Vainilla, osos y arañas de colores (+ 18 / Anuar)

Recuerdo del primer mensaje :

Si hubiera sido humano, no habría podido dormir durante esos dos días que los separaban, porque la intriga se lo carcomía como un gusano carnívoro que le caminaba por las entrañas, dos cosas importantes pasarían esa noche, la primera, Soren le mostraría su casa a Anuar por vez primera y la segunda, Anuar le revelaría una gran verdad a las 12 de la noche.

Su mano había temblado mientras la cocinera de la cafetería de la Universidad con quien entablaba cortas conversaciones de vez en cuando en sus ratos libres en el campus, le dictaba la receta del pastel de vainilla, una noche antes. La mujer por supuesto le había preguntado el inusual motivo por el cual, preguntaba algo así un profesor como él, pero Soren tuvo que decir torpemente, que le gustaba cocinar en sus ratos libres y que quería aprender a hacer postres. La mujer había reído a sus espaldas cuando él se había ído y con el buen oído con el cual había sido bendecido gracias a su sangre vampirica, había escuchado como la mujer cuchicheaba con la camarera que él profesor Soren era sin duda alguna le hombre más raro de todo Francia.

Con el rostro colorado había comprado los ingredientes, nervioso y asustado por lo que pudiese decirle Anuar, ahora más que nunca tenía que hacer un excelente pastel de vainilla o quizás empeoraría aún más las cosas. Se quedó mirándo el desalentador panorama de lo que era la sala de su casa. Desordenada como siempre, más bien caótica y sin estilo. Los días en que Gerard había estado viviendo, el chico se había ofrecido a limpiar un poco, pero habían pasado semanas desde eso y ahora yacía tan desordenada como siempre. ¿Que impresión se llevaría Anuar cuando viera el sucio agujero en el que vivía? No era una casa elegante y aunque los profesores no ganaran como los políticos, todo el mundo sabía que todos los profesores de la Universidad vivían en barrios de Clase Alta, pero no Soren.

El no necesitaba tales lujos. Para empezar ni siquiera era un ser humano ¿Entonces para que?... bueno por primera vez se encontraba con una respuesta para esa pregunta: Para Anuar. Ahora quería tener una casa más bonita para que Anuar se sintiera cómodo y a gusto en ella. Con los ingredientes sobre la mesa de madera de la cocina, Soren leyó una y otra vez la complicada receta del pastel, apenas si eran las 6 y 15 minutos, había tomado la precaución de comprar los ingredientes y averiguar el proceso el día anterior para tener tiempo antes de que Anuar llegara a la tienda.

- 300 grs de mantequilla de vaca
- 750 grs de azúcar.
- 3 tazas de leche.
- 9 huevos
- 1 cucharadita de vainilla
- 1 cucharadita de ralladura de limón
750 grs. de harina de trigo.

-¡Muy bien! ¡Soren no hay nada imposible! - Exclamó para si mismo y comenzó a seguir paso a paso los pasos de la compleja receta, asegurandose de no saltarse ninguno y midiendo las cantidades con precisión. Sus manos torpes regaron en varias ocasiones la harina en la mesa, quebraron un par de huevos sin querer y se untaron de mantequilla y azucar.

Al cabo de una hora y media, una plasta de color amarilloso con un fuerte olor dulzón se encontraba sobre la mesa de madera. Se llevó las manos al cabello con frustración, se veía horrible y eso que era mejor que los dos intentos anteriores, el tiempo se había acabado, ya no podría ir a comprar una torta hecha por un profesional en la pastelería, no alcanzaría, Anuar llegaría a las 9 a la tienda y debía ir por él ¡Y no había terminado de organizar la sala! No había barrido por debajo del sofá ni había quitado todos sus cuadros desperdigados por aquí y por allá por la sala junto a libros y pergaminos viejos.

- Maldición – Murmuró mientras corría por las calles en dirección a la tienda, todo era un desastre, él era un desastre.

-¿Antes de mi? - Murmuró. Las palabras de Anuar fueron tan increíbles que no pudo más que decir – Estoy soñando – Estaba soñando y cuando despertara, Anuar no estaría en su vida. Las cosas tan bonitas no suceden así tan fácil, no en la cotidianidad y no a personas como él. Esas cosas pasaban sólo en los cuentos de hadas y en los libros de poemas que solía leer.

Y está ocurriendome a mi. A alguien tan imperfecto como yo.

-Entonces esa será mi promesa – Dictaminó al fin – Daré todo de mi mismo para que seas feliz sin importar lo que pase – Por que a esas alturas, a Soren ya no le importaba cual fuera el costo de la felicidad de Anuar, haría lo que fuera, se convertiría en todo lo que ese chico deseara que fuera, inclusive si eso significara renunciar a algunas de sus convicciones. Se sentía demasiado comprometido como para pensar de otra manera, toda su vida había creído que los vampiros eran patéticos por buscar un compañero para su soledad, siempre se había burlado de lo que la gente llamaba 'amor' y ahora que lo experimentaba, no podía más que sentirse contrariado.

-Estás vivo, es sólo que... a veces no te sientes cómodo demostrándolo ¿no? - Concluyó, arriesgándose a analizarle un poco después de haber compartido tanto con él. Su petición provocó que algo en su interior le diera un vuelco. ¿Probarlo? ¿Como?.

-Siempre – Respondió y se sentó en el vientre de Anuar sin preocuparse por limpiarse la sangre de su mentón, sus manos se dirigieron al pecho del chico y comenzó a quitarle los botones de su camisa. - Eres lo que más deseo – Iba a agregar 'además de la sangre', pero no se atrevió, pronto el pecho de Anuar estuvo al descubierto y sus dedos lo recorrieron acariciándolo con las yemas, reprimiendo el impulso arañarlo apasionadamente, no quería hacerle daño. Con Anuar siempre debía reprimirse, debía recordar que no era cualquier cuerpo que le daría placer, era su pareja. Debía ser cuidadoso.

