AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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[Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
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[Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Recuerdo del primer mensaje :
París, Francia…ocho años antes. Finales de octubre, estación otoño poco a poco va llegando el Invierno.
Un joven Éferon, observaba a su nanna reflejada en el espejo, lucía hermosa para esa noche en donde debían asistir a una de esas fiestas que la clase alta hacía cuando llegaban a París, los conocidos eran unos amigos de su abuela desde hace años y a los que no dudaron en invitar, a ella y a su nieto, por supuesto. La mujer, lucía un traje muy elegante, adornado con pedrería y de un color que resaltaba su tez morena y mirada clara como el cielo, unos ojos azules tan infinitos como el mismo cielo.
-Bambino, deberías empezar a arreglarte, tu padre nos espera ya allí, tenía unos asuntos que tratar con un cliente ¿qué? ¿Qual il è problema? ¡Andiamo, signore Gianetti! Siempre llegamos por tu culpa -el joven resopló de lo más desanimado, después de toda la noche sin dormir tras salir con un par de amigos de París, lo que menos le apetecía era una de esas fiestas en donde perderse no iba a poder ser, tenía que acompañar a su abuela. -Benne, benne…¡ya voy! Prometo portarme bien pero si alguna signorina necesita ser rescatada de algún familiar pesado… ¡no me abstengo a las consecuencias! -antes de salir por la puerta, le dedicó a la mujer un beso en la mejilla y desapareció entre risas.
La casa en París de los Gianetti, contaba con una veintena de criados que al detalle llevaban la casa a la perfección, nanna Gianetti solía visitar la ciudad bastante por lo que pasaban largas temporadas allí y Éferon con ella, su padre la mayor parte del tiempo. La mujer tuvo a su hija muy joven, no llegaba a los quince años y ésta había seguido sus pasos por lo que más que su abuela, parecía más su madre, la mujer prácticamente lo había criado tras la perdida de su única hija.
El italiano, se arregló para la ocasión, el color negro le sentaba bastante bien y por ello solía ir de ese color habitualmente, la mujer al verlo sonrió ampliamente, colocándole bien las solapas y admirar lo atractivo y bello en el hombre que se estaba convirtiendo. Éferon le ofreció su brazo y juntos emprendieron el viaje hasta la casa de los Lancaster, un matrimonio entrado en años que habían elegido París como sus últimos años de vida. Acudiría mucha gente, por lo que Éferon dejó escapar un sonoro suspiro, tanta aglomeración de personas le agobiaba.
-Il mio príncipe, andiamo. Seré la mujer más envidiada de la fiesta -sonrió resplandeciente, sonrisa que contagió al joven. Sus rizos negros indomables caían sobre su frente, ocultando parcialmente su mirada esmeralda, su abuela la arrastró con ella hasta el centro del salón en donde las miradas se fijaban en la señora Gianetti y su apuesto nieto -Esta noche no me busques esposa, sabes que yo de eso…no gastaré nunca, me gustan todas -la mujer, se echó a reír divertida -Todas…hasta que una te robe el aliento, anda vamos a saludar a los anfitriones -Éferon entornó los ojos, le costó seguir sus pasos con desgana y con ésta misma, se tropezó con un camarero quién derramó parte de las copas sobre una dama, más bien varias -Demasiada gente…tenga cuidado -le ayudó a colocar la bandeja, de paso tomó una copa de las que no se habían derramado. -Disculpe, estas cosas pasan -la forma de barrer la culpa, fue sencillamente… impecable.
París, Francia…ocho años antes. Finales de octubre, estación otoño poco a poco va llegando el Invierno.
Un joven Éferon, observaba a su nanna reflejada en el espejo, lucía hermosa para esa noche en donde debían asistir a una de esas fiestas que la clase alta hacía cuando llegaban a París, los conocidos eran unos amigos de su abuela desde hace años y a los que no dudaron en invitar, a ella y a su nieto, por supuesto. La mujer, lucía un traje muy elegante, adornado con pedrería y de un color que resaltaba su tez morena y mirada clara como el cielo, unos ojos azules tan infinitos como el mismo cielo.
-Bambino, deberías empezar a arreglarte, tu padre nos espera ya allí, tenía unos asuntos que tratar con un cliente ¿qué? ¿Qual il è problema? ¡Andiamo, signore Gianetti! Siempre llegamos por tu culpa -el joven resopló de lo más desanimado, después de toda la noche sin dormir tras salir con un par de amigos de París, lo que menos le apetecía era una de esas fiestas en donde perderse no iba a poder ser, tenía que acompañar a su abuela. -Benne, benne…¡ya voy! Prometo portarme bien pero si alguna signorina necesita ser rescatada de algún familiar pesado… ¡no me abstengo a las consecuencias! -antes de salir por la puerta, le dedicó a la mujer un beso en la mejilla y desapareció entre risas.
La casa en París de los Gianetti, contaba con una veintena de criados que al detalle llevaban la casa a la perfección, nanna Gianetti solía visitar la ciudad bastante por lo que pasaban largas temporadas allí y Éferon con ella, su padre la mayor parte del tiempo. La mujer tuvo a su hija muy joven, no llegaba a los quince años y ésta había seguido sus pasos por lo que más que su abuela, parecía más su madre, la mujer prácticamente lo había criado tras la perdida de su única hija.
El italiano, se arregló para la ocasión, el color negro le sentaba bastante bien y por ello solía ir de ese color habitualmente, la mujer al verlo sonrió ampliamente, colocándole bien las solapas y admirar lo atractivo y bello en el hombre que se estaba convirtiendo. Éferon le ofreció su brazo y juntos emprendieron el viaje hasta la casa de los Lancaster, un matrimonio entrado en años que habían elegido París como sus últimos años de vida. Acudiría mucha gente, por lo que Éferon dejó escapar un sonoro suspiro, tanta aglomeración de personas le agobiaba.
-Il mio príncipe, andiamo. Seré la mujer más envidiada de la fiesta -sonrió resplandeciente, sonrisa que contagió al joven. Sus rizos negros indomables caían sobre su frente, ocultando parcialmente su mirada esmeralda, su abuela la arrastró con ella hasta el centro del salón en donde las miradas se fijaban en la señora Gianetti y su apuesto nieto -Esta noche no me busques esposa, sabes que yo de eso…no gastaré nunca, me gustan todas -la mujer, se echó a reír divertida -Todas…hasta que una te robe el aliento, anda vamos a saludar a los anfitriones -Éferon entornó los ojos, le costó seguir sus pasos con desgana y con ésta misma, se tropezó con un camarero quién derramó parte de las copas sobre una dama, más bien varias -Demasiada gente…tenga cuidado -le ayudó a colocar la bandeja, de paso tomó una copa de las que no se habían derramado. -Disculpe, estas cosas pasan -la forma de barrer la culpa, fue sencillamente… impecable.
Última edición por Éferon Gianetti el Miér Dic 05, 2018 8:46 am, editado 3 veces
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/01/2016
Localización : La ciudad del amore , París.
Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Molesto, irritado, con ganas de estar en otro lugar menos en esa mesa con una persona que lo veía como lo peor, un chinche molesto al que aplastar. Ya se lo advertía su nanna, “trata bien a las damas, ofrece todo lo que esté en tu mano, hazlas sentirse especiales” pero ella no era como las demás, por eso le llamó la atención e insistió sin tener en cuenta nada más que lo que él tenía que demostrar y conseguir sin importarle si esa joven fue atolondrada por más hombres en la fiesta…si él mismo apreció a ese hombre mayor fantasear con ella. Él mismo acababa de condenarse, ser otro más al que agradar a la joven y su reacción fue totalmente comprensible…huir pero no, el orgullo del italiano pesó más y eso no lo tuvo más.
La voz desquebrajada de la joven, detuvo la cuchara a medio camino, algo dentro de él se removió por dentro pues no esperó una reacción ni remotamente parecida. La cuchara volvió al plato sin ser tomada, la mirada esmeralda de Éferon perdida en el fondo del plato sin atreverse encontrarse con una imagen que no deseaba, acababa de hacer sentir mal a una mujer, alguien que realmente sentía lo que decía ¿y si era una estrategia para que él quedase como el malo de la historia? Algunas mujeres se aprovechaban de su caballerosidad, implorando más atenciones y que él bebiese los vientos por ellas pero hasta ese instante…ninguna le atrapó por completo.
-Ni yo de usted… y… -Éuphemia observó como a su nieto le cambió el semblante, los ojos del italiano se desviaron hacia su abuela evitando encontrarse con los ojos aguamarina plagados de lágrimas, no podía y menos soportaba ver llorar a una ragazza, menos por su culpa. La nanna, negó con la cabeza para que no siguiese diciendo cosas que la incomodasen, la imagen de Lorie la desconcertó pues ¿cómo había podido hacer su nieto semejante historia? Y encima la obligación impuesta por su madre, Éferon apretó los labios sin saber qué decir, todo esto le había pillado desprevenido, realmente pensó en que le contratacaría o pondría en evidencia de nuevo pero …todo fue un completo malentendido..
-Hace hueco para el postre y las galletas que nuestra cocinera ha elaborado para la ocasión por mía petizione -cuando se ponía nervioso hablaba en italiano, palabras sueltas pero en este caso no tuvo que traducir nada, acababa de excusarla para que no se comiese el plato, esperaba que la señora Lefoy dejase a su hija ese espacio que necesitaba. Y cometió el error de mirarla, contemplarla de perfil.
Se había desmoronado, luchaba por no derrumbarse y sus ojos se empañaron como un cristal en días nublados. Buscó disimuladamente uno de sus pañuelos, solía llevar un par en el chaleco o escondido en el pantalón, a escondidas y debajo de la mesa, le dejó uno sobre su regazo por supuesto sin tocarla, él jamás haría algo indebido o impropio, ¡trataba a las mujeres como un tesoro! Pero estaba irritado, molesto y dolido en su propio orgullo, chasqueó la lengua enfadado consigo mismo, no podía pedirle que hablasen a solas ella no querría.
-Mi dispiace, mi dispiace…[lo siento]-ella no conocía el italiano, lo pudo apreciar en la fiesta por lo que negó con la cabeza, se sentía terrible después del suceso -Lorie…-esperó una reacción por su parte, buscó su mirada y cuando la encontró, sonrió…una sonrisa que podía contagiar a cualquiera -¿Un baile? Y la dejo en paz…-bromeó, terminando la sopa, al menos esperaba que su intervención se cobrase de modo positivo.
La voz desquebrajada de la joven, detuvo la cuchara a medio camino, algo dentro de él se removió por dentro pues no esperó una reacción ni remotamente parecida. La cuchara volvió al plato sin ser tomada, la mirada esmeralda de Éferon perdida en el fondo del plato sin atreverse encontrarse con una imagen que no deseaba, acababa de hacer sentir mal a una mujer, alguien que realmente sentía lo que decía ¿y si era una estrategia para que él quedase como el malo de la historia? Algunas mujeres se aprovechaban de su caballerosidad, implorando más atenciones y que él bebiese los vientos por ellas pero hasta ese instante…ninguna le atrapó por completo.
-Ni yo de usted… y… -Éuphemia observó como a su nieto le cambió el semblante, los ojos del italiano se desviaron hacia su abuela evitando encontrarse con los ojos aguamarina plagados de lágrimas, no podía y menos soportaba ver llorar a una ragazza, menos por su culpa. La nanna, negó con la cabeza para que no siguiese diciendo cosas que la incomodasen, la imagen de Lorie la desconcertó pues ¿cómo había podido hacer su nieto semejante historia? Y encima la obligación impuesta por su madre, Éferon apretó los labios sin saber qué decir, todo esto le había pillado desprevenido, realmente pensó en que le contratacaría o pondría en evidencia de nuevo pero …todo fue un completo malentendido..
-Hace hueco para el postre y las galletas que nuestra cocinera ha elaborado para la ocasión por mía petizione -cuando se ponía nervioso hablaba en italiano, palabras sueltas pero en este caso no tuvo que traducir nada, acababa de excusarla para que no se comiese el plato, esperaba que la señora Lefoy dejase a su hija ese espacio que necesitaba. Y cometió el error de mirarla, contemplarla de perfil.
Se había desmoronado, luchaba por no derrumbarse y sus ojos se empañaron como un cristal en días nublados. Buscó disimuladamente uno de sus pañuelos, solía llevar un par en el chaleco o escondido en el pantalón, a escondidas y debajo de la mesa, le dejó uno sobre su regazo por supuesto sin tocarla, él jamás haría algo indebido o impropio, ¡trataba a las mujeres como un tesoro! Pero estaba irritado, molesto y dolido en su propio orgullo, chasqueó la lengua enfadado consigo mismo, no podía pedirle que hablasen a solas ella no querría.
-Mi dispiace, mi dispiace…[lo siento]-ella no conocía el italiano, lo pudo apreciar en la fiesta por lo que negó con la cabeza, se sentía terrible después del suceso -Lorie…-esperó una reacción por su parte, buscó su mirada y cuando la encontró, sonrió…una sonrisa que podía contagiar a cualquiera -¿Un baile? Y la dejo en paz…-bromeó, terminando la sopa, al menos esperaba que su intervención se cobrase de modo positivo.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/01/2016
Localización : La ciudad del amore , París.
Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Lorie se esforzaba por mantener la compostura pero el comentario de su madre acababa de ser lo que le faltaba aquella noche, sin embargo jamás osaría contradecirla así que siguió comiendo de su plato, sintiendo como una losa cada bocado que daba de aquel delicioso manjar. Lógicamente él estaba más que molesto con ella y Lorette sabía que tenía todo el derecho del mundo a estarlo, fue descortés y le rechazó, pero si él supiera de sus poderes... jamás podría imaginarse la desconfianza que genera el creer que la gente solo se le acerca por su aura mágica de atracción, o lo que fuera aquel poder.
Escuchó con cierto sobresalto que él acababa de intentar ayudarla ante su madre, poca gente osaba contradecir a Alexandra y mucho menos esperaba que él fuera la persona que intentara interceder por ella. Sintió una oleada de gratitud en el pecho que se expandió por su ser.- He comido casi todo, madre, los Gianetti saben que está delicioso -dijo esperando que aquello bastara a su madre, que si bien no parecía conforme no llevaría la contraria al joven Gianetti delante de los demás. Enarcó una ceja, asintió y volvió a dirigir su conversación hacia los otros adultos pero de vez en cuando dirigía una mirada de reojo a su hija intentando expresar "estoy pendiente".
-Yo... gracias... por eso -susurró, a penas incapaz de mirarle y notando ya como la primera lágrima traicionera resbalaba por su mejilla, rauda. Él no solo no se espantó o la ridiculizó por ello, sino que además depositó un suave pañuelo en su pierna. Ella lo tomó agradecida y se giró para secarse las lágrimas en privado, esperando que nadie hubiera visto aquel gesto fugaz. Cuando sintió que estaba lista depositó el pañuelo de vuelta donde él lo había dejado, devolviéndoselo. Sus ojos estaban un poco rojos pero seguían siendo de un intenso color aguamarina, a medio caballo entre el color del cielo y de la profundidad del mar.
Ella se recompuso como pudo, si ya no le gustaba desde luego que ahora le gustaría menos todavía, pues acababa de portarse como una niña frágil y torpe, lo que en realidad ella era, vaya. Sabía que aquella noche no había cumplido con su labor de portarse impecablemente y que Alexandra lo sabía y estaba convencida de que cuando llegara a su casa asumiría las correspondientes consecuencias. Escuchó su ofrecimiento y una pequeña sonrisa, tímida, casi escondida en su rostro que aún reflejaba las marcas de las lágrimas, apareció.- Una conversación luego, estaría... estaría bien. -dijo y volvió a llamarle la atención que se dirigiera a ella como Lorie, era un apelativo bonito, a lo mejor después de todo podían ser amigos y llevarse bien, ¿o aquello era completamente imposible ya?
