AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Recuerdo del primer mensaje :
Risas en el salón y un cumulo de damas que bebían vino mientras se les ultimaban los detalles de sus frondosos vestidos, pasos presurosos de sirvientes que iban y venían con ramilletes de rosas, cintas de colores y charolas de plata, órdenes dadas aquí y allá. Podía percibirse el estrés y deleite adornando los rostros que pronto serian cubiertos. La euforia de las festividades había embrujado a todo el palacio y no había ni un alma que no se estuviera preparando para la gran celebración de esta noche, la mascarada. La primera realizada en el año por parte de la familia real.
Disipando tiempo, esfuerzo y dinero se había logrado organizar todo un espectáculo que se esperaba lograra cautivar al elitista y caprichoso ojo de la nobleza. Y tal espectáculo comenzaba una vez cruzaras la arreglada entrada. Todas las puertas se habían sellado, excluyendo solamente una de las entradas que daba por las hectáreas laterales del territorio real, donde esperaba una corte de soldados gallardos. Una vez que inspeccionaban las invitaciones, invitaban a la carrozas a adentrarse por un elegante camino recientemente confeccionando de antorchas posicionadas en arreglos de listones y rosas blancas, hasta llegar a los tan conocidos jardines principales.
Nuevos dioses de mármol se alzaban junto con los viejos en ese paraíso, cual pintoresco retrato. Todas las fuentes habían sido puestas a trabajar a la vez realzando el poderío de los dioses griegos, de los canteros de flores, setos y arboles estilizados al más puro estilo Francés: con una colocación estrategia de cada planta o figura en una excelente simetría para alcanzar la magnificencia. El estanque de Apolo, Neptuno y Latona parecían palacios de plata mientras el espectáculo de las grandes aguas recreaba sus juegos de lluvia y luz bajo la palidez de la luna. Una música melancólica podía escucharse a través de la arboleada, como si viniera adherida al viento. A lo lejos, el gran canal estaba en quietud, pese a que hubiera decenas de góndolas venecianas con sus respectivos pacientes gondoleros a la orilla del rio. Todos ellos parecían otra figura de jaspe más, portando atuendos blancos y antifaces plateados. Tal pareciere una personificación de un Olimpo durmiente.
Sin embargo, a medida que se acercaban las carrozas hacia el palacio el derredor comenzaba a tomar vida. La fachada principal se alzaba poderosa llena de luces, sus puertas estaban abiertas de par en par, dejando que la embriaguez del interior se deslizara a través de ella rumbo al exterior. Seis caballeros con sus inmaculados uniformes de soldado y a juego un antifaz residían sobre las escalinatas, en las puertas cuatro bellas doncellas con vestidos de ninfa y rostros nuevamente escondidos, les entregan a las damiselas una rosa blanca. Un festival de colores se confundía con el devenir de las personas desde la recepción hasta el salón de la guerra, lugar donde una orquesta medianamente reducida estaba acomodada en una de las esquinas del susodicho recinto, haciendo vibrar sus instrumentos en erizado candor. El caos producido por la música, la charla y las risas en contraste con el movimiento recreaban un aturdimiento sutil, la lozana sensación de estar enamorado.
La galería continúa al baile, la entrañable galería de los espejos había sido disfrazada también para esa majestuosa noche, de sus altos techos pendían los candelabros relucientes, así como también un devenir de lazos y más arreglos de rosas. Colocando a los costados, izquierdo y derecho del salón, mesas largas cubiertas por una mantelería de hilo egipcio, sobre ellas yacían un juego de vajilla china que aguardaba a ser usada. Algunas personas ya habían tomado asiento, y mas ninfas paseaban a su alrededor ofreciendo vino y servicio.
Al final de la Galería, cubriendo la entrada del salón de la paz, la mesa que parecía ser la principal por su arreglo y su posición central pese a que contara solo con el cupo de 4 personas, permanecía vacía. Ningún Fontaine había aparecido todavía.
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Risas en el salón y un cumulo de damas que bebían vino mientras se les ultimaban los detalles de sus frondosos vestidos, pasos presurosos de sirvientes que iban y venían con ramilletes de rosas, cintas de colores y charolas de plata, órdenes dadas aquí y allá. Podía percibirse el estrés y deleite adornando los rostros que pronto serian cubiertos. La euforia de las festividades había embrujado a todo el palacio y no había ni un alma que no se estuviera preparando para la gran celebración de esta noche, la mascarada. La primera realizada en el año por parte de la familia real.
Disipando tiempo, esfuerzo y dinero se había logrado organizar todo un espectáculo que se esperaba lograra cautivar al elitista y caprichoso ojo de la nobleza. Y tal espectáculo comenzaba una vez cruzaras la arreglada entrada. Todas las puertas se habían sellado, excluyendo solamente una de las entradas que daba por las hectáreas laterales del territorio real, donde esperaba una corte de soldados gallardos. Una vez que inspeccionaban las invitaciones, invitaban a la carrozas a adentrarse por un elegante camino recientemente confeccionando de antorchas posicionadas en arreglos de listones y rosas blancas, hasta llegar a los tan conocidos jardines principales.
Nuevos dioses de mármol se alzaban junto con los viejos en ese paraíso, cual pintoresco retrato. Todas las fuentes habían sido puestas a trabajar a la vez realzando el poderío de los dioses griegos, de los canteros de flores, setos y arboles estilizados al más puro estilo Francés: con una colocación estrategia de cada planta o figura en una excelente simetría para alcanzar la magnificencia. El estanque de Apolo, Neptuno y Latona parecían palacios de plata mientras el espectáculo de las grandes aguas recreaba sus juegos de lluvia y luz bajo la palidez de la luna. Una música melancólica podía escucharse a través de la arboleada, como si viniera adherida al viento. A lo lejos, el gran canal estaba en quietud, pese a que hubiera decenas de góndolas venecianas con sus respectivos pacientes gondoleros a la orilla del rio. Todos ellos parecían otra figura de jaspe más, portando atuendos blancos y antifaces plateados. Tal pareciere una personificación de un Olimpo durmiente.
Sin embargo, a medida que se acercaban las carrozas hacia el palacio el derredor comenzaba a tomar vida. La fachada principal se alzaba poderosa llena de luces, sus puertas estaban abiertas de par en par, dejando que la embriaguez del interior se deslizara a través de ella rumbo al exterior. Seis caballeros con sus inmaculados uniformes de soldado y a juego un antifaz residían sobre las escalinatas, en las puertas cuatro bellas doncellas con vestidos de ninfa y rostros nuevamente escondidos, les entregan a las damiselas una rosa blanca. Un festival de colores se confundía con el devenir de las personas desde la recepción hasta el salón de la guerra, lugar donde una orquesta medianamente reducida estaba acomodada en una de las esquinas del susodicho recinto, haciendo vibrar sus instrumentos en erizado candor. El caos producido por la música, la charla y las risas en contraste con el movimiento recreaban un aturdimiento sutil, la lozana sensación de estar enamorado.
La galería continúa al baile, la entrañable galería de los espejos había sido disfrazada también para esa majestuosa noche, de sus altos techos pendían los candelabros relucientes, así como también un devenir de lazos y más arreglos de rosas. Colocando a los costados, izquierdo y derecho del salón, mesas largas cubiertas por una mantelería de hilo egipcio, sobre ellas yacían un juego de vajilla china que aguardaba a ser usada. Algunas personas ya habían tomado asiento, y mas ninfas paseaban a su alrededor ofreciendo vino y servicio.
Al final de la Galería, cubriendo la entrada del salón de la paz, la mesa que parecía ser la principal por su arreglo y su posición central pese a que contara solo con el cupo de 4 personas, permanecía vacía. Ningún Fontaine había aparecido todavía.
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- No post Biblicos. Tratese de recrear una narrativa fluida y breve para la comodidad de todos aquellos que roleen en este tema.
- No post consecutivos.
- De abandonar el tema un user, que su personaje también lo haga.
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/12/2010
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Dentro del formidable salón colmado de abundantes riquezas y secretos, la aristocracia y sus acólitos disfrutaban del festejo. El salón de los espejos… lugar donde se habían suscitado los eventos mas importantes de la Nación, era por mucho el recinto más majestuoso de todo el Palacio, no había ningún rincón en el que se escatimara esfuerzo y oro, los diversos arquitectos y artistas que le construyeron se esforzaron por reflejar en el la grandeza del imperio.
Marmóreas paredes entretejidas con grandes ventanales, donde caían espesos cortinajes y pequeños adornos floridos. Podía contemplarse el exquisito glamur regio, centellante entre máscaras de vivos colores. Las tiernas florecillas flotantes que se mecían apenas visiblemente al ritmo ligero de la música desprendían un aroma fragante que bañaba al salón entero. Nada se había dejado para el último momento. La Mascarade era gracias a la dedicación por los detalles que se le habían prodigado. Envuelto entre telas de satín y vivientes relicarios, el monarca era embriagado por la belleza soez y el furor de los aromas humanos. Abélard distinguía meticulosamente a los individuos que destacaban por su estampa sobrenatural entre los ya selectos asistentes.
