AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
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El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
El parque, una pequeña jungla donde el depredador mas grande devora al mas pequeño. Enarqué una ceja mirando de soslayo como Lobbo jugaba entusiasmado en un arenero con una pala llenándose de arena los zapatos haciendo sobre estos na montaña que luego se sacudía entre risas antes de volver a empezar. A su lado un niño mas grande, le doblaba en tamaño y seguramente también en edad, lanzaba con ese instrumento del mal arena a diestro y siniestro.
Busqué con la mirada al responsable de esa criatura salvaje, no tardé en localizar su olor, el mismo que el crio infernal llevaba en su camiseta.
La mujer hablaba animada con otra madre, ni caso del niño que cada vez se acercaba mas en sus ataques hacia Lobbo.
Ladeé la cabeza escuchando la conversación, al parecer y como no, criticaban a una mujer posiblemente mas guapa, mas joven y que les arrebataba toda la atención, fuere como fuere eso no me interesaba, solo que llamara al orden al pequeño monstruo.
Carraspeé tratando de llamar la atención, algo no muy complicado, era el único puto hombre en un parque plagado de mujeres y mocosos.
Acaparé la atención de muchas, pero por desgracia, la mujer esa estaba demasiado ocupada en otros menesteres.
Lobbo exploto en llanto frotándose los ojos, al parecer el pequeño demonio le había metido arena en esos espasmódicos movimientos que se gastaba con el arma infernal en sus gorditas manos.
Gruñí rabioso, tratando de contener a mi bestia interior.
Por fin la madre lo llamó al orden, algo que no funciono, pues el niño hizo caso omiso, la mujer siguió a los suyo y yo me encendí por dentro.
Me puse en pie, calmo caminé hasta el arenero, allí junto a Lobbo me acuclillé con la mejor de mis sonrisas, revolví el pelo del crio y mis ojos ahora ámbar se clavaron en el gordo del rastrillo que pronto explotó aterrado en llantos.
Eso le enseñaría que aquí yo era el alfa. Ladeé la sonrisa cuando la madre se acercó preocupada por su intenso llanto, ahora si que la muy perra movía su gordo culo para ver a su hijo.
-Debe de haberse metido arena en el ojo, estas armas las carga el demonio -bromeé señalando el rastrillo que aun sujetaba el niño.
Así volví satisfecho a mi banco dejado que Lobbo siguiera jugando en el arenero, el otro niño se había cagado y meado encima, así que la madre decidió llevárselo en el carro asegurando que era ya un niño grande para hacérselo todo encima.
Me estaba convirtiendo en un monstruo, de ser un alfa que guiaba a mi manada a la batalla, me había convertido en un idiota que asustaba niños en el parque, desde luego París me estaba volviendo loco.
Hundí la cara entre mis manos frotando la cara en ellas hasta que mis dedos se hundieron en mi pelo mostrando mi clara desesperación.
-Necesito una niñera -gruñí entre dientes -el parque saca de mi lo peor.
El parque, una pequeña jungla donde el depredador mas grande devora al mas pequeño. Enarqué una ceja mirando de soslayo como Lobbo jugaba entusiasmado en un arenero con una pala llenándose de arena los zapatos haciendo sobre estos na montaña que luego se sacudía entre risas antes de volver a empezar. A su lado un niño mas grande, le doblaba en tamaño y seguramente también en edad, lanzaba con ese instrumento del mal arena a diestro y siniestro.
Busqué con la mirada al responsable de esa criatura salvaje, no tardé en localizar su olor, el mismo que el crio infernal llevaba en su camiseta.
La mujer hablaba animada con otra madre, ni caso del niño que cada vez se acercaba mas en sus ataques hacia Lobbo.
Ladeé la cabeza escuchando la conversación, al parecer y como no, criticaban a una mujer posiblemente mas guapa, mas joven y que les arrebataba toda la atención, fuere como fuere eso no me interesaba, solo que llamara al orden al pequeño monstruo.
Carraspeé tratando de llamar la atención, algo no muy complicado, era el único puto hombre en un parque plagado de mujeres y mocosos.
Acaparé la atención de muchas, pero por desgracia, la mujer esa estaba demasiado ocupada en otros menesteres.
Lobbo exploto en llanto frotándose los ojos, al parecer el pequeño demonio le había metido arena en esos espasmódicos movimientos que se gastaba con el arma infernal en sus gorditas manos.
Gruñí rabioso, tratando de contener a mi bestia interior.
Por fin la madre lo llamó al orden, algo que no funciono, pues el niño hizo caso omiso, la mujer siguió a los suyo y yo me encendí por dentro.
Me puse en pie, calmo caminé hasta el arenero, allí junto a Lobbo me acuclillé con la mejor de mis sonrisas, revolví el pelo del crio y mis ojos ahora ámbar se clavaron en el gordo del rastrillo que pronto explotó aterrado en llantos.
Eso le enseñaría que aquí yo era el alfa. Ladeé la sonrisa cuando la madre se acercó preocupada por su intenso llanto, ahora si que la muy perra movía su gordo culo para ver a su hijo.
-Debe de haberse metido arena en el ojo, estas armas las carga el demonio -bromeé señalando el rastrillo que aun sujetaba el niño.
Así volví satisfecho a mi banco dejado que Lobbo siguiera jugando en el arenero, el otro niño se había cagado y meado encima, así que la madre decidió llevárselo en el carro asegurando que era ya un niño grande para hacérselo todo encima.
Me estaba convirtiendo en un monstruo, de ser un alfa que guiaba a mi manada a la batalla, me había convertido en un idiota que asustaba niños en el parque, desde luego París me estaba volviendo loco.
Hundí la cara entre mis manos frotando la cara en ellas hasta que mis dedos se hundieron en mi pelo mostrando mi clara desesperación.
-Necesito una niñera -gruñí entre dientes -el parque saca de mi lo peor.
Última edición por Damon Landvik el Lun Mayo 29, 2017 12:17 pm, editado 1 vez
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La simpleza de la niña es cautivadora, la veo sonreír asegurándome que no tiene ningún tipo de problema con la idea de obedecer y que no me preocupe, que aprenderá todo lo que yo le necesite enseñar.
Le revuelvo el pelo, ha dicho que pidió un padre y aunque yo no soy eso, en cierto modo, en eso voy a convertirme para ella.
Brianna no ha cedido en que la niña lleve mi apellido aunque sabe que la oferta sigue en pie, tampoco voy a presionarla, ahora las cosas están bien y me queda un camino largo por delante con Elaine por hacer.
Brianna y yo nos dedicábamos miradas cómplices, caricias mudas disimuladas para que la pequeña que ya había sufrido un cambio bastante importante en su vida tuviera también que lidiar con la relación de su madre con un hombre.
Elaine alegó que ademas de lo mencionado, tenia también un poder distinto a los mencionados.
Enarque una ceja incrédulo
-¿otro poder? ¿que poder? -ese si que me había pillado completamente desprevenido.
La mirada inquisitiva buscando respuesta se hundió en mi por parte de su madre, mi cara de extrañeza lo decía todo mientras me encogía de hombros sin saber que responder.
Pero pronto la misma niña, avispada como un demonio nos saco de dudas.
Mi sonrisa se ensancho negando con la cabeza sin poder evitarlo.
-¿Tan predecibles somos? -le pregunté a la pequeña revolviendo su pelo -me gusta tu madre y ya que lo sabes no veo necesidad de ocultárselo a nadie ¿no? -pregunté a Brianna sin poder dejar de reír.
Los labios de Brianna se acercaron a los míos, esta vez fui yo el que impaciente acorte las distancias que los separaban fundiendonos en un beso suave, necesitado y que no se prolongo en exceso dado que estábamos acompañados.
-Creo que la pequeña alfa tiene razón, no en lo del baño -me excusé pues no quería insinuar que no estuviera tan bella y perfumada como acostumbraba -si no en que nos vendría muy bien lo de irnos a cenar por ahí, celebremos que tu hija esta fuera de peligro, divirtámonos y volvamos tarde, creo que podre arreglármelas para mañana eludir parte de mis responsabilidades matutinas ¿que me dices?
Mildred corroboraba mis palabras y le aseguraba a Brianna que la pequeña estaría muy bien atendida, que les daría la cena a ella y al pequeño Lobbo, que mereciamos después de todo una noche para nosotros.
-No puedes negarte -apunté viendo que las otras dos mujeres de la camara se aliaban conmigo.
Brianna aceptó saliendo de la habitación a regañadientes y haciéndole prometer a Mildred que de pasar algo enviaría a alguien en nuestra búsqueda de inmediato.
Una vez se fue, aun sentado en el lecho saque una caja del bolsillo.
-¿que me dices Elaine? ¿Me das permiso para pedirle matrimonio a tu madre? -le pregunté como quien pregunta la hora.
Yo era un negado para estas cosas, pero creo que el anillo hablaba por mi sobradamente.
Un rubí rojo enmarcado por una ristra de diamantes todo ello engarzado en un anillo de oro.
Mildred ahogó un ilusionado suspiro llevándose las manso a la boca para no hacer ruido, las lagrimas resbalaban por su rostro fruto de la alegría que posiblemente le producía que por fin su alfa y el niño que junto a madre había criado se prometiera.
Esperaba sinceramente que esta vez funcionara, yo también tenia mis propios fantasmas.
Le revuelvo el pelo, ha dicho que pidió un padre y aunque yo no soy eso, en cierto modo, en eso voy a convertirme para ella.
Brianna no ha cedido en que la niña lleve mi apellido aunque sabe que la oferta sigue en pie, tampoco voy a presionarla, ahora las cosas están bien y me queda un camino largo por delante con Elaine por hacer.
Brianna y yo nos dedicábamos miradas cómplices, caricias mudas disimuladas para que la pequeña que ya había sufrido un cambio bastante importante en su vida tuviera también que lidiar con la relación de su madre con un hombre.
Elaine alegó que ademas de lo mencionado, tenia también un poder distinto a los mencionados.
Enarque una ceja incrédulo
-¿otro poder? ¿que poder? -ese si que me había pillado completamente desprevenido.
La mirada inquisitiva buscando respuesta se hundió en mi por parte de su madre, mi cara de extrañeza lo decía todo mientras me encogía de hombros sin saber que responder.
Pero pronto la misma niña, avispada como un demonio nos saco de dudas.
Mi sonrisa se ensancho negando con la cabeza sin poder evitarlo.
-¿Tan predecibles somos? -le pregunté a la pequeña revolviendo su pelo -me gusta tu madre y ya que lo sabes no veo necesidad de ocultárselo a nadie ¿no? -pregunté a Brianna sin poder dejar de reír.
Los labios de Brianna se acercaron a los míos, esta vez fui yo el que impaciente acorte las distancias que los separaban fundiendonos en un beso suave, necesitado y que no se prolongo en exceso dado que estábamos acompañados.
-Creo que la pequeña alfa tiene razón, no en lo del baño -me excusé pues no quería insinuar que no estuviera tan bella y perfumada como acostumbraba -si no en que nos vendría muy bien lo de irnos a cenar por ahí, celebremos que tu hija esta fuera de peligro, divirtámonos y volvamos tarde, creo que podre arreglármelas para mañana eludir parte de mis responsabilidades matutinas ¿que me dices?
Mildred corroboraba mis palabras y le aseguraba a Brianna que la pequeña estaría muy bien atendida, que les daría la cena a ella y al pequeño Lobbo, que mereciamos después de todo una noche para nosotros.
-No puedes negarte -apunté viendo que las otras dos mujeres de la camara se aliaban conmigo.
Brianna aceptó saliendo de la habitación a regañadientes y haciéndole prometer a Mildred que de pasar algo enviaría a alguien en nuestra búsqueda de inmediato.
Una vez se fue, aun sentado en el lecho saque una caja del bolsillo.
-¿que me dices Elaine? ¿Me das permiso para pedirle matrimonio a tu madre? -le pregunté como quien pregunta la hora.
Yo era un negado para estas cosas, pero creo que el anillo hablaba por mi sobradamente.
Un rubí rojo enmarcado por una ristra de diamantes todo ello engarzado en un anillo de oro.
Mildred ahogó un ilusionado suspiro llevándose las manso a la boca para no hacer ruido, las lagrimas resbalaban por su rostro fruto de la alegría que posiblemente le producía que por fin su alfa y el niño que junto a madre había criado se prometiera.
Esperaba sinceramente que esta vez funcionara, yo también tenia mis propios fantasmas.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Elaine observó el anillo y puso carita pensativa.
— tienes mi permiso, pero seguro que te dice que no o que pone excusas. No debes creerla aunque te diga eso, sé que te quiere, la veo cuando te mira y se cree que no me doy cuenta. Siempre vive con miedo a que me pase algo, o a perderlo todo y que estemos en la calle otra vez… cuando pasa algo bueno no se lo cree y le da miedo.
La niña estaba poniendo todas las cartas sobre la mesa. Normalmente si su madre le decía que fuera discreta y que no dijera nada, no lo hacía, pero veía lo que Brianna podía perder, y esta vez, jugaría en contra de de ella y a favor de Damon, porque sabía que el peor enemigo de su madre era ella misma. El huracán Landvik había volteado sus vidas poniéndolas patas arriba, y la pequeña estaba motivada a lanzarse sin miedo al ojo del huracán, sólo quedaba derribar las barreras que Brianna se había autoimpuesto y le gustase o no, en esa labor se iba a aliar con Damon. Era por su propio bien.
Ciertamente Brianna necesitaba un baño, las horas de tensión se diluirían en el agua caliente y por fin podría respirar relajada. Salir y divertirse no era lo que más le apetecía a su derrotado cuerpo, pero su mente lo vio bastante bien, pasar unas horas alejada de todo lo que había sucedido le vendría bien.
Confiaba en Mildred para el cuidado de Elaine, y en Francesco y Piero para protegerlas en caso de ataque. Los hombres de Damon eran fuertes y leales y ahora ya sabía que además eran licántropos, estarían a salvo de cualquier mal, pues Brianna no sabía todavía que existían otras criaturas como los vampiros y los cambiantes y le parecía que los lobos estaban en la cima de la evolución.
Se puso un vestido verde oscuro con escote cuadrado y pequeñas mangas de farol, recogiendo su melena azabache en unas trenzas recogidas en la nuca. No llevaba joyas, mayormente porque no tenía ninguna a excepción de las que le regaló Mildred para la noche del baile en la que todo se precipitó y tan sólo unos discretos aritos en los lóbulos de la orejas, básicamente para que no se cerrasen los orificios. Ajena a lo que sucedía en el cuarto de Elaine, se pellizcó las mejillas para que tuvieran algo de color y bajó en busca de Damon. Éste se había marchado a arreglarse y encontró a la niña y a Mildred jugando una partida de damas. Le dio un beso de buenas noches y le pareció entrever una sonrisilla cómplice con la mujer, pero no hizo caso, a saber que travesura estarían tramando. Fuera la que fuera, le parecía bien, porque eso significaba que por fin estaría curada y haciendo cosas de niños.
Se encontró con Damon en el hall; como siempre él iba elegante, porque la percha le acompañaba, le sonrió y se prendió de su brazo, estaba tan feliz que en ese momento lo habría acompañado hasta el fin del mundo. Se marcharon en un carruaje y una vez dentro del habitáculo se cambió de asiento y se colocó sobre las rodillas de Damon pasándole la manos alrededor del cuello. Le acarició la nuca suavemente respirando hondo.