Escuchó con cierto sobresalto que él acababa de intentar ayudarla ante su madre, poca gente osaba contradecir a Alexandra y mucho menos esperaba que él fuera la persona que intentara interceder por ella. Sintió una oleada de gratitud en el pecho que se expandió por su ser.- He comido casi todo, madre, los Gianetti saben que está delicioso -dijo esperando que aquello bastara a su madre, que si bien no parecía conforme no llevaría la contraria al joven Gianetti delante de los demás. Enarcó una ceja, asintió y volvió a dirigir su conversación hacia los otros adultos pero de vez en cuando dirigía una mirada de reojo a su hija intentando expresar "estoy pendiente".
-Yo... gracias... por eso -susurró, a penas incapaz de mirarle y notando ya como la primera lágrima traicionera resbalaba por su mejilla, rauda. Él no solo no se espantó o la ridiculizó por ello, sino que además depositó un suave pañuelo en su pierna. Ella lo tomó agradecida y se giró para secarse las lágrimas en privado, esperando que nadie hubiera visto aquel gesto fugaz. Cuando sintió que estaba lista depositó el pañuelo de vuelta donde él lo había dejado, devolviéndoselo. Sus ojos estaban un poco rojos pero seguían siendo de un intenso color aguamarina, a medio caballo entre el color del cielo y de la profundidad del mar.
Ella se recompuso como pudo, si ya no le gustaba desde luego que ahora le gustaría menos todavía, pues acababa de portarse como una niña frágil y torpe, lo que en realidad ella era, vaya. Sabía que aquella noche no había cumplido con su labor de portarse impecablemente y que Alexandra lo sabía y estaba convencida de que cuando llegara a su casa asumiría las correspondientes consecuencias. Escuchó su ofrecimiento y una pequeña sonrisa, tímida, casi escondida en su rostro que aún reflejaba las marcas de las lágrimas, apareció.- Una conversación luego, estaría... estaría bien. -dijo y volvió a llamarle la atención que se dirigiera a ella como Lorie, era un apelativo bonito, a lo mejor después de todo podían ser amigos y llevarse bien, ¿o aquello era completamente imposible ya?
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/11/2018
Localización : París, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Éuphemia sonrió contra su cuchara por el impecable comportamiento de su nieto, para otros seguramente no ocurriese nada pero ella se percató de la incómoda escena y culpabilidad en los ojos verdes de su Éferon. Él no dijo nada, sólo negó con la cabeza, no tenía porqué dar explicaciones al hecho, actuó así y no había más pero ¿verla llorar? No, no podía y menos por culpa suya. Esperó a que le retirasen su plato, momento en el que ella se apartó las lagrimas ¿cómo había sido tan desconsiderado? Aún no le cabía en la cabeza, sus propios pensamientos se mezclaron con la voz grave de su padre de fondo, como no, hablando del navío y los lujos que en su interior no faltarían. Negocios y más negocios, ya ni recordaba cuando fue la última vez que hablaron de sí mismos.
-No me lo devuelva -hacía referencia al pañuelo, el cual señaló con la mirada, al depositarlo de nuevo en su regazo, el índice del italiano rozó el dorso de su mano, era extraño pero tocarla se le hizo tan familiar…el hecho de haber tomado su mano sin darse cuenta, la suavidad y calidez de su piel. No, no podía pensar en ciertas cosas y menos en alguien como ella, lo medio soportaba por haberla respaldado pero una cosa era esa y otra…fantasear con tonterías -No podría guardar sus lágrimas, ya me siento bastante culpable como para tener ese recuerdo -
Se negaba a tomar su pañuelo, el simple hecho de recoger las pequeñas gotas saladas de sus ojos y empañarlo, le parecía una falta de respeto absoluto hacia ella, él fue el causante y ya se sentía suficiente mal como para saberlo. Cerró los ojos un instante, algo dentro de él le impedía probar más bocado, esperaba al postre: una tarta de nata con nueces, la favorita de su padre, era cierto que también encargó hacer las galletas con sabor a vainilla embadurnadas en canela y azúcar moreno.
-Con galletas, es cierto que mi nanna las mandó a hacer, son mis favoritas y… un té es mejor que un zumo, me sienta mejor y me relaja más pero no tiene que aceptarlo si no lo desea, no es obligatorio. El baile ya acabó en la fiesta, aquí..tan sólo somos parte del decorado, hablan de negocios ¿o pretende ofrecerme algún tipo de negocio que yo no sepa? Soy perseverante, me conformo con la conversación mientras me como las galletas, para el postre siempre hay hueco -estaba hablando demasiado, inquieto pues se esperaba un no por respuesta.
Los ojos de Éferon centellearon frente a la tarta, al contrario que los demás saboreaba la comida como si fuese todo un arte, para él lo era. Alzó el pequeño plato blanco de porcelana con el filo dorado y olió el trozo de pastel, las nueces le encantaban y las almendras más.
-Me gustan más las de frutas, suelo hornearlas cuando me dejan en cocina… la señora Donatella me impide bajar porque no para de reprocharme que revuelo al servicio, así que a solas pues…-se encogió de hombros, dando datos inútiles, qué le iba a importar a ella si cocinase o le gustase la tarta o no de cualquier tipo. Suspiró, era mejor se callase de una vez -No quiero aburrirla, ya sé que mi compañía no es grata , ahora menos -lo tenía asumido pero no lo aceptaba, ¿él apartado? Sí y por su culpa esas lágrimas de cristal que ahora descansaban en el pequeño pañuelo bordado.
-No me lo devuelva -hacía referencia al pañuelo, el cual señaló con la mirada, al depositarlo de nuevo en su regazo, el índice del italiano rozó el dorso de su mano, era extraño pero tocarla se le hizo tan familiar…el hecho de haber tomado su mano sin darse cuenta, la suavidad y calidez de su piel. No, no podía pensar en ciertas cosas y menos en alguien como ella, lo medio soportaba por haberla respaldado pero una cosa era esa y otra…fantasear con tonterías -No podría guardar sus lágrimas, ya me siento bastante culpable como para tener ese recuerdo -
Se negaba a tomar su pañuelo, el simple hecho de recoger las pequeñas gotas saladas de sus ojos y empañarlo, le parecía una falta de respeto absoluto hacia ella, él fue el causante y ya se sentía suficiente mal como para saberlo. Cerró los ojos un instante, algo dentro de él le impedía probar más bocado, esperaba al postre: una tarta de nata con nueces, la favorita de su padre, era cierto que también encargó hacer las galletas con sabor a vainilla embadurnadas en canela y azúcar moreno.
-Con galletas, es cierto que mi nanna las mandó a hacer, son mis favoritas y… un té es mejor que un zumo, me sienta mejor y me relaja más pero no tiene que aceptarlo si no lo desea, no es obligatorio. El baile ya acabó en la fiesta, aquí..tan sólo somos parte del decorado, hablan de negocios ¿o pretende ofrecerme algún tipo de negocio que yo no sepa? Soy perseverante, me conformo con la conversación mientras me como las galletas, para el postre siempre hay hueco -estaba hablando demasiado, inquieto pues se esperaba un no por respuesta.
Los ojos de Éferon centellearon frente a la tarta, al contrario que los demás saboreaba la comida como si fuese todo un arte, para él lo era. Alzó el pequeño plato blanco de porcelana con el filo dorado y olió el trozo de pastel, las nueces le encantaban y las almendras más.
-Me gustan más las de frutas, suelo hornearlas cuando me dejan en cocina… la señora Donatella me impide bajar porque no para de reprocharme que revuelo al servicio, así que a solas pues…-se encogió de hombros, dando datos inútiles, qué le iba a importar a ella si cocinase o le gustase la tarta o no de cualquier tipo. Suspiró, era mejor se callase de una vez -No quiero aburrirla, ya sé que mi compañía no es grata , ahora menos -lo tenía asumido pero no lo aceptaba, ¿él apartado? Sí y por su culpa esas lágrimas de cristal que ahora descansaban en el pequeño pañuelo bordado.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
El servicio retiraba los platos de la mesa y preparaba todo para servir el postre. Lorette no era una gran comedora pero desde luego su parte favorita de comer era tomar postre, pues le encantaba el dulce terriblemente. Una golosa es lo que era, aunque en su casa le pasaba igual que a él y a ella rara vez le permitían cocinar si no era para aprender pues se consideraba que una señorita de su estatus no debía mezclarse con el servicio o mancharse lo más mínimo las manos y ella odiaba esa actitud clasista con toda su alma. Muchos de sus amigos eran parte del servicio y jamás se avergonzaba de ello.
Ella asintió cuando él le ofreció quedarse el pañuelo, lo depositó de nuevo sobre sus piernas y con sumo cuidado y mimo lo dobló para luego guardarlo. Cuando Lorie lo tomó notó que durante un breve momento él tocó su mano y su corazón aleteó brevemente. No se paró demasiado a analizar el por qué, pero no le había pasado nunca, de eso estaba totalmente segura.- No se sienta culpable, la única persona que debe sentirse así soy yo y ya estoy cumpliendo mi penitencia -dijo con honestidad, pues para ella el hecho era que todo lo que había ocurrido había sido su culpa, había hecho sentirse mal a un joven inocente y además había disgustado a su madre, pleno en hacer sentir mal a las personas aquella noche.
Pronto llegó un trozo de tarta para cada comensal y un delicioso plato de galletas. Lorette tomó la tarta y estaba deliciosa y entonces cogió una galleta y también la probó, cuando había dulce delante la muchacha encontraba difícil contenerse, sin embargo cuando iba a coger su segunda galleta pilló una mirada de su madre que le volvió a recordar otra de sus frases "Las señoritas no pueden comer como si no lo hubieran hecho nunca, deben hacerlo lentamente, saboreando todo" así que con cierta vergüenza comenzó a dar mordisquitos enanos a la galleta, aunque no se sentía muy cómoda y deseaba comérsela más rápido.
-Estas galletas son lo más rico que he probado nunca, tenga eso por seguro -admitió en voz baja y sobre el té, lo había tomado en Inglaterra, allí estaba muy bueno.- El té también me agrada como a usted. -y observó como sus padres seguían hablando con el señor Gianetti y su abuela, concretando detalles y demás parafernalia. Lorette no había prestado ninguna atención la gran mayoría de la cena, absorta por su propio drama personal y se dio cuenta de que no tenía ni idea de lo que hablaban, aunque le preocupaba poco.- Yo no soy una mujer de negocios como mi madre, lo mío son los estudios, ¿sabe? Soy muy buena, acudo a un instituto femenino aquí en París y soy la mejor de la clase, mi profesor dice que podrían incluso admitirme en la universidad aunque soy una mujer. Sería un sueño hecho realidad asistir, nada me gustaría mas en este mundo.- Se dio cuenta de que su tono había subido una octava ante la excitación de hablar sobre lo que le gustaba, se sonrojó y volvió a bajar el tono hasta ser nuevamente la dulce y discreta Lorette, seguramente él se reiría de ella por querer estudiar, todos los demás lo hacían.
Ella escuchó cuando hablaba, siempre le habían dicho que era una gran compañía y que escuchaba genial. Generalmente Lorette era más escueta fruto de que solía ser ella la que dejaba a los demás hablar y con la práctica y los años se había dado cuenta de que la gente valoraba ese aspecto de su personalidad.- Si le consuela a mi tampoco me dejan tocar la cocina a menudo, aunque mi tía Anissa me deja hacer tartas cuando me apetece. ¿Cual es el postre que hace mejor? -dijo dirigiendo una mirada a su tía. Llevaba toda la noche portándose de forma impecable y aunque en ningún momento le hubiera pasado desapercibido lo que había pasado entre los jóvenes, su tía jamás se metía en sus asuntos ni intentaba hacerla sentir mal.
Ella asintió cuando él le ofreció quedarse el pañuelo, lo depositó de nuevo sobre sus piernas y con sumo cuidado y mimo lo dobló para luego guardarlo. Cuando Lorie lo tomó notó que durante un breve momento él tocó su mano y su corazón aleteó brevemente. No se paró demasiado a analizar el por qué, pero no le había pasado nunca, de eso estaba totalmente segura.- No se sienta culpable, la única persona que debe sentirse así soy yo y ya estoy cumpliendo mi penitencia -dijo con honestidad, pues para ella el hecho era que todo lo que había ocurrido había sido su culpa, había hecho sentirse mal a un joven inocente y además había disgustado a su madre, pleno en hacer sentir mal a las personas aquella noche.
Pronto llegó un trozo de tarta para cada comensal y un delicioso plato de galletas. Lorette tomó la tarta y estaba deliciosa y entonces cogió una galleta y también la probó, cuando había dulce delante la muchacha encontraba difícil contenerse, sin embargo cuando iba a coger su segunda galleta pilló una mirada de su madre que le volvió a recordar otra de sus frases "Las señoritas no pueden comer como si no lo hubieran hecho nunca, deben hacerlo lentamente, saboreando todo" así que con cierta vergüenza comenzó a dar mordisquitos enanos a la galleta, aunque no se sentía muy cómoda y deseaba comérsela más rápido.
-Estas galletas son lo más rico que he probado nunca, tenga eso por seguro -admitió en voz baja y sobre el té, lo había tomado en Inglaterra, allí estaba muy bueno.- El té también me agrada como a usted. -y observó como sus padres seguían hablando con el señor Gianetti y su abuela, concretando detalles y demás parafernalia. Lorette no había prestado ninguna atención la gran mayoría de la cena, absorta por su propio drama personal y se dio cuenta de que no tenía ni idea de lo que hablaban, aunque le preocupaba poco.- Yo no soy una mujer de negocios como mi madre, lo mío son los estudios, ¿sabe? Soy muy buena, acudo a un instituto femenino aquí en París y soy la mejor de la clase, mi profesor dice que podrían incluso admitirme en la universidad aunque soy una mujer. Sería un sueño hecho realidad asistir, nada me gustaría mas en este mundo.- Se dio cuenta de que su tono había subido una octava ante la excitación de hablar sobre lo que le gustaba, se sonrojó y volvió a bajar el tono hasta ser nuevamente la dulce y discreta Lorette, seguramente él se reiría de ella por querer estudiar, todos los demás lo hacían.
Ella escuchó cuando hablaba, siempre le habían dicho que era una gran compañía y que escuchaba genial. Generalmente Lorette era más escueta fruto de que solía ser ella la que dejaba a los demás hablar y con la práctica y los años se había dado cuenta de que la gente valoraba ese aspecto de su personalidad.- Si le consuela a mi tampoco me dejan tocar la cocina a menudo, aunque mi tía Anissa me deja hacer tartas cuando me apetece. ¿Cual es el postre que hace mejor? -dijo dirigiendo una mirada a su tía. Llevaba toda la noche portándose de forma impecable y aunque en ningún momento le hubiera pasado desapercibido lo que había pasado entre los jóvenes, su tía jamás se metía en sus asuntos ni intentaba hacerla sentir mal.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Tan cortés, acababa de negarle que se sintiese culpable y ella asumía toda responsabilidad, no tenía porqué hacerlo pero guardó silencio, contradecir a alguien era una falta de respeto y más en esa situación, había sido educado por su nanna de manera impecable y más orgullosa de él no podía estar. Claro que tenía sus cosas como todo el mundo, le perdían las mujeres y los pecados capitales, algunos…los tomaba con saña y así le pasaban luego factura. La lujuria el pecado más cotizado para el italiano.