Su mirada se situó en aquellos que le eran cercanos y que lograban infundir lenguas de fuego en su ahora sepulcro corazón. Géraldine, la que junto con él rompiera tantos protocolos, la perfecta imagen de mujer, de esposa, de madre, una Regina de azul zafiro. Se había mostrado complacida en grado sumo con el regalo que le ofrendaran hacía unos momentos y con una de esas sonrisas que podían dejar sin aliento a cualquier hombre mortal se marchaba deslizándose sobre sus zapatillas que emitían un sonido susurrante, que se apagaba y perdía entre los muchos y diferentes tonos que se entremezclaban en esta melodía nocturna; Dominique, frágil, graciosa, salvaje a pesar de su porte y sagrado linaje, danzaba inocente con el pasado; El príncipe a su lado, su querido hijo en honor al cual se celebraba esta velada etérea.
-Jean… - Empezó con voz grave – Para disfrutar una fiesta en todo su esplendor hay que recorrerla de arriba abajo. Esta noche es para ti, para el reino y no hay más sabiduría que el saber con prudencia cuando ser osado.
Lo que el creía que seria una noche apropiada para los negocios se estaba tornando a una celebración como cualquier otra debido a la ausencia de importantes figuras de la nobleza. “No asistir a una invitación real sin dar aviso” Una falta de respeto al protocolo real, como muchas de las faltas que en los últimos meses habían desfigurado las costumbres. Los turbios presentimientos volvían a manifestarse a la luz de las velas.
Con condescendencia aparente sonrió a los consejeros despachándolos a sus asientos, sus amadas mujeres llegaron a su lado a tomar asiento. Un considerable número de sirvientes con charolas de plata se aglomeraban a los costados de la entrada atentos a la orden real. Abélard sabiendo las atenciones que les debía a sus invitados se puso de pie, sosteniendo firme una copa de la ambrosia del vino. La autoridad de su porte silencio a la música y atrajo la atención de los presentes.
-Pocas noches como esta, nos hemos permitido compartir los unos con los otros – Alzo su voz con firmeza sincera -Es para mi un honor complaceros con esta exquisita velada que mi familia se ha esforzado en preparar. Les invito a continuación a disfrutar de la cena, que sus mascaras les den la libertad de tomar asiento donde gusten sin necesidad de preocuparse por el titulo o la rigidez de la autoridad. Seamos hermanos por una noche.
Marmóreas paredes entretejidas con grandes ventanales, donde caían espesos cortinajes y pequeños adornos floridos. Podía contemplarse el exquisito glamur regio, centellante entre máscaras de vivos colores. Las tiernas florecillas flotantes que se mecían apenas visiblemente al ritmo ligero de la música desprendían un aroma fragante que bañaba al salón entero. Nada se había dejado para el último momento. La Mascarade era gracias a la dedicación por los detalles que se le habían prodigado. Envuelto entre telas de satín y vivientes relicarios, el monarca era embriagado por la belleza soez y el furor de los aromas humanos. Abélard distinguía meticulosamente a los individuos que destacaban por su estampa sobrenatural entre los ya selectos asistentes.
Su mirada se situó en aquellos que le eran cercanos y que lograban infundir lenguas de fuego en su ahora sepulcro corazón. Géraldine, la que junto con él rompiera tantos protocolos, la perfecta imagen de mujer, de esposa, de madre, una Regina de azul zafiro. Se había mostrado complacida en grado sumo con el regalo que le ofrendaran hacía unos momentos y con una de esas sonrisas que podían dejar sin aliento a cualquier hombre mortal se marchaba deslizándose sobre sus zapatillas que emitían un sonido susurrante, que se apagaba y perdía entre los muchos y diferentes tonos que se entremezclaban en esta melodía nocturna; Dominique, frágil, graciosa, salvaje a pesar de su porte y sagrado linaje, danzaba inocente con el pasado; El príncipe a su lado, su querido hijo en honor al cual se celebraba esta velada etérea.
-Jean… - Empezó con voz grave – Para disfrutar una fiesta en todo su esplendor hay que recorrerla de arriba abajo. Esta noche es para ti, para el reino y no hay más sabiduría que el saber con prudencia cuando ser osado.
Lo que el creía que seria una noche apropiada para los negocios se estaba tornando a una celebración como cualquier otra debido a la ausencia de importantes figuras de la nobleza. “No asistir a una invitación real sin dar aviso” Una falta de respeto al protocolo real, como muchas de las faltas que en los últimos meses habían desfigurado las costumbres. Los turbios presentimientos volvían a manifestarse a la luz de las velas.
Con condescendencia aparente sonrió a los consejeros despachándolos a sus asientos, sus amadas mujeres llegaron a su lado a tomar asiento. Un considerable número de sirvientes con charolas de plata se aglomeraban a los costados de la entrada atentos a la orden real. Abélard sabiendo las atenciones que les debía a sus invitados se puso de pie, sosteniendo firme una copa de la ambrosia del vino. La autoridad de su porte silencio a la música y atrajo la atención de los presentes.
-Pocas noches como esta, nos hemos permitido compartir los unos con los otros – Alzo su voz con firmeza sincera -Es para mi un honor complaceros con esta exquisita velada que mi familia se ha esforzado en preparar. Les invito a continuación a disfrutar de la cena, que sus mascaras les den la libertad de tomar asiento donde gusten sin necesidad de preocuparse por el titulo o la rigidez de la autoridad. Seamos hermanos por una noche.
Abélard Fontaine- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 08/05/2011
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Abélard Fontaine escribió:.
-Pocas noches como esta, nos hemos permitido compartir los unos con los otros – Alzo su voz con firmeza sincera -Es para mi un honor complaceros con esta exquisita velada que mi familia se ha esforzado en preparar. Les invito a continuación a disfrutar de la cena, que sus mascaras les den la libertad de tomar asiento donde gusten sin necesidad de preocuparse por el titulo o la rigidez de la autoridad. Seamos hermanos por una noche.
Las palabras de mi amado esposo fueron una melodía para mi corazón pocas palabras habian salido de sus labios en toda la velada con una sonrisa en los labios acerque mi rostro a su oido izquierdo -mi amado rey, estáis disfrutando la velada?
Mi sonrisa no cabía en mi rostro aquellas palabras habían sido para mi la cosa mas bella de la noche, lo que necesitaba para salir del estado meditabundo y melancólico
Géraldine Fontaine2- Realeza Francesa
- Mensajes : 91
Fecha de inscripción : 28/11/2010
Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Sus colmillos se desnudaron y rompió aquél contacto de labios como si el Sol estuviera escociendo su piel antes de que la mujer lograra captar las filosas puntas que reclaman torturar al bastardo que restregaba su cuerpo contra su mujer. Su improvisada acompañante de baile pareció haber leído sus pensamientos o presentido el peligro, ¿A quién diablos le importaba el motivo cuando el resultado era el mismo? Sus ojos, ahora inyectados en sangre le hacían ver todo rojo. La ira martillaba su cráneo que no entendía de razones. ¿Posesivo? ¡Demonios! Hasta esa noche no sabía que la fuerza con la que le golpearía esa maldita sensación fuese tan... monstruosa. Una sonrisa sardónica vapuleó la grácil y suculenta curvatura de los labios que había humedecido su boca. Los modales se habían ido al Infierno a bailar con el Diablo y se llevaba tan bien con el ángel desterrado que le enviaría a ese cabrón en pedazos. Y por “ese” quedaba jodidamente claro que era cualquiera que intentara alejarla de su lado. Le perforó con la mirada... ¿Para qué demostrarle que aquél juego de seducción le estaba provocando una maldita borrachera de celos? Soltó una maldición, aunque más bien lo ladró al escuchar el trayecto que sus palabras emprendían. La voz del Rey zumbó sobre sus oídos, como si tan solo se tratara de una abeja que vuela a su alrededor intentando atraer su atención. Que se jodiera, él no estaba ahí para ejercer su cargo como conde de Inglaterra, por supuesto que no, estaba ahí por ella... Y ella... “Bien. Quieres jugar, juguemos.” Y no, no necesitaba de la humana para emprender ese viaje, lo haría condenadamente solo. Su disculpa hacia la dama con la que había danzado fue rápida. Era mejor para ella no estar a su lado. Su descontrol ya era intenso y desde luego, incierto. Pasó entre la muchedumbre, golpeó el hombro de algunos caballeros sin importar sus quejas. Iba a sentarse a su lado y hacerle reconocer que era en sus brazos donde debía permanecer, que era él el hombre con quien deseaba concluir esa velada, danzando y no precisamente un baile de máscaras... ¿Ególatra? En demasía. ¿Pero no era su Lorraine de la misma forma? ¿En dónde los colocaba eso? – Esto no es un juego de ajedrez, amor mío. ¿Estaba acechando una presa? Porque su posición era exactamente la misma...
Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 19/06/2010
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Esa caricia repentina que le invitaba a hundirse en su mirada azul, más parecido ahora al verde gracias al vestido que ostentaba, era al mismo tiempo un desafío encantador, muy propio de Dominique. Reprimió un estremecimiento ligero cuando el tibio tacto de su suave piel rozó su cuello. Fue en ese momento justo en el que se dio cuenta de algo sobre su relación con ella, pero inmediatamente volvió a enterrarlo en el fondo de su mente y le devolvió la sonrisa, notando el momento en que se rompiera "el hechizo". No hizo nada por retenerla, le costo un poco de trabajo no reírse por la forma en que sonaba su título de Conde en viniendo de Dominique. Era casi como si estuvieran jugando como solían hace algunos años, un juego más peligroso y menos amable, pero un juego al fin y al cabo.