— Damon, estoy tan feliz de ver a Elaine tan llena de vida…que me parece un milagro. Estos días han sido muy duros y apenas hemos podido hablar.— se palpó el labio inferior donde todavía estaba el corte del golpe recibido en las mazmorras.— siento haber abandonado mis obligaciones, me pondré en marcha mañana mismo, no quiero que todo esto te pase factura a ti… pero quiero saber… ¿cómo lo llevas tú? es decir… sé que aprecias a Elaine y que me has ofrecido varias veces que lleve tu apellido…pero no deja de ser un cúmulo de responsabilidades y yo… no quiero ser una carga más. Cuando te veo tan agotado como ayer…me pregunto qué pasaría si tú desfalleces y me dan escalofríos hasta pensarlo. Llevas demasiado peso sobre tus hombros.
Era una mujer preocupada por quienes amaba, dispuesta a redoblar sus esfuerzos y sacar energía de donde no la había con tal de aligerar el peso de los demás. Estaba ya tan acostumbrada a llevar las cargas y responsabilidades sobre sus espaldas que se encontraba extraña cuando recibía mimos, cuidados y consideración, cuando le planteaban diversión sin preocupaciones. Por nada del mundo quería ver a Damon agobiado, si Elaine se convertía en otra responsabilidad más, ella lo compensaría aligerandole el resto de tareas.
— tienes mi permiso, pero seguro que te dice que no o que pone excusas. No debes creerla aunque te diga eso, sé que te quiere, la veo cuando te mira y se cree que no me doy cuenta. Siempre vive con miedo a que me pase algo, o a perderlo todo y que estemos en la calle otra vez… cuando pasa algo bueno no se lo cree y le da miedo.
La niña estaba poniendo todas las cartas sobre la mesa. Normalmente si su madre le decía que fuera discreta y que no dijera nada, no lo hacía, pero veía lo que Brianna podía perder, y esta vez, jugaría en contra de de ella y a favor de Damon, porque sabía que el peor enemigo de su madre era ella misma. El huracán Landvik había volteado sus vidas poniéndolas patas arriba, y la pequeña estaba motivada a lanzarse sin miedo al ojo del huracán, sólo quedaba derribar las barreras que Brianna se había autoimpuesto y le gustase o no, en esa labor se iba a aliar con Damon. Era por su propio bien.
Ciertamente Brianna necesitaba un baño, las horas de tensión se diluirían en el agua caliente y por fin podría respirar relajada. Salir y divertirse no era lo que más le apetecía a su derrotado cuerpo, pero su mente lo vio bastante bien, pasar unas horas alejada de todo lo que había sucedido le vendría bien.
Confiaba en Mildred para el cuidado de Elaine, y en Francesco y Piero para protegerlas en caso de ataque. Los hombres de Damon eran fuertes y leales y ahora ya sabía que además eran licántropos, estarían a salvo de cualquier mal, pues Brianna no sabía todavía que existían otras criaturas como los vampiros y los cambiantes y le parecía que los lobos estaban en la cima de la evolución.
Se puso un vestido verde oscuro con escote cuadrado y pequeñas mangas de farol, recogiendo su melena azabache en unas trenzas recogidas en la nuca. No llevaba joyas, mayormente porque no tenía ninguna a excepción de las que le regaló Mildred para la noche del baile en la que todo se precipitó y tan sólo unos discretos aritos en los lóbulos de la orejas, básicamente para que no se cerrasen los orificios. Ajena a lo que sucedía en el cuarto de Elaine, se pellizcó las mejillas para que tuvieran algo de color y bajó en busca de Damon. Éste se había marchado a arreglarse y encontró a la niña y a Mildred jugando una partida de damas. Le dio un beso de buenas noches y le pareció entrever una sonrisilla cómplice con la mujer, pero no hizo caso, a saber que travesura estarían tramando. Fuera la que fuera, le parecía bien, porque eso significaba que por fin estaría curada y haciendo cosas de niños.
Se encontró con Damon en el hall; como siempre él iba elegante, porque la percha le acompañaba, le sonrió y se prendió de su brazo, estaba tan feliz que en ese momento lo habría acompañado hasta el fin del mundo. Se marcharon en un carruaje y una vez dentro del habitáculo se cambió de asiento y se colocó sobre las rodillas de Damon pasándole la manos alrededor del cuello. Le acarició la nuca suavemente respirando hondo.
— Damon, estoy tan feliz de ver a Elaine tan llena de vida…que me parece un milagro. Estos días han sido muy duros y apenas hemos podido hablar.— se palpó el labio inferior donde todavía estaba el corte del golpe recibido en las mazmorras.— siento haber abandonado mis obligaciones, me pondré en marcha mañana mismo, no quiero que todo esto te pase factura a ti… pero quiero saber… ¿cómo lo llevas tú? es decir… sé que aprecias a Elaine y que me has ofrecido varias veces que lleve tu apellido…pero no deja de ser un cúmulo de responsabilidades y yo… no quiero ser una carga más. Cuando te veo tan agotado como ayer…me pregunto qué pasaría si tú desfalleces y me dan escalofríos hasta pensarlo. Llevas demasiado peso sobre tus hombros.
Era una mujer preocupada por quienes amaba, dispuesta a redoblar sus esfuerzos y sacar energía de donde no la había con tal de aligerar el peso de los demás. Estaba ya tan acostumbrada a llevar las cargas y responsabilidades sobre sus espaldas que se encontraba extraña cuando recibía mimos, cuidados y consideración, cuando le planteaban diversión sin preocupaciones. Por nada del mundo quería ver a Damon agobiado, si Elaine se convertía en otra responsabilidad más, ella lo compensaría aligerandole el resto de tareas.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Localización : al lado del hombre al que ama
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Nos encontramos en el hall, ella iba como de costumbre preciosa, con esa elegancia que la caracterizaba y que nunca caía en la provocación, en mostrar de mas para estar guapa.
Brianna era una mujer distinguida, una que con muy poco se sacaba partido, ademas era valiente, fuerte y obstinada aunque como su hija me había dicho también era su peor enemigo.
Iba preparado para un no, desde que le había propuesto lo de cambiar el apellido de la niña por le mio no había recibido mas que excusas, entendía sus motivos pero algún día tendría que dejarse llevar.
Estaba acostumbrada a ser ella quien cuidara de los demás, tal era así que olvidaba que también yo quería cuidar de ella.
Subimos al carruaje y con un golpe en la parte alta del techo este se puso en marcha rumbo a un restaurante italiano que había en París, quizás no era el mejor de todos, de echo era bastante sencillo, pero..pensé que dadas las circunstancias traerle un trozo de mi tierra al a suya seria al menos algo que recordaría.
Nada mas emprendimos el camino abandonó su asiento, para en la clandestinidad que nos ofrecía aquel espacio reducido, sentarse sobre piernas con una sonrisa amplia en sus labios ligeramente maquillados.
-Te he dicho que estas preciosa -la interrumpí -hoy no quiero hablar de trabajo ¿me haces esa concesión Brianna?
Ella siempre estaba pensando en mi, en si seria demasiada carga, en que quería ayudarme con todo, que me veía agotado.
-Brianna, estoy acostumbrado como tu, a cargar con el peso de muchas cosas sobre mis hombros, admito que a veces acabo cansado, incluso en mas de una ocasión solo quiero ser un hombre normal que va a una taberna se emborracha y vuelve a casa ebrio.
Hay muchas cosas que no puedo permitirme Brianna y no por ti y tu hija, si no porque de mi depende una manada, mi familia.
Fui educado y criado para esto, por eso soy el alfa y aunque a veces la responsabilidad pesa, puedo con ella -susurré contra sus labios – siento si caí muerto la otra noche, te juro que me escitas muchísimo, pero no se, estábamos besándonos, me acariciabas la espalda, acabe recostándome y sin darme cuenta me dormí.
La atraje de la cintura dejando que mi lengua saqueara su boca hambrienta, paladeando aquel sabor a fruta madura y a carmín de grosellas.
-Hoy te lo recompensaré -musité contra sus labios con delicadeza, es una promesa.
El carruaje se detuvo y el cochero no tardó en abrirnos la puerta para ayudar a la dama a bajar posando su pie en le peldaño y finalmente en la acera.
Bajé tras ella ofreciéndole mi brazo para así adentrarnos juntos en el restaurante que había elegido.
La primera sorpresa es que había sido cerrado para nosotros, todo estaba en penumbra, iluminado por unas velas.
Una única mesa en el centro, mantel rojo y blanco a cuadros y el candelabro de dos velas sobre ella.
Petalos rojos y blancos por el suelo formaban una delicada alfombra y una orquesta que tocaba lenta una sinfonía muy propia de mi tierra.
-Espero que esté a la altura de las circunstancias, solo quería...darte las gracias por irrumpir en mi vida -apunté ayudándola a tomar asiento.
El camarero no tardó en acudir a nuestro encuentro, lo saludé de forma afectuosa, era el dueño del restaurante, un compadre de mi tierra que como yo también era licantropo.
Trajo la mejor botella de vino que tenia y le aseguré que pronto seria la de nuestro viñedo la que serviría, unas bromas después el hombre de pelo cano nos abandono para que disfrutáramos no solo de nuestra mutua compañía, si no del ambiente, música y una cena que estaba realmente deliciosa.
Brianna era una mujer distinguida, una que con muy poco se sacaba partido, ademas era valiente, fuerte y obstinada aunque como su hija me había dicho también era su peor enemigo.
Iba preparado para un no, desde que le había propuesto lo de cambiar el apellido de la niña por le mio no había recibido mas que excusas, entendía sus motivos pero algún día tendría que dejarse llevar.
Estaba acostumbrada a ser ella quien cuidara de los demás, tal era así que olvidaba que también yo quería cuidar de ella.
Subimos al carruaje y con un golpe en la parte alta del techo este se puso en marcha rumbo a un restaurante italiano que había en París, quizás no era el mejor de todos, de echo era bastante sencillo, pero..pensé que dadas las circunstancias traerle un trozo de mi tierra al a suya seria al menos algo que recordaría.
Nada mas emprendimos el camino abandonó su asiento, para en la clandestinidad que nos ofrecía aquel espacio reducido, sentarse sobre piernas con una sonrisa amplia en sus labios ligeramente maquillados.
-Te he dicho que estas preciosa -la interrumpí -hoy no quiero hablar de trabajo ¿me haces esa concesión Brianna?
Ella siempre estaba pensando en mi, en si seria demasiada carga, en que quería ayudarme con todo, que me veía agotado.
-Brianna, estoy acostumbrado como tu, a cargar con el peso de muchas cosas sobre mis hombros, admito que a veces acabo cansado, incluso en mas de una ocasión solo quiero ser un hombre normal que va a una taberna se emborracha y vuelve a casa ebrio.
Hay muchas cosas que no puedo permitirme Brianna y no por ti y tu hija, si no porque de mi depende una manada, mi familia.
Fui educado y criado para esto, por eso soy el alfa y aunque a veces la responsabilidad pesa, puedo con ella -susurré contra sus labios – siento si caí muerto la otra noche, te juro que me escitas muchísimo, pero no se, estábamos besándonos, me acariciabas la espalda, acabe recostándome y sin darme cuenta me dormí.
La atraje de la cintura dejando que mi lengua saqueara su boca hambrienta, paladeando aquel sabor a fruta madura y a carmín de grosellas.
-Hoy te lo recompensaré -musité contra sus labios con delicadeza, es una promesa.
El carruaje se detuvo y el cochero no tardó en abrirnos la puerta para ayudar a la dama a bajar posando su pie en le peldaño y finalmente en la acera.
Bajé tras ella ofreciéndole mi brazo para así adentrarnos juntos en el restaurante que había elegido.
La primera sorpresa es que había sido cerrado para nosotros, todo estaba en penumbra, iluminado por unas velas.
Una única mesa en el centro, mantel rojo y blanco a cuadros y el candelabro de dos velas sobre ella.
Petalos rojos y blancos por el suelo formaban una delicada alfombra y una orquesta que tocaba lenta una sinfonía muy propia de mi tierra.
-Espero que esté a la altura de las circunstancias, solo quería...darte las gracias por irrumpir en mi vida -apunté ayudándola a tomar asiento.
El camarero no tardó en acudir a nuestro encuentro, lo saludé de forma afectuosa, era el dueño del restaurante, un compadre de mi tierra que como yo también era licantropo.
Trajo la mejor botella de vino que tenia y le aseguré que pronto seria la de nuestro viñedo la que serviría, unas bromas después el hombre de pelo cano nos abandono para que disfrutáramos no solo de nuestra mutua compañía, si no del ambiente, música y una cena que estaba realmente deliciosa.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
El ambiente era muy tranquilo y acogedor, lleno de detalles sencillos y rústicos, la luz de las velas producía el efecto irreal de que las paredes temblasen como su propio corazón expectante. Era como una pequeña burbuja en mitad de una vida tan cargada del peso de las responsabilidades y la mala suerte. Los músicos interpretaban unas melodías que la transportaron a Venecia, el único lugar del extranjero que conocía y por primera vez en mucho tiempo, sintió como si la vida pudiera estar llena de canciones, llena de algo más que el inevitable paso del tiempo mientras intentaba sobrevivir.
Damon bromeó con el dueño del restaurante que les sirvió vino; quizás su fino paladar detectó que no era el mejor vino de París, pero su cerebro se negó a pensar en algo así en ese momento, porque ciertamente todo estaba maravillosamente bien. Alargó la mano sobre el mantel y la recostó sobre la de Damon sonriéndole.
— ¿sabes que? es mi primera cita en verdad, a mi edad...y todo es perfecto. Gracias por esta velada y...gracias por... por todo. Por ser así, tal y como eres, por regalarme los momentos que me has dado hasta ahora... por dejarme irrumpir en tu vida.
El camarero les trajo unos entrantes tipicos italianos, como carpaccio de buey, embutidos y aceitunas. Todo tenía una pinta excelente y un sabor potente y sencillo como todo lo que salía de aquella maravillosa tierra a la que le gustaría volver. Ciertamente tenía hambre, una vez deshechos los nudos de ansiedad, su cuerpo clamaba por el sustento que le había sido negado. Mientras cenaban y la conversación se centraba en lo bueno que estaba todo y la gastronomía italiana, se fijó en pequeños detalles que no le habían pasado desapercibidos, pero que ahora era como redescubrirlos; cuando sonreía de medio lado Damon arrugaba levemente el ceño, y si lo hacía ampliamente sus ojos se sesgaban de una forma que le daba un aire pillo y encantador. Cuando estaba atento a algo su expresión determinada se acababa convirtiendo en el reflejo de la emoción que el asunto requiriese. Era como un libro abierto y ella podía leerlo. ¿Cuántas desearían estar en su lugar ahora mismo? ¡Ah! que se fueran al infierno!! por una miserable vez algo le salía bien, ya era hora de aceptar los regalos del destino.
Tenía la mirada fija en su rostro mientras su manos pinchaban y cortaban, viéndolo hablar y contarle algo, aunque no lo estaba escuchando, estaba presa de aquellas reflexiones y de la vista que tenía en frente, de cada centímetro de espacio que él ocupaba, cuando Damon le preguntó algo. ¡Demonios! estaba abstraída y no había escuchado la pregunta. Carraspeó.
— ehm... perdona... me quedé atrapada en tu ojos un segundo... es igual. ¿Puedes repetirme la pregunta?
Damon bromeó con el dueño del restaurante que les sirvió vino; quizás su fino paladar detectó que no era el mejor vino de París, pero su cerebro se negó a pensar en algo así en ese momento, porque ciertamente todo estaba maravillosamente bien. Alargó la mano sobre el mantel y la recostó sobre la de Damon sonriéndole.
