[Flashback] Piogge su bannato.- privato+18

Recuerdo del primer mensaje :

París, Francia…ocho años antes. Finales de octubre, estación otoño poco a poco va llegando el  Invierno.




Un joven Éferon, observaba a su nanna reflejada en el espejo, lucía hermosa para esa noche en donde debían asistir a una de esas fiestas que la clase alta hacía cuando llegaban a París, los conocidos eran unos amigos de su abuela desde hace años y a los que no dudaron en invitar, a ella y a su nieto, por supuesto. La mujer, lucía un traje muy elegante, adornado con pedrería y de un color que resaltaba su tez morena y mirada clara como el cielo, unos ojos azules tan infinitos como el mismo cielo.

-Bambino, deberías empezar a arreglarte, tu padre nos espera ya allí, tenía unos asuntos que tratar con un cliente ¿qué? ¿Qual il è problema? ¡Andiamo, signore Gianetti! Siempre llegamos por tu culpa -el joven resopló de lo más desanimado, después de toda la noche sin dormir tras salir con un par de amigos de París, lo que menos le apetecía era una de esas fiestas en donde perderse no iba a poder ser, tenía que acompañar a su abuela. -Benne, benne…¡ya voy! Prometo portarme bien pero si alguna signorina necesita ser rescatada de algún familiar pesado… ¡no me abstengo a las consecuencias! -antes de salir por la puerta, le dedicó a la mujer un beso en la mejilla y desapareció entre risas.

La casa en París de los Gianetti, contaba con una veintena de criados que al detalle llevaban la casa a la perfección, nanna Gianetti solía visitar la ciudad bastante por lo que pasaban largas temporadas allí y Éferon con ella, su padre la mayor parte del tiempo. La mujer tuvo a su hija muy joven, no llegaba a los quince años y ésta había seguido sus pasos por lo que más que su abuela, parecía más su madre, la mujer prácticamente lo había criado tras la perdida de su única hija.

El italiano, se arregló para la ocasión, el color negro le sentaba bastante bien y por ello solía ir de ese color habitualmente, la mujer al verlo sonrió ampliamente, colocándole bien las solapas y admirar lo atractivo y bello en el hombre que se estaba convirtiendo. Éferon le ofreció su brazo y juntos emprendieron el viaje hasta la casa de los Lancaster, un matrimonio entrado en años que habían elegido París como sus últimos años de vida. Acudiría mucha gente, por lo que Éferon dejó escapar un sonoro suspiro, tanta aglomeración de personas le agobiaba.

-Il mio príncipe, andiamo. Seré la mujer más envidiada de la fiesta -sonrió resplandeciente, sonrisa que contagió al joven. Sus rizos negros indomables caían sobre su frente, ocultando parcialmente su mirada esmeralda, su abuela la arrastró con ella hasta el centro del salón en donde las miradas se fijaban en la señora Gianetti y su apuesto nieto -Esta noche no me busques esposa, sabes que yo de eso…no gastaré nunca, me gustan todas -la mujer, se echó a reír divertida -Todas…hasta que una te robe el aliento, anda vamos a saludar a los anfitriones -Éferon entornó los ojos, le costó seguir sus pasos con desgana y con ésta misma, se tropezó con un camarero quién derramó parte de las copas sobre una dama, más bien varias -Demasiada gente…tenga cuidado -le ayudó a colocar la bandeja, de paso tomó una copa de las que no se habían derramado. -Disculpe, estas cosas pasan -la forma de barrer la culpa, fue sencillamente… impecable.

La alegría  crecía a medida que transcurría el día, ¿podía ir mejor? Creyó en ella desde el mismo momento en el que confesó lo que deseaba y ansiaba conseguir en el futuro, una mujer con ideas claras e inteligente, alguien que no juzgaba y le importaba bien poco lo que pensasen lo jamás, centrándose simplemente en su propia felicidad aunque incluso familia se interpusiese ante eso.

Ella no sabía hasta que punto admiraba a la francesa, alguien sin duda muy diferente a todas las mujeres que había conocido a lo largo de su vida, a la que respetaba y de la que tanto aprendía, le enseñaba tantas cosas, no plasmada en libros. Los sentimientos y emociones no se aprendían con letras ni números. Para el italiano, era un misterio indescifrable, pocas veces sabía y conocía lo que pasaba por su cabeza, con que comentario le sorprendería, sus inquietudes, sus gestos tan naturales y terriblemente seductores.

Se hizo el sorprendido cuando le robaron del helado, él no se quedó atrás y la imitó comiendo de todos los helados pedidos y provocar las risas de las pequeñas, lo hizo con tanta rapidez que se llenó los carrillos y terminó con ambos hinchados, tuvo que tragarlo todo de golpe, una sensación lo menos agradable. Un momento divertido que quedó para el recuerdo, él sonreía ampliamente, retomando el paso por el paseo hasta llegar a escasos metros del puente Rialto, era esplendoroso, impresionante y hermoso…el puente más famoso de toda Venecia .

