AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
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El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
El parque, una pequeña jungla donde el depredador mas grande devora al mas pequeño. Enarqué una ceja mirando de soslayo como Lobbo jugaba entusiasmado en un arenero con una pala llenándose de arena los zapatos haciendo sobre estos na montaña que luego se sacudía entre risas antes de volver a empezar. A su lado un niño mas grande, le doblaba en tamaño y seguramente también en edad, lanzaba con ese instrumento del mal arena a diestro y siniestro.
Busqué con la mirada al responsable de esa criatura salvaje, no tardé en localizar su olor, el mismo que el crio infernal llevaba en su camiseta.
La mujer hablaba animada con otra madre, ni caso del niño que cada vez se acercaba mas en sus ataques hacia Lobbo.
Ladeé la cabeza escuchando la conversación, al parecer y como no, criticaban a una mujer posiblemente mas guapa, mas joven y que les arrebataba toda la atención, fuere como fuere eso no me interesaba, solo que llamara al orden al pequeño monstruo.
Carraspeé tratando de llamar la atención, algo no muy complicado, era el único puto hombre en un parque plagado de mujeres y mocosos.
Acaparé la atención de muchas, pero por desgracia, la mujer esa estaba demasiado ocupada en otros menesteres.
Lobbo exploto en llanto frotándose los ojos, al parecer el pequeño demonio le había metido arena en esos espasmódicos movimientos que se gastaba con el arma infernal en sus gorditas manos.
Gruñí rabioso, tratando de contener a mi bestia interior.
Por fin la madre lo llamó al orden, algo que no funciono, pues el niño hizo caso omiso, la mujer siguió a los suyo y yo me encendí por dentro.
Me puse en pie, calmo caminé hasta el arenero, allí junto a Lobbo me acuclillé con la mejor de mis sonrisas, revolví el pelo del crio y mis ojos ahora ámbar se clavaron en el gordo del rastrillo que pronto explotó aterrado en llantos.
Eso le enseñaría que aquí yo era el alfa. Ladeé la sonrisa cuando la madre se acercó preocupada por su intenso llanto, ahora si que la muy perra movía su gordo culo para ver a su hijo.
-Debe de haberse metido arena en el ojo, estas armas las carga el demonio -bromeé señalando el rastrillo que aun sujetaba el niño.
Así volví satisfecho a mi banco dejado que Lobbo siguiera jugando en el arenero, el otro niño se había cagado y meado encima, así que la madre decidió llevárselo en el carro asegurando que era ya un niño grande para hacérselo todo encima.
Me estaba convirtiendo en un monstruo, de ser un alfa que guiaba a mi manada a la batalla, me había convertido en un idiota que asustaba niños en el parque, desde luego París me estaba volviendo loco.
Hundí la cara entre mis manos frotando la cara en ellas hasta que mis dedos se hundieron en mi pelo mostrando mi clara desesperación.
-Necesito una niñera -gruñí entre dientes -el parque saca de mi lo peor.
Busqué con la mirada al responsable de esa criatura salvaje, no tardé en localizar su olor, el mismo que el crio infernal llevaba en su camiseta.
La mujer hablaba animada con otra madre, ni caso del niño que cada vez se acercaba mas en sus ataques hacia Lobbo.
Ladeé la cabeza escuchando la conversación, al parecer y como no, criticaban a una mujer posiblemente mas guapa, mas joven y que les arrebataba toda la atención, fuere como fuere eso no me interesaba, solo que llamara al orden al pequeño monstruo.
Carraspeé tratando de llamar la atención, algo no muy complicado, era el único puto hombre en un parque plagado de mujeres y mocosos.
Acaparé la atención de muchas, pero por desgracia, la mujer esa estaba demasiado ocupada en otros menesteres.
Lobbo exploto en llanto frotándose los ojos, al parecer el pequeño demonio le había metido arena en esos espasmódicos movimientos que se gastaba con el arma infernal en sus gorditas manos.
Gruñí rabioso, tratando de contener a mi bestia interior.
Por fin la madre lo llamó al orden, algo que no funciono, pues el niño hizo caso omiso, la mujer siguió a los suyo y yo me encendí por dentro.
Me puse en pie, calmo caminé hasta el arenero, allí junto a Lobbo me acuclillé con la mejor de mis sonrisas, revolví el pelo del crio y mis ojos ahora ámbar se clavaron en el gordo del rastrillo que pronto explotó aterrado en llantos.
Eso le enseñaría que aquí yo era el alfa. Ladeé la sonrisa cuando la madre se acercó preocupada por su intenso llanto, ahora si que la muy perra movía su gordo culo para ver a su hijo.
-Debe de haberse metido arena en el ojo, estas armas las carga el demonio -bromeé señalando el rastrillo que aun sujetaba el niño.
Así volví satisfecho a mi banco dejado que Lobbo siguiera jugando en el arenero, el otro niño se había cagado y meado encima, así que la madre decidió llevárselo en el carro asegurando que era ya un niño grande para hacérselo todo encima.
Me estaba convirtiendo en un monstruo, de ser un alfa que guiaba a mi manada a la batalla, me había convertido en un idiota que asustaba niños en el parque, desde luego París me estaba volviendo loco.
Hundí la cara entre mis manos frotando la cara en ellas hasta que mis dedos se hundieron en mi pelo mostrando mi clara desesperación.
-Necesito una niñera -gruñí entre dientes -el parque saca de mi lo peor.
Última edición por Damon Landvik el Lun Mayo 29, 2017 12:17 pm, editado 1 vez
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
— Si necesita una niñera, yo me puedo quedar con él un ratito, pero no sé lo que dirá mi madre al respecto, siempre dice que soy pequeña para todo, menos cuando me echa la bronca que entonces dice que soy mayor y que ya debería saber las cosas.— Una niña de enormes ojos verdes estaba justo a su lado, con las manos tras la espalda, balanceándose sobre los talones. Miraba al hombre con aquellos dos faroles libres de todo mal, repletos de todo lo que la infancia otorga, pero con un tinte de serenidad impropio de su edad, que era tan sólo siete, casi ocho. Bajo sus ojitos, unos surcos violáceos, unidos a la palidez de su piel y el resuello incesante que salía de sus bronquios, delataban la avanzada enfermedad pulmonar que padecía. Llevaban años luchando contra ella, sufriendo los crudos inviernos, las noches de fiebres altas y los largos días de tos sanguinolenta.
Se encogió de hombros y esbozó una sonrisa de medio lado.— menos mal que no me riñe casi. ¿Puedo ir a jugar con él?.— le pidió permiso al padre antes de ir al arenero y sentarse al lado de Lobbo, haciendo una montañita de arena y colocándole dos ramitas como si fueran brazos.
A los pocos segundos apareció Brianna apurada, con la preocupación surcada en el rostro.
— ¡Elaine! Elaine! que susto me has dado!! me he girado y ya no estabas y...— miró al caballero que estaba en el banco y respiró hondo recomponiendo el aliento.— Lo siento si le ha molestado, ya nos vamos.
La niña levantó los ojos y miró al hombre y después al niño.
— dijo que necesitaba una niñera, yo puedo quedarme un ratito con él, eso sí puedo hacerlo.
— Seguro que tu intención es buena, pero lo más probable es que necesiten a un adulto, porque podría pasar cualquier cosa y...
— si, ya lo sé... soy pequeña.
— exacto. Pero está muy bien que te preocupes por los niños más pequeños que tú.
— ¿no nos podemos quedar un ratito? porfaaaa...— Brianna miró al hombre con cierto apuro pero al no ver redaños de hostilidad hacia ella o Elaine asintió.
— si el caballero accede, sí. Por mi bien, pero tendrás que preguntárselo a él.
— ¿te molesta?...— le dijo al extraño.
— Elaine así no!!.— No la estaba regañando, sólo la corregía con firmeza, una cosa es que fuera en general buena niña y que estuviera enferma, pero eso no era excusa para ser maleducada.
— Perdón...¿le importa que nos quedemos? ¿puedo juegar con su hijo?.— Brianna se llevó la palma de la mano a la frente. Los niños eran increiblemente indiscretos.
— disculpela si ha dicho inconveniente, no es asunto nuestro si son familia o no.— Brianna permanecía de pie, un paso por detrás del banco, no solía hablar con nadie porque no quería que le preguntasen por la niña, por ella, por su vida, por su miseria. Ninguna llevaba buena ropa, iban limpias y en su sencillez había cierta clase, pero esos vestidos habían tenido días de más gloria. La mujer no llevaba joya alguna y su cabello oscuro estaba recogido en una trenza retocida que formaba un moñete bajo, y la niña tenía el cabello suelto y sólo suejtos los mechones de las sienes.
Se encogió de hombros y esbozó una sonrisa de medio lado.— menos mal que no me riñe casi. ¿Puedo ir a jugar con él?.— le pidió permiso al padre antes de ir al arenero y sentarse al lado de Lobbo, haciendo una montañita de arena y colocándole dos ramitas como si fueran brazos.
A los pocos segundos apareció Brianna apurada, con la preocupación surcada en el rostro.
— ¡Elaine! Elaine! que susto me has dado!! me he girado y ya no estabas y...— miró al caballero que estaba en el banco y respiró hondo recomponiendo el aliento.— Lo siento si le ha molestado, ya nos vamos.
La niña levantó los ojos y miró al hombre y después al niño.
— dijo que necesitaba una niñera, yo puedo quedarme un ratito con él, eso sí puedo hacerlo.
— Seguro que tu intención es buena, pero lo más probable es que necesiten a un adulto, porque podría pasar cualquier cosa y...
— si, ya lo sé... soy pequeña.
— exacto. Pero está muy bien que te preocupes por los niños más pequeños que tú.
— ¿no nos podemos quedar un ratito? porfaaaa...— Brianna miró al hombre con cierto apuro pero al no ver redaños de hostilidad hacia ella o Elaine asintió.
— si el caballero accede, sí. Por mi bien, pero tendrás que preguntárselo a él.
— ¿te molesta?...— le dijo al extraño.
— Elaine así no!!.— No la estaba regañando, sólo la corregía con firmeza, una cosa es que fuera en general buena niña y que estuviera enferma, pero eso no era excusa para ser maleducada.
— Perdón...¿le importa que nos quedemos? ¿puedo juegar con su hijo?.— Brianna se llevó la palma de la mano a la frente. Los niños eran increiblemente indiscretos.
— disculpela si ha dicho inconveniente, no es asunto nuestro si son familia o no.— Brianna permanecía de pie, un paso por detrás del banco, no solía hablar con nadie porque no quería que le preguntasen por la niña, por ella, por su vida, por su miseria. Ninguna llevaba buena ropa, iban limpias y en su sencillez había cierta clase, pero esos vestidos habían tenido días de más gloria. La mujer no llevaba joya alguna y su cabello oscuro estaba recogido en una trenza retocida que formaba un moñete bajo, y la niña tenía el cabello suelto y sólo suejtos los mechones de las sienes.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Alcé la mirada encontrando mis lobunos pardos con esas esmeraldas de la pequeña que se proponía como niñera, algo que admito dibujo una sonrisa en mi cara.
-No me vendría nada mal su ayuda señorita, entre usted y yo, creo que el parque saca la bestia que mora en mi interior -apunté guiñándole un ojo con cierta diversión -no te preocupes, ve a jugar, si tu madre te dice algo, la culpa es mía.
No me costó mucho percibe con mis aventajados sentidos que era un cachorro débil, enfermo. Sus ojos grandes mostraban bajo estos unas pesadas ojeras. El sonido de sus bronquios era pesado, le costaba respirar con facilidad y posiblemente el motivo era una crónica enfermedad pulmonar.
Tras ella llegó una mujer con la misma mirada, eran bastante parecidas a decir verdad y el olor de parentesco que despedía no dejo lugar a dudas del parentesco materno filial que ostentaban.
-No se preocupe, no me molestaba, es mas, todo lo contrario, empezaba a desquiciarme este lugar hasta que se ha propuesto a echarme una mano con Lobbo -dije señalando a mi sobrino que jugaba entusiasmado con la pala llevándosela a la boca.
Ladeé la sonrisa mirando a ambas discutir entre ellas, era una conversación graciosa, esa niña tenia un desparpajo impropio de su edad, su inocencia la convertía en una niña viva, lista y divertida.
-Ha sido culpa mía -reconocí estirando la mano para tomar con suavidad su muñeca y pedirle con un gesto tibio que tomara asiento junto a mi en el banco mientras su hija y mi sobrino jugaban con al arena entretenidos.
-Tiene una hija muy agradable ¿señorita...? -pregunté esperando que me dijera como podía dirigirme a ella.
-Donde he dejado mis modales, tomé su mano para depositar un beso en la parte lata de su mano -Mi nombre es Damon Landvik, encantado de conoceros.
Miso jso volvieron al arenero, Lobo escalaba por encima de la niña que reía feliz por como el pequeño trataba de alcanzar los dos faros de sus ojos.
-No es mi hijo, es mi sobrino. Una larga historia Madam y no quería aburrirla con ella. El caso es que ha quedado a mi cuidado y la verdad, como ves, soy un desastre, no se ni cambiar un pañal -reconocí ladeando la sonrisa -de normal de estos menesteres se encarga una de las doncellas de mi mansión, pero ha tenido que viajar de improvisto por un problema familiar y me temo que tendré que encontrar a alguien si pretendo poder dormir alguna noche del tirón -bromeé contemplando sus ojos verdes.
Ambas destilaban elegancia, no por sus ropas, que mas bien eran sencillas, limpias pero para nada reflejaban la ostentosidad de la nobleza.
-Quizás podría traer a su hija algún día a jugar a mi casa, parece que se llevan bien y Lobbo allí esta muy solo.
Parecía un padre intentando ligar con una mujer en el parque. Tiré mi mano al rostro dejando escapar una risa contra la palma.
-Debo parecer un hombre baboso buscando madres en un parque para llevármelas al lecho -rei divertido frente a mis propios pensamientos -no es así, os doy mi palabra de caballero -apunté alzando una mano en señal de juramento -aunque admito que estoy desesperado, tengo mil papeles que resolver sobre la mesa de mi despacho, y no encuentro ni un minuto para sentarme y hacerlo -confesé.
Yo no era de esos hombres que contaba sus problemas y menos a una extraña, pero creo que era la primera vez que una situación me sobrepasaba.
Era capaz de guiar una manada, ir a la guerra, luchar con uñas y dientes por mis tierras y mis gentes, pero un mocoso de un año me había ganado la batalla con una pala.
