AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
2 participantes
Página 7 de 9.
Página 7 de 9. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
El parque, una pequeña jungla donde el depredador mas grande devora al mas pequeño. Enarqué una ceja mirando de soslayo como Lobbo jugaba entusiasmado en un arenero con una pala llenándose de arena los zapatos haciendo sobre estos na montaña que luego se sacudía entre risas antes de volver a empezar. A su lado un niño mas grande, le doblaba en tamaño y seguramente también en edad, lanzaba con ese instrumento del mal arena a diestro y siniestro.
Busqué con la mirada al responsable de esa criatura salvaje, no tardé en localizar su olor, el mismo que el crio infernal llevaba en su camiseta.
La mujer hablaba animada con otra madre, ni caso del niño que cada vez se acercaba mas en sus ataques hacia Lobbo.
Ladeé la cabeza escuchando la conversación, al parecer y como no, criticaban a una mujer posiblemente mas guapa, mas joven y que les arrebataba toda la atención, fuere como fuere eso no me interesaba, solo que llamara al orden al pequeño monstruo.
Carraspeé tratando de llamar la atención, algo no muy complicado, era el único puto hombre en un parque plagado de mujeres y mocosos.
Acaparé la atención de muchas, pero por desgracia, la mujer esa estaba demasiado ocupada en otros menesteres.
Lobbo exploto en llanto frotándose los ojos, al parecer el pequeño demonio le había metido arena en esos espasmódicos movimientos que se gastaba con el arma infernal en sus gorditas manos.
Gruñí rabioso, tratando de contener a mi bestia interior.
Por fin la madre lo llamó al orden, algo que no funciono, pues el niño hizo caso omiso, la mujer siguió a los suyo y yo me encendí por dentro.
Me puse en pie, calmo caminé hasta el arenero, allí junto a Lobbo me acuclillé con la mejor de mis sonrisas, revolví el pelo del crio y mis ojos ahora ámbar se clavaron en el gordo del rastrillo que pronto explotó aterrado en llantos.
Eso le enseñaría que aquí yo era el alfa. Ladeé la sonrisa cuando la madre se acercó preocupada por su intenso llanto, ahora si que la muy perra movía su gordo culo para ver a su hijo.
-Debe de haberse metido arena en el ojo, estas armas las carga el demonio -bromeé señalando el rastrillo que aun sujetaba el niño.
Así volví satisfecho a mi banco dejado que Lobbo siguiera jugando en el arenero, el otro niño se había cagado y meado encima, así que la madre decidió llevárselo en el carro asegurando que era ya un niño grande para hacérselo todo encima.
Me estaba convirtiendo en un monstruo, de ser un alfa que guiaba a mi manada a la batalla, me había convertido en un idiota que asustaba niños en el parque, desde luego París me estaba volviendo loco.
Hundí la cara entre mis manos frotando la cara en ellas hasta que mis dedos se hundieron en mi pelo mostrando mi clara desesperación.
-Necesito una niñera -gruñí entre dientes -el parque saca de mi lo peor.
El parque, una pequeña jungla donde el depredador mas grande devora al mas pequeño. Enarqué una ceja mirando de soslayo como Lobbo jugaba entusiasmado en un arenero con una pala llenándose de arena los zapatos haciendo sobre estos na montaña que luego se sacudía entre risas antes de volver a empezar. A su lado un niño mas grande, le doblaba en tamaño y seguramente también en edad, lanzaba con ese instrumento del mal arena a diestro y siniestro.
Busqué con la mirada al responsable de esa criatura salvaje, no tardé en localizar su olor, el mismo que el crio infernal llevaba en su camiseta.
La mujer hablaba animada con otra madre, ni caso del niño que cada vez se acercaba mas en sus ataques hacia Lobbo.
Ladeé la cabeza escuchando la conversación, al parecer y como no, criticaban a una mujer posiblemente mas guapa, mas joven y que les arrebataba toda la atención, fuere como fuere eso no me interesaba, solo que llamara al orden al pequeño monstruo.
Carraspeé tratando de llamar la atención, algo no muy complicado, era el único puto hombre en un parque plagado de mujeres y mocosos.
Acaparé la atención de muchas, pero por desgracia, la mujer esa estaba demasiado ocupada en otros menesteres.
Lobbo exploto en llanto frotándose los ojos, al parecer el pequeño demonio le había metido arena en esos espasmódicos movimientos que se gastaba con el arma infernal en sus gorditas manos.
Gruñí rabioso, tratando de contener a mi bestia interior.
Por fin la madre lo llamó al orden, algo que no funciono, pues el niño hizo caso omiso, la mujer siguió a los suyo y yo me encendí por dentro.
Me puse en pie, calmo caminé hasta el arenero, allí junto a Lobbo me acuclillé con la mejor de mis sonrisas, revolví el pelo del crio y mis ojos ahora ámbar se clavaron en el gordo del rastrillo que pronto explotó aterrado en llantos.
Eso le enseñaría que aquí yo era el alfa. Ladeé la sonrisa cuando la madre se acercó preocupada por su intenso llanto, ahora si que la muy perra movía su gordo culo para ver a su hijo.
-Debe de haberse metido arena en el ojo, estas armas las carga el demonio -bromeé señalando el rastrillo que aun sujetaba el niño.
Así volví satisfecho a mi banco dejado que Lobbo siguiera jugando en el arenero, el otro niño se había cagado y meado encima, así que la madre decidió llevárselo en el carro asegurando que era ya un niño grande para hacérselo todo encima.
Me estaba convirtiendo en un monstruo, de ser un alfa que guiaba a mi manada a la batalla, me había convertido en un idiota que asustaba niños en el parque, desde luego París me estaba volviendo loco.
Hundí la cara entre mis manos frotando la cara en ellas hasta que mis dedos se hundieron en mi pelo mostrando mi clara desesperación.
-Necesito una niñera -gruñí entre dientes -el parque saca de mi lo peor.