— ¿sabes que? es mi primera cita en verdad, a mi edad...y todo es perfecto. Gracias por esta velada y...gracias por... por todo. Por ser así, tal y como eres, por regalarme los momentos que me has dado hasta ahora... por dejarme irrumpir en tu vida.
El camarero les trajo unos entrantes tipicos italianos, como carpaccio de buey, embutidos y aceitunas. Todo tenía una pinta excelente y un sabor potente y sencillo como todo lo que salía de aquella maravillosa tierra a la que le gustaría volver. Ciertamente tenía hambre, una vez deshechos los nudos de ansiedad, su cuerpo clamaba por el sustento que le había sido negado. Mientras cenaban y la conversación se centraba en lo bueno que estaba todo y la gastronomía italiana, se fijó en pequeños detalles que no le habían pasado desapercibidos, pero que ahora era como redescubrirlos; cuando sonreía de medio lado Damon arrugaba levemente el ceño, y si lo hacía ampliamente sus ojos se sesgaban de una forma que le daba un aire pillo y encantador. Cuando estaba atento a algo su expresión determinada se acababa convirtiendo en el reflejo de la emoción que el asunto requiriese. Era como un libro abierto y ella podía leerlo. ¿Cuántas desearían estar en su lugar ahora mismo? ¡Ah! que se fueran al infierno!! por una miserable vez algo le salía bien, ya era hora de aceptar los regalos del destino.
Tenía la mirada fija en su rostro mientras su manos pinchaban y cortaban, viéndolo hablar y contarle algo, aunque no lo estaba escuchando, estaba presa de aquellas reflexiones y de la vista que tenía en frente, de cada centímetro de espacio que él ocupaba, cuando Damon le preguntó algo. ¡Demonios! estaba abstraída y no había escuchado la pregunta. Carraspeó.
— ehm... perdona... me quedé atrapada en tu ojos un segundo... es igual. ¿Puedes repetirme la pregunta?
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Me eche a reír cuando Brianna aseguró que no me estaba escuchando nada de lo que le decía.
-Tan aburrido soy -bromeé llevando nuevamente la copa de vino a mis labios para dar un trago.
La comida estaba deliciosa, los dos estábamos muy a gusto, las caricias de nuestras manos se sucedían enredando nuestros dedos suavemente sin tener por fin que ocultarnos ante nadie.
Gran responsabilidad si esta es tu primera cita, aunque algo me dice que para bien o para lo contrario va a ser inolvidable.
Con gesto de mi mano fue traída una botella de champan, así como un violinista se acercó a nosotros haciendo callar al resto de instrumentos para dedicarnos un laborioso solo que concluyó cuando mi mano fue al chaqué y de el bolsillo interior saqué una pequeña caja que abrí ante los faros de Brianna.
-No podrás decir que no soy tenaz con lo que quiero -susurré clavando mi rodilla en el suelo tras hacer la silla a un lado -Cásate conmigo Brianna ¿quieres?
Allí clavado me quede caja en mano ofreciéndole ese anillo con un rubí rojo como el fuego rodeado por diamantes engarzados en oro.
En mi cabeza retumbaba las palabras de Elaine, me diría que no, de echo ya lo había hecho cuando le pedí que me permitiera dar mi apellido a la niña.
Estaba nervioso y mis ojos ámbar centellearon fruto de la tensión que ese instante requería.
Pestañeé varias veces para que regresaran a su habitual tono pardo.
Siempre creí que la antesala a una gesta era el instante mas complicado, ese en el que te das cuenta de que muchos de los tuyos puede que no vuelvan y que en parte como líder ponen su vida, fe y confianza en tus manos,
Este instante era parecido a ese, porque por mi mente mil sensaciones se arremolinaban mientras sus esmeraldas fijas en el anillo parecían valorar incrédulas mis palabras.
-Tan aburrido soy -bromeé llevando nuevamente la copa de vino a mis labios para dar un trago.
La comida estaba deliciosa, los dos estábamos muy a gusto, las caricias de nuestras manos se sucedían enredando nuestros dedos suavemente sin tener por fin que ocultarnos ante nadie.
Gran responsabilidad si esta es tu primera cita, aunque algo me dice que para bien o para lo contrario va a ser inolvidable.
Con gesto de mi mano fue traída una botella de champan, así como un violinista se acercó a nosotros haciendo callar al resto de instrumentos para dedicarnos un laborioso solo que concluyó cuando mi mano fue al chaqué y de el bolsillo interior saqué una pequeña caja que abrí ante los faros de Brianna.
-No podrás decir que no soy tenaz con lo que quiero -susurré clavando mi rodilla en el suelo tras hacer la silla a un lado -Cásate conmigo Brianna ¿quieres?
Allí clavado me quede caja en mano ofreciéndole ese anillo con un rubí rojo como el fuego rodeado por diamantes engarzados en oro.
En mi cabeza retumbaba las palabras de Elaine, me diría que no, de echo ya lo había hecho cuando le pedí que me permitiera dar mi apellido a la niña.
Estaba nervioso y mis ojos ámbar centellearon fruto de la tensión que ese instante requería.
Pestañeé varias veces para que regresaran a su habitual tono pardo.
Siempre creí que la antesala a una gesta era el instante mas complicado, ese en el que te das cuenta de que muchos de los tuyos puede que no vuelvan y que en parte como líder ponen su vida, fe y confianza en tus manos,
Este instante era parecido a ese, porque por mi mente mil sensaciones se arremolinaban mientras sus esmeraldas fijas en el anillo parecían valorar incrédulas mis palabras.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
- Spoiler:
El violinista se acercó y les regaló una serenata privada, la cena estaba siendo muy romántica, tenían el local para ellos solos, para poder hablar, reir y disfrutar sin ojos suspicaces, sin miradas de reojo. Por una noche podían ser sólo Damon y Brianna, y no el conde y la trepa que quería cazarlo. Habitaban clases sociales diferentes y ese escalón a Brianna le suponía un escollo enorme antes de todo lo que había sucedido. Pero cuando se miraba a la muerte tan de cerca, cuando la injusticia arrasaba con todo el aplomo y las ganas de luchar, se veía la vida con otra perspectiva. Ambos compartían secretos, ambos creían en la institución de la familia, ambos anteponían el deber a cualquier ambición personal... y por todas esas cosas podían estar bien juntos.
Lo que no imaginaba Brianna es que Damon sacara una cajita, que a todas luces se trataba de una joya, e hincase la rodilla en el suelo. Cuando vivían en sus viñedos y las cosas iban bien, ella y sus hermanas fantaseaban de cómo sería sus respectivas pedidas. Su hermana mayor acabó en un convento y la mediana casada con un molinero; ella, la pequeña, había sido la guinda del pastel al ser madre soltera. Echando la vista atrás lo que habían imaginado aquellas tres jóvenes se había visto truncado por el destino de múltiples maneras. Brianna aprendió a fuerza de desventuras, a no soñar, a no imaginar, a no desear.
Y de pronto se encontraba con aquellos ojos pardos mirándola, preguntándole si quería pasar el resto de su vida a su lado, prometiéndole más cenas como aquella, más abrazos y besos cálidos sin tener que ser a escondidas como un sucio secreto. Fue tan sumamente inesperado que todo su ser colapsó en un momento. No se podía decir que no fuera tenaz, ciertamente, porque estaba teniendo mucha paciencia con ella y con Elaine, le había abierto las puertas de su casa, le había ofrecido una oportunidad laboral incuestionable y ahora le hacía la pregunta que toda mujer deseaba escuchar una sóla vez en la vida; que esa pregunta fuera formulada por los labios amados y que jamás tuviera que repetirse porque sería síntoma de un largo y dichoso matrimonio.
De pronto todas sus dudas, todas las emociones contenidas en aquel tiempo explotaron a la vez, agitándose y mezclándose en su cabeza dejándola sin aliento. ¿Qué pesaría más para emitir su respuesta? ¿su sentido común que le gritaba que lo dejase en paz porque sólo le causaría problemas por su reputación? ¿su sentido de la responsabilidad que le decía que ella no podía estar a la altura de un líder de una manada de licántropos? ¿sus miedos como mujer que había sido abandonada y pisoteada? ¿o quizás sus propios sentimientos?
Su rostro estupefacto palideció para luego encenderse en un fogonazo de rubor. Algo se rebeló en su interior, algo que mordía y arañaba con furia. Era la Brianna que fue y que con el tiempo desapareció bajo capas y capas de desgracias. Esa Brianna no se conformaba con ser la eterna sombra, la sempiterna desdichada. Tenía delante al hombre que amaba y le estaba ofreciendo su corazón en esa caja. Esa Brianna rugió feroz en sus entrañas y la obligó a despegar los labios y contestar.
— Debo de haber perdido la cabeza pero... sí...¡Sí!... no puedo creerlo...he dicho que si...— en ese instante sintió el vértigo en el estomágo, esa era la mayor locura de su vida. Acababa de prometerse a un hombre con el que realmente se encontraba muy a gusto, pero apenas se empezaban a conocer, y habían más contras que pros. A la Brianna triunfadora le daba igual, se sentía pletórica, por fin hacía algo que realmente deseaba, por fin se dejaba llevar, y por fin sentía que era el momento de soltar todos esos lastres y vivir de verdad al lado de Damon, disfrutar del día a día, de su compañía, de sus ojos cambiantes, de sus gestos; tener una vida como mujer, como persona, como madre y como señora de su casa o de su viñedo o de lo que fuera.
Las manos le temblaban así se la ofreció a Damon, que seguramente tuviera mejor pulso en ese momento y cuando éste deslizó el anillo en su dedo, se levantó del asiento, aún temblorosa, y tiró de él para que se elevase también y poder abrazarlo y besarlo.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Brianna temblaba como una hoja impulsada por el viento de Otoño, no apartaba su mirada de la mía como si pretendiera leer la verdad que encerraban mis ojos.
Era cierto que apenas nos conocíamos, que mucho teníamos que saber del otro, pero eso no quitaba ni por un instante que juntos estábamos muy bien, nos complementábamos y sin duda alguna era la mujer que buscaba.
Su si me hizo ensanchar la sonrisa, deslicé la joya con tibieza por su dedo mientras sus faros guiaban mi barco a puerto.
Prometido, estaba seguro de que esta vez nada podría fastidiar lo nuestro, ella sabia lo que yo era, aceptaba mi condición como yo la suya, sin duda esto funcionaria.
Se alzó y nos fundimos en un abrazo cargado de sentimiento, nuestros labios acortaron la distancia presos de la felicidad que nos embarcaba incapaces de dejar de tocarnos, perdiendo incluso las formas ante aquella orquesta que ahora aplaudía por la feliz noticia de la que eran testigo.
Pero como siempre la dicha no duró demasiado, la puerta fue golpeada por uno de mis hombres y el dueño del local abrió raudo para que el mensajero pasara.
Enarqué una ceja al ver entrar a Leandro con una carta sellada con el sello real de mi tía, reina de Rumanía.
Todos sabían de la importancia que tenia hoy esa cita con Brinna, así que si era interrumpido es porque eso que traía debía tener la importancia necesaria.
Abrí el sello mirando con preocupación cada una de las letras escritas del puño y leras de la hermana de mi madre.
Contrajo matrimonio joven con el rey de Rumanía así que en pocas ocasiones la había visto, aunque era cierto que era su único sobrino y por tanto y según las letras de ese manuscrito, su heredero.
Mis ojos se abrieron presos de la sorpresa por aquello que leía, era incapaz de entender o dar veracidad a cada una de esas letras.
Alegaba que como no había encontrado prometida durante todo este tiempo y conocía la preocupación de mi madre, recientemente fallecida sobre este respecto había acordado una boda de conveniencia y que así ambos ocuparíamos el trono.
Que si estaba leyendo esas lineas es porque ella ya no estaba en este mundo, pero que todo lo había hecho por mi bien y que esperaba pudiera perdonar el lio en el que en parte me había metido.
Mis ojos ámbar centellearon presos de la rabia, si bien era cierto que la manada de mi tía ahora me pertenecía y con ella la obligación de llevarla, era igual de cierto que quería a Brianna y no estaba dispuesto a renunciar a ella por ningún motivo, no ahora que había encontrado la felicidad a su lado.
No quería engañarla, así que le pase la carta mientras tomaba asiento en la silla hundiendo mis dedos en mi pelo y restregando las palmas por mi cara fruto de la desesperación que sentía.
-No me dejes Brianna -supliqué incapaz de mirarla -lo solucionaré.
Era cierto que apenas nos conocíamos, que mucho teníamos que saber del otro, pero eso no quitaba ni por un instante que juntos estábamos muy bien, nos complementábamos y sin duda alguna era la mujer que buscaba.
Su si me hizo ensanchar la sonrisa, deslicé la joya con tibieza por su dedo mientras sus faros guiaban mi barco a puerto.
Prometido, estaba seguro de que esta vez nada podría fastidiar lo nuestro, ella sabia lo que yo era, aceptaba mi condición como yo la suya, sin duda esto funcionaria.
Se alzó y nos fundimos en un abrazo cargado de sentimiento, nuestros labios acortaron la distancia presos de la felicidad que nos embarcaba incapaces de dejar de tocarnos, perdiendo incluso las formas ante aquella orquesta que ahora aplaudía por la feliz noticia de la que eran testigo.
Pero como siempre la dicha no duró demasiado, la puerta fue golpeada por uno de mis hombres y el dueño del local abrió raudo para que el mensajero pasara.
Enarqué una ceja al ver entrar a Leandro con una carta sellada con el sello real de mi tía, reina de Rumanía.
Todos sabían de la importancia que tenia hoy esa cita con Brinna, así que si era interrumpido es porque eso que traía debía tener la importancia necesaria.
Abrí el sello mirando con preocupación cada una de las letras escritas del puño y leras de la hermana de mi madre.
Contrajo matrimonio joven con el rey de Rumanía así que en pocas ocasiones la había visto, aunque era cierto que era su único sobrino y por tanto y según las letras de ese manuscrito, su heredero.
Mis ojos se abrieron presos de la sorpresa por aquello que leía, era incapaz de entender o dar veracidad a cada una de esas letras.
Alegaba que como no había encontrado prometida durante todo este tiempo y conocía la preocupación de mi madre, recientemente fallecida sobre este respecto había acordado una boda de conveniencia y que así ambos ocuparíamos el trono.
Que si estaba leyendo esas lineas es porque ella ya no estaba en este mundo, pero que todo lo había hecho por mi bien y que esperaba pudiera perdonar el lio en el que en parte me había metido.
Mis ojos ámbar centellearon presos de la rabia, si bien era cierto que la manada de mi tía ahora me pertenecía y con ella la obligación de llevarla, era igual de cierto que quería a Brianna y no estaba dispuesto a renunciar a ella por ningún motivo, no ahora que había encontrado la felicidad a su lado.
No quería engañarla, así que le pase la carta mientras tomaba asiento en la silla hundiendo mis dedos en mi pelo y restregando las palmas por mi cara fruto de la desesperación que sentía.
-No me dejes Brianna -supliqué incapaz de mirarla -lo solucionaré.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Cuando Leandro entró portando una misiva, no dudó en que era algo de vital importacia, tanto por su gesto como por el de Damon. Todavía no atisbaba a saber cómo de complicado era ser el alfa de una manada de licántropos. Entendía de negocios, de asuntos burocráticos de la nobleza y de todos los entresijos que la alta sociedad llevaba entre manos, pero dudaba que esa intromisión tuviera que ver con negocios o papeleos que podían dejarse para después.