-No me vendría nada mal su ayuda señorita, entre usted y yo, creo que el parque saca la bestia que mora en mi interior -apunté guiñándole un ojo con cierta diversión -no te preocupes, ve a jugar, si tu madre te dice algo, la culpa es mía.
No me costó mucho percibe con mis aventajados sentidos que era un cachorro débil, enfermo. Sus ojos grandes mostraban bajo estos unas pesadas ojeras. El sonido de sus bronquios era pesado, le costaba respirar con facilidad y posiblemente el motivo era una crónica enfermedad pulmonar.
Tras ella llegó una mujer con la misma mirada, eran bastante parecidas a decir verdad y el olor de parentesco que despedía no dejo lugar a dudas del parentesco materno filial que ostentaban.
-No se preocupe, no me molestaba, es mas, todo lo contrario, empezaba a desquiciarme este lugar hasta que se ha propuesto a echarme una mano con Lobbo -dije señalando a mi sobrino que jugaba entusiasmado con la pala llevándosela a la boca.
Ladeé la sonrisa mirando a ambas discutir entre ellas, era una conversación graciosa, esa niña tenia un desparpajo impropio de su edad, su inocencia la convertía en una niña viva, lista y divertida.
-Ha sido culpa mía -reconocí estirando la mano para tomar con suavidad su muñeca y pedirle con un gesto tibio que tomara asiento junto a mi en el banco mientras su hija y mi sobrino jugaban con al arena entretenidos.
-Tiene una hija muy agradable ¿señorita...? -pregunté esperando que me dijera como podía dirigirme a ella.
-Donde he dejado mis modales, tomé su mano para depositar un beso en la parte lata de su mano -Mi nombre es Damon Landvik, encantado de conoceros.
Miso jso volvieron al arenero, Lobo escalaba por encima de la niña que reía feliz por como el pequeño trataba de alcanzar los dos faros de sus ojos.
-No es mi hijo, es mi sobrino. Una larga historia Madam y no quería aburrirla con ella. El caso es que ha quedado a mi cuidado y la verdad, como ves, soy un desastre, no se ni cambiar un pañal -reconocí ladeando la sonrisa -de normal de estos menesteres se encarga una de las doncellas de mi mansión, pero ha tenido que viajar de improvisto por un problema familiar y me temo que tendré que encontrar a alguien si pretendo poder dormir alguna noche del tirón -bromeé contemplando sus ojos verdes.
Ambas destilaban elegancia, no por sus ropas, que mas bien eran sencillas, limpias pero para nada reflejaban la ostentosidad de la nobleza.
-Quizás podría traer a su hija algún día a jugar a mi casa, parece que se llevan bien y Lobbo allí esta muy solo.
Parecía un padre intentando ligar con una mujer en el parque. Tiré mi mano al rostro dejando escapar una risa contra la palma.
-Debo parecer un hombre baboso buscando madres en un parque para llevármelas al lecho -rei divertido frente a mis propios pensamientos -no es así, os doy mi palabra de caballero -apunté alzando una mano en señal de juramento -aunque admito que estoy desesperado, tengo mil papeles que resolver sobre la mesa de mi despacho, y no encuentro ni un minuto para sentarme y hacerlo -confesé.
Yo no era de esos hombres que contaba sus problemas y menos a una extraña, pero creo que era la primera vez que una situación me sobrepasaba.
Era capaz de guiar una manada, ir a la guerra, luchar con uñas y dientes por mis tierras y mis gentes, pero un mocoso de un año me había ganado la batalla con una pala.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
—Brianna, un placer.— Evitaba dar su apellido, ya que la ruina de su familia había salido hasta en la prensa y no quería que la juzgasen actualmente por errores del pasado cometidos por otras personas.
Se sentó a su lado, pero guardando la distancia prudencial que era de buena educación y manteniendo la espalda rescta, seguía teniendo las costumbres de una sñorita aunque ya no lo fuera, no se había embrutecido como la fregona que ahora era. Dirigió sus ojos hacia los niños que jugaban en el arenero y vio a Elaine dejarse ensuciar para luego limpiarse y hacer lo mismo con el niño, estaba orgullosa de su hija, nunca se quejaba de dolor o fiebre y lamentaba profundamente no poderle dar mejor vida que la que tenían.
— Su sobrino parece un niño encantador, revoltoso, como todos. Si quiere yo le cambio el pañal, no se apure.
Se acercó a ambos y conversó un poco con el niño para ganarse su confianza. Elaine le explicó que era su madre y Lobbo sonrió mostrando la dentadura incompleta, lo cual hizo reir a ambas, y claro está, el niño también estalló en carcajadas al verlas reir. Consiguió que el enano le dejara cambiarle el pañal y limpiarle el culete sin mucho drama y regresó al banco donde estaba el hombre.
— no hay nada más bonito que la risa de un niño ¿no cree?
Cuando Damon le dijo entre risas que parecía un baboso buscando rollo en el parque, Brianna tomó aire y sonrió con una pequeña mueca divertida.
— lo cierto es que sí, pero no se preocupe, me ha quedado claro que usted no necesita venir a un parque para procurarse compañía, salta a la vista su clase. Tiene acento italiano ¿acaso es usted de alli?.— Lo último se lo dijo en perfecto italiano. No sólo lo había estudiado, sino que lo había perfeccionado en la casa de los marqueses de Castelgandolfo que eran florentinos.
Se quedó pensativa un rato, hacía poco que la señorita Aletheia le había confesado que estaba embarazada y cuando el bebé naciese se trasladarían al bosque, eso era algo que a Brianna no le venía muy bien, Elaine no soportaba el polvo y el polen y quizás tendría que buscarse otro empleo, pero cmo aun faltaban meses, tendría tiempo para ello.
— Si necesita una niñera, quizás le pueda ser de ayuda. Verá, estoy trabajando en una casa, pero puedo hacer menos jornada y partirme el día, porque a medio plazo, seguramente mi señora se mude y no sé que pasará. Puede hacerme una prueba, no hay problema, entiendo que escoger al servicio es algo que requiere mucho acierto. De momento no puedo dejar a mi señora, no sería justo, ella siempre me ha tratado bien, y no me gusta ser desleal, pero a donde se muda creo que no puedo llevar a Elaine, sus pulmones no lo resistirían, y seguramente la señorita lo entienda porque es buena mujer.
A pesar de que su tono era cordial, y que cuando había reido con los niños parecía alegre, bajo esa fachada serena cohabitaba una gran tristeza. Efferon le dijo una vez que parecía la chica más triste de la ciudad. Había luchado mucho por sobrevivir, por echar adelante a su madre, sumida en una profunda depresión, y a su hija, nacida en circunstancias personales muy dolorosas. Hacía ya casi nueve años de cuando se quedó embarazada y abandonó la casa del padre, que escogió sus títulos y su dinero frente al amor. Nunca supo que ella esperaba un bebé, y prefería que así fuera, pues era bastarda de un noble. Desde entonces no se había acercado a un hombre, salvo a Efferon, que la hizo soñar en Venecia, a pesar de que sólo se dieron dos besos. No podía permitirse ese lujo, la vida la golpeaba una y otra vez y no podía pensar en ella misma, sólo en salir adelante, en sobrevivir y en luchar contra la enfermedad de Elaine.
Se sentía muy sola, había tenido que ser fuerte a la fuerza, y estaba cansada de tanto pelear, pero seguiría haciéndolo mientras quedase vida en su cuerpo. Tan sólo ver feliz a Elaine le daba una inyección vital. Había rezado por un poco de buena suerte y apareció en su camino la señorita Aletheia, que la trataba muy bien, con respecto, y que apreciaba a Elaine y la ayudaba a hacer deberes y aprender idiomas. Su sueldo les daba para vivir con mucha sencillez, ya que trataba de ahorrarlo todo para pagar médicos y medicinas, que nunca se sabía cuando podía venir una crisis grave.
Se sentó a su lado, pero guardando la distancia prudencial que era de buena educación y manteniendo la espalda rescta, seguía teniendo las costumbres de una sñorita aunque ya no lo fuera, no se había embrutecido como la fregona que ahora era. Dirigió sus ojos hacia los niños que jugaban en el arenero y vio a Elaine dejarse ensuciar para luego limpiarse y hacer lo mismo con el niño, estaba orgullosa de su hija, nunca se quejaba de dolor o fiebre y lamentaba profundamente no poderle dar mejor vida que la que tenían.
— Su sobrino parece un niño encantador, revoltoso, como todos. Si quiere yo le cambio el pañal, no se apure.
Se acercó a ambos y conversó un poco con el niño para ganarse su confianza. Elaine le explicó que era su madre y Lobbo sonrió mostrando la dentadura incompleta, lo cual hizo reir a ambas, y claro está, el niño también estalló en carcajadas al verlas reir. Consiguió que el enano le dejara cambiarle el pañal y limpiarle el culete sin mucho drama y regresó al banco donde estaba el hombre.
— no hay nada más bonito que la risa de un niño ¿no cree?
Cuando Damon le dijo entre risas que parecía un baboso buscando rollo en el parque, Brianna tomó aire y sonrió con una pequeña mueca divertida.
— lo cierto es que sí, pero no se preocupe, me ha quedado claro que usted no necesita venir a un parque para procurarse compañía, salta a la vista su clase. Tiene acento italiano ¿acaso es usted de alli?.— Lo último se lo dijo en perfecto italiano. No sólo lo había estudiado, sino que lo había perfeccionado en la casa de los marqueses de Castelgandolfo que eran florentinos.
Se quedó pensativa un rato, hacía poco que la señorita Aletheia le había confesado que estaba embarazada y cuando el bebé naciese se trasladarían al bosque, eso era algo que a Brianna no le venía muy bien, Elaine no soportaba el polvo y el polen y quizás tendría que buscarse otro empleo, pero cmo aun faltaban meses, tendría tiempo para ello.
— Si necesita una niñera, quizás le pueda ser de ayuda. Verá, estoy trabajando en una casa, pero puedo hacer menos jornada y partirme el día, porque a medio plazo, seguramente mi señora se mude y no sé que pasará. Puede hacerme una prueba, no hay problema, entiendo que escoger al servicio es algo que requiere mucho acierto. De momento no puedo dejar a mi señora, no sería justo, ella siempre me ha tratado bien, y no me gusta ser desleal, pero a donde se muda creo que no puedo llevar a Elaine, sus pulmones no lo resistirían, y seguramente la señorita lo entienda porque es buena mujer.
A pesar de que su tono era cordial, y que cuando había reido con los niños parecía alegre, bajo esa fachada serena cohabitaba una gran tristeza. Efferon le dijo una vez que parecía la chica más triste de la ciudad. Había luchado mucho por sobrevivir, por echar adelante a su madre, sumida en una profunda depresión, y a su hija, nacida en circunstancias personales muy dolorosas. Hacía ya casi nueve años de cuando se quedó embarazada y abandonó la casa del padre, que escogió sus títulos y su dinero frente al amor. Nunca supo que ella esperaba un bebé, y prefería que así fuera, pues era bastarda de un noble. Desde entonces no se había acercado a un hombre, salvo a Efferon, que la hizo soñar en Venecia, a pesar de que sólo se dieron dos besos. No podía permitirse ese lujo, la vida la golpeaba una y otra vez y no podía pensar en ella misma, sólo en salir adelante, en sobrevivir y en luchar contra la enfermedad de Elaine.
Se sentía muy sola, había tenido que ser fuerte a la fuerza, y estaba cansada de tanto pelear, pero seguiría haciéndolo mientras quedase vida en su cuerpo. Tan sólo ver feliz a Elaine le daba una inyección vital. Había rezado por un poco de buena suerte y apareció en su camino la señorita Aletheia, que la trataba muy bien, con respecto, y que apreciaba a Elaine y la ayudaba a hacer deberes y aprender idiomas. Su sueldo les daba para vivir con mucha sencillez, ya que trataba de ahorrarlo todo para pagar médicos y medicinas, que nunca se sabía cuando podía venir una crisis grave.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Negué entre risas cuando dijo que realmente si que lo parecía, supongo que era fácil confundir mi desesperación con la de un muerto de hambre que busca unas piernas en las que colarse.
Pero en perfecto italiano apuntó que no me veía de ese tipo de hombres, que estaba segura que tenia mis medios para lograr tener encuentros con féminas.
-Si, procedo de Italia, llegué aquí hace unos meses, la verdad pensaba que mi estancia seria mas breve, pero desde entonces una serie de catastróficas desgracias me han llevado a permanecer en París y me temo que muy a mi pesar tendré que continuar atado a la ciudad francesa un poco mas.
Habláis un perfecto italiano, me agrada poder hablar con alguien en mi lengua -apunte en este mismo idioma.
La dama parecía sumirse nuevamente en sus pensamientos volviendo a depositar sus faros en el arenero.
No tardó en volver a depositar las lumbres que lucia como mirada en la mía parda, su oferta desde luego me venia muy bien, no solo porque se veía una dama educada, sencilla y con saber estar, si no porque al hablar mi lengua podría hablarle también a Lobbo en italiano, algo que le facilitaría las cosas cuando regresáramos a nuestro hogar.
Vale, y porque estaba desesperado, necesitaba alguien que me diera al menos unas horas de respiro para poder atender los asuntos personales que aguardaban en mi escritorio y ya si una noche podía disfrutar de salir a cenar, a beber y todas esas cosas que hacen los hombres firmaba ahora mismo aunque fuera mi sentencia de muerte.
Asentí con gesto sereno, tenia que pensar bien como hacerlo pues la mayoría de mi servicio había venido conmigo, conocían mi condición de licantropo y los secretos que se escondían tras los muros de mi fortaleza. Por eso me resultaba tan complicado contratar a cualquier persona de París.
No podía poner en peligro a la pequeña joven ni a su madre, tampoco que descubrieran la existencia de seres de la noche ,así que...
-Admito señorita Brianna que necesito ayuda, mireme y mire a nuestro alrededor, como ve no encajo en este lugar, estoy perdido en el cuidado de un niño y vos por el contrario veo que hacéis y habéis hecho un excelente trabajo -dije mirando a la niña que estaba con lobo.
Se notaba que estaba bien educada, que su madre se preocupaba por lela y pese a todo mantenía la viveza que pocas niñas ostentaban.
-El trabajo es suyo si lo quiere, mas debo pedirle cierta confidencialidad con respecto a lo que pueda ver o escuchar entre las puertas de mi hogar.
No tiendo a presentarme como el conde de Italia, mas lo soy y dado que vamos a establecer una relación profesional me veo en el deber de que conozcáis al menos eso de mi.
