[Flashback] Piogge su bannato.- privato+18

Recuerdo del primer mensaje :

París, Francia…ocho años antes. Finales de octubre, estación otoño poco a poco va llegando el  Invierno.




Un joven Éferon, observaba a su nanna reflejada en el espejo, lucía hermosa para esa noche en donde debían asistir a una de esas fiestas que la clase alta hacía cuando llegaban a París, los conocidos eran unos amigos de su abuela desde hace años y a los que no dudaron en invitar, a ella y a su nieto, por supuesto. La mujer, lucía un traje muy elegante, adornado con pedrería y de un color que resaltaba su tez morena y mirada clara como el cielo, unos ojos azules tan infinitos como el mismo cielo.

-Bambino, deberías empezar a arreglarte, tu padre nos espera ya allí, tenía unos asuntos que tratar con un cliente ¿qué? ¿Qual il è problema? ¡Andiamo, signore Gianetti! Siempre llegamos por tu culpa -el joven resopló de lo más desanimado, después de toda la noche sin dormir tras salir con un par de amigos de París, lo que menos le apetecía era una de esas fiestas en donde perderse no iba a poder ser, tenía que acompañar a su abuela. -Benne, benne…¡ya voy! Prometo portarme bien pero si alguna signorina necesita ser rescatada de algún familiar pesado… ¡no me abstengo a las consecuencias! -antes de salir por la puerta, le dedicó a la mujer un beso en la mejilla y desapareció entre risas.

La casa en París de los Gianetti, contaba con una veintena de criados que al detalle llevaban la casa a la perfección, nanna Gianetti solía visitar la ciudad bastante por lo que pasaban largas temporadas allí y Éferon con ella, su padre la mayor parte del tiempo. La mujer tuvo a su hija muy joven, no llegaba a los quince años y ésta había seguido sus pasos por lo que más que su abuela, parecía más su madre, la mujer prácticamente lo había criado tras la perdida de su única hija.

El italiano, se arregló para la ocasión, el color negro le sentaba bastante bien y por ello solía ir de ese color habitualmente, la mujer al verlo sonrió ampliamente, colocándole bien las solapas y admirar lo atractivo y bello en el hombre que se estaba convirtiendo. Éferon le ofreció su brazo y juntos emprendieron el viaje hasta la casa de los Lancaster, un matrimonio entrado en años que habían elegido París como sus últimos años de vida. Acudiría mucha gente, por lo que Éferon dejó escapar un sonoro suspiro, tanta aglomeración de personas le agobiaba.

-Il mio príncipe, andiamo. Seré la mujer más envidiada de la fiesta -sonrió resplandeciente, sonrisa que contagió al joven. Sus rizos negros indomables caían sobre su frente, ocultando parcialmente su mirada esmeralda, su abuela la arrastró con ella hasta el centro del salón en donde las miradas se fijaban en la señora Gianetti y su apuesto nieto -Esta noche no me busques esposa, sabes que yo de eso…no gastaré nunca, me gustan todas -la mujer, se echó a reír divertida -Todas…hasta que una te robe el aliento, anda vamos a saludar a los anfitriones -Éferon entornó los ojos, le costó seguir sus pasos con desgana y con ésta misma, se tropezó con un camarero quién derramó parte de las copas sobre una dama, más bien varias -Demasiada gente…tenga cuidado -le ayudó a colocar la bandeja, de paso tomó una copa de las que no se habían derramado. -Disculpe, estas cosas pasan -la forma de barrer la culpa, fue sencillamente… impecable.

Él seguía en pie, admirando la silueta de Lorie iluminar por sí misma entre tanta oscuridad, brillaba por sí misma pero ella era incapaz de verlo. Por más que otros intentaron apagarla, ella siguió brillando aún más fuerte, nadie sería como ella jamás, de eso no había duda alguna y por eso la eligió entre todas las demás…o más bien, ambos decidieron caminar juntos en la misma dirección. Se complementaban como seguramente no se complementarían con nadie, ella era tan especial y única que por mil veces que se lo afirmase, ella no le creería y no la culpaba, comprendía su pesar y sus dudas, esa reacción que la había hecho temblar de miedo…al igual que él por la sola idea de perderla.