Esperó pacientemente a que Damon la leyera, y fue observando la forma en que su gesto cambiaba conforme sus ojos volaban sobre aquellas líneas. Tensó la mandibula y apretó los dientes...no eran buenas noticias. Por un momento el corazón de dio un vuelco y se llevó el puño allí ¿habría pasado algo en la mansión? ¿estaría Elaine a salvo?. De nuevo una vieja amiga, la sensación de angustia la recorrió y cuando Damon le pasó el papel lo leyó con avidez.
Rumanía, corona, compromiso, boda...¿de qué estaba hablando? Cuando se cercioró de que la nota no contenía el nombre de su hija por ningun sitio, la releyó de nuevo y se le cayó el alma a los pies. Damon estaba prometido, su matrimonio lo habían concertado de forma ajena a él y debía aceptarlo, pues era la herencia que le dejaba su tia.
Por unos instantes se le heló la sangre en el cuerpo. Acababa de pedirle matrimonio, ella había aceptado y ese futuro brillante entre ellos que había vislumbrado por unos minutos, de nuevo se desmoronaba y se sumía en tinieblas.
Ciertamente no podía culpar a Damon, a él le había caído el jarro de agua fría tan inesperadamente como a ella; realmente de quién fuera la culpa daba igual, era una jodida mierda.
Se sentó a su lado dejando la carta doblada y plegada de nuevo dentro del sobre, empujándola en la mesa unos centímetros, como si no la quiesiera cerca. Estaba claro, a ella le estaba vetado soñar, tenía prohibido tener ilusiones porque siempre que lo hacía, acababan mal y ella de nuevo tenía que recoger los pedazos de su corazón y marcharse. Esta vez no quería irse, pero las expectativas de futuro cada vez eran más angostas y la oprimían cual soga al cuello. Damon le dijo que lo arreglaría, que no lo dejara. Le daría el voto de confianza, ya conocía sus sentimientos hacia ella y estaba segura de que pelearía hasta la extenuacion por conseguir lo que quería.
— es una situación complicada... y este compromiso puede ponerte en peligro.— se quitó el anillo y lo guardó en la cajita haciendo un esfuerzo titánico por no llorar. A ella también la habían educado para soportar las adversidades con la barbilla alta.— lo guardaré como la promesa que es, y te esperaré.
Acababa de recibir un duro mazazo, si Damon se veía obligado a aceptar ese matrimonio, por mucho que la amase a ella, no podrían estar juntos. No como se debía estar, a la luz de todas las miradas, sin tener que verse en secreto. No podrían tener una familia porque sus hijos siempre serían bastardos, serían el enemigo a batir por los hijos que engendraría con su mujer. Porque los habría. Podría no haber amor, ser todo un negocio... pero lo de tener herederos era innegociable, siempre lo era. Conocía a multitud de nobles casados por conveniencia o arreglo. Vivían sus vidas con sus amantes y de cara a la sociedad, se hacía como que no lo sabían cuando eran secretos a voces. Se las toleraba, se las envidiaba porque a menudo conseguían bienes y una vida más cómoda que la de la propia esposa que tenía un sinfín de responsabilidades. Pero por contra, las cortesanas eran repudiadas, apestadas sociales, nadie las tenía en cuenta para invitarlas ya que eran la vergüenza personificada. No quería ser su sucio secreto, pensaba que ya habían dejado atrás esa fase, pero de nuevo regresaba a la casilla de salida.
Suspiró y pasó su mano por la nuca de Damon en uan caricia tibia de consuelo.
— Vámonos, se hace tarde y mañana los problemas seguirán ahí.— cogió la cajita entre sus manos, pensaba guardarla como le había dicho y esperar el tiempo que fuera necesario hasta que las cosas se movieran en una dirección u otra. Ella no podía hacer nada más que esperar y decidir.
En el coche estuvo pensativa, apretando la cajita entre las manos. Si las leyes de la manada de Damon obligaban a quien fuera su esposa a ser un lobo ¿estaría dispuesta esa mujer a dejarse morder? ¿lo sería ya? había muchas incógnitas en el aire. Pero desde luego, lo que tenía claro es que no cambiaría sus apellidos ni los de Elaine, ni se transformaría en licántropa mientras su estatus no fuera oficial. Si algo había aprendido y se le había quedado marcado a fuego, es que el amor podía ser efímero, y quien tenía todas las perder era ella y su hija, al menos los papeles garantizaban la supervivencia, mas o menos.
Esperó pacientemente a que Damon la leyera, y fue observando la forma en que su gesto cambiaba conforme sus ojos volaban sobre aquellas líneas. Tensó la mandibula y apretó los dientes...no eran buenas noticias. Por un momento el corazón de dio un vuelco y se llevó el puño allí ¿habría pasado algo en la mansión? ¿estaría Elaine a salvo?. De nuevo una vieja amiga, la sensación de angustia la recorrió y cuando Damon le pasó el papel lo leyó con avidez.
Rumanía, corona, compromiso, boda...¿de qué estaba hablando? Cuando se cercioró de que la nota no contenía el nombre de su hija por ningun sitio, la releyó de nuevo y se le cayó el alma a los pies. Damon estaba prometido, su matrimonio lo habían concertado de forma ajena a él y debía aceptarlo, pues era la herencia que le dejaba su tia.
Por unos instantes se le heló la sangre en el cuerpo. Acababa de pedirle matrimonio, ella había aceptado y ese futuro brillante entre ellos que había vislumbrado por unos minutos, de nuevo se desmoronaba y se sumía en tinieblas.
Ciertamente no podía culpar a Damon, a él le había caído el jarro de agua fría tan inesperadamente como a ella; realmente de quién fuera la culpa daba igual, era una jodida mierda.
Se sentó a su lado dejando la carta doblada y plegada de nuevo dentro del sobre, empujándola en la mesa unos centímetros, como si no la quiesiera cerca. Estaba claro, a ella le estaba vetado soñar, tenía prohibido tener ilusiones porque siempre que lo hacía, acababan mal y ella de nuevo tenía que recoger los pedazos de su corazón y marcharse. Esta vez no quería irse, pero las expectativas de futuro cada vez eran más angostas y la oprimían cual soga al cuello. Damon le dijo que lo arreglaría, que no lo dejara. Le daría el voto de confianza, ya conocía sus sentimientos hacia ella y estaba segura de que pelearía hasta la extenuacion por conseguir lo que quería.
— es una situación complicada... y este compromiso puede ponerte en peligro.— se quitó el anillo y lo guardó en la cajita haciendo un esfuerzo titánico por no llorar. A ella también la habían educado para soportar las adversidades con la barbilla alta.— lo guardaré como la promesa que es, y te esperaré.
Acababa de recibir un duro mazazo, si Damon se veía obligado a aceptar ese matrimonio, por mucho que la amase a ella, no podrían estar juntos. No como se debía estar, a la luz de todas las miradas, sin tener que verse en secreto. No podrían tener una familia porque sus hijos siempre serían bastardos, serían el enemigo a batir por los hijos que engendraría con su mujer. Porque los habría. Podría no haber amor, ser todo un negocio... pero lo de tener herederos era innegociable, siempre lo era. Conocía a multitud de nobles casados por conveniencia o arreglo. Vivían sus vidas con sus amantes y de cara a la sociedad, se hacía como que no lo sabían cuando eran secretos a voces. Se las toleraba, se las envidiaba porque a menudo conseguían bienes y una vida más cómoda que la de la propia esposa que tenía un sinfín de responsabilidades. Pero por contra, las cortesanas eran repudiadas, apestadas sociales, nadie las tenía en cuenta para invitarlas ya que eran la vergüenza personificada. No quería ser su sucio secreto, pensaba que ya habían dejado atrás esa fase, pero de nuevo regresaba a la casilla de salida.
Suspiró y pasó su mano por la nuca de Damon en uan caricia tibia de consuelo.
— Vámonos, se hace tarde y mañana los problemas seguirán ahí.— cogió la cajita entre sus manos, pensaba guardarla como le había dicho y esperar el tiempo que fuera necesario hasta que las cosas se movieran en una dirección u otra. Ella no podía hacer nada más que esperar y decidir.
En el coche estuvo pensativa, apretando la cajita entre las manos. Si las leyes de la manada de Damon obligaban a quien fuera su esposa a ser un lobo ¿estaría dispuesta esa mujer a dejarse morder? ¿lo sería ya? había muchas incógnitas en el aire. Pero desde luego, lo que tenía claro es que no cambiaría sus apellidos ni los de Elaine, ni se transformaría en licántropa mientras su estatus no fuera oficial. Si algo había aprendido y se le había quedado marcado a fuego, es que el amor podía ser efímero, y quien tenía todas las perder era ella y su hija, al menos los papeles garantizaban la supervivencia, mas o menos.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Brianna se sentó a mi lado, silencio, por mi parte solo encontró un amargo silencio que hablaba mas alto que yo mismo.
La imagen era la de un hombre abatido y no la de el rey de un imperio. Se que mi tía me había dejado una responsabilidad importante sobre los hombros, no solo un país, si no una manada para la cual solo seria un extraño, nuevas leyes, otras normas y yo tendría que guiarlos y convertirlos en mi familia.
Mucho tenia que pensar, negocios en Italia, mi manada, mi familia y los nuevos proyectos emprendidos en París.
Dejé escapar el aire de forma pesada, podía con todo, había sido educado para soportar no solo el dolor si no la responsabilidad.
No era eso lo que me mantenía hundido pegado a la silla si no ella, Brianna.
Sus palabras no exentas de razón acompañaron a un gesto que me torturó, vi el anillo deslizarse por su dedo para volver a la caja de la que seguro pensó nunca debió haber salido.
Supongo que eso era un “no” y sin duda este era el compromiso mas corto que había tenido y no por ello el menos doloroso.
Alcé mi mirada parda cuando prometió esperarme, guardarlo hasta ese instante en el que pudiera colocarlo en su dedo y así quedó grabado a fuego un pacto entre los dos.
Uno que no acababa de entender bien, la conocía, ella no era de esas que estaban en la sombra, nunca aceptaría ser unicamente mi concubina, para ella eso implicaría un deshonor, pero perderla para mi no era una opción ¿como hacerlo pues?
Mas silencio, no sabia que decir, solo su caricia en mi nuca me sirvió de consuelo. Hoy iba a ser la noche mas feliz de mi vida, quería volver a casa, perderme con ella en la cama y hacer el amor hasta que nos encontrara el alba y ahora mismo ni siquiera sabia como demonios actuar.
Me pidió que nos fuéramos y yo asentí en un profundo silencio reflejo del vació que sentía dentro.
No mejoró la situación en el carruaje, ella aferraba la caja sin alzar su mirada mientras yo miraba por la ventana viendo pasar las calles de un París que tendría que abandonar a la mayor brevedad.
-¿Vendrás conmigo? -fue todo cuanto acerté a preguntar – eres la niñera de Lobbo, te necesito.
Llegados a la mansión Mildred salio sonriente a recibirnos, sabia que esa noche le pediría matrimonio y supongo quería ser participé de la alegría, por contra encontró un panorama muy distinto.
No hablé, solo le tendí la carta para que ella misma pudiera leer las lineas que había en ella escritas.
Pasé de largo directo al porche, me dejé caer en un pequeño balancín y por primera vez en mucho tiempo lié un poco de tabaco para ser fumado.
Cerré los ojos tras la primera calada dejando que el humo me invadiera, lo solté lentamente por los labios pensando en todo lo que se me venia encima y extrañé una copa de bourbon en mi otra mano, ciertamente hoy lo necesitaba.
La imagen era la de un hombre abatido y no la de el rey de un imperio. Se que mi tía me había dejado una responsabilidad importante sobre los hombros, no solo un país, si no una manada para la cual solo seria un extraño, nuevas leyes, otras normas y yo tendría que guiarlos y convertirlos en mi familia.
Mucho tenia que pensar, negocios en Italia, mi manada, mi familia y los nuevos proyectos emprendidos en París.
Dejé escapar el aire de forma pesada, podía con todo, había sido educado para soportar no solo el dolor si no la responsabilidad.
No era eso lo que me mantenía hundido pegado a la silla si no ella, Brianna.
Sus palabras no exentas de razón acompañaron a un gesto que me torturó, vi el anillo deslizarse por su dedo para volver a la caja de la que seguro pensó nunca debió haber salido.
Supongo que eso era un “no” y sin duda este era el compromiso mas corto que había tenido y no por ello el menos doloroso.
Alcé mi mirada parda cuando prometió esperarme, guardarlo hasta ese instante en el que pudiera colocarlo en su dedo y así quedó grabado a fuego un pacto entre los dos.
Uno que no acababa de entender bien, la conocía, ella no era de esas que estaban en la sombra, nunca aceptaría ser unicamente mi concubina, para ella eso implicaría un deshonor, pero perderla para mi no era una opción ¿como hacerlo pues?
Mas silencio, no sabia que decir, solo su caricia en mi nuca me sirvió de consuelo. Hoy iba a ser la noche mas feliz de mi vida, quería volver a casa, perderme con ella en la cama y hacer el amor hasta que nos encontrara el alba y ahora mismo ni siquiera sabia como demonios actuar.
Me pidió que nos fuéramos y yo asentí en un profundo silencio reflejo del vació que sentía dentro.
No mejoró la situación en el carruaje, ella aferraba la caja sin alzar su mirada mientras yo miraba por la ventana viendo pasar las calles de un París que tendría que abandonar a la mayor brevedad.
-¿Vendrás conmigo? -fue todo cuanto acerté a preguntar – eres la niñera de Lobbo, te necesito.
Llegados a la mansión Mildred salio sonriente a recibirnos, sabia que esa noche le pediría matrimonio y supongo quería ser participé de la alegría, por contra encontró un panorama muy distinto.
No hablé, solo le tendí la carta para que ella misma pudiera leer las lineas que había en ella escritas.
Pasé de largo directo al porche, me dejé caer en un pequeño balancín y por primera vez en mucho tiempo lié un poco de tabaco para ser fumado.
Cerré los ojos tras la primera calada dejando que el humo me invadiera, lo solté lentamente por los labios pensando en todo lo que se me venia encima y extrañé una copa de bourbon en mi otra mano, ciertamente hoy lo necesitaba.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Brianna levantó la cabeza cuando Damon le preguntó si iría con el. Frunció levemente el ceño ante su comentario derrotista.
- iré contigo…pero no porque sea la niñera de Lobbo, ni siquiera porque la vida de Elaine está indisolublemente unida a la tuya. Iré porque hace un momento te dije que si, que quería pasar mi vida contigo, y eso no ha cambiado en media hora. Sé que he sido un golpe duro para los dos. Pero no pienso tirar la toalla.
Eran adultos, responsables, y confiaba en que pudieran encontrar una solución a aquel atolladero. Llegaron a la mansión y Mildred salió a su encuentro con el brillo en los ojos, pensando que todo habría ido bien, pero Damon le dio las malas nuevas mientras Brianna subía a ver a Elaine. Observar su preciosa carita siempre la devolvía a la realidad. Su hija había sufrido lo indescriptible, lo que ningún niño debería sufrir jamás, y sin embargo dormía tranquila, plácidamente, abrazando la vida, por tortuosa que fuera.
