tenía más años de los que sus mejillas llenas de pequitas mostraban. Así que se rió con su tía, consciente de que su madre jamás le dejaría vestirse a su antojo. Tenía suerte, mucha suerte, pensaba cada día.- Coge el violín, Alexandra quiere que toques delante de los Lancaster -así que Lorette lo hizo, jamás osaría no complacer a su madre pues a pesar de que no congeniaban, ella jamás quería que nadie se sintiera mal o enfadado por ella. Menudo poco carácter tengo, pensó fastidiada mientras cogía el maletín del violín y bajaba las escaleras para reunirse con sus padres, que ya tenían el carruaje esperando fuera.
-Lorette Denisse, eres imposible, nos vamos a la fiesta de los Lancaster en 1 hora y ni siquiera has empezado a vestirte. ¿Podrías dejar ya ese estúpido libro? -su madre no estaba muy diplomática aquel día, ni ninguno en general desde que su hermana Coleen había muerto con 4 años. Alexandra era una mujer muy bella, de hecho nació de baja alcurnia y se benefició del casamiento con su padre, pero su carácter era temido hasta por su propio esposo. Lorette solo había heredado de ella el cabello rubio, nada más.
La adolescente se levantó y pronunció un "Sí, madre" de lo más educado, pues así era como le había enseñado ella a tratarla. Todo lo contrario a su tía Anissa, con la que llevaba viviendo 2 años ya en París y que era una mujer de lo más divertida, cariñosa y relajada. Su tía Anissa era la hermana de su padre, Thierry, aunque ellos tampoco se parecían en nada en cuanto a carácter. Lorette sabía que la muerte de su marido hacía 2 años había sido un mazazo emocional para la mujer y que tener a la adolescente había sido un alivio y una forma de sentir que todavía podía dar amor y cariño a alguien, y Lorette se dejaba, encantada de recibir el afecto que en su casa no abundaba. A ella le gustaba pensar que su cabello era rubio como el de Alexandra, pero que su corazón era como el de Anissa.
Alguien más la sacó de sus ensoñaciones en la puerta, su padre Thierry, un hombre más relajado que Alexandra pero increíblemente serio y estoico. Poseía una enorme fortuna familiar cuando se casó con su madre y si bien Lorette no aspiraba a ello, un día sería suya. La muchacha tenía grandes sueños para su futuro, seguiría estudiando, sería profesora y algún día tendría un cargo de importancia así que estudiaba hasta que le dolía la cabeza todos los días, siendo siempre la mejor de clase. Así le ocurría, no tenía ni una sola amiga en el instituto femenino de París.
-Venga Lorette, no hagas enfadar a tu madre, ya he llamado a tus doncellas para que te vistan, guarda el libro -su padre rara vez se enfadaba, pero su tono era tan autoritario que jamás se le hubiera ocurrido contradecirle. Sus padres habían venido a París por negocios, no para verla a ella, y además iban a arrastrarla a una fiesta que le interesaba menos que nada. Cerró el libro y se quedó con sus doncellas durante el tiempo restante, dejando que la vistieran. Iba de lo más recargada, en su humilde opinion, pero su madre jamás admitía que no fuera hecha un pincel. Alexandra seguía guardando la esperanza de que Lorette dejara los libros de lado por conocer a algún muchacho de su edad, pero de momento su deseo se había visto incumplido. Justo había terminado de cambiarse cuando su tía Anissa, de negro, entró en la habitación con una sonrisa.
-Vaya, pareces toda una señorita. Si tu madre supiera que te dejo vestirte como te da la gana, no me permitiría volver a cuidarte -dijo con tono divertido, a lo que Lorette le respondió con un aspaviento.- Tía, parezco demasiado mayor, no se qué espera madre de mi, sinceramente... -Y su tía empezó a reirse, claramente divertida por la situación, pero es que era verdad, la madre de Lorette la había vestido de tal forma que parecía que tenía más años de los que sus mejillas llenas de pequitas mostraban. Así que se rió con su tía, consciente de que su madre jamás le dejaría vestirse a su antojo. Tenía suerte, mucha suerte, pensaba cada día.- Coge el violín, Alexandra quiere que toques delante de los Lancaster -así que Lorette lo hizo, jamás osaría no complacer a su madre pues a pesar de que no congeniaban, ella jamás quería que nadie se sintiera mal o enfadado por ella. Menudo poco carácter tengo, pensó fastidiada mientras cogía el maletín del violín y bajaba las escaleras para reunirse con sus padres, que ya tenían el carruaje esperando fuera.
- vestido:
Última edición por Lorette D. Lefoy el Miér Nov 21, 2018 9:43 am, editado 2 veces
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/11/2018
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
-Menudo pícaro estás hecho. -la voz de su nanna y el tirón conveniente de brazo, gesto que casi le derrama la copa a él encima de su perfecto traje pero como era su nanna se lo permitía todo.
Sonrió a unos conocidos mientras su abuela hablaba con una dama a la que hacía prácticamente poco se le había muerto el marido, dramas y más dramas, sin ningún tipo de interés para el italiano. En esa fiesta no había más que hombres de negocios y parejas mayores ¿y sus hijas y nietas? Seguro que en un lugar mucho más divertido que esa fiesta sin gracia. La copa vacía que dejó en una de las mesas, aprovechando que su nanna estaba distraída para perderse por otro rincón de la fiesta, al menos uno no tan concurrido y el aire no se encontrase atufado con perfume cargado.
Y suspiró cuando el ambiente no parecía infectado de humo de tabaco y perfume, se movía como pez en el agua sonriendo con ese encanto natural y oír los cuchicheos de rigor. Los Gianetti tenían una escala reconocida en la sociedad, a su padre le iban muy bien los negocios y aunque su abuela prefería una vida más tranquila y sin tanto adorno y comodidades, pasaba temporadas en París para sólo estar con su nieto y de paso…no cometiese estupideces. Lo conocía lo suficiente como para saber que terminaría haciendo cualquier locura, le gustaban las mujeres y ese don que tenía para hacer y deshacer a su antojo…le llevaría por el camino de la perdición.
Los felinos ojos de Éferon, se perdieron entre la multitud, las mismas caras, peinados e incluso vestidos y trajes iguales, nada especial. Un grupo de personas parecían estar esperando que algo diese comienzo, hablaban entre sí de lo más animados ¿qué ocurría? Él y su curiosidad, caminó hasta el corrillo, como no con su sonrisa infinita, consiguiendo el mejor sitio de todos, en primera fila.
Y allí en medio del salón, una joven con un violín se preparaba para tocar, era curioso pues ese instrumento rara vez solía utilizarse en dichas reuniones, más el piano. Sin más compañía que la de ella misma, cuando la primera nota abandonó el instrumento, la gente calló de golpe para oír la deliciosa melodía que la joven les deleitaba. Muy delicada, le pareció incluso que apenas tocaba el instrumento. La sonrisa pronto adornó los rostros de las personas que la admiraban, él no perdió ni un acorde, no recordaba la pieza por más que buscaba en su mente por lo que sería original.
Cuando acabó estallaron en una ovación, entre aplausos y felicitaciones, él como no…tuvo que acercarse dedicándole una reverencia, buscando la mirada que aún no había encontrado, pero no lo conseguía, la joven parecía demasiado ocupada en dejar el violín en perfecto estado que en simplemente dedicarle una mirada.
-Buena pieza, ¿también sabes cantar? Si es así, la mezcla hubiese sido realmente fascinante. No te vi antes por aquí…estás de paso ¿cierto? Me acordaría -sonrió dedicándole una reverencia, buscando su mano que no halló, eso le hizo parpadear incrédulo, parecía estar hablando solo.
Sonrió a unos conocidos mientras su abuela hablaba con una dama a la que hacía prácticamente poco se le había muerto el marido, dramas y más dramas, sin ningún tipo de interés para el italiano. En esa fiesta no había más que hombres de negocios y parejas mayores ¿y sus hijas y nietas? Seguro que en un lugar mucho más divertido que esa fiesta sin gracia. La copa vacía que dejó en una de las mesas, aprovechando que su nanna estaba distraída para perderse por otro rincón de la fiesta, al menos uno no tan concurrido y el aire no se encontrase atufado con perfume cargado.
Y suspiró cuando el ambiente no parecía infectado de humo de tabaco y perfume, se movía como pez en el agua sonriendo con ese encanto natural y oír los cuchicheos de rigor. Los Gianetti tenían una escala reconocida en la sociedad, a su padre le iban muy bien los negocios y aunque su abuela prefería una vida más tranquila y sin tanto adorno y comodidades, pasaba temporadas en París para sólo estar con su nieto y de paso…no cometiese estupideces. Lo conocía lo suficiente como para saber que terminaría haciendo cualquier locura, le gustaban las mujeres y ese don que tenía para hacer y deshacer a su antojo…le llevaría por el camino de la perdición.
Los felinos ojos de Éferon, se perdieron entre la multitud, las mismas caras, peinados e incluso vestidos y trajes iguales, nada especial. Un grupo de personas parecían estar esperando que algo diese comienzo, hablaban entre sí de lo más animados ¿qué ocurría? Él y su curiosidad, caminó hasta el corrillo, como no con su sonrisa infinita, consiguiendo el mejor sitio de todos, en primera fila.
Y allí en medio del salón, una joven con un violín se preparaba para tocar, era curioso pues ese instrumento rara vez solía utilizarse en dichas reuniones, más el piano. Sin más compañía que la de ella misma, cuando la primera nota abandonó el instrumento, la gente calló de golpe para oír la deliciosa melodía que la joven les deleitaba. Muy delicada, le pareció incluso que apenas tocaba el instrumento. La sonrisa pronto adornó los rostros de las personas que la admiraban, él no perdió ni un acorde, no recordaba la pieza por más que buscaba en su mente por lo que sería original.
Cuando acabó estallaron en una ovación, entre aplausos y felicitaciones, él como no…tuvo que acercarse dedicándole una reverencia, buscando la mirada que aún no había encontrado, pero no lo conseguía, la joven parecía demasiado ocupada en dejar el violín en perfecto estado que en simplemente dedicarle una mirada.
-Buena pieza, ¿también sabes cantar? Si es así, la mezcla hubiese sido realmente fascinante. No te vi antes por aquí…estás de paso ¿cierto? Me acordaría -sonrió dedicándole una reverencia, buscando su mano que no halló, eso le hizo parpadear incrédulo, parecía estar hablando solo.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Localización : La ciudad del amore , París.
Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Lorette llegó a la fiesta acompaña de su tía y de sus padres. Lo que menos le apetecía en el mundo era una fiesta llena de aburridos adultos que solo querían hacer negocios. Ella deseaba volver a su libro, a sumergirse en sus páginas de apasionantes relatos sobre la conquista romana de media Europa. Eso era lo único que le interesaba y nada más, sin embargo sabía perfectamente que tenía que cumplir porque si no su madre se sentiría desdichada. Al menos tendría que hacerlo por eso, por la señorita que Alexandra quería que ella fuera.
Acompañó a sus padres durante la ronda de turno, empezaba a dolerle el cuello de tanta reverencia y se estaba cansando un poco de los típicos "¿Esta es Lorette?" "Vaya que mayor está" "Es una joven muy hermosa". Todo palabrería, sin embargo tuvo que aguantar que más de un caballero, y no precisamente de su edad, se acercara con preguntas de lo más incómodas e invasivas, casi mirándola con deseo. Estaba acostumbrada, ella rechazaba a los hombres y ellos parecían buscarla con la mirada. Sabía que era parte de sus "dones", al menos así los había llamado ella a falta de algo más, tampoco es que tuviera muy claro como usarlos...
La adolescente siempre era impecable, intachable y amable por ello los hombres finalmente se marchaban conscientes de que ella jamás cedería a sus propósitos, pero siempre con una elegancia sutil. Sabía que no podía perder la educación y tratar mal a alguien, ni siquiera aunque sus intenciones fueran de todo menos buenas. Un leve toque en su hombro la distrajo, era su tía Anissa que le indicaba que la estaban esperando para el recital. Lorette no solía tocar en público y sabía que era mucho más que virtuosa al violín, era una de las pocas cosas en su vida de las que se sentía completamente segura. Tenía la certeza de que cuando tocaba, producía belleza. Así que sacó el violín de su funda, una de sus más preciadas posesiones y lo colocó entre sus brazos, lista para empezar. La gente se congregó a su alrededor y ella comenzó a tocar una melodía propia, totalmente ajena al mundo, solo existía ella y su música. Vestida de azul cielo, con aquel cabello rubio y aquellos ojos esmeralda, llamaba mucho la atención en una fiesta de adultos vestidos de colores oscuros.
Cuando acabó recibió sonrojada una enorme ronda de aplausos, la gente parecía realmente complacida con su pieza y su madre la miraba desde el público con ojos brillantes, claramente satisfecha por el papel de la jovencita en la fiesta. A penas se dio cuenta mientras guardaba su violín de que un jovencito vestido de forma elegante, probablemente no muchos años mayor que ella, se le había acercado. Se dio la vuelta y por educación hizo una reverencia como mandaba la norma.
-Monsieur... Me alegra que le haya gustado mi pieza, pero le aseguro que no soy una buena cantante -a penas le había dirigido una mirada mientras seguía recogiendo su instrumento, no estaba interesada en mantener una conversación con otro joven embobado por ella. Sus ojos eran claros y su tez más oscura que la suya, y apreció que sin duda era atractivo, pero aquello no le llamó la atención en absoluto.- Si me disculpa, me gustaría beber algo -dijo cortando la conversación de cuajo y tal como se había presentado, sin haberle dicho siquiera su nombre, hizo una nueva reverencia y se marchó hacia la zona de las bebidas, dejando al joven estupefacto en medio de la pista.
Acompañó a sus padres durante la ronda de turno, empezaba a dolerle el cuello de tanta reverencia y se estaba cansando un poco de los típicos "¿Esta es Lorette?" "Vaya que mayor está" "Es una joven muy hermosa". Todo palabrería, sin embargo tuvo que aguantar que más de un caballero, y no precisamente de su edad, se acercara con preguntas de lo más incómodas e invasivas, casi mirándola con deseo. Estaba acostumbrada, ella rechazaba a los hombres y ellos parecían buscarla con la mirada. Sabía que era parte de sus "dones", al menos así los había llamado ella a falta de algo más, tampoco es que tuviera muy claro como usarlos...
La adolescente siempre era impecable, intachable y amable por ello los hombres finalmente se marchaban conscientes de que ella jamás cedería a sus propósitos, pero siempre con una elegancia sutil. Sabía que no podía perder la educación y tratar mal a alguien, ni siquiera aunque sus intenciones fueran de todo menos buenas. Un leve toque en su hombro la distrajo, era su tía Anissa que le indicaba que la estaban esperando para el recital. Lorette no solía tocar en público y sabía que era mucho más que virtuosa al violín, era una de las pocas cosas en su vida de las que se sentía completamente segura. Tenía la certeza de que cuando tocaba, producía belleza. Así que sacó el violín de su funda, una de sus más preciadas posesiones y lo colocó entre sus brazos, lista para empezar. La gente se congregó a su alrededor y ella comenzó a tocar una melodía propia, totalmente ajena al mundo, solo existía ella y su música. Vestida de azul cielo, con aquel cabello rubio y aquellos ojos esmeralda, llamaba mucho la atención en una fiesta de adultos vestidos de colores oscuros.