-El puente Rialto, el más antiguo y famoso. Desde lo alto se puede ver todo el canal en su apogeo, apenas va a anochecer y los atardeceres son simplemente…un sogni -invitó a las pequeñas a subir hasta lo más alto del punto, justo en el centro, tomó a ambas a cada lado de su cintura y contemplasen la hermosa imagen de su ciudad, los cabellos azabaches de los tres se enredaban por el viento, una brisa de lo más agradable que traía el frescor de la noche y la calmaba -Se nos hizo tarde, vamos a tener que dejar el paseo para otro día, prometemos que tendréis los vestidos antes de que incluso imaginéis -miró a Lorette, su piel parecía brillar, dorada y esplendorosa, provocando en Éferon una sonrisa, algunas góndolas seguían navegando con toda tranquilidad.

-Al amanecer iremos a ver a la nanna en góndola hasta el otro lado de la ciudad, nos esperan…para cenar -murmuró a Lorie, mirándola fijamente a los ojos, había hecho pedir algo muy especial en su primera noche -Nos quedaremos en una habitación en el hotel del Gran Canal, mi abuela procuró que tuvieses la mejor estancia , ella ya se encontrará en la villa, sabía que iba a visitar a Giancarlo y su familia -bajó a las niñas y se inclinó a su oído para que sólo ella lo oyese -Así que estaremos solos, bueno, cada uno en una habitación… creía oportuno que así fuera, aunque no me hubiese importado lo más mínimo compartir ese momento… hablar del día me refiero -rió por lo bajo, caminando hasta la casa de Giancarlo, esa noche iba a ser diferente a cualquier otra…pues ambos estarían muy cerca, bajo el mismo techo…y saber que estaría al otro lado de la habitación… Éferon suspiró largamente, respetaría si así lo deseaba pero se moría de ganas de permanecer despierto, hablarle de Venecia y su gente, observarla… y más cosas que prefirió alejar de su imaginación.

Rialto:

Éuphemia les había dispuesto dos habitaciones id9énticas con todo lujo de detalles, amplias habitaciones con decorado exquisito y sobre todo, una cama muy cómoda, sin olvidar la inmensa bañera con toda clase de sales de baños y jabones (por supuesto elaborados artesanalmente de un conocido suyo en la ciudad). Predominaban los olores cítricos y frescos, a la italiana le relajaban en su baño diario y daba por hecho que a la francesa le encantaría ese detalle.

Tras dejar a las niñas en su respectiva casa y despedirse de sus padres, Éferon al día siguiente tendría que ir a la villa para comprobar como estaba todo, aunque su gran amigo lo tuviese todo en perfectas condiciones. Echaba en falta su tierra, pasar largas temporadas allí y alejarse de la vida agitada de París, allí era mucho más sosegada en donde se vivía más intensamente y todo el estrés desaparecía, su nanna trabajaba mucho más relajada en la villa, confeccionando los trajes y complementos que más tardes lucían en la ciudad parisina.

-No me cabe duda, aunque no tengo que asomarme por ninguna ventana para ver belleza y alegría -rió por lo bajo acercándose a ella y robarle un beso fugaz pero terriblemente intenso y provocador, dejándola con ganas de más -Será un honor quedarme en vela contigo, signorina y ¿cambiarte? No será necesario, no al menos con lo que a mí respecta porque será sólo para noi -se señaló a sí mismo y seguidamente a ella, no sería preparada por él , esa cena quedaba pendiente -¿Estás segura de que no serás castigada por tu osadía? Oh, la signorina Lefoy andaba de una habitación a otra con el descarado de Gianetti, seguro que la sedujo …-imitó a la perfección una voz femenina desconocida entre risas mientras la guiaba al gran hotel, era conocido por más que alojarse, llevar productos de sus tierras a las cocinas del flamante lugar -Qué descarada, al final…voy a tener que ser yo tu verdugo -murmuró en su oído al traspasar la puerta de cristal hasta la recepción, sin perder la sonrisa y ese tono tan descarado que le predecía.

Rodeó su cintura con uno de sus brazos, depositando un beso sentido en su pelo a la atenta mirada de la señora que aguardaba en su sillón rojo de terciopelo, al verlo sonrió ampliamente, ese hombre conocía a toda Venecia y con razón, poco paraba quieto durante el día y por la noche…

-Signore Gianetti, las habitaciones están a su disposición y la cena será servida en media hora, como su abuela pidió, el baño estará preparado en unos diez minutos, espero que su estancia sea agradable -sonrió afable y él asintió totalmente complacido -Grazie mille-le dedicó una reverencia y guio a Lorie hasta la planta superior, unas marmoladas escaleras guiaban como destino la bonita habitación que les aguardaba. Él se quedó en la 221, la de ella la 223 , ambas contiguas y las cuales se comunicaban por una puerta, Éuphemia pensó en todo, si a la francesa pudiese ocurrirle algo durante la noche. Se detuvo e indicó cuál sería la de ella y sonrió, tomando ambas manos y dejar besos en sus nudillos con total cariño, una promesa en la que en silencio susurraba que poco tardarían en verse.