No os preocupéis en lo que concierne a espacio, haré preparar una casa de invitados que esta en tras los muros de mi mas ion, mas es independiente a esta, entiendo que os sentiréis allí mas cómodos, pues parte de mi ma..(manada) escolta ocupa la casa y no me gustaría que eso pudiera incomodaros a vos o a la pequeña.
Con respecto al dinero, ponga precio y se le pagara sin rechistar, ni negociar -dije guiñándole un ojo -aprovéchese de mi, puedo permitírmelo, créame.
Pero en perfecto italiano apuntó que no me veía de ese tipo de hombres, que estaba segura que tenia mis medios para lograr tener encuentros con féminas.
-Si, procedo de Italia, llegué aquí hace unos meses, la verdad pensaba que mi estancia seria mas breve, pero desde entonces una serie de catastróficas desgracias me han llevado a permanecer en París y me temo que muy a mi pesar tendré que continuar atado a la ciudad francesa un poco mas.
Habláis un perfecto italiano, me agrada poder hablar con alguien en mi lengua -apunte en este mismo idioma.
La dama parecía sumirse nuevamente en sus pensamientos volviendo a depositar sus faros en el arenero.
No tardó en volver a depositar las lumbres que lucia como mirada en la mía parda, su oferta desde luego me venia muy bien, no solo porque se veía una dama educada, sencilla y con saber estar, si no porque al hablar mi lengua podría hablarle también a Lobbo en italiano, algo que le facilitaría las cosas cuando regresáramos a nuestro hogar.
Vale, y porque estaba desesperado, necesitaba alguien que me diera al menos unas horas de respiro para poder atender los asuntos personales que aguardaban en mi escritorio y ya si una noche podía disfrutar de salir a cenar, a beber y todas esas cosas que hacen los hombres firmaba ahora mismo aunque fuera mi sentencia de muerte.
Asentí con gesto sereno, tenia que pensar bien como hacerlo pues la mayoría de mi servicio había venido conmigo, conocían mi condición de licantropo y los secretos que se escondían tras los muros de mi fortaleza. Por eso me resultaba tan complicado contratar a cualquier persona de París.
No podía poner en peligro a la pequeña joven ni a su madre, tampoco que descubrieran la existencia de seres de la noche ,así que...
-Admito señorita Brianna que necesito ayuda, mireme y mire a nuestro alrededor, como ve no encajo en este lugar, estoy perdido en el cuidado de un niño y vos por el contrario veo que hacéis y habéis hecho un excelente trabajo -dije mirando a la niña que estaba con lobo.
Se notaba que estaba bien educada, que su madre se preocupaba por lela y pese a todo mantenía la viveza que pocas niñas ostentaban.
-El trabajo es suyo si lo quiere, mas debo pedirle cierta confidencialidad con respecto a lo que pueda ver o escuchar entre las puertas de mi hogar.
No tiendo a presentarme como el conde de Italia, mas lo soy y dado que vamos a establecer una relación profesional me veo en el deber de que conozcáis al menos eso de mi.
No os preocupéis en lo que concierne a espacio, haré preparar una casa de invitados que esta en tras los muros de mi mas ion, mas es independiente a esta, entiendo que os sentiréis allí mas cómodos, pues parte de mi ma..(manada) escolta ocupa la casa y no me gustaría que eso pudiera incomodaros a vos o a la pequeña.
Con respecto al dinero, ponga precio y se le pagara sin rechistar, ni negociar -dije guiñándole un ojo -aprovéchese de mi, puedo permitírmelo, créame.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La mujer lo escuchó atentamente y asintió suspirando con cierto orgullo cuando le dijo que había hecho un buen trabajo con Elaine, pocas veces alguien le hacía referencia a su papel como madre, padre, tutora, enfermera...básicamente porque no había dejado que nadie entrase en sus vidas, que ya de por si eran bastante complicadas.
— Por la discreción... no se preocupe. A mi no me gusta que me pregunten, así que tampoco pregunto.— cuando le dijo aquello miró hacia la niña, indicándole que era mejor que no le preguntase sobre su padre o sus circunstancias, el por qué la criaba sola.— Trabajé siete años para los marqueses de Castelgandolfo, espero estar a la altura de su casa. Antes de que lo pregunte... no me echaron por nada relacionado con mi rendimiento en el trabajo, fue un asunto personal.
Juntó las manos y esbozó una sonrisa irónica resoplando brevemente.
— Aunque no lo crea, sus compatriotas no pagaban muy bien al servicio, yo no quiero aprovecharme, con un sueldo digno me conformo. La señorita Aletheia me paga cinco francos semanales trabajando hasta después de comer, pero si además usted nos da techo a ambas puede ser menos.
Un sueldo de un operario de fábrica oscilaba entre los cinco y los diez francos a la semana, pero el servicio doméstico tenía el sueldo más bajo de todos. Brianna calculaba que podían vivir con 2 o 3 francos y guardar el resto para posibles emergencias médicas. Tenían la comida y el techo cubiertos pero los medicamentos eran caros. En realidad era un sueldo irrisorio si se tenía en cuenta que hablaba 4 idiomas, sabía de matemáticas, historia y filosofía, era experta en vinos porque su familia se dedicaba a ello, tocaba el piano y estaba educada como cualquier señorita de alta cuna. Pero eso no servía de nada a la hora de fregar suelos y cambiar pañales.
—Hablaré mañana mismo con mi señora, y si esta noche tiene asuntos que atender, si quiere podemos acompañarle y cuidar de Lobbo, de todas formas esta noche la íbamos a pasar en una pensión, aún no hemos encontrado un lugar adecuado para vivir. Por cierto, su nombre es muy original, es...bonito.
— Por la discreción... no se preocupe. A mi no me gusta que me pregunten, así que tampoco pregunto.— cuando le dijo aquello miró hacia la niña, indicándole que era mejor que no le preguntase sobre su padre o sus circunstancias, el por qué la criaba sola.— Trabajé siete años para los marqueses de Castelgandolfo, espero estar a la altura de su casa. Antes de que lo pregunte... no me echaron por nada relacionado con mi rendimiento en el trabajo, fue un asunto personal.
Juntó las manos y esbozó una sonrisa irónica resoplando brevemente.
— Aunque no lo crea, sus compatriotas no pagaban muy bien al servicio, yo no quiero aprovecharme, con un sueldo digno me conformo. La señorita Aletheia me paga cinco francos semanales trabajando hasta después de comer, pero si además usted nos da techo a ambas puede ser menos.
Un sueldo de un operario de fábrica oscilaba entre los cinco y los diez francos a la semana, pero el servicio doméstico tenía el sueldo más bajo de todos. Brianna calculaba que podían vivir con 2 o 3 francos y guardar el resto para posibles emergencias médicas. Tenían la comida y el techo cubiertos pero los medicamentos eran caros. En realidad era un sueldo irrisorio si se tenía en cuenta que hablaba 4 idiomas, sabía de matemáticas, historia y filosofía, era experta en vinos porque su familia se dedicaba a ello, tocaba el piano y estaba educada como cualquier señorita de alta cuna. Pero eso no servía de nada a la hora de fregar suelos y cambiar pañales.
—Hablaré mañana mismo con mi señora, y si esta noche tiene asuntos que atender, si quiere podemos acompañarle y cuidar de Lobbo, de todas formas esta noche la íbamos a pasar en una pensión, aún no hemos encontrado un lugar adecuado para vivir. Por cierto, su nombre es muy original, es...bonito.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Ladeé la sonrisa cuando dijo que el nombre de Lobbo le parecía bonito. Si ella supiera cuanto le pegaría ese nombre al niño algún día.
-Se lo puso su madre por lo que tengo entendido. El viene del norte, es hijo de un hermano por parte de padre.
La historia era alga, demasiado y compleja pero la verdad aparte de ser un hombre parco en palabras para explicar asuntos familiares y ella solo era una desconocida para mi, no tenia intención de aburrirla.
-Si le parece bien la pagaré 8 francos, creo que teniendo en cuenta que tendrá que pernoctar en casa el precio es justo para ambos ¿le parece? Ademas tendrá vivienda y todos los gastos que deriven de esta, como puede ser la comida...
Contemplé de nuevo a los niños jugar divertidos, ahora se habían salido del arenero y Lobbo sacudía la pala apenas manteniéndose en pie como si fuera una espada. Tantas veces lo habría visto en sus miembros de manda, incluso en mi.
-Me vendría bien si esta misma noche se pudieran alojar en mi mansión, a decir verdad tengo mucho papeleo pendiente y seria de gran ayuda que alguien se ocupara de Lobbo. Como único inconveniente, que la casa de invitados no podrá estar preparada hasta mañana, pues a estas horas dudo de tiempo al servicio a adecentarla, si no os importa por una noche dormir dentro de la mansión, en una habitación de invitados...
Esperé atento su respuesta, sus ojos esmeralda resplandecían en un rostro de suaves facciones. Era una mujer joven, bella y educada.
Tendría que avisar a los hombres de mi manada que mantuvieran las manos lejos de ella, a fin de cuentas eramos hombres y llevábamos mucho tiempo lejos de casa.
-Puedo mandar al cochero por lo que necesiten a la otra casa donde sirve.
Suelo madrugar, entreno cada día en el patio de armas, asi que no se preocupe por esperarme para desayunar, lo suelo hacer solo antes de entrenar.
Ladeé la sonrisa contemplándola, parecía abrumada por los acontecimientos, mas estaba seguro que ese trabajo le vendría bien. Yo necesitaba una niñera, así que ambos salíamos ganando.
-Si le parece bien, podemos ponernos en marcha ahora mismo -dije sin dejar de mirarla -Tengo el carruaje esperando una cuadra mas allá.
-Se lo puso su madre por lo que tengo entendido. El viene del norte, es hijo de un hermano por parte de padre.
La historia era alga, demasiado y compleja pero la verdad aparte de ser un hombre parco en palabras para explicar asuntos familiares y ella solo era una desconocida para mi, no tenia intención de aburrirla.
-Si le parece bien la pagaré 8 francos, creo que teniendo en cuenta que tendrá que pernoctar en casa el precio es justo para ambos ¿le parece? Ademas tendrá vivienda y todos los gastos que deriven de esta, como puede ser la comida...
Contemplé de nuevo a los niños jugar divertidos, ahora se habían salido del arenero y Lobbo sacudía la pala apenas manteniéndose en pie como si fuera una espada. Tantas veces lo habría visto en sus miembros de manda, incluso en mi.
-Me vendría bien si esta misma noche se pudieran alojar en mi mansión, a decir verdad tengo mucho papeleo pendiente y seria de gran ayuda que alguien se ocupara de Lobbo. Como único inconveniente, que la casa de invitados no podrá estar preparada hasta mañana, pues a estas horas dudo de tiempo al servicio a adecentarla, si no os importa por una noche dormir dentro de la mansión, en una habitación de invitados...
Esperé atento su respuesta, sus ojos esmeralda resplandecían en un rostro de suaves facciones. Era una mujer joven, bella y educada.
Tendría que avisar a los hombres de mi manada que mantuvieran las manos lejos de ella, a fin de cuentas eramos hombres y llevábamos mucho tiempo lejos de casa.
-Puedo mandar al cochero por lo que necesiten a la otra casa donde sirve.
Suelo madrugar, entreno cada día en el patio de armas, asi que no se preocupe por esperarme para desayunar, lo suelo hacer solo antes de entrenar.
Ladeé la sonrisa contemplándola, parecía abrumada por los acontecimientos, mas estaba seguro que ese trabajo le vendría bien. Yo necesitaba una niñera, así que ambos salíamos ganando.
-Si le parece bien, podemos ponernos en marcha ahora mismo -dije sin dejar de mirarla -Tengo el carruaje esperando una cuadra mas allá.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Asintió a todo y se levantó para avisar a Elaine de lo que iba a suceder en las próximas horas. La niña le preguntó si ya no iban a ver más a la señorita Aletheia, y Brianna le explicó que seguirían yendo a ayudarla hasta que se mudara con los Paine al bosque, pero que si había suerte, podrían vivir en un lugar donde estarían bien.
Cogió en brazos a Lobbo y le sacudió la arena de la ropa y del pelo dándole sendos besos en las mejillas. Con los niños era cariñosa, eran los únicos que podía permitirse el lujo de besar y abrazar sin tener que sufrir después por ello.
La mansión Landvik era enorme, cogió a Elaine de una mano, no quería que se separase de ella y se perdiera. Se sintió abrumada porque ambas desentonaban allí, hasta el servicio iba mejor vestido que ellas, pero bueno, ya había olvidado lo que era la dignidad desde que sus manos tuvieron que ponerse a realizar todo tipo de duros trabajos.
Los criados recibieron a su señor y éste les dio instrucciones para todos. El niño estaba lleno de arena, asi que Brianna lo bañaría y luego le daría la cena, después de eso ya podrían descansar. Las ubicaron en un cuarto de invitados que estaba conectado al del niño, así si lloraba o se despertaba lo podría oir y acudir al rescate. Cumplió con la tarea con la diligencia que la caracterizaba, sin levantar ninguna polvareda, prefería pasar desapercibida. Por fin el niño se durmió y a ellas les subieron algo de cena en una bandeja.
— La casa es mas grande que la de los Castelgandolfo...
— Así es. Por eso tienes que ser buena, y no curiosear. ¿Me lo prometes? Haré todo lo que pueda para que salgas a jugar con Lobbo pero no te vayas por tu cuenta ¿de acuerdo? me moriría si te perdieras por aqui.
— de acuerdo mami.
— ¿estás cansada?
— un poco
— pues vamos a dormir, y mañana veremos como es la mansión.
— ¿tú vivías en una asi?
— no, la nuestra era más pequeña...pero son cosas del pasado. Ya verás que estaremos bien.
Le dio un beso en la frente y la dejó que se acomodara entre los mullidos almohadones. Fue a dar un último vistazo al niño, al que retiró un mechón de pelo mientras lo contemplaba y se preguntaba qué clase de vida tendría, como Elaine, ¿qué les depararía el futuro? lo arropó y se inclinó a darle otro beso en la mejilla. Ese niño ya sólo tenía a su tio, y los niños debían crecer con amor y ser criados con una mano firme. Lo segundo ya lo tenía, pero lo primero dudaba que el conde fuera muy dado a expresarlo.
Cogió en brazos a Lobbo y le sacudió la arena de la ropa y del pelo dándole sendos besos en las mejillas. Con los niños era cariñosa, eran los únicos que podía permitirse el lujo de besar y abrazar sin tener que sufrir después por ello.