Sonrio de medio lado al escucharle porque le hacia sentir bien que no era el único que sentía que de aquel sueño despertaría y aquel tiempo de conocerse no habría transcurrido en su dia a dia, despertaría entonces con la cabeza dándole vueltas y correría aquella misma noche al bosque, con el cuadernillo y el carboncillo con el cual habia estado trazando dibujos, se acomodaría bajo el mismo árbol de aquella noche y aguardaría aquella y cuantas noches fuesen necesarias para verle nuevamente, aguardaría porque no podia tratarse de un bello sueño y ya.

-no puedes darlo todo…¿con que te quedarías tu?- le cuestiono negando porque comprendía que el ser que todo lo daba tarde o temprano sin nada se quedaba y era entonces que el pecho dolia y un vacio se apoderaba de su interior, con la extraña sensación de que algo le faltaba y debía entonces aguardar a que alguien mas llenase aquel vacio, el llenaría el de Soren sin siquiera pensarlo dos veces y aun si aquello le dejaba a el mismo sin nada.

Ignoro dicha aseveración porque no necesitaba arruinar el momento con la tragedia que habia sido su vida. Observo sus acciones sintiendo deliciosamente cerca, su pecho se agitaba violentamente bajo la tela y cuando esta se disipo un sonoro suspiro broto de su interior mientras su cuerpo temblaba bajo el vampiro, sus manos se afianzaron a las piernas del vampiro, recorriéndolas de arriba abajo con sutiles movimientos, apretaba sus piernas intentando reprimir de alguna forma aquel mar de emociones que formaban una revolución en su interior y que, de no apaciguar pronto terminarían haciéndole explotar.

Ladeo el rostro dejando su mejilla contra la sabana, con aquel compungido rostro y labios entreabiertos –entonces has conmigo lo que más desees- suspiro con la decadencia del alma que no le pertenecía ya, porque al amor se habia entregado y ante el amor sucumbiría.

Todos sus pensamientos se quedaron en blanco de golpe al escuchar las palabras de Anuar. ¿Hacer con él lo que deseara? Cientos de cosas se agruparon en su cabeza luego del shock, infinidad de fantasías que hasta el momento no creía que tenía con el chico. Para ser franco, reprimía esa parte de él por miedo a un rechazo de parte de Anuar, había aprendido que para el chico el sexo era algo aberrante, innecesario y banal, o por lo menos eso es lo que había comprendido luego de tocar ciertos temas referidos al trabajo de su hermana y cosas por el estilo.

Así pues que intentaba la mayoría del tiempo, esconder esa parte de si mismo en un recóndito lugar con un enorme candado de plata, del mismo modo que escondía al monstruo. Gracias a ello había descubierto con Anuar que existían muchas cosas además de eso, que la existencia no se basaba sólo en satisfacer los impulsos causados por la lujuria y la sed, como solía suceder a la mayoría de los de su especie. Pero justo en ese momento, por alguna razón mágica que desconocía, ese mismo chico, le estaba dando permiso de hacer lo que quisiese.

Tanta libertad de golpe le había hecho quedar en blanco y por eso se quedó mirándolo sin parpadear y sin moverse por lo que pareció casi un minuto. Entonces una sonrisa se ensanchó en sus labios, una muy distinta a las sonrisas tímidas y dulces del Soren de siempre. Una sonrisa que escondida dobles intenciones y quizás algo cargada de cevicia. De un salto demasiado rápido para el ojo humano, quedó de pie al lado de la puerta y salió para dirigirse a la cocina, comenzando a revolver ollas, cajones y cachivaches. Estaba seguro de que había dejado la botella por ahí.

Al cabo de un rato regresó y antes de que Anuar pudiera ver lo que traía, había saltado sobre la cama y ató fuertemente las manos del chico con un cordón blanco sobre su cabeza, dejando al humano indefenso, pero no satisfecho con eso, tomó un pañuelo Azul oscuro del armario al lado de la cama y cubrió los ojos de Anuar con él.

- Deseo muchas cosas... - Dijo al fin alejándose de la cama y tomando el frasco que había traído de la cocina – Esta es una de ellas - Comentó, vertiendo el contenido en el pecho desnudo de Anuar que resultó ser un liquido pegajoso y frío que resbaló lentamente hasta su ombligo, el olor dulzón se hizo presente en el aire de inmediato y Soren inclinó su rostro para lamer la miel de la clavícula como un gatito obediente.

Entreabrió los parpados al sentir la lejanía de aquel cuerpo, sus parpados se abrieron con rapidos reflejos permitiéndole a sus ojos percatarse de la…no habia tenido tiempo de evaluar correctamente su aseveración para catalogarla como una verdad cuando el vampiro regreso a la estancia sujetando algo entre sus manos que, por la rapidez y el deseo nublándole la visión, no logro adivinar a ciencia cierta de que se trataba.

Alzo la mirada cuando sus manos le resultaron tiesas e inservibles y por poco no soltaba un grito de desaprobación cuando su visión se vio excluida por un pañuelo, listón o trozo de tela que se uso para la labor, arrugo la nariz sintiendo el tacto del mismo y su cuerpo se tenso completamente ante el pegajoso y frio tacto sobre su torso, curveo lo espalda dejando mas de el a la vista, quien hubiese dicho que sus palabras le permitían ahora al vampiro crear el escenario idóneo quizas para una de sus, no dudaba pues inclusive el poseía, fantasías.