Y sonrió, no de burla, si no con dulzura y ternura ¿si se había dado cuenta de que no era como las demás? Desde el primer instante, el mismo segundo en el que su mirada clara como el cristal lo deslumbró por completo, le dejó sin palabras, le demostró que el amor existía pues para él era totalmente desconocido. Si ella supiese, si se pudiese meter en su mente y realmente pudiese ver todo lo que ella había conseguido derribar, todo lo que ha cambiado con el simple hecho de permanecer a su lado, ser parte de su vida…

-No, no eres como ninguna de ellas, no lo serás nunca -afirmó sin poderlo callar porque era lo que realmente pensaba, despacio avanzó hasta ella, dejándola expresarse, no presionarla… si ella iba a ser sincera, él también…ambos lo habían sido hasta esa noche. Su expresión no cambió, seguía mirándola sólo a ella como si lo demás no existiese, desde el primer segundo en el que se conocieron pero no, para ella sólo tenía importancia lo que pensasen los demás y no se daba cuenta de lo que realmente valía la pena, perdiéndose…todo lo que podía disfrutar si lo viese con otros ojos.

Su afirmación se le caló en lo más hondo ¿su propia madre no la quería? Aún sabiéndolo, Éferon exhaló un suspiro largo y profundo en donde su pesar se vio reflejado porque la comprendía mejor que cualquier otra persona. Siguió avanzando hasta que tras fundirse ambas miradas, él se lanzó a abrazarla contra sí, dejando que una de sus manos la sujetase por el cuello y la otra el final de su espalda…siseó porque aún él no había dicho nada, ella seguía pensando que no tenía nada de especial, no merecía nada cuando no era así en absoluto.

-Lorie -murmuró muy bajito dejándola desahogarse, acunándola una vez más entre sus brazos y perder sus labios en su frente, dedicándole tiernos besos hasta obligarla a mirarlo a los ojos, lo que iba a decirle era muy importante -Vivir a la sombra del que dirán, de que los demás guíen tu vida y no vivas la propia., pensar en que no mereces nada cuando puedes tenerlo tutto. No quiero que seas como ninguna otra porque esa la razón por la que brillas como la estrella más hermosa del firmamento. Porque eres tú, porque nada ni nadie podrá cambiar eso, ya te lo he dicho.

Sonrió atrayéndola hacia sí, dejar que humedeciese su camisa, se perdiese en él y se olvidase de toda esa gente que juzga, que hiere…

-Ningún sueño es imposible, te admiro por tu entereza, por no conformarte, por elegir por ti misma, por no juzgar… por ser quién eres. Porque prefiero una noche contigo, una sola y renunciar a todas las demás, porque valdrá la pena y anoche lo comprobé, te prefiero a ti sobre ninguna otra, te quiero a ti ¿es que no lo ves? Brillas, brillas tanto que me deslumbras, me atraes, me sorprendes….porque también tengo miedo pero me olvido de éste cuando estoy…contigo ¿qué importa lo demás? -estaba angustiado, sus ojos verdes centelleaban, volvía a tener tanto miedo de perderla, el vacío que comenzaba a sentir en su pecho lo dejó sin palabras, mudo por lo siguiente que ella dijese después…

El abrazo infinito, envolvió a Lorie por completo, no iba a dejarla caer y ella tampoco a él, juntos aprenderían de ese momento, se habían sincerado y nada reconfortaba más que tal cosa. La respiración de Éferon se entrecortó al recibir el beso necesitado, fue devuelto al instante con la misma intensidad, sin soltar su hermoso rostro de entre sus manos, deleitarse en su boca y bailar ambas lenguas en un baile más que prohibido. ¿No la merecía? Ni ella sabía lo mucho que la deseaba, lo dijo con palabras pero no servían…sí el hecho de entregarse por entero.

Llevado por el calor del momento, las emociones y las sensaciones, las manos del italiano descendieron acariciando su cuello y bajar por su espalda  hasta pegarla por completo a él. Su cuerpo la acoplo como si fuera parte de él, necesitando tenerla aún más cerca de lo que ya la tenía. El beso se volvió de necesitado a enfermizo, no podía parar de besarla, buscarla…y mostrarle que se equivocaba en el hecho de ser poca cosa, no poseer nada en especial  pero ¿y él? Él con sólo tenerle cerca, su cuerpo reaccionó, endureciéndose y necesitar más que besos.