La mansión Landvik era enorme, cogió a Elaine de una mano, no quería que se separase de ella y se perdiera. Se sintió abrumada porque ambas desentonaban allí, hasta el servicio iba mejor vestido que ellas, pero bueno, ya había olvidado lo que era la dignidad desde que sus manos tuvieron que ponerse a realizar todo tipo de duros trabajos.
Los criados recibieron a su señor y éste les dio instrucciones para todos. El niño estaba lleno de arena, asi que Brianna lo bañaría y luego le daría la cena, después de eso ya podrían descansar. Las ubicaron en un cuarto de invitados que estaba conectado al del niño, así si lloraba o se despertaba lo podría oir y acudir al rescate. Cumplió con la tarea con la diligencia que la caracterizaba, sin levantar ninguna polvareda, prefería pasar desapercibida. Por fin el niño se durmió y a ellas les subieron algo de cena en una bandeja.
— La casa es mas grande que la de los Castelgandolfo...
— Así es. Por eso tienes que ser buena, y no curiosear. ¿Me lo prometes? Haré todo lo que pueda para que salgas a jugar con Lobbo pero no te vayas por tu cuenta ¿de acuerdo? me moriría si te perdieras por aqui.
— de acuerdo mami.
— ¿estás cansada?
— un poco
— pues vamos a dormir, y mañana veremos como es la mansión.
— ¿tú vivías en una asi?
— no, la nuestra era más pequeña...pero son cosas del pasado. Ya verás que estaremos bien.
Le dio un beso en la frente y la dejó que se acomodara entre los mullidos almohadones. Fue a dar un último vistazo al niño, al que retiró un mechón de pelo mientras lo contemplaba y se preguntaba qué clase de vida tendría, como Elaine, ¿qué les depararía el futuro? lo arropó y se inclinó a darle otro beso en la mejilla. Ese niño ya sólo tenía a su tio, y los niños debían crecer con amor y ser criados con una mano firme. Lo segundo ya lo tenía, pero lo primero dudaba que el conde fuera muy dado a expresarlo.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Brianna era una mujer cariñosa, en el tiempo que llevábamos juntos había besado a Lobbo mas de lo que lo había hecho yo en toda la vida.
Había acertado con esa mujer, posiblemente porque un bebe necesitaba afecto, yo no recuerdo mi infancia plagada de besos, pero claro quizás educar a un niño para convertirse en alfa no es lo mismo.
Madre hizo lo que pudo conmigo, ella era la alfa de la manada, tuvo que ganarse a pulso el respeto de machos y demostrar que yo, el hijo de un alfa de otra manada distinta podría liderar la propia.
Fui convertido con tan solo seis años, fiebres altas, dolor y una trasformación que casi me mató, pero que demostró a todos los lobos que había nacido para liderarlos a todos.
Crecí teniendo que dar el doble que el resto, no tuve tiempo para muchas cosas, entre ellas elegir una buena mujer que compartiera conmigo o al menos aligerara la pesada carga de mis hombros.
La vida tras las fronteras de mi condado no era sencilla. Eramos fieles al rey y su mejor ejercito. No solo había dejado mi sangre correr por el campo de batalla para defender a los míos, si no la corona en innumerables ocasiones.
Mostré a Brianna mi hogar, la pequeña con sus grandes faros miraba a su alrededor un poco abrumada por todo lo que presenciaba.
Revolví su pelo con la mano antes de continuar la marcha, les mostré el gran jardín, la cocina, el salón, mi despacho, la habitación de Lobbo contigua a la de ellas …
-Estaré en el despacho gran parte de la noche -aseguré perdiéndome en sus esmeraldas -cualquier cosa que necesites, pídemela.
Después de cenar en el salón me retiré al despacho, tenia muchos papeles que arreglar, algunas cartas que enviar, y me esperaba por delante una dora noche.
Me serví una opa de boubon haciendo que los peces chocaran entre si mientras repasaba las dos ultimas cartas de mi tío que me narraban con todo detalle la situación que Italia atravesaba en estos momentos.
No se las horas que pasaron ni las copas que vacié, pero el sopor se iba apoderando de mi, no recuerdo como, pero acabé dormido sobre los papeles, llevaba noches sin apenas dormir por el crio y todo empezaba ha hacer mella en mi.
Abrí los ojos cuando la puerta fue golpeada, sacudí ligeramente la cabeza intentando despejarme, aparté la copa aun lado, apenas una tenue luz de velas iluminaba la cámara.
-Adelante
Había acertado con esa mujer, posiblemente porque un bebe necesitaba afecto, yo no recuerdo mi infancia plagada de besos, pero claro quizás educar a un niño para convertirse en alfa no es lo mismo.
Madre hizo lo que pudo conmigo, ella era la alfa de la manada, tuvo que ganarse a pulso el respeto de machos y demostrar que yo, el hijo de un alfa de otra manada distinta podría liderar la propia.
Fui convertido con tan solo seis años, fiebres altas, dolor y una trasformación que casi me mató, pero que demostró a todos los lobos que había nacido para liderarlos a todos.
Crecí teniendo que dar el doble que el resto, no tuve tiempo para muchas cosas, entre ellas elegir una buena mujer que compartiera conmigo o al menos aligerara la pesada carga de mis hombros.
La vida tras las fronteras de mi condado no era sencilla. Eramos fieles al rey y su mejor ejercito. No solo había dejado mi sangre correr por el campo de batalla para defender a los míos, si no la corona en innumerables ocasiones.
Mostré a Brianna mi hogar, la pequeña con sus grandes faros miraba a su alrededor un poco abrumada por todo lo que presenciaba.
Revolví su pelo con la mano antes de continuar la marcha, les mostré el gran jardín, la cocina, el salón, mi despacho, la habitación de Lobbo contigua a la de ellas …
-Estaré en el despacho gran parte de la noche -aseguré perdiéndome en sus esmeraldas -cualquier cosa que necesites, pídemela.
Después de cenar en el salón me retiré al despacho, tenia muchos papeles que arreglar, algunas cartas que enviar, y me esperaba por delante una dora noche.
Me serví una opa de boubon haciendo que los peces chocaran entre si mientras repasaba las dos ultimas cartas de mi tío que me narraban con todo detalle la situación que Italia atravesaba en estos momentos.
No se las horas que pasaron ni las copas que vacié, pero el sopor se iba apoderando de mi, no recuerdo como, pero acabé dormido sobre los papeles, llevaba noches sin apenas dormir por el crio y todo empezaba ha hacer mella en mi.
Abrí los ojos cuando la puerta fue golpeada, sacudí ligeramente la cabeza intentando despejarme, aparté la copa aun lado, apenas una tenue luz de velas iluminaba la cámara.
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Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
El amanecer ya despuntaba en el horizonte y la cabeza de Brianna asomó entre las jambas de las puertas. Ya se había vestido y peinado, con todo el pelo retirado hacia atrás en una cola de caballo retorcida en un moño, así es como la obligaban a ir en las demás casas, y también con el uiniforme.
— Buenos días señor Landvik. ¿Le interrumpo o prefiere que venga en otro momento?.— esperó el permiso para entrar y avanzó hasta la mitad de la estancia. Observó el pequeño desastre que tenía por despacho, parecía que se le había acumulado todo y que necesitaba una buena limpieza.— He pensado que si no le molesta, iré temprano a hablar con mi señora, y si le parece todo bien, estaré de vuelta a la hora de comer. Mildred me dijo que cuidaría de Lobbo hasta que regrese. Sólo tengo que traer dos maletas pequeñas, no es necesario que se moleste, usted tiene asuntos importantes que atender.
Todas sus posesiones cabían en esas dos maletas, y la mitad eran medicinas. Ocho francos estaba muy bien, podría renovarle algun vestido a la niña y quizás alguno suyo también. Tenía esperanzas de que aquel trabajo le durase más y no se metiera en ningun lio indeseado. Nada de mirar a ningun hombre, nada de ser el blanco de celos ni intrigas, y si conseguía alejarse de esas cosas, tendría un trabajo del que disfrutaría, porque le encataba cuidar a niños, al menos hasta que Elaine fuera más mayor y menos dependiente.
La mañana la pasó en esos recados, y la señorita Aletheia la entendió perfectamente y le dijo que hiciera lo que más le conviniese, que si quería marcharse a jornada completa con Damon, que se fuera, ya que ella tenía pensado mudarse pronto al bosque. Brianna le agradeció su comprensión y prometió ir a verla una vez a la semana al menos, y que si la necesitaba que le mandase recado y haría todo lo posible, porque se había portado muy bien con ella y con la niña. Suspiró aliviada al salir y se dirigió con las dos maletas a la mansión Landvik. Por el camino se detuvo a comprarle un vestido a la niña, sencillo, de florecillas azules y ribetes de puntilla en el cuello y puños; y para ella uno de color azul océano, también sencillo y sin más adornos que unos botones en la espalda y unos fruncidos. Sus ropas estaban en un estado poco adecuado para llevarlas en un lugar como aquella mansión, y quería empezar con buen pie.
Al llegar, Lobbo estaba comiendo y tenía a Mildred llena de papilla de arriba a abajo, la mujer estaba ya desesperada. Brianna dejó a un lado las maletas y se afanó a llegar hasta ella.
— no se preocupe, yo lo haré. ¡Hola Lobbo! ¿cómo estás?.— habló al niño en italiano y le dio un par de besos en las mejillas, sin importarle que estuvieran llenas de papilla, es más así pudo probarla e hizo una mueca.— ¿de qué está hecha? sabe muy raro... por favor traigame un poco de leche y galletas, es normal que el niño no se lo coma, debía haber un alimento en mal estado.
— Buenos días señor Landvik. ¿Le interrumpo o prefiere que venga en otro momento?.— esperó el permiso para entrar y avanzó hasta la mitad de la estancia. Observó el pequeño desastre que tenía por despacho, parecía que se le había acumulado todo y que necesitaba una buena limpieza.— He pensado que si no le molesta, iré temprano a hablar con mi señora, y si le parece todo bien, estaré de vuelta a la hora de comer. Mildred me dijo que cuidaría de Lobbo hasta que regrese. Sólo tengo que traer dos maletas pequeñas, no es necesario que se moleste, usted tiene asuntos importantes que atender.
Todas sus posesiones cabían en esas dos maletas, y la mitad eran medicinas. Ocho francos estaba muy bien, podría renovarle algun vestido a la niña y quizás alguno suyo también. Tenía esperanzas de que aquel trabajo le durase más y no se metiera en ningun lio indeseado. Nada de mirar a ningun hombre, nada de ser el blanco de celos ni intrigas, y si conseguía alejarse de esas cosas, tendría un trabajo del que disfrutaría, porque le encataba cuidar a niños, al menos hasta que Elaine fuera más mayor y menos dependiente.
La mañana la pasó en esos recados, y la señorita Aletheia la entendió perfectamente y le dijo que hiciera lo que más le conviniese, que si quería marcharse a jornada completa con Damon, que se fuera, ya que ella tenía pensado mudarse pronto al bosque. Brianna le agradeció su comprensión y prometió ir a verla una vez a la semana al menos, y que si la necesitaba que le mandase recado y haría todo lo posible, porque se había portado muy bien con ella y con la niña. Suspiró aliviada al salir y se dirigió con las dos maletas a la mansión Landvik. Por el camino se detuvo a comprarle un vestido a la niña, sencillo, de florecillas azules y ribetes de puntilla en el cuello y puños; y para ella uno de color azul océano, también sencillo y sin más adornos que unos botones en la espalda y unos fruncidos. Sus ropas estaban en un estado poco adecuado para llevarlas en un lugar como aquella mansión, y quería empezar con buen pie.
Al llegar, Lobbo estaba comiendo y tenía a Mildred llena de papilla de arriba a abajo, la mujer estaba ya desesperada. Brianna dejó a un lado las maletas y se afanó a llegar hasta ella.
— no se preocupe, yo lo haré. ¡Hola Lobbo! ¿cómo estás?.— habló al niño en italiano y le dio un par de besos en las mejillas, sin importarle que estuvieran llenas de papilla, es más así pudo probarla e hizo una mueca.— ¿de qué está hecha? sabe muy raro... por favor traigame un poco de leche y galletas, es normal que el niño no se lo coma, debía haber un alimento en mal estado.
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Brianna irrumpió en mi despacho como una brisa de aire fresco se se llevó el pesado ambiente en el que estaba sumido.
Escuché que quería ir a la casa donde servia para explicar la nueva situación laboral ,así como que se instalaría en mi mansión, apenas decía tener un par de maletas y aunque insistí en enviarla con un cochero que cargara con ellas finalmente decidió que prefería ir sola y yo respeté no solo su intimidad si no su decisión.
Aseguré que a su vuelta la casa de invitados estaría dispuesta, seria lo suficientemente grande para ambas y yo personalmente me comprometía a dar el visto bueno cuando las doncellas acabaran su trabajo.
Así ella salio por la puerta dispuesta a empezar el duro día que tenia por delante y yo fui a desayunar al gran salón, después iría al patio de armas, había que estar en forma, nunca se sabe si la Reina de Italia me llamaría para resguardar sus fronteras y si lo hacia debía de estar listo para liderar a mi manada hacia la guerra.
Pase casi toda la mañana entrenando, bien entrado el medio día, decidí volver a la mansión, tomar un baño y adecentare para la comida.
Antes de subir las amplias escaleras de madera para ir a mi cámara, escuché a Lobbo lloriquear en el salón, así que me acerqué para ver que pasaba.
Allí Brianna que debía acabar de llegar se encargaba de la situación, al parecer uno de los alimentos con los que habían hecho la papilla del crio estaba en mal estado y por eso Lobbo gruñía dispuesto a no tragarlo.
-Discúlpeme por mi aspecto, vengo del patio de armas.
Aseguré cuando la mujer me recorrió con esos faros luminosos de arriba a bajo.
Mi aspecto debía de ser deplorable, embarrado, sudado, con la camisola entreabierta y completamente despenado.
Mildred me conocía desde siempre, me había visto de peores guisas que esa, pero tenia que guardar las formas frente a una dama refinada como era esta.
Yo era conde de Italia, conocía lo que la etiqueta marcaba, el protocolo, pero eso no implicaba que dejara de ser un lobo, iba inscrito en mi adn, y la verdad este aspecto desaliñado y salvaje iba mas conmigo que el traje que lucia demasiado a menudo.
Mildred sonrió al reconocer en mi al lobo que había visto crecer y con un gesto cariñoso en el hombro se alejo de ambos dispuesta a traer galletas y leche para el pequeño.