Habian jugado ya en una ocasión con pintura, habia jugado a que era su lienzo, a que lo habia creado a su capricho y parecer y aquella noche habia conocido lindes del cuerpo y alma en el beso no rozaba sus labios sino su corazón, no comprendía como y no necesitaba pensar en ello, con el vampiro lo que antes parecían aberraciones sexuales eran ahora la más pura forma de anhelo -¿Qué es?- le cuestiono con curiosidad sintiendo en su cuerpo un suave olor a azúcar aunque de tantos lados podia provenir que no se atrevió a intentar adivinar por medio del olfato lo que llevaba ahora en el pecho cual escudo de guerra.

Tembló cuando la lengua del vampiro se paseo por su cuerpo, apretó las manos contra las sabanas apoyando su rostro sobre su brazo, estrechando su nariz con vigor siendo presas de los espasmos que el placer producía. Porque le dejaría hacer de el lo que deseara, complacerle por una vez ningún mal podría traerle porque su cuerpo sucumbía ante sus caricias y anhelaba mas de aquella deliciosas sacudidas que le resultaban aun hilarantes, mordio su labio sin intentar reprimir los sonidos que, formandose en su interior se observaban cohibidos de dejarse escuchar.

-Adivina, adivinador – Comentó cuando Anuar había preguntado y paseó sus labios, limpiando con su lengua la sustancia, luego usó su dedo índice para untarlo con la miel y se lo colocó en los labios al muchacho, introduciendo el dedo en sus labios sin pedirle permiso – Es la dulce ambrosía de tus labios – Comentó, porque de poder sentir el sabor de las cosas, estaba seguro que los labios de Anuar debían ser como la miel, dulces y suaves.

Movió el dedo en la boca del chico, acariciando la lengua con suavidad y entonces se le ocurrió algo, un poco perverso. Sacó el dedo y presionó la herida que había comenzado a cerrarse en sus labios, provocando que la sangre saliera de nuevo y bañara el dedo mezclándose así con la miel. Volvió a colocar el dedo en los labios del chico, observandole con atención, esperando encontrar ese anhelo malsano en su rostro.

Y es que pensar en un Anuar descontrolado y entregado por completo le excitaba sobremanera, porque Anuar odiaba esas cosas, las juzgaba y siempre lograba mantenerse bajo control, entonces verle allí casi suplicando por más, era simplemente fascinante.

Tienes el control Soren, eso es y te encanta.

Sin sacar el dedo de la boca del chico, permitiéndose sentir el sabor de la sangre una vez más como una especie de aperitivo para lo que vendría después, Soren continuó lamiendo el pecho del chico, bordeando con su lengua las tetillas de este, chupándolas hasta limpiar la miel que aunque no sabía a nada en sus labios, parecía el más delicioso de los manjares. Se dedicó un buen rato torturar esa zona, mordisqueándola con sus colmillos sin lacerar la carne, en un termino medio entre suavidad y fuerza.

Se sorprendió con aquel intruso en su boca mas no se atrevió a gesticular palabra alguna ni lamerle de una forma ávida como el mismo habia incitado a Soren a hacerlo en su momento–miel- dictamino con rapidez como único jurado de aquella cuestión y respuesta una analogía que no mucho debió pensar, ningun otro elemento podia contener aquel dulzón sabor y pegajosa consistencia y aunque su dedo rozaba su lengua se mantenía estático en aquella posición, con los labios entreabiertos y las mejillas tiñéndose de carmín con aquel calor que competía con el despedido por el candil y no dudaba que en pocos instantes una luz comenzara a mandar también de su pecho, nacida como agua e inundaría la habitación y en ella podrían nadar.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la falta de aquel dedo en sus labios y el dulzón sabor al cual comenzaba ya a acostumbrarse, abrió los parpados aun bajo la tela sintiendo una presión en los mismos y viendo una negrura tal que poco importo si abiertos o cerrados los tenia. Un sabor conocido y anhelo le hizo vibrar el pecho y mover su lengua alrededor de aquella diminuta extremidad, desconocía aun los límites al cual aquel manjar podía hacerle llegar.

Despego su cabeza de la mullida cama lamiendo en movimientos círculos y envolventes aquel frio y delicioso dedo, lo saco de su boca lamiéndole hasta que rastro alguno de aquel sabor quedo en él, cuando solo la humedad fue vestigio de lo que había sido y su cuerpo volvió a temblar en el placer.

Vocales prolongadas y palabras inexistentes fue lo que de sus labios comenzó a brotar en aquel lenguaje que solo los amantes comprendían porque para ellos se habia creado, sus pezones se volvieron rígidos y sus uñas comenzaron a tirar las sabanas con firmeza, no dudaba que de seguir de aquella forma fueran a terminar haciéndolas tirones, aunque quizas la fuerza no le fuese suficiente, seguramente si dejaría sus uñas marcadas. Arrugo el puente de su nariz y contrajo el labio superior en un gesto parecido al de un conejo, conejo de orejas caídas le habia dicho cierta ocasión. Cada roce de sus labios y lengua se manifestaban como placer en su cuerpo y el no ver lo que sucedía no mucho podía ayudar, el pantalón estrecho y el pecho vibrante eran solo gajes de haber pronunciado tan simples y místicas palabras que de haber sabido habría pronunciado quizas antes.

Era increíble como algo tan simple como un líquido pudiese producir tal efecto en las personas, Soren recordaba aquella primera noche pasada en el piso de Anuar, cuando había sentido miedo de entregarse al humano y cuando este le había tentado con su sangre, en esos momentos hubiese podido entregarse a la sensación y olvidar sus miedos, porque el placer otorgado por esa ambrosía carmesí, tenía el poder de nublar los sentidos, de hacerle perder en un lugar del cual era muy difícil volver, justo como ahora parecía estar perdido el muchacho, sus gestos contorcionandose, cuando antes no le había dado importancia a la miel, sólo por el sabor de la sangre.