-La penitencia es una palabra muy compleja , no se castigue tanto, ha perdido su oportunidad de conocer al mayor desvergonzado del planeta, bueno, en profundidad..desvergonzado profundo -bromeó de lo más feliz con su tarta de nata, ese dulce le ponía especial buen humor. Él aunque comía despacio, devoró el trozo en apenas un par de minutos, dejando apoyada una galleta entre los labios sin dejar de oírla, un gesto de lo más infantil pero que aún seguía conservando, dándole ese toque más aniñado y adorable.
-Puede llevarse las que quiera… hay dos bandejas repletas, las he pillado en la cocina, no pude evitar colarme para ver lo que iban a preparar para cenar -sonrió travieso, como un niño que acaba de confesar la mayor trastada de su vida -Puede tutearme, no tengo cincuenta años ¿acaso los aparento? Porque… tú no-esa mirada profunda, esa sonrisa impecable, ese leve acercamiento que se había producido para hablar de forma más íntima y directa sin darse cuenta de que se alejaban de todo lo demás , como si sólo ellos dos estuviesen en la habitación.
Y entonces, la atención se volcó total y absolutamente en la joven ¿acababa de decir que estudiaba? Y no sólo eso, iba a dedicarse a ello en el futuro o al menos eso deseaba. De reojo, dedicó una mirada a su madre, seguro le impedía realizarse como persona, la época sólo amoldaba a las mujeres a ser buenas esposas, calladas y respetasen a su marido, pendiente de la crianza de sus hijos y olvidar sus sueños y objetivos en la vida, ser más que una simple madre y esposa dedicada al cuidado de todos menos al suyo propio.
Los ojos verdes de Éferon se clavaron en los ajenos, escuchándola atentamente, de toda la conversación le sorprendió la entereza y entusiasmo que ponía en cada palabra en referencia a sus estudios y planes para ello. Alguien que deseaba superar barreras y aspirar a ser una simple mujer a la que admirar a su esposo, ante eso, sonrió realmente complacido, con los labios manchados de azúcar y canela, no se percató de ese detalle tan sumergido en las palabras de Lorette.
-Bravo. Lo conseguirá, estoy seguro. Si sigue adelante y es constante, derribar las barreras de una mente tan cerrada en estos tiempos será un logro, le deseo toda la suerte del mundo…y esta vez soy sincero -volvió a llamarle de usted, sus palabras le infundieron respeto absoluto -No sabría decir cuál es, así que tendrá que…comprobarlo por ti misma -volvieron a esa cercanía , los mayores se retiraron de la mesa, para beber y fumar…y dejarlos allí conversando, al menos su nanna ya no lo fulminaba con la mirada -Advierto que una vez lo pruebes…no querrás comer otra cosa -el tono suave, mimoso, acariciador llevaba a tomar un tono diferente a esas palabras, no podía evitarlo.
-La penitencia es una palabra muy compleja , no se castigue tanto, ha perdido su oportunidad de conocer al mayor desvergonzado del planeta, bueno, en profundidad..desvergonzado profundo -bromeó de lo más feliz con su tarta de nata, ese dulce le ponía especial buen humor. Él aunque comía despacio, devoró el trozo en apenas un par de minutos, dejando apoyada una galleta entre los labios sin dejar de oírla, un gesto de lo más infantil pero que aún seguía conservando, dándole ese toque más aniñado y adorable.
-Puede llevarse las que quiera… hay dos bandejas repletas, las he pillado en la cocina, no pude evitar colarme para ver lo que iban a preparar para cenar -sonrió travieso, como un niño que acaba de confesar la mayor trastada de su vida -Puede tutearme, no tengo cincuenta años ¿acaso los aparento? Porque… tú no-esa mirada profunda, esa sonrisa impecable, ese leve acercamiento que se había producido para hablar de forma más íntima y directa sin darse cuenta de que se alejaban de todo lo demás , como si sólo ellos dos estuviesen en la habitación.
Y entonces, la atención se volcó total y absolutamente en la joven ¿acababa de decir que estudiaba? Y no sólo eso, iba a dedicarse a ello en el futuro o al menos eso deseaba. De reojo, dedicó una mirada a su madre, seguro le impedía realizarse como persona, la época sólo amoldaba a las mujeres a ser buenas esposas, calladas y respetasen a su marido, pendiente de la crianza de sus hijos y olvidar sus sueños y objetivos en la vida, ser más que una simple madre y esposa dedicada al cuidado de todos menos al suyo propio.
Los ojos verdes de Éferon se clavaron en los ajenos, escuchándola atentamente, de toda la conversación le sorprendió la entereza y entusiasmo que ponía en cada palabra en referencia a sus estudios y planes para ello. Alguien que deseaba superar barreras y aspirar a ser una simple mujer a la que admirar a su esposo, ante eso, sonrió realmente complacido, con los labios manchados de azúcar y canela, no se percató de ese detalle tan sumergido en las palabras de Lorette.
-Bravo. Lo conseguirá, estoy seguro. Si sigue adelante y es constante, derribar las barreras de una mente tan cerrada en estos tiempos será un logro, le deseo toda la suerte del mundo…y esta vez soy sincero -volvió a llamarle de usted, sus palabras le infundieron respeto absoluto -No sabría decir cuál es, así que tendrá que…comprobarlo por ti misma -volvieron a esa cercanía , los mayores se retiraron de la mesa, para beber y fumar…y dejarlos allí conversando, al menos su nanna ya no lo fulminaba con la mirada -Advierto que una vez lo pruebes…no querrás comer otra cosa -el tono suave, mimoso, acariciador llevaba a tomar un tono diferente a esas palabras, no podía evitarlo.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Cuando la cena terminó del todo los adultos se levantaron y pasaron al salón en el que seguirían hablando de negocios, probablemente fumando y tomando alcohol. No prestaron excesiva atención cuando sus dos hijos no les acompañaron, pero a Lorie no le apetecía lo más mínimo estar en una sala llena de humo de tabaco y escuchando banalidades. Agradeció que el joven tampoco se moviera porque si él iba, a ella le tocaría seguirle también, sin embargo parecía tan poco interesado en acompañar a su padre como ella a los suyos.
Escuchó como él se describía a sí mismo y le pareció curioso que se creyera un desvergonzado en toda regla, aunque claro, ella en realidad sabía más bien poco de su vida antes de haberse visto en aquella fiesta y aun así seguía sabiendo solo algunas cosas.- Desvergonzado no se, ¿Insistente tal vez? -los hombres solían serlo y Lorie lo sabía. Pero generalmente ningún hombre llegaba tan lejos en su interés hacia ella, en cuanto les rechazaba parecían dejarla en paz por lo que ella se pregunto si su poder no afectaría especialmente a aquel joven que tenía delante, si no sería más sensible que otras personas o algo así. El pensamiento la desagradó un poco.
Ella dudó mucho sobre lo de tutearle, no es que le importara lo más mínimo pero si lo hacía delante de Alexandra a ésta no le gustaría. De todas formas ahora no estaba delante así que asintó estando de acuerdo.- No, por supuesto que no los aparenta... digo que no los aparentas, te tutearé pero tu a mi también -puesto que él había solicitado que ella le tuteara mientras él aún no hacía lo propio con la chica. Miró la bandeja de galletas y como igualmente no había nadie más allí, cogió otra y se la comió, hablando sobre todo eso, sobre sus estudios y no pareció juzgarla. Ella juraría que incluso había visto un brillo de interés y admiración por sus palabras y eso la complació enormemente- Me alegra tanto que pienses eso, la mayoría de gente dice que solo son delirios y que nunca lo lograré, pero yo se que voy a hacerlo. Iré a la universidad y me especializaré en historia y geografía pues lo encuentro apasionante y luego a donde me lleve el mundo -había vuelto a excitarse pero ahora no había nadie para reprenderla por lo que se sentía un poco más ella misma, después de todo.
Cuando él dijo que tendría que comprobarlo una incómoda rojez volvió a expandirse por sus mejillas, no sabría discernir si él la estaba tomando el pelo con otra broma o si era una invitación genuina a probar sus platos. La muy novata tenía 0 experiencia con los hombres por lo que no tenía ni idea de qué decir, sin embargo fue salvada por la campana pues una voz desde la puerta los sobresaltó. Su tía Anissa estaba ahí, expectante- Lorette, lamento mucho interrumpir vuestra charla -su tía parecía extrañamente divertida en aquel momento, como si acabara de escuchar el mejor de los chistes.- pero nos vamos, tus padres te reclaman. Se ha hecho un poco tarde y hoy no hablarán más de negocios con los Gianetti, ve y coge tu abrigo, por favor. Ahora nos despedimos todos.- Lorette se levantó a por él y pudo apreciar que su tía tardó unos cuantos segundos en seguirla, probablemente observaba algo del comedor.
Escuchó como él se describía a sí mismo y le pareció curioso que se creyera un desvergonzado en toda regla, aunque claro, ella en realidad sabía más bien poco de su vida antes de haberse visto en aquella fiesta y aun así seguía sabiendo solo algunas cosas.- Desvergonzado no se, ¿Insistente tal vez? -los hombres solían serlo y Lorie lo sabía. Pero generalmente ningún hombre llegaba tan lejos en su interés hacia ella, en cuanto les rechazaba parecían dejarla en paz por lo que ella se pregunto si su poder no afectaría especialmente a aquel joven que tenía delante, si no sería más sensible que otras personas o algo así. El pensamiento la desagradó un poco.
Ella dudó mucho sobre lo de tutearle, no es que le importara lo más mínimo pero si lo hacía delante de Alexandra a ésta no le gustaría. De todas formas ahora no estaba delante así que asintó estando de acuerdo.- No, por supuesto que no los aparenta... digo que no los aparentas, te tutearé pero tu a mi también -puesto que él había solicitado que ella le tuteara mientras él aún no hacía lo propio con la chica. Miró la bandeja de galletas y como igualmente no había nadie más allí, cogió otra y se la comió, hablando sobre todo eso, sobre sus estudios y no pareció juzgarla. Ella juraría que incluso había visto un brillo de interés y admiración por sus palabras y eso la complació enormemente- Me alegra tanto que pienses eso, la mayoría de gente dice que solo son delirios y que nunca lo lograré, pero yo se que voy a hacerlo. Iré a la universidad y me especializaré en historia y geografía pues lo encuentro apasionante y luego a donde me lleve el mundo -había vuelto a excitarse pero ahora no había nadie para reprenderla por lo que se sentía un poco más ella misma, después de todo.
Cuando él dijo que tendría que comprobarlo una incómoda rojez volvió a expandirse por sus mejillas, no sabría discernir si él la estaba tomando el pelo con otra broma o si era una invitación genuina a probar sus platos. La muy novata tenía 0 experiencia con los hombres por lo que no tenía ni idea de qué decir, sin embargo fue salvada por la campana pues una voz desde la puerta los sobresaltó. Su tía Anissa estaba ahí, expectante- Lorette, lamento mucho interrumpir vuestra charla -su tía parecía extrañamente divertida en aquel momento, como si acabara de escuchar el mejor de los chistes.- pero nos vamos, tus padres te reclaman. Se ha hecho un poco tarde y hoy no hablarán más de negocios con los Gianetti, ve y coge tu abrigo, por favor. Ahora nos despedimos todos.- Lorette se levantó a por él y pudo apreciar que su tía tardó unos cuantos segundos en seguirla, probablemente observaba algo del comedor.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Nunca había sido insistente pero en este caso, calló como una víctima inofensiva en una tela de araña. La curiosidad mató al gato y como éste, él contaba con seis vidas más que aprovecharía al máximo, el destino los había hecho caminar en el mismo sentido y sendero, los dos muy diferentes y no al mismo tiempo.
El incidente con el plato de sopa, había disminuido la tirantez entre ambos y provocado que la situación se calmase, la determinación y orden de la madre de la joven, le provocó un sabor amargo…saboreó la culpa. Y como ella había dicho, no se conocían realmente y ambos se juzgaron sin pensar en lo que acarrearía los malos pensamientos, los malentendidos y al final, desembocaron en un laberinto sin salida, las ideas equivocadas terminaron por jugarles una mala pasada y allí estaban, conversando como dos jóvenes plagados de sueños e inquietudes, la conversación acababa de dar un giro inesperado en el que ni imaginaron que acabarían, al final…no eran tan diferentes.
-Personas que apagan sueños, personas grises a las que la vida les depara infelicidad y desdicha, siempre hay que seguir los sueños, atrapadlo entre los dedos y no dejarlos escapar, volar con ellos sobre las cabezas de los ignorantes que… -no pudo terminar la frase cuando la tía de la joven les interrumpió, desvió la mirada a la bandeja plateada que había saltado por la joven, aprovechó que intercambiaba unas palabras entre ambas, momento en el que tomó una servilleta y la abrió en el regazo para dejar caer al menos cuatro galletas, hizo un nudo improvisado a modo de bolsa y la miró como si nada, levantándose para despedirse.
-Creo que se le ha caído antes…esto-la servilleta blanca como la nieve que envolvía las galletas le fue tendida a Lorie con una sonrisa, un pequeño pero gran presente que se había vuelto protagonista en esa noche. -Me alegro que le hayan gustado…mis galletas -lo ocultó todo el tiempo, él las había elaborado y horneado, no mentía y sus ojos verdes así lo mostraron, tras una reverencia…esperó a sus padres y tía para hacer lo correspondiente y dar por finalizada la velada.
Dos semanas después, finales de Noviembre… en casi pleno apogeo del invierno.
Éferon se había citado con una vieja amiga que andaba por París de negocios, entre ellos siempre hubo buena relación y se divertían juntos en todos los aspectos. Él, como todo caballero, se ofreció a ser su acompañante esa mañana y realizar unos recados, ambos iban cogidos del brazo, murmurando por lo bajo y reír por lo bajo de lo más divertidos. La joven morena de ojos azules como el cielo, sonreía ante un escaparate de vestidos, él admiraba las telas a lo que la nanna le había enseñado en completo silencio. La signorina en cuestión, hablaba sin parar pero él callaba, escuchar se le daba bien.
-¿Vamos a la cafetería del centro esa tan buena y…tan oscura? -Éferon se echó a reír encogiéndose de hombros, lo que menos deseaba esa dama era beber té y comer pastas, si no se las daba él directamente -Me apetece mucho …un café caliente -murmuró volviendo a retomar el paso, sonriendo pícaro y ya…imaginaba en su mente cómo sería ese momento íntimo.
El incidente con el plato de sopa, había disminuido la tirantez entre ambos y provocado que la situación se calmase, la determinación y orden de la madre de la joven, le provocó un sabor amargo…saboreó la culpa. Y como ella había dicho, no se conocían realmente y ambos se juzgaron sin pensar en lo que acarrearía los malos pensamientos, los malentendidos y al final, desembocaron en un laberinto sin salida, las ideas equivocadas terminaron por jugarles una mala pasada y allí estaban, conversando como dos jóvenes plagados de sueños e inquietudes, la conversación acababa de dar un giro inesperado en el que ni imaginaron que acabarían, al final…no eran tan diferentes.
-Personas que apagan sueños, personas grises a las que la vida les depara infelicidad y desdicha, siempre hay que seguir los sueños, atrapadlo entre los dedos y no dejarlos escapar, volar con ellos sobre las cabezas de los ignorantes que… -no pudo terminar la frase cuando la tía de la joven les interrumpió, desvió la mirada a la bandeja plateada que había saltado por la joven, aprovechó que intercambiaba unas palabras entre ambas, momento en el que tomó una servilleta y la abrió en el regazo para dejar caer al menos cuatro galletas, hizo un nudo improvisado a modo de bolsa y la miró como si nada, levantándose para despedirse.