Última edición por Damon Landvik el Lun Mayo 29, 2017 12:17 pm, editado 1 vez
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Les asignaron el ala Oeste, y allí eligieron los aposentos de la manada, se organizaron bien, porque Mildred ya era loba vieja en esas lides y Brianna se movía bien en la alta sociedad, así que conocía los entresijos de palacios y mansiones. Alojaron a Lobbo y Elaine juntos con su cuidadora Lucille, entre el cuarto de Damon y Ariyne. Si algo les sucedía a los pequeños, ellos lo escucharían de inmediato. En frente se hospedarían Mildred y Brianna, cada una en su propia habitación, y a lo largo de aquella ala plagada de pasillos y recovecos, el resto de personal que venía con damon, sus hombres, su armero, etc.
La noché pasó lenta, trató de leer, de dormir, de ordenarse por enésima vez el armario... pero nada la distría de pensar que Damon estaba en aquella habitación con esa mujer de increible belleza. Una de esas que se notaba a la legua que era peligrosa. ¿Lo habría hechizado ya con sus palabras?. Ella no sabía que la reina era bruja, no detectaba auras, así que no sabía cuan peligrosa era en verdad y las batallas que tendría que librar Damon para escapar de su influjo.
Empezaba a amanecer cuando tiró la toalla, quizás el lobo se había quedado a dormir allí o tal vez hubiera regresado a su alcoba por los pasadizos que seguro que tendría. debería descansar un poco, porque en breves horas se la requeriría en calidad de "asistente" para programar cosas de la coronación. Aquella era un dura prueba, de las más duras de su vida. ¿Podría aguantar toda aquella presión? ¿Valdría la pena? había apostado todas las cartas a un sólo número y la probabilidad la tenía en contra. sabía que sería duro, pero la realidad era bastante más lacerante que lo que imaginaba.
Ahora sí que sentía que ya había perdido la batalla antes de comenzar. Ella no era nadie, no era rica ni tenía una belleza tan espectacular, su reputación le cerraba muchas puertas y su corazón pertenecía a Elaine en primera instancia y depués a quien amase. Era comprensible si Damon al principio sólo cumplia con su obligación, pero poco a poco decidía hacer su vida más cómoda y se quedaba con semejante reina.
Había llegado lejos, su vida había mejorado, y sobre todo la de Elaine. Tendría que aceptar el destino que le impusieran las decisiones del rey y lo haría como siempre, apretando los dientes y saliendo adelante. Se acostó de nuevo cerrando los ojos y tratando de descansar; su mente se sumió en un sueño inquieto, poco reparador, pero al menos consiguió relajar un poco la mente y el cuerpo. Envuelta entre sábanas de hilo blanco que olían a lavanda, se durmió e inconsciente, el frío del amanecer la pilló sin manta. Se hizo un ovillo bajo las sábanas tiritando levemente.
La noché pasó lenta, trató de leer, de dormir, de ordenarse por enésima vez el armario... pero nada la distría de pensar que Damon estaba en aquella habitación con esa mujer de increible belleza. Una de esas que se notaba a la legua que era peligrosa. ¿Lo habría hechizado ya con sus palabras?. Ella no sabía que la reina era bruja, no detectaba auras, así que no sabía cuan peligrosa era en verdad y las batallas que tendría que librar Damon para escapar de su influjo.
Empezaba a amanecer cuando tiró la toalla, quizás el lobo se había quedado a dormir allí o tal vez hubiera regresado a su alcoba por los pasadizos que seguro que tendría. debería descansar un poco, porque en breves horas se la requeriría en calidad de "asistente" para programar cosas de la coronación. Aquella era un dura prueba, de las más duras de su vida. ¿Podría aguantar toda aquella presión? ¿Valdría la pena? había apostado todas las cartas a un sólo número y la probabilidad la tenía en contra. sabía que sería duro, pero la realidad era bastante más lacerante que lo que imaginaba.
Ahora sí que sentía que ya había perdido la batalla antes de comenzar. Ella no era nadie, no era rica ni tenía una belleza tan espectacular, su reputación le cerraba muchas puertas y su corazón pertenecía a Elaine en primera instancia y depués a quien amase. Era comprensible si Damon al principio sólo cumplia con su obligación, pero poco a poco decidía hacer su vida más cómoda y se quedaba con semejante reina.
Había llegado lejos, su vida había mejorado, y sobre todo la de Elaine. Tendría que aceptar el destino que le impusieran las decisiones del rey y lo haría como siempre, apretando los dientes y saliendo adelante. Se acostó de nuevo cerrando los ojos y tratando de descansar; su mente se sumió en un sueño inquieto, poco reparador, pero al menos consiguió relajar un poco la mente y el cuerpo. Envuelta entre sábanas de hilo blanco que olían a lavanda, se durmió e inconsciente, el frío del amanecer la pilló sin manta. Se hizo un ovillo bajo las sábanas tiritando levemente.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 197
Fecha de inscripción : 10/04/2016
Localización : al lado del hombre al que ama
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La noche no había ido exactamente como había previsto, lo que iba a ser un paseo por los jardines para conocer a mi futura Reina, se había convertido en una conversación intima en la alcoba.
Había sacado varias cosas en claro sobre esta, la principal que como yo era un ser sobrenatural, la segunda que le gustaba jugar fuerte y la tercera que al igual que yo no se iba a dejar doblegar.
Ambos teníamos nuestros propios intereses y algo me decía que en algún momento los de uno y otro entrarían en clara confrontación directa.
No me costó descubrir como había quedado el reparto de las habitaciones en el ala oeste del castillo.
Como aun no habíamos celebrado nuestra unión, no compartíamos lecho la reina y yo, así que podía escapar de ese matrimonio que pronto me condenaría y así me colé por la puerta de la habitación de Brianna sin hacer apenas ruido.
Apenas quedaban unas horas para que los primeros rayos del alba irrumpieran con su luz forzándonos a empezar un nuevo día.