-Entonces te comeré – Dijo con una sonrisa que Anuar no logró ver, una sonrisa que quizás le habría asustado de haberla podido ver, porque daba la impresión de que cumpliría su palabra al pie de la letra y no metafóricamente. Bajó besando hasta el ombligo, lamiéndolo y quitando los restos de miel, pensando en este como una especie de copa rebosante, ofreciéndoce para él. Le gustaba el ombligo de Anuar, no porque tuviera una forma diferente en particular, aunque debía aceptar que ese lunar era bastante atractivo en medio de la piel pálida, pero le gustaba porque, era el camino medio entre lo pecaminoso y lo que era permitido. El mitad del camino a una gloria que pocos tenían la dicha de conocer.

Acarició con sus manos por encima del pantalón la entrepierna hinchada contra la tela, divertido al notar que esa reacción había sido fruto exclusiva de la sangre, Anuar le deseaba y él estaba dispuesto a darle ese placer en módicas dosis, porque quería escucharle rogar por alivio, quería sentir el poder de controlarlo todo por primera vez y tener al humano completamente a su merced.

Desabotonó el pantalón y posteriormente bajó los mismos hasta los mulsos, acercando sus labios al miembro del chico, permitiendo que su frío aliento rozara la piel sensible pero sin tocarlo, no lo haría hasta no escuchar las palabras mágicas, una suplica, un ruego...

Soren, esto no está bien. ¿Piensas que Anuar aceptará algo así?.
Una risa maquiavélica se escuchó en lo más profundo de su interior.
¿Que pasa acaso quieres salir?
Se respondió así mismo irguiéndose y tomando un pincel de los objetos que había traído.
No, por el contrario, prefiero ver hasta donde serás capaz de llegar sólo.

El vampiro depositó la punta del pincel con sus sedosas hebras en el tarro con miel y cuando la sacó un hilo delgado colgó para luego gotear delicadamente sobre las sábanas. Pintaría a Anuar a su manera particular, pensaba mientras acariciaba el miembro de Anuar con el pincel, moviéndolo en lentas pinceladas desde la base hasta la punta. -Serás mi obra maestra.-

-lo que desees- susurro de forma irónica porque aquella noche y al entrar en su casa no habia pensado sino en otra cosa que cumplir sus propios deseos, aquel dia debía ser especial y a la vez igual al resto de los demás días. Sintio su húmedo tacto bajar por su estomago, aquel plano y de pronunciadas entradas que tan agobiado le tenia, porque si en un principio algunos músculos eran apenas y visibles se escondían ahora bajo los huesos, no habia mucho de donde sujetarse y sus costillas eran visible si inhalaba profundo con los brazos estirados.

Apenas sintió sus manos sobre su entrepierna sus caderas se alzaron retorciendo el rostro de un lado a otro, necesitaba una almohada donde reprimir sus gestos y esconder su inexistente pudor o aquel escaso que vanamente intentaba poseer aun. Desvarió al sentir sus labios tan cercanos y a la vez tan alejados, gimió su nombre cuando la quietud le pareció insoportable, su nombre era lo único que sus labios se atrevían a clamar, era lo único que podían pedir más.

Su obra maestra, le pintaría asi como el mismo habia ensuciado aquel lienzo de brillantes y conocidos colores, habia desbordado su alma en ello y se habia esmerado en no dejar ningun sitio al descubierto, su cuerpo habia sido entonces una mezcla de amarillos y azul –me vas a matar- jadeo con el pincel sobre su miembro y aquel fino tacto esparciendo deseos, si le hubiese destapado los ojos abria adivinado en estos sus anhelos, no habría necesidad de hablar para comprender porque aquellos orbes color de oro destellaban y parecían mantener en su interior algún siseante animalejo que los hacia cambiar de estado.

Sus caderas se mantenían alzadas y el calor iradiado por su cuerpo comenzaba ya a comprar, su cuerpo perlaba en algunas zonas aunque no con la prontitud ni progresividad con que lo habia hecho aquella noche de Verano en su piso, contrajo el cuerpo ante un oleaje de placer “Te va a matar” se repetía mentalmente porque su corazón seguramente no lograría sobrellevar todas aquellas sensaciones ¡le mataría de placer!

-Puedo matarte de muchas maneras y te aseguro que con todas, tocarás el cielo – Comentó comprendiendo el significado de sus palabras, Anuar hablaba de una muerte metafórica por supuesto. El vampiro bajó la ropa interior dejando al descubierto la intimidad de su compañero, deseando engullirla de un sólo bocado, pero se mantuvo sentado en sus piernas usando el pincel para pintar la punta de este, moliéndolo en círculos.

-Puedo matarte rápidamente – Dijo al fin sin dejar de acariciarle, luego se inclinó sobre el chico, apoyándose en la mano libre para alcanzar el rostro de Anuar procurando no hacer contacto con su cuerpo – Una muerte instantánea que te enviaría al cielo vertiginosamente – Agregó cerca de su oreja – O quizás...- Dejó de acariciar con el pincel la entrepierna de Anuar y en vez de ella la mano de Soren se cerró en toda su extensión, aprisionando la carne con erótica rudeza – Prefieras una muerte lenta – Continuó y esta vez su mano se movió parsimoniosa, subiendo con dedicación desde la base hasta la punta. - Una dulce tortura deliciosa -

Sin esperar una respuesta inmediata a sus propuestas y dejando las palabras esfumarse en la habitación, el vampiro tomó al humano por los hombros y le giró con notoria facilidad, dejando a Anuar boca abajo contra la almohada. Los brazos de Soren rodearon al chico a ambos lados y una vez más quedó en cuatro sobre él. Con la mano derecha descubrió la nuca protegida por el cabello rojizo y mordisqueó la piel con suavidad, aspirando el olor de aquellas hebras de fuego mezcladas con el sudor.