Alejados de la comida, buscó el lugar más apropiado para que las miradas indiscretas no los viesen, no se perdonaría que viesen ninguna parte de Lorie, sólo él deseaba disfrutar de ese momento de frenesí. Bajó de su boca a su barbilla, en donde rió travieso, perdiendo su lengua y sus labios por su cuello a medida que sus manos se colaban por debajo del vestido, tocar su piel le provocó tanto que jadeó sobre la tela a la altura de sus pechos y sin avisar la tomó en volandas, obligándola a rodear su cintura y volver a besarle sin contemplaciones, buscando jugar con su lengua, morderle el labio inferior y deleitarse en acariciar sus piernas, hundiendo las yemas en la piel y acomodar su cuerpo en el de ella.

Buscó su mirada un instante, con los labios entreabiertos y los ojos centelleantes, siseó para que le dejase hacer… sus dedos se enredaron en el cabello dorado para tirar hacia atrás de él y perder su boca en el mentón, mordiscos y besos húmedos, gimiendo sobre su piel…desear aún más y no midió la fuerza, tiró de su ropa con tanta ímpetu que los botones de su espalda saltaron , poco le importó, su boca se adueñó de sus pecho mordiendo y lamiendo el lugar, succionar y derretirla entre sus brazos. Tomó un pezón entre los dientes mientras la mano que acariciaba  sus muslos se atrevió a rozar su sexo con el índice comprobando que tenía las mismas ganas que ocurriese, jadeó contra su boca al notarla preparada, hundiendo uno de sus dedos en ella, provocarla y hacerle perder el norte.

Se hizo paso en la ropa interior, acariciando el sexo totalmente a su merced y dispuesto a recibirle. Poco le bastó un simple gesto de hacerse paso entre la ropa interior y el pantalón para liberar su miembro y no poder controlarlo, buscó la entada de su sexo y entró de golpe, buscando su boca  y besarla del mismo modo que comenzó a moverse, cada vez más rápido, más placentero…nada existía, sólo la atracción física, el alivio de sus cuerpos y las emociones. Sonrió contra su boca, moviéndose como un verdadero demonio.

Una de sus manos atrapó sus muñecas para colocarlas a cada lado de su cabeza y seguir con el baile, cada vez más necesitado, no podía parar. Rió contra su boca, delineándola con la punta de su lengua , ambas manos volvieron a perderse en sus nalgas, dejándola apoyada en el árbol y seguir con ese baile demencial, imposible de reprimir, su boca volvió a buscar uno de sus pechos, estaba tan ensimismado en darle placer que no importaba nada más.

No hicieron falta palabras...él lo demostró con el fevor con el que le hacía el amor bajo uno de los árboles del patio trasero, completamente perdido y hechizado por ella.

Sobraron las palabras, necesitaban ese momento más que el respirar, se complementaban de tal forma que parecía imposible pero allí estaban, dándoselo todo, demostrando al otro que nadie mejor para el otro por mucho que pensasen o imaginasen. Los dos se encontraban enredados en el otro, en donde no sólo había amor si no también una pasión desmedida que ninguno podía controlar, andaban sedientos y sólo los labios de Lorie podían calmar su sed, sus labios y su cuerpo.

Necesitaba moverse más rápido, demostrarle que la deseaba más que nada ni nadie, no podía parar, sus embestidas se sucedieron hasta perder la noción del tiempo y el espacio. Sintiendo un placer infinito, no pudo más ni tampoco evitarlo… se movió con tanta fuerza que la espalda de Lorie golpeaba la rugosa corteza de árbol, los dedos de Éferon enredados en su cabello tirando de éste hacia atrás para perder su deliciosa boca en su cuello y llegar al climax, no sin antes apoyar frente con frente, perder su mirada en sus cristalinos ojos, demostrarle que en ese instante sólo pensaba en ella.

Salió de ella, teniendo que sentarse para recomponerse, dejarla sentada sobre su regazo y tan sólo parecer que se encontraban sentados y abrazados. Él enredó sus dedos en el cabello dorado para peinarlo distraído, apoyar mejilla contra mejilla y esa sonrisa…una sonrisa que no podía borrar. Había tenido muchos encuentros pero ninguno como ese, tan intenso del que sólo podía desear repetirlo.