-En absoluto estoy aburrido princesa, todo lo contrario estoy pasando una excelente velada- Hizo una respetuosa reverencia -No sería capaz de irme sin despedirme, alteza- Aseveró con firmeza y la dejó marchar entre los invitados, pudo distinguir que se dirigía a su madre, a la reina Geraldine, que al parecer no estaba muy animada esa noche. Recorrió el salón con la mirada, buscando a Milo que aún estaba bailando con aquella vampireza. Iba a saludar a una de las doncellas que estaba seguro de recordar de alguna otra fiesta en Italia, cuando el rey hizo su anuncio. Escuchó atento. Darcy ya conocía el poder de porte y encanto que tenía Abélard y que ahora siendo vampiro era mucho más marcado. Si no tuviera las cartas tan bien dispuestas pensaría dos veces antes de lanzarse en un plan tan ambicioso. Pero precisamente, el tiempo de pensar dos veces había pasado y se había quedado atrás en cuanto cruzara los límites de Francia.
Tomo asiento, uno desde el que podía ver claramente a su antigua familia disponerse para la cena. Menos mal que no se demoró mucho el bufete, con luna llena le costaba mantener a su mente tranquila con el estómago rugiendole. Observó una vez más a todos los presentes, que no eran muchos si se toma en cuenta que eran unos cuantos miembros de la realeza pertenecientes a los países que tenían alianza o amistad con Francia. Todos ocupaban ahora el lugar que más les acomodaba. No podía esperara a que trajeran los platillos que desde hacía rato podía olfatear detrás de la puerta, aguardando solo la señal para disponer la mesa. Esta estaba siendo una buena noche, sin duda una noche familiar y aun no terminaba.
Henry Birdwhistle- Hechicero/Realeza
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Epoch escribió:- Aqui estoy, a tu lado Folie. Dame tu mano olvidemonos por un instante de todos y pensemos sólo en la musica.
- Amor mio, ven conmigo... quiero presentarte a nuestra benefactora. Mademoiselle Loud. Es ella quien ha instruido al Sastre para que nos confeccionara este vestuario...
Nada. Otra vez, nada. ¿De dónde había salido esta gente llena de intenciones sin revelar? Aquella competencia de falsas sonrisas hacía que mi piel ardiera como si alguien estuviera empujándome a las brasas, mi nombre volvía a aparecer, dolor, más dolor. Cierro los ojos esperando sólo oír una voz, una vez, muchas veces. De mis labios sale el ritmo que otros interpretan, ¿será que conozco aquella música de algún lado? Los recuerdos no llegan a mi pero la melodía sigue apareciendo, podría incluso tomar aquel violín y corregir la nota en que el artista acaba de equivocarse, nadie más lo ha notado, ni siquiera mi oso que parece maravillado en aquel mundo, ¿extrañas la naturaleza? No, siempre está en tus ojos, te sigue aunque no quieres que lo haga. Nos hacemos a un lado y otros interpretan una danza cuyos pasos puedo adivinar antes de que sucedan, ¿cuando me la enseñaste amor? Esa es mi única respuesta, la excusa perfecta para el descubrimiento que acabo de hacer. Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
- ¿Dónde está aquella dama cuyos brazos quiero estrechar? Vamos a agradecer cuanto ha hecho por nosotros, vamos a brindarle sonrisas que no se apaguen, palabras cálidas que llenen los espacios vacíos de su corazón... - quiero quitare la máscara y que ella pueda ver la gratitud en mis ojos, mi cuerpo de a poco comienza a acomodarse a tener estas capas encima, debe ser porque sabemos que son momentáneas. Nada pasa más allá del tiempo en que nuestras miradas se cruzan, sigo sus pasos como lo he hecho cada vez que es su mano la que me guía, es nuestro faro y el mar bajo nuestros pies se hace cada vez más turbulento, ¡cuanto deseo que nuestros pequeños nos acompañen! Espero que alguna vez sus ojos puedan conocer lo que yo he visto hoy, rostros deformes incluso con las máscaras, el aire cargado de un aroma agrio como lo es el de los malos deseos, no debo impregnarme de ellos, cierro mi boca para que no entre hasta mis pulmones, puede llenarlo todo, otra vez, todo.
- ¿Dónde está aquella dama cuyos brazos quiero estrechar? Vamos a agradecer cuanto ha hecho por nosotros, vamos a brindarle sonrisas que no se apaguen, palabras cálidas que llenen los espacios vacíos de su corazón... - quiero quitare la máscara y que ella pueda ver la gratitud en mis ojos, mi cuerpo de a poco comienza a acomodarse a tener estas capas encima, debe ser porque sabemos que son momentáneas. Nada pasa más allá del tiempo en que nuestras miradas se cruzan, sigo sus pasos como lo he hecho cada vez que es su mano la que me guía, es nuestro faro y el mar bajo nuestros pies se hace cada vez más turbulento, ¡cuanto deseo que nuestros pequeños nos acompañen! Espero que alguna vez sus ojos puedan conocer lo que yo he visto hoy, rostros deformes incluso con las máscaras, el aire cargado de un aroma agrio como lo es el de los malos deseos, no debo impregnarme de ellos, cierro mi boca para que no entre hasta mis pulmones, puede llenarlo todo, otra vez, todo.
Payne Manie Folie- Humano Clase Baja
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Charlas, risas e indiferencias había en cualquier dirección que mirase esta noche, como un espiral que se expande hacia el infinito eso era para mi este convencionalismos llamado fiesta pero aun así seguía aquí amarrada al moralismo que era mi persona.-detestable..eso ya lo se!! ..¿como era posible que aun siguiera aquí a pesar que detestaba tanto este tipo de actos?..por idiota..eso también ya lo sabia y me propia consciencia me lo restregaba en la cara así sin mas.
Mientras el rey invitaba a todos a compartir y fraternizar como hermanos a la distancia podía ver como muchas ya se disponían a ubicarse cerca de la mesa principal para congraciarse con la realeza, ¿eran persona o animales de carroña?..si, ya lo sabia ..hoy como nunca andaba lenta mentalmente hablando..es la fiesta, terminaras igual que ellos.....sinceramente eso ultimo no me agradaba en lo mas mínimo, si de algo estaba segura era que quería ser yo misma cuando saliese por la puerta principal así que con calma fui menguando paulatinamente la conversación con algunos individuos que si demostraban algo de conocimiento hasta que me fui alejando del cúmulo de cerdos aristocráticos y llegue hasta una de las amplias ventanas..ahí lejos de todos y todo amparada por grandes cortinas que ocultaban mi presencia me quite la mascara ¿de plano por que me la había puesto?.-nunca mas...-susurre mientras dejaba la copa en el borde del gran ventanal y comenzaba a avanzar con el antifaz sujeto a mi mano y con la otra sujetaba levemente mi vestido para apresurar el paso..
Mientras el rey invitaba a todos a compartir y fraternizar como hermanos a la distancia podía ver como muchas ya se disponían a ubicarse cerca de la mesa principal para congraciarse con la realeza, ¿eran persona o animales de carroña?..si, ya lo sabia ..hoy como nunca andaba lenta mentalmente hablando..es la fiesta, terminaras igual que ellos.....sinceramente eso ultimo no me agradaba en lo mas mínimo, si de algo estaba segura era que quería ser yo misma cuando saliese por la puerta principal así que con calma fui menguando paulatinamente la conversación con algunos individuos que si demostraban algo de conocimiento hasta que me fui alejando del cúmulo de cerdos aristocráticos y llegue hasta una de las amplias ventanas..ahí lejos de todos y todo amparada por grandes cortinas que ocultaban mi presencia me quite la mascara ¿de plano por que me la había puesto?.-nunca mas...-susurre mientras dejaba la copa en el borde del gran ventanal y comenzaba a avanzar con el antifaz sujeto a mi mano y con la otra sujetaba levemente mi vestido para apresurar el paso..
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Vanessa Siegert escribió:Sonrio dulcemente cuando ella le comento su nombre - es un nombre precioso!- fue lo que dijo de inmediato aun sosteniendo su copa mientras que la musica seguia y muchas personas seguian moviendose, era como estar parados en camara lenta sin nada mas que hacer que mirar un monton de muñecas girar - Un placer conocerle, a mi a veces me llaman Van, aunque sea ese un diminutivo masculino- se rio confidentemente - Mi madre, que en paz descanse, hacia una especie de broma acerca de mi fragilidad con un diminutivo fuerte- le menciono.
Tenia compañia, y una muy buena al parecer - Este mundo es asi, como este baile de mascaras- le menciono chocando suavemente su copa con la de ella - Nunca nadie sabe que hay debajo de , y cuando realmente lo descubre , el resultado no es del todo agradable- sonrio de nueva cuenta, recargandose en el ventanal para despues negar - A pesar de todo, no me agrada como se lleva todo esto y hablar con gente cerca, importaria?-ladeo su cara como una niña que hacia una travesura - Parece ser que no somos conocidas y dudo mucho que alguien, con ese nivel de alcohol que la mayoria lleva en la sangre, se acuerde de dos señoritas hablando de 'vanalidades' - le dijo para finalizar.