-Estaré listo en veinte minutos, servirán la cena en tu habitación, espero que tutto esté de tu agrado -se despidió con una reverencia y una radiante sonrisa, adentrándose en su habitación. El baño ya estaba preparado, dos jóvenes del servicio dejaron dos toallas blancas en el mueble del baño y se despidieron, él se deshizo de toda la ropa y se relajó tras un día sin parar. Tras asearse y secarse, buscó con la mirada su ropa pero no la halló ¿cómo era posible? Su nanna le había mandado la ropa al hotel, esperaba que la de Lorie estuviese en su lugar.

Con la toalla liada en la cintura, traspasó la puerta, no sin antes llamar pero no recibir respuesta…no quería incomodarla pero de igual modo no tenía ropa. Y como sospechaba, todo el equipaje se encontró en la habitación de la francesa, él buscaba algo que ponerse cuando oyó pasos y fue pillado infraganti.

-Mi dispiace, mi equipaje fue por error traído aquí y… -semi desnudo, las luces  anaranjadas tintaban aún más apetecible su cuerpo moreno y atlético, su mano derecha echó hacia atrás su cabello…se acercó a ella con una breve sonrisa, buscando sus labios antes de marcharse pero la cena debía estar ya cuando llamaron a la puerta. -Al final tendremos que cenar…desnudos -bromeó con ese haz de misterio.. ¿bromeaba? A saber.

suite:

cena:

De espaldas, se inclinó a su maleta para tomar algo de ropa, no iría de traje distinguido, sólo lo vería ella…si por él fuera, tal como se encontraba se sentaría a la mesa a cenar pero ni sería caballeroso, ni de su estilo…en según qué momento, por supuesto. Al girarse y verla aparecer, no desapareció su sonrisa, estaba tan bonita como siempre y ese beso, por un segundo se intensificó tanto que se olvidó qué buscaba, sólo deseaba acunarla entre sus brazos y seguir besando sus labios con cuidado, cada vez de forma más apasionada y necesitada…hasta que llamaron a la puerta.

Éferon no apartó la mirada de ella, si por él hubiese sido la puerta habría permanecido cerrada hasta el amanecer y la cena, a un lado de la puerta…fría e incomible ¿qué importaba? Negó con la cabeza, centrándose en buscar algo que ponerse y desaparecer en el baño, no olvidaba lo que acababa de ocurrir entre ambos, un abanico de emociones reflejadas en ese beso en el que sintieron tanto…

Al salir, la buscó con la mirada tras los ventanales de cristal, sólo con mirarla…sonreía de ese modo único y especial, tan bonita como una estrella que envidiosa de la joven francesa, brillaba en el firmamento haciendo aún más hermoso el cielo nocturno. Como en la fiesta de disfraces, volvían a intercambiar los papeles, esta vez…ella la noche y él el día, completamente vestido de blanco. Sonrió tomando asiento y llenar su copa de vino, desde ahí se podía oír como si estuviesen tocando muy cerca de ellos, una canción veneciana con acordeón que acompañaba a la deliciosa velada…poniendo la guinda al primer día en Venecia.

-Espero que esté lo pedido, Grondaie, insalata e... torta al cioccolato… -se relamió a lo último… todo parecía tener una pinta deliciosa -No como la comida de Adrianna, ni la mía…la cual aún no has degustado pero puede valer…-se sirvió un par de canalones (grondaie) y ensalada, algo le rondaba la cabeza y no tardó en soltarlo sin más -No has probado aún mi comida porque temes enamorare más de mí ¿no es así, Lorie? En mi caso…lo veo imposible -una total declaración, no solían hablar de sentimientos porque no hacía falta pero esa noche, con ese beso lo habían avivado todo, el toque del vino le ayudaba a no callarse ni una.

-¿Todo a tu gusto? Porque aún queda el postre la torta al cioccolato, blanco, negro y con leche…pedí fruta para…comerla luego si te apetece aunque me encantaría dártela -bebió vino, mordiéndose el labio inferior esa noche estaba imparable y lo sabía -Mañana iremos a la villa, nanna Gianetti nos estará esperando, espero que te guste, pertenece a mi familia desde hace creo que seis generaciones…mi abuela es la gran sucesora, a mí no creo que me la deje en mis manos -bromeó seguido de una risa de lo más divertida y jovial -Me gusta ser parte del escuadrón de trabajo, es duro pero… cuando entre tantas horas al sol, lanzamos nuestro himno en donde todos cantamos y terminamos bebiendo y comiendo como si no lo hiciésemos en años es…simplemente incredible -le encantaba, mucho compartir esos momentos de anécdota con ella.