-Voglio di più…o lo que es lo mismo…-mordió el lóbulo de su oreja, juguetón y travieso, riendo por lo bajo, quemándole la piel con el contacto de su cálido aliento y sus suaves labios -Quiero más…no ha sido suficiente, nunca es suficiente y espero que con esto lo haya dejado lo suficientemente claro -pequeñas gotas de sudor enredadas en sus rizos azabaches, su piel morena parecía brillar en la oscuridad por ese detalle -Duerme conmigo, esta noche y mañana, me gustaría enseñarte mi villa, el trabajo, su gente y alegría… quiero que te sientas una más. Olvides lo demás, ese es mi objetivo -besó su oreja y la abrazó contra sí, apoyando su mentón en el hombro de ella, desde el fondo podían verse las luces y escuchar el murmullo de las personas -Dime, ¿en qué piensas ahora? Quiero saberlo, sea lo que sea

La respuesta fue perfecta, no pensaba en nada justo como él, se sentía pleno y completamente entregado a ella, no podía dejar de mirarla, perderse en sus ojos infinitamente claros, ambos orbes volvían a tener ese brillo revelador, Éferon no podía apartar los ojos de ella, la observaba ayudándola a colocarse la ropa y reír de lo más travieso al colar sus dedos por dentro de la camisa y deslizarlos hasta su cuello, el que acercó hacia sí y le robó un fugaz beso y se levantó pero con ella encima, tomándola de la cintura e impedir que tocase el suelo.

-No pienso en nada, sólo te miro y también en que …tengo mucho sueño. -susurró contra sus labios, dejando que se bajase de entre sus brazos y ofrecerle su mano para regresar a la fiesta. Él no se adecentó, tenía calor y el simple hecho de tenerle cerca volvía a desaparecer todo, el hecho de que ambos acabasen de perder el control y entregado absolutamente al otro... ansiaba más, mucho más, un deseo que se iba convirtiendo en enfermizo -Mejor que volvamos…ya te dije que no fue suficiente -murmuró acelerando el paso, rodeando su cintura y pegarla hacia sí -No estaremos mucho más, me despediré de mi nanna y los demás, estoy tan cansado-

Por cómo la miraba estaba claro que estaba mintiendo, deseaba que estuviesen a solas, dormir a su lado, demostrarle que se equivocaba, no necesitaba buscar más que a ella y el acto anterior…había hablado por ambos. Ocurrió y lo disfrutaron aún más que anoche, el deseo no hacía más que crecer por segundos. Éferon se acercó a su nana, besando su mejilla y susurrar un buona notte a los presentes, disculpándose por alegar justamente que se encontraban cansados e iba a acompañar a la francesa a su habitación.

-Tendrás que compensarme… ya estamos solos -de camino hacia las habitaciones, se adelantó unos pasos para inclinarse hacia adelante y ella se montase a su espalda, si no quería la obligaría y entre risas subieron las escaleras. La planta de arriba sólo contaba con habitaciones y la de ella justo al lado de la de él, como buen caballero la acompañó hasta dentro de la alcoba y la dejó caer en la cama, con él encima y rodar para que ella quedase sobre el cuerpo del italiano.

-¿Vas a vengarte? Toma el control, no fue suficiente… lo sé -murmuró contra sus labios, los codos apoyados en el colchón y los labios entreabiertos, desafiándola… no se estaba portando bien pero poco le importaba, estaba tan sumido en ella que el simple hecho de imaginar realizar con él todos sus deseos…se relamió, esperando y dispuesto a que ella tomase el control en la situación -¿No decías que ibas a dormir? Lo haremos…pero después

El placer se acrecentaba aún más de lo que ambos imaginaban, no podían dejar de recorrer el otro y él, se volvió loco cuando se vengó. Lorette le mostró una cara traviesa y atrevida, sorprendiéndole y volverlo aún más demente y necesitado de ella. Disfrutó del acto, perdido por ella, ansiaba más y más, estaba tan absorto en ambos que se olvidó de lo demás. Sus brazos la rodearon tras caer rendidos, completamente satisfecho y pleno, al día siguiente les aguardaba un día duro y muy largo pero del que estaba seguro que disfrutaría conocer aún más su vida y día y día.