-Espero que haya logrado hablar con su patrona, yo he pedido como prometí que arreglaran la casa de invitados anexa a la mansión, he sido informado de que todo estaba correcto para poder ser habitada, así que, cuando lo deseé puede mudarse allí con su hija.
Ladeé la sonrisa abriendo ligeramente los brazos para volver a dejarlos caer entre risas.
-Ahora si, voy a adecentarme para comer, parezco un animal salvaje -bromeé guiñándole un ojo -por cierto, había pensado en acudir esta tarde al lago, seguro que los niños se divierten chapoteando en la orilla ¿que me dice señorita Brianna? ¿Me acompaña?
Por el bosque cercano había unas plantas medicinales que recordaba mi madre usaba con uno de los niños que nació débil de una loba de la manada. Recuerdo que tenia problemas respiratorios, paradas y que mi madre usaba la cúrcuma echa polvo, la mezclaba con leche y se la daba al pequeño.
Con siete años fue convertido en licantropo, todo su mal desapareció, pero hasta entonces, se mantuvo con vida gracias a estas plantas.
Seguramente la enfermedad de la niña estuviera mucho mas avanzada, mas si esto podía al menos paliar los dolores de la inflamación...
Escuché que quería ir a la casa donde servia para explicar la nueva situación laboral ,así como que se instalaría en mi mansión, apenas decía tener un par de maletas y aunque insistí en enviarla con un cochero que cargara con ellas finalmente decidió que prefería ir sola y yo respeté no solo su intimidad si no su decisión.
Aseguré que a su vuelta la casa de invitados estaría dispuesta, seria lo suficientemente grande para ambas y yo personalmente me comprometía a dar el visto bueno cuando las doncellas acabaran su trabajo.
Así ella salio por la puerta dispuesta a empezar el duro día que tenia por delante y yo fui a desayunar al gran salón, después iría al patio de armas, había que estar en forma, nunca se sabe si la Reina de Italia me llamaría para resguardar sus fronteras y si lo hacia debía de estar listo para liderar a mi manada hacia la guerra.
- mansión:
Pase casi toda la mañana entrenando, bien entrado el medio día, decidí volver a la mansión, tomar un baño y adecentare para la comida.
Antes de subir las amplias escaleras de madera para ir a mi cámara, escuché a Lobbo lloriquear en el salón, así que me acerqué para ver que pasaba.
Allí Brianna que debía acabar de llegar se encargaba de la situación, al parecer uno de los alimentos con los que habían hecho la papilla del crio estaba en mal estado y por eso Lobbo gruñía dispuesto a no tragarlo.
-Discúlpeme por mi aspecto, vengo del patio de armas.
Aseguré cuando la mujer me recorrió con esos faros luminosos de arriba a bajo.
Mi aspecto debía de ser deplorable, embarrado, sudado, con la camisola entreabierta y completamente despenado.
Mildred me conocía desde siempre, me había visto de peores guisas que esa, pero tenia que guardar las formas frente a una dama refinada como era esta.
Yo era conde de Italia, conocía lo que la etiqueta marcaba, el protocolo, pero eso no implicaba que dejara de ser un lobo, iba inscrito en mi adn, y la verdad este aspecto desaliñado y salvaje iba mas conmigo que el traje que lucia demasiado a menudo.
Mildred sonrió al reconocer en mi al lobo que había visto crecer y con un gesto cariñoso en el hombro se alejo de ambos dispuesta a traer galletas y leche para el pequeño.
-Espero que haya logrado hablar con su patrona, yo he pedido como prometí que arreglaran la casa de invitados anexa a la mansión, he sido informado de que todo estaba correcto para poder ser habitada, así que, cuando lo deseé puede mudarse allí con su hija.
Ladeé la sonrisa abriendo ligeramente los brazos para volver a dejarlos caer entre risas.
-Ahora si, voy a adecentarme para comer, parezco un animal salvaje -bromeé guiñándole un ojo -por cierto, había pensado en acudir esta tarde al lago, seguro que los niños se divierten chapoteando en la orilla ¿que me dice señorita Brianna? ¿Me acompaña?
Por el bosque cercano había unas plantas medicinales que recordaba mi madre usaba con uno de los niños que nació débil de una loba de la manada. Recuerdo que tenia problemas respiratorios, paradas y que mi madre usaba la cúrcuma echa polvo, la mezclaba con leche y se la daba al pequeño.
Con siete años fue convertido en licantropo, todo su mal desapareció, pero hasta entonces, se mantuvo con vida gracias a estas plantas.
Seguramente la enfermedad de la niña estuviera mucho mas avanzada, mas si esto podía al menos paliar los dolores de la inflamación...
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Se fijó en el aspecto desaliñado del señor de la casa y le recordó a todo menos a un conde. Le recordó a ella misma, que había pasado de llevar sedas caras a ser embajadora de los remiendos, pero a pesar del aspecto que no dejaba de ser un mero envoltorio, le resultó cálido el gesto de llevar a su sobrino a pasar la tarde al lago. Le sonrió contenidamente.
— No seré yo quien le diga que no, porque me parece un plan perfecto para los niños. Pero me veo en la obligación de recordarle que tiene muchas tareas pendientes y quizás eso le retrase... lo siento, mi padre siempre me decía que primero el deber y después la devoción.
No podía dejar de ser sensata ni por un momento, porque las únicas veces que no lo había sido su vida se había vuelto un infierno. Lo dejó que se marchase al baño y terminó de darle la comida a Lobbo. El niño se durmió un rato de siesta, tan necesaria para los bebés de esa edad y Brianna aprovechó para llevar las maletas a la casa de invitados e ir en busca de Elaine para enseñarle su vestido nuevo. De camino a esas dependecias se cruzó con un hombre que la miró de arriba a abajo. ¿De qué le sonaba? se afanó en llegar dejándolo atrás porque esa mirada no le había gustado nada.
Alguien llamó a la puerta del cuarto de Damon, era el mayordomo que le anunció una visita no programada, era el barón de La Tour-d'Auvergne, con quien mantenía lucrativos negocios. El hombre ostentaba una incipiente calva castaña para su edad, que no pasaba de los 35, vestía impolutamente y tenía los ojos quizás demasiado juntos para resultar bien parecido.
El mayordomo lo hizo pasar al despacho y le ofreció una copa, era casi la hora de comer y el servicio estaba colocando la mesa. Cuando el conde atravesó la puerta se dirigió a él, a estrecharle la mano.
— ah! querido conde!! disculpe la molestia y la visita a esta horas, quería que conociese de primera mano que la absorción de todos los almacenes de grano por parte de nuestra compañía ha ido perfectamente bien, el negocio marcha viento en popa.— El barón tenía una voz un poco nasal, como si tuviera una trompeta alojada en la nariz. Se acercó a la ventana y vio coo Brianna entraba en las otras dependencias.— no me diga que tiene empleada a esa mujer aquí!! La he visto antes y... no puedo evitar preguntarme...¿no sabe quién es? apuesto a que no.— sonrió socarronamente y de medio lado.— si lo supiera, no la emplearía, su reputación peligra. Si su padre no hubiera sido un traidor a la Corona, ahora sería baronesa de Montreil. Bendigo el día en el que me rechazó como pretendiente, uno nunca sabe que tipo de arpía puede ser su futura esposa ¿verdad?. No hay lugar para traidores y conspiradores en la alta sociedad.
— No seré yo quien le diga que no, porque me parece un plan perfecto para los niños. Pero me veo en la obligación de recordarle que tiene muchas tareas pendientes y quizás eso le retrase... lo siento, mi padre siempre me decía que primero el deber y después la devoción.
No podía dejar de ser sensata ni por un momento, porque las únicas veces que no lo había sido su vida se había vuelto un infierno. Lo dejó que se marchase al baño y terminó de darle la comida a Lobbo. El niño se durmió un rato de siesta, tan necesaria para los bebés de esa edad y Brianna aprovechó para llevar las maletas a la casa de invitados e ir en busca de Elaine para enseñarle su vestido nuevo. De camino a esas dependecias se cruzó con un hombre que la miró de arriba a abajo. ¿De qué le sonaba? se afanó en llegar dejándolo atrás porque esa mirada no le había gustado nada.
Alguien llamó a la puerta del cuarto de Damon, era el mayordomo que le anunció una visita no programada, era el barón de La Tour-d'Auvergne, con quien mantenía lucrativos negocios. El hombre ostentaba una incipiente calva castaña para su edad, que no pasaba de los 35, vestía impolutamente y tenía los ojos quizás demasiado juntos para resultar bien parecido.
El mayordomo lo hizo pasar al despacho y le ofreció una copa, era casi la hora de comer y el servicio estaba colocando la mesa. Cuando el conde atravesó la puerta se dirigió a él, a estrecharle la mano.
— ah! querido conde!! disculpe la molestia y la visita a esta horas, quería que conociese de primera mano que la absorción de todos los almacenes de grano por parte de nuestra compañía ha ido perfectamente bien, el negocio marcha viento en popa.— El barón tenía una voz un poco nasal, como si tuviera una trompeta alojada en la nariz. Se acercó a la ventana y vio coo Brianna entraba en las otras dependencias.— no me diga que tiene empleada a esa mujer aquí!! La he visto antes y... no puedo evitar preguntarme...¿no sabe quién es? apuesto a que no.— sonrió socarronamente y de medio lado.— si lo supiera, no la emplearía, su reputación peligra. Si su padre no hubiera sido un traidor a la Corona, ahora sería baronesa de Montreil. Bendigo el día en el que me rechazó como pretendiente, uno nunca sabe que tipo de arpía puede ser su futura esposa ¿verdad?. No hay lugar para traidores y conspiradores en la alta sociedad.
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Ladeé la sonrisa hundiendo mis pardos en sus esmeraldas, ademas de guapa era responsable, cualquier otra hubiera aceptado un día conmigo en el lago. Mas ella se mantenía distante conmigo, como si temiera que de acercarse demasiado las cosas pudieran torcerse de laguna manera.
Sabia que muchos señores se enredaban con sus criadas, que tenían hijos bastardos por todas partes, hijos de los que no se responsabilizaban y que esas mujeres tenían que acabar sacando adelante quedando tachadas y marcadas como cualquieras frente al resto del servicio.
No la culpaba por verme como a cualquiera de esos hombres, pero se equivocaba.
Me despedí de ella y subí al piso superior para adecentarme. Un buen baño, la ropa limpia y planchada que Mildred había dejado dispuesta para mi sobre el lecho y fui avisado por la doncella Justine de que un hombre me esperaba en el despacho, al parecer había pedido audiencia hacia apenas unos días, y yo había olvidado completamente habérsela concedido.
Entré por el portón con una amplia sonrisa, mi mano estrechó la ajena y pronto nos sirvieron una copa de un buen whisky irlandés que era una delicia para los sentidos.
Había venido a informarme sobre lo bien que marchaba el negocio del grano, me congratulé de que así fuera, nos traería grandes beneficios a ambos, así que tenia que admitir que aquel trato cerrado había resultado todo un éxito.
Pronto la conversación derivó en esa mujer que acababa de contratar, enarqué una ceja cuando me dijo con cierto tono mordaz que esa mujer tenia muy mala reputación, que su padre era un traidor a la corona y que de no ser descubierto ella hubiera sido la baronesa de Montrei.
Yo no era de esos que juzgaban a la gente por habladurías, ni siquiera me creía juez y parte para sentenciar a nadie.
Esa mujer hasta el momento había tenido un buen comportamiento en mi casa, era cierto que apenas llevaba un día trabajando, por eso estaría atento a lo que pudiera hacer en las sombras, pero en principio, era buena con Lobbo, su educación era exquisita, ahora entendía el porque y todas las historias tenían dos versiones..quizás algún día pudiera escuchar la suya.
Di un sorbo de la copa mientras mis lobunos ojos seguían atentos a los comentarios del hombre, al parecer le pidió matrimonio y ella se negó..al menos no era una caza fortunas.
Muchas eran las mujeres que se bajaban las bragas con facilidad con el fin de entrar en la realeza, esta mujer muy por el contrario había rechazado un día conmigo en el lago..me esquivaba, así que podría ser muchas cosas, mas no una de esas.
-Gracias por la información -le dije a mi socio con educación -estaré pendiente.
Acompañé a mi socio hacia le exterior, con la suerte de que nos encontramos de bruces con Brianna.
Un codazo fue lo que me dedicó, complacido por la información. Sus ojos la recorrieron de arriba a bajo, quizás había bebido mas de la cuenta en mi despacho, pues su risa ebria se me antojaba hasta desagradable para mi en ese instante.
Fue hacia ella, mas no le dejé avanzar, mi mano en su hombro para detener sus pasos.
-Creo que ambos hemos bebido demasiado, déjame acompañarte a tu carruaje -dije con el tono ronco, ese que utilizaba cuando daba ordenes a mi propia manada -discúlpeme señorita, estos no son modales para dos caballeros que se precian de serlo ¿no cree? -aseveré a mi socio tirando de él para apartarlo de la dama.
Sabia que muchos señores se enredaban con sus criadas, que tenían hijos bastardos por todas partes, hijos de los que no se responsabilizaban y que esas mujeres tenían que acabar sacando adelante quedando tachadas y marcadas como cualquieras frente al resto del servicio.
No la culpaba por verme como a cualquiera de esos hombres, pero se equivocaba.
Me despedí de ella y subí al piso superior para adecentarme. Un buen baño, la ropa limpia y planchada que Mildred había dejado dispuesta para mi sobre el lecho y fui avisado por la doncella Justine de que un hombre me esperaba en el despacho, al parecer había pedido audiencia hacia apenas unos días, y yo había olvidado completamente habérsela concedido.
Entré por el portón con una amplia sonrisa, mi mano estrechó la ajena y pronto nos sirvieron una copa de un buen whisky irlandés que era una delicia para los sentidos.
Había venido a informarme sobre lo bien que marchaba el negocio del grano, me congratulé de que así fuera, nos traería grandes beneficios a ambos, así que tenia que admitir que aquel trato cerrado había resultado todo un éxito.
Pronto la conversación derivó en esa mujer que acababa de contratar, enarqué una ceja cuando me dijo con cierto tono mordaz que esa mujer tenia muy mala reputación, que su padre era un traidor a la corona y que de no ser descubierto ella hubiera sido la baronesa de Montrei.
Yo no era de esos que juzgaban a la gente por habladurías, ni siquiera me creía juez y parte para sentenciar a nadie.
Esa mujer hasta el momento había tenido un buen comportamiento en mi casa, era cierto que apenas llevaba un día trabajando, por eso estaría atento a lo que pudiera hacer en las sombras, pero en principio, era buena con Lobbo, su educación era exquisita, ahora entendía el porque y todas las historias tenían dos versiones..quizás algún día pudiera escuchar la suya.