- Solo de violín:
- https://www.youtube.com/watch?v=QuNhTLVgV2Y
Cuando acabó recibió sonrojada una enorme ronda de aplausos, la gente parecía realmente complacida con su pieza y su madre la miraba desde el público con ojos brillantes, claramente satisfecha por el papel de la jovencita en la fiesta. A penas se dio cuenta mientras guardaba su violín de que un jovencito vestido de forma elegante, probablemente no muchos años mayor que ella, se le había acercado. Se dio la vuelta y por educación hizo una reverencia como mandaba la norma.
-Monsieur... Me alegra que le haya gustado mi pieza, pero le aseguro que no soy una buena cantante -a penas le había dirigido una mirada mientras seguía recogiendo su instrumento, no estaba interesada en mantener una conversación con otro joven embobado por ella. Sus ojos eran claros y su tez más oscura que la suya, y apreció que sin duda era atractivo, pero aquello no le llamó la atención en absoluto.- Si me disculpa, me gustaría beber algo -dijo cortando la conversación de cuajo y tal como se había presentado, sin haberle dicho siquiera su nombre, hizo una nueva reverencia y se marchó hacia la zona de las bebidas, dejando al joven estupefacto en medio de la pista.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
La melodía transmitía una sencillez y delicadeza inusual, no solía permanecer en un punto exacto de cualquier lugar durante demasiado tiempo pero esa vez, disfrutó desde la primera nota hasta la última. Siempre había pensado que la música representaba una parte de sí mismo, una oculta que de mostrarla, muy pocos ojos podían eran capaces de leerlo y así fue como ante los ojos del italiano, el aura natural de la joven cautivó sus sentidos sólo centrado en cada nota y gesto, aplaudiendo sin apartar la mirada de ella, no recordaba haberla visto antes…tenía buena memoria y más si la joven era tan bonita como ella.
Con la mejor de sus sonrisas, se presentó ante ella dispuesto a disfrutar la fiesta y encontrar a alguien que seguramente viese aquello como un auténtico dolor de cabeza, aparte de que el hecho de conocer a esa signorina desconocida se convirtió en su objetivo primordial, estaba seguro que en cuestión de horas, terminarían lejos de las miradas y …mejor no adelantar acontecimientos.
Pero…algo no iba bien, en ningún momento le había dedicado, parecía tener prisa y guardar el violín cuanto antes para desaparecer y pasar desapercibida, no se le veía nada cómoda siendo el centro de atención. ¿Cómo sabía eso? Una de sus virtudes el ser observador y ella, no había apartado la mirada de su instrumento de música y por su respuesta, no le quedó duda alguna. Asintió con la cabeza, las ganas de seguir con la conversación iban desapareciendo y el italiano se quedó petrificado cuando con toda elegancia, le dejó allí plantado con su sonrisa infinita…atragantándose casi con un sorbo a la segunda copa de la noche, casi la escupe. ¿Acababa de dejarle con la palabra en la boca?
Y como era de esperar, ese “me gustaría beber algo”, lo tomó como una invitación…por lo que siguió sus pasos con total tranquilidad hasta la mesa de bebidas, ya tenía una copa pero casi vacía por lo que tomó dos de burbujeante champagne y se la tendió raudo, la sobresaltaría pues no lo esperaría y también estaba preparado para cualquier cosa…ya le había dejado a medias al finalizar la actuación.
-Hay más copas por si se niega aceptar la mía, le ofreceré todas las de la mesa hasta que acepte una, ¿no estaba sedienta? -su mirada esmeralda , buscó la ajena sin mucha suerte -Vaya, algunos no saben disimular. -la mirada intensa de Éferon, se clavó en un hombre mayor que la miraba de un modo poco cortés, podría ser el abuelo de la joven…y hasta el suyo propio. Le escrutó con la mirada, advirtiéndole de que apartase la mirada y siguiese con la conversación con su esposa, el muy descarado le importaba bien poco. El hombre carraspeó y se giró, dándoles la espalda… por si acaso el italiano no dejó de mirar a la espalda del desconocido -La sutilidad parece estar sobrevalorada en esta sala -
Ella no le escucharía, seguramente ni se había percatado en el incidente. No estaba acostumbrado a tanto silencio por parte de una fémina, por lo que le impedía marcharse sin más, además no tenía otra qué hacer.
-Gerard-esperó silencio por lo que negó con la cabeza, era absurdo pero ¿desde cuándo alguien se le resistía tanto? Nunca. Se le escapó ese nombre, un apodo que su padre solía insistir en llamarle.
Con la mejor de sus sonrisas, se presentó ante ella dispuesto a disfrutar la fiesta y encontrar a alguien que seguramente viese aquello como un auténtico dolor de cabeza, aparte de que el hecho de conocer a esa signorina desconocida se convirtió en su objetivo primordial, estaba seguro que en cuestión de horas, terminarían lejos de las miradas y …mejor no adelantar acontecimientos.
Pero…algo no iba bien, en ningún momento le había dedicado, parecía tener prisa y guardar el violín cuanto antes para desaparecer y pasar desapercibida, no se le veía nada cómoda siendo el centro de atención. ¿Cómo sabía eso? Una de sus virtudes el ser observador y ella, no había apartado la mirada de su instrumento de música y por su respuesta, no le quedó duda alguna. Asintió con la cabeza, las ganas de seguir con la conversación iban desapareciendo y el italiano se quedó petrificado cuando con toda elegancia, le dejó allí plantado con su sonrisa infinita…atragantándose casi con un sorbo a la segunda copa de la noche, casi la escupe. ¿Acababa de dejarle con la palabra en la boca?
Y como era de esperar, ese “me gustaría beber algo”, lo tomó como una invitación…por lo que siguió sus pasos con total tranquilidad hasta la mesa de bebidas, ya tenía una copa pero casi vacía por lo que tomó dos de burbujeante champagne y se la tendió raudo, la sobresaltaría pues no lo esperaría y también estaba preparado para cualquier cosa…ya le había dejado a medias al finalizar la actuación.
-Hay más copas por si se niega aceptar la mía, le ofreceré todas las de la mesa hasta que acepte una, ¿no estaba sedienta? -su mirada esmeralda , buscó la ajena sin mucha suerte -Vaya, algunos no saben disimular. -la mirada intensa de Éferon, se clavó en un hombre mayor que la miraba de un modo poco cortés, podría ser el abuelo de la joven…y hasta el suyo propio. Le escrutó con la mirada, advirtiéndole de que apartase la mirada y siguiese con la conversación con su esposa, el muy descarado le importaba bien poco. El hombre carraspeó y se giró, dándoles la espalda… por si acaso el italiano no dejó de mirar a la espalda del desconocido -La sutilidad parece estar sobrevalorada en esta sala -
Ella no le escucharía, seguramente ni se había percatado en el incidente. No estaba acostumbrado a tanto silencio por parte de una fémina, por lo que le impedía marcharse sin más, además no tenía otra qué hacer.
-Gerard-esperó silencio por lo que negó con la cabeza, era absurdo pero ¿desde cuándo alguien se le resistía tanto? Nunca. Se le escapó ese nombre, un apodo que su padre solía insistir en llamarle.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
La adolescente se dirigió a la mesa de las bebidas con la clara intención de estar sola y descansar un poco de la charla banal. Observó la zona de las bebidas, sin tener muy claro que tomar aquella noche, aunque sabía que era mayor para tomar alcohol no lo bebía frecuentemente y le asustaba el efecto que pudiera causar en ella, así que se limitaría a bebidas no alcohólicas. Aprovechó para dejar su violín a buen recaudo pues ya no lo necesitaría aquella noche.
No se había percatado en ningún momento de que el joven la había seguido hacia la mesa, pues creía que con elegancia había logrado cortar la conversación antes de que llegara a más. En su cabeza daba vueltas la imagen de ella, en camisón, sentada en su ventana leyendo el tomo histórico. Qué poco le gustaban las fiestas de sociedad y qué poco las frecuentaba, sabía que en cuanto sus padres volvieran al campo su tía la dejaría en paz de fiestas por una temporada, aunque pronto sería su cumpleaños y querría hacer algo para los 17. Pensaba darle otra excusa al joven pero desde la distancia vio como su madre Alexandra la miraba con reproche, como la viera hacer un desaire al chico luego tendría problemas. Así que suspiró.
-Sois un joven de lo más insistente -dijo Lorette, intentando sonar lo más diplomática posible. Sin embargo vio que le tendía una copa de champán y negó con la cabeza- Gracias, pero me limitaré a tomar bebidas no alcohólicas esta noche -así que con la mano tomó un vasito que parecía zumo de algún tipo de fruta y le dio un sorbo, sabía muy dulce. Se dio cuenta de que rechazar su bebida no había sido precisamente cordial, pero esperaba que con las señales adecuadas el chico se rendiría e iría a intentar seducir a alguna otra dama más interesada en sus encantos.
Porque al menos así sentía ella que era, claramente Lorette no le conocía de nada y no era precisamente alguien especialmente sagaz o que calara rápido a la gente, generalmente le costaba ver quien se acercaba a ella con buenas intenciones y quien con malas. Pero estaba claro que aquel joven estaba acostumbrado a que las doncellas cayeran en sus brazos como las abejas a la miel, guapo y rico, el tipo de todas, que mala fortuna había tenido por fijarse en la única chica de aquella fiesta que no le haría absolutamente ningún caso.
A penas se dio cuenta de que otro hombre la miraba, no estaba prestando mucha atención aquella noche a nada relacionado con ese baile, sin embargo salió de sus ensoñaciones y volvió a tierra cuando habló sobre sutilidad y disimulo y una carcajada genuina salió de su garganta, ¿Acaso él estaba siendo sutil en su acercamiento hacia ella? Lo dudaba mucho.- No se, monseiur... Gerard -dijo al escuchar su nombre.- Tampoco parece que la sutilidad sea su fuerte, me ha seguido usted hasta la barra de bebidas y no parece un caballero que acepte un no por respuesta -dijo, claramente divertida por la situación. Decidió que le diría su nombre, tal vez con ello se conformase y se marchara.- Soy Lorette.
No se había percatado en ningún momento de que el joven la había seguido hacia la mesa, pues creía que con elegancia había logrado cortar la conversación antes de que llegara a más. En su cabeza daba vueltas la imagen de ella, en camisón, sentada en su ventana leyendo el tomo histórico. Qué poco le gustaban las fiestas de sociedad y qué poco las frecuentaba, sabía que en cuanto sus padres volvieran al campo su tía la dejaría en paz de fiestas por una temporada, aunque pronto sería su cumpleaños y querría hacer algo para los 17. Pensaba darle otra excusa al joven pero desde la distancia vio como su madre Alexandra la miraba con reproche, como la viera hacer un desaire al chico luego tendría problemas. Así que suspiró.
-Sois un joven de lo más insistente -dijo Lorette, intentando sonar lo más diplomática posible. Sin embargo vio que le tendía una copa de champán y negó con la cabeza- Gracias, pero me limitaré a tomar bebidas no alcohólicas esta noche -así que con la mano tomó un vasito que parecía zumo de algún tipo de fruta y le dio un sorbo, sabía muy dulce. Se dio cuenta de que rechazar su bebida no había sido precisamente cordial, pero esperaba que con las señales adecuadas el chico se rendiría e iría a intentar seducir a alguna otra dama más interesada en sus encantos.
Porque al menos así sentía ella que era, claramente Lorette no le conocía de nada y no era precisamente alguien especialmente sagaz o que calara rápido a la gente, generalmente le costaba ver quien se acercaba a ella con buenas intenciones y quien con malas. Pero estaba claro que aquel joven estaba acostumbrado a que las doncellas cayeran en sus brazos como las abejas a la miel, guapo y rico, el tipo de todas, que mala fortuna había tenido por fijarse en la única chica de aquella fiesta que no le haría absolutamente ningún caso.
A penas se dio cuenta de que otro hombre la miraba, no estaba prestando mucha atención aquella noche a nada relacionado con ese baile, sin embargo salió de sus ensoñaciones y volvió a tierra cuando habló sobre sutilidad y disimulo y una carcajada genuina salió de su garganta, ¿Acaso él estaba siendo sutil en su acercamiento hacia ella? Lo dudaba mucho.- No se, monseiur... Gerard -dijo al escuchar su nombre.- Tampoco parece que la sutilidad sea su fuerte, me ha seguido usted hasta la barra de bebidas y no parece un caballero que acepte un no por respuesta -dijo, claramente divertida por la situación. Decidió que le diría su nombre, tal vez con ello se conformase y se marchara.- Soy Lorette.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
“Questa è la vita reale?
È solo fantasia?
Schiacciati da una valanga,
Nessuna fuga dalla realtà.”
Podría estar bebiendo y en otro lugar mucho más divertido que esa incansable fiesta pero no, debió de acudir con su abuela, era su fiel acompañante y cuando se trataba de ella, jamás se negaba aunque le resultase lo más tedioso. La sonrisa del italiano no desaparecía de su rostro, muy seguro de sí mismo, no tenía tampoco nada qué hacer…de lejos vio a su abuela con un señor de lo más interesado en ella. Lo comprendía, su nanna pese a ser eso…su abuela, lucía muy hermosa y su encanto natural cautivaba a cualquiera, tenía a quién parecerse.
-Grazzie mille, signorina -susurró divertido dejando escapar una risa traviesa, lejos de molestarle le había resultado un halago. Seguía con la vista puesta en la mujer quién reía de lo más contenta y entretenida, le gustaba ver así a su abuela llena de vida -Pues le acompaño en su sana elección -dejó la copa burbujeante a un lado y tomó entre sus dedos un zumo de otra clase, frutas ácidas, le encantaba ese sabor. Por un segundo, desvío la mirada hasta los labios de la joven, brillantes por la bebida y se preguntó a sí mismo algo que seguro, no sabría esa noche…ni ninguna otra.
Por un segundo, la miró extrañado, ni supo porqué le había dado el falso nombre quizás porque nada tenía que perder y le resultaba un juego que no estaba dispuesto a ser el perdedor. La deducción de la signorina afloró su sonrisa amplia, una en la que no le quitaba razón pero tampoco se la daba, sólo se encogió de hombros, inclinándose hacia ella lo suficiente para que sólo ella le oyese.