Me quité la camisola, los pantalones y me adentré en el echo donde Brianna dormitaba hecha un ovillo tapada con unas pieles.
No tardó en sentir el candor de mi cuerpo contra su piel, abrió sus preciosas estrellas hundiendo su mirada en mis pardos como si fuera un sueño.
Mi boca la busco hambrienta, la necesitaba, mi nariz se convirtió en una colección de caricias mudas, mis labios en un reguero de besos dulces y sus labios en la fuente en la que bebí de forma lenta.
Sabia lo que para ella había significado mi ausencia y quería demostrarle que mi corazón le pertenecía a ella.
-Casi buenos días -susurré contra su boca tirando de su cuerpo para sentarla sobre mi a horcajadas.
Le dedique una sonrisa sincera mientras la miraba de frente deslizando la yema de mis dedos por su piel cálida.
Atrapé con mi boca su labio inferior, repasándolo después con mi lengua.
-¿como os ha ido? -pregunté repasando con mis labios su mandíbula, para volver colisionar con su boca.
Era evidente por mis actos que la había echado de menos, no eramos unos niños, los dos sabíamos que tenia responsabilidades con mi reina como hombre y como rey peor eso no quitaba que mi amor por la reina era inexistente y por Brianna fuerte.
Había sacado varias cosas en claro sobre esta, la principal que como yo era un ser sobrenatural, la segunda que le gustaba jugar fuerte y la tercera que al igual que yo no se iba a dejar doblegar.
Ambos teníamos nuestros propios intereses y algo me decía que en algún momento los de uno y otro entrarían en clara confrontación directa.
No me costó descubrir como había quedado el reparto de las habitaciones en el ala oeste del castillo.
Como aun no habíamos celebrado nuestra unión, no compartíamos lecho la reina y yo, así que podía escapar de ese matrimonio que pronto me condenaría y así me colé por la puerta de la habitación de Brianna sin hacer apenas ruido.
Apenas quedaban unas horas para que los primeros rayos del alba irrumpieran con su luz forzándonos a empezar un nuevo día.
Me quité la camisola, los pantalones y me adentré en el echo donde Brianna dormitaba hecha un ovillo tapada con unas pieles.
No tardó en sentir el candor de mi cuerpo contra su piel, abrió sus preciosas estrellas hundiendo su mirada en mis pardos como si fuera un sueño.
Mi boca la busco hambrienta, la necesitaba, mi nariz se convirtió en una colección de caricias mudas, mis labios en un reguero de besos dulces y sus labios en la fuente en la que bebí de forma lenta.
Sabia lo que para ella había significado mi ausencia y quería demostrarle que mi corazón le pertenecía a ella.
-Casi buenos días -susurré contra su boca tirando de su cuerpo para sentarla sobre mi a horcajadas.
Le dedique una sonrisa sincera mientras la miraba de frente deslizando la yema de mis dedos por su piel cálida.
Atrapé con mi boca su labio inferior, repasándolo después con mi lengua.
-¿como os ha ido? -pregunté repasando con mis labios su mandíbula, para volver colisionar con su boca.
Era evidente por mis actos que la había echado de menos, no eramos unos niños, los dos sabíamos que tenia responsabilidades con mi reina como hombre y como rey peor eso no quitaba que mi amor por la reina era inexistente y por Brianna fuerte.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Dormirse cayendo al vacío y despertarse entre los brazos de Damon. Esa era la montaña rusa en la que se había convertido su vida, tan pronto caía en la desesperación como se le olvidaba todo al sentir sus labios avanzar explorando su piel. Sus brazos rodeándola, su calidez, su barba pinchando la delicada piel de la mejilla...esas sensaciones eran las que le recordaban por qué estaba allí, por qué había dejado atrás París y la vida conocida y discreta. Ese hombre había vuelto su mundo del revés y ya no podía, por mucho que se lo propusiese, dar marcha atrás.
Se dejó abrazar y sentir el calor de ambas pieles rodeándose y acariciándose, llenándola de la paz que necesitaba para calmar sus inquietudes. Estaba allí, con ella, era a ella a quien buscaba y con quien quería estar.
— Casi ha amanecido, deberías descansar un poco, el día será duro...— pero sabía que no habría descanso, porque sus cuerpos clamaban por las atenciones del otro. Cuando la subió sobre él, deslizó sus manos alrededor de su cuello, para así poder besarlo a placer. Acarició con una mano su mejilla, los mechones de su pelo en la zona de las sienes. Se preguntó ¿cuánto tiempo tardarían en ponerse plateadas? sabía que los lobos eran más longevos, y deseó poder verlo el día que sucediera.— bien, ya está todo organizado... no es Versalles pero... no está mal.— sonrió, no quería darle más problemas a Damon, sobre todo aquellos que no tenían solución. El castillo era realmente feo, y estaba decorado pésimamente, pero sería tarea de la reina ponerlo a su gusto, y esa reina no era ella. Si algún día llegaba a ser la señora de su casa, si finalmente Damon le concedía un pequeño título y unas tierras, haría de su hogar un hogar. Odiaba las casas sin alma, todas llenas de lujos fríos y sin sentido. Odiaba las casas tan austeras que daban la sensación de que uno estaba en un convento. A ella le gustaban los espacios alegres, donde había vida, donde una familia podía reunirse a comer, a charlar o a pasar un rato frente a la chimenea.
Dejó que sus manos volaran por el cuerpo de Damon y sus labios respondieran a cada uno de los besos obtenidos. No había forma mejor de empezar el día que sabiéndose amada por el hombre que había conseguido que perdiera la cabeza. La siguiente hora la pasaron compartiendo piel, gemidos y suspiros hasta de nuevo quedar amodorrados, abrazados esperando que el sol saliera por el horizonte.