El veneciano que siempre tenía algo que decir, a la afirmación de Lorie, sonrió sonrojándose ligeramente, un leve rubor rosado que tiñó las mejillas morenas del italiano por unos segundos ¡sonrojado! Él, quién siempre conseguía lo que se proponía, en este caso… acababa de recibir de su propia medicina. Y la creyó, lo amaba y podía secundarla pues era mutuo, lo que por ella sentía no era simple deseo o capricho, ella le sorprendía cada día y le ofrecía lo que con otras mujeres no encontró, se complementaban tal a la perfección que esa respuesta no pudo ser más perfecta.

-No me avergüenza en absoluto admitir que trabajo como uno más pero a lo de responsable he de decirte que… no, no soy tan responsable, voy mucho a mi aire y por eso Giancarlo es el patrón, su trabajo es impecable y mi confianza está depositada en él completa y absolutamente. -él quién captaba el tono y ciertas palabras en el instante, con el dedo índice, tomó un poco de chocolate de con el índice y se lo llevó a los labios de forma natural, golosa…pícara.

Asintió, mañana por la mañana emprenderían los pasos hasta la villa en donde seguro su abuela lo tendría todo dispuesto, le comentó algo de una comida en agradecimiento en la ausencia con las personas que se encargaban de llevar tan maravillosamente el lugar. Se le había olvidado por lo que rió por lo bajo, no podía ser más despistado.

-Sí, tengo que ocuparme de unos asuntos y… se me olvidó lo de la comida al aire libre, mi nanna celebra siempre su regreso a su ciudad, la comida se elaborará con productos de la tierra y estoy seguro que te lo pasarás molto benne -se acercó a ella, tras su espalda y la abrazó por la cintura, dejando pequeños besos en su cabello hasta perderse en una de sus rosadas mejillas -No, no pienso en el futuro, vivo el presente. Cada hora del día, minuto y segundo…porque este momento no va a regresar-susurró afianzando aún más el abrazo, Éferon no era los que perdían ni un segundo y vivan al máximo y como no, intensamente.

-Descifrar lo impredecible…sólo tú serías capaz de conseguirlo -ajeno a su naturaleza, admiraba la forma de pensar de la joven a quién giró muy despacio para encararla, sus miradas volvieron a encontrarse en la mágica noche veneciana. Dos de sus dedos , apartaron algún que otro mechón rubio que molestaba en su hermoso rostro y se inclinó a dejar un dulce beso en la nariz, otro en sus labios y… un mordisco en su labio inferior -Un ángel vestido de negro, ¿llegó la hora? Puedes castigarme, me lo habré merecido -susurró meloso, acariciando su cintura con la yema de sus dedos, dejando sentir su tacto y calidez sobre la ropa.

El veneciano, sólo podía admirarla en todo su esplendor, tan hermosa y delicada , tan segura de sí misma, simplemente…ella. Cuando sus miradas se anclaron en la otra, supo que era el momento, ambos se lo pidieron al otro en silencio, finalizar aquel inolvidable día en el mejor recuerdo que tendrían  en su vida. Él rodeó por entero su cintura y la acercó hacia sí de la cintura, haciendo presión con una de sus palmas, la otra la llevó hasta enredarla tras su cuello, sujetándola con infinita suavidad y dejar sentir las yemas de sus dedos tras sus orejas, acariciando su cuello.

Sonrió entre besos, fundiéndose con los deliciosos labios de Lorie, sabían incluso mejor que el ciocolatto de la tarta que mandó a hacer sólo para ella. Esos labios que cualquiera pudiese perder la cabeza con tan sólo rozarlos, fundirse en un beso, tan delicada y provocadora. El labio inferior lo tomó entre sus dientes, lamiendo el superior y volver a atraparlos con la clara intención de no soltarlos esa noche. Los pasos se iban perdiendo a la habitación donde paso por paso, parecían danzar entre besos hasta buscar la mullida cama donde los acogería en esa noche estrellada.

Los dedos del italiano, se enredaron en los lazos del vestido, tirando del correspondiente para que la parte inferior cediese por sí misma, la mano libre que navegaba sobre su vestido, se coló por dentro para deshacer los que quedaban y sin prisa, bajar desde el pecado de su boca hasta bordear su cuello con los labios, sin perder un centímetro de piel por besar, deleitarse en la propia esencia de ella, disfrutar el simple hecho de tocarla, besarla, tenerla entre sus brazos…podía conformarse con tan poco que lo demás importaba poco.

La acunó entre sus brazos, separándose lo justo para buscar su mirada, los ojos verdes de él se entrecerraron fijos en ella, qué hermosa, tanto que esa sonrisa de completo y perdido enamorado le delató. Ella acababa de desnudar su alma con una simple mirada, sólo con ese momento, valdría esperar mil vidas con tan sólo tenerla entre sus brazos. Rió preso de la emoción, del nerviosismo de la primera vez… no para él pero como así fuese, despacio, dejó que el vestido cayese por su propio peso y antes de tumbarla en la cama, se permitió el lujo de contemplarla semi desnuda.