-Tenía sed ¿seguro que la he seguido? Es una fiesta, es totalmente normal que nos encontremos en diferentes puntos y ambos hemos elegido el mismo -se encogió de hombros como si fuese obvio, la vista se fue de nuevo a su nanna quién había aceptado bailar con dicho hombre -Creo que no le he pedido aún nada para que me diga que no ¿o sí? -sonrió pícaro, bebiéndose el zumo de golpe, la verdad es que ambos parecían tener respuesta para todo. -Así que tendremos que…proponerle algo para que me diga que no, seguro que desea lo mismo que yo, irse de aquí pero no puede porque seguro le ate algún familiar u obligada…por ende, se lo dejo a vos -se quedó en silencio, mirándola, dispuesto a acatar ir hacia dónde ella dispusiese -Sí, soy muy insistente y volveré a insistir, le ha tocado la peor compañía de la fiesta. ¿Les damos un motivo para que murmuren? Un baile , me puede decir que no, de eso se trata el juego
È solo fantasia?
Schiacciati da una valanga,
Nessuna fuga dalla realtà.”
- traduzione:
- Es esto la vida real?
¿Esto es sólo fantasía?
Atrapado en un derrumbe,
No hay escape de la realidad.
Podría estar bebiendo y en otro lugar mucho más divertido que esa incansable fiesta pero no, debió de acudir con su abuela, era su fiel acompañante y cuando se trataba de ella, jamás se negaba aunque le resultase lo más tedioso. La sonrisa del italiano no desaparecía de su rostro, muy seguro de sí mismo, no tenía tampoco nada qué hacer…de lejos vio a su abuela con un señor de lo más interesado en ella. Lo comprendía, su nanna pese a ser eso…su abuela, lucía muy hermosa y su encanto natural cautivaba a cualquiera, tenía a quién parecerse.
-Grazzie mille, signorina -susurró divertido dejando escapar una risa traviesa, lejos de molestarle le había resultado un halago. Seguía con la vista puesta en la mujer quién reía de lo más contenta y entretenida, le gustaba ver así a su abuela llena de vida -Pues le acompaño en su sana elección -dejó la copa burbujeante a un lado y tomó entre sus dedos un zumo de otra clase, frutas ácidas, le encantaba ese sabor. Por un segundo, desvío la mirada hasta los labios de la joven, brillantes por la bebida y se preguntó a sí mismo algo que seguro, no sabría esa noche…ni ninguna otra.
Por un segundo, la miró extrañado, ni supo porqué le había dado el falso nombre quizás porque nada tenía que perder y le resultaba un juego que no estaba dispuesto a ser el perdedor. La deducción de la signorina afloró su sonrisa amplia, una en la que no le quitaba razón pero tampoco se la daba, sólo se encogió de hombros, inclinándose hacia ella lo suficiente para que sólo ella le oyese.
-Tenía sed ¿seguro que la he seguido? Es una fiesta, es totalmente normal que nos encontremos en diferentes puntos y ambos hemos elegido el mismo -se encogió de hombros como si fuese obvio, la vista se fue de nuevo a su nanna quién había aceptado bailar con dicho hombre -Creo que no le he pedido aún nada para que me diga que no ¿o sí? -sonrió pícaro, bebiéndose el zumo de golpe, la verdad es que ambos parecían tener respuesta para todo. -Así que tendremos que…proponerle algo para que me diga que no, seguro que desea lo mismo que yo, irse de aquí pero no puede porque seguro le ate algún familiar u obligada…por ende, se lo dejo a vos -se quedó en silencio, mirándola, dispuesto a acatar ir hacia dónde ella dispusiese -Sí, soy muy insistente y volveré a insistir, le ha tocado la peor compañía de la fiesta. ¿Les damos un motivo para que murmuren? Un baile , me puede decir que no, de eso se trata el juego
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Lorette alzó una ceja porque parecía que el chico no se daba por aludido con ninguna de sus indirectas y que no pensaba marcharse, menudo quebradero de cabeza le estaba resultando. Ella, la chica menos interesada en los hombres de la fiesta, parecía no poder quitárselos de encima aquel día. Buscó por allí con la mirada a su tía Anissa, tal vez ella pudiera salvarla, pero para su fastidio comprobó que no era capaz de encontrarla, de hecho ni a ella ni a sus padres, entre tal algarabía de gente. Y sin embargo sabía que su educación jamás le permitiría ser cortante con él, ella era demasiado dulce para eso.
-No parecéis alguien que acostumbre a beber zumos -cada momento que pasaba se envalentonaba un poco más, ligeramente irritada pero también divertida por la situación. Y le cazó mirándola, pero ahí su timidez fue mayor y evitó comentarlo, como sin duda habría hecho cualquier joven más oseada. Lorette con 16 años se limitó a sonrojarse y cambiar de tema.- ¿Ve a aquella chica? -dijo señalando a una niña que probablemente no tendría más de 8 años y que bailaba en la pista de baile con risotadas de lo más escandalosas.- Creo que ella podría ser más su tipo, seguro que se volvería loca si se le acerca a pedirle un baile.
Y él lejos de darse por vencido, se inclinó cerca de su oído y sintió su aliento cálido en la oreja. Por un momento se dijo a sí misma que era realmente persuasivo y encantador, no había duda de que sabía perfectamente lo que tenía que hacer, pero ella parecía totalmente inmune.- Estoy completamente segura de que usted me ha seguido, no es que sea alguien pagado de sí mismo ni nada parecido, pero tenía una copa en la mano, lo que me indica que su visita a la barra ha parecido caer sospechosamente cerca de la mía.- Y sonrío con naturalidad, convencida de que ahora sí era un comentario con el que había ganado aquella mini-batalla.
Entonces escuchó que la invitaba a un baile y precisamente bailar no es que le apeteciera demasiado y mucho menos llamar la atención sobre su persona, una atención que ella bien se cuidaba en no atraer. Sin olvidar que viéndola bailar con un chico sería la señal que su madre necesitaba para tirarse encima de la chica como un buitre. Sin duda no pensaba darle ese placer a Alexandra.- Ha formulado una pregunta de la que ya sabía la respuesta, monsieur Gerard, así que si me disculpa ahora es aire libre lo que necesito.- Se vio interrumpida cuando los Lancaster tintinearon una copa y comenzaron a dar un largo y aburrido discurso sobre lo agradecidos que estaban de tenerles allí y más cosas de mayores.
Y entonces vio la oportunidad perfecta para escaparse de forma elegante, así que por segunda vez aquella noche le dejó plantado y se adentró en una de las terrazas del palacio, deseosa de que el aire libre le azotara la cara.
-No parecéis alguien que acostumbre a beber zumos -cada momento que pasaba se envalentonaba un poco más, ligeramente irritada pero también divertida por la situación. Y le cazó mirándola, pero ahí su timidez fue mayor y evitó comentarlo, como sin duda habría hecho cualquier joven más oseada. Lorette con 16 años se limitó a sonrojarse y cambiar de tema.- ¿Ve a aquella chica? -dijo señalando a una niña que probablemente no tendría más de 8 años y que bailaba en la pista de baile con risotadas de lo más escandalosas.- Creo que ella podría ser más su tipo, seguro que se volvería loca si se le acerca a pedirle un baile.
Y él lejos de darse por vencido, se inclinó cerca de su oído y sintió su aliento cálido en la oreja. Por un momento se dijo a sí misma que era realmente persuasivo y encantador, no había duda de que sabía perfectamente lo que tenía que hacer, pero ella parecía totalmente inmune.- Estoy completamente segura de que usted me ha seguido, no es que sea alguien pagado de sí mismo ni nada parecido, pero tenía una copa en la mano, lo que me indica que su visita a la barra ha parecido caer sospechosamente cerca de la mía.- Y sonrío con naturalidad, convencida de que ahora sí era un comentario con el que había ganado aquella mini-batalla.
Entonces escuchó que la invitaba a un baile y precisamente bailar no es que le apeteciera demasiado y mucho menos llamar la atención sobre su persona, una atención que ella bien se cuidaba en no atraer. Sin olvidar que viéndola bailar con un chico sería la señal que su madre necesitaba para tirarse encima de la chica como un buitre. Sin duda no pensaba darle ese placer a Alexandra.- Ha formulado una pregunta de la que ya sabía la respuesta, monsieur Gerard, así que si me disculpa ahora es aire libre lo que necesito.- Se vio interrumpida cuando los Lancaster tintinearon una copa y comenzaron a dar un largo y aburrido discurso sobre lo agradecidos que estaban de tenerles allí y más cosas de mayores.
Y entonces vio la oportunidad perfecta para escaparse de forma elegante, así que por segunda vez aquella noche le dejó plantado y se adentró en una de las terrazas del palacio, deseosa de que el aire libre le azotara la cara.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Casi se atraganta al oírle nombrar lo de que no solía beber zumos ¿tenía pinta de excederse con el alcohol? Una risa se le escapó, limpiándose los labios con uno de sus índices y volver a retomar la postura recta, como todo caballero debe adoptar , su nanna insistía mucho en ello y a sabiendas que lo estaría buscando para ver dónde se metía y con quién…al menos darle esa alegría a la mujer.
-Bebo para desayunar, naranja recién exprimida la cual me da energía para todo el día y parte de la noche si se tercia -para qué iba a andarse con rodeos, tenía las cosas muy claras y no se escondía, podría ser un desvergonzado y un caradura pero jamás un mentiroso…si llegaba a oídos de su abuela que se le había ocurrido dar el apelativo falso y no su nombre y apellido real, sería hombre muerto pero dadas las circunstancias, le pareció una forma de jugar y hacer esa noche más interesante.
-La veo, una chica preciosa -la saludó con la mano para atraer la atención de la niña y cuando así fue y los pequeños ojitos claros se posaron en él, el italiano le dedicó una reverencia como si de su alteza se tratase -No lo descarto, amore-le lanzó un beso al aire lo que provocó que la niña riese aún más, iba a proponerle el baile cuando el tintineo le hizo cerrar los ojos de golpe…ahora venía el agradecimiento, “de nada por hacer un evento tan ruidoso y desagradable”…pensó Éferon quién odiaba el murmullo en voz alta y apenas le dejaba hablar con nadie.
Tras el aplauso, giró el rostro hacia la joven que parecía tener mejor plan que escucharle alardear toda la noche, sonrió buscando con su esmeralda mirada a la pequeña que aburrida bailaba sin parar creando su propia fiesta. La música volvió a apaciguar el dudar y calmar un poco los ánimos y los murmullos molestos, Éferon se acercó con una amplia sonrisa a la niña a la que ofreció su diestra a modo de petición de baile tras una elegante reverencia.
-Piccolina ¿me concedes este baile? La signorina me ha dejado triste y desolado, no ha aceptado mi proposición -la pequeña se cogió el vestido adornado con ambos índices y pulgares dedicándole una reverencia al italiano -Encantado. -la tomó de ambas manos y comenzó una danza suave que provocó pequeñas carcajadas en ambos.
Lorette podía ver la escena por la ventana, él guiaba sus pasos, más despacio de como debería el baile, creando uno paralelo a como los demás bailaban en el salón, eran los únicos que no iban acorde a los pasos que había que dar. La sonrisa de él iluminó el rostro de la pequeña al alzarla por la cintura y darle un par de vueltas. Se le veía de lo más cómodo y nada fingido, se lo estaba pasando en grande, antes de decirle lo que deseaba, le confesó un secreto.
- ¿Me la traes? Me encantaría bailar con ella -la niña tras dejarla en el suelo, corrió hasta Lorette tomándola de la mano para que se uniese al baile, Éferon las miraba con una sonrisa, él…buscó la mirada ajena, el resto de personas parecían detenerse de golpe tras él por la intensidad y seguridad de cómo la miraba. Ya dependía de ella si quería aceptar o no, sí, era muy persuasivo y si no aceptaba lo entendería pues él iría al balcón, necesitaría aire fresco.
-Quiere bailar con vos, mi lady -el italiano juntó las manos a modo de súplica, la niña le indicó que se acercase a ella -Me ha dicho que es la más bonita de la fiesta y que si no desea bailar con él…¡bailemos los tres! -la sonrisa infantil, se mezcló con la de él de fondo. La imagen de Lorie con la pequeña le arrancó una sonrisa sincera, no fingida...real.
-Bebo para desayunar, naranja recién exprimida la cual me da energía para todo el día y parte de la noche si se tercia -para qué iba a andarse con rodeos, tenía las cosas muy claras y no se escondía, podría ser un desvergonzado y un caradura pero jamás un mentiroso…si llegaba a oídos de su abuela que se le había ocurrido dar el apelativo falso y no su nombre y apellido real, sería hombre muerto pero dadas las circunstancias, le pareció una forma de jugar y hacer esa noche más interesante.
-La veo, una chica preciosa -la saludó con la mano para atraer la atención de la niña y cuando así fue y los pequeños ojitos claros se posaron en él, el italiano le dedicó una reverencia como si de su alteza se tratase -No lo descarto, amore-le lanzó un beso al aire lo que provocó que la niña riese aún más, iba a proponerle el baile cuando el tintineo le hizo cerrar los ojos de golpe…ahora venía el agradecimiento, “de nada por hacer un evento tan ruidoso y desagradable”…pensó Éferon quién odiaba el murmullo en voz alta y apenas le dejaba hablar con nadie.
Tras el aplauso, giró el rostro hacia la joven que parecía tener mejor plan que escucharle alardear toda la noche, sonrió buscando con su esmeralda mirada a la pequeña que aburrida bailaba sin parar creando su propia fiesta. La música volvió a apaciguar el dudar y calmar un poco los ánimos y los murmullos molestos, Éferon se acercó con una amplia sonrisa a la niña a la que ofreció su diestra a modo de petición de baile tras una elegante reverencia.
-Piccolina ¿me concedes este baile? La signorina me ha dejado triste y desolado, no ha aceptado mi proposición -la pequeña se cogió el vestido adornado con ambos índices y pulgares dedicándole una reverencia al italiano -Encantado. -la tomó de ambas manos y comenzó una danza suave que provocó pequeñas carcajadas en ambos.
Lorette podía ver la escena por la ventana, él guiaba sus pasos, más despacio de como debería el baile, creando uno paralelo a como los demás bailaban en el salón, eran los únicos que no iban acorde a los pasos que había que dar. La sonrisa de él iluminó el rostro de la pequeña al alzarla por la cintura y darle un par de vueltas. Se le veía de lo más cómodo y nada fingido, se lo estaba pasando en grande, antes de decirle lo que deseaba, le confesó un secreto.
- ¿Me la traes? Me encantaría bailar con ella -la niña tras dejarla en el suelo, corrió hasta Lorette tomándola de la mano para que se uniese al baile, Éferon las miraba con una sonrisa, él…buscó la mirada ajena, el resto de personas parecían detenerse de golpe tras él por la intensidad y seguridad de cómo la miraba. Ya dependía de ella si quería aceptar o no, sí, era muy persuasivo y si no aceptaba lo entendería pues él iría al balcón, necesitaría aire fresco.
-Quiere bailar con vos, mi lady -el italiano juntó las manos a modo de súplica, la niña le indicó que se acercase a ella -Me ha dicho que es la más bonita de la fiesta y que si no desea bailar con él…¡bailemos los tres! -la sonrisa infantil, se mezcló con la de él de fondo. La imagen de Lorie con la pequeña le arrancó una sonrisa sincera, no fingida...real.