Se fue a su cuarto, se quitó el vestido y se colocó un camisón y una bata. Se sentó frente al tocador a cepillarse la melena y observó su propio reflejo en el espejo. Ante ella se abría un abismo que parecía insalvable. Rey de Rumania, ni más ni menos. Su mente empezó a traquetear a toda máquina. Brianna era una mujer inteligente, culta, educada, preparada desde niña para ser baronesa si llegaba el momento, (que no llego con la caída en desgracia de su padre), no podía acobardarse como una rata de cocina, ya no era una mera sirvienta, Damon se lo había hecho ver. ¿Y si hubiera alguna salida intermedia? De ninguna manera aceptaría ser la niñera y la amante del rey, así siempre sería solo un adorno incuestionable, pues nadie cuestionaba a mujeres como Diane de Poitiers, la amante del rey francés con quien había tenido hijos incluso, aunque con el título de bastardos.
Pero si ella tuviera sus propiedades y títulos, si fuera autónoma por sí misma, las cosas podrían ser diferentes. En caso de que hubieran hijos de por medio, no serían los bastardos de un rey, sino los barones, condes o señores de sus tierras y propiedades, sin tener que dar explicaciones a nadie más que a su propia familia. Quizás la mayoría no apreciase esa diferencia, pero para Brianna era importante mantener su independencia ya que no podía compartir su vida con Damon en condición de iguales. Para ella era importante puesto que ya había sentido en sus carnes lo que era el peso de la responsabilidad. Si Damon se veía obligado a dar herederos al trono…¿quién podría culparlo por ello? No quería más hijos como Elaine, atrapados entre su origen y la imposibilidad de ocupar el lugar que les estaba negado. A pesar de todo, Elaine sería feliz hasta criando cerdos en una granja, porque era una niña muy abnegada. Pero no quería ese futuro para su familia si podía haber otras soluciones.
La idea empezaba a cobrar forma en su cabeza, lo hablaría con Damon, a riesgo de parecer una arpia que solo quería sacarle el dinero y trepar en el estatus social.
Dejó el cepillo sobre la cómoda y bajo de nuevo la escalera, en busca del lobo, al que halló fumando en el porche, quemando su frustración y haciéndola humo que salía entre sus labios a bocanadas. Se sentó a su lado y pasó la mano por su cintura pegándose a el, recostando la cabeza en su pecho y respirando profundamente, escuchando el silencio de la noche.
- Damon… creo que he encontrado una solución temporal en la que todos podemos estar cómodos. No quiero separarme de ti, pero va a ser inevitable que surjan ciertas situaciones si ese compromiso se hace efectivo. La niñera y el rey, suena a novela de las malas. No quiero ser una concubina sin más, un adorno que podrás lucir en las ocasiones no oficiales. Quiero estar en tu vida, pero no a cualquier precio. He pensado que si las cosas fueran de otra forma… si hubiera mantenido los títulos de mi familia y los viñedos, no me daría tanto miedo lanzarme contigo a esto. Elaine ha crecido al margen de quién es y qué derechos le daría su apellido, y no quiero tener que criar más hijos así. Lamentablemente vivimos en un mundo en el que el apellido y las propiedades marcan quién eres y lo que se te permite. No quiero que se me conozca por ser la amante del rey, sino por mi valía, y de haber hijos, no quiero que sean únicamente los bastardos de nadie, sino los dueños de su propio señorío, y que nadie pueda ponerlos en duda.- se separó un instante para mirarlo a los ojos, quizás sus palabras fueran duras pero eran momentos duros y no podían dejarse llevar por sentimentalismos.- sé que lo que te estoy diciendo suena a trueque, a negocio. Un título a cambio de una segunda vida. Pero creo que si tú no puedes darme el estatus que merezco, como tu esposa, mi independencia es un precio a pagar razonablemente justo. Ten en cuenta que si algún día decides dejarme atrás, obligado por las circunstancias, yo tengo mucho más que perder; y por mi, todo esto no sería necesario, pero es la única forma que tengo de no caer de nuevo en los errores del pasado, de protegerme por si de nuevo engendro en mi vientre a un vástago sin derechos.- suspiró cerrando los ojos un instante.- quizás algún día podamos estar juntos, me da igual si tienes corona o lo pierdes todo como mi padre, pero si ese día tarda en llegar… sólo se me ocurre esa forma de capear el temporal.
- iré contigo…pero no porque sea la niñera de Lobbo, ni siquiera porque la vida de Elaine está indisolublemente unida a la tuya. Iré porque hace un momento te dije que si, que quería pasar mi vida contigo, y eso no ha cambiado en media hora. Sé que he sido un golpe duro para los dos. Pero no pienso tirar la toalla.
Eran adultos, responsables, y confiaba en que pudieran encontrar una solución a aquel atolladero. Llegaron a la mansión y Mildred salió a su encuentro con el brillo en los ojos, pensando que todo habría ido bien, pero Damon le dio las malas nuevas mientras Brianna subía a ver a Elaine. Observar su preciosa carita siempre la devolvía a la realidad. Su hija había sufrido lo indescriptible, lo que ningún niño debería sufrir jamás, y sin embargo dormía tranquila, plácidamente, abrazando la vida, por tortuosa que fuera.
Se fue a su cuarto, se quitó el vestido y se colocó un camisón y una bata. Se sentó frente al tocador a cepillarse la melena y observó su propio reflejo en el espejo. Ante ella se abría un abismo que parecía insalvable. Rey de Rumania, ni más ni menos. Su mente empezó a traquetear a toda máquina. Brianna era una mujer inteligente, culta, educada, preparada desde niña para ser baronesa si llegaba el momento, (que no llego con la caída en desgracia de su padre), no podía acobardarse como una rata de cocina, ya no era una mera sirvienta, Damon se lo había hecho ver. ¿Y si hubiera alguna salida intermedia? De ninguna manera aceptaría ser la niñera y la amante del rey, así siempre sería solo un adorno incuestionable, pues nadie cuestionaba a mujeres como Diane de Poitiers, la amante del rey francés con quien había tenido hijos incluso, aunque con el título de bastardos.
Pero si ella tuviera sus propiedades y títulos, si fuera autónoma por sí misma, las cosas podrían ser diferentes. En caso de que hubieran hijos de por medio, no serían los bastardos de un rey, sino los barones, condes o señores de sus tierras y propiedades, sin tener que dar explicaciones a nadie más que a su propia familia. Quizás la mayoría no apreciase esa diferencia, pero para Brianna era importante mantener su independencia ya que no podía compartir su vida con Damon en condición de iguales. Para ella era importante puesto que ya había sentido en sus carnes lo que era el peso de la responsabilidad. Si Damon se veía obligado a dar herederos al trono…¿quién podría culparlo por ello? No quería más hijos como Elaine, atrapados entre su origen y la imposibilidad de ocupar el lugar que les estaba negado. A pesar de todo, Elaine sería feliz hasta criando cerdos en una granja, porque era una niña muy abnegada. Pero no quería ese futuro para su familia si podía haber otras soluciones.
La idea empezaba a cobrar forma en su cabeza, lo hablaría con Damon, a riesgo de parecer una arpia que solo quería sacarle el dinero y trepar en el estatus social.
Dejó el cepillo sobre la cómoda y bajo de nuevo la escalera, en busca del lobo, al que halló fumando en el porche, quemando su frustración y haciéndola humo que salía entre sus labios a bocanadas. Se sentó a su lado y pasó la mano por su cintura pegándose a el, recostando la cabeza en su pecho y respirando profundamente, escuchando el silencio de la noche.
- Damon… creo que he encontrado una solución temporal en la que todos podemos estar cómodos. No quiero separarme de ti, pero va a ser inevitable que surjan ciertas situaciones si ese compromiso se hace efectivo. La niñera y el rey, suena a novela de las malas. No quiero ser una concubina sin más, un adorno que podrás lucir en las ocasiones no oficiales. Quiero estar en tu vida, pero no a cualquier precio. He pensado que si las cosas fueran de otra forma… si hubiera mantenido los títulos de mi familia y los viñedos, no me daría tanto miedo lanzarme contigo a esto. Elaine ha crecido al margen de quién es y qué derechos le daría su apellido, y no quiero tener que criar más hijos así. Lamentablemente vivimos en un mundo en el que el apellido y las propiedades marcan quién eres y lo que se te permite. No quiero que se me conozca por ser la amante del rey, sino por mi valía, y de haber hijos, no quiero que sean únicamente los bastardos de nadie, sino los dueños de su propio señorío, y que nadie pueda ponerlos en duda.- se separó un instante para mirarlo a los ojos, quizás sus palabras fueran duras pero eran momentos duros y no podían dejarse llevar por sentimentalismos.- sé que lo que te estoy diciendo suena a trueque, a negocio. Un título a cambio de una segunda vida. Pero creo que si tú no puedes darme el estatus que merezco, como tu esposa, mi independencia es un precio a pagar razonablemente justo. Ten en cuenta que si algún día decides dejarme atrás, obligado por las circunstancias, yo tengo mucho más que perder; y por mi, todo esto no sería necesario, pero es la única forma que tengo de no caer de nuevo en los errores del pasado, de protegerme por si de nuevo engendro en mi vientre a un vástago sin derechos.- suspiró cerrando los ojos un instante.- quizás algún día podamos estar juntos, me da igual si tienes corona o lo pierdes todo como mi padre, pero si ese día tarda en llegar… sólo se me ocurre esa forma de capear el temporal.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Desvié la mirada hacia la puerta de la entrada de la casa cuando sentí el aura de Brianna y sus pasos ligeros hacia el porche.
Su cuerpo se orillo al mio, abrazando mi cintura para apoyarse en mi pecho con la mirada ligeramente perdida.
Apagué el cigarro antes de deslizar mis dedos por su cintura lentamente en silencio, era consciente de que teníamos una larga conversación pendiente, una que no se hizo de esperar.
Escuché sus palabras, una solución momentánea que la verdad no me pareció en absoluto descabellada. Si su miedo era que la tachara de interesada, trepa, se equivocaba, porque entendía sus miedos a la perfección.
Si en algún momento me cansaba de ella esta quedaría en una posición desventajosa con respecto a la mía, por no decir que si quedaba en estado nuestros hijos serian unos bastardos, también lo serian así, pero con un titulo nobiliario cubriendo las espaldas ese adjetivo se llevaba de un modo mucho mas honorable.
Alcé su mentón para chocar con sus faros, se que aquello haba sido un mazazo para ambos, desconocía que me esperaba en Rumanía, conocía ligeramente el idioma pues mi madre se empeñó en que lo estudiara ya que mi tía era reina, pero hacia mucho que no pisaba ese país.
-Estoy de acuerdo con el plan que propones, se lo que te juegas con esta doble vida que te ofrezco, se que no quieres ser una amante por muy rey que sea y se que hubieras preferido mil veces casarte conmigo siendo un conde que por el contrario ser la amante del rey, aunque puedas sacar mucho mas de mi con la segunda opción.
Tus hijos serian los míos y por muy bastardos que fueran, serian los hijos del rey, esa una realidad que no puedes dejar pasar.
Mi manada los aceptará como legítimos, lo sabes y lo se..siempre que tu te conviertas en lo que yo soy, un licantropo.
Hice una pausa acariciando su boca con la mía suavemente, dejándome embriagar de su sabor.
-Brianna, apenas nos conocemos, entiendo que tu fe no sea ciega en mi, como comprendo que tus anteriores sucesos te hagan desconfiar del hombre que tienes frente a ti, pero no te voy a fallar, solo te pido paciencia, no se como solucionaré esto, ni cuanto tiempo se prolongará esta situación.
No se nada de la mujer que se convertirá en mi mujer ,es posible que a ella esto la trastoque tanto como a mi y podamos llegar a acuerdos en los que no espere un marido entregado que la haga madre de muchos hijos.
Dejé escapar el aire pesado contra sus labios antes de tomarlos con cierta hambruna de ellos.
-Tengo que pensar que haré con los negocios que tengo en París, proyectos que acaban de empezar y que quería dejar rodados antes de volver a Italia con mi manada.
Luego está la manada de allí, mi tío lleva la carga que no le corresponde sobre sus hombros y no se hasta que punto puedo llevar una manada en Italia, otra en Rumanía y un País -confesé mostrando por primera vez el cansancio que se acumulaba sobre mi.
Su cuerpo se orillo al mio, abrazando mi cintura para apoyarse en mi pecho con la mirada ligeramente perdida.
Apagué el cigarro antes de deslizar mis dedos por su cintura lentamente en silencio, era consciente de que teníamos una larga conversación pendiente, una que no se hizo de esperar.
Escuché sus palabras, una solución momentánea que la verdad no me pareció en absoluto descabellada. Si su miedo era que la tachara de interesada, trepa, se equivocaba, porque entendía sus miedos a la perfección.
Si en algún momento me cansaba de ella esta quedaría en una posición desventajosa con respecto a la mía, por no decir que si quedaba en estado nuestros hijos serian unos bastardos, también lo serian así, pero con un titulo nobiliario cubriendo las espaldas ese adjetivo se llevaba de un modo mucho mas honorable.
Alcé su mentón para chocar con sus faros, se que aquello haba sido un mazazo para ambos, desconocía que me esperaba en Rumanía, conocía ligeramente el idioma pues mi madre se empeñó en que lo estudiara ya que mi tía era reina, pero hacia mucho que no pisaba ese país.
-Estoy de acuerdo con el plan que propones, se lo que te juegas con esta doble vida que te ofrezco, se que no quieres ser una amante por muy rey que sea y se que hubieras preferido mil veces casarte conmigo siendo un conde que por el contrario ser la amante del rey, aunque puedas sacar mucho mas de mi con la segunda opción.
Tus hijos serian los míos y por muy bastardos que fueran, serian los hijos del rey, esa una realidad que no puedes dejar pasar.
Mi manada los aceptará como legítimos, lo sabes y lo se..siempre que tu te conviertas en lo que yo soy, un licantropo.
Hice una pausa acariciando su boca con la mía suavemente, dejándome embriagar de su sabor.
-Brianna, apenas nos conocemos, entiendo que tu fe no sea ciega en mi, como comprendo que tus anteriores sucesos te hagan desconfiar del hombre que tienes frente a ti, pero no te voy a fallar, solo te pido paciencia, no se como solucionaré esto, ni cuanto tiempo se prolongará esta situación.
No se nada de la mujer que se convertirá en mi mujer ,es posible que a ella esto la trastoque tanto como a mi y podamos llegar a acuerdos en los que no espere un marido entregado que la haga madre de muchos hijos.
Dejé escapar el aire pesado contra sus labios antes de tomarlos con cierta hambruna de ellos.
-Tengo que pensar que haré con los negocios que tengo en París, proyectos que acaban de empezar y que quería dejar rodados antes de volver a Italia con mi manada.
Luego está la manada de allí, mi tío lleva la carga que no le corresponde sobre sus hombros y no se hasta que punto puedo llevar una manada en Italia, otra en Rumanía y un País -confesé mostrando por primera vez el cansancio que se acumulaba sobre mi.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Escuchó a Damon, su razonamiento era como el de ella. No estaban en posición de dar rienda suelta a sus sentimientos y pelear contra viento y marea cual adolescentes enamorados. La vida era complicada, cada cual cargaba sobre sus hombros una serie de acontecimientos que los habían forjado tal y como eran, y no tenía sentido cambiar su rumbo.
Lo de la licantropía era un tema espinoso, Brianna no estaba dispuesta a convertirse en una criatura que podría ser presa de la Inquisición cuando aun no sabía si Damon finalmente descubriría que su mujer de conveniencia era su alma gemela y la dejaría a ella de lado. Se resistiría todo cuanto pudiese a esa transformación, porque una vez transformada ya no había retorno.
Era la primera vez que Damon parecía superado por la situación con tantas cosas por hacer. Frotó su espalda con la mano que rodeaba su cintura y finalmente se levantó cogiendo ambas manos del licántropo y mirándolo a los ojos.