De nuevo, estando allí acurrucada entre sus brazos regresó la determinación a su persona. La reina sería bella y poderosa, pero no conseguiría que ella saliese del corazón de Damon. No. Se negaba en rotundo. Sonrió para si misma y se armó de coraje. Asistiría a esa coronación sin doblegarse, sin caras de pena ni agustia. Y sería con sus mejores galas, a aquellos que supieran de la situación entre damon y ella pensaba mandarles un mensaje alto y claro: "no seré un lobo ni llevaré un anillo en mi dedo, pero tengo su corazón y no me lo vais a quitar".
Se dejó abrazar y sentir el calor de ambas pieles rodeándose y acariciándose, llenándola de la paz que necesitaba para calmar sus inquietudes. Estaba allí, con ella, era a ella a quien buscaba y con quien quería estar.
— Casi ha amanecido, deberías descansar un poco, el día será duro...— pero sabía que no habría descanso, porque sus cuerpos clamaban por las atenciones del otro. Cuando la subió sobre él, deslizó sus manos alrededor de su cuello, para así poder besarlo a placer. Acarició con una mano su mejilla, los mechones de su pelo en la zona de las sienes. Se preguntó ¿cuánto tiempo tardarían en ponerse plateadas? sabía que los lobos eran más longevos, y deseó poder verlo el día que sucediera.— bien, ya está todo organizado... no es Versalles pero... no está mal.— sonrió, no quería darle más problemas a Damon, sobre todo aquellos que no tenían solución. El castillo era realmente feo, y estaba decorado pésimamente, pero sería tarea de la reina ponerlo a su gusto, y esa reina no era ella. Si algún día llegaba a ser la señora de su casa, si finalmente Damon le concedía un pequeño título y unas tierras, haría de su hogar un hogar. Odiaba las casas sin alma, todas llenas de lujos fríos y sin sentido. Odiaba las casas tan austeras que daban la sensación de que uno estaba en un convento. A ella le gustaban los espacios alegres, donde había vida, donde una familia podía reunirse a comer, a charlar o a pasar un rato frente a la chimenea.
Dejó que sus manos volaran por el cuerpo de Damon y sus labios respondieran a cada uno de los besos obtenidos. No había forma mejor de empezar el día que sabiéndose amada por el hombre que había conseguido que perdiera la cabeza. La siguiente hora la pasaron compartiendo piel, gemidos y suspiros hasta de nuevo quedar amodorrados, abrazados esperando que el sol saliera por el horizonte.
De nuevo, estando allí acurrucada entre sus brazos regresó la determinación a su persona. La reina sería bella y poderosa, pero no conseguiría que ella saliese del corazón de Damon. No. Se negaba en rotundo. Sonrió para si misma y se armó de coraje. Asistiría a esa coronación sin doblegarse, sin caras de pena ni agustia. Y sería con sus mejores galas, a aquellos que supieran de la situación entre damon y ella pensaba mandarles un mensaje alto y claro: "no seré un lobo ni llevaré un anillo en mi dedo, pero tengo su corazón y no me lo vais a quitar".
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 197
Fecha de inscripción : 10/04/2016
Localización : al lado del hombre al que ama
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Abrí los ojos cuando los primeros haces de luz se adentraron por los postigos de la habitación, mis labios recorrieron la piel desnuda de su hombro, su cuello, mordí su mandíbula despertando su risa y tirando de las pieles cubrí nuestros cuerpos mientras ascendía sobre ella a modo de escudo.
-Buenos días Brianna -susurre encontrando su pequeña boca que ahora sonreía feliz por como mis manos sobrevolaban cada tramo de su piel.
Puede que ese día tuviera que casarme, que coronarme como rey junto a otra, pero no quería que dudara ni por un instante de que mi promesa era cierta, la amaba a ella y aunque sabia que era un día duro para ella, no lo era menos para mi.
Hundí mi cabeza en su cuello dejándome embriagar por ese aroma dulce de flores que cubría su piel.
-No quiero ir -aseguré como si fuera un niño al que su madre le despierta para ir al colegio.
Tiré de la manta cubriéndonos por completo mientras ella reía divertida pro mi acto inmaduro.
-Creo que aun no es de dia, nos queda oscuridad para seguir en el lecho un rato mas.
Mi boca surcó la ajena, hambriento de ella dejé que mi lengua cruzara le precipicio de sus labios para saquear cada pequeño espacio.
Sus manos se interpusieron separando mi pecho del ajeno, asegurándome que el día por desgracia había llegado y con esos haces de luz mis obligaciones.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra sus labios, si le decía que había pensado renunciar a la corona no me creería, yo solo quería una vida feliz junto a ella.
Ella me había prometido luchar ¿pero cuanto tiempo? Tenia miedo, por primera vez Damon Landvik tenia miedo, miedo a su abandono, algo me decía que acabaría perdiéndola.
No podía pedirle la promesa de una espera que no sabia cuando terminaría.
Cerré los ojos con mi frente contra la ajena, no hacían falta palabras para entender el estado de animo que me invadía.
-Siento por lo que te estoy haciendo pasar -aseguré contra sus labios -tienes que confiar en mi.
-Buenos días Brianna -susurre encontrando su pequeña boca que ahora sonreía feliz por como mis manos sobrevolaban cada tramo de su piel.
Puede que ese día tuviera que casarme, que coronarme como rey junto a otra, pero no quería que dudara ni por un instante de que mi promesa era cierta, la amaba a ella y aunque sabia que era un día duro para ella, no lo era menos para mi.
Hundí mi cabeza en su cuello dejándome embriagar por ese aroma dulce de flores que cubría su piel.
-No quiero ir -aseguré como si fuera un niño al que su madre le despierta para ir al colegio.
Tiré de la manta cubriéndonos por completo mientras ella reía divertida pro mi acto inmaduro.
-Creo que aun no es de dia, nos queda oscuridad para seguir en el lecho un rato mas.
Mi boca surcó la ajena, hambriento de ella dejé que mi lengua cruzara le precipicio de sus labios para saquear cada pequeño espacio.