Sin soltarla, la separó lo justo para perder la mirada por cada curva que le ofrecía. Volvió a besarla, con infinito deseo, la necesitaba…esa noche quería que fuesen del otro, los dedos de Éferon se enredaron en los ajenos, infundiéndole calma, él no le haría daño jamás y fue esa sonrisa quién se lo prometió en silencio. Entre besos, tuvo que detenerse dejando el peso de su cuerpo en el borde de la cama, apoyando la frente con la ajena y negar con la cabeza porque no podía sentirse tan dichoso, besó sus manos con infinito amor y ternura, sentándose en el borde de la cama e invitándola a que esa noche fuese la dueña de su sueño.

Enredada en su regazo, un tanto más alzada, su frente seguía apoyada en la de Lorie y si había alguna duda de los sentimientos, él acababa de ser un libro abierto ante los ojos azules de la francesa, a nadie había mirado de esa forma y dudaba que volviese a sentir lo mismo, era tan intenso que hasta dolía, la presión en el pecho le invitó a buscar su boca con desesperación, dejando que sus manos se hundiesen en las nalgas ajenas, aún sobre la ropa, dejándose vencer en la cama con ella encima y rodar hasta quedar sobre Lorie, mientras sus manos se encargaban de acariciar milímetro a milímetro desde sus tobillos, interior de sus muslos, acomodarla a su cuerpo… perder sus labios por entre sus pechos los cuales bordeó sobre la ropa, dejando que su aliento calcinase sus zonas más sensibles, dejando sentir su calidez por su vientre, su boca ansiaba perderse en la piel nívea...

Alzó poco a poco su ropa interior hasta quedar expuesta y se detuvo para sin dejar de acariciar centímetro a centímetro, volver a contemplarla…la miró a los ojos y un “ti amo” silencioso, un susurro que finalmente se perdió en los labios de ella al volver a besarla, buscarla… y encontrarla para que permaneciese a su lado durante toda la noche, verla amanecer…por primera vez a su lado.

Confiaba en él tan plenamente como él en ella. Tocarla se había convertido en una adicción y besarla en auténtico deseo, devoraba sus labios con pasión desmedida, buscando más, perdiéndose en cada beso y pedir rendición entre sus brazos. Se perdió en éstos, totalmente anclado a su cuerpo, en dedicarle caricias sin fin mientras sus dedos delineaban su piel despacio y premura, la calidez y suavidad de su cuerpo… a la que se unió su boca al descender hasta sus pechos. Bordeó uno beso a beso, quemando su zona más sensible con su aliento y tomarlo con gula, succionar y moderlo, lamerlo hasta que se endureció entre sus tentadores labios.

Hizo lo mismo con el otro mientras al abandonado lo rodeaba con su mano libre y no perdía ni un segundo en darle placer, en buscar hacerla enloquecer. No quería pero tuvo que cerrar los ojos al sentir los labios de Lorette por su cuerpo, ocasionándole un escalofrío y como su cuerpo se arqueaba buscando al ajeno y no dejasen de perder el contacto. Sonrió a la vez que su lengua traviesa paseó entre sus pechos hasta besar su barbilla y volver a perderse en sus labios, acomodándose sobre ella y enredar una de sus delicadas manos entre las de él.

Ayudó a Lorette a deshacerse de la prendas inmaculadas del cuerpo de él, exponerse desnudo sin pensarlo, totalmente seguro de lo que deseaba ocurriese esa mágica noche. Despacio, guió su miembro a su sexo pero no entró, esperó a dejarlo sentir, frotando ambos y estuviese lista para tomarlo. Sonrió como un niño traviesa, besando sus mejillas y su cuello, con ese gesto quiso que enloqueciera , ella misma se lo pidiese y cuando así fue, movió sus caderas, guiándolo para hacerse paso muy despacio, la estrechez le volvía loco…y tan cuidadoso para que ella sólo sintiese placer.

Susurró en su oído una nana en italiano que cuando era niño le encantaba , su cálida y suave voz a la par que sus dedos se enredaban en los ajenos, apretando sus manos con fuerza y atreverse a dar el paso hasta entrar finalmente dentro de ella, dejar que se fuese acostumbrando y sentir…como algo dentro de ella se rompía, como era el primero. Y le emocionó a tal escala que tuvo que cerrar los ojos, se sentía dichoso y tan afortunado, comenzando a mover suavemente, dejando el dolor que hubiese podido sentir…lejos, abandonarse al placer de amoldarse a su cuerpo como si hubiese estado incompleto hasta ahora y ella, fuese la pieza que le faltase.

Besó su frente, jadeando sobre su boca, mordiendo y besando ésta, sus caderas se movían de tal forma que sólo le proporcionaba placer mientras una de sus manos abandonaba la de ella para enredarse en uno de sus costados y perderse al final de su espalda, donde la atrajo hacia sí y ella sintiese aún más. sus labios volvieron a besar sus pechos entre lamidas, sus dientes no podían evitar tomar sus pechos con un hambre voraz , en ese acto, sus almas bailaban juntas en un baile infinito en el que no podía ser más perfecto.