— yo te ayudaré a poner orden en todas esas cosas, todo saldrá bien. Saldremos de esta. Pero eso ya será mañana, vamos a la cama.
Tiró de Damon hacia el interior de la casa y subió con él hasta su cuarto. Tal vez no era ese el final que espraba para la noche, debería haber acabado con sexo de celebración, con risas y gestos risueños, con un montón de ideas sobre cómo iba a ser su boda... Pero no pensaba dejarlo solo en un momento así, y aunque seguían tensos, añoraba su cuerpo, sus caricias y su voz susurrándole al oido.
Dejó caer la bata en el suelo y desabrochó lentamente los botones de la camisa de Damon suspirando y finalmente elevando las manos para acariciar sus mejillas.
— no podemos celebrar ese compromiso oficial...pero me has hecho una promesa y yo a ti, y vamos a luchar por mantenerla. Creo que es un motivo lo suficientemente importante para recordar esta noche y celebrar que al menos nos temos el uno al otro.
Besó sus labios pausadamente. Pesaba sobre ellos esa sombra oscura que planeaba amenazante sobre sus cabezas, la sombra del fracaso en su relación debido al golpe que acababan de recibir. Pero se negaba a cederle al desaliento también esa porción de su vida, tenia el firme propósito de no separarse de Damon, de hacer todo cuanto estuviera en su mano para que funcionase...y largándose a su cuarto a pensar no iba a suceder.
Lo de la licantropía era un tema espinoso, Brianna no estaba dispuesta a convertirse en una criatura que podría ser presa de la Inquisición cuando aun no sabía si Damon finalmente descubriría que su mujer de conveniencia era su alma gemela y la dejaría a ella de lado. Se resistiría todo cuanto pudiese a esa transformación, porque una vez transformada ya no había retorno.
Era la primera vez que Damon parecía superado por la situación con tantas cosas por hacer. Frotó su espalda con la mano que rodeaba su cintura y finalmente se levantó cogiendo ambas manos del licántropo y mirándolo a los ojos.
— yo te ayudaré a poner orden en todas esas cosas, todo saldrá bien. Saldremos de esta. Pero eso ya será mañana, vamos a la cama.
Tiró de Damon hacia el interior de la casa y subió con él hasta su cuarto. Tal vez no era ese el final que espraba para la noche, debería haber acabado con sexo de celebración, con risas y gestos risueños, con un montón de ideas sobre cómo iba a ser su boda... Pero no pensaba dejarlo solo en un momento así, y aunque seguían tensos, añoraba su cuerpo, sus caricias y su voz susurrándole al oido.
Dejó caer la bata en el suelo y desabrochó lentamente los botones de la camisa de Damon suspirando y finalmente elevando las manos para acariciar sus mejillas.
— no podemos celebrar ese compromiso oficial...pero me has hecho una promesa y yo a ti, y vamos a luchar por mantenerla. Creo que es un motivo lo suficientemente importante para recordar esta noche y celebrar que al menos nos temos el uno al otro.
Besó sus labios pausadamente. Pesaba sobre ellos esa sombra oscura que planeaba amenazante sobre sus cabezas, la sombra del fracaso en su relación debido al golpe que acababan de recibir. Pero se negaba a cederle al desaliento también esa porción de su vida, tenia el firme propósito de no separarse de Damon, de hacer todo cuanto estuviera en su mano para que funcionase...y largándose a su cuarto a pensar no iba a suceder.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La seguí al lecho, era cierto, era tarde, había sido un día duro y mañana por mucho que hoy diera vueltas a la cabeza seguirían los problemas ahí.
Quizás no fue del modo en el que pensamos que seria, quizás no hubieron las confesiones cómplices, los halagos tiernos, ni las promesas de un matrimonio eterno, pero ese instante que compartimos sobre el lecho fue nuestro y extenuado caí sobre su cuerpo dispuesto a que el alba me alcanzara enredado en su piel como siempre debería ser.
Nada mas entraron los primeros vestigios de luz por el ventanal me alcé, lo hice en le mas profundo de los silencios, no quería despertarla, pero yo tenia mucho que hacer.
Entre en el bañó me bañé en la tina con rapidez y tras vestirme abandoné la cámara no sin antes dedicarle una furtiva mirada.
Baje al comedor, Mildred me esperaba con una taza de café bien cargada, algo que agradecí pidiéndole no solo que reuniera a los chicos en el patio de armas en una hora, si no que nadie me molestara en el despacho hasta que yo bajara.
Tenia que escribir varias cartas, la mas importante a mi tío, estaba claro que no iba a poder hacer esto sin ayuda, no era tan necio como para irme a Italia a cuerpo descubierto, si bien era cierto que la manada de mi tía esperaba a su líder, conocía a los lobos y estaba seguro que el beta de ese clan, no me iba a ceder el puesto sin luchar.
Así que aquello distaba mucho de ser tan fácil como ser coronado y sentarme en el trono con la batuta de mando, aquí las reglas estaban claras y demostrar mi valía era imprescindible en ellas.
Me senté en la mesa del despacho, con trazo firme, pedí a mi tío que enviara sin dilación un pequeño ejercito de los míos a Rumanía, los hombres mas bravos, preparados para la guerra que a todos los efectos sobre mi se cernía.
Así le daba los poderes de mi condado para que guiara al resto de la manada con mano firme, siempre seria yo el alfa, pero mi tío era un buen beta en Italia, y no dudaba de que aun sin mi, mi manada seguiría siendo de las mas fuertes de allí.
Nos apoyaríamos uno al otro aun en la distancia como siempre habíamos hecho.
Ahora venia la segunda parte, los proyectos comenzados en París. Había comprado el viñedo con la seguridad de que Brianna seria muy capaz de sacarlo adelante, pero Brianna tenia que venir conmigo, al igual que lo haría Lobbo, Elaine y Mildres, así que en un principio pensé en que quizás el capataz que ya conocía bien el trabajo podría sacarlo adelante, pero pronto me di cuenta que eso seria un error, pues ningún trabajador es eficaz sin tener el aliento en la nuca de su patrón.
Tenia que entregarlo a alguien en quien confiara, y aunque estaba claro que pensaba viajar tanto a Italia como a París para ver como iba todo una vez las cosas en Rumanía se clamaran, desconocía quien podría ocupar mi mansión y llevar los negocios emprendidos allí.
La puerta fue golpeada suavemente, ensanché la sonrisa dejando la pluma sobre la mesa al ver a Brianna adentrarse en el despacho.
-Buenos días preciosa, no quería despertarte -alegué en mi defensa.
Quizás no fue del modo en el que pensamos que seria, quizás no hubieron las confesiones cómplices, los halagos tiernos, ni las promesas de un matrimonio eterno, pero ese instante que compartimos sobre el lecho fue nuestro y extenuado caí sobre su cuerpo dispuesto a que el alba me alcanzara enredado en su piel como siempre debería ser.
Nada mas entraron los primeros vestigios de luz por el ventanal me alcé, lo hice en le mas profundo de los silencios, no quería despertarla, pero yo tenia mucho que hacer.
Entre en el bañó me bañé en la tina con rapidez y tras vestirme abandoné la cámara no sin antes dedicarle una furtiva mirada.
Baje al comedor, Mildred me esperaba con una taza de café bien cargada, algo que agradecí pidiéndole no solo que reuniera a los chicos en el patio de armas en una hora, si no que nadie me molestara en el despacho hasta que yo bajara.
Tenia que escribir varias cartas, la mas importante a mi tío, estaba claro que no iba a poder hacer esto sin ayuda, no era tan necio como para irme a Italia a cuerpo descubierto, si bien era cierto que la manada de mi tía esperaba a su líder, conocía a los lobos y estaba seguro que el beta de ese clan, no me iba a ceder el puesto sin luchar.
Así que aquello distaba mucho de ser tan fácil como ser coronado y sentarme en el trono con la batuta de mando, aquí las reglas estaban claras y demostrar mi valía era imprescindible en ellas.
Me senté en la mesa del despacho, con trazo firme, pedí a mi tío que enviara sin dilación un pequeño ejercito de los míos a Rumanía, los hombres mas bravos, preparados para la guerra que a todos los efectos sobre mi se cernía.
Así le daba los poderes de mi condado para que guiara al resto de la manada con mano firme, siempre seria yo el alfa, pero mi tío era un buen beta en Italia, y no dudaba de que aun sin mi, mi manada seguiría siendo de las mas fuertes de allí.
Nos apoyaríamos uno al otro aun en la distancia como siempre habíamos hecho.
Ahora venia la segunda parte, los proyectos comenzados en París. Había comprado el viñedo con la seguridad de que Brianna seria muy capaz de sacarlo adelante, pero Brianna tenia que venir conmigo, al igual que lo haría Lobbo, Elaine y Mildres, así que en un principio pensé en que quizás el capataz que ya conocía bien el trabajo podría sacarlo adelante, pero pronto me di cuenta que eso seria un error, pues ningún trabajador es eficaz sin tener el aliento en la nuca de su patrón.
Tenia que entregarlo a alguien en quien confiara, y aunque estaba claro que pensaba viajar tanto a Italia como a París para ver como iba todo una vez las cosas en Rumanía se clamaran, desconocía quien podría ocupar mi mansión y llevar los negocios emprendidos allí.
La puerta fue golpeada suavemente, ensanché la sonrisa dejando la pluma sobre la mesa al ver a Brianna adentrarse en el despacho.
-Buenos días preciosa, no quería despertarte -alegué en mi defensa.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Se despertó y el lecho estaba vacío, oliendo todavía a él. Se quedó unos minutos acurrucada entre las sábanas pensando acerca de lo que había pasado la noche anterior. No se arrepentía de las decisiones que había tomado, necesitaba coger algo de impulso porque sus vidas darían un salto en breve y no quería que la pillase desprevenida. Se dio un baño rápido y se vistió acudiendo al cuarto de Elaine que aún estaba dormida y tras darle un beso y comprobar que Lobbo que también dormía, apareció en el despacho de Damon.
Rodeó el escritorio para abrazarlo desde detrás y darle un beso,ese tipo de comienzo de dia iba a ser muy constante en sus vidas, pues si Damon iba a asumir el reinado, su despacho sería su segunda casa.
— buenos días... he pedido que nos traigan el desayuno aqui mientras arreglamos algunos asuntos.— ocupó un asiento a su lado y cogió unos de los documentos que estaban sobre su mesa, era un balance de cuentas de alguno de sus negocios.— Parece que este balance es muy positivo... no se puede decir que te vaya mal en los negocios. Oye Damon, he pensado algo...es sólo una idea, dime qué te parece. Si nos vamos a Rumanía el viñedo Beregnac quedará sin nadie al mando y no me fio del capataz como único administrador de la finca. Mi hermana Agnes, la mayor, se casó con un molinero cuando mi padre lo perdio todo, lo hizo de forma un poco desesperada, pero su marido es un buen hombre y muy trabajador. Ella es perfectamente capaz de llevar un viñedo, más que yo, pues pasó más tiempo con mi padre. He pensado que si no tienes ninguna opción mejor, estoy segura de que mi hermana y su familia no tendrían inconveniente en mudarse, así mis sobrinos crecerían en el negocio familiar y mi madre tendria un lugar donde vivir un poco más cómodamente que en el molino, hacinados como están ahora.
No le estaba pidiendo títulos ni riquezas para su familia, tan sólo la oportunidad de llevar un negocio que conocían bien y ganarse el pan honradamente. Su madre había cuidado a Elaine cuando ella tenía que trabajar, pero la mujer estaba sumida en una tremenda depresión que la había dejado casi muda. Brianna había cargado con ella y con su hija durante nueve años, hasta que se marcharon a Venecia con los Castelgandolfo, entonces tuvo que enviarla con su hermana de forma temporal y luego...todo se había precipitado.
Entró una sirvienta con el desayuno y lo sirvió en una mesilla auxiliar al lado de la chimenea. Era un desayuno completo, Brianna estaba hambrienta después de la intensa noche vivida. Se levantó y preparó las tostadas como le gustaban a Damon, poniéndolas en un plato y sirviéndole un café, no sabía que ya había tomado uno.
Rodeó el escritorio para abrazarlo desde detrás y darle un beso,ese tipo de comienzo de dia iba a ser muy constante en sus vidas, pues si Damon iba a asumir el reinado, su despacho sería su segunda casa.
— buenos días... he pedido que nos traigan el desayuno aqui mientras arreglamos algunos asuntos.— ocupó un asiento a su lado y cogió unos de los documentos que estaban sobre su mesa, era un balance de cuentas de alguno de sus negocios.— Parece que este balance es muy positivo... no se puede decir que te vaya mal en los negocios. Oye Damon, he pensado algo...es sólo una idea, dime qué te parece. Si nos vamos a Rumanía el viñedo Beregnac quedará sin nadie al mando y no me fio del capataz como único administrador de la finca. Mi hermana Agnes, la mayor, se casó con un molinero cuando mi padre lo perdio todo, lo hizo de forma un poco desesperada, pero su marido es un buen hombre y muy trabajador. Ella es perfectamente capaz de llevar un viñedo, más que yo, pues pasó más tiempo con mi padre. He pensado que si no tienes ninguna opción mejor, estoy segura de que mi hermana y su familia no tendrían inconveniente en mudarse, así mis sobrinos crecerían en el negocio familiar y mi madre tendria un lugar donde vivir un poco más cómodamente que en el molino, hacinados como están ahora.
No le estaba pidiendo títulos ni riquezas para su familia, tan sólo la oportunidad de llevar un negocio que conocían bien y ganarse el pan honradamente. Su madre había cuidado a Elaine cuando ella tenía que trabajar, pero la mujer estaba sumida en una tremenda depresión que la había dejado casi muda. Brianna había cargado con ella y con su hija durante nueve años, hasta que se marcharon a Venecia con los Castelgandolfo, entonces tuvo que enviarla con su hermana de forma temporal y luego...todo se había precipitado.
Entró una sirvienta con el desayuno y lo sirvió en una mesilla auxiliar al lado de la chimenea. Era un desayuno completo, Brianna estaba hambrienta después de la intensa noche vivida. Se levantó y preparó las tostadas como le gustaban a Damon, poniéndolas en un plato y sirviéndole un café, no sabía que ya había tomado uno.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Un casto beso en lo labios fue su saludo de buenos días, la atraje de la nuca suavemente necesitado de prolongar ese instante.
Brianna tomó asiento a mi lado revisando parte de los documentos de los negocios que había abierto recientemente en París, todos estaban dando beneficios, realmente iban bien y si seguían siendo bien gestionados doblarían pronto los resultados.
Brianna no dudo en proponerme algo que realmente no me parecía en absoluto una mala idea, la hermana si era como ella. entendería de viñedos, solo seria cuestión de acordar los beneficio que nos llevaríamos unos y otros.
Que usaran la mansión del viñedo me parecía perfecto, las casas para mantenerse en buen estado han de ser habitadas y bien cuidadas, así que era algo que podría resultar ventajoso para todos.
-Se ocuparan también de esta mansión, la quiero mantener para escapadas que podamos hacer Brianna, hay momentos en el que las cosas pueden ponerse feas en Rumanía, quiero que tengas una vía de escapé , un lugar donde venir con Brianna y Lobbo de ser necesario.
Escribe a tu hermana, reunámonos y acordemos las condiciones ¿te parece?
Acaricié con delicadeza su rostro, ella estaba apostando fuerte por lo nuestro, se que desde fuera podía no verse así, cualquier mujer estaría dispuesta a abrirle las piernas a un rey solo por las joyas que pudiera conseguir, pero Brianna no era así, era una mujer culta, noble y sencilla de la que me estaba enamorando y a la que no queria perder.