- Ha venido sola?- pregunto
Escuche la pregunta de la bella dama y le mire dulcemente a la vez que asentia a su pregunta.
-Sí, asi es.-Dije con amabilidad-Recibi la invitación de su majestad Dominique, pero algo me decia que esto iba a ser meramente aburrido y que no pintaba nada aqui...y usted? Vino sola?-Pregunte dirijiendome a Vanessa, que por cierto era un nombre muy hermoso. La miraba con atención pero para cuando me iba a contestar, su majestad el rey comenzo a dar un discurso de bienvenida al que todos los presentes aplaudieron en falsedad y se notaba que a pocos le importaba y solo querian disfrutar de la fiesta. De todas maneras, aplaudi junto con Vanessa a mi lado sonrientes. La cena iba a servirse en cualquier momento, pero se me había quitado el apetito con tanta soledad desde que entre en la sala de baile.
-Disculpeme, pero he de irme, pues mi presencia aqui no es necesaria-Dije en un encogimiento de hombros a la señorita que tenia delante mia. Hice una reverencia y comencé a girarme lentamente hasta que mi mirada se fijó en las parejas de baile, como iban cesando sus movimientos y se dirigían a sentarse para degustar la cena en compañia. Me di toda la prisa que pude y pase desapercibida entre la gente. Me dirigi no a la salida, sino me dirigi al jardin y me refugie en un banco de piedra. Me sente y comence poco a poco a llorar.
La noche se veía demasiado hermosa para estropearlo con mi llanto. Me limpie mis lagrimas pero me negué a entrar de nuevo al palacio. Ya habia hecho demasiado el ridiculo enfrente de toda esta gente y me sentia que no era de este mundo. Sentia que era de un mundo mas facil, mas mágico. Era dificil de explicar.
-Sí, asi es.-Dije con amabilidad-Recibi la invitación de su majestad Dominique, pero algo me decia que esto iba a ser meramente aburrido y que no pintaba nada aqui...y usted? Vino sola?-Pregunte dirijiendome a Vanessa, que por cierto era un nombre muy hermoso. La miraba con atención pero para cuando me iba a contestar, su majestad el rey comenzo a dar un discurso de bienvenida al que todos los presentes aplaudieron en falsedad y se notaba que a pocos le importaba y solo querian disfrutar de la fiesta. De todas maneras, aplaudi junto con Vanessa a mi lado sonrientes. La cena iba a servirse en cualquier momento, pero se me había quitado el apetito con tanta soledad desde que entre en la sala de baile.
-Disculpeme, pero he de irme, pues mi presencia aqui no es necesaria-Dije en un encogimiento de hombros a la señorita que tenia delante mia. Hice una reverencia y comencé a girarme lentamente hasta que mi mirada se fijó en las parejas de baile, como iban cesando sus movimientos y se dirigían a sentarse para degustar la cena en compañia. Me di toda la prisa que pude y pase desapercibida entre la gente. Me dirigi no a la salida, sino me dirigi al jardin y me refugie en un banco de piedra. Me sente y comence poco a poco a llorar.
La noche se veía demasiado hermosa para estropearlo con mi llanto. Me limpie mis lagrimas pero me negué a entrar de nuevo al palacio. Ya habia hecho demasiado el ridiculo enfrente de toda esta gente y me sentia que no era de este mundo. Sentia que era de un mundo mas facil, mas mágico. Era dificil de explicar.
Invitado- Invitado
Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Contemplar la sonrisa en el rostro de mi amada hizo que el blanco marmol del palacio, el brillo de la luna en los enormes espejos y todo el esplendor de la fiesta se opacase por un instante. La música se volvió suave como sus delicados gestos al rodear con los brazos a nuestra amiga y benefactora Calliope. Tan simple gesto me conmovió profundamente pues había sentido a mi pequeña Folie especialmente incomoda, como poseída por una fiebre que soportase sólo por seguir estoicamente junto a mi. - Oh! You were always by my side... -Payne Manie Folie escribió:
- ¿Dónde está aquella dama cuyos brazos quiero estrechar? Vamos a agradecer cuanto ha hecho por nosotros, vamos a brindarle sonrisas que no se apaguen, palabras cálidas que llenen los espacios vacíos de su corazón... -
Habia algo mas que me preocupaba y era el creciente olor de la comida, exquisitos manjares; el aroma de las mas finas grasas animales se eleva desde los pasillos hasta innundar la sala, por sobre los perfumes de las bellas flores y las escencias de los nobles el olor de la carne de Venado se clavó en mi estomago con zaña.
No solo mi apetito despertó; con el una nueva angustia vino a tomar lugar en mi pecho, pues se muy bien que mi amada detesta alimentarse de otro ser vivo - o que alguna vez estuvo vivo - y no se lo que podría provocar en ella el espectáculo de la cena que esta por servirse. Era imperativo apartarnos del lugar, aunque no sabía muy bien con que pretexto conseguiríamos escurrirnos de aquel bullicio.
- ¡La gente que vive en este palacio tiene tanta comida que podrían alimentar a todo un ejército!
comenté tratando de superar el trance que el hambre me hacia pasar ante el creciente olor de los generosos platillos. - Pocas noches como esta, nos hemos permitido compartir los unos con los otros - dijo el Rey alzando su copa. Aunque nos separaba una gran distancia mi olfato percibió entonces la corrupción de la muerte detrás del olor a vino, y supe entonces que el mismo monarca era tambien uno de los Vampiros.
La musica se detuvo y la sala hizo reverente silencio.
-Es para mi un honor complaceros con esta exquisita velada que mi familia se ha esforzado en preparar. Les invito a continuación a disfrutar de la cena, que sus mascaras les den la libertad de tomar asiento donde gusten sin necesidad de preocuparse por el titulo o la rigidez de la autoridad. -
Hice una reverencia, imitando los gestos sutiles que observara de los caballeros de la corte y me despedí de Calli al tiempo que tomaba la mano de mi amada. La princesa Dominique, quien desapareció hacia unos instantes con un Hombre-Lobo volvía ahora al lado de la Reyna, quien sonrió aliviada - como liberada de un pesado fardo que le oscureciera el semblante hasta hacía apenas unos instantes -
Quizás pueda aprovechar la inercia de los nobles que ocupan sus lugares para hacer la graciosa huída.
- Seamos hermanos por una noche.
(*Toma la mano de Folie y murmura en su oído)
- Vamos a esabullirnos a la cocina para tomar algo de la comida que ofrecen esta noche nuestros 'hermanos'. La llevaremos al Orfanato con Maëlle... los niños estarán muy contentos si les llevamos alguno de los exaquisitos pasteles que los cocineros del rey saben preparar... Nadie tiene por que enterarse;. Con tantos manjares deliciosos, seguro ¡no los echarán de menos!
Epoch- Cambiante Clase Baja
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Sonreí al notar como Epoch y su hermosa esposa se acercaban a donde estaba yo, la verdad me empezaba a sentir algo mal en la fiesta, ultimamente no había dormido bien y la cabeza me daba vueltas con la pequeña copa de vino que me había tomado, les dediqué de mis mejores sonrisas mientras les hablaba.-Que bien que les halla gustado mi pequeño regalo, de verdad espero que la pasen increible en la fiesta, creame que es especial este lugar, saludeme y dele un beso en la frente a sus pequeños, son hermosos, felicidades por ellos y espero que no sea solo este el lugar donde nos frecuentemos, me permito invitarme a visitar para conocer a su hermosa familia.-Comentè sonriendo esperando no ser inoportuna e hice una reverencia a ambos disculpandome, caminè por el lugar sin saber bien si irme, me coloqué lejos de todos donde nadie estuviera y quité mi cara sonriente, suspirè pegandome a la pared agradeciendo que el frio de esta aliviara mis pesares.
Invitado- Invitado
Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
- Spoiler:
- [ Le ruego disculpe mi demora. Tenia cosas urgentes que atender.]
Uno podía sentirse intrascendente en medio de la inmensidad y riqueza del salón aglomerado de gente, sin embargo teniendo rodeada la cintura de una mujer como Lorraine Von Fannel, cualquier hombre estaría lejos de sentirse insignificante. Acomodo su brazo para estrecharla con más presión a su persona, guiándola por el salón en un vals de disimuladas intenciones. El teniente mostro una sonrisa permisiva que era correspondida por la de Lorraine, mucho mas hermosa y amplia, aparentemente amable aunque proyectaba una invitación retadora a caer en la profundidad de su mirada.