-Hueles a excitación y deseo – Comentó con cierto cinismo, citando los dos adjetivos con los cuales, Anuar había catalogado el burdel unas horas más temprano. Y de repente se le ocurrió que, Anuar era como su... cortesana personal.

¿Lo vez padre? No tuve que ser como tu para ser feliz.

Por que su padre había sido un viejo patético que había acudido a putas para satisfacer los deseos malsanos que con su esposa no se atrevía, su padre había sido un hipócrita jurando amor eterno a una mujer y acostándose con otras.

Pero Anuar era su pareja, su amante y su aventura. Podría elevar su libido como quizás ninguna esposa podría con un esposo, porque siempre estaría intrínseco el sabor del pecado en sus labios y la condena eterna en su cuerpo.

-solo en ti lo e encontrado- trastabillo apretando los puños hasta que sus nudillos perdieron color y sus manos le parecieron inservibles, se sacudía violentamente cada que las suaves y pegajosas cerdas del pincel acariciaban su anatomía, sentía la debilidad mostrarse a flor de piel con un vago intento de represión que su mente no logro llevar a cabo porque el cuerpo y el deseo lo estaban traicionando.

Un sordo e irregular grito salió despedido al techo cuando la fría mano del vampiro se cernió sobre su hombría, un grito que salió cargado de placer y sin pudor alguno de aquellos que el mismo se sorprendía poder profesar, su cuerpo tembló nuevamente bajo el peso del vampiro y un descomunal esfuerzo tuvo que hacer para evitar el compás que su caderas querían otorgar a sus caricias –aja- jadeo sin tiempo de reacción.

Se sintió asfixiar por un segundo, con el rostro aplanándose contra la almohada y el aire incapacitado a adentrarse en sus pulmones, palideció por un segundo porque el placer lo volvia también mas lento, viro el rostro tomando una sorda bocanada de aire que inflo su pecho nuevamente y regreso el color a sus mejillas.

Excitación y deseo, su estomago se revolvió por unos instantes porque no estando seguro aquel comportamiento le parecía mas encaminando al ser, al Soren con el cual habia lidiado en la cabaña aquel que le habia intentado hecho sucumbir ante sus caricias y debía aprender a amarlo como amaba el resto de su persona. Inútil era pensar que podia querer al uno y no al otro pues ambos eran el mismo ser –huelo a lo que me haces sentir- susurro moviendo las piernas para quitarse por completo los pantaloncillos aunque aquellos parecieron estancarse en sus zapatos.

Alzo el rostro apoyándose con los brazos atados en aquella posición buscando a tientas los labios ajenos porque no importaba cuantas vibraciones su cuerpo sufriera a causa de sus caricias aquella zanja a la cual habia decaído una y otra vez era el único sitio al cual anhelaba volver después de todo –no me dejes ciego…dejame sentirte- le pidió en un tono apenas y audible.

Sonrió al escuchar tal respuesta salir de los labios de Anuar. Le encantaba saberse el responsable de esos gritos y espasmos eróticos, saber que, ese estado era provocado por sus caricias y por supuesto por su sangre. El ruego que vino después lo dejó más que satisfecho – Haré todo lo que me pidas... si me lo pides, claro – Comentó quitandole la venda con un gesto sutil, permitiendole ver no sólo con su cuerpo sino con sus ojos.

Besó el inicio del cuello y comenzó a bajar con la punta de su lengua por toda la espina dorsal, pintando un rastro húmedo por su espalda, una lengua fría casi como un cubo de hielo que contrastó con el ardiente calor de su piel. Se detuvo en la cadera para erguirse y colocar ambas manos en los gluteos del chico, embistiendo con su propia cadera (aún protegida por la tela del pantalón) la de Anuar, desnuda y expuesta. Como si aquello fuese un aperitivo de lo que vendría después o quizás, para permitirle imaginar lo que podría pasar.

Se inclinó sobre el chico, haciendo contacto directo con su espalda, esta vez aprisionándolo con todo su peso y su mano izquierda tomando el miembro de Anuar para comenzar el desquiciarte ritmo que conocía tan bien.

- ¿Entonces como prefieres morir? - Le preguntó mordiéndole la oreja, embistiendo de nuevo con sus caderas, sintiendo su entrepierna estrecha y deseosa bajo la tela que le cubría. Soren recorrió con sus labios la mejilla de Anuar, hasta alcanzar sus labios, pero apenas si los rozó, permitiendole sólo degustar un par de gotas de su sangre.

El lugar si bien no repleto de luz le calo en las pupilas unos instantes, obligando a cerrar los parpados y abrirlos con lentitud, se preguntaba si Soren sentía aquello todas las noches después de dormir tanto, lo dudo, cuando el despertaba solo la luz de las velas podia alumbrar el espacio y la plata liquida que como ríos manaba de la luna resplandecer sobre las cosas, mas aquel no era un brillo desagradable como podia serlo el del mismo sol.

Sintio el tacto de su lengua como una esferilla de metal y sus manos se tensaron al sentir la frialdad del rastro húmedo que dejo de inicio a fin sobre su espalda se cuestiono cuando mas debía excitarse para que aquella humedad comenzara a evaporarse porque su cuerpo parecía no poder irradiar mas calor, jadeo una prolongada a cuando sus caderas se estrecharon contra sus glúteos y su cuerpo fue capaz de sentir la excitación del vampiro, pensar que siquiera le habia tocado.