Tomé el desayuno que una de las doncellas nos trajo sin apartar la mirada de la montaña de documentos que faltaba por gestionar todavía.
-Tengo que bajar a hablar con la manada, quiero explicarles las cosas antes de que se enteren por terceros.
Muchos de estos hombres tienen mujer e hijos en Italia y volverán con ellos a la manada que tengo allí, los mas jóvenes se embarcaran con nosotros en este viaje. He pedido a mi tío que mande un pequeño ejercito que garantice vuestra seguridad y la de Lobbo.
Puede que subir al trono entre los humanos sea relativamente fácil ,pero para nosotros, los lobos se generará una guerra interna, he de reclamar como mía la manada de mi tía y dudo que el segundo al mando me la de sin pelear por ella.
Brianna tomó asiento a mi lado revisando parte de los documentos de los negocios que había abierto recientemente en París, todos estaban dando beneficios, realmente iban bien y si seguían siendo bien gestionados doblarían pronto los resultados.
Brianna no dudo en proponerme algo que realmente no me parecía en absoluto una mala idea, la hermana si era como ella. entendería de viñedos, solo seria cuestión de acordar los beneficio que nos llevaríamos unos y otros.
Que usaran la mansión del viñedo me parecía perfecto, las casas para mantenerse en buen estado han de ser habitadas y bien cuidadas, así que era algo que podría resultar ventajoso para todos.
-Se ocuparan también de esta mansión, la quiero mantener para escapadas que podamos hacer Brianna, hay momentos en el que las cosas pueden ponerse feas en Rumanía, quiero que tengas una vía de escapé , un lugar donde venir con Brianna y Lobbo de ser necesario.
Escribe a tu hermana, reunámonos y acordemos las condiciones ¿te parece?
Acaricié con delicadeza su rostro, ella estaba apostando fuerte por lo nuestro, se que desde fuera podía no verse así, cualquier mujer estaría dispuesta a abrirle las piernas a un rey solo por las joyas que pudiera conseguir, pero Brianna no era así, era una mujer culta, noble y sencilla de la que me estaba enamorando y a la que no queria perder.
Tomé el desayuno que una de las doncellas nos trajo sin apartar la mirada de la montaña de documentos que faltaba por gestionar todavía.
-Tengo que bajar a hablar con la manada, quiero explicarles las cosas antes de que se enteren por terceros.
Muchos de estos hombres tienen mujer e hijos en Italia y volverán con ellos a la manada que tengo allí, los mas jóvenes se embarcaran con nosotros en este viaje. He pedido a mi tío que mande un pequeño ejercito que garantice vuestra seguridad y la de Lobbo.
Puede que subir al trono entre los humanos sea relativamente fácil ,pero para nosotros, los lobos se generará una guerra interna, he de reclamar como mía la manada de mi tía y dudo que el segundo al mando me la de sin pelear por ella.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Al parecer a Damon la idea le parecía correcta, con lo cual estaba hecho. Agnes seguro que preferiría vivir en aquellas tierras, en una buena casa, con ayuda del servicio, que en un viejo molino polvoriento. Su marido, sus hijos y la madre de Brianna tendrían también una segunda oportunidad, una mejora en sus vidas, y al igual que ella, estarían agradecidos al rey, porque de malagradecidos está el infierno lleno, pero no era el caso de la familia Montreil.
— ¿Quieres que te acompañe a hablar con la manada? no quiero meterme donde no me llaman, si crees que no es conveniente, me quedaré aqui trabajando un rato. Sólo quiero que sepas que no me esconderé ante ellos, mi lugar está donde tú estés, aunque las leyes no lo permitan de momento, si alguien duda de mi lealtad contigo, estaré encantada de explicárselo cara a cara. Agradezco tu preocupación por nuestra seguridad, pero además de guardaespaldas...me gustaría insistir en recibir entrenamiento. Sé que tú no dispondrás de tanto tiempo, puedes delegar en quien creas que será mejor opción. Elaine y yo necesitamos aprender rápido.
Arriba, Elaine se daba un baño tras haber estado tan enferma, y se colocaba nuevas ropas para empezar ya su nueva etapa. Se encontraba casi totalmente recuperada, respiraba mejor que en toda su vida, y sólo necesitaba reponer fuerzas. Mildred le había prometido pastel, huevos y bacon y después un paseo a caballo sin salir de la propiedad. La niña estaba emocionada, para ella lo acontecido se diluía rápidamente en el recuerdo para dejar paso a una nueva realidad en la que ella se encontraba bien, podía saltar y correr sin ahogarse y hacer cosas de niños. Todavía no sabía nada de lo ocurrido entre Damon y Brianna y pensaba que a esas horas estarían planeando ya su boda.
— voy a ir a felicitar a mi madre y a Damon!! ¿ya están levantados?
— Elaine...no es buena idea.
— Ah! eso es que no están levantados aún.
— bueno... verás. están levantados pero digamos que las cosas no fueron como esparábamos.
—¿mi madre dijo que no? yo hablaré con ella!! sé quiere a Damon, es sólo que tiene miedo de...
— Elaine, dijo que sí, no fue eso.— la niña frunció el ceño desconcertada y Mildred suspiró.— dijo que sí. Quería casarse con él y él con ella. Pero llegó una carta que lo ha cambiado todo. Damon va a ser el nuevo rey de Rumanía, su tia la reina ha legado su corna en él, pero debe casarse con otra mujer, así lo dice el testamento.
— ¡Pero si él quiere a mi madre! no puede casarse con la otra!
— y no quiere hacerlo, pero a veces las cosas son así, y no queda más remedio que aceptarlas. Sé que están tratando de arreglarlo, tu madre no quiere separarse de Damon así que en breve nos iremos a Rumanía. Tú no te preocupes, encontrarán la forma de solucionarlo, ya verás.
— si no se soluciona...escribiré a esa mujer y le exigiré que suelte a Damon o tendrá una enemiga para toda su vida. Ahora soy pequeña, pero cuando crezca un poco nada me podrá parar.
Mildred sonrió, la niña era de carácter bravo, determinado, aunque no solía sacarlo y normalmente era dócil, obediente y buena. No le cabía duda de que si esa niña se había empeñado en vivir todos aquellos años, aferrandose a la vida, el día de mañana sería lo que deseara ser. Como bien había dicho, nada la frenaría si se lo proponía.
— ¿Quieres que te acompañe a hablar con la manada? no quiero meterme donde no me llaman, si crees que no es conveniente, me quedaré aqui trabajando un rato. Sólo quiero que sepas que no me esconderé ante ellos, mi lugar está donde tú estés, aunque las leyes no lo permitan de momento, si alguien duda de mi lealtad contigo, estaré encantada de explicárselo cara a cara. Agradezco tu preocupación por nuestra seguridad, pero además de guardaespaldas...me gustaría insistir en recibir entrenamiento. Sé que tú no dispondrás de tanto tiempo, puedes delegar en quien creas que será mejor opción. Elaine y yo necesitamos aprender rápido.
Arriba, Elaine se daba un baño tras haber estado tan enferma, y se colocaba nuevas ropas para empezar ya su nueva etapa. Se encontraba casi totalmente recuperada, respiraba mejor que en toda su vida, y sólo necesitaba reponer fuerzas. Mildred le había prometido pastel, huevos y bacon y después un paseo a caballo sin salir de la propiedad. La niña estaba emocionada, para ella lo acontecido se diluía rápidamente en el recuerdo para dejar paso a una nueva realidad en la que ella se encontraba bien, podía saltar y correr sin ahogarse y hacer cosas de niños. Todavía no sabía nada de lo ocurrido entre Damon y Brianna y pensaba que a esas horas estarían planeando ya su boda.
— voy a ir a felicitar a mi madre y a Damon!! ¿ya están levantados?
— Elaine...no es buena idea.
— Ah! eso es que no están levantados aún.
— bueno... verás. están levantados pero digamos que las cosas no fueron como esparábamos.
—¿mi madre dijo que no? yo hablaré con ella!! sé quiere a Damon, es sólo que tiene miedo de...
— Elaine, dijo que sí, no fue eso.— la niña frunció el ceño desconcertada y Mildred suspiró.— dijo que sí. Quería casarse con él y él con ella. Pero llegó una carta que lo ha cambiado todo. Damon va a ser el nuevo rey de Rumanía, su tia la reina ha legado su corna en él, pero debe casarse con otra mujer, así lo dice el testamento.
— ¡Pero si él quiere a mi madre! no puede casarse con la otra!
— y no quiere hacerlo, pero a veces las cosas son así, y no queda más remedio que aceptarlas. Sé que están tratando de arreglarlo, tu madre no quiere separarse de Damon así que en breve nos iremos a Rumanía. Tú no te preocupes, encontrarán la forma de solucionarlo, ya verás.
— si no se soluciona...escribiré a esa mujer y le exigiré que suelte a Damon o tendrá una enemiga para toda su vida. Ahora soy pequeña, pero cuando crezca un poco nada me podrá parar.
Mildred sonrió, la niña era de carácter bravo, determinado, aunque no solía sacarlo y normalmente era dócil, obediente y buena. No le cabía duda de que si esa niña se había empeñado en vivir todos aquellos años, aferrandose a la vida, el día de mañana sería lo que deseara ser. Como bien había dicho, nada la frenaría si se lo proponía.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Tiré de su mano para sentarla en mi regazo, entendía perfectamente de lo que hablaba, cada una de sus palabras reflejaban en si el miedo, miedo a que conociera a mi prometida y me gustara.
Se sentía insegura, supongo que era normal después de todo este tiempo en el que solo le habían pasado cosas malas.
Rocé mi nariz con la suya, no me conocía, yo no era de esos que se enamoraba con facilidad, era ya un hombre con grandes responsabilidades y si le había pedido su mano era porque estaba seguro de lo nuestro.
También era cierto que apenas me conocía, no podía culparla de su desconfianza, no cuando me iba a casar con otra y le pedía paciencia para aguantar la embestida que había sufrido nuestra vida.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra sus labios, todo seria mas fácil para mi si ella como Elaine se convertía, pero no quería ser una licantropo, no quería ser lo que yo era y solo lo haría en el caso de que cumpliera con mi palabra y me desposara con ella, algo que por desgracia no podía hacer ahora.
Rocé sus labios con los míos, una tibia caricia mientras meditaba las palabras que susurrar contra ellos.
-Te entrenaré, a ti y a Elaine, sacaré tiempo de donde sea, de echo también estoy entrenando a mi beta, podremos entrenar todos juntos si es necesario -le aseguré.
Quería que entendiera que nada escondía con respecto a Ariyne, aunque en el pasado mantuvimos relaciones, nunca pasaron de eso, de relaciones sexuales.
-Baja conmigo, Elaine también estará pues es parte de la manada. Entiende que hasta que no formes parte de esta, las leyes no te amparan, pero como madre de uno de los miembros menor de edad puedes acudir a esta asamblea.
Tiré de su mano para bajar juntos al patio de armas, allí estaban los que me habían acompañado hasta París hace ya bastantes meses, creo que la mayoría esperaba la gran noticia de que nos volvíamos a casa, a Italia, muchos de ellos allí tenían sus familias.
Un vez frente a ellos no me hice de rogar, era de los que pensaba que la información cuanto antes y mas clara mejor.
-Todos los aquí presentes sabéis que mi tía, hermana de mi madre es la reina de Rumanía, lo que no sabéis es que tras su fallecimiento sin heredero me ha protesto como único y legitimo heredero al trono.
El silencio se hizo y pronto comenzaron los rumores entre los hombres y mujeres de mi manada.
Alcé mi mano y el silencio regreso mientras todos me miraban atentos esperando que prosiguiera mi discurso.
-Se que muchos de vosotros lleváis demasiado tiempo fuera de casa, tenéis mujeres, hijos que habéis dejado en Italia.
Aquellos que quieran volver junto a la manada que ahora mismo guiará como beta mi tío, puede hacerlo sin problema alguno, yo la semana que viene emprenderé viaje hacia Rumanía, aquellos que quieran acompañarme son bienvenidos.
Allí tomaré a la manada de mi tía, así que no va a ser fácil como todos ya sabéis.
Los hombres dieron un paso adelante, sus ámbar rugían y mi sonrisa se ensancho, no me abandonaban, vendrían conmigo para afrontar las dificultades que pudiera encontrar en el camino.
Mis ojos centellaron y aullé uniéndose a mi el resto de mi manada fiel que pronto hundieron su rodilla en el suelo ante su alfa.
Acabé de explicarles todo y acabada la reunión los hombres se fueron para continuar con sus quehaceres diarios.
Mildred trataba de dar ánimos a Brianna y acariciaba la cara de Elaine mientras yo acaba de dar unas instrucciones al capataz.
Se sentía insegura, supongo que era normal después de todo este tiempo en el que solo le habían pasado cosas malas.
Rocé mi nariz con la suya, no me conocía, yo no era de esos que se enamoraba con facilidad, era ya un hombre con grandes responsabilidades y si le había pedido su mano era porque estaba seguro de lo nuestro.
También era cierto que apenas me conocía, no podía culparla de su desconfianza, no cuando me iba a casar con otra y le pedía paciencia para aguantar la embestida que había sufrido nuestra vida.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra sus labios, todo seria mas fácil para mi si ella como Elaine se convertía, pero no quería ser una licantropo, no quería ser lo que yo era y solo lo haría en el caso de que cumpliera con mi palabra y me desposara con ella, algo que por desgracia no podía hacer ahora.
Rocé sus labios con los míos, una tibia caricia mientras meditaba las palabras que susurrar contra ellos.
-Te entrenaré, a ti y a Elaine, sacaré tiempo de donde sea, de echo también estoy entrenando a mi beta, podremos entrenar todos juntos si es necesario -le aseguré.
Quería que entendiera que nada escondía con respecto a Ariyne, aunque en el pasado mantuvimos relaciones, nunca pasaron de eso, de relaciones sexuales.
-Baja conmigo, Elaine también estará pues es parte de la manada. Entiende que hasta que no formes parte de esta, las leyes no te amparan, pero como madre de uno de los miembros menor de edad puedes acudir a esta asamblea.
Tiré de su mano para bajar juntos al patio de armas, allí estaban los que me habían acompañado hasta París hace ya bastantes meses, creo que la mayoría esperaba la gran noticia de que nos volvíamos a casa, a Italia, muchos de ellos allí tenían sus familias.
Un vez frente a ellos no me hice de rogar, era de los que pensaba que la información cuanto antes y mas clara mejor.
-Todos los aquí presentes sabéis que mi tía, hermana de mi madre es la reina de Rumanía, lo que no sabéis es que tras su fallecimiento sin heredero me ha protesto como único y legitimo heredero al trono.
El silencio se hizo y pronto comenzaron los rumores entre los hombres y mujeres de mi manada.
Alcé mi mano y el silencio regreso mientras todos me miraban atentos esperando que prosiguiera mi discurso.
-Se que muchos de vosotros lleváis demasiado tiempo fuera de casa, tenéis mujeres, hijos que habéis dejado en Italia.
Aquellos que quieran volver junto a la manada que ahora mismo guiará como beta mi tío, puede hacerlo sin problema alguno, yo la semana que viene emprenderé viaje hacia Rumanía, aquellos que quieran acompañarme son bienvenidos.
Allí tomaré a la manada de mi tía, así que no va a ser fácil como todos ya sabéis.