Sus manos se interpusieron separando mi pecho del ajeno, asegurándome que el día por desgracia había llegado y con esos haces de luz mis obligaciones.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra sus labios, si le decía que había pensado renunciar a la corona no me creería, yo solo quería una vida feliz junto a ella.
Ella me había prometido luchar ¿pero cuanto tiempo? Tenia miedo, por primera vez Damon Landvik tenia miedo, miedo a su abandono, algo me decía que acabaría perdiéndola.
No podía pedirle la promesa de una espera que no sabia cuando terminaría.
Cerré los ojos con mi frente contra la ajena, no hacían falta palabras para entender el estado de animo que me invadía.
-Siento por lo que te estoy haciendo pasar -aseguré contra sus labios -tienes que confiar en mi.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La corononación de Damon se puede seguir en este tema: Vientos de invierno
Recuerdo del mensaje de Brianna:
Confiaba en él, claro que confiaba, o de lo contrario no estaría allí, asistiendo a su casamiento y coronación, no habría puesto la vida de Elaine en sus manos y no habría dicho que sí cuando le pidió matrimonio. Tenía claro que aquella era la prueba de su vida, y sus acciones determinarían quién sería Brianna de Montreil, quién quería que fuese. La resignada, la exahusta, la chica más triste de la ciudad...o la mujer que permanecería implacable frente a los giros del destino, la que sacaría adelante a su familia y su propia persona luchando por conservar lo que quería, por abrazar lo que merecía, que no era más que el amor de ese hombre, ya fuera rey o mendigo.
La recepción y la fiesta fue fría y ceremoniosa, como requería la ocasión, pues nadie conocía a esos dos regentes que ahora se sentarían a dirigir el país. Llegaría el momento de la consumación y para entonces ella no quería estar allí, confiaba en que Damon haría lo que hiciera falta y fuera mejor para conservar a todos en su lugar. Pero no había necesidad de pasar un mal rato, así que cuando la fiesta fue avanzando, se acercó al rey a comunicarle que se retiraba, que se llevaba a Lobbo y que que se reunirían al día siguiente. Había demasiada gente para compartir confidencias, pero su apretón de manos y el cruce de miradas habló por sí solo. Le deseaba la fuerza y el coraje necesario, y ella haría acopio de lo mismo y lo esperaría.
Se llevó al niño y lo acostó, haciendo lo mismo con Elaine, que ya sabía en parte algunas de las cosas que sucedían, porque Mildred se las explicaba y Ariyne también.
— No te preocupes mami. Damon no quiere a esa mujer, tiene un aura malvada.
— ¿puedes ver las auras?.— la niña asintió.
— la de Damon cambia de color cuando está contigo, se pone de colores naranjas y amarillos brillantes. Con ella es gris.— sonrió y abrazó a la niña, era tan observadora y lista que no podía por menos que estar orgullosa de ella.— a mi me da igual que se casen, no la quiere, y a ti sí. Algún día podréis estar juntos, la gente... a veces se marcha o se muere.
Brianna frunció el ceño. ¿De dónde había sacado Elaine esa frase? no era propia de ella. Fijó su mirada en los ojos verdes de la niña y la interrogó.
— ¿Y por qué iba a morirse? es una mujer joven y sana...Elaine ¿has escuchado algo sobre matar a la reina? por favor!! si has escuchado algo dímelo!! es muy importante, no se lo diré a nadie, pero tú tampoco deberías hablar de esto, se considera traición y podrían venir a por nosotras por conspirar para derrocar a una reina. ¿Lo entiendes? somos las primeras en las que se fijarán si algo le pasa.— Elaine negó con la cabeza.
— sólo fue un comentario de un sirviente, que le dijo a otro que esas cosas pasan.
Ahora era consciente del doble peligro que sufrían. Si alguien en la manada decidía acabar con esa reina, conspirar contra ella...a quien le caería el muerto es a Brianna. Estaba en el punto de mira. ¿Se estaría volviendo paranoica? ¿Sería Ariyne la incitadora de una traición, matando así dos pájaros de un tiro? Aquel juego de tronos era muy pero que muy peligroso para ella. Tendría que ponerse en marcha y jugar bien sus cartas cuanto antes.
La noche iba a ser dura, así que pidió que le trajeran whisky, no acostumbraba a beber, tan sólo algo de vino, así que las copas que tomó le hicieron efecto en seguida, se mareó y se quedó dormida, maleable como una muñeca de trapo. La resaca del día siguiente sería monumental, pero necesitaba pasar esas horas como fueran.
Recuerdo del mensaje de Brianna:
Brianna de Montreil escribió:
- Stay with me:
Atrapada. Así me sentía en ese preciso instante, desde que Damon me dio a leer la carta que truncó nuestro compromiso, era una sensación aplastante que no había hecho sino crecer en mi pecho desde entonces. Ahora que lo veía entrar en la catedral, regio su porte, serio su gesto, anhelantes sus ojos, comprendí que no era mío, que no lo sería nunca. Se debía a su pueblo, a sus obligaciones, a su sangre y a su manada. Era por todo aquello por lo que estábamos allí, no por mí ni por él, sino por las responsabilidades que recaían sobre sus hombros.
Sujetaba a Lobbo entre mis brazos, contra mi costado, y el niño jugaba con el pequeño colgante que reposaba contra mi pecho. Vi sus ojos mirarme. Estaba atrapada en aquellos ojos castaños con tintes ambarinos. Mi vida no me pertenecía desde el momento en que se cruzó en mi camino, desde el día que mi corazón se conectó al suyo. Me repetía a diario que lo superaríamos, que llegaría el día que sería nuestro momento, que el mundo nos regalaría el espacio y el destino el tiempo para ser lo que queríamos ser, lo que necesitábamos ser, porque yo ya no sabía ser sin él. Él me encontró cuando estaba perdida... yo le encontré cuando él había tirado la toalla. El sueño se desvanecía cuando a su lado unos felinos ojos verdes lo miraban y después se posaban en la corona que portaría desde ese día hasta su muerte reivindicando su trono y su propiedad sobre él.