Disfrutaba por el simple hecho de ser ella, ser el primero, hacerlo con ese amor y delicadeza de la que ella merecía, la obligó a rodar para que ella quedase encima y él tumbado, sonriendo divertido por la imagen de Lorie con el cabello revuelto, tan hermosa o más… tan enamorado que sólo podía mirar sus ojos.

Ninguna vez fue como esa, en la que sintió tanto, cada caricia y beso, la necesidad de fundirse con ella en un baile que no tuviese fin. No le haría daño, jamás podría hacérselo, sólo deseaba buscar su placer, lo necesitase como ella lo estaba reclamando…y por un segundo, deseó retener ese momento en el tiempo. Detener el instante en el que la sintió totalmente suya y viceversa, sus almas ancladas, el amor acrecentarse en su pecho y por primera vez, sentir que podía explotar de emoción, alegría y amor sin medida.

Fundirse con ella, sin apartar ni un segundo sus esmeraldas de su perfecto rostro contraído por el placer, su tentadora boca entreabierta diciendo su nombre entre gemidos ¿había algo mejor que eso? No. Sus cuerpos se compenetraban entre las sabanas, en las que la vergüenza desapareció en cuanto se miraron a los ojos mientras se lo daban todo, él se movía sin control alguno, disfrutando cada movimiento, perdido en la imagen de ella totalmente eclipsada por el momento.

La silueta de Lorie dibujada por la luz que entraba por la ventana, la imagen más hermosa que vería en toda su existencia, en ese momento supo que estaba completamente loco por ella, la deseaba con un fervor infinito y lo demostró cuando sus dedos se enredaron en su cintura y comenzó la danza que sólo un demonio con piel de ángel podría. Buscó su boca, susurrando su nombre incontables veces, no dejó de hacerlo hasta que llegó al clímax, incorporándose en la cama y enredar sus bucles dorados entre sus dedos. Besó su nariz, dejando pequeños besos en la comisura de los labios y abrazarla contra sí, dejándose vencer con ella en la cama aún faltándole el aliento.

Besó su cabello, aún jadeaba, ambos lo hacían y sonrió ampliamente al oírle afirmar que la amaba. Él no pudo decir nada, no le salieron las palabras por lo emocionado del momento, le había vuelto a dejar sin saber qué decir, sentía tanto por ella que estaba abrumado y asustado. Fue lo más real que tuvo nunca, la afianzó contra sí de forma muy suave pero con firmeza, temiendo de que en cualquier segundo fuesen a arrebatársela. Una sensación desconocida comenzó a recorrerlo de pies a cabeza, la respiración de ella se relajó y dejó de moverse…dormía.

Se separó lo justo para admirarla, parcialmente sobre la almohada y apoyada en él. El italiano seguía jugando con su pelo, no podía apartar la mirada de ella y un nudo le apretó con fuerza la garganta, tuvo miedo, pavor y terror absoluto de perderla…porque perderla sería un daño irreparable, a nadie había amado…. Y ella, ella se acababa de convertir en su todo, Éferon cerró los ojos un instante, se sintió idiota porque le picaban los ojos… emocionado y contrariado, muerto de miedo como un niño asustado.

Y acurrucado en ella, perdido en su aroma… se quedó dormido, justo cuando cerró sus ojos, una solitaria lágrima descendió por su mejilla morena hasta perderse entre los cabellos rubios de Lorette.

Éuphemia lo había dispuesto todo para esa comida, los productos todos y cada uno de ellos, pertenecían a la villa. No sólo producían uva, contaban con un amplio abanico de verduras y con la granja que alimentaba a todos los trabajadores del lugar.  Éferon sonrió entre gemidos de protesta al no dejarle más tiempo en la cama y ella acompañándole, asintió devolviéndole el beso mientras ella desayunaba. Minutos después ya se había vestido para la ocasión, nada de lujos, iba lo más informal posible, una camisa abierta inmaculada y unos pantalones grises oscuros y botas, si iba a ayudar no podía ir de impoluto traje.

Tras desayunar un café sólo y algún bollo, junto con Lorette partieron a la villa, como bien le prometió…no, no fueron en carruaje, si no en góndola hasta las proximidades donde gente que trabajaba en la villa les esperaba con caballos, el viaje en góndola fue simplemente agradable y cercano, la abrazó contra sí en el trayecto y no la soltó. La contempló en silencio cuando ella absorta observaba todo con su infinita mirada clara, sonrió ampliamente porque no podía estar más contento y ser más dichoso.

-El viaje en góndola acaba aquí, el camino será a caballo… tardaremos en llegar unos diez minutos, todo estará dispuesto cuando lleguemos, la nanna nos espera ¿te ha gustado? -ayudó a que bajase y guiados por dos de sus hombres, llegaron a la villa en apenas unos minutos, una bonita casa en el campo en donde las personas que la llevaban, trabajaban con todo el placer del mundo, sus patrones eran muy considerados con todos y cada uno de ellos. Giancarlo se encargaba de un grupo de segadores cuando vio venir los caballos, los saludó alzando la mano a lo lejos a lo que Éferon saludó del mismo modo efusivo.