- canzione con la piccolina:
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Lorette casi se atraganta con su zumito cuando el joven habló de su desayuno con más descaro del que ella esperaba. Como no estaba acostumbrada a hablar de algo así se sintió otra vez enrojecer y se enfadó encima con ella misma por su falta total de carácter y personalidad. Él estaba consiguiendo provocarla, a la tímida adolescente vestida de azul claro cuyo único interés en el mundo era el conocimiento.
-Esperad monsieur, yo no... era broma... -pero ya era demasiado tarde, había llamado a la niña y la pequeña se había acercado, claramente interesada en bailar con un joven atractivo, parecía que la pequeña estaba demasiado aburrida, de todas formas. Con un suspiro dramático y que esperaba que se oyera perfectamente llegó a un pequeño balcón que daba vistas a un jardín cuyo fin no podía apreciarse a simple vista. Era increíble el palacio real, pensó, claro que a ella las fiestas y todo eso no le impresionaban demasiado.
Aunque Lorette quería olvidarse de aquella fiesta y de aquel joven de lo más insistente se descubrió a sí misma observando con todo detalle su baile con la pequeña niña y lo achacó a que se aburría demasiado y por ello captaba su atención. Parecían divertirse mucho bailando juntos y la escena tenía un toque de ternura bastante llamativo, un hombre grande y elegante, bailando con una pequeña y pasándoselo juntos como si fuera la mejor noche de su vida. Sin poder contenerla se le escapó una leve sonrisa, tal vez de diversión o tal vez de ternura, pero en seguida decidió retirarla de su cara, no estaba dispuesta a que él la viera sonriendo.
De pronto la pequeña vino hacia ella y le soltó todo aquello. Lorette abrió sus enormes ojos de color aguamarina mucho, claramente sorprendida por una jugada que no había visto venir ni de lejos. Este hombre era increíble, ¿Gerard había dicho que se llamaba? Menudo pieza estaba hecho, había conseguido que si le rechazaba la pequeña se sintiera responsable y Lorette no pensaba hacer sentir mal a una pequeña. Suspiró dramáticamente y tomó la mano de la niña.- Está bien...- Y la siguió hasta llegar a él.- Sois... increíble, un solo baile y si acepto a cambio me dejaréis en paz, ¿trato hecho? -dijo mientras se acercaba lo suficiente para que él tomase su cintura como marcaba la etiqueta.
Y entonces comenzaron a bailar suavemente, Lorie era una bailarina bastante buena y se movía con seguridad por la pista, pues cuando había música de por medio su timidez quedaba algo más escondida. La pequeña hacía pucheros al verse dada de lado así que Lorette tomó también su mano con la que le quedaba libre y la invitó a la danza con ellos, esperando que aquello le agradara. Miró de reojo al hombre y se dio cuenta, de forma incómoda, de que sus ojos verdes eran sencillamente profundos y hermosos.
-Esperad monsieur, yo no... era broma... -pero ya era demasiado tarde, había llamado a la niña y la pequeña se había acercado, claramente interesada en bailar con un joven atractivo, parecía que la pequeña estaba demasiado aburrida, de todas formas. Con un suspiro dramático y que esperaba que se oyera perfectamente llegó a un pequeño balcón que daba vistas a un jardín cuyo fin no podía apreciarse a simple vista. Era increíble el palacio real, pensó, claro que a ella las fiestas y todo eso no le impresionaban demasiado.
Aunque Lorette quería olvidarse de aquella fiesta y de aquel joven de lo más insistente se descubrió a sí misma observando con todo detalle su baile con la pequeña niña y lo achacó a que se aburría demasiado y por ello captaba su atención. Parecían divertirse mucho bailando juntos y la escena tenía un toque de ternura bastante llamativo, un hombre grande y elegante, bailando con una pequeña y pasándoselo juntos como si fuera la mejor noche de su vida. Sin poder contenerla se le escapó una leve sonrisa, tal vez de diversión o tal vez de ternura, pero en seguida decidió retirarla de su cara, no estaba dispuesta a que él la viera sonriendo.
De pronto la pequeña vino hacia ella y le soltó todo aquello. Lorette abrió sus enormes ojos de color aguamarina mucho, claramente sorprendida por una jugada que no había visto venir ni de lejos. Este hombre era increíble, ¿Gerard había dicho que se llamaba? Menudo pieza estaba hecho, había conseguido que si le rechazaba la pequeña se sintiera responsable y Lorette no pensaba hacer sentir mal a una pequeña. Suspiró dramáticamente y tomó la mano de la niña.- Está bien...- Y la siguió hasta llegar a él.- Sois... increíble, un solo baile y si acepto a cambio me dejaréis en paz, ¿trato hecho? -dijo mientras se acercaba lo suficiente para que él tomase su cintura como marcaba la etiqueta.
Y entonces comenzaron a bailar suavemente, Lorie era una bailarina bastante buena y se movía con seguridad por la pista, pues cuando había música de por medio su timidez quedaba algo más escondida. La pequeña hacía pucheros al verse dada de lado así que Lorette tomó también su mano con la que le quedaba libre y la invitó a la danza con ellos, esperando que aquello le agradara. Miró de reojo al hombre y se dio cuenta, de forma incómoda, de que sus ojos verdes eran sencillamente profundos y hermosos.
Última edición por Lorette D. Lefoy el Jue Nov 22, 2018 2:47 pm, editado 1 vez
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
El italiano pecaba de espontáneo y no le importó en absoluto compartir una pieza de baile con la pequeña quién encantada se dejaba llevar por él, sonrió ampliamente al contemplarla feliz y oír sus carcajadas las cuales le contagió, sus padres parecían más ocupados en cualquier conversación o negocio rentable que en su bienestar. No pasó desapercibida para nanna Gianetti la escena con la piccolina y tampoco la siguiente, a una joven acercándose de la mano de la niña hacia Éferon ¿se acababa de perder algo? Y no cualquier cosa, algo muy importante.
-Trato hecho -quería deshacerse de él pero eso era imposible, le divertía el hecho de que acabase saliéndose con la suya, él se fijó en las luces doradas reflejadas en los ojos aguamarina de Lorette, le parecieron muy hermosos pero no dijo nada , sólo le sonrió sin poder despegar la mirada de la suya. Ambos parecían encajar como piezas de puzle, moviéndose con elegancia y suavidad, se desenvolvía como pez en el agua y pronto, no tardaron en fijarse en ellos danzar al son de la música con la pequeña alrededor dando vueltas sin parar. -Grazzie por lo de increíble, me esperaba un apelativo diferente como…desvergonzado, aprovechado, pesado… -buscó más al desviar la mirada hacia el techo y negó con la cabeza, se había decidido a tener un solo baile con él y así sería.
No tuvo problema en tomar a la pequeña de la otra mano y obligarle dar vueltas y vueltas, sus ojos verdes centelleaban de alegría y sin dejar de sonreír, buscó con la mirada a Lorie, a quién pilló mirándole y su reacción fue enarcar una ceja. A las dos , las alzó de las puntas de sus manos para dar una vuelta en sí mismas, sonrió ampliamente por la risa de la niña quien había quedado prendada del italiano. Cuando la pieza acabó, no soltó a ninguna de las dos, se agachó para revolverle el cabello a la piccolina y dejar un cortés beso en su mano, la madre de la criatura llamó su atención para que dejase de molestar a lo que él negó seguido de una reverencia.
Ahora, tocaba despedirse, finalizar un baile que había durado toda la noche y en ese momento daba su fin, Éferon acortó las distancias sin pasarse del protocolo y besó su dorso sin apartar la mirada de ella ni un segundo. No, no fue como con otras mujeres, la había buscado y no encontrado , excepto esas miradas fugaces a las que atribuyó como no querer ser descortés con él pero como el italiano era todo un caballero, aceptó el trato, con eso se conformaba.
-Ha sido un verdadero placer beber zumo de frutas y haber bailado en compañía con la piccolina y usted -ya había dejado el beso protocolario pero era incapaz de soltarla, no sabía porqué pero de algún modo creía que se iba a romper el momento en cuanto la soltase -Un placer, Lorie -ese diminutivo apenas le salió como un susurro, perdiéndose en sus ojos aguamarina.
-¡Por fin te encontré! -la voz de su nanna le sobresaltó, provocando en él una sonrisa, Éferon seguía de la mano de Lorette, a lo que la mujer parpadeó..él no solía hacer ese tipo de gestos en público -¿No me la presentas? Soy Éuphemia Gianetti -sonrió a la joven, dedicándole una reverencia -No me ha dado tiempo, nanna y creo que se marchaba…- la mujer negó con la cabeza -No seas descortés e invitála a tomar el aire, está roja como un tomate…deberíais dar un paseo , insistió y Éferon le preguntó a Lorie con la mirada, le temía a su abuela y mucho, la hermosa mujer les indicó la puerta hacia los pasillos que daban al jardín. Él miró a su acompañante…ella decidía si quería o no ese paseo.
-Trato hecho -quería deshacerse de él pero eso era imposible, le divertía el hecho de que acabase saliéndose con la suya, él se fijó en las luces doradas reflejadas en los ojos aguamarina de Lorette, le parecieron muy hermosos pero no dijo nada , sólo le sonrió sin poder despegar la mirada de la suya. Ambos parecían encajar como piezas de puzle, moviéndose con elegancia y suavidad, se desenvolvía como pez en el agua y pronto, no tardaron en fijarse en ellos danzar al son de la música con la pequeña alrededor dando vueltas sin parar. -Grazzie por lo de increíble, me esperaba un apelativo diferente como…desvergonzado, aprovechado, pesado… -buscó más al desviar la mirada hacia el techo y negó con la cabeza, se había decidido a tener un solo baile con él y así sería.
No tuvo problema en tomar a la pequeña de la otra mano y obligarle dar vueltas y vueltas, sus ojos verdes centelleaban de alegría y sin dejar de sonreír, buscó con la mirada a Lorie, a quién pilló mirándole y su reacción fue enarcar una ceja. A las dos , las alzó de las puntas de sus manos para dar una vuelta en sí mismas, sonrió ampliamente por la risa de la niña quien había quedado prendada del italiano. Cuando la pieza acabó, no soltó a ninguna de las dos, se agachó para revolverle el cabello a la piccolina y dejar un cortés beso en su mano, la madre de la criatura llamó su atención para que dejase de molestar a lo que él negó seguido de una reverencia.
Ahora, tocaba despedirse, finalizar un baile que había durado toda la noche y en ese momento daba su fin, Éferon acortó las distancias sin pasarse del protocolo y besó su dorso sin apartar la mirada de ella ni un segundo. No, no fue como con otras mujeres, la había buscado y no encontrado , excepto esas miradas fugaces a las que atribuyó como no querer ser descortés con él pero como el italiano era todo un caballero, aceptó el trato, con eso se conformaba.
-Ha sido un verdadero placer beber zumo de frutas y haber bailado en compañía con la piccolina y usted -ya había dejado el beso protocolario pero era incapaz de soltarla, no sabía porqué pero de algún modo creía que se iba a romper el momento en cuanto la soltase -Un placer, Lorie -ese diminutivo apenas le salió como un susurro, perdiéndose en sus ojos aguamarina.
-¡Por fin te encontré! -la voz de su nanna le sobresaltó, provocando en él una sonrisa, Éferon seguía de la mano de Lorette, a lo que la mujer parpadeó..él no solía hacer ese tipo de gestos en público -¿No me la presentas? Soy Éuphemia Gianetti -sonrió a la joven, dedicándole una reverencia -No me ha dado tiempo, nanna y creo que se marchaba…- la mujer negó con la cabeza -No seas descortés e invitála a tomar el aire, está roja como un tomate…deberíais dar un paseo , insistió y Éferon le preguntó a Lorie con la mirada, le temía a su abuela y mucho, la hermosa mujer les indicó la puerta hacia los pasillos que daban al jardín. Él miró a su acompañante…ella decidía si quería o no ese paseo.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Él aceptó su trato, como ella esperaba, así que en la pista de baile danzaron la mitad solos y la otra mitad tomando cada uno la manita de aquella pequeña que se estaba divirtiendo de lo lindo a su costa. Se preguntó donde estarían sus padres y se imaginó que en el mismo lugar que los suyos, perdidos por la sala intentando cerrar algún trato de negocios ventajoso y si la dama era suficientemente mayor, un casamiento. Lorette sabía que sus padres le estaban dando tiempo para intentar casarse por amor, pero que si llegaba el plazo que ellos consideraran necesario la casarían por razones de beneficio. Ella sentía náuseas solo de pensar en casarse con alguien si no existía amor entre ellos, suponía que aquello era fruto de los pájaros en la cabeza que tenía de leer tantísimas novelas de todo tipo, incluidas las novelas de romance.
-Bueno, mi vocabulario jamás me permitiría llamarle algo así, pero digamos que el apelativo increíble no iba precisamente como un cumplido sino más bien como un reproche -siguieron bailando con la niña hasta que pronto la música cesó, momento en el que se separaron y terminaron el baile con una reverencia. Él había cumplido su palabra y ella la de concederle el baile, era el momento de separar sus caminos, sin embargo su mano seguía en la de él tras haber depositado un suave beso en el dorso de ésta.- Igualmente -dijo, sintiendo que era mitad verdad, mitad mentira. Se sobresaltó levemente cuando la llamó Lorie, pues nadie la llamaba jamás así, solo Lorette. Sin embargo le agradó el diminutivo, aunque no se lo dijo.
De pronto una mujer muy esbelta, de piel y cabello moreno y muy hermosa se presentó ante ellos, a lo que la adolescente le regaló la reverencia de rigor.- Madame Gianetti, es un placer conocerla -ella no hablaba italiano, había leído tratados en italiano y le costaba mucho, era mejor en lenguas como el latín, el griego o el inglés, sin embargo le sonaba que nanna significaba abuela, aunque aquella mujer parecía de todo menos la abuela de nadie. Ella iba a decirle su propio nombre cuando una voz se le adelantó.
-Lorette, pequeña, ¿dónde estabas? -como una exhalación su tía Anissa había llegado hasta ellos claramente buscándola y entonces dirigió una mirada al joven y a la mujer con una amplia sonrisa, su tía siempre intentaba sonreír, aunque se notaba la tristeza en cada gesto que hacía en público, todavía echaba de menos a su marido fallecido. Hizo otra reverencia y se colocó al lado de su sobrina, portaba en sus brazos el abrigo de ésta.- Oh discúlpame, no sabía que tenías compañía, encantada de conocerles señores...