Los hombres dieron un paso adelante, sus ámbar rugían y mi sonrisa se ensancho, no me abandonaban, vendrían conmigo para afrontar las dificultades que pudiera encontrar en el camino.
Mis ojos centellaron y aullé uniéndose a mi el resto de mi manada fiel que pronto hundieron su rodilla en el suelo ante su alfa.
Acabé de explicarles todo y acabada la reunión los hombres se fueron para continuar con sus quehaceres diarios.
Mildred trataba de dar ánimos a Brianna y acariciaba la cara de Elaine mientras yo acaba de dar unas instrucciones al capataz.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La asamblea de la manada le pareció como un cónclave bastante interesante, pudo observar muchas cosas que no imaginaba. Realmente se comportaban como lobos gregarios de la estepa, los machos eran fieros y respetaban a su alfa, pero éste nunca podía flaquear porque siempre habría alguno dispuesto a arrebatarle el puesto a la mínima. Aún así, la mayoría decidió seguirlo y a compañarlo hasta el fin del mundo a reclamar la otra manada que ahora le pertenecía.
Ese mundo era salvajemente duro, no había opción a dar un traspiés porque no se perdonaba la debilidad. Una parte de si misma se estremeció, Elaine iba a formar parte de aquello, y tendría que ser dura, aprender rápidamente, aceptar su lugar y defenderlo hasta la muerte sin dejarse avasallar. El mundo de los hombres era difícil pero el de los lobos era mucho más complejo y duro. Brianna no era una persona especialmente arrojada, líder o con dotes de mando, pero el sufrimiento constante la había endurecido, la había hecho sacar el coraje del perro apaleado. Ahora no se iba a amedrentar, lo hecho, hecho estaba. No se iba a esconder tras Damon, aprendería lo necesario para estar a su lado, para ayudar a Elaine a lidiar con su nueva naturaleza.
Uno de los hombres de Damon partió con la carta para su hermana, emplazándola a acudir a la mansión, con la explicación de lo que sucedía y algo de dinero para el viaje. Necesitaba que fueran de inmediato y dejaran todo atrás, sabía que lo que le pedía era mucho, pero a cambio sus vidas se iban a ver muy beneficiadas.
El reencuentro familiar se produjo cuatro días más tarde, Brianna y Elaine disfrutaron de estar de nuevo con caras conocidas. Sobre su hermana mayor pesaban los años de duro trabajo y varios partos, la propuesta de Brianna les había pillado por sorpresa a todos, pero tras valorarlo, el sentido común los subió a un carromato y llegaron para instalarse en el viñedo. Se reunieron con Damon, pasaron algo tiempo juntos, a fin de cuentas eran la familia de Brianna y ésta necesitaba algo de tiempo para ordenar sus asuntos con ellos y recuperar algo del tiempo perdido. Todos habían sufrido cuando su padre fue encarcelado, pero la vida les ponía delante otra oportunidad. Eran su manada, su sangre, las personas que la habían hecho como era, y esa nueva etapa les devolvió un poco la esperanza en que sus vidas pudieran ir a mejor.
Tras dejarlos instalados en el viñedo, Brianna y Damon regresaron a la mansión. Partirían pronto hacia Rumanía y de nuevo sentía que acababa de recuperar a su familia sólo para despedirse de ellos de nuevo. Se abrazó a Damon y lo acompañó al cuerto, hacía varias noches que lo compartían sin pudor. Se tumbó junto a él reflexionando en voz alta.
— Has cambiado nuestra vida de pies a cabeza...has vuelto todo mi universo del revés...no hubiera imaginado nunca nada de esto. En breve nos marcharemos a otro país y... aunque mi casa siempre Francia, mi hogar serás tú.— elevó los ojos hacia el lobo con una súplica en ellos, todo se precipitaba y sentía que estaba despidiéndose de su vida tal y como la conocía.— Abrázame fuerte y no me sueltes... dime que estaremos bien, necesito oirlo y creerlo. No me da miedo dejar todo esto atrás siempre que esté contigo...Damon... te quiero.
Ese mundo era salvajemente duro, no había opción a dar un traspiés porque no se perdonaba la debilidad. Una parte de si misma se estremeció, Elaine iba a formar parte de aquello, y tendría que ser dura, aprender rápidamente, aceptar su lugar y defenderlo hasta la muerte sin dejarse avasallar. El mundo de los hombres era difícil pero el de los lobos era mucho más complejo y duro. Brianna no era una persona especialmente arrojada, líder o con dotes de mando, pero el sufrimiento constante la había endurecido, la había hecho sacar el coraje del perro apaleado. Ahora no se iba a amedrentar, lo hecho, hecho estaba. No se iba a esconder tras Damon, aprendería lo necesario para estar a su lado, para ayudar a Elaine a lidiar con su nueva naturaleza.
Uno de los hombres de Damon partió con la carta para su hermana, emplazándola a acudir a la mansión, con la explicación de lo que sucedía y algo de dinero para el viaje. Necesitaba que fueran de inmediato y dejaran todo atrás, sabía que lo que le pedía era mucho, pero a cambio sus vidas se iban a ver muy beneficiadas.
El reencuentro familiar se produjo cuatro días más tarde, Brianna y Elaine disfrutaron de estar de nuevo con caras conocidas. Sobre su hermana mayor pesaban los años de duro trabajo y varios partos, la propuesta de Brianna les había pillado por sorpresa a todos, pero tras valorarlo, el sentido común los subió a un carromato y llegaron para instalarse en el viñedo. Se reunieron con Damon, pasaron algo tiempo juntos, a fin de cuentas eran la familia de Brianna y ésta necesitaba algo de tiempo para ordenar sus asuntos con ellos y recuperar algo del tiempo perdido. Todos habían sufrido cuando su padre fue encarcelado, pero la vida les ponía delante otra oportunidad. Eran su manada, su sangre, las personas que la habían hecho como era, y esa nueva etapa les devolvió un poco la esperanza en que sus vidas pudieran ir a mejor.
Tras dejarlos instalados en el viñedo, Brianna y Damon regresaron a la mansión. Partirían pronto hacia Rumanía y de nuevo sentía que acababa de recuperar a su familia sólo para despedirse de ellos de nuevo. Se abrazó a Damon y lo acompañó al cuerto, hacía varias noches que lo compartían sin pudor. Se tumbó junto a él reflexionando en voz alta.
— Has cambiado nuestra vida de pies a cabeza...has vuelto todo mi universo del revés...no hubiera imaginado nunca nada de esto. En breve nos marcharemos a otro país y... aunque mi casa siempre Francia, mi hogar serás tú.— elevó los ojos hacia el lobo con una súplica en ellos, todo se precipitaba y sentía que estaba despidiéndose de su vida tal y como la conocía.— Abrázame fuerte y no me sueltes... dime que estaremos bien, necesito oirlo y creerlo. No me da miedo dejar todo esto atrás siempre que esté contigo...Damon... te quiero.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La ultima semana de preparativos antes de emprender el viaje estaba resultando algo tediosa, solo esos cuatro días que pasamos con la familia de Brianna en el viñedo resultaron un soplo de aire fresco.
Su familia, como ella, era humilde pese a venir de un linaje de varones, agradecieron muchas veces la oportunidad brindada, ademas de que se notaba el afecto que se tenían entre las hermanas y como se deshacían en atenciones para con la madre.
Elaine y Lobbo jugaban felices por el viñedo, la abuela de la niña no les quitaba la vista de encima mientras Brianna iba enseñándoles no solo su nuevo hogar, si no el trabajo que tendrían que realizar.
Yo me quedé hablando con el marido de su hermana de números, sin duda, tenia claros cuales eran los resultados que pretendía obtener y si en un principio la cosa iría mas despacio, pues había que hacer ciertas inversiones a la bodega para que diera mejores frutos, pronto la cosa tenia que despegar para dar buenos ingresos.
Pensé que ir a comisión seria el mejor modo de que esto funcionara, eso nos convertía mas en socios que en un mero empleado al que le pagaba un sueldo, ademas que yendo a porcentajes estaba claro que a ellos les interesaría tanto como a mi que esto funcionara y lejos de acomodarse trabajarían la tierra como debían.
En un 60%, 40% se fijo el porcentaje, creo que fui generoso y que con los resultados de ese 40% y poniéndoles vivienda y servicio que correrían de mi cuenta, podrían vivir de forma acomodada todos ellos.
Regresamos a la mansión el cuarto día, habíamos estado compartiendo lecho de forma apasionada cada uno de estos días en el viñedo, algo que no cambio al regresar, pues tras degustar la cena que Mildred nos había servido, acostar a los enanos, ambos subimos las escaleras de la mano directos a nuestro cuarto.
Pronto el lecho nos acogió, sentía sus dedos trazar figuras en mi pecho de forma pensativa hasta que me abrazo con fuerza para susurrar aquello que en parte yo ya sabia.
-No voy a dejarte ir nunca Brianna, te quiero, conmigo, para siempre y esto no es un mero capricho..no quiero que seas la amanté de rey aunque así te sientas ahora mismo.
No la tocare, lo que exista entre mi prometida y yo sera un mero formalismo, tu siempre seras mi verdadera mujer aunque no digan eso los papeles escritos.
Entendía que no era suficiente, pero no podía hacer, ni darle mas por el momento.
Subí sobre su cuerpo alzando su camisón ligeramente, pronto nuestras bocas se fundieron de forma necesitada en una manantial de besos, de lenguas desbocadas que parecían presas de la fuerte y tenaz marea que nos devastaba.
Sus piernas abiertas acomodaron mi cuerpo sobre el ajeno y pronto los gruñidos y jadeos dieron paso a un día nuevo.
Con los primeros rayos de luz atravesando los postigos del ventanal nos despertamos, cierta tensión a lo desconocido se respiraba en el ambiente, emprenderíamos viaje hoy mismo, todo estaba dispuesto para encontrarme con mi prometida en Rumanía en apenas una semana.
Su familia, como ella, era humilde pese a venir de un linaje de varones, agradecieron muchas veces la oportunidad brindada, ademas de que se notaba el afecto que se tenían entre las hermanas y como se deshacían en atenciones para con la madre.
Elaine y Lobbo jugaban felices por el viñedo, la abuela de la niña no les quitaba la vista de encima mientras Brianna iba enseñándoles no solo su nuevo hogar, si no el trabajo que tendrían que realizar.
Yo me quedé hablando con el marido de su hermana de números, sin duda, tenia claros cuales eran los resultados que pretendía obtener y si en un principio la cosa iría mas despacio, pues había que hacer ciertas inversiones a la bodega para que diera mejores frutos, pronto la cosa tenia que despegar para dar buenos ingresos.
Pensé que ir a comisión seria el mejor modo de que esto funcionara, eso nos convertía mas en socios que en un mero empleado al que le pagaba un sueldo, ademas que yendo a porcentajes estaba claro que a ellos les interesaría tanto como a mi que esto funcionara y lejos de acomodarse trabajarían la tierra como debían.
En un 60%, 40% se fijo el porcentaje, creo que fui generoso y que con los resultados de ese 40% y poniéndoles vivienda y servicio que correrían de mi cuenta, podrían vivir de forma acomodada todos ellos.
Regresamos a la mansión el cuarto día, habíamos estado compartiendo lecho de forma apasionada cada uno de estos días en el viñedo, algo que no cambio al regresar, pues tras degustar la cena que Mildred nos había servido, acostar a los enanos, ambos subimos las escaleras de la mano directos a nuestro cuarto.
Pronto el lecho nos acogió, sentía sus dedos trazar figuras en mi pecho de forma pensativa hasta que me abrazo con fuerza para susurrar aquello que en parte yo ya sabia.
-No voy a dejarte ir nunca Brianna, te quiero, conmigo, para siempre y esto no es un mero capricho..no quiero que seas la amanté de rey aunque así te sientas ahora mismo.
No la tocare, lo que exista entre mi prometida y yo sera un mero formalismo, tu siempre seras mi verdadera mujer aunque no digan eso los papeles escritos.
Entendía que no era suficiente, pero no podía hacer, ni darle mas por el momento.
Subí sobre su cuerpo alzando su camisón ligeramente, pronto nuestras bocas se fundieron de forma necesitada en una manantial de besos, de lenguas desbocadas que parecían presas de la fuerte y tenaz marea que nos devastaba.
Sus piernas abiertas acomodaron mi cuerpo sobre el ajeno y pronto los gruñidos y jadeos dieron paso a un día nuevo.
Con los primeros rayos de luz atravesando los postigos del ventanal nos despertamos, cierta tensión a lo desconocido se respiraba en el ambiente, emprenderíamos viaje hoy mismo, todo estaba dispuesto para encontrarme con mi prometida en Rumanía en apenas una semana.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
No tenía miedo a las dificultades:
lo que la asustaba era la obligación
de tener que escoger un camino.
Escoger un camino significaba abandonar otros.
(Paulo Coelho)
lo que la asustaba era la obligación
de tener que escoger un camino.
Escoger un camino significaba abandonar otros.
(Paulo Coelho)
El viaje a Rumanía fue largo, tardaron 4 días, pues se movían con el servicio y los equipajes de todos ellos. Parte de la manada se adelantó para batir y rastrear el terreno y que su travesía fuera segura. Hicieron noche en Munich, Viena y Budapest. Las dos primeras ciudades eran imperiales, Brianna alucinó con la arquitectura, el refinamiento y lo elegante de todos los detalles. Budapest ya era otro cantar, conforme se acercaban al este el paisaje se volvía más amenazador y oscuro y los pueblos y ciudades más rurales y poco sofisticadas. No dudaba de que en Bucarest les esperase un palacio y de que cuando Damon fuera rey le concediese una buena propiedad, pero no sería tan elegante como en Viena donde quedó fascinada por su afición a la buena música y a la cultura.
Al atardecer del cuarto día la comitiva por fin llegó al palacio real donde los recibieron con el fasto propio, pues era su rey quien llegaba a tomar posesión de lo que era suyo. Si bien fue frio, como las gentes de aquel país, fue correcto teniendo en cuenta que no conocían de nada a Damon.
Brianna decidió quedarse un pase por detrás con una mano sobre el hombro de Elaine, en calidad de "Asistente personal del rey", hasta que pudiera ser otra cosa. Les presentaron a las personalidades más ilustres de aquel castillo, como el mayordomo real o chambelán, la gobernanta que llevaba todo el servicio, el maestro armero o el cocinero. Todos se ponían a disposición del nuevo rey, porque así debía ser. La gente iba y venía pero en ese castillo siempre debía haber un culo sentado en el trono y al personal poco le importaba cuál mientras pudieran mantener a sus familias.
Brianna temía el fatídico encuentro cuando Damon tuviera que conocer a su futura reina, cuando tuvieran que entrar en algun despacho a hablar de los términos de todo aquello. Temía el resultado, pues aunque no dudaba de los sentimientos de él, siempre cabía la posibilidad de que aquella herencia guardase algun dardo envenenado más. Siempre planeaba por encima la sombra de la posibilidad de que se gustaran y acabasen siendo un matrimonio feliz. Decían que el roce hace el cariño, y por obligación entre ellos habría algun tipo de roce.
Se sentía descompuesta y sin ganas de nada, pero aguantó estoicamente la presentación del personal y por su parte se presentó como la asistente del rey ,sin más, y andie hizo preguntas. Tras aquello el servicio se fue a poner orden en el ala que ocuparían ellos, y se llevaron a los niños a que conociesen sus respectivas dependencias. Brianna, Damon y Mildred accedieron a lo que serían los aposentos del Rey y sus salas auxiliares y allí esperaron los siguientes pasos.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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