El día siguiente amaneció sin una nube, sería un día de agradable temperatura con un sol resplandeciente que los guiaría en cada paso. Él se despertó antes, se movió lo justo para no despertarla, se aseó dejando el impoluto traje colgado para sustituirlo por una camisa color crema y unos pantalones marrones oscuros, sin olvidar las botas altas que le ayudaría a caminar en la maleza y la tierra. La dejó descansar un poco más, no sin antes dejar lo que encargó a su abuela, una pamela con adornos violetas, pequeñas flores que adornaban el contorno.

El sol acababa de hacer aparición cuando comió algo antes de salir a las viñas donde un grupo de trabajadores les esperaban, el servicio guiaría a Lorette a donde se encontraba el italiano. Un par de horas desde que abandonó la casa para adentrarse en las viñas con los demás, el sol comenzaba a tostar su piel morena, pequeñas gotas de sudor brillaban en su frente, Tina entre risas le ofreció un sombrero de ala ancha para evitar el sol a lo que él se lo agradeció con una sonrisa.

El remolque de madera comenzaba a llenarse de racimos recién cortados, agradable olor a uva dulce, él no podía dejar pasar tomar un racimo y comerlo como descanso, un pequeño premio a si mismo. Estaba deliciosa, observando desde su posición cómo trabajaban los demás, compenetrados y entregados a su obligación, secó su frente con una de sus muñecas y suspiró, sonrió al verla aparecer, esa imagen humilde y despreocupada…como uno más se presentaba ante ella sin avergonzase ni un ápice.

-Bongiorno, signorina, justo en el descanso -sonrió ofreciéndole parte del racimo de uvas para que las tomase y juzgase por sí misma de la calidad y el sabor de la fruta -¿Y benne? -

Los rizos azabaches, se escapaban del sombrero dándole un aire más salvaje y atractivo, en cuanto la vio aparecer como un ángel que acaba de bajar del mismo cielo, sonrió ampliamente, deleitándose en la imagen de la joven, su vestido blanco ondeando por culpa de la brisa, la pamela le quedaba perfecta y esa sonrisa de apuro al no haber ido con él y los demás a la hora…le hizo reír por lo bajo, no pasaba nada en absoluto, todos estaban acostumbrados a madrugar y no veían mal que ella se hubiese descuidado un par de horas, era la invitada de honor de los Gianetti.

-No son los mejores del mercado pero es excelente y a mi abuela y a mí nos encanta, cuando volvamos a París llevaré unas botellas a tu tía seguro le encantará -no mencionó a sus padres, ella sabía que no era necesario pues a su tía era quien tenía que agradecer que cuidase a Lorie -No eres muy aficionada al vino pero te prometo entenderás, al menos cuando una uva esté madura y lista para ser recogida, empezaremos en unos minutos, descansamos varias veces para retomarlo todo con más ganas, tanto tiempo de seguido terminan sin tan siquiera poder moverse y…no me gustaría ser alguien que se aproveche de ello -dejó que Lorie se comiese las que creyese convenientes mientras él bebía un poco de vino, algunas gotas descendieron por su barbilla, se quitó el sombrero para abanicarse un tanto, con el movimiento los rizos bailaron causando envidia a cualquiera, ese cabello negro como la noche llamaba la atención a sobremanera, sabía que a Lorie le encantaba tocarlo.

-Estabas agotada, te hice…trabajar muy duro -murmuró con una pequeña sonrisa, seguida de un beso en los labios fugaz y juguetón -El carro a veces se atranca, el fango lo hunde y… tus botas son muy cortas pero no importa, puedo ayudarte -los demás comenzaron nuevamente con su tarea y él con unas tijeras cortaba la parra lo justo para que el racimo saliese limpio, sin tronchar  y dejar por el suelo uva que pudiesen aprovechar aunque ya no se encontrase en el racimo -Todos los racimos van en esos cubos, cuando se llenan, se vacían…justo allí -dos hombres se encargaban de echar al carro las uvas de los cubos, devolviendo éstos vacío - Y como te dije… ten cuidado con el…-él fue quien se hundió, casi a media pierna, se aferró a ella para no caer pero… tarde, cayeron ambos.

El gran charco de fango los recibió con gana, se pusieron perdidos e irroconocibles y lejos de enfadarse, Éferon parpadeó, apartando todo resto de barro del rostro de la francesa… de poco sirvió, ambos se habían puesto hasta arriba de barro.