-Gianetti -finalizó Lorette, dándole el apellido con el que la mujer se había presentado y entonces su tía puso una cara de sorpresa bastante llamativa, como si no esperara que ellos se conocieran de nada.- Gianetti, vaya, ¿no serán ustedes por casualidad parientes de Giacomo Gianetti? -Lorette tenía cara de que no se estaba enterando de nada así que con un suave codazo animó a su tía a que siguiera hablando.- Oh Lorette, el señor Gianetti va a hacer negocios de lo más beneficiosos con tus padres, van a contribuir en su empresa náutica y por ello van a estar una temporada en París, ¿No lo sabías? Y supongo que usted debe ser su hijo -a su tía Anissa no le había pasado desapercibido ni por un solo momento que su mano seguía en la de su sobrina.- Vaya, menuda sorpresa, parece que os habéis conocido antes de tiempo pero vais a veros muchas veces a partir de ahora.
-Bueno, mi vocabulario jamás me permitiría llamarle algo así, pero digamos que el apelativo increíble no iba precisamente como un cumplido sino más bien como un reproche -siguieron bailando con la niña hasta que pronto la música cesó, momento en el que se separaron y terminaron el baile con una reverencia. Él había cumplido su palabra y ella la de concederle el baile, era el momento de separar sus caminos, sin embargo su mano seguía en la de él tras haber depositado un suave beso en el dorso de ésta.- Igualmente -dijo, sintiendo que era mitad verdad, mitad mentira. Se sobresaltó levemente cuando la llamó Lorie, pues nadie la llamaba jamás así, solo Lorette. Sin embargo le agradó el diminutivo, aunque no se lo dijo.
De pronto una mujer muy esbelta, de piel y cabello moreno y muy hermosa se presentó ante ellos, a lo que la adolescente le regaló la reverencia de rigor.- Madame Gianetti, es un placer conocerla -ella no hablaba italiano, había leído tratados en italiano y le costaba mucho, era mejor en lenguas como el latín, el griego o el inglés, sin embargo le sonaba que nanna significaba abuela, aunque aquella mujer parecía de todo menos la abuela de nadie. Ella iba a decirle su propio nombre cuando una voz se le adelantó.
-Lorette, pequeña, ¿dónde estabas? -como una exhalación su tía Anissa había llegado hasta ellos claramente buscándola y entonces dirigió una mirada al joven y a la mujer con una amplia sonrisa, su tía siempre intentaba sonreír, aunque se notaba la tristeza en cada gesto que hacía en público, todavía echaba de menos a su marido fallecido. Hizo otra reverencia y se colocó al lado de su sobrina, portaba en sus brazos el abrigo de ésta.- Oh discúlpame, no sabía que tenías compañía, encantada de conocerles señores...
-Gianetti -finalizó Lorette, dándole el apellido con el que la mujer se había presentado y entonces su tía puso una cara de sorpresa bastante llamativa, como si no esperara que ellos se conocieran de nada.- Gianetti, vaya, ¿no serán ustedes por casualidad parientes de Giacomo Gianetti? -Lorette tenía cara de que no se estaba enterando de nada así que con un suave codazo animó a su tía a que siguiera hablando.- Oh Lorette, el señor Gianetti va a hacer negocios de lo más beneficiosos con tus padres, van a contribuir en su empresa náutica y por ello van a estar una temporada en París, ¿No lo sabías? Y supongo que usted debe ser su hijo -a su tía Anissa no le había pasado desapercibido ni por un solo momento que su mano seguía en la de su sobrina.- Vaya, menuda sorpresa, parece que os habéis conocido antes de tiempo pero vais a veros muchas veces a partir de ahora.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
“La fine di una notte di caduta”
Cuando el baile dio fin, Éferon dio por finalizada la velada en compañía de la exquisita dama que le faltaba tiempo de salir corriendo y no se lo reprochaba pero en este caso, en cuanto la nanna hizo acto de presencia, fue él quién quiso escapar cual cervatillo. La mujer le estudió con la mirada, le faltó levantar las manos en plan “no estoy haciendo nada que tú no harías” y una mirada bastó para que el joven dejase escapar un suspiro, no iba a creerlo aunque lo jurase mil veces y menos al tener a Lorette de la mano, un gesto que no había tenido en cuenta, como si se le hubiese olvidado soltarle de la mano…un gesto involuntario de que no se quería marchar pero su inquietud decía lo contrario, ese hombre era un auténtico misterio en sí mismo.
Fue a decir algo cuando la voz femenina de una mujer le detuvo, los ojos verdes del italiano se perdieron intermitentemente en las tres mujeres que esperaban dijese algo, lo que fuese pero ¿qué decir? Temía no fuese del agrado de su nanna y le produjese un disgusto. Sólo le dedicó a la recién llegada una reverencia, oír el nombre de su padre lo alertó ¿de qué conocía esa mujer a su padre? Pronto fue descubierto, el mundo era un pañuelo y ellos seguían de la mano, la soltó de forma disimulada, o al menos para él lo fue, carraspeando y llevándose esa misma mano a la boca…su abuela negó con la cabeza, su nieto era un caso perdido.
-¿Conocido antes de tiempo? -esperaba que a su padre no le diese por comprometerlo porque era bueno para los negocios, le oyó decir que tenía uno entre manos ¿y se le obligaba a casarse? Él casado, tener que ser fiel y toda esa parafernalia , lo respetaba pero no se veía casado ni de lejos. Su cara fue un poema, sólo asintió al preguntar si era su hijo, tenía tantas ganas de salir corriendo que ahora el colorado era él, lo estaba pasando realmente mal ¿y si sus pensamientos eran ciertos?.
-Encantado de conocerlas, estoy seguro que los negocios irán viento en popa -se rió por el chiste pero no era tan bueno ni gracioso para estallar en carcajadas -Pues…andiamo, buona notte, un placer -nanna Gianetti le impidió el paso, ¿de qué diablos estaba hablando? Jamás había visto a su nieto así, a lo mejor había bebido demasiado, será que no se lo advertía pero él que iba a saber -¿Nanna? -la tomó del brazo para acercarla hacia sí , lo que iba a desvelarle provocó en la dama una risa de lo más desconcertante viniendo de alguien como ella pero …es que su nieto era una auténtica caja de sorpresas -¿Éf…?-preguntó pero antes de que dijese nada la apartó de ambas mujeres, los ojos verdes no se apartaban de la chica -Seguro que tu hijo, mi padre, me ha vendido y…¡no pienso casarme! ¿cómo que nos hemos conocido antes de tiempo? -Éferon hiperventilaba, el simple hecho de imaginarse casado….le hizo tragar saliva -Hijo, no es lo que crees ¿quién iba a querer casarte? Aunque ya deberías echar el ojo alguna, esa es un buen partido -negó con la cabeza sin perder su eterna sonrisa, no no quería un matrimonio -Pues muy bien pero solo era amable y deja de sonreír ¡deja de hacerlo! Se caía y le di la mano, por si ….¡nanna! -la risa de la mujer fue interrumpida al taparse ella misma la boca, sus ojos claro se desviaron hacia las otras dos mujeres quien ajenas a la escena, podían ver a un italiano gesticular mucho, ponerse enfermo con el hecho de imaginarse casado -Sólo son negocios ¿madame Lefoy? Os invitamos a cenar mañana, mi hijo estará encantado de recibirla y nosotros por supuesto ¡qué menos ¡
En la cabeza del italiano ya pensaba en algo acordado entre las familias, como si no pintasen nada pero qué equivocado estaba, aún así, se encontraba incómodo… no se le quitaba de la cabeza ¿él casado? Per favore….
- traduzione:
- El fin de una noche de otoño
Cuando el baile dio fin, Éferon dio por finalizada la velada en compañía de la exquisita dama que le faltaba tiempo de salir corriendo y no se lo reprochaba pero en este caso, en cuanto la nanna hizo acto de presencia, fue él quién quiso escapar cual cervatillo. La mujer le estudió con la mirada, le faltó levantar las manos en plan “no estoy haciendo nada que tú no harías” y una mirada bastó para que el joven dejase escapar un suspiro, no iba a creerlo aunque lo jurase mil veces y menos al tener a Lorette de la mano, un gesto que no había tenido en cuenta, como si se le hubiese olvidado soltarle de la mano…un gesto involuntario de que no se quería marchar pero su inquietud decía lo contrario, ese hombre era un auténtico misterio en sí mismo.
Fue a decir algo cuando la voz femenina de una mujer le detuvo, los ojos verdes del italiano se perdieron intermitentemente en las tres mujeres que esperaban dijese algo, lo que fuese pero ¿qué decir? Temía no fuese del agrado de su nanna y le produjese un disgusto. Sólo le dedicó a la recién llegada una reverencia, oír el nombre de su padre lo alertó ¿de qué conocía esa mujer a su padre? Pronto fue descubierto, el mundo era un pañuelo y ellos seguían de la mano, la soltó de forma disimulada, o al menos para él lo fue, carraspeando y llevándose esa misma mano a la boca…su abuela negó con la cabeza, su nieto era un caso perdido.
-¿Conocido antes de tiempo? -esperaba que a su padre no le diese por comprometerlo porque era bueno para los negocios, le oyó decir que tenía uno entre manos ¿y se le obligaba a casarse? Él casado, tener que ser fiel y toda esa parafernalia , lo respetaba pero no se veía casado ni de lejos. Su cara fue un poema, sólo asintió al preguntar si era su hijo, tenía tantas ganas de salir corriendo que ahora el colorado era él, lo estaba pasando realmente mal ¿y si sus pensamientos eran ciertos?.
-Encantado de conocerlas, estoy seguro que los negocios irán viento en popa -se rió por el chiste pero no era tan bueno ni gracioso para estallar en carcajadas -Pues…andiamo, buona notte, un placer -nanna Gianetti le impidió el paso, ¿de qué diablos estaba hablando? Jamás había visto a su nieto así, a lo mejor había bebido demasiado, será que no se lo advertía pero él que iba a saber -¿Nanna? -la tomó del brazo para acercarla hacia sí , lo que iba a desvelarle provocó en la dama una risa de lo más desconcertante viniendo de alguien como ella pero …es que su nieto era una auténtica caja de sorpresas -¿Éf…?-preguntó pero antes de que dijese nada la apartó de ambas mujeres, los ojos verdes no se apartaban de la chica -Seguro que tu hijo, mi padre, me ha vendido y…¡no pienso casarme! ¿cómo que nos hemos conocido antes de tiempo? -Éferon hiperventilaba, el simple hecho de imaginarse casado….le hizo tragar saliva -Hijo, no es lo que crees ¿quién iba a querer casarte? Aunque ya deberías echar el ojo alguna, esa es un buen partido -negó con la cabeza sin perder su eterna sonrisa, no no quería un matrimonio -Pues muy bien pero solo era amable y deja de sonreír ¡deja de hacerlo! Se caía y le di la mano, por si ….¡nanna! -la risa de la mujer fue interrumpida al taparse ella misma la boca, sus ojos claro se desviaron hacia las otras dos mujeres quien ajenas a la escena, podían ver a un italiano gesticular mucho, ponerse enfermo con el hecho de imaginarse casado -Sólo son negocios ¿madame Lefoy? Os invitamos a cenar mañana, mi hijo estará encantado de recibirla y nosotros por supuesto ¡qué menos ¡
En la cabeza del italiano ya pensaba en algo acordado entre las familias, como si no pintasen nada pero qué equivocado estaba, aún así, se encontraba incómodo… no se le quitaba de la cabeza ¿él casado? Per favore….
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Lorette escuchó a su tía patidifusa, pero el que sus padres se metieran en negocios de todo tipo no le resultaba nada nuevo ni excesivamente interesante. Aparentemente iban a invertir en la empresa de barcos del padre del joven, lo único que le extrañaba es que de toda la gente que podía haber conocido en la fiesta se le hubiera acercado justo su hijo. Alzó una ceja extrañada, preguntándose si no era el destino un tanto caprichoso en sus vaivenes.
-Bueno tía, padre y madre siempre están invirtiendo en negocios nuevos así que, supongo que por eso están aquí esta noche -Observó con curiosidad que el joven parecía haberse puesto repentinamente colorado y luego muy pálido y se preguntó que debía haber escuchado que lo inquietara tanto. Solo era otro aburrido acuerdo de negocios entre sus padres, nada nuevo en el horizonte.- Nada importante querido, en algún momento os habríais visto, puesto que los padres de Lorette van a invertir mucho dinero en la empresa de tu padre. Eso es motivo de alegría para vosotros, ¿no? -su tía Anissa parecía muy desconcertada porque de pronto el joven quisiera salir corriendo, no había dicho nada malo, que ella supiera.
Él salió corriendo y Anissa y Lorette observaron con curiosidad la extraña conversación que mantenían en italiano él y la señora Gianetti, de la que no se estaban enterando de nada y se preguntaron, con una mirada, qué iba mal en aquel lugar.- Tía no entiendo nada, es un joven muy extraño... -su tía le dio un codazo amistoso que la hizo tambalearse.- ¿Si? Pues tienes que reconocer que es muy guapo y por los negocios de vuestros padres seguro que le ves a menudo. - Lorette se sintió enrojecer y miró mal a su tía.- Es un joven presuntuoso, altanero y excesivamente insistente con las damas. Te aseguro tía que ni en mil años me fijaría en él. A mí solo me interesan mis libros, y punto. -era bastante difícil enfadar a Lorette pero parecía sospechosamente molesta por las indagaciones de su tía y zanjó la conversación cuanto antes y se puso el abrigo.
Antes de lo que pensaban, ambos regresaron de su conversación y la señora Gianetti las invitó a una cena. Lorette había decidido que no pensaba ir, sin embargo su tía Anissa habló.- Se lo agradezco mucho, madame Gianetti, acudiré a su cena y estoy segura de que mi hermano y su mujer, los padres de Lorette, también acudirán encantados pues será la primera de muchas cenas en post de los negocios.- su tía siempre le sorprendía pues bajo esa fachada de mujer dulce, había una auténtica personalidad fuerte y estaba claro que se manejaba como pez en el agua en el mundo de los negocios. Pero su sobrina... Ay Lorette.
Jamás lo admitiría pero estaba de lo más enfurruñada, aún no comprendía por qué el chico le había soltado la mano de golpe y aunque no pensaba expresarlo en alto o reconocerlo, estaba realmente ofendida por el gesto. Ella ni siquiera quería que se la tomara, para empezar, pero ya que lo había hecho ¿a qué venía soltarla como si su piel quemara? Le había parecido descortés y no quería volver a verle nunca.- Lo lamento pero una cena de adultos que tratan negocios no es lugar para una adolescente, espero verles en alguna otra ocasión. -Dijo, hizo una reverencia un poco tiesa y se marchó deprisa del lugar sin a penas mirarle, buscando a sus padres y esperando que su tía la siguiera.- Ha sido un placer, creo que mi sobrina está cansada, discúlpenla... Lorette, ¡Lorette espera!
-Bueno tía, padre y madre siempre están invirtiendo en negocios nuevos así que, supongo que por eso están aquí esta noche -Observó con curiosidad que el joven parecía haberse puesto repentinamente colorado y luego muy pálido y se preguntó que debía haber escuchado que lo inquietara tanto. Solo era otro aburrido acuerdo de negocios entre sus padres, nada nuevo en el horizonte.- Nada importante querido, en algún momento os habríais visto, puesto que los padres de Lorette van a invertir mucho dinero en la empresa de tu padre. Eso es motivo de alegría para vosotros, ¿no? -su tía Anissa parecía muy desconcertada porque de pronto el joven quisiera salir corriendo, no había dicho nada malo, que ella supiera.