- ¿Su belleza es un disfraz a algo menos sublime? – Pregunto Milo con premeditada intención, preguntándose cuanto tardaría ella en darse cuenta que su acompañante no era ningún ignorante, pero sin hacer nada que lo demostrara. Despertando en el interior propio cierta curiosidad, noto como Lorraine se abstraía en un pensamiento y luego relamía sus labios encontrado la respuesta. En una caricia fría y peligrosa tomaron el menton de Milo y la caricia que trato de ser gentil más bien se sintió amenazante, inadecuadamente impositora viendo la posición de la dama a fingir ser una mujer inocente. Su sonrisa se torció al sentir el beso de los labios peligrosos y posiblemente adictivos de esa mujer. Bastante atrevida también para el personaje que había decidido tomar. Realmente le daba igual, extendió su mano para sujetar la de ella y atraerla nuevamente a sus labios, acariciando su reverso con los mismos. – Eso seria un enorme honor del que no me creo merecedor, pero si ese es su deseo, dispuesto estoy a concederlo.
Como adivinando la situación el Rey les regalo a los congregados unas palabras amables. Milo tenia que admitir que si algo tenia Abélard era presencia y sabiduría, era una lastima que esos talentos parecieran quedarse únicamente para disfrute de sus aristocráticas compañías, volvió a regalarle unos cuantos aplausos y ofrendo su brazo a Lorraine.
- El rey ha hablado. ¿Tiene apetito, mi bella dama?
- ¿Su belleza es un disfraz a algo menos sublime? – Pregunto Milo con premeditada intención, preguntándose cuanto tardaría ella en darse cuenta que su acompañante no era ningún ignorante, pero sin hacer nada que lo demostrara. Despertando en el interior propio cierta curiosidad, noto como Lorraine se abstraía en un pensamiento y luego relamía sus labios encontrado la respuesta. En una caricia fría y peligrosa tomaron el menton de Milo y la caricia que trato de ser gentil más bien se sintió amenazante, inadecuadamente impositora viendo la posición de la dama a fingir ser una mujer inocente. Su sonrisa se torció al sentir el beso de los labios peligrosos y posiblemente adictivos de esa mujer. Bastante atrevida también para el personaje que había decidido tomar. Realmente le daba igual, extendió su mano para sujetar la de ella y atraerla nuevamente a sus labios, acariciando su reverso con los mismos. – Eso seria un enorme honor del que no me creo merecedor, pero si ese es su deseo, dispuesto estoy a concederlo.
Como adivinando la situación el Rey les regalo a los congregados unas palabras amables. Milo tenia que admitir que si algo tenia Abélard era presencia y sabiduría, era una lastima que esos talentos parecieran quedarse únicamente para disfrute de sus aristocráticas compañías, volvió a regalarle unos cuantos aplausos y ofrendo su brazo a Lorraine.
- El rey ha hablado. ¿Tiene apetito, mi bella dama?
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Existen juegos que, si bien no son mortales, logran herir lo suficiente como para que, quien lo vive desee la muerte antes de terminarlo. Eso mismo se vive en las entrañas de la arpía al creerse indiferente ante lo que Lucern podía o no hacer; lástima, había sido ella quien lanzó los dados. Prestarle atención a dos hombres al mismo tiempo, se le ha vuelto una rutina, con el paso de los años cada maldito ser engendra habilidades de proporciones descomunales y ella desarrolló la multifuncionalidad por instinto, algo meramente común dentro de lo extraordinario. Con esa sonrisa en los labios y, pretendiendo ser algo menos mortífera de lo normal le responde al caballero – Dudo que sublime sea la palabra apropiada, yo utilizaría el término aterrador… - entrecierra los ojos, sin perder de vista a su prometido. “Un ojo al gato y otro al garabato” Lorraine está consciente de la maldita telaraña que ha tejido desde que llegó a la mascarada. Quemarse las manos es un deleite, disfrutar de la adrenalina en el estómago y esas incontrolables ganas por decapitar a alguien, es un orgasmo. Sí, en definitiva debió haber bebido un poco de sangre antes de asistir a tan fúnebre espectáculo.
El acto se tiñe de peligro. Ahora es el propio Van Dyck quien se ofrece, el roce de labios es… La mirada de la fémina arde al igual que las llamas en una hoguera, simplemente dañinas. Un suspiro melancólico se desvanece entre el gran bullicio de la orquesta; un movimiento de cuerpos y la vampiresa se encuentra susurrando al oído del humano una enseñanza más que la vida le ha dado – Un hombre es digno de cualquier mujer Monsieur, sólo hay que saber pronunciar las palabras adecuadas – Se separa lo justo de él para ofrecerle un guiño, acompañado por una sonrisa y la sensualidad que, por naturaleza, destila cual agua de manantial. El rey, con su refinado comportamiento agradece a los invitados su asistencia. Claro, como si la sarta de idiotas, tuviese algo mejor que hacer en lugar de acudir al llamado del rey. Estuvo a punto de dirigirse al comedor escoltada por Van Dyck, pero en ese instante fue interrumpida por el único hombre que le haría perecer en sacrificio. Su sonrisa se extiende a proporciones descomunales al escuchar sus palabras y los gritos desesperados en sus pensamientos. Es algo realmente inevitable el no escuchar lo que pasa por su cabeza cuando lo protesta de esa manera. Su ceja derecha se arquea en lo alto de su frente - ¿Ahora resulta que tengo que ser yo quien te presente ante la aristocracia? – Cuestiona – Eres tú el conde, amor… - Desvía su frívola mirada hasta la humana que Lucern dejó atrás. La fulmina. – Apuesto a que esa – La señala con la barbilla – No tiene ni la más mínima idea de con quien se encontraba ¿bailando? – Baja la mirada y niega un par de veces con su cabeza – Ni mucho menos que se trata de un hombre COM-PRO-ME-TI-DO – Toma la mano del mortal – Ahora si me disculpas, tengo una cena que atender… - Gira sobre sus talones y le da la espalda.
El acto se tiñe de peligro. Ahora es el propio Van Dyck quien se ofrece, el roce de labios es… La mirada de la fémina arde al igual que las llamas en una hoguera, simplemente dañinas. Un suspiro melancólico se desvanece entre el gran bullicio de la orquesta; un movimiento de cuerpos y la vampiresa se encuentra susurrando al oído del humano una enseñanza más que la vida le ha dado – Un hombre es digno de cualquier mujer Monsieur, sólo hay que saber pronunciar las palabras adecuadas – Se separa lo justo de él para ofrecerle un guiño, acompañado por una sonrisa y la sensualidad que, por naturaleza, destila cual agua de manantial. El rey, con su refinado comportamiento agradece a los invitados su asistencia. Claro, como si la sarta de idiotas, tuviese algo mejor que hacer en lugar de acudir al llamado del rey. Estuvo a punto de dirigirse al comedor escoltada por Van Dyck, pero en ese instante fue interrumpida por el único hombre que le haría perecer en sacrificio. Su sonrisa se extiende a proporciones descomunales al escuchar sus palabras y los gritos desesperados en sus pensamientos. Es algo realmente inevitable el no escuchar lo que pasa por su cabeza cuando lo protesta de esa manera. Su ceja derecha se arquea en lo alto de su frente - ¿Ahora resulta que tengo que ser yo quien te presente ante la aristocracia? – Cuestiona – Eres tú el conde, amor… - Desvía su frívola mirada hasta la humana que Lucern dejó atrás. La fulmina. – Apuesto a que esa – La señala con la barbilla – No tiene ni la más mínima idea de con quien se encontraba ¿bailando? – Baja la mirada y niega un par de veces con su cabeza – Ni mucho menos que se trata de un hombre COM-PRO-ME-TI-DO – Toma la mano del mortal – Ahora si me disculpas, tengo una cena que atender… - Gira sobre sus talones y le da la espalda.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Epoch escribió:(*Toma la mano de Folie y murmura en su oído)
- Vamos a escabullirnos a la cocina para tomar algo de la comida que ofrecen esta noche nuestros 'hermanos'. La llevaremos al Orfanato con Maëlle... los niños estarán muy contentos si les llevamos alguno de los exquisitos pasteles que los cocineros del rey saben preparar... Nadie tiene por que enterarse;. Con tantos manjares deliciosos, seguro ¡no los echarán de menos!
Todo minuto, segundo, tiempo junto a mi oso era siempre una eterna aventura, lo es, él es el valiente caballero, el escudero de mi vida, el guardián de lo que he aprendido con el tiempo es lo más valioso que tengo. Epoch tiene dentro de él distintos matices que voy descubriendo como si fuera una de esas muñequitas que esconden una dentro de otra. Una eterna sorpresa. Aquellos que circulan alrededor nuestro no difieren mucho de nosotros, ¿Cuándo se quitarán las máscaras y comenzarán a demostrar sus verdaderas intenciones? Me aferro a la mano de mi amor porque se que aunque él disfrace su rostro seguirá siendo el mismo. Aquella que nos ha ayudado en esta ocasión es sólo una niña a mis ojos, quizás hasta tiene más años que yo pero parece sentirse fuera de lugar incluso con su porte y sus ropas de alta cuna. Ya había escuchado en algún lado que el hábito no hace al monje, del mismo modo que todas aquellas decoraciones puestas sobre mí no me hacían sentir cómoda.