-Lorie, te parecerá bonito…-simuló voz enfadada y barro que caía de su pelo dorado, lo recogió para manchar aún sus mejillas -Estás tan sumamente deliciosa así que te haría el amor en el fango…sin dudar -murmuró muy cerca de su rostro, mordiendo su nariz manchada y reír muerto de risa.

Las risas se extendieron en todo el campo, Éferon con su sonrisa fresca y natural, seguía intentando por todos los medios que la francesa no se levantase y permaneciese en el suelo todo el tiempo posible, su inmaculado vestido blanco quedó en el recuerdo, ambos completamente empapados y cubiertos de barro, rodaban por el charco manchándose más si acaso era posible. Él la tomó de las muñecas, encarándola y mirarla a los ojos, le pareció tan hermosa y diferente, otra hubiese puesto el grito en el cielo por tan sólo pisar la tierra y manchar las botas de polvo…pero no, ella era diferente en muchas aspectos que ninguna otra le llenaba.



-Caes al patrón al suelo y en vez de ayudarle a levantar…lo derribas una y otra vez… ¿estás segura de que quieres seguir…así? - rió por lo bajo, la situación se le hacía de lo más divertida. Pudo salir del charco y parecía incorporarse cuando, aún a gatas por el barro, se lanzó a ella para quedar sobre la joven pero no echando todo su cuerpo y la aplastase -Vaya, me he vuelto a tropezar -murmuró muy cerca de sus labios pero sin rozarlos, fue a hacer ademán de ello pero… en vez de besar su boca, sacudió la cabeza y sus rizos negros mancharon aún más su rostro con lo que quedaban entre ellos.



-Ahora sí van a penar mal de ti…-se jactó besando sus labios de forma fugaz y retirarse, a medida que retiraba los mechones embarrados de su pelo. Tan tierno y suave como las yemas por sus mejillas, dedicándole una caricia más suave y delicada, un momento extraño pero tan íntimo que esa mirada esmeralda…podía desnudar a cualquiera. Y quiso hacer aún más especial el momento y... apoyó su frente en la ajena, sólo eso, mirándola aún más intensa y profundamente. -Nos tendremos que quedar así hasta que volvamos, nos quedan dos calles y no puedo dejarlos ahora, así que signorina vamos a dar ejemplo y a hacernos ambas antes que anochezca - se incorporó ofreciéndole ayuda y poco a poco ponerse de pie ambos .



Los trabajadores seguían en su labor y él no tardó en ponerse a ello, uno más. La energía que ambos desprendían era de admirar, entre los dos comenzaron con una parra y él apartaba las hojas para que ella cortase los racimos. Un chico joven , de unos veinte años, se apresuró a llevarse uno de los cubos llenos para aligerar trabajo. No pudo evitar observar a ambos, completamente sucios pero con aún más energía, los ojos pardos del muchacho se fijaron en la silueta de Lorette y Éferon al echar varios racimos más se percató de ello, su reacción no fue otra que echarse a reír , observando en la misma dirección que el muchacho.



-Tienes buen ojo, será una historiadora fantástica...y quien sabe si tu patrona, así que andiamo, bambino...que las manos luego van al pan -le dedicó una mirada reveladora a Lorie, seguido de un guiño de ojo y se echó a reír, terminando de echar los que faltaban, las calles estaban recogidas por hoy. -Espero que tengas hambre, mi abuela seguro ha preparado algo delicioso junto con la señora Machiavelli -



Y así era, la mesa estaba plagada de exquisiteses, como no esos panecillos de los que no podía prescindir, una empanada, patatas asadas con sus correspondientes especias y... un sin fin de entrantes elaborados con queso, todos diferentes. Éuphemia bebía una copa de vino cuando los vio aparecer, tomaba un sorbo que escupió por la sorpresa.



-Muy apropiados...ahora asearos que se enfría -él revolvió el pelo de Lorie de manera traviesa y corrió hasta el baño para darse un baño -Dispondré un baño de agua caliente para ti, Lorette ¿ya conociste a mis viñas? bueno, ya me contarás cuando bajes, apura...andiamo piccola-un día duro pero tan intenso que seguro que ninguno de la villa olvidaría.