Él salió corriendo y Anissa y Lorette observaron con curiosidad la extraña conversación que mantenían en italiano él y la señora Gianetti, de la que no se estaban enterando de nada y se preguntaron, con una mirada, qué iba mal en aquel lugar.- Tía no entiendo nada, es un joven muy extraño... -su tía le dio un codazo amistoso que la hizo tambalearse.- ¿Si? Pues tienes que reconocer que es muy guapo y por los negocios de vuestros padres seguro que le ves a menudo. - Lorette se sintió enrojecer y miró mal a su tía.- Es un joven presuntuoso, altanero y excesivamente insistente con las damas. Te aseguro tía que ni en mil años me fijaría en él. A mí solo me interesan mis libros, y punto. -era bastante difícil enfadar a Lorette pero parecía sospechosamente molesta por las indagaciones de su tía y zanjó la conversación cuanto antes y se puso el abrigo.
Antes de lo que pensaban, ambos regresaron de su conversación y la señora Gianetti las invitó a una cena. Lorette había decidido que no pensaba ir, sin embargo su tía Anissa habló.- Se lo agradezco mucho, madame Gianetti, acudiré a su cena y estoy segura de que mi hermano y su mujer, los padres de Lorette, también acudirán encantados pues será la primera de muchas cenas en post de los negocios.- su tía siempre le sorprendía pues bajo esa fachada de mujer dulce, había una auténtica personalidad fuerte y estaba claro que se manejaba como pez en el agua en el mundo de los negocios. Pero su sobrina... Ay Lorette.
Jamás lo admitiría pero estaba de lo más enfurruñada, aún no comprendía por qué el chico le había soltado la mano de golpe y aunque no pensaba expresarlo en alto o reconocerlo, estaba realmente ofendida por el gesto. Ella ni siquiera quería que se la tomara, para empezar, pero ya que lo había hecho ¿a qué venía soltarla como si su piel quemara? Le había parecido descortés y no quería volver a verle nunca.- Lo lamento pero una cena de adultos que tratan negocios no es lugar para una adolescente, espero verles en alguna otra ocasión. -Dijo, hizo una reverencia un poco tiesa y se marchó deprisa del lugar sin a penas mirarle, buscando a sus padres y esperando que su tía la siguiera.- Ha sido un placer, creo que mi sobrina está cansada, discúlpenla... Lorette, ¡Lorette espera!
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Éferon se las veía venir, su padre se empeñaba en que tenía que casarse pronto y así ser su socio en el negocio, le ayudaba pero no era lo mismo si tenía su familia y un propósito de vida, deseaba que el negocio pasase a su hijo y ya pasaba la veintena, con su edad ya lo tenía a él y una buena vida que se había forjado con mucho esfuerzo. A su esposa no le faltaría de nada y a ese niño tampoco, después de la pérdida de la mujer la relación con su hijo se distanció y la nanna terminó ejerciendo de madre y padre al mismo tiempo, Giacomo Gianetti se centró en sus negocios y a llevar una vida de lujo y sin preocupaciones.
La mayor parte del tiempo, él y su abuela vivían entre París y Venecia, Éuphemia tenía sus propios negocios e importaba telas italianas a las boutiques de Francia, la moda y la confección era algo que había ejercido toda su vida y repercutido también a su nieto, ninguno vestía nada que no fuese creado por la dama o de los comercios de sus proveedores. Ambos no podían quejarse, contaban también con el apoyo económico de su padre aunque a Éferon el tema de los navíos no le causase gran interés. Resopló porque no creía a su nanna, ya los había pillado hablando de algo parecido, buscando candidatas acorde a su posición y perfectas para convertirse en su esposa, él no deseaba ser esposo de nadie y menos lidiar con una vida que no deseaba, Éuphemia le sorprendía esa faceta de su nieto, tan libre y soñador como lo fue su hija.
-Volví a ser un desconsiderado por vuestros asuntos de historias de matrimonio, nanna no quiero casarme, menos ahora que… -su abuela le siseó para que guardase silencio lo que provocó en Éferon que arrugase un tanto el ceño, no estaba cómodo y menos saber que la familia de Lorette y la suya iban a ser tan cercanas…no quería tampoco dar ideas equivocadas pero bueno, viéndolo por el lado positivo ella le había dejado claro que preferiría bailar con una piedra que con él. Volvió junto a su abuela hacia las personas que les aguardaban y él, no perdió la compostura, observaba a cada uno de los miembros de la familia en silencio, esa era su forma de conocerlos a su modo, era muy observador y no se le escapaba nada por lo que el comportamiento de la joven no fue para menos.
-Cansada…y…-la nanna se volvió hacia él fulminándolo con la mirada, ya iba a decir algo indebido, tampoco se había tomado muy bien el “rechazo” le pidió como trato dejarla en paz tras el baile como si fuese un estorbo y un auténtico peso del que liberarse. Visiblemente irritado, la observó en la lejanía aligerar el paso hasta que se perdió en el carruaje -¡Éferon Gianetti! ¿se puede saber qué mosca te ha picado? ¿desde cuándo eres un maleducado? Has molestado a la signorina y no sólo eso, como eso influya en las decisiones de los negocios de tu padre será cuando al final habrá boda tan sólo por tu comportamiento infantil y no quiero oír más, me encargaré de que la hija de los Lefoy acuda para que te disculpes ante sus padres ¿me has oído? Y no me pongas esos labios de cachorro abandonado porque esta vez no cuela -
Éferon parpadeó ¿acababa de decir que encima tenía que pedirle disculpas? Pues perdón por haber perdido el tiempo en la fiesta por tan sólo un baile del que recibió un tortazo invisible con esa manera despectiva de “me dejará en paz” ¿qué había de malo? El italiano no dijo nada, se despidió de los anfitriones y volvió a casa muy frustrado , cansado y enfadado consigo mismo, ella le había rechazado y encima provocó que se comportase como un verdadero idiota.
Éuphemia Gianetti, imploró a los Lefoy que acudiesen con su hija pues era de especial importancia y urgencia que se presentase. Éferon no tenía otra, su padre estaba muy defraudado con él con su comportamiento, él no solía comportarse así y menos con una dama. A regañadientes, allí en el hall junto con su abuela , vestía de azul oscuro con el interior blanco como la nieve, resaltando su bonito color de piel tostada como la de su abuela que brillaba con luz propia, en el recibidor…la mujer miró de reojo a su nieto, no estaba muy convencido ¡seguía molesto! Y si pudiese saber porqué ¿rechazado? Eso lo llevaba tan mal…
La mayor parte del tiempo, él y su abuela vivían entre París y Venecia, Éuphemia tenía sus propios negocios e importaba telas italianas a las boutiques de Francia, la moda y la confección era algo que había ejercido toda su vida y repercutido también a su nieto, ninguno vestía nada que no fuese creado por la dama o de los comercios de sus proveedores. Ambos no podían quejarse, contaban también con el apoyo económico de su padre aunque a Éferon el tema de los navíos no le causase gran interés. Resopló porque no creía a su nanna, ya los había pillado hablando de algo parecido, buscando candidatas acorde a su posición y perfectas para convertirse en su esposa, él no deseaba ser esposo de nadie y menos lidiar con una vida que no deseaba, Éuphemia le sorprendía esa faceta de su nieto, tan libre y soñador como lo fue su hija.
-Volví a ser un desconsiderado por vuestros asuntos de historias de matrimonio, nanna no quiero casarme, menos ahora que… -su abuela le siseó para que guardase silencio lo que provocó en Éferon que arrugase un tanto el ceño, no estaba cómodo y menos saber que la familia de Lorette y la suya iban a ser tan cercanas…no quería tampoco dar ideas equivocadas pero bueno, viéndolo por el lado positivo ella le había dejado claro que preferiría bailar con una piedra que con él. Volvió junto a su abuela hacia las personas que les aguardaban y él, no perdió la compostura, observaba a cada uno de los miembros de la familia en silencio, esa era su forma de conocerlos a su modo, era muy observador y no se le escapaba nada por lo que el comportamiento de la joven no fue para menos.
-Cansada…y…-la nanna se volvió hacia él fulminándolo con la mirada, ya iba a decir algo indebido, tampoco se había tomado muy bien el “rechazo” le pidió como trato dejarla en paz tras el baile como si fuese un estorbo y un auténtico peso del que liberarse. Visiblemente irritado, la observó en la lejanía aligerar el paso hasta que se perdió en el carruaje -¡Éferon Gianetti! ¿se puede saber qué mosca te ha picado? ¿desde cuándo eres un maleducado? Has molestado a la signorina y no sólo eso, como eso influya en las decisiones de los negocios de tu padre será cuando al final habrá boda tan sólo por tu comportamiento infantil y no quiero oír más, me encargaré de que la hija de los Lefoy acuda para que te disculpes ante sus padres ¿me has oído? Y no me pongas esos labios de cachorro abandonado porque esta vez no cuela -
Éferon parpadeó ¿acababa de decir que encima tenía que pedirle disculpas? Pues perdón por haber perdido el tiempo en la fiesta por tan sólo un baile del que recibió un tortazo invisible con esa manera despectiva de “me dejará en paz” ¿qué había de malo? El italiano no dijo nada, se despidió de los anfitriones y volvió a casa muy frustrado , cansado y enfadado consigo mismo, ella le había rechazado y encima provocó que se comportase como un verdadero idiota.
Éuphemia Gianetti, imploró a los Lefoy que acudiesen con su hija pues era de especial importancia y urgencia que se presentase. Éferon no tenía otra, su padre estaba muy defraudado con él con su comportamiento, él no solía comportarse así y menos con una dama. A regañadientes, allí en el hall junto con su abuela , vestía de azul oscuro con el interior blanco como la nieve, resaltando su bonito color de piel tostada como la de su abuela que brillaba con luz propia, en el recibidor…la mujer miró de reojo a su nieto, no estaba muy convencido ¡seguía molesto! Y si pudiese saber porqué ¿rechazado? Eso lo llevaba tan mal…
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/01/2016
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
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DOS SEMANAS MÁS TARDE... NOVIEMBRE, 1800.
Lorie se estaba vistiendo en casa de su tía Anissa, donde residían ella y sus padres. La cena con los Gianetti se había visto post-puesta e iba a ser dos semanas después pero había llegado el día. La joven luchó mucho para no tener que acudir sin embargo su madre Alexandra no le dejó opción y le dijo que si no acudía a la cena no le permitiría asistir más al instituto. Cuando mantuvieron aquella conversación los ojos de Lorette se humedecieron profundamente y aceptó, sus estudios eran importantes, no podía perderlos así que tuvo que resignarse y estar allí.
Lorette llevaba aquel día un precioso vestido lila con bordados que su madre Alexandra había encargado para ella como regalo de cumpleaños. Había cumplido los 17 hacía tan solo 5 días y ese había sido su presente. Su padre le había regalado un apasionante tomo sobre historia egipcia que ya guardaba en su estantería y que le había hecho ilusión pero su regalo favorito había sido el de su tía Anissa, que se había presentado el día de su cumpleaños con un precioso cachorrito de bichón maltés de solo un mes de vida. Lorette no pudo evitar gritar de la emoción pues siempre había querido un perro y sus padres no le dejaban, supuso que a su tía le había costado mucho poder dárselo. De nombre había decidido llamarlo Bibou, porque significaba cariñito y aquella bolita de pelo era muy adorable.
-Lorette, haz el favor de bajar al perro, te vas a llenar el vestido de pelo y nos marcharemos en cualquier momento y antes de que me lo digas no, Bibou no viene -era su madre Alexandra la que estaba en la habitación con ella, se sentó al lado de la joven que jugaba con el perrito, se lo quitó de las manos y lo bajó. Lorette no dijo nada, jamás osaba contradecir a su madre.- Y, por favor, se de buena cuenta lo que ocurrió en la fiesta con el joven Gianetti y lo descortés que fuiste con ellos, quiero que te portes de forma intachable esta noche. Eres una dama y tienes que portarte como tal, ya basta de actitudes infantiles porque no eres una niña pequeña. Si tienes que conversar con el joven Gianetti, lo harás y no quiero ninguna réplica porque como sepa que no te portas como debes tu estancia en París terminará y volverás a la villa conmigo y con tu padre, ¿He sido lo bastante clara al respecto? -Alexandra había sido de lo más tajante así que a la francesa no le quedó más que asentir y pronunciar la frase que mas acostumbraba a decirle: "Sí, madre".
Ella se marchó y como solía pasar, su tía, que había escuchado toda la conversación, entró en la habitación y vio a una Lorette que se mordía el labio y luchaba por contener las lágrimas tras tremendo ultimátum. Todo aquello era culpa de él, si no se le hubiera acercado durante la fiesta nada de esto habría ocurrido... Si había tenido tiempo para calmar sus ánimos en dos semanas, ahora volvía a estar a la defensiva con el joven. Su tía no dijo nada, la tomó de la mano y juntas bajaron las escaleras puesto que el carruaje que los recogía ya estaba listo. Montaron los cuatro y mantuvieron el silencio hasta que llegaron al hogar de los Gianetti.
Lorie observó las presentaciones de rigor entre sus padres, los Lefoy, su tía y los Gianetti, estaba la abuela de la familia, el padre y por su puesto el joven que la traía por el camino de la amargura, Gerard, impecablemente arreglado como ella. No pudo evitar penetrarle con la mirada, acto seguido puso la más encantadora de sus sonrisas, la que haría derretir el hielo y dijo.- Gracias por la humilde bienvenida señores Gianetti, es un enorme placer cenar hoy con ustedes y son sumamente amables. Estoy segura de que disfrutaremos de una de las mejores cenas -Lorette se estaba portando de forma tan delicada como su madre le había pedido, aunque en realidad prefiriera en ese instante tirarle algo a aquel joven que la miraba de esa forma, como si escrutara su aspecto físico con más interés de la cuenta. Aquello solo la enojó más aún- Pasemos adentro, pronto llegará la temporada de nieve y hace frío. -dijo su padre, bastante escueto y que tampoco pronunciaría muchas más palabras aquella noche, él era el dueño del dinero pero la que de verdad manejaba los negocios era Alexandra.
Cuando llegaron al comedor tomaron asiento y ella observó con fastidiosa casualidad que la sentaban al lado del joven, probablemente para que si querían abstraerse de la conversación de negocios de los adultos, pudieran hacerlo. Lorette se había dicho que no sería descortés o cortante pero que si era posible le ignoraría, todavía escocía en su memoria el recuerdo de él soltando su mano de forma abrupta, como si tenérsela tomada fuera la mayor de las vergüenzas. Ella sabía que también había sido cortante con él y a la dulce Lorette aquello no le hacía feliz, ella siempre era tranquila y calmada y con aquel chico parecía perder los nervios y la compostura fácilmente y eso la inquietaba profundamente.