Las imágenes siguen sucediéndose una tras otra pese a que quiero intentar controlarlas, no me obedecen, ni a mí, ni a nosotras, quiero gritar que se detengan, que ya no pueden afectarme, pero los bailes, las canciones, las voces, más voces, todo se hace estridente. Entre todas ellas una propuesta aparece como un salvavidas al que podemos aferrarnos, - Los niños hace mucho no han comido cosas como estas, ¡estarán felices! – camino con él entre la gente siguiendo sus pasos, los olores se van mezclando y hay algunos que no puedo distinguir, mi corazón parece inflarse al ver el perfil de mi oso, ¡cuanta bondad hay en él! ¡Cuánto amor hay en mí para entregarle cada día! – Amor tenemos que decirle que es para los niños del Orfanato, ellos nos ayudarán a llevarlo, podríamos incluso obtener más, tendrán muchos días de ricos manjares, semanas disfrutando de lo que esta noche algunos disfrutarán… -
Deseo ver aquellos rostros, lejos de las máscaras y de este mundo que parece tan lleno, aquellos pequeños que fueron alguna vez como los nuestros, sólo que su futuro ha cambiado, pero nosotros podemos hacer que cambie una vez más.
Las imágenes siguen sucediéndose una tras otra pese a que quiero intentar controlarlas, no me obedecen, ni a mí, ni a nosotras, quiero gritar que se detengan, que ya no pueden afectarme, pero los bailes, las canciones, las voces, más voces, todo se hace estridente. Entre todas ellas una propuesta aparece como un salvavidas al que podemos aferrarnos, - Los niños hace mucho no han comido cosas como estas, ¡estarán felices! – camino con él entre la gente siguiendo sus pasos, los olores se van mezclando y hay algunos que no puedo distinguir, mi corazón parece inflarse al ver el perfil de mi oso, ¡cuanta bondad hay en él! ¡Cuánto amor hay en mí para entregarle cada día! – Amor tenemos que decirle que es para los niños del Orfanato, ellos nos ayudarán a llevarlo, podríamos incluso obtener más, tendrán muchos días de ricos manjares, semanas disfrutando de lo que esta noche algunos disfrutarán… -
Deseo ver aquellos rostros, lejos de las máscaras y de este mundo que parece tan lleno, aquellos pequeños que fueron alguna vez como los nuestros, sólo que su futuro ha cambiado, pero nosotros podemos hacer que cambie una vez más.
Payne Manie Folie- Humano Clase Baja
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Sonrio ligeramente ante las palabras de su padre, ante lo dicho por el hombre a su lado, ese que respetaba y amaba por encima de todo el protocolo y los lazos de sangre, su padre era a sus ojos un ejemplo de hombre y un ejemplo de vida, jamas infiel, siempre recto y sobre todo siepre con una palabra de aliento en los labios, que no por reconfortar dejaba de ser firme y sabia.
Le vio dirigirce a su madre cuando ella y su hermana se hacercaron, tambien una sonrisa se formo en sus labios, aun a pesar del amor que sentia por su nacion, sin duda alguna era un cariño incomparable por el desmedido que inundaba su corazon por su familia, escucho el discurso de su padre con satisfaccion y terminado este se levanto discretamente para acercarce a donde su hermana. Le habia visto alejarce unos momentos, no queria que se le escabullera de nuevo.
- mi princesa bilaras conmigo despues del banquete? estas fiestas no son mi mas grande diversion pero si te tengo en mis brazos el tiempo pasa mas rapido- cierto? si, pero no era el verdadero motivo, la verdad simplemente hera un hermano celoso que queria mantenerla alejada del resto de los caballeros del salon.
Le vio dirigirce a su madre cuando ella y su hermana se hacercaron, tambien una sonrisa se formo en sus labios, aun a pesar del amor que sentia por su nacion, sin duda alguna era un cariño incomparable por el desmedido que inundaba su corazon por su familia, escucho el discurso de su padre con satisfaccion y terminado este se levanto discretamente para acercarce a donde su hermana. Le habia visto alejarce unos momentos, no queria que se le escabullera de nuevo.
- mi princesa bilaras conmigo despues del banquete? estas fiestas no son mi mas grande diversion pero si te tengo en mis brazos el tiempo pasa mas rapido- cierto? si, pero no era el verdadero motivo, la verdad simplemente hera un hermano celoso que queria mantenerla alejada del resto de los caballeros del salon.
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Esa maldita arrogancia que le caracterizaba no se iba a evaporar solo por que estuviera ante la mujer que lo volvía loco. Al menos, no después de las palabras que le escupía al rostro. El humano lo estaba ignorando deliberadamente y aunque la mano de Lucern buscaba cerrarse sobre su maldito cuello para hacer crujir sus huesos, se obligó a “conformarse” tomando con bastante brutalidad una de las copas de la bandeja que llevaba uno de los sirvientes de la familia real. El licor no iba a calmarlo y, en realidad, Lucern no la había tomado con la finalidad de deslizar el transparente líquido a través de su garganta, por supuesto que no, ahora mismo solo podía pensar en la sangre de su prometida calmando a la bestia que estaba despertando. No. Desencajar algunos huesos de la columna vertebral del humano, darles a los perros algunas vísceras, sí, eso le daba una patada a la bestia y le aletargaba. Sus ojos perforaron la espalda de su mujer. ¿En qué jodido mundo, el conde bastardo de Inglaterra se había arrastrado por una mujer? Realmente en ninguno. El gruñido gutural que escapó de su garganta era solo una pequeña muestra del malhumor que se cargaba. – ¿Y romperle el corazón innecesariamente? Su lengua se deslizó sobre sus colmillos. El corazón de Van Dick sí que iba a abandonar su puesto y estrellarse de lleno contra el suelo. – La culpa no es de nadie más que de mi prometida. Su ceja se elevó con arrogancia. – Debería estar conmigo, a donde pertenece. La copa se agrietó ante la fuerza con la que le sostenía, solo para encontrar su final en cuanto ella giró y le dio la espalda. Su puño quebró la copa en pequeños filamentos. Antes de que los jadeos llegaran y las hembras chillaran por ver sangre derramándose, atrapó una servilleta. – El Sr... Sea cual sea su nombre... Por supuesto que sabía el nombre del imbécil pero no iba a darle una importancia innecesaria. – No encuentra ningún problema en que me una a ustedes. Su brazo se deslizó sobre su cintura en el momento en que ella intentaba dar un paso lejos. Sí. La terrible posesividad con que le arrastró hasta su cuerpo, obligó a que el bastardo que tenía por acompañante le soltase. No era una pregunta ni mucho menos una petición para unirse a ellos, solo un hecho exclamado que sería llevado a cabo. – Sirve que sigue instruyendo a este hombre inexperto sobre su... comportamiento. Hizo una pausa para gruñirle al oído. - Mi prometida le estará eternamente agradecida. Aquello no era más que un juego de palabras. Lucern no sería el único que NO disfrutaría de esa jodida velada.
Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Con cada paso que daba al lado de mi madre mas fácil me era colocarme la mascara de vanidad y deleite que me acompañaba casi siempre. Ver a Darcy me había causado una ligera conmoción que apenas y pude disimular entre el antifaz y el sarcasmo. Asentí apenas a las palabras de mi madre y la escolte hasta que tomara su puesto al lado de Abélard, quien rumiaba unos secretos comentarios al oído de Jean y este sonreía complacido. ¿Que secretos se guardaban ahora el soberano y el delfín? Con ligera elegancia le sonreí a mis padres, deslizándome hacia el extremo opuesto de la mesa y deteniéndome unos momentos para girarme al rey y escuchar su muy tierno discurso. Arquee la ceja mientras me cruzaba de brazos, siempre había sabido lo nobles y encantadores que podían ser mis padres pero nunca había aprobado esa conducta tan suya de verlos a todos como sus iguales. En todo ese salón eran contadas con los dedos de mi mano las personas dignas de nuestro trato... ¿Porque tendría que verlas como mis "hermanos"?
Como guiado por mis pensamientos fue mi mismo hermano quien se adelanto hasta mi con ese mismo talante de príncipe encantador. A mi no me engañaba, por mas radiante que fuera su sonrisa sabia que no le había agradado mucho que me adelantara a bailar primero con alguien mas que no fuera el y también sabia que esa clase de eventos no le satisfacían demasiado, prefería pasar horas trabajando, estudiando y todas esas necedades responsables. Le dedique una sonrisa y tome su brazo, acercándome del todo mientras los criados iban por todo el salón sirviendo la cena, podía ver sobre las charolas de plata los exquisitos platillos hecho de carne de venado, salsas madres, ensaladas y demás aperitivos que su sola visión invitaban a la gula.
--- Ni siquiera necesitas pedírmelo, Jean... sabes que a mi también me encantara ser tu compañera de baile --- Susurre a su oído, mirando de reojo el salón que comenzaba a vaciarse de los bailarines que buscaban un asiento ---. Trata de divertirte, si? esta sin duda es una fiesta especial... --- Tire del brazo que sostenía para volver a nuestros asiento, dejando a Jean el lugar entre el rey y mi persona---. ¿Te gusto tu regalo del Conde de Montecristo? --- Pregunte, evaluando su mirada para ver si lo habia podido reconocer.