-Nanna que ganas tenía de verte ¡estás bellísima! -la mujer sonrió negando con la cabeza, dejándose llevar por la espontaneidad de su nieto, esa alegría y haz de luz que transmitía-Os esperaba!! Lorie estás…radiante, ambos estais … -se quedó a medias de decirlo, con una simple mirada se acababan de decir todo y es que tal como miraba su nieto a la francesa y esa sonrisita de ambos... algo había pasado, algo que lo cambiaba todo, la nanna sonrió ampliamente, dejándoles a solas mientras ella se dedicaba a comprobar que todo estaba a su gusto. Éferonn atrajo hacia sí a Lorie  y la besó con ganas, con esa sonrisa de niño travieso.

-Prueba todo lo que quieras, después prometo una tarde…tú y yo solos, tengo tantas ganas de que descubras todo… -le ofreció un entrante, uno que le engañó robándole un beso de lo más divertido, mirándola…fijamente a los ojos, no, no iba a portarse bien en absoluto.
 

En la mesa dispusieron tipos de queso variados, carne asada y como no su plato estrella, pasta y arroz, pollo asado, un bol con fruta, la gente se lo estaba pasando increíble -Coge una, una de esas cucharas redondas y más alargadas…me muero con probar el postre -miraba a sus labios, donde no importó besarla sin que ella lo esperase, a la atenta mirada de la nanna.

villa:

La mesa de madera alargada, se extendía en el porche de la entrada, el mantel de cuadros rojos y blancos daban ese toque de color de alegría y familiar. Sobre la mesa, la carne asada predominaba en bandejas de plata. Y una especialidad con salsa picante, elaborada con tomates de la huerta y unas especias que le daban ese toque picante e intenso. Sonrió al saborearlo, le encantaba esa salsa de tomate, con ese toque dulce de la empanada y la salsa picante como contraste.

-Una especialidad de mi abuela, no te lo dije pero… por ella me encanta la cocina. Hay unas salchichas al vino que deberías probar, sumamente deliciosas ¡ah! y…esto -tomó una cesta de mimbre, unos panecillos redondos con semillas. Tomó uno entre sus dedos y lo olió, ajo y perejil…con un toque de orégano -Pruébalos, son mis favoritos, me los comía a todas horas, de dulces prefiero …las sflogiatella, es una explosión de sabores, es mi favorito -se comió el panecillo, saboreándolo y deleitándose en cada bocado, lo disfrutaba mucho ¡aún estaban calientes!

Como era de esperar, Éuphemia los hizo para él, pequeños pasteles de hojaldre rellenos de ricota, buscó a su nanna con la mirada, bebía una copa de vino mientras conversaba con un hombre mayor, seguramente un jefe de cuadrilla de los trabajadores. Buscó con sus esmeraldas la bandeja en cuestión, tomó dos para que ella lo probase a la misma vez, no debería comer postre cuando aún estaban con los entrantes pero era de mezclar y comer lo que le apetecía.

-Los mejores del mundo, hacía mucho no los probaba, cuando regresamos a París se centra tanto en su oficio de modista que… se olvida de mí y mis caprichos, para eso estoy yo , para contentarla…si no cocina uno cocina otro -un grupo de jóvenes conversaba de lo más animado, un joven tocaba la guitarra y otros le seguían con algún baile, una rolliza joven se arrancó a cantar una canción italiana a la que los demás le siguieron. Éferon se acercó al grupo, esperando a que Lorie le siguiese, él no dudó también en unirse al baile en donde le pidió cortésmente a una joven morena de ojos oscuros quién al verlo se lanzó a sus brazos sin importarle fuese el dueño de la villa. Él apareció por sorpresa y ella no pudo estar más entusiasmada.

-Nos dijo tu abuela llegarías pronto, te hemos echado de menos ¿vendrás mañana a la recogida de la uva? Haré esos bocadillos que tanto te gustan y luego si …quieres pues… -Éferon siguió bailando con ella, tomando a la joven cantante y alzarle las manos , la morena no le quitaba los ojos de encima porque no recibió respuesta, cuando volvió otra vez a sus brazos por el baile él asintió -Siempre voy, ya lo sabes, espero que lleves lo prometido pero el después no podrá ser, esta vez no...no vine solo. Mira, ven -la morena se extrañó pero le siguió dejando a los demás danzar, sería un poco más mayor que Lorie y su sonrisa irradiaba luz, no parecía molesta de conocerla si no todo lo contrario -¡Una ragazza! Encantada, soy Tina, la hermana de Giancarlo -Éferon presentó a Lorie -Y ella es Lorette, vendrá también mañana, no le importará contribuir -la joven le dedicó una torpe reverencia y volvió con los demás , no sin antes darle un sonoro beso en la mejilla, él la siguió con la mirada hasta que llegó a su destino, el corrillo de amigos -Nos lo pasábamos bien, no había compromisos de ningún tipo, no voy a ocultar nada. -era la hermana de Giancarlo, una persona de confianza y aún así, ese deje de melancolía , esa sonrisa al verla aparecer que se acrecentó al tirar de las manos de Lorie para que bailase con él.