-Creo que se le ha caído antes…esto-la servilleta blanca como la nieve que envolvía las galletas le fue tendida a Lorie con una sonrisa, un pequeño pero gran presente que se había vuelto protagonista en esa noche. -Me alegro que le hayan gustado…mis galletas -lo ocultó todo el tiempo, él las había elaborado y horneado, no mentía y sus ojos verdes así lo mostraron, tras una reverencia…esperó a sus padres y tía para hacer lo correspondiente y dar por finalizada la velada.
Dos semanas después, finales de Noviembre… en casi pleno apogeo del invierno.
Éferon se había citado con una vieja amiga que andaba por París de negocios, entre ellos siempre hubo buena relación y se divertían juntos en todos los aspectos. Él, como todo caballero, se ofreció a ser su acompañante esa mañana y realizar unos recados, ambos iban cogidos del brazo, murmurando por lo bajo y reír por lo bajo de lo más divertidos. La joven morena de ojos azules como el cielo, sonreía ante un escaparate de vestidos, él admiraba las telas a lo que la nanna le había enseñado en completo silencio. La signorina en cuestión, hablaba sin parar pero él callaba, escuchar se le daba bien.
-¿Vamos a la cafetería del centro esa tan buena y…tan oscura? -Éferon se echó a reír encogiéndose de hombros, lo que menos deseaba esa dama era beber té y comer pastas, si no se las daba él directamente -Me apetece mucho …un café caliente -murmuró volviendo a retomar el paso, sonriendo pícaro y ya…imaginaba en su mente cómo sería ese momento íntimo.
- traje:
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Lorette caminaba por la calle totalmente enfrascada en una novela aquella fría tarde de Noviembre, eran ya los últimos días del mes y pronto llegaría Diciembre y con él la Navidad cristiana y la nieve. Hacía muchísimo frío aquel día y ella salía de una librería del centro de París en la que acababa de comprar un libro de cartografía sobre América y había varios mapas sobre las zonas que se habían descubierto hacía relativamente poco. Estaba tan sumamente intrigada por el libro que no se pudo resistir a abrirlo y comenzar a leerlo mientras caminaba, totalmente enfrascada en el volumen y sin darse cuenta de que la gente iba esquivándola por la calle.
Vestía aquel día de gris perla, un traje de terciopelo bastante grueso con el cual llevaba también un abrigo a juego y unos guantes. Se había recogido el cabello aquella mañana en una adorable trenza lateral que la hacía parecer más niña de lo que en realidad era y el frío le arrebolaba las mejillas y la naricilla, que iban rojas. De esa guisa iba caminando por las concurridas calles de París, andando sin un rumbo fijo y perdiéndose de tal manera en la lectura que al girar la esquina de una calle se estampó con fuerza contra una pareja, fruto del encontronazo su libro cayó al suelo con un golpe sordo.
-¡Ouch! Lo siento mucho señores... mi torpeza... -dijo mientras se agachaba nerviosa para recoger el libro y no llegó a terminar la frase porque cuando se levantó y visualizó a la pareja que tenía frente a ella se dio cuenta no le era totalmente desconocida, al menos él no. Frente a ella tenía al joven Gerard Gianetti, que paseaba del brazo de una joven imponente y que se agarraba a su brazo en actitud bastante posesiva y cariñosa. La joven morena le echó una mirada de lo más condescendiente, como aquel que mira de reojo a la mosca que se cruza en su camino así que Lorette, en parte por la vergüenza de haberse chocado y también por la mirada de aquella mujer, se sintió enrojecer profundamente.- Oh, sois vos... Monsieur Gianetti -dijo haciendo una reverencia, recordaba que él le había pedido que le tuteara pero algo le decía que aquel día no le apetecía lo más mínimo hacerlo.
Lorette observó de reojo a la mujer que le acompañaba, su cabello negro estaba exquisitamente peinado y parecía algo mayor que ella, que con su trenza rubia claro parecía una niña. Sin saber exactamente por qué notó como si algo le diera un mordisquito en el estómago, como si se hubiera tragado un bicho que ahora estuviera haciendo de las suyas en su cuerpo. No tenía ni idea de por qué aquella sensación desagradable acababa de instalarse en su interior, pero se encontró fijándose en como sus brazos estaban unidos y se dijo que acababa de interrumpir algo, lo más seguro. Aquella idea solo provocó que los mordiscos fueran aún más fuertes.- Disculpadme por el golpe, ¿Y vos sois...? -dijo mirando directamente a la mujer, a la que hizo una nueva reverencia, como mandaba la norma.
Se dio cuenta de que la mitad de los mapas del libro se habían desparramado sobre el suelo cuando había levantado el libro a toda prisa así que se agachó para seguir recogiéndolos, aprovechando el momento para intentar olvidar la sensación punzante del estómago.
Vestía aquel día de gris perla, un traje de terciopelo bastante grueso con el cual llevaba también un abrigo a juego y unos guantes. Se había recogido el cabello aquella mañana en una adorable trenza lateral que la hacía parecer más niña de lo que en realidad era y el frío le arrebolaba las mejillas y la naricilla, que iban rojas. De esa guisa iba caminando por las concurridas calles de París, andando sin un rumbo fijo y perdiéndose de tal manera en la lectura que al girar la esquina de una calle se estampó con fuerza contra una pareja, fruto del encontronazo su libro cayó al suelo con un golpe sordo.
-¡Ouch! Lo siento mucho señores... mi torpeza... -dijo mientras se agachaba nerviosa para recoger el libro y no llegó a terminar la frase porque cuando se levantó y visualizó a la pareja que tenía frente a ella se dio cuenta no le era totalmente desconocida, al menos él no. Frente a ella tenía al joven Gerard Gianetti, que paseaba del brazo de una joven imponente y que se agarraba a su brazo en actitud bastante posesiva y cariñosa. La joven morena le echó una mirada de lo más condescendiente, como aquel que mira de reojo a la mosca que se cruza en su camino así que Lorette, en parte por la vergüenza de haberse chocado y también por la mirada de aquella mujer, se sintió enrojecer profundamente.- Oh, sois vos... Monsieur Gianetti -dijo haciendo una reverencia, recordaba que él le había pedido que le tuteara pero algo le decía que aquel día no le apetecía lo más mínimo hacerlo.
Lorette observó de reojo a la mujer que le acompañaba, su cabello negro estaba exquisitamente peinado y parecía algo mayor que ella, que con su trenza rubia claro parecía una niña. Sin saber exactamente por qué notó como si algo le diera un mordisquito en el estómago, como si se hubiera tragado un bicho que ahora estuviera haciendo de las suyas en su cuerpo. No tenía ni idea de por qué aquella sensación desagradable acababa de instalarse en su interior, pero se encontró fijándose en como sus brazos estaban unidos y se dijo que acababa de interrumpir algo, lo más seguro. Aquella idea solo provocó que los mordiscos fueran aún más fuertes.- Disculpadme por el golpe, ¿Y vos sois...? -dijo mirando directamente a la mujer, a la que hizo una nueva reverencia, como mandaba la norma.
Se dio cuenta de que la mitad de los mapas del libro se habían desparramado sobre el suelo cuando había levantado el libro a toda prisa así que se agachó para seguir recogiéndolos, aprovechando el momento para intentar olvidar la sensación punzante del estómago.
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Las risas de ambos jóvenes, llenas de júbilo y complicidad, llamaban la atención de algunos transeúntes por la escandalosa dama que a todo lo que decía el italiano parecía hacerle mucha gracia. Puro teatro para regar oídos, él lo sabía por muy amiga y confidente suya que fuese, el hecho de pasarlo bien era lo primordial para él…ya lo demás era caso aparte. En un descuido y sin verlo venir, se chocó contra alguien sin poder reaccionar a tiempo, el revuelo de papeles se arremolinó a los pies del italiano, el viento hacía muy bien su papel y raudo se agachó a recoger al menos la mayor parte y el incidente quedase en un simple sobresalto…pero ese olor y la voz de la fémina le resultaron terriblemente familiares.
Tras recoger y ayudar a la otra persona, sus ojos verdes buscaron los de su interlocutora, lo conocía y hasta que reaccionó pasaron un par de minutos, entre tanta gente y la risa de la acompañante se encontraba un poco aturdido por el revuelo, su sonrisa intachable se acentuó al reconocer la dueña de la tímida y dulce voz, una voz que en el futuro ella tacharía como sin fuerza y justamente, acababa de callar a la joven que agarraba su brazo con ciertos aires de superioridad.
-Signorina Lefoy, sus libros me cortan el paso -bromeó devolviéndole la reverencia sin perder la mirada ni un segundo de sus ojos, él era así de intenso y no se escondió al observarla de más cerca, inclinándose lo justo para tomar entre sus dedos el final de su trenza, como si buscase algo y atreverse a traspasar los límites del decoro pero ¿desde cuándo eso a él le importaba? -Sophie Macfarlane, Sophie, ella es Lorette Lefoy una futura geógrafa e historiadora -puso énfasis en esas palabras, en la anterior conversación que no finalizó, se quedó pausada en ese tramo…ambos, o al menos él…se quedó con ganas de saber más.
La morena le dedicó una reverencia riendo por lo bajo, se notaba a leguas que esa pequeña jovencita sólo le dedicaba tiempo a los libros en vez de pasear con hombres apuestos que las mimasen y tratasen como reinas. Éferon sonrió, acordándose de la última noche, no quería ser descortés con su acompañante pero sí era cierto que Lorette le había sorprendido en un aspecto muy diferente al cuerpo físico, y eso…era extraño.
-Íbamos de camino hacia una cafetería, tengo que admitir que la tarta de tres chocolates distintos es un manjar delicioso de ese sitio y del que no me importaría compartir -su acompañante tiró de su brazo para robar toda su atención y muy predecible… rió como loca al entenderlo como un doble sentido -¿No íbamos a ello? Querida, deberías atar tus papeles como yo ataré a este italiano que se ha portado muy mal esta tarde -Éferon sonrió mirándola de reojo, ya hablarían más tarde y a solas -Me debe un baile, Lorie -la otra joven parpadeó al oírle llamarla de ese modo, tan familiar y cercano, había desviado la atención en la joven de ojos aguamarina que en ella y eso…mucha gracia no le hizo.
-Aceptaré su disculpa a cambio de que me deje ayudarla -se agachó yendo tras los planos, soltándose del brazo de esa mujer sin darse cuenta, no, no iba a ser ningún títere. -Tomad, buena geografía -a él le encantaba leer, era un hecho, para los dos…las apariencias engañan.
Tras recoger y ayudar a la otra persona, sus ojos verdes buscaron los de su interlocutora, lo conocía y hasta que reaccionó pasaron un par de minutos, entre tanta gente y la risa de la acompañante se encontraba un poco aturdido por el revuelo, su sonrisa intachable se acentuó al reconocer la dueña de la tímida y dulce voz, una voz que en el futuro ella tacharía como sin fuerza y justamente, acababa de callar a la joven que agarraba su brazo con ciertos aires de superioridad.
-Signorina Lefoy, sus libros me cortan el paso -bromeó devolviéndole la reverencia sin perder la mirada ni un segundo de sus ojos, él era así de intenso y no se escondió al observarla de más cerca, inclinándose lo justo para tomar entre sus dedos el final de su trenza, como si buscase algo y atreverse a traspasar los límites del decoro pero ¿desde cuándo eso a él le importaba? -Sophie Macfarlane, Sophie, ella es Lorette Lefoy una futura geógrafa e historiadora -puso énfasis en esas palabras, en la anterior conversación que no finalizó, se quedó pausada en ese tramo…ambos, o al menos él…se quedó con ganas de saber más.
La morena le dedicó una reverencia riendo por lo bajo, se notaba a leguas que esa pequeña jovencita sólo le dedicaba tiempo a los libros en vez de pasear con hombres apuestos que las mimasen y tratasen como reinas. Éferon sonrió, acordándose de la última noche, no quería ser descortés con su acompañante pero sí era cierto que Lorette le había sorprendido en un aspecto muy diferente al cuerpo físico, y eso…era extraño.
-Íbamos de camino hacia una cafetería, tengo que admitir que la tarta de tres chocolates distintos es un manjar delicioso de ese sitio y del que no me importaría compartir -su acompañante tiró de su brazo para robar toda su atención y muy predecible… rió como loca al entenderlo como un doble sentido -¿No íbamos a ello? Querida, deberías atar tus papeles como yo ataré a este italiano que se ha portado muy mal esta tarde -Éferon sonrió mirándola de reojo, ya hablarían más tarde y a solas -Me debe un baile, Lorie -la otra joven parpadeó al oírle llamarla de ese modo, tan familiar y cercano, había desviado la atención en la joven de ojos aguamarina que en ella y eso…mucha gracia no le hizo.
-Aceptaré su disculpa a cambio de que me deje ayudarla -se agachó yendo tras los planos, soltándose del brazo de esa mujer sin darse cuenta, no, no iba a ser ningún títere. -Tomad, buena geografía -a él le encantaba leer, era un hecho, para los dos…las apariencias engañan.
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Solo yo podía chocarme con una pareja en actitud acaramelada y romperles el momento, pensó Lorette con fastidio, pero no solo eso, es que además tener que encontrarse justo con él... nuevamente el destino era caprichoso y ella salía perdiendo, para variar. La dama que le acompañaba parecía deseosa de librarse de ella y Lorette se dijo que no era tan guapa como ella se pensaba... bueno vale, igual si lo era, pero parecía ser tan interesante como una piedra que te encuentras por el bosque, o puede que menos, semejante pensamiento le provocó una leve risita que se cortó con un sobresalto cuando Gerard tomó su trenza con total confianza, como aquel que admira algo bonito y eso provocó una nueva rojez en su cara y se agachó nuevamente para cortar aquel contacto visual, tan intenso e íntimo, cuanto antes.
-Ya, he pedido perdón... Iba leyendo y lo raro es que no me haya chocado con alguien antes, espero que ningún mapa se haya perdido. Sería realmente desastroso puesto que esta cartografía es de las más completas que he logrado encontrar -dijo mordiéndose el labio y recogiendo páginas aquí y allá, preocupada ante la perspectiva de que su nuevo y apasionante libro hubiera perdido algún mapa por el encontronazo. Le sorprendió bastante que él fuera capaz de recordar con total claridad a lo que ella quería dedicarse pero suponía que ver mapas por todo el suelo era bastante elocuente. Alzó la mirada lo justo como para dirigirla a la mujer -Encantada de conocerla, madmoiselle Macfarlene, ha sido un encuentro de lo más fortuito -"Meeeeentira" pues no le encantaba en absoluto ni tenerla delante, pensó con fastidio. Otra vez el bichito picándola en el estómago.
Él se había agachado también para ayudarla con los papeles y se notaba que la otra mujer estaba claramente molesta. Lorette no lo comprendía, lo más normal del mundo era que la estuviera ayudando a recoger sus papeles.- Le agradezco el ofrecimiento pero creo que su acompañante empieza a impacientarse, ya terminaré yo de recoger todo -dijo y enarcó una ceja, puesto que estaba claro que él se levantaría, la volvería a tomar del brazo y la complacería de nuevo.
Pero el colmo de los colmos llegó cuando ella, de forma claramente despectiva, se rió cuando él había dicho que Lorie iba a ser geógrafa e historiadora y no solo eso, si no que estaba intentando hacer una demostración de posesividad delante de ella puesto que en cuanto el hombre se levantó de ayudarla le volvió a tomar el brazo de forma aún más estrecha. Lorette empezó a sentir un cosquilleo dentro pero esta vez distinto, más parecido al del enfado y de pronto se dio cuenta, con secreto placer, de que bien podía usar sus poderes para una pequeña... broma sin importancia.