Di un sorbo de la copa mientras mis lobunos ojos seguían atentos a los comentarios del hombre, al parecer le pidió matrimonio y ella se negó..al menos no era una caza fortunas.
Muchas eran las mujeres que se bajaban las bragas con facilidad con el fin de entrar en la realeza, esta mujer muy por el contrario había rechazado un día conmigo en el lago..me esquivaba, así que podría ser muchas cosas, mas no una de esas.
-Gracias por la información -le dije a mi socio con educación -estaré pendiente.
Acompañé a mi socio hacia le exterior, con la suerte de que nos encontramos de bruces con Brianna.
Un codazo fue lo que me dedicó, complacido por la información. Sus ojos la recorrieron de arriba a bajo, quizás había bebido mas de la cuenta en mi despacho, pues su risa ebria se me antojaba hasta desagradable para mi en ese instante.
Fue hacia ella, mas no le dejé avanzar, mi mano en su hombro para detener sus pasos.
-Creo que ambos hemos bebido demasiado, déjame acompañarte a tu carruaje -dije con el tono ronco, ese que utilizaba cuando daba ordenes a mi propia manada -discúlpeme señorita, estos no son modales para dos caballeros que se precian de serlo ¿no cree? -aseveré a mi socio tirando de él para apartarlo de la dama.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La segunda vez que vio al hombre saliendo junto a Damon lo reconoció, el barón de La Tour-d'Auvergne, un antiguo pretendiente al que rechazó porque le pareció demasiado interesado y muy cotilla. Su padre las intentó casar a todas con buenos partidos, pero no las obligaba si le argumentaban bien las razones de la negativa, y en este caso, padre e hija coincidieron en que el barón no era más que un engreído niñato con el cual Brianna no podría ser feliz en ninguna circunstancia.
Guardó silencio y los dejó pasar, entrando después en la mansión, donde la esperaban para comer. Suponía que lo haría en la cocina, así que bajó allí con Elaine, pero Mildred, el ama de llaves les informó de que el servicio ya había comido, que el único que faltaba por comer era el señor, y que iba a colocarles unos platos en el comedor principal.
— de ninguna manera Mildred, comeremos aquí como el resto del servicio, sé cual es mi lugar, no se preocupe.
— pero las institutrices siempre comen en el comedor, con la familia y los niños a los que cuidan.
— pero Lobbo ya ha comido, asi que no moleste al señor.
— con todos mis respetos señorita, llevo años en esta casa y sé cuando molesto al señor; esta no es una de esas ocasiones.
— no la quiero ofender Mildred, de verdad, pero me da mucho apuro compartir la mesa con el conde, creo que no es apropiado y…
— tonterías, joven, déjeme a mi, yo sé lo que me hago.
Brianna no estaba segura de que aquello fuera lo más correcto, pero no podía saltarse la cadena de mando, y por debajo del Conde y su familia (que no sabía si la tenía) estaba el ama de llaves y tampoco quería enemistarse con ella. Además prefería no tener que contestar preguntas incómodas si es que Damon se las hacían, sobre la presencia de ese hombre. Suspiró y fue a coger una de las bandejas, ya que tenía que acatar la orden de Mildred, al menos haría algo útil y subiría algunas viandas al comedor. Elaine la siguió atenta, tomando nota mental para luego preguntarle a su madre las razones complejas de las cosas. Lo que era apropiado y lo que no y por qué.
Aparecieron en el amplio comedor y dejó sobre la mesa la bandeja que llevaba con el pan y algunas cosas más. Mildred ya estaba allí esperando , cual ave rapaz, para controlar que todo se hiciera como ella quería. Frunció los labios cuando la vio aparecer con una bandeja y Brianna se sintió encoger bajo esos ojos acusatorios que le gritaban que no le parecía nada bien lo que estaba haciendo.
Elaine se encogió de hombros y se dirigió al asiento libre que le pareció mejor, encaramándose a él. Brianna se sentó en su sitio, con la espalda algo rígida sin tocar el respaldo, y mantuvo las manos sobre el regazo y los ojos fijos en el plato. Desconocía si el señor bendecía la mesa o no, o si era de los que esperaba al resto para comer o atacaba directamente el plato.
La comida era abundante y tenía una pinta increíble. En casa de la señorita Aletheia se comía también muy bien, así que el olor del pan recién hecho le hizo crujir las tripas. Elaine le dio las gracias a Mildred, sonriendole, que le sirvió un cucharon de sopa con trocitos de carne y que la niña empezó a saborear en seguida. Se había ganado a la severa mujer con dos sonrisas y el candor de una niña tan educada. Por el contrario, la madre guardaba silencio, evitando mirar a nadie, con los ojos fijos en su propia mano, llena de cicatrices de ampollas de tanto fregar y trabajar. esas manos ya no estaban hechas para cuberterías de plata, eran la marca de su sino, de su mala suerte, de lo que ya nunca sería de nuevo como antes.
Guardó silencio y los dejó pasar, entrando después en la mansión, donde la esperaban para comer. Suponía que lo haría en la cocina, así que bajó allí con Elaine, pero Mildred, el ama de llaves les informó de que el servicio ya había comido, que el único que faltaba por comer era el señor, y que iba a colocarles unos platos en el comedor principal.
— de ninguna manera Mildred, comeremos aquí como el resto del servicio, sé cual es mi lugar, no se preocupe.
— pero las institutrices siempre comen en el comedor, con la familia y los niños a los que cuidan.
— pero Lobbo ya ha comido, asi que no moleste al señor.
— con todos mis respetos señorita, llevo años en esta casa y sé cuando molesto al señor; esta no es una de esas ocasiones.
— no la quiero ofender Mildred, de verdad, pero me da mucho apuro compartir la mesa con el conde, creo que no es apropiado y…
— tonterías, joven, déjeme a mi, yo sé lo que me hago.
Brianna no estaba segura de que aquello fuera lo más correcto, pero no podía saltarse la cadena de mando, y por debajo del Conde y su familia (que no sabía si la tenía) estaba el ama de llaves y tampoco quería enemistarse con ella. Además prefería no tener que contestar preguntas incómodas si es que Damon se las hacían, sobre la presencia de ese hombre. Suspiró y fue a coger una de las bandejas, ya que tenía que acatar la orden de Mildred, al menos haría algo útil y subiría algunas viandas al comedor. Elaine la siguió atenta, tomando nota mental para luego preguntarle a su madre las razones complejas de las cosas. Lo que era apropiado y lo que no y por qué.
Aparecieron en el amplio comedor y dejó sobre la mesa la bandeja que llevaba con el pan y algunas cosas más. Mildred ya estaba allí esperando , cual ave rapaz, para controlar que todo se hiciera como ella quería. Frunció los labios cuando la vio aparecer con una bandeja y Brianna se sintió encoger bajo esos ojos acusatorios que le gritaban que no le parecía nada bien lo que estaba haciendo.
Elaine se encogió de hombros y se dirigió al asiento libre que le pareció mejor, encaramándose a él. Brianna se sentó en su sitio, con la espalda algo rígida sin tocar el respaldo, y mantuvo las manos sobre el regazo y los ojos fijos en el plato. Desconocía si el señor bendecía la mesa o no, o si era de los que esperaba al resto para comer o atacaba directamente el plato.
La comida era abundante y tenía una pinta increíble. En casa de la señorita Aletheia se comía también muy bien, así que el olor del pan recién hecho le hizo crujir las tripas. Elaine le dio las gracias a Mildred, sonriendole, que le sirvió un cucharon de sopa con trocitos de carne y que la niña empezó a saborear en seguida. Se había ganado a la severa mujer con dos sonrisas y el candor de una niña tan educada. Por el contrario, la madre guardaba silencio, evitando mirar a nadie, con los ojos fijos en su propia mano, llena de cicatrices de ampollas de tanto fregar y trabajar. esas manos ya no estaban hechas para cuberterías de plata, eran la marca de su sino, de su mala suerte, de lo que ya nunca sería de nuevo como antes.
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Tras acompañar a mi socio volví a la mansión, para mi sorpresa, Brianna y la pequeña Elaine estaban sentadas a la mesa.
Ladeé la sonrisa mirando a ambas, la verdad prefería comer acompañado, ademas Elaine disfrutaba de la sopa, podía ver su cara feliz mientras miraba a la doncella que ahora le servia el agua.
Por el contrario Brianna parecía apagada, sus manos sobre el regazo, mirada gacha. Supuse que seria por lo que había ocurrido fuera.
Aquel hombre había sido irrespetuoso, pero tampoco tenia que sorprenderse, eso sucedía demasiado a menudo con el servicio, los de mi posición solían creerse con derechos de tomar todo a su antojo.
Cuando me fueron a servir el vino puse la mano sobre la copa, y negué con la cabeza. Ya había bebido bastante arriba y aunque por mi condiciona de licantropo tardaba bastante mas que los demás en emborrachare, por hoy era suficiente.
-Brianna, lamento lo de ahí fuera, hemos bebido mientras hablábamos de negocios y mi amigo no ha sido muy considerado.
La niña alzó la mirada, no sabia de que hablaba y tampoco yo iba a explicárselo, mucho menos hablarle de lo que ese hombre me había contado de su madre, así que volví a hundirme en mi plato.
Estaba hambriento, y como la niña devoré la sopa esperando el segundo plato, un buen trozo de cordero asado con patatas.
Brianna seguía seria, como si mis disculpas no fueran suficientes o como si algo mas rondara su cabeza, intuí entonces que lo que le preocupaba era lo que de ella pudiera haberme contado y que yo me hiciera una idea equivocada al respecto.
-Elaine, y si vas a ver que hay en la cocina de postre -le pedí revolviendole el pelo cuando dejo los cubiertos llena ya del segundo plato.
Ahora si, solos, hundí mis lobunos ojos en la dama que tenia enfrente, separado por una inmensa mesa de madera noble.
-No soy de los que prejuzgan, no debéis preocuparos por lo que este hombre me pueda haber contado y tampoco os forzaré a darme vuestra versión de los hechos.
Si en algún momento por iniciativa propia deseáis hablar conmigo, estoy dispuesto a escucharos, mas vuestro pasado es vuestro y todos tenemos secretos -aseguré esperando que eso calmara su nerviosismo -comer, por los dioses, no quiero ser el responsable de que os quedéis mas flaca de lo que ya estáis -dije entre risas, posiblemente fruto del puntillo que llevaba encima.
Mis ojos se centraron en sus mano, llenas de ampollas de tanto limpiar, esa mujer hacia grandes esfuerzos por mantener el ritmo, nada que ver con lo que posiblemente un día fue.
-¿sabe? Creo que es muy valiente.
Miso js volvieron a sus faros y me puse en pie para retirarme del salón, dejaría que ella y su hija disfrutaran del postre, quería llevar a Lobbo al lago y aun tenia mucho papeleo que arreglar en mi despacho.
Ademas notaba que Brianna no estaba cómoda y preferí dejarla disfrutar del resto de la cena sin mi compañía.
-Me llevaré a Lobbo unas horas, puede tomarlas libres para hacer algo que le guste a la niña o si lo deseas puedo llevarme a Elaine, lo pasaremos bien y tu tendrás unas horas para ti, algo que creo que te vendrá bien.
Ladeé la sonrisa mirando a ambas, la verdad prefería comer acompañado, ademas Elaine disfrutaba de la sopa, podía ver su cara feliz mientras miraba a la doncella que ahora le servia el agua.
Por el contrario Brianna parecía apagada, sus manos sobre el regazo, mirada gacha. Supuse que seria por lo que había ocurrido fuera.
Aquel hombre había sido irrespetuoso, pero tampoco tenia que sorprenderse, eso sucedía demasiado a menudo con el servicio, los de mi posición solían creerse con derechos de tomar todo a su antojo.
Cuando me fueron a servir el vino puse la mano sobre la copa, y negué con la cabeza. Ya había bebido bastante arriba y aunque por mi condiciona de licantropo tardaba bastante mas que los demás en emborrachare, por hoy era suficiente.
-Brianna, lamento lo de ahí fuera, hemos bebido mientras hablábamos de negocios y mi amigo no ha sido muy considerado.
La niña alzó la mirada, no sabia de que hablaba y tampoco yo iba a explicárselo, mucho menos hablarle de lo que ese hombre me había contado de su madre, así que volví a hundirme en mi plato.
Estaba hambriento, y como la niña devoré la sopa esperando el segundo plato, un buen trozo de cordero asado con patatas.
Brianna seguía seria, como si mis disculpas no fueran suficientes o como si algo mas rondara su cabeza, intuí entonces que lo que le preocupaba era lo que de ella pudiera haberme contado y que yo me hiciera una idea equivocada al respecto.
-Elaine, y si vas a ver que hay en la cocina de postre -le pedí revolviendole el pelo cuando dejo los cubiertos llena ya del segundo plato.
Ahora si, solos, hundí mis lobunos ojos en la dama que tenia enfrente, separado por una inmensa mesa de madera noble.
-No soy de los que prejuzgan, no debéis preocuparos por lo que este hombre me pueda haber contado y tampoco os forzaré a darme vuestra versión de los hechos.
Si en algún momento por iniciativa propia deseáis hablar conmigo, estoy dispuesto a escucharos, mas vuestro pasado es vuestro y todos tenemos secretos -aseguré esperando que eso calmara su nerviosismo -comer, por los dioses, no quiero ser el responsable de que os quedéis mas flaca de lo que ya estáis -dije entre risas, posiblemente fruto del puntillo que llevaba encima.
Mis ojos se centraron en sus mano, llenas de ampollas de tanto limpiar, esa mujer hacia grandes esfuerzos por mantener el ritmo, nada que ver con lo que posiblemente un día fue.
-¿sabe? Creo que es muy valiente.
Miso js volvieron a sus faros y me puse en pie para retirarme del salón, dejaría que ella y su hija disfrutaran del postre, quería llevar a Lobbo al lago y aun tenia mucho papeleo que arreglar en mi despacho.
Ademas notaba que Brianna no estaba cómoda y preferí dejarla disfrutar del resto de la cena sin mi compañía.
-Me llevaré a Lobbo unas horas, puede tomarlas libres para hacer algo que le guste a la niña o si lo deseas puedo llevarme a Elaine, lo pasaremos bien y tu tendrás unas horas para ti, algo que creo que te vendrá bien.