mesa:

Sfogliatella:

Estaba pletórico, feliz y contento de poder disfrutar de esa comida junto a ella en nada más y nada menos que en su villa. La villa no pertenecía a los Gianetti, sí a la familia de Éuphemia por lo que para Éferon era aún mucho más especial, mientras su nanna reía de lo más divertida oyendo a una mujer de su misma edad contarle anécdotas sobre los días de su ausencia…tanto él como Lorie, disfrutaban de ese baile sin máscaras en el que la alegría y el ser uno mismo sin distinciones de clases ni importar cómo fuesen, era lo más importante…el simple hecho de disfrutar.

Tina se divertía al igual que todos los demás, él danzaba incluso con amigos dando algún que otro paso de lo más divertido. Los ojos verdes de él buscaron a Lorie quién no parecía mostrar atención a nada más que a las llamas que danzaban en medio de fiesta, olía a carne frita, los pinchos con verdura se hacían en la lumbre a su amor con las brasas que habían apartado. Tomó aire tras el esfuerzo del baile caminando junto a su amiga quién le contaba alguna cosa sin importancia en su idioma natal, le hablaba de sus sobrinas y lo contenta de volver a ser tía de nuevo.

Y la sonrisa, se le borró en el mismo segundo que Lorie comenzó hablar, la conocía lo suficientemente bien para leer su tono molesto en la voz y lo mal que comenzaba a sentirse por ese pequeño malentendido. No conocían su historia pero tampoco había que sumar dos más dos… Éferon se quedó estático sin saber qué decir, no se levantó enseguida pues no se lo esperaba ¿cómo era posible que pensase que él se veía con otras? Si cada segundo lo había pasado junto a ella. Lo llegó a pensar pero no le supuso un problema, no tan real e importante… el hecho de haber tenido mujeres en su vida que aún seguían siendo para él importantes de las que no podía prescindir.

La dejó espacio, durante los minutos suficientes para levantarse y buscarla, cuando la halló, no se acercó del todo, la dejó a ella más adelante. Desde allí podía contemplar el cielo estrellado, las estrellas les proporcionaban ese momento a solas que tanto él temía, sabía que una escena así surgiría, el cariño y afecto en su tierra era diferente y…él no podía ser de otra manera.

-Tina, Sophie, Adrianna… , mi nanna y mujeres que aunque no vea a menudo y tenga ese acercamiento y relación que en su momento tuviese, cada una representa algo en mi vida porque no soy rencoroso. Todas me aportaron algo en su momento y no sólo por eso, ahora las vea del mismo modo -no estaba contribuyendo nada y lo sabía, no era excusa -Tina es la hermana de mi mejor amigo, nos criamos los tres juntos… romances de niños, Sophie sólo buenos momentos y es alguien en quién confío, Adrianna fue esa niña fuerte que nos mostró tanto a Giancarlo como a mí lo que es una mujer italiana,… no lo querrás oír porque seguro has pensado que entre ella y yo hubo algo y así fue -hizo una pausa terrorífica pues eso Lorie seguro no se lo esperaba, menos lo que proseguía -Adrianna evitó que ambos nos ahogásemos en el río cuando teníamos 12 años, evitó dejarnos de hablar entre los dos por insignificancias,ella me confesó que siempre estuvo enamorada de mi amigo… la ayudé a dar el paso, éramos inseparables y mi nanna, ya sabes lo que significa para mí… -negó con la cabeza, la presión en el pecho de la otra noche volvía, sus ojos verdes se cerraron un instante, tomando fuerzas.. -Y tú… tú eres la única que me ha dejado sin palabras, me sorprende como nadie más lo ha hecho y yo que soy un descarado, no puedo apartar la mirada de tus ojos y de tus labios. Has significado lo que ninguna para mí, no puedo creer tener tanta suerte…anoche realmente pensé que no podía ser más dichoso pero claro, es mejor pensar que me veo o coqueteo con otras porque no eres suficiente ¿sabes cómo llamo a eso? Inseguridad. Eres fuerte aunque te vean débil, eres hermosa aunque otros te hayan hecho pensar lo contrario, inteligente como la que más, eres única, eres tú pero eso no importa porque ves fantasmas donde no los hay y no te culpo. -dio un par de pasos hacia atrás, en ese momento se sintió pequeño, diminuto ante una mujer como ella, quizás él no era lo suficiente pero las palabras acababan de decirle todo lo que significaba para él aunque no lo creyese.

- Nessuno sarà mai come te -no hubo falta traducirlo, por el tono y su pesar…el de un hombre terriblemente muerto de miedo pero ella, no podía imaginarlo. [Nadie será nunca como tú.]