Como quien no quiere la cosa se metió en la cabeza de la morena suavemente, sin que ella notara absolutamente nada pues era una humana normal y corriente y la hizo ver una enorme y peluda araña en el brazo del que tenía tomado al hombre y ella, lógicamente no se inmutó lo más mínimo mientras la mujer morena gritaba como una loca y le soltaba el brazo como si hubiera visto la cosa más fea y horripilante del mundo. Tuvo que contener con todas sus fuerzas la risa, puesto que si se reía alguien sospecharía que ella tenía algo que ver con lo que pasaba ahí, que no era más que una ilusión en la cabeza de la mujer. En su lugar colocó una falsa expresión de confusión en su rostro.
-Ya, he pedido perdón... Iba leyendo y lo raro es que no me haya chocado con alguien antes, espero que ningún mapa se haya perdido. Sería realmente desastroso puesto que esta cartografía es de las más completas que he logrado encontrar -dijo mordiéndose el labio y recogiendo páginas aquí y allá, preocupada ante la perspectiva de que su nuevo y apasionante libro hubiera perdido algún mapa por el encontronazo. Le sorprendió bastante que él fuera capaz de recordar con total claridad a lo que ella quería dedicarse pero suponía que ver mapas por todo el suelo era bastante elocuente. Alzó la mirada lo justo como para dirigirla a la mujer -Encantada de conocerla, madmoiselle Macfarlene, ha sido un encuentro de lo más fortuito -"Meeeeentira" pues no le encantaba en absoluto ni tenerla delante, pensó con fastidio. Otra vez el bichito picándola en el estómago.
Él se había agachado también para ayudarla con los papeles y se notaba que la otra mujer estaba claramente molesta. Lorette no lo comprendía, lo más normal del mundo era que la estuviera ayudando a recoger sus papeles.- Le agradezco el ofrecimiento pero creo que su acompañante empieza a impacientarse, ya terminaré yo de recoger todo -dijo y enarcó una ceja, puesto que estaba claro que él se levantaría, la volvería a tomar del brazo y la complacería de nuevo.
Pero el colmo de los colmos llegó cuando ella, de forma claramente despectiva, se rió cuando él había dicho que Lorie iba a ser geógrafa e historiadora y no solo eso, si no que estaba intentando hacer una demostración de posesividad delante de ella puesto que en cuanto el hombre se levantó de ayudarla le volvió a tomar el brazo de forma aún más estrecha. Lorette empezó a sentir un cosquilleo dentro pero esta vez distinto, más parecido al del enfado y de pronto se dio cuenta, con secreto placer, de que bien podía usar sus poderes para una pequeña... broma sin importancia.
Como quien no quiere la cosa se metió en la cabeza de la morena suavemente, sin que ella notara absolutamente nada pues era una humana normal y corriente y la hizo ver una enorme y peluda araña en el brazo del que tenía tomado al hombre y ella, lógicamente no se inmutó lo más mínimo mientras la mujer morena gritaba como una loca y le soltaba el brazo como si hubiera visto la cosa más fea y horripilante del mundo. Tuvo que contener con todas sus fuerzas la risa, puesto que si se reía alguien sospecharía que ella tenía algo que ver con lo que pasaba ahí, que no era más que una ilusión en la cabeza de la mujer. En su lugar colocó una falsa expresión de confusión en su rostro.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
El sonrojo provocado por ese sutil acercamiento, dibujó en los labios de Éferon una breve sonrisa y una mirada despectiva por parte de su acompañante por haberle arrebatado la atención absoluta de su italiano quién no parecía por la labor de devolverle los papeles desparramados y marcharse, la conversación no parecía tener fin y eso, a cada segundo acrecentaba la molestia de la morena.
Él al agacharse y ayudarle a recoger los que quedaban sueltos, se aseguró de que ninguno había salido volando, parecían estar todos y cada uno de ellos, comprendía la preocupación de la joven por extraviarlos y él, puso empeño en que tal cosa no pasase. Él llevaba la voz cantante y si no deseaba dar la conversación por finalizada, no se marcharían, le parecía una falta de consideración y descortesía…además, ya tuvo la charla con su abuela en la que le advirtió que un desencuentro como ese no se volviese a producir.
-Insisto, no me gustaría que perdiese ni una hoja, no me lo perdonaría… no voy a contribuir a darles el placer de no conseguir su sueño, mi aporte es mínimo pero justo…y espero que mis galletas ayudasen en su estudio o por el contrario, no dejase de pensar en ellas…en lo deliciosas que se verían con una buena taza de chocolate…caliente -el italiano cuando hablaba de gastronomía, ponía el mismo sentimiento provocador y tentador al hablar del place ¿qué había más placentero que la comida y el sexo? Y juntos…ya sería simplemente perfecto.
Sophie, intercalaba miradas de uno a otro ¿en sus propias narices seducía a otra? Al menos para su mente así era cuando sólo era amable, no tenía la culpa de compartir sus aficiones con alguien que no lo veía como una perdida de tiempo ¿un hombre pensando entre fogones? Nunca fue comprendido por su padre quién más de una vez lo tachó como un inútil que sólo pensaba como una mujer, y en mujeres…
-Diome ¿se puede saber qué ocurre? -ese grito apagó la magia del momento, una conversación que no giraba en torno a su acompañante, podía ser él mismo. La morena caminó hacia atrás al ver que la araña bajaba por la ropa del italiano, en dirección al joven -¡Matala! ¿no la ves? Me…mira-Éferon entornó los ojos intentando saber qué hacer o decir pero ¿a quién se estaba refiriendo o a qué? -Andiamo, Sophie ¡no hay nada! ¿no ves qué …?-el grito de la joven vino con una carrera hasta el italiano, lo abrazó con fuerza, la magia los había unido aún más…él intentaba calmarla siseando, lo mirase a los ojos para que viese que no había nada -Quizás deberíamos marcharnos, es cierto… ¿todo benne? -las manos del italiano encerraron el hermoso rostro de la morena quién cautivada pero asustada asintió levemente.
Él al agacharse y ayudarle a recoger los que quedaban sueltos, se aseguró de que ninguno había salido volando, parecían estar todos y cada uno de ellos, comprendía la preocupación de la joven por extraviarlos y él, puso empeño en que tal cosa no pasase. Él llevaba la voz cantante y si no deseaba dar la conversación por finalizada, no se marcharían, le parecía una falta de consideración y descortesía…además, ya tuvo la charla con su abuela en la que le advirtió que un desencuentro como ese no se volviese a producir.
-Insisto, no me gustaría que perdiese ni una hoja, no me lo perdonaría… no voy a contribuir a darles el placer de no conseguir su sueño, mi aporte es mínimo pero justo…y espero que mis galletas ayudasen en su estudio o por el contrario, no dejase de pensar en ellas…en lo deliciosas que se verían con una buena taza de chocolate…caliente -el italiano cuando hablaba de gastronomía, ponía el mismo sentimiento provocador y tentador al hablar del place ¿qué había más placentero que la comida y el sexo? Y juntos…ya sería simplemente perfecto.
Sophie, intercalaba miradas de uno a otro ¿en sus propias narices seducía a otra? Al menos para su mente así era cuando sólo era amable, no tenía la culpa de compartir sus aficiones con alguien que no lo veía como una perdida de tiempo ¿un hombre pensando entre fogones? Nunca fue comprendido por su padre quién más de una vez lo tachó como un inútil que sólo pensaba como una mujer, y en mujeres…
-Diome ¿se puede saber qué ocurre? -ese grito apagó la magia del momento, una conversación que no giraba en torno a su acompañante, podía ser él mismo. La morena caminó hacia atrás al ver que la araña bajaba por la ropa del italiano, en dirección al joven -¡Matala! ¿no la ves? Me…mira-Éferon entornó los ojos intentando saber qué hacer o decir pero ¿a quién se estaba refiriendo o a qué? -Andiamo, Sophie ¡no hay nada! ¿no ves qué …?-el grito de la joven vino con una carrera hasta el italiano, lo abrazó con fuerza, la magia los había unido aún más…él intentaba calmarla siseando, lo mirase a los ojos para que viese que no había nada -Quizás deberíamos marcharnos, es cierto… ¿todo benne? -las manos del italiano encerraron el hermoso rostro de la morena quién cautivada pero asustada asintió levemente.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Su pequeña bromita no salió como ella había planeado exactamente pues pensaba que la joven morena saldría corriendo asustada o cualquier cosa peor, pero nada más lejos de la realidad, encima lo que había hecho es que ella pareciese una dama indefensa a sus ojos y que el otro se creyera el caballero que tenía que salvarla. Desde luego Lorette jamás usaba sus poderes contra nadie pero si sacó una lección aquella tarde es que era mejor no hacerlo porque a veces el asunto podía salir totalmente en tu contra, hasta en las peores circunstancias la muchacha encontraba algo de lo que aprender.
Eso no evitó sin embargo que sintiera como el enfado escalaba poco a poco en su interior, al final lo único que había hecho era no molestar a nadie y darles a ambos la excusa para que se dieran cariñitos aún más cerca. Y no solo eso, sino que encima estaban en esa actitud delante de ella, olvidándose de toda educación y decoro. Y el bicho, ay como mordía el bicho en la tripa. Enfurruñada metió todos los papeles en el libro, dispuesta a salir por patas de aquel lugar, no fuera a ser que les diera por besarse delante de ella o algo peor.
-No se que le ha ocurrido a madmoiselle Macfarlane pero veo que ya está perfectamente y todos mis papeles en su sitio, así que si me disculpan voy a quitarme del medio, que seguro que lo están deseando. Gracias por ayudarme a recoger mis mapas, ha sido todo un detalle y sus galletas no estuvieron mal -sus ojos aguamarina llameaban del enfado y aunque probablemente él no entendiera el por qué algo en su interior le decía que la morena estaba disfrutando terriblemente con el cambio de tornas en el que ahora ella era la que tenía nuevamente toda su atención y la joven rubia había pasado a ser la ignorada. Lorette se incorporó con toda la dignidad que pudo y con su libro bien apretado entre las manos, quizá con más fuerza de la necesaria.- Así que bonsoir y que tengan una velada de lo más productiva.
Dicho lo cual se dio la vuelta de forma brusca y echo a andar con la intención de perderles de vista cuanto antes y dejar de sentirse así. Lorie no dejaba de darle vueltas a lo mismo, ella siempre había sido sensata, calmada, adorable, tranquila... ¿Entonces por qué narices cada vez que se encontraba con él salían a flote toda clase de sentimientos fuertes y diferentes? No le gustaba nada la sensación de que no controlaba sus emociones, se había acostumbrado a llevar una coraza de cortesía y amabilidad que nada traspasaba y en aquellos instantes estaba totalmente rota, ¿cuantas veces más iba aquel insistente muchacho a rompérsela en pedazos?
Eso no evitó sin embargo que sintiera como el enfado escalaba poco a poco en su interior, al final lo único que había hecho era no molestar a nadie y darles a ambos la excusa para que se dieran cariñitos aún más cerca. Y no solo eso, sino que encima estaban en esa actitud delante de ella, olvidándose de toda educación y decoro. Y el bicho, ay como mordía el bicho en la tripa. Enfurruñada metió todos los papeles en el libro, dispuesta a salir por patas de aquel lugar, no fuera a ser que les diera por besarse delante de ella o algo peor.
-No se que le ha ocurrido a madmoiselle Macfarlane pero veo que ya está perfectamente y todos mis papeles en su sitio, así que si me disculpan voy a quitarme del medio, que seguro que lo están deseando. Gracias por ayudarme a recoger mis mapas, ha sido todo un detalle y sus galletas no estuvieron mal -sus ojos aguamarina llameaban del enfado y aunque probablemente él no entendiera el por qué algo en su interior le decía que la morena estaba disfrutando terriblemente con el cambio de tornas en el que ahora ella era la que tenía nuevamente toda su atención y la joven rubia había pasado a ser la ignorada. Lorette se incorporó con toda la dignidad que pudo y con su libro bien apretado entre las manos, quizá con más fuerza de la necesaria.- Así que bonsoir y que tengan una velada de lo más productiva.
Dicho lo cual se dio la vuelta de forma brusca y echo a andar con la intención de perderles de vista cuanto antes y dejar de sentirse así. Lorie no dejaba de darle vueltas a lo mismo, ella siempre había sido sensata, calmada, adorable, tranquila... ¿Entonces por qué narices cada vez que se encontraba con él salían a flote toda clase de sentimientos fuertes y diferentes? No le gustaba nada la sensación de que no controlaba sus emociones, se había acostumbrado a llevar una coraza de cortesía y amabilidad que nada traspasaba y en aquellos instantes estaba totalmente rota, ¿cuantas veces más iba aquel insistente muchacho a rompérsela en pedazos?
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Aturullado, examinó si a su amiga de siempre le ocurría algo grave, no fue normal su grito, menos su comportamiento. Éferon intentaba tranquilizarla y ella, echa un manojo de nervios, se aferró a su traje como si fuese un clavo ardiendo… sufrió mucho, por su traje, temía que con las largas uñas de la fémina terminase desgarrándolo, con lo que le gustaba su traje, sobre todo….ESE traje. Suspiró negando con la cabeza, dama estaba al borde de un ataque de nervios y él, paciente intentó aliviarla del modo que sabía.
Ni en sueños imaginó que tras el incidente se encontrase Lorette, ésta mera espectadora que al igual que él no sabía qué hacer y menos qué decir, Sophie seguía anclada al cuerpo del italiano e incómodo , carraspeó por lo bajo, susurrando palabras tranquilizadoras en su idioma natal. Los ojos verdes de Éferon poco surtían efecto, Sophie se echó a llorar desconsolada y él…suspiró largamente, esperando de veras que dejase en paz su chaqueta color plata y esmeralda.
-Tutto va benne…-pero ese tono acariciador, se detuvo en cuanto oyó la palabra “no estaban mal”. Estaba hablando de sus galletas, la especialidad del italiano, se suponía que le encantaban ¡había repetido en la fiesta! -No estaban mal…-él apartó la mirada de la joven desconsolada para clavarse en los aguamarina de Lorette, el simple hecho de haber alabado su creación con palabras poco alentadoras, activaron todas las alarmas del italiano, olvidándose de Sophie, del mapa, del libro, de todo… y la miró desafiante, muy serio y… sintió algo en su interior desconocido. No supo descifrarlo, no era capaz pero era una mezcla de tristeza y enfado, tan fuerte que le dejaron sin palabras y le dedicó una simple reverencia, cortés y elegante. Los ojos verdes del italiano, se perdieron en un punto fijo de la calle, pronto la mano de la joven volvió a tomarle de la chaqueta.
Decepción total y absoluta, jamás había sentido esa sensación y todo comenzó a darle vueltas. Con firmeza, la tomó de la muñeca… la mirada perdida de Éferon no encontró la ajena, sólo negó con la cabeza y la apartó de él comenzando a caminar rumbo a su propia casa. Sophie quedó desconcertada, ¡ella era quién debía ser la socorrida! ¿qué demonios había ocurrido?.
-Me espera mi nanna, te acompañaré a casa -la joven titubeó pero él negó, los ojos de Éferon llameaban de rabia -No iré a otro lugar que no sea mi casa-aceleró el paso, ella le siguió a regañadientes…la velada no había sido esperada, para ninguno de los tres.
Y él... no comprendía nada, le había dejado sin palabras, sin saber lo que había hecho, descubriendo por primera vez...la culpabilidad.
Ni en sueños imaginó que tras el incidente se encontrase Lorette, ésta mera espectadora que al igual que él no sabía qué hacer y menos qué decir, Sophie seguía anclada al cuerpo del italiano e incómodo , carraspeó por lo bajo, susurrando palabras tranquilizadoras en su idioma natal. Los ojos verdes de Éferon poco surtían efecto, Sophie se echó a llorar desconsolada y él…suspiró largamente, esperando de veras que dejase en paz su chaqueta color plata y esmeralda.