Ahogo el gemido contra la almohada alzando el rostro al instante sintiendo como su pecho se pegaba a las sabanas impidiéndole un movimiento constante –morir…lento- susurro con las mejillas ruborizándose cuales duraznos en temporada, sus glúteos se contrajeron al sentirle nuevamente cerca –quiero morir contigo siendo parte de mi- susurro atrapando sus labios con rapidez y con la rapidez que los habia embestido estos se alejaron de el dejando aquel vacio en su boca, aquel incomodo vacio que le producía temblar bajo su piel.

Le mostro las manos atadas –desátame para poder tocarte- le pidió alzando su cuerpo para estrechar sus glúteos contra la entrepierna del vampiro, apretó los parpados por las caricias en su miembro, se sentía estallar con una rigidez que si bien antes experimentada no lograba aun acostumbrar a su cuerpo.

Morir lento. Esa era la respuesta que estaba esperando. Pensó mientras sonreía con deleite, pero lo siguiente le sorprendió aunque la respuesta fue bienvenida por supuesto, ya que no se espraba que Anuar deseara que le poseyera. Meses atrás cuando habían yacido juntos en el piso del humano, el mismo Soren había preferido estar en ese rol 'pasivo' para evitar que Anuar sintiera algún tipo de dolor, pero por encima de eso, porque quería conservar el delicioso y embriagador sabor que sólo la sangre de un virgen poseía.

A quien engañas Soren, en el fondo eres un egoísta. No pensabas en el bienestar de Anuar, sólo pensabas en el sabor de su sangre y en el momento en el que encontrarías otra escusa para beberla.

Como si Anuar fuera un narcótico. Y cierto era que el deseo que sentía por morderlo sobre pasaba inclusive los incipientes sentimientos que habían comenzado a surgir conforme le iba conociendo y pasaba más tiempo con él. Encontrándose allí en esa misma situación luego de casi dos meses , Soren finalmente lograba ver la diferencia. Lo que sentía en ese momento distaba bastante de aquel deseo de antaño. No porque fuera menos intenso, de hecho le deseaba más que cualquier cosa que jamás hubiese deseado en toda su vida, sino con la particularidad de que ahora lo que deseaba no era sólo su sangre, sino todo su ser.

Deseaba su cuerpo, mente, alma y sangre. Lo deseaba todo.

Y ahora el mismo Anuar deseaba que fuera él quien se uniera a su cuerpo para completar un ritual que lentamente se había estado materializando desde el primer beso, aquella noche luego del ataque del licántropo.

- Lo que desees – Comentó desatandole las muñecas, dejándolo libre para que hiciera lo que quisiera – Tocame – Le exigió, aunque su voz no fue ruda, aquello era una orden contundente, se irguió dándole espacio a Anuar para moverse bajo él.

Se sintió libre y encadenado, se quitaba un peso de encima y al mismo tiempo sentía que algo le faltaba algo con lo que no habia nacido y que sin embargo se habia acostumbrado como si asi hubiese sido toda la vida, como si no recordara aquel tiempo en que no le poseía sino solo su soledad, la soledad le resultaba ahora tediosa y dolorosa, una compañía demasiado callada y celosa mas sin embargo la única que siempre volvía a el y era única porque su soledad no era como la de mas nadie.

Giro su cuerpo bajo el sujetando su rostro con sus manos, delineando el contorno de sus pómulos y labios, relamiendo la herida con suavidad repto pues como el pecado por su cuello, mordiendo aquella delicada piel con fiereza, paseando sus manos sobre su espalda vestida, alzando la tela que le separaba de aquel perfecto cuerpo que por perfección llevaba la mas pura de las imperfecciones.

Comenzó pues a desabotonar su camisa y besar a la par la piel que comenzaba a quedar al descubierto, deslizándose sobre las sabanas sin mayor cuidado, sus manos se cernieron entorno a sus pezones y sus labios rebuscaron en sus brazos el camino que al placer le llevarían porque no podia pensar en mas nada que aquel acto de total desenfreno ¿su rostro se compungiría de dolor como el vampiro lo habia hecho? Su cuerpo vibro ante la idea mientras sus labios se hacían de su pecho, mordió, tiro y lamio cada zona de su torso, acariciando con su nariz aquel vientre irregular.

-¿harias cualquier cosa que te pidiera?- le cuestiono en voz baja introduciendo sus dedos en el pantalón ajeno apenas y palpando la piel aledaña a su hombría la que se alzaba ya estrecha contra el pantalón –porque…creo que sabemos bien que seria- murmuro alzando la mirada aunque con lo que se topo fue su pecho humedecido por sus labios y no su rostro.

Cerró los ojos al sentir los labios de Anuar en los suyos, el escozor en la herida había pasado a un segundo plano desde hacía un buen rato y cuando mordió su cuello, el vampiro dejó escapar un suave gemido, porque aquello representaba un enorme tabu para alguien como él, ser mordido por un mortal, por alguien que no poseía colmillos ni bebía sangre, era ver las cosas a la inversa, sentirse indefenso, dejar de ser el depredador para convertirse en la víctima. Era simplemente inverosímil que un gesto tan simple pudiese transmitir tanto significado y por supuesto, excitarlo de esa manera.

Las manos y los labios de Anuar recorrieron su pecho con mucha más brusquedad que las veces anteriores, aunque no habían sido muchas Soren pudo notar más pasión en las caricias de su amante en esos momentos, quizás era gracias al deseo provocado por la sangre, reflexionó y disfrutó de su lengua y dientes contra su piel. Permitiéndole hacer lo que quisiese sin oponerse, porque ya no existía cosa alguna que no deseara de él.

-Haría cualquier cosa que me pidieras – Afirmó abriendo los ojos para notar como las manos de Anuar ahora se aventuraban dentro de su pantalón, sus mejillas se encendieron tan sólo de imaginarse lo que quería decir Anuar - ¿Estás seguro? - Le cuestionó dejándose caer de medio lado para recostarse al lado de Anuar, sus manos aferradas a los costados del humano para no perder el contacto entre ambos, su rodilla metiéndose entre las piernas desnudas de Anuar, como una intrusa descarada.