-Monsieur Gianetti, es un placer compartir esta velada con usted -dijo mientras jugaba distraídamente con una servilleta. La chica tenía un tic y era que cuando se ponía nerviosa tenía que hacer algo con los dedos, ya fuera pellizcárselos, jugar con algo o como ahora, retorcer la servilleta.
DOS SEMANAS MÁS TARDE... NOVIEMBRE, 1800.
Lorie se estaba vistiendo en casa de su tía Anissa, donde residían ella y sus padres. La cena con los Gianetti se había visto post-puesta e iba a ser dos semanas después pero había llegado el día. La joven luchó mucho para no tener que acudir sin embargo su madre Alexandra no le dejó opción y le dijo que si no acudía a la cena no le permitiría asistir más al instituto. Cuando mantuvieron aquella conversación los ojos de Lorette se humedecieron profundamente y aceptó, sus estudios eran importantes, no podía perderlos así que tuvo que resignarse y estar allí.
Lorette llevaba aquel día un precioso vestido lila con bordados que su madre Alexandra había encargado para ella como regalo de cumpleaños. Había cumplido los 17 hacía tan solo 5 días y ese había sido su presente. Su padre le había regalado un apasionante tomo sobre historia egipcia que ya guardaba en su estantería y que le había hecho ilusión pero su regalo favorito había sido el de su tía Anissa, que se había presentado el día de su cumpleaños con un precioso cachorrito de bichón maltés de solo un mes de vida. Lorette no pudo evitar gritar de la emoción pues siempre había querido un perro y sus padres no le dejaban, supuso que a su tía le había costado mucho poder dárselo. De nombre había decidido llamarlo Bibou, porque significaba cariñito y aquella bolita de pelo era muy adorable.
-Lorette, haz el favor de bajar al perro, te vas a llenar el vestido de pelo y nos marcharemos en cualquier momento y antes de que me lo digas no, Bibou no viene -era su madre Alexandra la que estaba en la habitación con ella, se sentó al lado de la joven que jugaba con el perrito, se lo quitó de las manos y lo bajó. Lorette no dijo nada, jamás osaba contradecir a su madre.- Y, por favor, se de buena cuenta lo que ocurrió en la fiesta con el joven Gianetti y lo descortés que fuiste con ellos, quiero que te portes de forma intachable esta noche. Eres una dama y tienes que portarte como tal, ya basta de actitudes infantiles porque no eres una niña pequeña. Si tienes que conversar con el joven Gianetti, lo harás y no quiero ninguna réplica porque como sepa que no te portas como debes tu estancia en París terminará y volverás a la villa conmigo y con tu padre, ¿He sido lo bastante clara al respecto? -Alexandra había sido de lo más tajante así que a la francesa no le quedó más que asentir y pronunciar la frase que mas acostumbraba a decirle: "Sí, madre".
Ella se marchó y como solía pasar, su tía, que había escuchado toda la conversación, entró en la habitación y vio a una Lorette que se mordía el labio y luchaba por contener las lágrimas tras tremendo ultimátum. Todo aquello era culpa de él, si no se le hubiera acercado durante la fiesta nada de esto habría ocurrido... Si había tenido tiempo para calmar sus ánimos en dos semanas, ahora volvía a estar a la defensiva con el joven. Su tía no dijo nada, la tomó de la mano y juntas bajaron las escaleras puesto que el carruaje que los recogía ya estaba listo. Montaron los cuatro y mantuvieron el silencio hasta que llegaron al hogar de los Gianetti.
Lorie observó las presentaciones de rigor entre sus padres, los Lefoy, su tía y los Gianetti, estaba la abuela de la familia, el padre y por su puesto el joven que la traía por el camino de la amargura, Gerard, impecablemente arreglado como ella. No pudo evitar penetrarle con la mirada, acto seguido puso la más encantadora de sus sonrisas, la que haría derretir el hielo y dijo.- Gracias por la humilde bienvenida señores Gianetti, es un enorme placer cenar hoy con ustedes y son sumamente amables. Estoy segura de que disfrutaremos de una de las mejores cenas -Lorette se estaba portando de forma tan delicada como su madre le había pedido, aunque en realidad prefiriera en ese instante tirarle algo a aquel joven que la miraba de esa forma, como si escrutara su aspecto físico con más interés de la cuenta. Aquello solo la enojó más aún- Pasemos adentro, pronto llegará la temporada de nieve y hace frío. -dijo su padre, bastante escueto y que tampoco pronunciaría muchas más palabras aquella noche, él era el dueño del dinero pero la que de verdad manejaba los negocios era Alexandra.
Cuando llegaron al comedor tomaron asiento y ella observó con fastidiosa casualidad que la sentaban al lado del joven, probablemente para que si querían abstraerse de la conversación de negocios de los adultos, pudieran hacerlo. Lorette se había dicho que no sería descortés o cortante pero que si era posible le ignoraría, todavía escocía en su memoria el recuerdo de él soltando su mano de forma abrupta, como si tenérsela tomada fuera la mayor de las vergüenzas. Ella sabía que también había sido cortante con él y a la dulce Lorette aquello no le hacía feliz, ella siempre era tranquila y calmada y con aquel chico parecía perder los nervios y la compostura fácilmente y eso la inquietaba profundamente.
-Monsieur Gianetti, es un placer compartir esta velada con usted -dijo mientras jugaba distraídamente con una servilleta. La chica tenía un tic y era que cuando se ponía nerviosa tenía que hacer algo con los dedos, ya fuera pellizcárselos, jugar con algo o como ahora, retorcer la servilleta.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Éuphemia le colocó bien el cuello y alisó el chaleco con mucha suavidad, sin perder la vista de sus ojos verdes. Se le veía tan atractivo con ese hermoso chaleco que no podía disimular la sonrisa cómplice con su amado nieto quién esta noche, no le devolvía la sonrisa ni siquiera para contentarla y no meterse en líos. No sólo fue rechazado y dejado en ridículo delante de las familias sino también tenía que disculparse ¿él? ¡oh vamos! y aunque pasaron dos semanas, el enfado y la resignación aumentaban por segundos, no le hacía gracia ni esa familia, ni los tratos de negocios y menos esa cena, los hijos no pintaban nada en los negocios de los padres pero claro, el italiano se tenía que disculpar ante la signorina y hasta que no lo hiciese su abuela no le dejaría tranquilo.
Cuando el cochero aparcó delante de la puerta, Éferon resopló ante lo que se llevó un golpe en la boca del estómago con la mano de su nanna, lo volvía a advertir con la mirada y esa mirada significaba el peor de los castigos, prefería morir en la hoguera o incluso le estuviesen tirando de los mofletes esas señoras que no paraban de alagarlo y recordarle lo guapo y mayor que se había hecho…como si no lo supiera y se lo repitiesen mil veces pero su abuela, lo miraba de forma especial pues sentía esa calidez y cariño. Los trajes del italiano lo confeccionaba ella misma y el resultado de ese en concreto quitaba el aliento, él era un estupendo modelo para exponer sus trabajos, como bien le decía muchas veces “le utilizaba”.
-Sei incredibile-él sólo mostró una pequeña sonrisa, estaba disgustado y no era ningún secreto, su padre lo miró con recelo advirtiéndole que esa noche se comportase y no estropease sus asuntos. Las presentaciones convenientes a las que él como todo caballero recibió de forma educada y con una breve sonrisa, sonrisa que es congeló al ver la de la joven quien fingía mejor que él desde luego..tampoco había que ser muy inteligente para saber que ninguno deseaba estar ahí -Signora, signore…signorina -la nanna al oírle tan monótono le dedicó una mirada fugaz, él entornó los ojos cuando nadie le vio y asintió… se portaría.
-No lo es -murmuró para que sólo ella lo oyese, aprovechando que le retiraba él mismo la silla y la acomodase en el asiento, su nanna los observaba con disimulo…qué exquisita y elegante, la dulzura que transmitía su mirada le agradaba pero su nieto ni le había hecho un cumplido, con lo que él era ¿tan molesto estaba? -Beberé esta noche agua, grazzie Lucille -la jovencita se sonrojó por el simple hecho de recordar su nombre, una jovencita mas o menos de la edad de Lorette quien no quitaba los ojos al señorito de la casa -Y beberéis zumo, lo que acostumbráis por las noches antes de iros a la cama -parecía una conversación normal, con un tono pausado y por la expresión no parecía pesarle estar allí -Los buenos actores se reconocen entre ellos, puede mentir a sus padres y su tía pero a mí no, no tiene que ser amable conmigo, tampoco darme conversación. La dejo en paz como me mandó a prometer y yo siempre cumplo mis promesas -
Dio un largo trago a su copa de agua y cerró los ojos, en tonos claros se podía diferenciar aún más el tono de su piel y el color verde intenso de sus ojos verdes. Giacomo, indicaba los plazos en los que el navío para los Lefoy, un navío personal y del que sin duda podrían sacar partido y ambas familias podrían hacer un buen negocio.
- Congratulazioni por su aniversario -¿cómo lo sabía? Su abuela fue hábil, con esas palabras la joven no estaría tan molesta con él pero el solo hecho de estar sentado junto al otro seguro fuese un sufrimiento para la joven Lorette -Mi comportamiento fue indebido, eso cree mi abuela. Le pido disculpas -ni la miró, inmerso en su cristalina agua que mecía la copa entre sus dedos, estaba claro que no lo quería ni ver en pintura -Sei bellísima -la nanna sonrió pues le leyó los labios y él no apartó la mirada de su plato, él…ya dio su brazo a torcer y más molesto parecía por cómo fruncía el ceño.
Cuando el cochero aparcó delante de la puerta, Éferon resopló ante lo que se llevó un golpe en la boca del estómago con la mano de su nanna, lo volvía a advertir con la mirada y esa mirada significaba el peor de los castigos, prefería morir en la hoguera o incluso le estuviesen tirando de los mofletes esas señoras que no paraban de alagarlo y recordarle lo guapo y mayor que se había hecho…como si no lo supiera y se lo repitiesen mil veces pero su abuela, lo miraba de forma especial pues sentía esa calidez y cariño. Los trajes del italiano lo confeccionaba ella misma y el resultado de ese en concreto quitaba el aliento, él era un estupendo modelo para exponer sus trabajos, como bien le decía muchas veces “le utilizaba”.
-Sei incredibile-él sólo mostró una pequeña sonrisa, estaba disgustado y no era ningún secreto, su padre lo miró con recelo advirtiéndole que esa noche se comportase y no estropease sus asuntos. Las presentaciones convenientes a las que él como todo caballero recibió de forma educada y con una breve sonrisa, sonrisa que es congeló al ver la de la joven quien fingía mejor que él desde luego..tampoco había que ser muy inteligente para saber que ninguno deseaba estar ahí -Signora, signore…signorina -la nanna al oírle tan monótono le dedicó una mirada fugaz, él entornó los ojos cuando nadie le vio y asintió… se portaría.
-No lo es -murmuró para que sólo ella lo oyese, aprovechando que le retiraba él mismo la silla y la acomodase en el asiento, su nanna los observaba con disimulo…qué exquisita y elegante, la dulzura que transmitía su mirada le agradaba pero su nieto ni le había hecho un cumplido, con lo que él era ¿tan molesto estaba? -Beberé esta noche agua, grazzie Lucille -la jovencita se sonrojó por el simple hecho de recordar su nombre, una jovencita mas o menos de la edad de Lorette quien no quitaba los ojos al señorito de la casa -Y beberéis zumo, lo que acostumbráis por las noches antes de iros a la cama -parecía una conversación normal, con un tono pausado y por la expresión no parecía pesarle estar allí -Los buenos actores se reconocen entre ellos, puede mentir a sus padres y su tía pero a mí no, no tiene que ser amable conmigo, tampoco darme conversación. La dejo en paz como me mandó a prometer y yo siempre cumplo mis promesas -
Dio un largo trago a su copa de agua y cerró los ojos, en tonos claros se podía diferenciar aún más el tono de su piel y el color verde intenso de sus ojos verdes. Giacomo, indicaba los plazos en los que el navío para los Lefoy, un navío personal y del que sin duda podrían sacar partido y ambas familias podrían hacer un buen negocio.
- Congratulazioni por su aniversario -¿cómo lo sabía? Su abuela fue hábil, con esas palabras la joven no estaría tan molesta con él pero el solo hecho de estar sentado junto al otro seguro fuese un sufrimiento para la joven Lorette -Mi comportamiento fue indebido, eso cree mi abuela. Le pido disculpas -ni la miró, inmerso en su cristalina agua que mecía la copa entre sus dedos, estaba claro que no lo quería ni ver en pintura -Sei bellísima -la nanna sonrió pues le leyó los labios y él no apartó la mirada de su plato, él…ya dio su brazo a torcer y más molesto parecía por cómo fruncía el ceño.
- traje:
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
La pobre Lorette no podía borrar de su mente las palabras de Alexandra "Si no te comportas volverás a la villa", sabía que su madre jamás amenazaba en balde y que si pensaba por un solo momento que iba a salirse con la suya, estaba equivocada. Amaba su vida en París y con su tía demasiado como para estropearlo por un joven que ni tan siquiera estaba mínimamente interesado en ella. Como ella conocía bien a su madre y sabía lo mucho que se jugaba, siguió con su farsa exquisita de la cual nadie sospecharía lo más mínimo, o eso pensaba ella porque la realidad es que Lorie siempre ha sido un libro abierto para los demás.
Sintió su susurro y escuchó un "no lo es", bueno, al menos los dos estaban de acuerdo en que aquella velada no era del agrado de ninguno así que no sería necesario que ella fingiera más que ante sus familias.- Me alegra que vos y yo estemos de acuerdo en algo... -dijo y entonces se percató que la señorita que servía las bebidas parecía especialmente interesada en el joven de buena familia. Lorette encarcó una ceja, por supuesto que lo estaba, era precisamente eso lo que había hecho que el joven se pasara su vida creyendo que era irresistible. Pero a ella le gustaba pensar que todos nos encontramos con alguna piedra en el camino. Sin embargo pronto su comentario la hizo enrojecer, más de ira que de timidez.- Yo no estoy fingiendo, monsieur Gianetti. Tengo que estar aquí y por ende me comportaré de forma intachable con vos, porque soy una dama y... por la cuenta que me trae -aquello último se le escapó, pero tampoco esperaba que el lo comprendiera lo más mínimo. Su familia parecía ser perfecta, su abuela le adoraba, era evidente. Y ella no podía dejar de pensar en Alexandra a quien la felicidad de su única hija le era bastante indiferente, ella quería más a Coleen y cuando Lorie tenía 6 años Coleen murió con 4 y su madre ya jamás había vuelto a mostrar afecto por la hija que le quedaba, probablemente habiendo deseado que no fuera Coleen la que enfermó. A veces pensaba en Coleen, pero para ella su hermana no era más que un vago recuerdo.