-Tutto va benne…-pero ese tono acariciador, se detuvo en cuanto oyó la palabra “no estaban mal”. Estaba hablando de sus galletas, la especialidad del italiano, se suponía que le encantaban ¡había repetido en la fiesta! -No estaban mal…-él apartó la mirada de la joven desconsolada para clavarse en los aguamarina de Lorette, el simple hecho de haber alabado su creación con palabras poco alentadoras, activaron todas las alarmas del italiano, olvidándose de Sophie, del mapa, del libro, de todo… y la miró desafiante, muy serio y… sintió algo en su interior desconocido. No supo descifrarlo, no era capaz pero era una mezcla de tristeza y enfado, tan fuerte que le dejaron sin palabras y le dedicó una simple reverencia, cortés y elegante. Los ojos verdes del italiano, se perdieron en un punto fijo de la calle, pronto la mano de la joven volvió a tomarle de la chaqueta.
Decepción total y absoluta, jamás había sentido esa sensación y todo comenzó a darle vueltas. Con firmeza, la tomó de la muñeca… la mirada perdida de Éferon no encontró la ajena, sólo negó con la cabeza y la apartó de él comenzando a caminar rumbo a su propia casa. Sophie quedó desconcertada, ¡ella era quién debía ser la socorrida! ¿qué demonios había ocurrido?.
-Me espera mi nanna, te acompañaré a casa -la joven titubeó pero él negó, los ojos de Éferon llameaban de rabia -No iré a otro lugar que no sea mi casa-aceleró el paso, ella le siguió a regañadientes…la velada no había sido esperada, para ninguno de los tres.
Y él... no comprendía nada, le había dejado sin palabras, sin saber lo que había hecho, descubriendo por primera vez...la culpabilidad.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
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3 SEMANAS MÁS TARDE... 24 DE DICIEMBRE DE 1800. BAILE DE NOCHEBUENA.
Como en un suspiro las semanas habían pasado raudas y había llegado la Navidad, adornando la ciudad de París con hermosas luces, símbolos cristianos y la nieve, que llegó imparable para instalarse y cubrir todo París de un blanco adorable. Lorette no era demasiado devota pero siempre había sido creyente, de hecho achacaba sus dones a algún tipo de regalo divino que ella no lograba entender. Aquella tarde-noche se celebraba el tradicional baile de navidad en el palacio real, al que acudía toda la sociedad y que además tenía la peculiaridad de ser un baile de máscaras. A ella no le gustaban nada ese tipo de bailes pues los veía como una excusa de la sociedad para poder escaparse con otras personas y lo que usaban los viejos maridos para engañar a sus mujeres.
Lorie estaba en su cuarto con su tía Anissa, sus padres no asistirían al baile pues un asunto urgente les había reclamado en la villa familiar, aunque volverían después de Navidad. Era típico de sus padres, pensó Lorette, que les importara lo más mínimo el hecho de que no fueran a pasar la festividad con su única hija. Pero a ella le importaba menos aún porque tenía a su tía, que le daría aquel amor que le faltaba. Ella le había comprado algo muy especial a su tía y se lo daría la mañana siguiente, deseaba que le gustara. No tenía ninguna gana de acudir a aquel baile pero su tía sí y no podía dejarla que fuera sola pues esta clase de fechas le recordaban con mucho dolor que su marido ya no estaba. La joven sabía que Anissa y su marido fallecido, su tío Charlie, siempre acudían a aquel baile con mucho gusto.
-Pequeña estate quieta, por favor... para una vez que te estoy peinando yo, no paras. Desde luego compadezco a tus pobres doncellas si cada vez que vienen a peinarte te quejas y mueves igual -su tía había insistido en peinarla personalmente y ella no la había contradicho, complacida de que alguien quisiera poner un poco de amor en su cabello. Cuando su tía terminó estaba realmente hermosa, le había recogido el cabello ondulado en la cabeza, dejando pequeños mechones rizados sueltos y sobre el recogido había colocado una enorme y bonita corona de flores con la que se sentía como una princesa.- Vaya... yo siempre te llamo pequeña, pero ya no eres pequeña, eres una mujer hermosa y delicada -Su tía soltó un leve sollozo y Lorie contempló consternada que se le escapaban las lágrimas.- Tía por favor, me vas a hacer emocionarme, venga no llores... yo siempre voy a ser tu pequeña -dijo mientras se dio la vuelta y envolvió a su tía en el más cálido de los abrazos, diciéndoselo todo en ese momento.
Con su ayuda terminó de vestirse y colocarse aquel corsette que hacía parecer que tenía alguna curva más en aquel cuerpo aún desgarbado y adolescente. Con el vestido de print sus pálidos hombros quedaban al descubierto y como toque final su tía pintó sus labios de rojo carmín. Lorette se avergonzaba, ella nunca llevaba los labios así de llamativos pero debía reconocer que parecía mucho mayor y bonita... Totalmente irreconocible, como una auténtica adulta. Su tía se había vestido de negro aterciopelado, como siempre y tenía en su mano dos antifaces, uno negro bordado con plateado y otro dorado muy hermoso para Lorette.
Su tía se acercó y con suma delicadeza le colocó el antifaz a su sobrina, atándoselo por detrás del recogido con una cinta dorada como su cabello. Con él puesto hasta a ella le costaba terriblemente ubicarla. Finalmente Anissa se puso también el suyo y tomó a su sobrina de la mano mientras bajaban a por los abrigos. -¿Preparada para conocer a un montón de gente? Nadie va a poder quitarte los ojos de encima, Lorette, estás impresionante hoy... seguro que algún caballero intenta echarte el lazo -dijo su tía, con un suave codazo cómplice. Lorette suspiró porque su tía siempre estaba intentando que ella se fijara en algún hombre y de momento iba mal. Sin embargo mientras bajaban por las escaleras un pensamiento fugaz se cruzó por su mente, raudo pero potente, se encontró a sí misma preguntándose si él acudiría al baile también.
3 SEMANAS MÁS TARDE... 24 DE DICIEMBRE DE 1800. BAILE DE NOCHEBUENA.
Como en un suspiro las semanas habían pasado raudas y había llegado la Navidad, adornando la ciudad de París con hermosas luces, símbolos cristianos y la nieve, que llegó imparable para instalarse y cubrir todo París de un blanco adorable. Lorette no era demasiado devota pero siempre había sido creyente, de hecho achacaba sus dones a algún tipo de regalo divino que ella no lograba entender. Aquella tarde-noche se celebraba el tradicional baile de navidad en el palacio real, al que acudía toda la sociedad y que además tenía la peculiaridad de ser un baile de máscaras. A ella no le gustaban nada ese tipo de bailes pues los veía como una excusa de la sociedad para poder escaparse con otras personas y lo que usaban los viejos maridos para engañar a sus mujeres.
Lorie estaba en su cuarto con su tía Anissa, sus padres no asistirían al baile pues un asunto urgente les había reclamado en la villa familiar, aunque volverían después de Navidad. Era típico de sus padres, pensó Lorette, que les importara lo más mínimo el hecho de que no fueran a pasar la festividad con su única hija. Pero a ella le importaba menos aún porque tenía a su tía, que le daría aquel amor que le faltaba. Ella le había comprado algo muy especial a su tía y se lo daría la mañana siguiente, deseaba que le gustara. No tenía ninguna gana de acudir a aquel baile pero su tía sí y no podía dejarla que fuera sola pues esta clase de fechas le recordaban con mucho dolor que su marido ya no estaba. La joven sabía que Anissa y su marido fallecido, su tío Charlie, siempre acudían a aquel baile con mucho gusto.
-Pequeña estate quieta, por favor... para una vez que te estoy peinando yo, no paras. Desde luego compadezco a tus pobres doncellas si cada vez que vienen a peinarte te quejas y mueves igual -su tía había insistido en peinarla personalmente y ella no la había contradicho, complacida de que alguien quisiera poner un poco de amor en su cabello. Cuando su tía terminó estaba realmente hermosa, le había recogido el cabello ondulado en la cabeza, dejando pequeños mechones rizados sueltos y sobre el recogido había colocado una enorme y bonita corona de flores con la que se sentía como una princesa.- Vaya... yo siempre te llamo pequeña, pero ya no eres pequeña, eres una mujer hermosa y delicada -Su tía soltó un leve sollozo y Lorie contempló consternada que se le escapaban las lágrimas.- Tía por favor, me vas a hacer emocionarme, venga no llores... yo siempre voy a ser tu pequeña -dijo mientras se dio la vuelta y envolvió a su tía en el más cálido de los abrazos, diciéndoselo todo en ese momento.
Con su ayuda terminó de vestirse y colocarse aquel corsette que hacía parecer que tenía alguna curva más en aquel cuerpo aún desgarbado y adolescente. Con el vestido de print sus pálidos hombros quedaban al descubierto y como toque final su tía pintó sus labios de rojo carmín. Lorette se avergonzaba, ella nunca llevaba los labios así de llamativos pero debía reconocer que parecía mucho mayor y bonita... Totalmente irreconocible, como una auténtica adulta. Su tía se había vestido de negro aterciopelado, como siempre y tenía en su mano dos antifaces, uno negro bordado con plateado y otro dorado muy hermoso para Lorette.
- Lorette en el baile:
Su tía se acercó y con suma delicadeza le colocó el antifaz a su sobrina, atándoselo por detrás del recogido con una cinta dorada como su cabello. Con él puesto hasta a ella le costaba terriblemente ubicarla. Finalmente Anissa se puso también el suyo y tomó a su sobrina de la mano mientras bajaban a por los abrigos. -¿Preparada para conocer a un montón de gente? Nadie va a poder quitarte los ojos de encima, Lorette, estás impresionante hoy... seguro que algún caballero intenta echarte el lazo -dijo su tía, con un suave codazo cómplice. Lorette suspiró porque su tía siempre estaba intentando que ella se fijara en algún hombre y de momento iba mal. Sin embargo mientras bajaban por las escaleras un pensamiento fugaz se cruzó por su mente, raudo pero potente, se encontró a sí misma preguntándose si él acudiría al baile también.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Nochebuena, 24 de diciembre de 1800. Estación: invierno, Navidad.
Nanna Gianetti, se encontraba indispuesta tras haber cogido frío en una de sus salidas a por telas para sus creaciones. Pudo acabar a tiempo el traje de Éferon y perfeccionar la máscara veneciana que perteneció al abuelo Gianetti, una máscara antigua que simulaba un felino. Entre tos y tos, la limpió a conciencia y dio un baño de reparador para que luciese esplendorosa, ella no podría asistir por el catarro pero su nieto sí entre regañadientes, si ella no iba el veneciano no estaba dispuesto a ir pero ella insistió, debía representar a su familia y dejar constancia de que un Gianetti había cumplido y asistido a la fiesta de Navidad.
Para Éferon, la Navidad era sinónimo de familia y con su abuela le había bastado esa noche, cenar como otra noche cualquiera en la que cantarían en su idioma natal y procesar ese cariño mutuo que les unía desde que el italiano tenía uso de razón. Iría, como otro año más a una fiesta en donde nadie le esperaba y seguro que pasaba totalmente desapercibido. El impoluto traje fue elaborado a conciencia, era uno de los diseños que más le llamaron la atención al veneciano, sus colores favoritos, grises y negros, ese toque de elegancia en los adornos de su chaqueta que sólo ella podía realizar, como no , acorde a la máscara.
-Luces tan hermoso, grazzie por asistir, te vendrá bien, desde aquella tarde apenas…-Éferon siseó para que no dijese nada, sólo observaba en el espejo como el trabajo de su nanna volvía a brillar con luz propia, la máscara daba ese toque misterioso que sin duda levantaría pasiones esa noche. No estaba animado como otras veces, no le contó que le ocurrió pero el comportamiento de su nieto había cambiado considerablemente, más callado y distante, apenas salió de la casa ayudando a los criados a adornarla para las fiestas, él era incapaz de quedarse mirando.
Tras dar un beso a su abuela, bajó hasta el carruaje que le llevaría a la fiesta, una de máscaras que poco tenía que ver con las que acostumbraba, la fiesta veneciana la consideraba mucho más intensa y hermosa. Allí tan sólo parecía otra fiesta más con el adorno de la máscara , adornos navideños y comida como bebida por doquier. Máscaras que ocultaban todo el rostro, una parte de éste, plumas, colores vivos, brillantes, dorados y plateados. Desde su posición, al inicio de la escalera, pudo observar como en el centro las parejas bailaban al son de una música rítmica y alegre, los trajes y vestidos resplandecían esa noche como estrellas en el firmamento y por primera vez, quiso abandonar la fiesta y volver con su nanna.
Realmente parecía un gato negro bajar con paso majestuoso y sigiloso, intentando pasar desapercibido cosa imposible aún con máscara. Ni siquiera le dio tiempo de una copa, una pieza ya sonaba, los asistentes bailaban animados, moviéndose tan sincronizados como manecillas del reloj y a él, lo hicieron parte del baile al ser tomado del brazo por una mujer mayor que se movía con torpeza y sin duda, él le había llamado la atención. No importaba no tener pareja, los demás lo aceptaron como una más y él, aceptó el baile de buena gana, moviéndose con elegancia y distinguido al son de la música, impecable dedicó una reverencia, tomando del brazo a un desconocido y a otro. Los labios rojos como la sangre de una de las bailarinas captó su atención, le era imposible apartar la mirada e esos suculentos labios que parecían haber sido dibujados por el más perfeccionista de los artistas, ante ella, dedicó una reverencia como marcaba el protoclo.
Nanna Gianetti, se encontraba indispuesta tras haber cogido frío en una de sus salidas a por telas para sus creaciones. Pudo acabar a tiempo el traje de Éferon y perfeccionar la máscara veneciana que perteneció al abuelo Gianetti, una máscara antigua que simulaba un felino. Entre tos y tos, la limpió a conciencia y dio un baño de reparador para que luciese esplendorosa, ella no podría asistir por el catarro pero su nieto sí entre regañadientes, si ella no iba el veneciano no estaba dispuesto a ir pero ella insistió, debía representar a su familia y dejar constancia de que un Gianetti había cumplido y asistido a la fiesta de Navidad.
Para Éferon, la Navidad era sinónimo de familia y con su abuela le había bastado esa noche, cenar como otra noche cualquiera en la que cantarían en su idioma natal y procesar ese cariño mutuo que les unía desde que el italiano tenía uso de razón. Iría, como otro año más a una fiesta en donde nadie le esperaba y seguro que pasaba totalmente desapercibido. El impoluto traje fue elaborado a conciencia, era uno de los diseños que más le llamaron la atención al veneciano, sus colores favoritos, grises y negros, ese toque de elegancia en los adornos de su chaqueta que sólo ella podía realizar, como no , acorde a la máscara.
-Luces tan hermoso, grazzie por asistir, te vendrá bien, desde aquella tarde apenas…-Éferon siseó para que no dijese nada, sólo observaba en el espejo como el trabajo de su nanna volvía a brillar con luz propia, la máscara daba ese toque misterioso que sin duda levantaría pasiones esa noche. No estaba animado como otras veces, no le contó que le ocurrió pero el comportamiento de su nieto había cambiado considerablemente, más callado y distante, apenas salió de la casa ayudando a los criados a adornarla para las fiestas, él era incapaz de quedarse mirando.