El día fue agotador pero realmente agotador, el baño en la tina relajó sus músculos y limpió su piel, listo para la cena. Eligió un sencillo traje negro a juego con su nanna quién al verlo entrar peinado con su cabello revuelto y sus rizos bailando a cada paso, al pasar por al lado de Lorie, se inclinó dejando un beso fugaz en su mejilla seguido de una risa al contemplar su seguro sonrojo. Se sentó a su lado, él no tardó en tomar otro panecillo y llevárselo a los labios, permaneciendo en silencio, no era mucho de hablar en las comidas.
-Volvemos a París mañana al amanecer ¿tienes ganas de volver, Lorette? -él siguió comiendo, degustando cada manjar como si fuese su última noche vivo, en el transcurso en las que ellas conversaban, él probó todas las delicias que se disponían en la mesa. Atento a la conversación, no apartaba la mirada esmeralda de la joven, se le veía tan hermosa con ese tono sonrosado en sus mejillas, su aterciopelada voz en la que se perdió unos segundos antes de sonreír como un necio, cosa que no pasó desapercibida a su nanna quién no pudo evitar hacer ahínco en un tema en cuestión.

-Eres la única que se ha sentado con nosotros a la mesa, en realidad la única que es capaz de soportar a este galán tanto tiempo, no es él quién cautiva si no al contrario. -Éferon casi se atraganta con un trozo de panecillo, por lo que tosió dándose con el puño cerrado en el pecho ¿por qué su nanna era tan directa? Él lo era, a ella había salido pero como siempre solía salir airoso, con esa sonrisa encantadora y sus palabras exactas…esa vez no supo qué decir porque era cierto, nadie había disfrutado de una comida, ni de momentos con él y mucho menos lo conocía como Lorie lo estaba conociendo…eso le llevó a volver a tener miedo, miedo de poder perder un eslabón importante en su vida.

-Prefiero Venecia, puedes volver cuando quieras -ella tenía objetivos y sueños, él también pero pocas veces lo pronunciaba en voz alta, dejó escapar un suspiro, sin querer habló en voz alta -Serías mi cocinera estrella de mi ristorante, nanna. ¿Te imaginas? Tus deliciosos manjares dispuestos a cualquier paladar para ser degustados, quizás debería animarme aunque me arruine… -sin querer acababa de expresar sus deseos más íntimos seguido de un suspiro, negó con la cabeza -Tonterías. Además Lorie aún no ha probado mis platos, cuando lleguemos a París…te pienso secuestrar una noche y darte a probar de mi talento

La nanna se echó a reír, su pensamiento voló pensando terriblemente mal en el doble sentido de las palabras de su nieto, él rió negando , su nanna siempre sabía como dejarlo sin saber qué decir.

-No me mires así ¿quieres? Sólo la invito a cenar…aunque no le gusten mis galletas, estén “benne” sólo… -el recuerdo fugaz de aquel momento fue inevitable, Éuphemia los miró con una sonrisa, deseaba tanto que su nieto fuese feliz… -Te montaré el restaurante Gianetti en donde serás tan famoso que desde cualquier parte del mundo querrán ir a probar de tu “talento” -abuela y nieto se miraron de reojo y ambos…rieron al unísono.

La nanna sabía bien donde apuntar para sacar más de un sonrojo al italiano. Los ojos verdes de la mujer , los admiraba orgullosa, imaginándose a su nieto centrado por fin y dejarse de líos de faldas, no le culpaba...fue un alma libre que se refugiaba en la lujuria y el placer, nada que nadie hubiese hecho...sólo que él en exceso.

Tras degustar los primeros platos, Éferon suspiró pesadamente, siempre había imaginado abrir ese ristorante pero no se atrevía, su abuela le había animado y pese a su intento, el padre del joven lo guió por un camino diferente...completamente tintado en tonos grises y sin color para darle a su vida futura. Éferon también estudiaba, contabilidad y finanzas para terminar llevando el negocio familiar ¿le entusiasmaba? quién lo conocía sabía la respuesta a esa pregunta pero ¿Acaso tenía opción?.