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Le agrado que su hermanita le complaciera en aquella cuestión y se sentó gustoso a su lado, en verdad aquellos eventos no eran de su deleite pero lo recompensaba el estar junto a su familia, especialmente junto a su hermana, su padre y su padre eran encantadores los amaba y respetaba pero la gran mayoría del tiempo tenían mas ojos para contemplarse entre ellos que para dirigirlos a alguno de los dos. El sin embargo había volcado todo su instinto protector sobre su hermana. Era ya una joven extremadamente hermosa y le volvía loco pensar que “lobos” podrían acecharla.
Aunque hablando de estos, el comentario de la joven le hizo mermar un poco la sonrisa. Le estaba probando su hermana acaso? Bien la había visto ir con el “conde” algo mas alejados de los demás. Si alguna duda le quedaba de aquel aire familiar que le había dado la conducta de su princesa le había disipado por completo.
No recordaba ya bien cuales habían sido las circunstancias de aquel destierro pero aunque su cariño por su familia en general era grande, los excesos de su primo eran preocupantes. Estaba completamente convencido de mantener la boca cerrada de no hacer comentarios ni poner actitud adversa a su presencia en absoluto. Pero no podía evitar que su cuerpo disparara alarmas por doquier nada más se acercaba a su hermana- regalo?- sonrió encantadoramente- sabes que me encanta todo lo que sea un regalo. Que te ah parecido a ti?- pregunto mientras se llevaba casualmente una de las delicadas manos de su hermana a los labios.
El banquete le era ajeno, el aroma de los manjares no tocaba sus nervios y su atención, no discrepaba del mayor tesoro que poseía en aquella sala, su pequeña y hermosa rosa azul.
Aunque hablando de estos, el comentario de la joven le hizo mermar un poco la sonrisa. Le estaba probando su hermana acaso? Bien la había visto ir con el “conde” algo mas alejados de los demás. Si alguna duda le quedaba de aquel aire familiar que le había dado la conducta de su princesa le había disipado por completo.
No recordaba ya bien cuales habían sido las circunstancias de aquel destierro pero aunque su cariño por su familia en general era grande, los excesos de su primo eran preocupantes. Estaba completamente convencido de mantener la boca cerrada de no hacer comentarios ni poner actitud adversa a su presencia en absoluto. Pero no podía evitar que su cuerpo disparara alarmas por doquier nada más se acercaba a su hermana- regalo?- sonrió encantadoramente- sabes que me encanta todo lo que sea un regalo. Que te ah parecido a ti?- pregunto mientras se llevaba casualmente una de las delicadas manos de su hermana a los labios.
El banquete le era ajeno, el aroma de los manjares no tocaba sus nervios y su atención, no discrepaba del mayor tesoro que poseía en aquella sala, su pequeña y hermosa rosa azul.
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
El tiempo discurría ameno mientras avanzaba la velada. La cena servida fue con esmero y servicial dedicación, los comensales admiraban los platillos exhibidos, entre ellos el venado de carne frágil y delicado sabor fungía como principal de aquellos. El vino fluia sin cesar de copa en copa, dando un toque dulce a las elaboradas comidas y animaba a una conversación mas informal haciendo por un momento los rostros de terciopelo y pluma aun lado. Le fue traído el plato a su reina de azul zafiro y así mismo., después de que su hijo respondiera a su petición con una sonrisa y fuese a mezclarse frente a los que aun quedaban de pie para irse a buscar a Dominique. Geraldine, la dulce rosa siempre preocupada por su bienestar y el de su familia antes que ella misma, como toda esposa digna debe serlo. Sonrió tomando entre su mano la de ella.
- Compartir en compañía de mi familia y mi gente siempre es motivo de regocijo, ¿Me concederás un baile después de la cena, querida mía? – A poco llegaron a sentarse Jean, quien ya a su edad tenia todo el porte y carisma propia de un gran príncipe, y su joven flor de loto, a la que no en lejano desposaría con primogénito de reyes para que brillara con la corona soberana y sirviera a Francia con una alianza apropiada - ¿Has encontrado agradable el baile con el Conde, Dominique? – Pregunto dedicándole una mirada a ambos y tomando sus cubiertos – Seria apropiado Jean – Se volvió a este – Que concedieras uno o dos bailes a alguna de las doncellas que han venido a la celebración hecha en honor tuyo antes de que termine la noche. – Le preocupaba que el Delfín lo pospusiera demasiado, Abelard tenia planeado llevarlo a fiestas y reuniones donde pudiera encontrar esposa que tomara el puesto de reina a futuro, el no podía reinar por siempre a pesar de su nueva condición se lo hubiera permitido. Seria apuntado por el dedo de Dios como un demonio y su familia no contaría más con la bendición de la iglesia. Tendría que retirarse a las sombras antes de que estos funestos presagios tomaran forma. Así preparando todo poco a poco al retiro, para volver cuando alguno de sus descendientes necesitara su guía o consejo. Hasta entonces había que simular en un futuro una entrega de polvo, de las cenizas a la tumba. Pero eso futuro era, por ahora invitaba un banquete que resultaba exquisito a la vista y Abélard cortó un trozo de carne a los labios que no tenía sabor y que probablemente provocaría un dolor de estomago. Un sacrificio a pagar a cambio de mantener la fachada apropiada.
Abélard Fontaine- Vampiro/Realeza
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Y ahí estaba de nuevo la rigidez encantadora del Delfín de Francia!
Solicito tomaba mi mano, con complacencia tomaba asiento en su lugar de príncipe y regalaba las mas encantadoras sonrisas que refulgían de sinceridad y bondad solo comparadas con las de nuestra progenitora. Se desenvolvía con toda la diplomacia y gracia del mundo, sin embargo para aquellos ojos que lo conocían mejor que nadie... estaba claro que para el, ese no era su lugar. Su comodidad y felicidad se encontraban en los campos abiertos, en las enormes bibliotecas colmadas de conocimiento, al lado de sus verdaderos amigos, de sus maestros y no las supuestas relaciones cordiales de la nobleza. Nada de esos eventos le gustaba, pero por mi padre, que lo incitaba a asistir a ellas, por mi madre y por mi que tanto nos gustaban, por su titulo de príncipe que se lo exigía, el iba a hacer su mayor esfuerzo por cumplir con la festividad y tratar de disfrutarla. Era lo suficientemente responsable para ello.
Una sonrisa peligrosa amenazo con aparecer en mis labios pero supe disimularla, el gesto de mi hermano demostraba que si se había dado cuenta quien era el Conde, que le inquietaba su presencia pero que se mostraría a la altura evitando cualquier comentario. Asentí ligeramente y apreté con los dedos de la mano que besaba la suya propia. Sin necesidad de palabras, lo comprendía totalmente.
--- Como dije antes, un digno ejemplar para mi colección. No puedo negar que produjo cierto agrado --- Me encogí de hombros, girándome muy ligeramente hacia el lado de mi hermano, prestando mi atención hacia Abélard que nos miraba con una seriedad amena, pero seriedad al fin... ¿Era ese tono una reprimenda elegante por haberme levantado a bailar sin ninguna clase de permiso? --- Por supuesto, su majestad... ha sido una experiencia interesante, el Conde es un buen bailarín pero no deja de sorprenderme que la gracia de su danza venga a lucirse en salones franceses--- Mis labios se cerraron recreando una muy sutil mueca. El comentario del rey me recordaba el verdadero motivo de ese baile:
El encontrar una candidata para la delfina de Francia
Y aunque sabia que era muy necesario y me recordaba que yo misma apoyaba esa noción, que había preparado el baile en base a ese afán, que podia pasarme horas hablando con Jean de lo importante que era: la sola idea me producía repulsión... Los celos no me dejaban pensar con cordura cuando aparecía la posibilidad de que alguna clase de Princesa viniera a tomar el puesto al lado de Jean, de tener que compartir a mi hermano de alguna manera. Deslice mis manos para rodear el brazo de mi hermano, un gesto inocente pero que nacía de un sentido sutil de pertenencia y lucí una de las sonrisas mas amplias y alegres del repertorio.
--- Y lo harás después de bailar conmigo, ¿Verdad, Jean? Recuerda que lo has prometido
Solicito tomaba mi mano, con complacencia tomaba asiento en su lugar de príncipe y regalaba las mas encantadoras sonrisas que refulgían de sinceridad y bondad solo comparadas con las de nuestra progenitora. Se desenvolvía con toda la diplomacia y gracia del mundo, sin embargo para aquellos ojos que lo conocían mejor que nadie... estaba claro que para el, ese no era su lugar. Su comodidad y felicidad se encontraban en los campos abiertos, en las enormes bibliotecas colmadas de conocimiento, al lado de sus verdaderos amigos, de sus maestros y no las supuestas relaciones cordiales de la nobleza. Nada de esos eventos le gustaba, pero por mi padre, que lo incitaba a asistir a ellas, por mi madre y por mi que tanto nos gustaban, por su titulo de príncipe que se lo exigía, el iba a hacer su mayor esfuerzo por cumplir con la festividad y tratar de disfrutarla. Era lo suficientemente responsable para ello.
Una sonrisa peligrosa amenazo con aparecer en mis labios pero supe disimularla, el gesto de mi hermano demostraba que si se había dado cuenta quien era el Conde, que le inquietaba su presencia pero que se mostraría a la altura evitando cualquier comentario. Asentí ligeramente y apreté con los dedos de la mano que besaba la suya propia. Sin necesidad de palabras, lo comprendía totalmente.