Ella se sobresaltó cuando la felicitó por algo... aniversario, ¿sabía acaso que había sido su cumpleaños recientemente?.- Gracias, fue una fiesta de lo más deliciosa... -dijo un poco inquieta, sobre todo cuando dijo lo último. Una disculpa, lo que menos se esperaba en el mundo, estaba saliendo de su boca. Pero Lorette tan inocente ella no sospechó durante un solo segundo que fuera forzada u obligada y medio sonrío de forma genuina, cualquier persona que admitiera un error era de nuevo agradable para ella.- Se lo agradezco monsieur, yo tampoco fui la mejor de las damas aquella noche pero espero que pueda perdonarme también y agradezco que admita su error, es muy caballeroso por su parte. -Lorette lo decía totalmente en serio aunque su interlocutor no pareció muy agradado.
Lorie mantuvo el silencio tras esa frase y bebió de su vaso, volvió a atacar la servilleta en un claro síntoma de incomodidad, retorciéndola entre sus manos con fuerza. Para su alivio antes de lo que pensaba sirvieron la comida, un suculento plantel de platos que parecían traídos de Italia o que al menos imitaban recetas de la tierra.
Sintió su susurro y escuchó un "no lo es", bueno, al menos los dos estaban de acuerdo en que aquella velada no era del agrado de ninguno así que no sería necesario que ella fingiera más que ante sus familias.- Me alegra que vos y yo estemos de acuerdo en algo... -dijo y entonces se percató que la señorita que servía las bebidas parecía especialmente interesada en el joven de buena familia. Lorette encarcó una ceja, por supuesto que lo estaba, era precisamente eso lo que había hecho que el joven se pasara su vida creyendo que era irresistible. Pero a ella le gustaba pensar que todos nos encontramos con alguna piedra en el camino. Sin embargo pronto su comentario la hizo enrojecer, más de ira que de timidez.- Yo no estoy fingiendo, monsieur Gianetti. Tengo que estar aquí y por ende me comportaré de forma intachable con vos, porque soy una dama y... por la cuenta que me trae -aquello último se le escapó, pero tampoco esperaba que el lo comprendiera lo más mínimo. Su familia parecía ser perfecta, su abuela le adoraba, era evidente. Y ella no podía dejar de pensar en Alexandra a quien la felicidad de su única hija le era bastante indiferente, ella quería más a Coleen y cuando Lorie tenía 6 años Coleen murió con 4 y su madre ya jamás había vuelto a mostrar afecto por la hija que le quedaba, probablemente habiendo deseado que no fuera Coleen la que enfermó. A veces pensaba en Coleen, pero para ella su hermana no era más que un vago recuerdo.
Ella se sobresaltó cuando la felicitó por algo... aniversario, ¿sabía acaso que había sido su cumpleaños recientemente?.- Gracias, fue una fiesta de lo más deliciosa... -dijo un poco inquieta, sobre todo cuando dijo lo último. Una disculpa, lo que menos se esperaba en el mundo, estaba saliendo de su boca. Pero Lorette tan inocente ella no sospechó durante un solo segundo que fuera forzada u obligada y medio sonrío de forma genuina, cualquier persona que admitiera un error era de nuevo agradable para ella.- Se lo agradezco monsieur, yo tampoco fui la mejor de las damas aquella noche pero espero que pueda perdonarme también y agradezco que admita su error, es muy caballeroso por su parte. -Lorette lo decía totalmente en serio aunque su interlocutor no pareció muy agradado.
Lorie mantuvo el silencio tras esa frase y bebió de su vaso, volvió a atacar la servilleta en un claro síntoma de incomodidad, retorciéndola entre sus manos con fuerza. Para su alivio antes de lo que pensaba sirvieron la comida, un suculento plantel de platos que parecían traídos de Italia o que al menos imitaban recetas de la tierra.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
“De acuerdo en algo”
Con esa sutilidad que le caracterizaba, acababa de dar por sentado que podían tener algo en común, no era así, suavizar la situación no serviría de nada a la imagen que se tenía uno del otro. Como bien acentuó no era un hombre que se conformase con un no como respuesta y no sólo obtuvo una clara negativa, su determinación a la hora de que el italiano la dejase en paz, fue el detonante para que desistiese al igual que desistió cuando se percató de ciertas cosas que le dejaron aún más desconcertado.
-Es lo mismo que fingir, no le agrado y es lo mismo por mi parte -visiblemente molesto, dio un trago a su agua, ante los ojos de los demás parecían entablar esa conversación tan esperada para que no hubiese ninguna disputa entre ellos pero la realidad dictaba muy diferente. Los entrantes le hicieron relamerse, el olor a queso fundido, pan recién hecho y el aroma de los pequeños tomates confitados, podía hasta apreciar la pimienta negra y ese toque de orégano fresco, una clara firma de la cocinera de siempre y gran amiga de su abuela. De las dos había aprendido al amor a la comida de un modo diferente, se notaba que disfrutaba de ese pequeño manjar que le transportaban a su tierra natal.
Saboreó el último trozo de panecillo cuando le oyó darle las gracias ¿por la disculpa? Era ironía pero no la diferenció ¿cómo no iba a diferenciarlo? Ahora no sólo había quedado como un cretino, ella se había crecido en su asiento por el simple hecho de él haber cedido y no, ella le etiquetó como un insistente, lo dejó con la palabra en la boca y… su enfado salió a la luz. Dejó los cubiertos sobre el plato y fue a dirigirse a la joven cuando su nanna carraspeó, captando toda su atención.
-No acepto su disculpa, la mía no era sincera. Fui educado, cortés y caballeroso a toda negativa, no creo que le tratase de manera diferente pero tuvo que insistir en conformarme con un baile para que le dejase en paz y ¿qué recibo a cambio? Un desplante -todo lo murmuró en un susurro para que nadie se enterase, las intenciones estaban claras, si fuese un don juan que lo era… seguiría insistiendo pero esa jovencita no paraba de esquivarlo y aumentar su enfado con creces -Tiene mucho que perder ¿cierto? Yo más, créame así que… no se preocupe que en cuanto la cena termine, me sentiré mal y no tendrá que soportarme. -esperó al segundo plato, una sopa de verduras que degustaría como el mejor plato del mundo, mejor comer que formar un escándalo.
No la miraba, seguía centrado en la comida , su nanna lo conocía muy bien y al ver que ni miraba a la joven se preocupó ¿él siendo de ese modo con alguien? Los veía juntos y más adorables le parecían juntos, eran totalmente una pareja excepcional.
-El entrante exquisito ¿no crees, bambino? -él asintió, era mejor no removerlo pues al final saldría corriendo de la mesa -Sí, exquisito porque lo que son otras cosas…lo dudo mucho -La mujer abrió los ojos, él se encogió de hombros, no, no iba a ceder y a pedir perdón, su enfado no conocía límite.
Con esa sutilidad que le caracterizaba, acababa de dar por sentado que podían tener algo en común, no era así, suavizar la situación no serviría de nada a la imagen que se tenía uno del otro. Como bien acentuó no era un hombre que se conformase con un no como respuesta y no sólo obtuvo una clara negativa, su determinación a la hora de que el italiano la dejase en paz, fue el detonante para que desistiese al igual que desistió cuando se percató de ciertas cosas que le dejaron aún más desconcertado.
-Es lo mismo que fingir, no le agrado y es lo mismo por mi parte -visiblemente molesto, dio un trago a su agua, ante los ojos de los demás parecían entablar esa conversación tan esperada para que no hubiese ninguna disputa entre ellos pero la realidad dictaba muy diferente. Los entrantes le hicieron relamerse, el olor a queso fundido, pan recién hecho y el aroma de los pequeños tomates confitados, podía hasta apreciar la pimienta negra y ese toque de orégano fresco, una clara firma de la cocinera de siempre y gran amiga de su abuela. De las dos había aprendido al amor a la comida de un modo diferente, se notaba que disfrutaba de ese pequeño manjar que le transportaban a su tierra natal.
Saboreó el último trozo de panecillo cuando le oyó darle las gracias ¿por la disculpa? Era ironía pero no la diferenció ¿cómo no iba a diferenciarlo? Ahora no sólo había quedado como un cretino, ella se había crecido en su asiento por el simple hecho de él haber cedido y no, ella le etiquetó como un insistente, lo dejó con la palabra en la boca y… su enfado salió a la luz. Dejó los cubiertos sobre el plato y fue a dirigirse a la joven cuando su nanna carraspeó, captando toda su atención.
-No acepto su disculpa, la mía no era sincera. Fui educado, cortés y caballeroso a toda negativa, no creo que le tratase de manera diferente pero tuvo que insistir en conformarme con un baile para que le dejase en paz y ¿qué recibo a cambio? Un desplante -todo lo murmuró en un susurro para que nadie se enterase, las intenciones estaban claras, si fuese un don juan que lo era… seguiría insistiendo pero esa jovencita no paraba de esquivarlo y aumentar su enfado con creces -Tiene mucho que perder ¿cierto? Yo más, créame así que… no se preocupe que en cuanto la cena termine, me sentiré mal y no tendrá que soportarme. -esperó al segundo plato, una sopa de verduras que degustaría como el mejor plato del mundo, mejor comer que formar un escándalo.
No la miraba, seguía centrado en la comida , su nanna lo conocía muy bien y al ver que ni miraba a la joven se preocupó ¿él siendo de ese modo con alguien? Los veía juntos y más adorables le parecían juntos, eran totalmente una pareja excepcional.
-El entrante exquisito ¿no crees, bambino? -él asintió, era mejor no removerlo pues al final saldría corriendo de la mesa -Sí, exquisito porque lo que son otras cosas…lo dudo mucho -La mujer abrió los ojos, él se encogió de hombros, no, no iba a ceder y a pedir perdón, su enfado no conocía límite.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/01/2016
Localización : La ciudad del amore , París.
Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Los platos que pasaron ante ellos tenían una pinta deliciosa, así que Lorette tomó un trozo del primer entrante y se lo llevó a la boca, sin embargo casi se atraganta cuando escuchó que él admitía abiertamente que ella no le agradaba lo más mínimo. Se sintió enrojecer nuevamente y aquella vez no se veía capaz de contestar con nada mordaz, simplemente le tembló un poco la mano mientras se llevaba el tenedor a la boca. Jamás, nunca absolutamente nadie le había dicho que ella no fuera de su agrado. Ella no tenía malas intenciones, nunca se metía con nadie, era amable y dulce y la gente normalmente la quería por ello pero aquel chico acababa de expresar claramente que no era así.
-Yo... lo lamento mucho... -empezaba a quedarse sin palabras qué decir, no sabía que su actitud le había desagradado tanto, no pensaba que esos sentimientos existieran hacia ella cuando a penas se conocían. Notó el escozor de las lágrimas asomando por sus ojos, que estaban ahora más aguados y apretó los puños con fuerza para que ni una sola se escapara de su lugar- Mi disculpa era... sincera, no fui agradable aquella noche, estaba agobiada por tener que estar allí y muchos hombres se me acercan con malas intenciones. Le juzgué duramente y no debí hacerlo, pero tiene todo el derecho del mundo a no aceptar la mía. -ante todo había sinceridad, abrumadora y cruda cuando ella respondió de vuelta a sus susurros.- Y yo, yo no se nada de usted... -se dio cuenta de que ya estaba farfullando y diciendo cosas inconexas así que paró de hablar y miró fijamente su plato. Tenía razón, él se había portado bien y ella había sido descortés, todo era su culpa.
Lorette se llevó otra tenedorada a la boca, esta vez le supo peor pues el nudo de las lágrimas estaba ya instalado en su pecho y amenazaba con descontrolarse en cualquier momento. Pero no podía, si Alexandra la viera llorar delante de otras tantas personas sería terrible, ella siempre decía que las damas nunca deben mostrar sus verdaderos sentimientos y mucho menos provocar lástima. Tampoco él la miraba a ella por lo que un silencio incómodo se instaló entre ambos mientras miraban y comían como si su plato fuera lo más interesante del mundo. Lorie se sentía realmente mal y por primera vez aquella noche tuvo hasta náuseas así que dejó el plato a medias alegando estar ya satisfecha.
Su madre la sacó de sus ensoñaciones, consciente de que algo no iba bien y aquello no ayudó en absoluto, pues una Lorette que ya estaba al borde del llanto lo que menos necesitaba era una regañina velada en público.- Lorette, el plato es delicioso, cómetelo -ordenó su madre, viendo que había intentado dejarlo a medias. No pretendía engordarla ni nada parecido, pero a ojos de su madre no comer todo lo que había en el plato era una de las mayores faltas de respeto del mundo. "Me duele el estómago de los nervios, madre" quiso decir ella pero lo único que pudo es mirarla suplicante y acto seguido, volvió a coger el tenedor.
-Yo... lo lamento mucho... -empezaba a quedarse sin palabras qué decir, no sabía que su actitud le había desagradado tanto, no pensaba que esos sentimientos existieran hacia ella cuando a penas se conocían. Notó el escozor de las lágrimas asomando por sus ojos, que estaban ahora más aguados y apretó los puños con fuerza para que ni una sola se escapara de su lugar- Mi disculpa era... sincera, no fui agradable aquella noche, estaba agobiada por tener que estar allí y muchos hombres se me acercan con malas intenciones. Le juzgué duramente y no debí hacerlo, pero tiene todo el derecho del mundo a no aceptar la mía. -ante todo había sinceridad, abrumadora y cruda cuando ella respondió de vuelta a sus susurros.- Y yo, yo no se nada de usted... -se dio cuenta de que ya estaba farfullando y diciendo cosas inconexas así que paró de hablar y miró fijamente su plato. Tenía razón, él se había portado bien y ella había sido descortés, todo era su culpa.
Lorette se llevó otra tenedorada a la boca, esta vez le supo peor pues el nudo de las lágrimas estaba ya instalado en su pecho y amenazaba con descontrolarse en cualquier momento. Pero no podía, si Alexandra la viera llorar delante de otras tantas personas sería terrible, ella siempre decía que las damas nunca deben mostrar sus verdaderos sentimientos y mucho menos provocar lástima. Tampoco él la miraba a ella por lo que un silencio incómodo se instaló entre ambos mientras miraban y comían como si su plato fuera lo más interesante del mundo. Lorie se sentía realmente mal y por primera vez aquella noche tuvo hasta náuseas así que dejó el plato a medias alegando estar ya satisfecha.
Su madre la sacó de sus ensoñaciones, consciente de que algo no iba bien y aquello no ayudó en absoluto, pues una Lorette que ya estaba al borde del llanto lo que menos necesitaba era una regañina velada en público.- Lorette, el plato es delicioso, cómetelo -ordenó su madre, viendo que había intentado dejarlo a medias. No pretendía engordarla ni nada parecido, pero a ojos de su madre no comer todo lo que había en el plato era una de las mayores faltas de respeto del mundo. "Me duele el estómago de los nervios, madre" quiso decir ella pero lo único que pudo es mirarla suplicante y acto seguido, volvió a coger el tenedor.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/11/2018
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