- Por que no estoy seguro de poder detenerme si te arrepientes – Le amenazó con voz juguetona, alcanzando el mentón de Anuar para morderlo, rozando con sus filosos colmillos su piel – Tu sabor cambiará por completo luego de eso... pero eso ya no me importa – Dijo al fin y fue como si se quitara 100 kilos de peso de encima.

Introdujo aun mas sus dedos en el pantalón cuando su rodilla pareció acariciarle por un segundo, sus pensamientos divagaban en tantas y tan pocas cosas que le era difícil pensar en ello, se cuestionaba una y otra vez si el dolor y el placer se equivaldrían, si después de aquello Soren no desearía volver el tiempo atrás y remediar el error, se cuestiono si la sangre de otro virgen no le fascinaría mas que la suya ¿Qué pensaba? Claro que asi seria. Mordió su labio inferior suponiendo que la sangre nada tenia que ver con el sujeto, quizas ahora Gerard le resultaría mas apetecible porque y aunque habia dicho que no se imaginaba besándolo debía suponer que morderlo era una acción totalmente diferente que solo significaba…que su sangre le atraía.

-nunca e estado mas seguro…pero es también tu decisión- murmuro entrecerrando los parpados al sentir sus marfilados dientes contra su mentón y quizas fuese buena idea dejarse probar por ultima vez. Estrecho su pecho contra el ajeno besando con suavidad su cuello al tiempo que, sus manos se escabullían por entre la ropa rozando asi su hombría, acariciando la punta con roces apenas y perceptibles -¿desearías morderme ahora?- le cuestiono en voz baja el segundo, tercer o cuarto pecado que sus labios pronunciaban y tantos habia dicho ya que la cuenta se habia perdido.

-seria el mejor regalo…-susurro cerniendo su mano entorno a la hombría del vampiro, apretándole con aquel suave tacto cargado ahora de lujuria, dejo escapar un lengüetazo por lo largo que su cuello era prosiguiendo hasta extinguirse en su mejilla, la tibiez en su cuerpo era algo impropio en el y como ya antes le habia explicado causado por el deseo sexual, era terrible pensar que solo en aquellos momentos su cuerpo parecía recobrar la vida que le habia sido negada tiempo atrás, mas si aquella era la forma no buscaría otro medio.

Desabrocho con su otra mano el pantalón tirando de el hasta que no fue una impedimenta para sus caricias –si…quiero que me hagas tuyo- susurro sobre sus labios dejando escapar su aliento embriagado de promesas y anhelos porque no importaba como aquella relación proseguiría, estaba seguro de no arrepentirse de aquella decisión.

-¿Mi decisión? Porque también es mi... oh – Iba a preguntar porqué era también su decisión y sin acabar la frase cayó en cuenta que se refería al hecho del sabor de su sangre. En algún momento meses atrás le había dicho que su sangre era exquisita como la de cualquier virgen. Soren se preguntó si, de no haber luchado contra el licántropo y haber perdido tanta sangre, de no haber tenido a Anuar ofreciéndole su sangre en agradecimiento por haberle salvado la vida en el consultorio de Erkki, de no haber probado ni una gota en aquella ocasión ¿Habría sentido el mismo interés por él?.

Soren no había probado la sangre de ninguna otra persona virgen, sólo sabía que de toda la sangre que había bebido alguna vez, la de Anuar era la más deliciosa. Así que suponía que se debía a ese detalle.

Las manos de Anuar acariciaron aquella parte tan sensible de su anatomía y el vampiro tembló ligeramente con las caricias, pero fueron las palabras del chico las que le hicieron sobresaltarse y sentir un corrientaso eléctrico por el espinazo. ¿Mordelo? ¿Un regalo? Entonces Soren fue consciente de que sería la última vez. Las manos de Anuar esta vez se deshicieron de su pantalón y sus palabras reiteraron su deseo de que le poseyera.

El vampiro tragó saliva, intentando no pensar más en el asunto, intentando no imaginarse que no volvería a probar ese elixir delicioso que lo enviaba al cielo con tanta facilidad, aquel sería el último bocado de ese pecado y luego, Anuar sabría como los demás mortales. Se retiró un poco de Anuar y lo empujó gentilmente para que quedara boca arriba, entonces comenzó a decender hasta alcanzar su entrepierna.

La última vez. Él último sorbo de éxtasis.

-Nunca he estado drogado – Comentó mientras con sus manos separaba las piernas de Anuar – Pero beber de ti... produce el mismo efecto – Finalizó mientras besaba el interior de su muslo izquierdo, buscando la arteria femoral.

Si aquella iba ser la última vez, debía ser memorable.

Su cuerpo se resistió a darle aquel permiso, el reflejo de sus piernas fue cerrarse aunque comprendió al instante y logro dominar aquel impulso separando sus piernas con la mirada descansando tras sus parpados, quizas lo que le pedia era un acto demasiado egoísta porque y a fin de cuentas Soren era ya de el, lo habia marcado desde sus adentros de una forma única ¿Qué diferencia habia si Soren lo marcaba o no de aquella misma forma? Jadeo ante sus besos viendo sus pensamientos nublarse por unos segundos que le parecieron décadas de éxtasis.

¿Y si aquello no ocurria? Soren podría seguir disfrutando de su sangre, podría seguir sintiéndose tentando ante ella ¿perdería el interés cuando su sangre supiera como cualquier otra? No sabia y no estaba seguro de querer averiguarlo. Bajo sus manos hasta su entrepierna buscando los cabellos del vampiro, acariciándole con suavidad sin abrir los parpados porque creía que de hacerlo el gozo no se limitaría al tacto sino que se veria privado por lo que veía y lo que veía en aquellos instantes no era comparable con lo que sentía.