Tras dar un beso a su abuela, bajó hasta el carruaje que le llevaría a la fiesta, una de máscaras que poco tenía que ver con las que acostumbraba, la fiesta veneciana la consideraba mucho más intensa y hermosa. Allí tan sólo parecía otra fiesta más con el adorno de la máscara , adornos navideños y comida como bebida por doquier. Máscaras que ocultaban todo el rostro, una parte de éste, plumas, colores vivos, brillantes, dorados y plateados. Desde su posición, al inicio de la escalera, pudo observar como en el centro las parejas bailaban al son de una música rítmica y alegre, los trajes y vestidos resplandecían esa noche como estrellas en el firmamento y por primera vez, quiso abandonar la fiesta y volver con su nanna.
Realmente parecía un gato negro bajar con paso majestuoso y sigiloso, intentando pasar desapercibido cosa imposible aún con máscara. Ni siquiera le dio tiempo de una copa, una pieza ya sonaba, los asistentes bailaban animados, moviéndose tan sincronizados como manecillas del reloj y a él, lo hicieron parte del baile al ser tomado del brazo por una mujer mayor que se movía con torpeza y sin duda, él le había llamado la atención. No importaba no tener pareja, los demás lo aceptaron como una más y él, aceptó el baile de buena gana, moviéndose con elegancia y distinguido al son de la música, impecable dedicó una reverencia, tomando del brazo a un desconocido y a otro. Los labios rojos como la sangre de una de las bailarinas captó su atención, le era imposible apartar la mirada e esos suculentos labios que parecían haber sido dibujados por el más perfeccionista de los artistas, ante ella, dedicó una reverencia como marcaba el protoclo.
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Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Su carruaje acababa de llegar al palacio real cuando ella y su tía descendieron y un caballero les dio la mano, pidiéndoles las invitaciones. El lugar estaba abarrotado de personas, todas con máscaras y al principio la joven se sintió un poco agobiada por estar en un espacio tan lleno de gente a la cual no conocía pues no era capaz de diferenciar quién era nadie. Todos llevaban trajes tan elaborados, máscaras tan grandes que era sencillamente difícil saber quién era quién. Ambas se quitaron los abrigos y los depositaron en un lugar habilitado para ello, aquella noche llevaba un vestido impresionante y su corona de flores era hermosa, desde luego se sentía que por una vez podía decir que era más que bonita.
Una vez dentro y todavía tomada del brazo de Anissa observó el enorme salón decorado por la Navidad con miles de luces y casi parecía un hermoso cielo estrellado, a Lorette le gustó mucho aquella decoración. Se dio la vuelta para dirigirse a la mesa a tomar una copa, normalmente no quería beber alcohol pero se dijo que por una vez y ya que era nochebuena no le haría mal a nadie tomar un poquito de champán así que cogió la burbujeante copa dorada y se la llevo a sus labios rojos como el fuego. Al otro lado de la barra un mozo que trabajaba abrió la boca con poco disimulo al verla y la joven tomó la copa nerviosa y se apresuró a alejarse de allí cuando él hizo el intento de entablar conversación.
Sin embargo se dijo que ya que había ido allí, debía hablar con otras personas pues no tenía ningún sentido que se pasara la noche sola. Cuando regresó a dónde estaba su tía se dio cuenta de que ya no estaba y de que había tantísima gente allí que se habían separado. Buscó a su alrededor y fue incapaz de verla así que decidió que ya se reunirían más tarde. De pronto el recuerdo de aquella tarde hacía tres semanas y cómo monsieur Gianetti le había restregado a su acompañante por la cara le molestó de nuevo y decidió que aquella noche pensaba darse la oportunidad de conocer a otro hombre y así tendría alguien para restregárselo ella a él.
Caminaba por la pista de baile cuando alguien la tomó del brazo y la metió en la danza grupal que estaba teniendo lugar en el centro del salón. Al principio su timidez pesó más y se puso roja, pero luego se dijo que nadie sabía quién era ella aquella noche y que bien valía divertirse un poco, así que motivada por las burbujitas doradas que subían a su cabeza y la alegre música comenzó a bailar, riéndose como una niña por la diversión y un poco afectada por la copa que acababa de beberse y que solo la puso más contenta aún. La gente parecía igual de alegre, todos daban vueltas y seguían los pasos de la danza y por primera vez aquella noche empezó a pensar que tal vez no estuviera tan mal la fiesta.
De pronto un hombre claramente joven se le acercó e hizo una reverencia, como hacía cualquier persona que se incorporaba a la danza. Le observó con interés, su traje era de un gusto exquisito y su máscara con la que a penas se le veía el rostro, era bastante bonita y original. Ella sonrío y le devolvió la reverencia, totalmente convencida de que aquella noche se merecía ser feliz y que tal vez era el momento de conocer a alguien. Sin mediar palabra reanudaron la danza que a momentos les separaba pero luego les volvía a juntar durante breves segundos en los que podían volver a mirarse. Ella seguía riendo, complacida y de forma musical.
Una vez dentro y todavía tomada del brazo de Anissa observó el enorme salón decorado por la Navidad con miles de luces y casi parecía un hermoso cielo estrellado, a Lorette le gustó mucho aquella decoración. Se dio la vuelta para dirigirse a la mesa a tomar una copa, normalmente no quería beber alcohol pero se dijo que por una vez y ya que era nochebuena no le haría mal a nadie tomar un poquito de champán así que cogió la burbujeante copa dorada y se la llevo a sus labios rojos como el fuego. Al otro lado de la barra un mozo que trabajaba abrió la boca con poco disimulo al verla y la joven tomó la copa nerviosa y se apresuró a alejarse de allí cuando él hizo el intento de entablar conversación.
Sin embargo se dijo que ya que había ido allí, debía hablar con otras personas pues no tenía ningún sentido que se pasara la noche sola. Cuando regresó a dónde estaba su tía se dio cuenta de que ya no estaba y de que había tantísima gente allí que se habían separado. Buscó a su alrededor y fue incapaz de verla así que decidió que ya se reunirían más tarde. De pronto el recuerdo de aquella tarde hacía tres semanas y cómo monsieur Gianetti le había restregado a su acompañante por la cara le molestó de nuevo y decidió que aquella noche pensaba darse la oportunidad de conocer a otro hombre y así tendría alguien para restregárselo ella a él.
Caminaba por la pista de baile cuando alguien la tomó del brazo y la metió en la danza grupal que estaba teniendo lugar en el centro del salón. Al principio su timidez pesó más y se puso roja, pero luego se dijo que nadie sabía quién era ella aquella noche y que bien valía divertirse un poco, así que motivada por las burbujitas doradas que subían a su cabeza y la alegre música comenzó a bailar, riéndose como una niña por la diversión y un poco afectada por la copa que acababa de beberse y que solo la puso más contenta aún. La gente parecía igual de alegre, todos daban vueltas y seguían los pasos de la danza y por primera vez aquella noche empezó a pensar que tal vez no estuviera tan mal la fiesta.
De pronto un hombre claramente joven se le acercó e hizo una reverencia, como hacía cualquier persona que se incorporaba a la danza. Le observó con interés, su traje era de un gusto exquisito y su máscara con la que a penas se le veía el rostro, era bastante bonita y original. Ella sonrío y le devolvió la reverencia, totalmente convencida de que aquella noche se merecía ser feliz y que tal vez era el momento de conocer a alguien. Sin mediar palabra reanudaron la danza que a momentos les separaba pero luego les volvía a juntar durante breves segundos en los que podían volver a mirarse. Ella seguía riendo, complacida y de forma musical.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
La música le evadió de todo pensamiento, dejándose llevar y danzar como una hoja impulsada por el viento hasta descender y caer de forma elegante. Éferon se movía al son de la música con esa elegancia que le caracterizaba, su mirada esmeralda apenas abandonó el suelo, perdiéndose en puntos ciegos de su alrededor sin fijarse en nada y en nadie, sólo disfrutar de la danza en la que carecía de voz cantante y a cambio, la risa de su acompañante de baile se amoldaba a cada nota como si de una canción propia se tratase.
Contaba con que la máscara no desvelaba su identidad, podía ser cualquiera y por esa noche, decidió no ser aquel joven desvergonzado que buscaba saciar su cuerpo con cualquier joven que sonriese y desease lo mismo. Su nanna siempre le decía que la vida, había que vivirla intensamente pero reparando en pequeñas cosas y disfrutar de instantes que no van a volver jamás. La fiesta de Navidad de máscaras, acogía a todos aquellos que asistieron como si de una familia se tratase, la diversión en cada paso, cada copa y conversación avivaban la calidez de esa noche que ninguno olvidaría.
Una sonrisa devuelta, pudo apreciarla brillar entre las demás, esplendorosa y terriblemente hermosa. Labios que cualquiera tomaría para perderse en ellos y pecar, ambos aceptaron el baile en silencio, moviéndose en círculos, alejándose y acercándose…la mirada esmeralda, fija en el carmín que adornaba unos labios jugosos que le llamaban a gritos. Labios que se mezclaban con esa risa melodiosa y feliz, imaginándose que podía ser ella la dueña y señora de su encarcelamiento en ese baile. Se dejó seducir, sin desviar la mirada ni un ápice, sus dedos se rozaban en un descuido, mordiéndose el labio inferior por las sensaciones a lo desconocido.
Podía ser ella, la sonrisa vivaz y resplandeciente, una sonrisa que no le había dedicado…sólo desprecio infinito. Más que molestia fue angustia, él no había dejado de intentarlo pero no fue suficiente… aún no comprendía nada de aquella tarde, una que veía borrosa y sin sentido. El cuerpo del italiano se acercó al ajeno, su propio instinto reconoció el olor a violetas frescas pero su cabeza seguía inmersa en los recuerdos y la evasión, sonrió como ella, marcando sus pequeños hoyuelos que enmarcaban sus labios. Le devolvió la sonrisa un simple movimiento al girar sobre sí mismo, se sintió abrumado y agobiado… la realidad se mezclaba con la imaginación y sin querer, su brazo derecho rodeó la fina cintura, atrayéndole hacia sí en el último segundo de la canción.
Apoyó máscara contra máscara, la respiración entrecortada por el esfuerzo del baile, su infinita mirada clavada en sus carnosos labios e impulsado por el deseo y la intriga, entreabrió los propios para atrapar los ajenos…un ademán pues fue un simple roce suficiente para tintar los del italiano y marcarlos, como un intento fallido que recordarle a sí mismo. Se acababa de dejar llevar, los alientos se entremezclaron, podía saborear su boca sin tocarla pero en el último segundo se apartó, tomándola de la mano y dejar un beso en el dorso. No fue capaz de mirarla, qué iluso, su subconsciente acababa de jugarle una mala pasada.
Le costó separarse, quería olvidar esa maldita obsesión por saber y descubrir que le habían negado, el enfado, la resignación… la interrogante. Y el Éferon decidido se esfumó por culpa de un recuerdo, unos labios que no paraban de recordarle que… “un baile y me dejará en paz”. Promesa cumplida.
Contaba con que la máscara no desvelaba su identidad, podía ser cualquiera y por esa noche, decidió no ser aquel joven desvergonzado que buscaba saciar su cuerpo con cualquier joven que sonriese y desease lo mismo. Su nanna siempre le decía que la vida, había que vivirla intensamente pero reparando en pequeñas cosas y disfrutar de instantes que no van a volver jamás. La fiesta de Navidad de máscaras, acogía a todos aquellos que asistieron como si de una familia se tratase, la diversión en cada paso, cada copa y conversación avivaban la calidez de esa noche que ninguno olvidaría.
Una sonrisa devuelta, pudo apreciarla brillar entre las demás, esplendorosa y terriblemente hermosa. Labios que cualquiera tomaría para perderse en ellos y pecar, ambos aceptaron el baile en silencio, moviéndose en círculos, alejándose y acercándose…la mirada esmeralda, fija en el carmín que adornaba unos labios jugosos que le llamaban a gritos. Labios que se mezclaban con esa risa melodiosa y feliz, imaginándose que podía ser ella la dueña y señora de su encarcelamiento en ese baile. Se dejó seducir, sin desviar la mirada ni un ápice, sus dedos se rozaban en un descuido, mordiéndose el labio inferior por las sensaciones a lo desconocido.
Podía ser ella, la sonrisa vivaz y resplandeciente, una sonrisa que no le había dedicado…sólo desprecio infinito. Más que molestia fue angustia, él no había dejado de intentarlo pero no fue suficiente… aún no comprendía nada de aquella tarde, una que veía borrosa y sin sentido. El cuerpo del italiano se acercó al ajeno, su propio instinto reconoció el olor a violetas frescas pero su cabeza seguía inmersa en los recuerdos y la evasión, sonrió como ella, marcando sus pequeños hoyuelos que enmarcaban sus labios. Le devolvió la sonrisa un simple movimiento al girar sobre sí mismo, se sintió abrumado y agobiado… la realidad se mezclaba con la imaginación y sin querer, su brazo derecho rodeó la fina cintura, atrayéndole hacia sí en el último segundo de la canción.
Apoyó máscara contra máscara, la respiración entrecortada por el esfuerzo del baile, su infinita mirada clavada en sus carnosos labios e impulsado por el deseo y la intriga, entreabrió los propios para atrapar los ajenos…un ademán pues fue un simple roce suficiente para tintar los del italiano y marcarlos, como un intento fallido que recordarle a sí mismo. Se acababa de dejar llevar, los alientos se entremezclaron, podía saborear su boca sin tocarla pero en el último segundo se apartó, tomándola de la mano y dejar un beso en el dorso. No fue capaz de mirarla, qué iluso, su subconsciente acababa de jugarle una mala pasada.
Le costó separarse, quería olvidar esa maldita obsesión por saber y descubrir que le habían negado, el enfado, la resignación… la interrogante. Y el Éferon decidido se esfumó por culpa de un recuerdo, unos labios que no paraban de recordarle que… “un baile y me dejará en paz”. Promesa cumplida.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Lorie no paraba de reírse y disfrutar de aquel baile en el que cambiaba de manos constantemente, danzando con montones de personas que no conocía o creía no conocer. Aquello tenía un toque bastante emocionante, casi embriagador, el entregarse a los brazos de un desconocido o desconocida. Aquella noche no se sentía ella misma, el alcohol, el calor de la fiesta, la alegría, todo se mezclaba como un cocktail muy peligroso en su cabeza. Una Lorie natural, disfrutando y riéndose, ajena a la vergüenza o a la timidez, era algo casi desconocido y nuevo para ella y en aquel momento se dijo que debía verse más bonita que nunca, ella se sentía poderosa aquella noche, se sentía real.
El joven se dejaba llevar igual que ella, así que danzaba con él, a veces cuando debía cambiar de pareja lo evitaba y seguía bailando con el hombre de la máscara felina, ciertamente atraída por aquella aura misteriosa y atrayente. Pero ella se sentía con el control aquella noche, ella seducía, ella mandaba y él parecía aceptarlo con sumo gusto. Sus dedos se rozaron de forma leve mientras bailaban, luego la otra mano, poco a poco sus cuerpos se iban acercando como si fueran dos imanes que se llamaban el uno al otro, perdidos en aquel baile lleno de locura y excitación que los absorbía a los dos, a dos completos desconocidos... O eso pensaba ella.
Él intensificó la cercanía entre ambos y por su cabeza pasaron pensamientos confusos, su contacto le resultaba embriagadoramente familiar pero era incapaz de ubicarlo. Había cierta familiaridad entre ellos, como si todo fuera como tenía que ser en aquel momento o como si algo hubiera producido aquel encuentro. Una breve punzada de malestar la atenazó pues evidentemente no había encontrado a quien esperaba ver en la fiesta, ¿Pero por qué esperaba verle? ¿Acaso iba a cambiar algo que siguieran viéndose? Seguro que ya se hallaba perdido en las faldas de alguna belleza... Sin duda tenía que evitar a toda costa volver a verle nunca, se dijo a sí misma. Él la tomó por la cintura y sus cuerpos estaban ya muy cerca, notaba su respiración y su cálido aliento muy cerca y se refugió en aquel contacto para enterrar todo lo que cruzaba su cabeza, como el naufrago que se amarra a un trozo de madera esperando no ahogarse.