-Como siempre tutto exquisito , nanna -le devolvió la caricia junto con una sonrisa, Éuphemia se levantó para servir ella misma el postre, una tarta de chocolate puro y con leche, adornada con nuez y almendra picada, de niño su tarta favorita...claro que le deleitaba con pequeñas porciones, más parecido a las magdalenas. -No puede ser...me mimas demasiado, a Lorie le encantará, estoy seguro...de esta tarta aún no te he dado -susurró de lo más sugerente, tomando un poco con dos de su dedos y llevarlo a los labios de la joven, quien seguro roja como un tomate tomaría -Andiamo, tan sólo te la estoy dando a probar, imagina que...mis dedos son una pequeña cálida cuchara y...-tras ella tomarlos , se llevó los restos a los labios y la nanna se echó a reír.

Tras el postre y un suspiro de alivio, bebió un poco de agua y se despidió de su abuela con un beso, él se encargaría de llevarla a su cuarto. Lorie, tomando el brazo del italiano, disfrutaban de ese pequeño momento, mañana volvería a París y ojalá no fuese tan diferente ...

-Buona notte, llegamos a tu cuarto ¿o sugieres algo mejor? puedo dormir contigo, la última noche -su intención por supuesto, era enterrarla en su pecho, envolverla con sus brazos, la tristeza se reflejó en su mirada...no quería volver, se había acostumbrado a tenerla entre sus brazos -Mañana tendrás que atender a tus obligaciones -antes de que pudiese responder, se atrevió a rodearla entre sus brazos, abrazarla con fuerza, ni las palabras, ni los momentos juntos...ese abrazo englobaba todo, no hacía falta decir más.

Finales de agosto...entrada de septiembre.



Cada faceta que conocía de la francesa, le encandilaba aún más. La última noche la pasaron juntos y pese a la tristeza de ambos, volver a la rutina era necesaria. Como prometió a Lorette, llevó el presente a Anissa, seis botellas de vino rosado, era dulce seguro le gustaría, a Éuphemia no le faltaba una copa en el almuerzo y otra en la cena, gozar de una rica copa de vino de su propia cosecha no tenía precio. Encantada, mandó en una caja de madera con un lazo verde oscuro  y filos dorados junto con una nota en la que sólo ponía: ¡salud!.

El viaje a París transcurrió sin problemas, llegaron en el tiempo estimado sin ningún contratiempo y junto con la nanna, llevó a Lorie a casa de su tía Anissa donde le entregaron la caja del vino. Con una elegante reverencia y un sentido beso en el dorso de su mano, intercambió con ella una mirada intensa cargada de emociones y sentimientos, sensaciones que habían despertado estos días.

Pasaron unas semanas cuando él, totalmente inmerso en llevar las cuentas de su padre, pensó en ella. Sabía que necesitaba tiempo para habituarse, acababa de empezar el nuevo curso y ese espacio era totalmente necesario para ambos. Le mandó una carta escrita de su puño y letra, auto invitándose a visitarla a casa de su tía Anissa y...con una sugerente pregunta que esperaba se la respondiese tarde o temprano "Aún sigue la cena en pie ¿cuándo se llevará a cabo? esperaré tu respuesta en mi visita.

Con sus rizos rebeldes cayendo sobre sus ojos y perfectamente vestido con un traje que su abuela había olvidado presentarle, tonos verdes oscuros con dibujos simulando pequeñas hojas en tonos dorados, traje gris y corbatín dorado. Se puso en marcha hasta la casa donde residía Lorie y su tía, sin olvidar al pequeño Bibou, fue andando disfrutando del espléndido día que hacía.

Llamó a la puerta esperando ser atendido, las doncellas le dejaron pasar y aguardase en el hall, llevaba en la mano una caja blanca, las criadas se miraron entre ellas seguidas de una risa...ese tipo de reacciones que él ni se enteraba. Al verlas aparecer, saludó a su tía cortés y al llegar a Lorie, tan impulsivo después de tantos días sin verla, besó su mejilla y atrapó su nariz entre sus dedos.

-Traje unos dulces de crema y merengue, espero sean de su agrado, yo misma me encargué de ello `-le encantaba cocinar pero sobre todo, la repostería, era raro en un joven de clase alta dedicarse a esos menesteres pero cuando era tu vocación lo demás no importaba.

Le tendió los dulces y miró a Lorette, intensamente, demasiados días... muchos y al girarse la tía Anissa, la recorrió con la mirada, mordiéndose el labio inferior de forma traviesa. Tomó sus manos y las alzó para apreciarla bien.

-¿Cuál es tu respuesta sobre la cena?