“¿y si mueres virgen?” se cuestiono a si mismo ¿No habia dicho Soren que uno residía toda la eternidad como habia muerto? Porque de pronto el vampirismo le resulto cercano ¿seria virgen ante cada despertar aun si el dia anterior lo habia perdido? Debia suponer que al volverse vampiro la sangre cambiaba, quizas la de un vampiro que en su humanidad habia sido virgen no fuese igual a quien no lo era ya, era difícil cuestionarse sobre un tema del cual no sabia mucho mas de lo que Soren le habia descrito aunque, debía plantear cada posibilidad o quizas ambos terminarían perdiendo.

Debia hacerle a Soren todas aquellas cuestiones aunque no por decidir un contrario a lo que anhelaba le impediría beber ahora de el, le cuestionaría después de aquello. La cercanía a su entrepierna si una caricia a la misma no podia sino calentar su aliento, se mordió el labio inferior haciéndolo desaparecer por completo dentro de su boca.

Los gemidos y susurros de Anuar hacían cada vez más difícil mantener el autocontrol. Soren intentó concentrarse en sólo en lo que vendría a continuación.

Oh dios, la arteria femoral... la sangre fluye mejor desde allí, el torrente sanguíneo es mucho más fuerte.

Cerró los ojos y enterró los colmillos cerca de la ingle, aferrándose con su mano izquierda al muslo y con la otra a la intimidad de Anuar. El efecto fue inmediato, la sangre brotó de la arteria con tanta fuerza que el vampiro lo sintió como un golpe físico, como si le hubiesen noqueado de un golpe y lanzado lejos hacía las estrellas. Arrugó la nariz y el entrecejo en un gesto que quizás, en otro momento habría parecido amenazador, pero que en ese contexto resultaba simplemente salvaje. Las uñas se undieron en el muslo de Anuar y su otra mano se cerró con fuerza, aprisionando el miembro del humano en un sólo movimiento brusco.

¿Era así como se sentía aspirar cocaína? O quizás algo mucho más fuerte y mejor, inyectarse heroína directo en las venas. Nadie podría nunca juzgar a una pobre alma adicta a los narcoticos, por que en ese momento Soren hubiese podido cambiar absolutamente todo sólo por el placer de beber. Olvidó que debía hacer alguna otra cosa con las manos, pues su mente se desconecto del mundo, conforme la sangre se vertía por su garganta deliciosamente y lo enviaba al paraiso.

Entonces en ese estado de semiinconsciencia que sólo el éxtasis podía provocar, el recuerdo de Anuar lo hizo volver a la realidad. Anuar, la razón por la cual estaba allí. Anuar a quien deseaba más que a la misma sangre.

Retiró sus labios lentamente, obligándose así mismo a componerse, a mostrarse controlado y satisfecho, pero era imposible, la expresión en su rostro dejaba en evidencia lo que había sentido. Se relamió los labios con una sonrisa. Y se apresuró a presionar las diminutas heridas causadas por los colmillos en el muslo del humano con un pañuelo, el mismo que había usado antes para atarlo.

- Es la mejor parte para beber – Logró decir al fin, sus pupilas dilatadas como las de un gato en la oscuridad - ¿Estás bien – Agregó y volvió a subir hasta encontrarse con sus labios, le besó apasionadamente por unos segundos para luego separar los labios suavemente – Gracias – Murmuró.

Grito, en un grito que se mezclaba perfectamente con el dolor y el anhelo, su cuerpo tembló incontrolablemente ante su agarre y el éxtasis le dejo mudo y ciego por unos segundos en que la vida pareció abandonarlo, sentía como la sangre se agolpaba en la boca del vampiro, sentía como la sangre le abandonaba rápidamente en una vertiginosa carrera por dejarle vacio, apretó con fiereza los cabellos de trigo maduro que rozaban su pierna dándole un tacto placentero, tiro con suavidad de ellos jadeando, en un jadeo que se adherido a cada objeto de la habitación y vibro por todo su cuerpo hasta dejarle inmóvil.

Reprimió un segundo grito esta vez lleno de dolor que pareció congelarse en su pecho, sus uñas encarnadas en su piel no era la sensación mas placentera mas tampoco en la que caía su atención, porque la forma en que censuraba sus labios le extasiaba. Curveo la espalda inspirando fuerte el aroma de la habitación y por un segundo le pareció desfallecer, una blancura despampanante inundo su mirada al tiempo que su cuerpo recibía una última descarga eléctrica que le dejo en el limbo, entre el infierno y el paraíso.

Se olvido de respirar y moverse, se olvido del lugar donde estaba ¿le habia matado acaso el placer? Porque todo le pareció superfluo ahora, la livianes con que sentía su cuerpo la atribuía solo a estar muerto, porque su alma no llevaba ahora el peso de su cuerpo, se extasió de aquella sensación de plenitud y aun con la distante voz del vampiro no logro abrir los ojos en primera instancia ni devolver el aire a sus pulmones, porque cada acción le resultaba lejana como si su mismo cuerpo hubiese dejado de reaccionar a sus deseos.

-aja- susurro con las mejillas tiñéndose al instante y su pecho inflándose como si hubiese regresado de alguna efímera muerte -¿Por qué me agradeces?- le cuestiono en voz baja con una torpe sonrisa crispando y deformando sus labios, en un gesto que solo podia reflejar la felicidad que se alzaba ahora en su pecho, quizas Soren pudiese escuchar el fuerte tamboriteo con que este golpeteaba en su interior, le observaba con los ojos que nadie mas conocía porque como el lenguaje de los amantes aquellas miradas habían sido creadas también para ellos.