Subí la mano para sujetar a Lobbo y el anillo de rubí rodeado de diamantes brilló en mi dedo justo en el momento en el que él me miró. No había vuelto a sacarlo de caja, le dije que lo guardaría como la promesa que era, que lo custodiaría hasta que pudiera lucirlo con orgullo, pero ese día necesitaba recordarme que le dije que sí, que quería pasar el resto de mi vida a su lado cuando me lo regaló junto con su petición de matrimonio. ¿Sería eso posible? tendría que serlo. Me negaba a renunciar a él, ni ahora, ni nunca. Apreté los labios impercetiblemente, era el momento de apretar los dientes y luchar contra todos aquellos sentimientos. Había pasado de ser la mujer más dichosa en la faz de la tierra al recibir aquel anillo, para ver cómo mi amado se casaba con otra, para pasar a ser una sombra, un oscuro secreto que nunca debería haber existido. Pero era demasiado tarde para recular, estaba atrapada en ese amor y no tenía ni el coraje ni la fuerza ni las ganas para alejarlo de mi.
Me obligué a seguir la ceremonia, a fijar mis ojos en aquella pantomima que unía a dos personas que no se querían hasta que la muerte los separase, sólo por cuestiones políticas, y sentía cómo a mí me arrancaban el alma con cada palabra pronunciada por los contrayentes.
———————————————— ~oOo~ ————————————————
Confiaba en él, claro que confiaba, o de lo contrario no estaría allí, asistiendo a su casamiento y coronación, no habría puesto la vida de Elaine en sus manos y no habría dicho que sí cuando le pidió matrimonio. Tenía claro que aquella era la prueba de su vida, y sus acciones determinarían quién sería Brianna de Montreil, quién quería que fuese. La resignada, la exahusta, la chica más triste de la ciudad...o la mujer que permanecería implacable frente a los giros del destino, la que sacaría adelante a su familia y su propia persona luchando por conservar lo que quería, por abrazar lo que merecía, que no era más que el amor de ese hombre, ya fuera rey o mendigo.
La recepción y la fiesta fue fría y ceremoniosa, como requería la ocasión, pues nadie conocía a esos dos regentes que ahora se sentarían a dirigir el país. Llegaría el momento de la consumación y para entonces ella no quería estar allí, confiaba en que Damon haría lo que hiciera falta y fuera mejor para conservar a todos en su lugar. Pero no había necesidad de pasar un mal rato, así que cuando la fiesta fue avanzando, se acercó al rey a comunicarle que se retiraba, que se llevaba a Lobbo y que que se reunirían al día siguiente. Había demasiada gente para compartir confidencias, pero su apretón de manos y el cruce de miradas habló por sí solo. Le deseaba la fuerza y el coraje necesario, y ella haría acopio de lo mismo y lo esperaría.
Se llevó al niño y lo acostó, haciendo lo mismo con Elaine, que ya sabía en parte algunas de las cosas que sucedían, porque Mildred se las explicaba y Ariyne también.
— No te preocupes mami. Damon no quiere a esa mujer, tiene un aura malvada.
— ¿puedes ver las auras?.— la niña asintió.
— la de Damon cambia de color cuando está contigo, se pone de colores naranjas y amarillos brillantes. Con ella es gris.— sonrió y abrazó a la niña, era tan observadora y lista que no podía por menos que estar orgullosa de ella.— a mi me da igual que se casen, no la quiere, y a ti sí. Algún día podréis estar juntos, la gente... a veces se marcha o se muere.
Brianna frunció el ceño. ¿De dónde había sacado Elaine esa frase? no era propia de ella. Fijó su mirada en los ojos verdes de la niña y la interrogó.
— ¿Y por qué iba a morirse? es una mujer joven y sana...Elaine ¿has escuchado algo sobre matar a la reina? por favor!! si has escuchado algo dímelo!! es muy importante, no se lo diré a nadie, pero tú tampoco deberías hablar de esto, se considera traición y podrían venir a por nosotras por conspirar para derrocar a una reina. ¿Lo entiendes? somos las primeras en las que se fijarán si algo le pasa.— Elaine negó con la cabeza.
— sólo fue un comentario de un sirviente, que le dijo a otro que esas cosas pasan.
Ahora era consciente del doble peligro que sufrían. Si alguien en la manada decidía acabar con esa reina, conspirar contra ella...a quien le caería el muerto es a Brianna. Estaba en el punto de mira. ¿Se estaría volviendo paranoica? ¿Sería Ariyne la incitadora de una traición, matando así dos pájaros de un tiro? Aquel juego de tronos era muy pero que muy peligroso para ella. Tendría que ponerse en marcha y jugar bien sus cartas cuanto antes.
La noche iba a ser dura, así que pidió que le trajeran whisky, no acostumbraba a beber, tan sólo algo de vino, así que las copas que tomó le hicieron efecto en seguida, se mareó y se quedó dormida, maleable como una muñeca de trapo. La resaca del día siguiente sería monumental, pero necesitaba pasar esas horas como fueran.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 197
Fecha de inscripción : 10/04/2016
Localización : al lado del hombre al que ama
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Abrí los ojos con los primeros rayos del alba, tenia que bajar a entrenar, aunque la resaca martilleaba mi cabeza como hacia tiempo no me pasaba.
Había bebido mucho, fue la mejor opción para el encuentro, la peor para la batalla que libraría hoy.
Enredada en mi piel la ajena, aunque no precisamente la de la mujer que deseaba, si no una desconocida con la que había contraído matrimonio.
Me alcé sin mas, ni siquiera me dí un baño en la tina, prefería salir de mi lecho conyugal cuanto antes. Se que ella no era la responsable de que mi razonan perteneciera a otra persona, pero tampoco sentía lastima por ella, el suyo dudaba perteneciera a nadie mas que a si misma.
Su aura era oscura como la noche y al mía a su lado posiblemente pintaba en un tono apagado. Los dos sabíamos lo que había, era un matrimonio concertado en el que el amor no tenia cabida ni la tendría.