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Escuchó las palabras del conde y en un principio no la reconfortaron, sólo le hizo sentir más vergüenza. Estaba siendo considerado ¿o quizás estaba siendo condescendiente? daba igual, fuera como fuese, estaba claro que le daba cierta lástima. No era malo sentir compasión por los demás pero llevaba 9 años viendo esas miradas sobre ella y empezaba a estar un poco cansada, aunque ya se había resignado.
Dejó los cubiertos sobre la mesa y empezó a hablar. Al principio le costó reconocer su propia voz, le sonaba extraña al contarle eso a alguien, ya que lo había escondido durante años para no ser el blanco de más burlas. Su alma era un alma sepulcro, de esas que guardaban los secretos bien hondo y tomaban el castigo en silencio, pero por alguna razón que desconocía, soltó la lengua. Quizás porque pensó que ese hombre se merecía las explicaciones que iba a darle, porque la había tratado con respeto, porque era una opción de futuro para ella y para Elaine y no quería perder un trabajo tan bueno.
— al principio no lo reconocí pero después... es el barón D'auvergne, lo conocí tiempo atrás cuando mi familia tenía tierras, bodegas y título. Supongo que le habrá dicho que mi padre es un traidor a la corona, es lo que dicen todos. La primera lección que aprendí cuando la ruina se cebó con nosotros es que estás solo en el mundo. Todos los que te invitaban a fiestas, querían hacer negocios contigo o se llamaban amigos, te dan la espalda porque no quieren que les salpique.
Tomó aire despacio y le dio un sorbo a la copa de agua, reordenando sus pensamientos y tratando de no dejarlos salir como un vendaval, que es lo que en realidad necesitaba hacer.
— mi padre no fue un traidor. El único delito que cometió fue amar a su esposa y a sus hijas por encima de todas las cosas y no plegarse a los deseos y caprichos de la reina madre, que pretendía que se enredase con ella. Y ya da igual, porque ella tiene setenta años y mi padre está muerto y a nadie le importa ya, salvo a mi.
Le tembló la voz un instante, pero consiguió tragar saliva y continuar. Elevó los ojos y los clavó en los del lobo, en los de ella brillaba una extraña luz, la que otorga la determinación y la fe ciega.
— Y entenderé que no nos quiera en su casa porque su reputación pueda quedar en entredicho, tan sólo dígame que me marche y me iré. Pero no espere que reniegue de la verdad porque es la que es. De la misma forma que se lo dije a mi padre la única vez que me dejaron verle antes de morir en la cárcel, se lo digo a usted ahora: si pudiera volver atrás, preferiría mil veces de nuevo este tormento de vida que ver a mi padre prostituyendo su amor y sus valores por un puñado de tierras o una posición social. La sensatez, la honestidad y la lealtad no la dan los títulos.
Después de decir eso se quedó como mucho más aliviada, más ligera. Por fin se lo había soltado a alguien, alguien que no esperaba, pero había sido así. De pronto se dio cuenta de que Damon había detenido el tenedor a mitad camino escuchándola y mirándola. Sintió que las mejillas le querían enrojecer y antes de eso bajó de nuevo la cara hacia el plato, pinchando un trozo de cordero y murmurando.
— De ninguna manera le voy a dejar a usted más trabajo, iremos al lago como ha dicho.— tragó el trozo y sin despegar los ojos del plato frunció el ceño levemente y murmuró.— y no estoy flaca... es mi constitución.
Eso no era verdad, es cierto que era de constitución ligera, pero la verdad es que el trabajo duro y la pobreza le habían quitado más peso del saludable. Quizás ahora si tenía estabilidad podría recuperar un poco de masa corporal.
Elaine regresó con el postre más feliz que una perdiz porque había puré de castañas y avellanas. Brianna terminó de comer y pidió permiso para retirarse, iría a ver a Lobbo y de paso a cambiarse el vestido y a preparar una bolsa con lo necesario para ir al lago, recambios de ropa para los niños, alguna toalla, una cesta con la merienda y una manta para sentarse sobre ella.
Dejó los cubiertos sobre la mesa y empezó a hablar. Al principio le costó reconocer su propia voz, le sonaba extraña al contarle eso a alguien, ya que lo había escondido durante años para no ser el blanco de más burlas. Su alma era un alma sepulcro, de esas que guardaban los secretos bien hondo y tomaban el castigo en silencio, pero por alguna razón que desconocía, soltó la lengua. Quizás porque pensó que ese hombre se merecía las explicaciones que iba a darle, porque la había tratado con respeto, porque era una opción de futuro para ella y para Elaine y no quería perder un trabajo tan bueno.
— al principio no lo reconocí pero después... es el barón D'auvergne, lo conocí tiempo atrás cuando mi familia tenía tierras, bodegas y título. Supongo que le habrá dicho que mi padre es un traidor a la corona, es lo que dicen todos. La primera lección que aprendí cuando la ruina se cebó con nosotros es que estás solo en el mundo. Todos los que te invitaban a fiestas, querían hacer negocios contigo o se llamaban amigos, te dan la espalda porque no quieren que les salpique.
Tomó aire despacio y le dio un sorbo a la copa de agua, reordenando sus pensamientos y tratando de no dejarlos salir como un vendaval, que es lo que en realidad necesitaba hacer.
— mi padre no fue un traidor. El único delito que cometió fue amar a su esposa y a sus hijas por encima de todas las cosas y no plegarse a los deseos y caprichos de la reina madre, que pretendía que se enredase con ella. Y ya da igual, porque ella tiene setenta años y mi padre está muerto y a nadie le importa ya, salvo a mi.
Le tembló la voz un instante, pero consiguió tragar saliva y continuar. Elevó los ojos y los clavó en los del lobo, en los de ella brillaba una extraña luz, la que otorga la determinación y la fe ciega.
— Y entenderé que no nos quiera en su casa porque su reputación pueda quedar en entredicho, tan sólo dígame que me marche y me iré. Pero no espere que reniegue de la verdad porque es la que es. De la misma forma que se lo dije a mi padre la única vez que me dejaron verle antes de morir en la cárcel, se lo digo a usted ahora: si pudiera volver atrás, preferiría mil veces de nuevo este tormento de vida que ver a mi padre prostituyendo su amor y sus valores por un puñado de tierras o una posición social. La sensatez, la honestidad y la lealtad no la dan los títulos.
Después de decir eso se quedó como mucho más aliviada, más ligera. Por fin se lo había soltado a alguien, alguien que no esperaba, pero había sido así. De pronto se dio cuenta de que Damon había detenido el tenedor a mitad camino escuchándola y mirándola. Sintió que las mejillas le querían enrojecer y antes de eso bajó de nuevo la cara hacia el plato, pinchando un trozo de cordero y murmurando.
— De ninguna manera le voy a dejar a usted más trabajo, iremos al lago como ha dicho.— tragó el trozo y sin despegar los ojos del plato frunció el ceño levemente y murmuró.— y no estoy flaca... es mi constitución.
Eso no era verdad, es cierto que era de constitución ligera, pero la verdad es que el trabajo duro y la pobreza le habían quitado más peso del saludable. Quizás ahora si tenía estabilidad podría recuperar un poco de masa corporal.
Elaine regresó con el postre más feliz que una perdiz porque había puré de castañas y avellanas. Brianna terminó de comer y pidió permiso para retirarse, iría a ver a Lobbo y de paso a cambiarse el vestido y a preparar una bolsa con lo necesario para ir al lago, recambios de ropa para los niños, alguna toalla, una cesta con la merienda y una manta para sentarse sobre ella.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Brianna dejo sus cubiertos sobre la mesa antes de comenzar a hablar, al parecer mis palabras hacia ella la habían hecho darme una explicación, que yo no había pedido mas que si estaba dispuesto a escuchar.
Pinchado un trozo de carne y con la mano en vilo, perdí mis lobunos ojos en esos faros que resplandecían con fuerza dando certeza a todo cuanto decía, pues solo los valientes y los dueños de la verdad son capaces de mirarte a los ojos sin parpadear.
Tenia razón en algo, cuando perteneces a la realeza no te faltan aduladores, mas, había visto caer a demasiados tras las guerras que azotaban Italia y perdido el favor de la corona, sus negocios iba a pique y las alianzas que un día les tendieron la mano, apartaban sus apoyos temiendo salir salpicados.
Mis ojos siguieron anclados a esos pozos que serenos continuaron hablando.
-¿Que le hace pensar que le pediría que se marchara de mi mansión por defender el honor de un padre que solo las amo?
Negué con la cabeza dejando ahora caer el tenedor sobre el plato.
-Desconozco con que tipo de hombres ha tratado hasta el día de hoy, mas métase algo en la cabeza, no soy como ninguno de ellos.
Yo valoro el honor, el orgullo y la verdad, no siempre soy un hombre templado, pero no me dejo avasallar, ni creo en lo primero que escucho porque nadie me paga por juzgar.
Brianna te has portado bien con Lobbo, eres respetuosa, educada y no tengo motivo alguno para pedirte que te marches.
Sus mejillas se tornaron fuego y una sonrisa se ladeó en mis labios al ver su gesto.
-Sois una mujer...cautivadora -aseveré sin apartar mi lobuna mirada -disculparme es el alcohol lo que me hace ser mas sincero de lo que debería en este momento.
Devolví mis ojos al plato para tomar el tenedor y seguir comiendo.
Alcé la mirada de nuevo, incapaz de borrar la sonrisa cuando esta me dijo que acudiríamos juntos al lago, que no estaba dispuesta a darme mas trabajo, algo que agradecí, su compañía me resultaba grata, demasiado ,algo que se que Mildred podía percibir en mi, pues me conocía desde que era un cachorro.
Aunque lo que si me hizo soltar una carcajada fue ese gesto infantil que tuvo. Sin levantar los ojos de su plato alegó no estaba flaca.
-Pues a mi me lo parece señorita Brianna, aunque me fijaré bien en el lago por si estoy errado.
De nuevo el alcohol hablaba por mi, pero tampoco me excusé, no había perdido mis formas y conocía mi lugar. La dama se sentía incomoda ante la cercanía de los hombres, lo que me daba a pensar que su vida con estos había sido muy complicada.
-Vine a París en busca de mi prometida hace ya algunos meses, me plantó poco después de mi fiesta de compromiso, una que fue un desastre y es tema de conversación aun hoy en la alta sociedad parisiense. Como ve, todos tenemos muertos en el armario señorita Brianna.
Yo no era de los que contaba nada de mi vida a un desconocido, pero a su lado me sentía bien y simplemente se me escapó.
La niña regresó con su postre, feliz y mas contenta se puso cuando le dijimos que iríamos a pasar la tarde al lago.
Acabada la cena Brianna se fue a preparar todo lo necesario mientras yo me acercaba a las caballerizas para pedir que ensillaran uno de los caballos para la dama y su hija.
Pinchado un trozo de carne y con la mano en vilo, perdí mis lobunos ojos en esos faros que resplandecían con fuerza dando certeza a todo cuanto decía, pues solo los valientes y los dueños de la verdad son capaces de mirarte a los ojos sin parpadear.
Tenia razón en algo, cuando perteneces a la realeza no te faltan aduladores, mas, había visto caer a demasiados tras las guerras que azotaban Italia y perdido el favor de la corona, sus negocios iba a pique y las alianzas que un día les tendieron la mano, apartaban sus apoyos temiendo salir salpicados.
Mis ojos siguieron anclados a esos pozos que serenos continuaron hablando.
-¿Que le hace pensar que le pediría que se marchara de mi mansión por defender el honor de un padre que solo las amo?
Negué con la cabeza dejando ahora caer el tenedor sobre el plato.
-Desconozco con que tipo de hombres ha tratado hasta el día de hoy, mas métase algo en la cabeza, no soy como ninguno de ellos.
Yo valoro el honor, el orgullo y la verdad, no siempre soy un hombre templado, pero no me dejo avasallar, ni creo en lo primero que escucho porque nadie me paga por juzgar.
Brianna te has portado bien con Lobbo, eres respetuosa, educada y no tengo motivo alguno para pedirte que te marches.
Sus mejillas se tornaron fuego y una sonrisa se ladeó en mis labios al ver su gesto.
-Sois una mujer...cautivadora -aseveré sin apartar mi lobuna mirada -disculparme es el alcohol lo que me hace ser mas sincero de lo que debería en este momento.
Devolví mis ojos al plato para tomar el tenedor y seguir comiendo.
Alcé la mirada de nuevo, incapaz de borrar la sonrisa cuando esta me dijo que acudiríamos juntos al lago, que no estaba dispuesta a darme mas trabajo, algo que agradecí, su compañía me resultaba grata, demasiado ,algo que se que Mildred podía percibir en mi, pues me conocía desde que era un cachorro.
Aunque lo que si me hizo soltar una carcajada fue ese gesto infantil que tuvo. Sin levantar los ojos de su plato alegó no estaba flaca.
-Pues a mi me lo parece señorita Brianna, aunque me fijaré bien en el lago por si estoy errado.
De nuevo el alcohol hablaba por mi, pero tampoco me excusé, no había perdido mis formas y conocía mi lugar. La dama se sentía incomoda ante la cercanía de los hombres, lo que me daba a pensar que su vida con estos había sido muy complicada.
-Vine a París en busca de mi prometida hace ya algunos meses, me plantó poco después de mi fiesta de compromiso, una que fue un desastre y es tema de conversación aun hoy en la alta sociedad parisiense. Como ve, todos tenemos muertos en el armario señorita Brianna.
Yo no era de los que contaba nada de mi vida a un desconocido, pero a su lado me sentía bien y simplemente se me escapó.
La niña regresó con su postre, feliz y mas contenta se puso cuando le dijimos que iríamos a pasar la tarde al lago.
Acabada la cena Brianna se fue a preparar todo lo necesario mientras yo me acercaba a las caballerizas para pedir que ensillaran uno de los caballos para la dama y su hija.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
¿Le había dicho que era cautivadora y que se fijaría en su figura en el lago para comprabar su estado de carnes? si no fuera porque era un conde, le habría replicado alguna cosa. ¿Y por qué no? ya había soltado todo el lastre y media sonrisa maliciosa asomó a su rostro por un segundo, tenía ganas de bromear.
— Pues no es usted tan feo...para que le dejen plantado, vamos. Pero me fijaré mejor en el lago por si... por si estoy errada.— se mordió los labios para aguantarse la risilla que estaba a punto de soltar, se levantó dejando la servilleta a un lado y fue escaleras arriba a buscar las cosas. Media hora más tarde estaban todos preparados para ir al lago. El mozo recolocó las cosas de las cestas en unas alforjas que irían en el caballo de Damon y Lobbo, que era un semental negro de potentes cuartos traseros. Las damas se acomodarían en un tordo castrado de crines rubias.