Cuando él la besó, a penas un suave roce, Lorette supo lo que era que la besaran por primera vez en su vida. La sensación era dulce, era agradable, un cosquilleo se extendió por su interior raudo pero insistente. El contacto acabó muy rápido y él hizo el ademán de separarse, ella se preguntó frenética que había ocurrido, que había pasado allí para que hubiera acabado tan pronto. Pero a él no le dio tiempo a retroceder y a pesar de que le dio un beso en la mano ella no desasió el contacto, acercó su mano al cuello de él y pegó sus cuerpos, se puso de puntillas y esta vez fue Lorie la que le besó a él acabando de tomar el control de la situación, primero besó con timidez pero luego con mayor fuerza. Aquel contacto desesperado consolaba, calmaba un dolor nuevo y desconocido, una punzada en el estómago que no lograba ubicar y un torrente de sentimientos demasiado complicado para discernir nada.
El beso con aquel completo desconocido hacía pensar a Lorette que ella era también una total desconocida para sí misma y se encontró utilizando a aquel hombre aquella noche para borrar el recuerdo de otro, como si eso fuera ni tan siquiera posible. El beso fue largo y pronunciado, a penas escuchaba la música o sabía que había a su alrededor y su cabeza seguía llena de burbujas doradas, de alegría y de la confianza que uno siente cuando piensa que puede comerse el mundo. Cuando se separaron a penas tenía aliento, su carmín había teñido los labios de él y entonces ella alargó una mano, dubitativa, hasta su máscara y le preguntó en silencio si podía.
El joven se dejaba llevar igual que ella, así que danzaba con él, a veces cuando debía cambiar de pareja lo evitaba y seguía bailando con el hombre de la máscara felina, ciertamente atraída por aquella aura misteriosa y atrayente. Pero ella se sentía con el control aquella noche, ella seducía, ella mandaba y él parecía aceptarlo con sumo gusto. Sus dedos se rozaron de forma leve mientras bailaban, luego la otra mano, poco a poco sus cuerpos se iban acercando como si fueran dos imanes que se llamaban el uno al otro, perdidos en aquel baile lleno de locura y excitación que los absorbía a los dos, a dos completos desconocidos... O eso pensaba ella.
Él intensificó la cercanía entre ambos y por su cabeza pasaron pensamientos confusos, su contacto le resultaba embriagadoramente familiar pero era incapaz de ubicarlo. Había cierta familiaridad entre ellos, como si todo fuera como tenía que ser en aquel momento o como si algo hubiera producido aquel encuentro. Una breve punzada de malestar la atenazó pues evidentemente no había encontrado a quien esperaba ver en la fiesta, ¿Pero por qué esperaba verle? ¿Acaso iba a cambiar algo que siguieran viéndose? Seguro que ya se hallaba perdido en las faldas de alguna belleza... Sin duda tenía que evitar a toda costa volver a verle nunca, se dijo a sí misma. Él la tomó por la cintura y sus cuerpos estaban ya muy cerca, notaba su respiración y su cálido aliento muy cerca y se refugió en aquel contacto para enterrar todo lo que cruzaba su cabeza, como el naufrago que se amarra a un trozo de madera esperando no ahogarse.
Cuando él la besó, a penas un suave roce, Lorette supo lo que era que la besaran por primera vez en su vida. La sensación era dulce, era agradable, un cosquilleo se extendió por su interior raudo pero insistente. El contacto acabó muy rápido y él hizo el ademán de separarse, ella se preguntó frenética que había ocurrido, que había pasado allí para que hubiera acabado tan pronto. Pero a él no le dio tiempo a retroceder y a pesar de que le dio un beso en la mano ella no desasió el contacto, acercó su mano al cuello de él y pegó sus cuerpos, se puso de puntillas y esta vez fue Lorie la que le besó a él acabando de tomar el control de la situación, primero besó con timidez pero luego con mayor fuerza. Aquel contacto desesperado consolaba, calmaba un dolor nuevo y desconocido, una punzada en el estómago que no lograba ubicar y un torrente de sentimientos demasiado complicado para discernir nada.
El beso con aquel completo desconocido hacía pensar a Lorette que ella era también una total desconocida para sí misma y se encontró utilizando a aquel hombre aquella noche para borrar el recuerdo de otro, como si eso fuera ni tan siquiera posible. El beso fue largo y pronunciado, a penas escuchaba la música o sabía que había a su alrededor y su cabeza seguía llena de burbujas doradas, de alegría y de la confianza que uno siente cuando piensa que puede comerse el mundo. Cuando se separaron a penas tenía aliento, su carmín había teñido los labios de él y entonces ella alargó una mano, dubitativa, hasta su máscara y le preguntó en silencio si podía.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Los labios tintados de carmesí brillaban entre la multitud, él no los había perdido de vista ni un segundo, los labios de Éferon se entreabrieron, hipnotizados por la tentadora imagen de la espléndida sonrisa una que se había imaginado en el rostro de otra persona y ahora, en ese momento se presentaba ante él como la tentación personificada, recordándole lo que se perdía por los fantasmas de su cabeza, su inquietud, su confusión.
El roce le supo a poco, impulsado por su deseo contenido y esos días de incertidumbre, la buscó una última vez antes de que ella acortase la distancia que los separaba. La mano derecha se deslizó a lo largo de su espalda, asegurándose que el beso no acabase, provocando que fuese más intenso al rozar su lengua con la ajena, morderla con suavidad y tomar el suculento labio inferior de la joven, probarlo y por fin descubrir a qué sabría el beso. Un abanico de sabores mezclados, canela, chocolate, nata…tan dulces como imaginó y aún más adictivo pues él tuvo que contenerse cuando la mano libre acompañó a la otra para tomarla de la cintura y atraerle hacia sí en donde la distancia entre ambos había desaparecido.
El ademán de la joven por apartarle la máscara, le devolvió la vista al suelo, negando con la cabeza… no quería estropear el momento, si ambos se descubrían la magia se disiparía. La mano suspensa de ella, la tomó con suavidad enredándola entre sus dedos y tirar de ésta para que siguiese sus pasos, un impulso que no pudo controlar, aunque nadie sabía quiénes eran…buscaría esa intimidad que ambos parecían necesitar.
Al abrir una de los ventales y apartar el visillo blanco ricamente bordado con hilo de oro, agradeció que el aire de la noche acariciase parcialmente su rostro, ocultándolo aún más por la oscuridad de la noche y la poca visibilidad de ese espacio, no la soltó, sí cerró la puerta y de espaldas, contempló apoyado en el borde del balcón de piedra blanca, cómo nevaba ahora con más intensidad. Apenas se podía distinguir nada en el jardín, sólo dibujos sin sentido que el aire mezclaba con los hermosos copos de nieve.
Tras contemplar el bonito paisaje invernal, se giró para ofrecer su mano en una clara invitación, no iba a ser un baile, no al menos como el de dentro del salón. Sin que ella lo esperase, la alzó de la cintura provocando que la falda de su vestido hondease, los copos de nieve acariciasen el rostro de la joven (el que el antifaz dejaba) y suspensa, la hizo danzar dando vueltas sobre sí mismos, quería mostrarle lo hermoso que podía resultar un momento como ese. Él rió junto a ella, necesitaba apartar los pensamientos de su cabeza, el beso había avivado el deseo irrefrenable por volver a tomar sus labios y al ayudarle a descender aún entre sus brazos, volví a clavar su mirada en los deliciosos pétalos de Lorette, atraído por lo desconocido…
El roce le supo a poco, impulsado por su deseo contenido y esos días de incertidumbre, la buscó una última vez antes de que ella acortase la distancia que los separaba. La mano derecha se deslizó a lo largo de su espalda, asegurándose que el beso no acabase, provocando que fuese más intenso al rozar su lengua con la ajena, morderla con suavidad y tomar el suculento labio inferior de la joven, probarlo y por fin descubrir a qué sabría el beso. Un abanico de sabores mezclados, canela, chocolate, nata…tan dulces como imaginó y aún más adictivo pues él tuvo que contenerse cuando la mano libre acompañó a la otra para tomarla de la cintura y atraerle hacia sí en donde la distancia entre ambos había desaparecido.
El ademán de la joven por apartarle la máscara, le devolvió la vista al suelo, negando con la cabeza… no quería estropear el momento, si ambos se descubrían la magia se disiparía. La mano suspensa de ella, la tomó con suavidad enredándola entre sus dedos y tirar de ésta para que siguiese sus pasos, un impulso que no pudo controlar, aunque nadie sabía quiénes eran…buscaría esa intimidad que ambos parecían necesitar.
Al abrir una de los ventales y apartar el visillo blanco ricamente bordado con hilo de oro, agradeció que el aire de la noche acariciase parcialmente su rostro, ocultándolo aún más por la oscuridad de la noche y la poca visibilidad de ese espacio, no la soltó, sí cerró la puerta y de espaldas, contempló apoyado en el borde del balcón de piedra blanca, cómo nevaba ahora con más intensidad. Apenas se podía distinguir nada en el jardín, sólo dibujos sin sentido que el aire mezclaba con los hermosos copos de nieve.
Tras contemplar el bonito paisaje invernal, se giró para ofrecer su mano en una clara invitación, no iba a ser un baile, no al menos como el de dentro del salón. Sin que ella lo esperase, la alzó de la cintura provocando que la falda de su vestido hondease, los copos de nieve acariciasen el rostro de la joven (el que el antifaz dejaba) y suspensa, la hizo danzar dando vueltas sobre sí mismos, quería mostrarle lo hermoso que podía resultar un momento como ese. Él rió junto a ella, necesitaba apartar los pensamientos de su cabeza, el beso había avivado el deseo irrefrenable por volver a tomar sus labios y al ayudarle a descender aún entre sus brazos, volví a clavar su mirada en los deliciosos pétalos de Lorette, atraído por lo desconocido…
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Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: [Flashback] Piogge su bannato.- privato+18
Al principio él se había apartado y había intentado rehuir el contacto pero finalmente parecía haberse rendido y la había tomado con la misma intensidad que ella a él. Aquel beso prometía mucho y concedía mucho más, envuelto en el misterio de no saber quién se lo daba, aun así cuando ella hizo la pregunta silenciosa y él se negó se sintió un pelín decepcionada pues quería saber quién estaba bajo la máscara, tenía cierta inquietud por averiguarlo pero se dijo que tal vez, si era paciente, el acabaría quitándosela.
Juntos caminaron de la mano hasta una balconada, no mucha gente salía pues fuera nevaba con relativa intensidad. Lorette tembló un poco cuando el frío aire de diciembre rozó su delicada piel desnuda así que se abrazó a sí misma buscando cubrir la zona lo más posible, se sentía contenta y sospechaba que el champán estaba haciendo también de las suyas, pues su enorme sonrisa no desaparecía, enseñando sus dientecitos blancos y rectos. Allí la vista era sencillamente sublime, los jardines que llegaban hasta donde la vista no alcanzaba estaban completamente blancos y congelados, como una hermosa estampa de hielo.
Lorie encontró que le aliviaba que la música ya no fuera tan intensa, tal vez ahora podían hablar o decirse algo y podrían entenderse pues dentro del baile había tanta gente y tanto ruido que era imposible. Él le tendió la mano invitándola a algún tipo de danza silenciosa y privada y de pronto la alzó por el aire lo que provocó otra carcajada de sincera diversión mientras su falda ondeaba de un lado a otro. Daban vueltas como si fuera un carrusel y ella deseaba que aquello no parase aunque al final la bajó.
La nieve caía sobre su corona de flores, sobre su piel y sobre su vestido y cuando él la abrazó sintió que la calidez era muy reconfortante y necesaria, pues temblaba un poco por la ligereza de ropa. Él se inclinó sobre ella, preparado para atrapar sus labios de nuevo y Lorette le concedió un leve roce, a penas una caricia de los suyos antes de apartarse. Se sentía juguetona aquella noche así que con un movimiento rápido logró escabullirse de sus brazos, tomó nieve de la barandilla y se la lanzó al joven con la máscara de gato y le dio en un brazo, en un acto de lo más natural y por primera vez aquella noche habló con él.
-Seguro que te gano en una guerra de nieve -dijo divertida, una frase de lo más tonta e infantil pero que dejaba entrever lo bien que se lo estaba pasando en aquel momento. Y sin esperar a que él contestara, probablemente atónito por lo que acababa de hacer, consiguió formar otra pelota con las manos, las cuales le dolían bastante a pesar de llevar guantes, y volvió a tirársela, esta vez apuntó al pecho. No es que Lorie tuviera excesiva fuerza de todas formas.- Atrápame si puedes -y echó a correr por las escaleras, desdenciendo los peldaños para meterse en el jardín nevado. Aquella carrera excitada conseguía ayudarla a olvidar muchas cosas: olvidó el frío, olvidó la vergüenza y sobre todo olvidó la confusión.
Juntos caminaron de la mano hasta una balconada, no mucha gente salía pues fuera nevaba con relativa intensidad. Lorette tembló un poco cuando el frío aire de diciembre rozó su delicada piel desnuda así que se abrazó a sí misma buscando cubrir la zona lo más posible, se sentía contenta y sospechaba que el champán estaba haciendo también de las suyas, pues su enorme sonrisa no desaparecía, enseñando sus dientecitos blancos y rectos. Allí la vista era sencillamente sublime, los jardines que llegaban hasta donde la vista no alcanzaba estaban completamente blancos y congelados, como una hermosa estampa de hielo.
Lorie encontró que le aliviaba que la música ya no fuera tan intensa, tal vez ahora podían hablar o decirse algo y podrían entenderse pues dentro del baile había tanta gente y tanto ruido que era imposible. Él le tendió la mano invitándola a algún tipo de danza silenciosa y privada y de pronto la alzó por el aire lo que provocó otra carcajada de sincera diversión mientras su falda ondeaba de un lado a otro. Daban vueltas como si fuera un carrusel y ella deseaba que aquello no parase aunque al final la bajó.
La nieve caía sobre su corona de flores, sobre su piel y sobre su vestido y cuando él la abrazó sintió que la calidez era muy reconfortante y necesaria, pues temblaba un poco por la ligereza de ropa. Él se inclinó sobre ella, preparado para atrapar sus labios de nuevo y Lorette le concedió un leve roce, a penas una caricia de los suyos antes de apartarse. Se sentía juguetona aquella noche así que con un movimiento rápido logró escabullirse de sus brazos, tomó nieve de la barandilla y se la lanzó al joven con la máscara de gato y le dio en un brazo, en un acto de lo más natural y por primera vez aquella noche habló con él.
-Seguro que te gano en una guerra de nieve -dijo divertida, una frase de lo más tonta e infantil pero que dejaba entrever lo bien que se lo estaba pasando en aquel momento. Y sin esperar a que él contestara, probablemente atónito por lo que acababa de hacer, consiguió formar otra pelota con las manos, las cuales le dolían bastante a pesar de llevar guantes, y volvió a tirársela, esta vez apuntó al pecho. No es que Lorie tuviera excesiva fuerza de todas formas.- Atrápame si puedes -y echó a correr por las escaleras, desdenciendo los peldaños para meterse en el jardín nevado. Aquella carrera excitada conseguía ayudarla a olvidar muchas cosas: olvidó el frío, olvidó la vergüenza y sobre todo olvidó la confusión.
Lorette D. Lefoy- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/11/2018
Localización : París, Francia
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