Salí de allí colocando los cuchillos en el chaleco, si el día de ayer fue una mierda, no me esperaba ni de lejos nada mejor hoy.
Reclamar mi puesto como alfa en la manada de mi tía me llevaría a enfrentamientos posiblemente con el beta y quizás algún lobo joven se le uniera...
Así funcionaban nuestras leyes y la corona no me convertía en rey como la derrota no me convertía en alfa...tenia mucho que demostrar para ambas cosas.
Me desvié de mi camino, no lo pude evitar, no solo me asomé a la habitación de Lobbo que dormía placido en su lecho custodiado por la implacable Mildred que era consciente que Lobbo se habia convertido en un objetivo a batir de las conspiraciones tras los muros del castillo.
Mildred alzó la cabeza al verme, su mirada me dejaba claro que sabia que no estaba bien, pero que posiblemente peor estaba Brianna, así que me dirigí a la habitación contigua..necesitaba verla.
Entre, ella dormía, casi inerte sobre el lecho, la botella de whisky en la mesita de noche y un vaso tumbado en el colchón.
No eran necesarias las palabras para entender su desazón.
Entré en la tina del baño, quería eliminar todo rastro de la reina, puede que ella no lo percibiera, su sentido del olfato no estaba tan desarrollado, mas el mio me torturaba mas de lo que lo harían sus verdes al mirarme.
Mojado salí de allí con la toalla enrollada y me dejé caer a su lado de la cama deslizando la yema de mi dedo lentamente por su cintura.
-Buenos días -susurré contra sus labios poniendo la mejor de mis sonrisas aunque no había motivos para ello ese día.
Había bebido mucho, fue la mejor opción para el encuentro, la peor para la batalla que libraría hoy.
Enredada en mi piel la ajena, aunque no precisamente la de la mujer que deseaba, si no una desconocida con la que había contraído matrimonio.
Me alcé sin mas, ni siquiera me dí un baño en la tina, prefería salir de mi lecho conyugal cuanto antes. Se que ella no era la responsable de que mi razonan perteneciera a otra persona, pero tampoco sentía lastima por ella, el suyo dudaba perteneciera a nadie mas que a si misma.
Su aura era oscura como la noche y al mía a su lado posiblemente pintaba en un tono apagado. Los dos sabíamos lo que había, era un matrimonio concertado en el que el amor no tenia cabida ni la tendría.
Salí de allí colocando los cuchillos en el chaleco, si el día de ayer fue una mierda, no me esperaba ni de lejos nada mejor hoy.
Reclamar mi puesto como alfa en la manada de mi tía me llevaría a enfrentamientos posiblemente con el beta y quizás algún lobo joven se le uniera...
Así funcionaban nuestras leyes y la corona no me convertía en rey como la derrota no me convertía en alfa...tenia mucho que demostrar para ambas cosas.
Me desvié de mi camino, no lo pude evitar, no solo me asomé a la habitación de Lobbo que dormía placido en su lecho custodiado por la implacable Mildred que era consciente que Lobbo se habia convertido en un objetivo a batir de las conspiraciones tras los muros del castillo.
Mildred alzó la cabeza al verme, su mirada me dejaba claro que sabia que no estaba bien, pero que posiblemente peor estaba Brianna, así que me dirigí a la habitación contigua..necesitaba verla.
Entre, ella dormía, casi inerte sobre el lecho, la botella de whisky en la mesita de noche y un vaso tumbado en el colchón.
No eran necesarias las palabras para entender su desazón.
Entré en la tina del baño, quería eliminar todo rastro de la reina, puede que ella no lo percibiera, su sentido del olfato no estaba tan desarrollado, mas el mio me torturaba mas de lo que lo harían sus verdes al mirarme.
Mojado salí de allí con la toalla enrollada y me dejé caer a su lado de la cama deslizando la yema de mi dedo lentamente por su cintura.
-Buenos días -susurré contra sus labios poniendo la mejor de mis sonrisas aunque no había motivos para ello ese día.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Tuvo sueños caoticos y sin sentido por culpa del alcohol. Su cabeza era un ladrillo cuando se despertó, notaba las manos de Damon sobre su cuerpo y su voz hablando suavemente. ¿Ya era de día? Se dio la vuelta y se abrazó contra él cerrando los ojos de nuevo. El mundo giraba y dolía en su cerebro y lo único verdaderamente seguro, el puerto donde amarrar su barco a la deriva era él.
Necesitaba unos minutos, su mente embotada no era capaz de simplemente despertarse y lavarse la cara, tan sólo necesitaba abrazarlo, sentir su piel, su respiración pausada y nada más. Necesitaba su presencia aunque no dijera nada, sus manos aunque no la acariciasen, con que la sostuviera era suficiente. No quería permanecer en ese mundo de sueños caóticos y dolorosos, pero tampoco despertar a la realidad, esa en la que entre ellos lo normal es que se instalasen los silencios y el frío, como el paisaje de ese triste país. No dejaría que eso sucediese, le prometió esperar, le prometió luchar, y es lo que haría, a pesar de que se sintiera como un trapo sucio y roto con el que han limpiado todos los suelos del palacio. Finalmente despegó los labios y murmuró contra su piel, todavía sin abrir los ojos.
— ahora que estás aquí, ya empiezan a ser buenos...— enterró su cara contra el pecho de Damon y dejó que los minutos se desgranasen lentamente, abrazados, unidos por la desgracia que les tocaba vivir, cada uno a su manera. Como si fueran un pequeño faro en un mar embravecido, permanecerían juntos y en pie, hasta que el temporal amainase y llegaría el dia en el que se alzarían rampantes con el sol.