--- Como dije antes, un digno ejemplar para mi colección. No puedo negar que produjo cierto agrado --- Me encogí de hombros, girándome muy ligeramente hacia el lado de mi hermano, prestando mi atención hacia Abélard que nos miraba con una seriedad amena, pero seriedad al fin... ¿Era ese tono una reprimenda elegante por haberme levantado a bailar sin ninguna clase de permiso? --- Por supuesto, su majestad... ha sido una experiencia interesante, el Conde es un buen bailarín pero no deja de sorprenderme que la gracia de su danza venga a lucirse en salones franceses--- Mis labios se cerraron recreando una muy sutil mueca. El comentario del rey me recordaba el verdadero motivo de ese baile:
El encontrar una candidata para la delfina de Francia
Y aunque sabia que era muy necesario y me recordaba que yo misma apoyaba esa noción, que había preparado el baile en base a ese afán, que podia pasarme horas hablando con Jean de lo importante que era: la sola idea me producía repulsión... Los celos no me dejaban pensar con cordura cuando aparecía la posibilidad de que alguna clase de Princesa viniera a tomar el puesto al lado de Jean, de tener que compartir a mi hermano de alguna manera. Deslice mis manos para rodear el brazo de mi hermano, un gesto inocente pero que nacía de un sentido sutil de pertenencia y lucí una de las sonrisas mas amplias y alegres del repertorio.
--- Y lo harás después de bailar conmigo, ¿Verdad, Jean? Recuerda que lo has prometido
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
Sonrió con toda la cortesía de la que fue capaz, y asintió ante lo dicho por su padre y por su hermana.
- lo hare, que clase de príncipe seria si no lo hiciera- aunque lo dijo mas para convencerse a si mismo que a los demás, sabía que tenía que bailar con alguien más, que sería maleducado si no lo hacía pero eso no quitaba que se sintiese incomodo con ello-sabes que eres la única damisela en mi corazón hermanita- le susurro besando su mano antes de que su atención fuese a la comida, comportándose como debía en vez de estar murmurando con su hermana. Los platos parecían exquisitos, dinos de la realeza a la que se les servía pero de repente. Tenía poco apetito... sonrió un poco ante su propio pensamiento; a pesar de su posición siempre había sido una persona de buen comer, las reglas decían que siempre debía dejarse algo en el plato para no demostrar glotonería, cosa que a el siempre le había parecido un desperdicio, cuando era pequeño su rostro demostraba que sentía lastima por lo que se llevaban en el plato, hoy en día podía disimular sus impresiones pero el sentimiento no había desaparecido, aun sentía el deseo de tomar aquel ultimo bocado...
Absorto en sus pensamientos levanto un poco la mirada y su atención se centro en el "conde de monte Cristo" sus ojos lo observaron como intentan reconocerlo, como buscando algo que ya no estaba en el... tal vez buzando lazos que jamás encontraría... se veía sano...se veía fuerte y eso le hacía sentir bien...mas sin embargo intranquilo; le gustaba considerarse una persona de loables sentimientos... pero no era estúpido, su postura hacia ellos no podía ser enteramente pacifica…lo cual...era una lástima.
Las risas de un par de jovencitas, risas sutiles y traviesas lo sacaron de su ensueño, un par de jovencitas estaban mirándolo y sonreían diciendo una que otra cosa… el sonrió y se arrebolo un poco en su asintió dedicándoles un saludo educado antes de decidir centrar su atención en la comida, las mujeres definitivamente podían ser intimidantes en masa.
- lo hare, que clase de príncipe seria si no lo hiciera- aunque lo dijo mas para convencerse a si mismo que a los demás, sabía que tenía que bailar con alguien más, que sería maleducado si no lo hacía pero eso no quitaba que se sintiese incomodo con ello-sabes que eres la única damisela en mi corazón hermanita- le susurro besando su mano antes de que su atención fuese a la comida, comportándose como debía en vez de estar murmurando con su hermana. Los platos parecían exquisitos, dinos de la realeza a la que se les servía pero de repente. Tenía poco apetito... sonrió un poco ante su propio pensamiento; a pesar de su posición siempre había sido una persona de buen comer, las reglas decían que siempre debía dejarse algo en el plato para no demostrar glotonería, cosa que a el siempre le había parecido un desperdicio, cuando era pequeño su rostro demostraba que sentía lastima por lo que se llevaban en el plato, hoy en día podía disimular sus impresiones pero el sentimiento no había desaparecido, aun sentía el deseo de tomar aquel ultimo bocado...
Absorto en sus pensamientos levanto un poco la mirada y su atención se centro en el "conde de monte Cristo" sus ojos lo observaron como intentan reconocerlo, como buscando algo que ya no estaba en el... tal vez buzando lazos que jamás encontraría... se veía sano...se veía fuerte y eso le hacía sentir bien...mas sin embargo intranquilo; le gustaba considerarse una persona de loables sentimientos... pero no era estúpido, su postura hacia ellos no podía ser enteramente pacifica…lo cual...era una lástima.
Las risas de un par de jovencitas, risas sutiles y traviesas lo sacaron de su ensueño, un par de jovencitas estaban mirándolo y sonreían diciendo una que otra cosa… el sonrió y se arrebolo un poco en su asintió dedicándoles un saludo educado antes de decidir centrar su atención en la comida, las mujeres definitivamente podían ser intimidantes en masa.
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Re: Los Placeres de la Isla Encantada [ Priv. Con Invitacion]
- He sido la guía en su baile por bastante tiempo, y hasta este momento solo he sido victima de su gentileza y encanto, señorita Von Fanel – Le respondió el moreno, dejando a la entonación de sus palabras la “sinceridad” de un caballero cualquiera al que osan ponerlo a lado de la seductora vampireza. Para Milo resultaba un juego entretenido fingir demencia, ninguno de los dos íba a conocer el rostro que se ocultaba tras la mascara, aun cuando en algún momento fueran capaces de sacarse el antifaz- Mientras usted me deje ver ese antifaz agradable que le resalta la belleza, solo halagos agradables podre ofrendarle. Ahora si me permite, déjeme ser ese hombre digno del que me habla - Finalizo con intención, dando unos pasos hacia la dirección de la mesa y deteniéndose cuando un encolerizado caballero llego ante ambos.
El teniente los miro con velada curiosidad a ambos, no conocía de verdad a ninguno de los dos pero por las palabras que se dedicaban podía adivinar toda la situación: la encantadora vampireza se reducía al puesto de una mujer respondiéndole a su prometido con protestas elegantes y llenas de celo, incluso lo estaba utilizando a el mismo para provocarle mas iras al hombre, de las que este le provocaba a ella. Milo arqueo la ceja al escuchar las contestaciones del desconocido prometido de Von Fanel, se giro a el y sostuvo la mirada de odio y que seguramente debía intimidarle, pero que no lo hacia. En esa situación lo único que podía provocarle al Teniente era risa. Por los títulos que ostentaba la pareja se suponía que debían tener cierto nivel de educación, mas aun estando en el lugar en el que estaban sin embargo entendía la situación y los celos juveniles que ambos evidenciaban en berrinches medio maquillados. El moreno le sonrio al Conde e inclino el rostro en una reverencia educada, pero nacida de la burla.
- Milo Van Dyck, monseñor. Un placer. - Ofrecio su mano para ser estrechada- Mientras a la señorita Von Fanel no le moleste, no encuentro problema alguno en que nos acompañe - Se encogió de hombros. – Solo que si las lecciones que planea darme son de la clase de bienvenidas que usted da, con todo el respeto que se merece Conde y si me permite decirlo, creo que mas de uno recibirá una lección.
El teniente los miro con velada curiosidad a ambos, no conocía de verdad a ninguno de los dos pero por las palabras que se dedicaban podía adivinar toda la situación: la encantadora vampireza se reducía al puesto de una mujer respondiéndole a su prometido con protestas elegantes y llenas de celo, incluso lo estaba utilizando a el mismo para provocarle mas iras al hombre, de las que este le provocaba a ella. Milo arqueo la ceja al escuchar las contestaciones del desconocido prometido de Von Fanel, se giro a el y sostuvo la mirada de odio y que seguramente debía intimidarle, pero que no lo hacia. En esa situación lo único que podía provocarle al Teniente era risa. Por los títulos que ostentaba la pareja se suponía que debían tener cierto nivel de educación, mas aun estando en el lugar en el que estaban sin embargo entendía la situación y los celos juveniles que ambos evidenciaban en berrinches medio maquillados. El moreno le sonrio al Conde e inclino el rostro en una reverencia educada, pero nacida de la burla.
- Milo Van Dyck, monseñor. Un placer. - Ofrecio su mano para ser estrechada- Mientras a la señorita Von Fanel no le moleste, no encuentro problema alguno en que nos acompañe - Se encogió de hombros. – Solo que si las lecciones que planea darme son de la clase de bienvenidas que usted da, con todo el respeto que se merece Conde y si me permite decirlo, creo que mas de uno recibirá una lección.
Milo Van Dyck- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/02/2011
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