— Elaine no sabe montar, nunca ha tenido la oportunidad y me temo que yo estaré algo oxidada, pero dicen que esto no se olvida nunca ¿cierto?.— el mozo ayudó a Brianna a montar colocando el pie izquierdo en el estribo y después ajustándole los estribos y la cincha. Hizo un escalón con las manos para encaramar a la niña a la cruz de la silla.
La pequeña estaba emocionada de por fin probar lo que era montar a caballo, de ir además de excursión al lago. Le había preguntado al mozo de las caballerizas por todo lo que hacía, porque le encantaba saber y aprender. El muchacho le indicó que su caballo se llamaba Albireo, como una estrella de la constelación del Cisne porque nació blanco como un ave. Una vez subida allí encima, se agarró de las crines del caballo y Brianna clavó los talones para que avanzase al paso hacia fuera de las cuadras. Elaine estaba un poco nerviosa pero su madre le dijo que acariciase suavemente el cuello del caballo, que tenía pinta de ser muy bueno. Por el sendero de la mansión fue contándole cosas sobre los caballos a la niña, le habló de cuendo ella aprendió a montar con su padre como sus hermanas, y cómo calbagaban a ver los viñedos con frecuencia.
Lo cierto es que ella misma estaba expectante porque soltar los recuerdos dolorosos había sido un soplo de aire fresco, y ahora recordar las sensaciones de su infancia y juventud, cuando no habían problemas, ni deudas y todo era bonito bajo el cielo, eran la guinda perfecta. Estaba relajada, ojalá pudiera quedarse en esa casa, congelar el tiempo y que siempre fuera así, que Lobbo no creciese porque... dejaría de necesitar una niñera. Mejor no pensar en ello, el niño era un amor y todavía tenía que preguntarle al señor Landvik qué debía decirle si preguntaba por sus padres. No tenía ni idea de qué le habían dicho al pequeño y hasta donde podía contarle.
— Pues no es usted tan feo...para que le dejen plantado, vamos. Pero me fijaré mejor en el lago por si... por si estoy errada.— se mordió los labios para aguantarse la risilla que estaba a punto de soltar, se levantó dejando la servilleta a un lado y fue escaleras arriba a buscar las cosas. Media hora más tarde estaban todos preparados para ir al lago. El mozo recolocó las cosas de las cestas en unas alforjas que irían en el caballo de Damon y Lobbo, que era un semental negro de potentes cuartos traseros. Las damas se acomodarían en un tordo castrado de crines rubias.
— Elaine no sabe montar, nunca ha tenido la oportunidad y me temo que yo estaré algo oxidada, pero dicen que esto no se olvida nunca ¿cierto?.— el mozo ayudó a Brianna a montar colocando el pie izquierdo en el estribo y después ajustándole los estribos y la cincha. Hizo un escalón con las manos para encaramar a la niña a la cruz de la silla.
La pequeña estaba emocionada de por fin probar lo que era montar a caballo, de ir además de excursión al lago. Le había preguntado al mozo de las caballerizas por todo lo que hacía, porque le encantaba saber y aprender. El muchacho le indicó que su caballo se llamaba Albireo, como una estrella de la constelación del Cisne porque nació blanco como un ave. Una vez subida allí encima, se agarró de las crines del caballo y Brianna clavó los talones para que avanzase al paso hacia fuera de las cuadras. Elaine estaba un poco nerviosa pero su madre le dijo que acariciase suavemente el cuello del caballo, que tenía pinta de ser muy bueno. Por el sendero de la mansión fue contándole cosas sobre los caballos a la niña, le habló de cuendo ella aprendió a montar con su padre como sus hermanas, y cómo calbagaban a ver los viñedos con frecuencia.
Lo cierto es que ella misma estaba expectante porque soltar los recuerdos dolorosos había sido un soplo de aire fresco, y ahora recordar las sensaciones de su infancia y juventud, cuando no habían problemas, ni deudas y todo era bonito bajo el cielo, eran la guinda perfecta. Estaba relajada, ojalá pudiera quedarse en esa casa, congelar el tiempo y que siempre fuera así, que Lobbo no creciese porque... dejaría de necesitar una niñera. Mejor no pensar en ello, el niño era un amor y todavía tenía que preguntarle al señor Landvik qué debía decirle si preguntaba por sus padres. No tenía ni idea de qué le habían dicho al pequeño y hasta donde podía contarle.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Ya estaba en las caballerizas cuando Brianna apareció con su entusiasmada hija y Lobbo en los brazos.
Esta me paso al crio que senté frente a mi, en la grupa del corcel, mientras el mozo ayudaba a la señorita a montar sobre el caballo blanco colocándole el pie en el estribo para ajustárselo después.
Elaine no paraba de hacer preguntas al mozo sobre el noble animal, desde la silla del caballo miraba atenta a su alrededor, embebiéndose de todo con esos ilusionados faros.
-Quizás pueda enseñarla a montar Brianna, si me lo permite, yo montó sin silla, un estilo algo mas salvaje, mas como buen caballero, conozco el arte de la doma y la monta no tiene secretos para mi, así que..si deseáis un profesor particular -le guiñé un ojo con cierto tono pícaro -y bueno, si vos estáis oxidada, también puedo echaros una mano, ya sabéis...para montar.
Había cierto tonteo en mis palabras, supongo que después de la confesional en el comedor, la sentía mas cercana, podíamos bromear mirándonos a los ojos y aunque había ciertas fronteras que no sobrepasaba pues conocía cual era mi lugar, debía admitir que me sentía cómodo con ella.
Emprendimos así el camino hacia el lago, un paseo, los caballos iban al paso mientras nosotros disfrutábamos del paisaje y de la amena conversación que esa educada mujer me daba.
Llegamos al lago, desmonté bajando a Lobbo al suelo, después ayude a la señorita Elaine y por ultimo tomé a Brianna de la cintura para hacer lo propio.
Ladeé la sonrisa negando con la cabeza, meditando si decir o no lo que pensaba, pero claro no era de los que solía callarse, así que...
-Si estáis delgada -mis ojos repasaron su cuerpo de arriba a bajo -pero quizás sin ropa..quiero decir, en bañador -mi subconsciente me traicionaba -tengáis razón. Y antes de que soltéis vuestro mordaz comentario, no me abandono por bocazas, aunque bien hubiera podido -apunté divertido.
Me eche a reír cargando al enano al brazo, la cesta con el mantel y el picnic que había preparado Mildred y empezamos a buscar un lugar a la sombra donde acomodarnos.
-Habéis encajado bien en la casa, solo oigo cosas buenas sobre vos al servicio, Mildred esta encantada. Sirvió a mi madre durante toda su vida, así que la verdad es para mi como parte de la familia. Me conoce desde que era solo un cachorro.
Entendí el mantel bajo un gran roble, Brianna quitaba las camisetas a los niños para que jugaran en la orilla del lago y estos parecían la mas de felices chapoteando en el agua.
Me quité la camiseta quedando así con unos pantalones cortos sueltos y bastante cómodos. Después de sacar una botella de agua de la cesta y dar un trago me acerqué hacia donde el resto estaba para que ahora Brianna pudiera ponerse despojarse de la ropa.
-anda vamos al agua -le dije salpicándola con el pie ligeramente -te espero -añadí hundiendo mis pardos en sus esmeraldas.
Esta me paso al crio que senté frente a mi, en la grupa del corcel, mientras el mozo ayudaba a la señorita a montar sobre el caballo blanco colocándole el pie en el estribo para ajustárselo después.
Elaine no paraba de hacer preguntas al mozo sobre el noble animal, desde la silla del caballo miraba atenta a su alrededor, embebiéndose de todo con esos ilusionados faros.
-Quizás pueda enseñarla a montar Brianna, si me lo permite, yo montó sin silla, un estilo algo mas salvaje, mas como buen caballero, conozco el arte de la doma y la monta no tiene secretos para mi, así que..si deseáis un profesor particular -le guiñé un ojo con cierto tono pícaro -y bueno, si vos estáis oxidada, también puedo echaros una mano, ya sabéis...para montar.
Había cierto tonteo en mis palabras, supongo que después de la confesional en el comedor, la sentía mas cercana, podíamos bromear mirándonos a los ojos y aunque había ciertas fronteras que no sobrepasaba pues conocía cual era mi lugar, debía admitir que me sentía cómodo con ella.
Emprendimos así el camino hacia el lago, un paseo, los caballos iban al paso mientras nosotros disfrutábamos del paisaje y de la amena conversación que esa educada mujer me daba.
Llegamos al lago, desmonté bajando a Lobbo al suelo, después ayude a la señorita Elaine y por ultimo tomé a Brianna de la cintura para hacer lo propio.
Ladeé la sonrisa negando con la cabeza, meditando si decir o no lo que pensaba, pero claro no era de los que solía callarse, así que...
-Si estáis delgada -mis ojos repasaron su cuerpo de arriba a bajo -pero quizás sin ropa..quiero decir, en bañador -mi subconsciente me traicionaba -tengáis razón. Y antes de que soltéis vuestro mordaz comentario, no me abandono por bocazas, aunque bien hubiera podido -apunté divertido.
Me eche a reír cargando al enano al brazo, la cesta con el mantel y el picnic que había preparado Mildred y empezamos a buscar un lugar a la sombra donde acomodarnos.
-Habéis encajado bien en la casa, solo oigo cosas buenas sobre vos al servicio, Mildred esta encantada. Sirvió a mi madre durante toda su vida, así que la verdad es para mi como parte de la familia. Me conoce desde que era solo un cachorro.
Entendí el mantel bajo un gran roble, Brianna quitaba las camisetas a los niños para que jugaran en la orilla del lago y estos parecían la mas de felices chapoteando en el agua.
Me quité la camiseta quedando así con unos pantalones cortos sueltos y bastante cómodos. Después de sacar una botella de agua de la cesta y dar un trago me acerqué hacia donde el resto estaba para que ahora Brianna pudiera ponerse despojarse de la ropa.
-anda vamos al agua -le dije salpicándola con el pie ligeramente -te espero -añadí hundiendo mis pardos en sus esmeraldas.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
— Mientras no haga mucho esfuerzo, no hay problema, el dector dijo que nada de forzar los pulmones. ¿Te gustaría aprender Elaine?.— La niña aún estaba algo asustada allí arriba, pero viendo que Lobbo iba tan feliz y que hasta su madre se veía suelta manejando un caballo asintió.— Entonces estupendo, cuando enseñe a Lobbo, tú también podrás aprender. No es demasiado pequeño, tu tía Agnes ya montaba con dos años, y no lo hizo antes porque la abuela no quería, le daba miedo. Lógicamente no montaba sola, pero es muy gratificante estar con los caballos, ya lo verás.
Llegaron al claro del bosque que colindaba con el lago y allí detuvieron las monturas. El conde bromeó de nuevo, y ya iban dos indirectas algo picantonas, que en principio la sorprendieron, pero lo había dicho de una forma que no podía enfadarse con él. Cuando le dijo que no lo abandonaron por bocazas pero que bien podría haber sido así, sonrió ampliamente aguantándose una carcajada. Damon era divertido, eso le venía bien, el humor brillaba por su ausencia en su vida desde hacía muchos años.
La manta sobre el suelo y todos los enseres colocados donde debían estar, los niños jugando en la orilla, los caballos paciendo...no se podía tener mejor estampa de tranquilidad. Respiró el aire puro más relajada, olvidando por un instante todas las cosas que quedaron atrás y que pesaban, tan sólo disfrutando del momento hast que... el señor de la casa se quitó la camisa, se fue al agua y la llamó para que la acompañase.
¡Jesús, María y José! no tenía bañador ni nada parecido, había dado por supuesto que sólo iban a chapotear los niños. Abrió los ojos desmesuradamente.
—..¿qué...? ¿yo...? no... no tengo ropa de... ¿en serio?.— Bueno, no podía ser tan malo, todos parecían divertirse bastante.— deme un.. momento.
Se fue detrás de un árbol y se quitó el vestido, las medias y parte de la ropa interior, tenía pensado quedarse sólo con los pololos y la camisa interior de tirantes de fino hilo, el resto de la ropa quedaría seca y podría colocársela después. Apareció unos momentos después ataviada sólo con esas dos prendas.
Se soltó el pelo y una cascada de pelo castaño oscuro invadió la blancura de las prendas, tragó saliva y cruzó los brazos debajo del pecho acercándose despacio. Se mojó los pies, pero la encontró algo fría y se le puso la carne de gallina. Los niños estaban jugando de lo más entretenidos, haciendo montones de arena y barro y mojándolo para construir un castillo.
Llegaron al claro del bosque que colindaba con el lago y allí detuvieron las monturas. El conde bromeó de nuevo, y ya iban dos indirectas algo picantonas, que en principio la sorprendieron, pero lo había dicho de una forma que no podía enfadarse con él. Cuando le dijo que no lo abandonaron por bocazas pero que bien podría haber sido así, sonrió ampliamente aguantándose una carcajada. Damon era divertido, eso le venía bien, el humor brillaba por su ausencia en su vida desde hacía muchos años.
La manta sobre el suelo y todos los enseres colocados donde debían estar, los niños jugando en la orilla, los caballos paciendo...no se podía tener mejor estampa de tranquilidad. Respiró el aire puro más relajada, olvidando por un instante todas las cosas que quedaron atrás y que pesaban, tan sólo disfrutando del momento hast que... el señor de la casa se quitó la camisa, se fue al agua y la llamó para que la acompañase.
¡Jesús, María y José! no tenía bañador ni nada parecido, había dado por supuesto que sólo iban a chapotear los niños. Abrió los ojos desmesuradamente.
—..¿qué...? ¿yo...? no... no tengo ropa de... ¿en serio?.— Bueno, no podía ser tan malo, todos parecían divertirse bastante.— deme un.. momento.
Se fue detrás de un árbol y se quitó el vestido, las medias y parte de la ropa interior, tenía pensado quedarse sólo con los pololos y la camisa interior de tirantes de fino hilo, el resto de la ropa quedaría seca y podría colocársela después. Apareció unos momentos después ataviada sólo con esas dos prendas.
- ropa interior victoriana:
Se soltó el pelo y una cascada de pelo castaño oscuro invadió la blancura de las prendas, tragó saliva y cruzó los brazos debajo del pecho acercándose despacio. Se mojó los pies, pero la encontró algo fría y se le puso la carne de gallina. Los niños estaban jugando de lo más entretenidos, haciendo montones de arena y barro y mojándolo para construir un castillo.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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