Su mente se fue aclarando con el paso de los minutos y entendió que Damon debía sentirse sucio, porque a fin de cuentas había tenido que yacer con una desconocida y no por placer, sino por obligación. Tenía ganas de gritar, de romper algo sobre la cabeza de la difunta tía de Damon que los había condenado a aquello, pero nada de todo eso iba a hacer que mejorase su situación, así que decidió hacer lo único que sí podría conseguirlo... besar al hombre que llevaba tanta carga sobre sus hombros. Decirle con sus labios, que su involuntaria afrenta estaba perdonada, que sus acciones no necesitaban ser expiadas y que fuera lo que fuese lo que pasó en la habitación real, no importaba. Las únicas marcas que quería que quedasen grabadas en su piel y en su alma, llevarían una firma con una B.
Necesitaba unos minutos, su mente embotada no era capaz de simplemente despertarse y lavarse la cara, tan sólo necesitaba abrazarlo, sentir su piel, su respiración pausada y nada más. Necesitaba su presencia aunque no dijera nada, sus manos aunque no la acariciasen, con que la sostuviera era suficiente. No quería permanecer en ese mundo de sueños caóticos y dolorosos, pero tampoco despertar a la realidad, esa en la que entre ellos lo normal es que se instalasen los silencios y el frío, como el paisaje de ese triste país. No dejaría que eso sucediese, le prometió esperar, le prometió luchar, y es lo que haría, a pesar de que se sintiera como un trapo sucio y roto con el que han limpiado todos los suelos del palacio. Finalmente despegó los labios y murmuró contra su piel, todavía sin abrir los ojos.
— ahora que estás aquí, ya empiezan a ser buenos...— enterró su cara contra el pecho de Damon y dejó que los minutos se desgranasen lentamente, abrazados, unidos por la desgracia que les tocaba vivir, cada uno a su manera. Como si fueran un pequeño faro en un mar embravecido, permanecerían juntos y en pie, hasta que el temporal amainase y llegaría el dia en el que se alzarían rampantes con el sol.
Su mente se fue aclarando con el paso de los minutos y entendió que Damon debía sentirse sucio, porque a fin de cuentas había tenido que yacer con una desconocida y no por placer, sino por obligación. Tenía ganas de gritar, de romper algo sobre la cabeza de la difunta tía de Damon que los había condenado a aquello, pero nada de todo eso iba a hacer que mejorase su situación, así que decidió hacer lo único que sí podría conseguirlo... besar al hombre que llevaba tanta carga sobre sus hombros. Decirle con sus labios, que su involuntaria afrenta estaba perdonada, que sus acciones no necesitaban ser expiadas y que fuera lo que fuese lo que pasó en la habitación real, no importaba. Las únicas marcas que quería que quedasen grabadas en su piel y en su alma, llevarían una firma con una B.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 197
Fecha de inscripción : 10/04/2016
Localización : al lado del hombre al que ama
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Cuando sus labios rozaron los míos, primero despacio para tomar intensidad después, un jadeo escapo de estos.
Recorrí con mi boca cada parte de su cuerpo, quizás suplicando esa redención que si necesitaba aunque ella no lo supiera.
Mi piel ahora impregnada de su olor clamaba el triunfo en la batalla que ese día me quedaba por librar ante la manada.
Ahora solo era capaz de pensar en la mujer que bajo la cárcel de mi cuerpo sonreía olvidándose de la condena que ambos cargábamos a las espaldas.
Agradecí la ausencia de celos, la falta de preguntas y los reproches que no escaparon de su boca aunque quizás hubiera sido lo mas fácil para ella.
Por contra confió en mi, en que ni un sentimiento me embargaba por esa reina. Hasta para eso Brianna fue generosa conmigo.
La hice mía aquella mañana, mía porque así lo sentía, porque era con ella con quien quería compartir el resto de mis días y sabia que algún día eso sucedería, no pensaba atentar contra la reina, no era así mi naturaleza, pero tenia la esperanza de que el mismo destino pusiera cada cosa en su lugar y el lugar de Brianna no era el de una concubina, la única que tendría, pues mi interés solo residía en esa mujer de ojos de gata que me miraba robándome el alma.
Me alcé del lecho una vez acabado el acto, ya llegaba tarde y me reí por ello, esa mujer me hacia perder la cabeza, pero la verdad, mi humor había mejorado considerablemente, como si me hubiera insuflado una dosis de energía en este rato.
-He pedido que me preparen los documentos para nombrarte condesa -dije mientras me abrochaba los pantalones y me calzaba las botas -tengo que irme pequeña, me esperan los míos en el patio de armas.
Hoy me acercaré a los bosques para reclamar mi liderazgo ante la manada de mi tía -apunté quitando importancia la asunto, como si fuera un mero tramite.
No quería preocuparla.
-En cuanto tenga lso documentos los firmaré y te los traeré para que tu también los firmes. Después empezaremos las gestiones ¿te parece? -pregunté poniéndome en pie para acortar la distancia entre nuestros labios depositando un fugaz beso en ellos -tengo que irme, llego ya tarde. Te veo luego -apunté antes de salir por la puerta a toda velocidad como un vendaval.
Recorrí con mi boca cada parte de su cuerpo, quizás suplicando esa redención que si necesitaba aunque ella no lo supiera.
Mi piel ahora impregnada de su olor clamaba el triunfo en la batalla que ese día me quedaba por librar ante la manada.
Ahora solo era capaz de pensar en la mujer que bajo la cárcel de mi cuerpo sonreía olvidándose de la condena que ambos cargábamos a las espaldas.
Agradecí la ausencia de celos, la falta de preguntas y los reproches que no escaparon de su boca aunque quizás hubiera sido lo mas fácil para ella.
Por contra confió en mi, en que ni un sentimiento me embargaba por esa reina. Hasta para eso Brianna fue generosa conmigo.
La hice mía aquella mañana, mía porque así lo sentía, porque era con ella con quien quería compartir el resto de mis días y sabia que algún día eso sucedería, no pensaba atentar contra la reina, no era así mi naturaleza, pero tenia la esperanza de que el mismo destino pusiera cada cosa en su lugar y el lugar de Brianna no era el de una concubina, la única que tendría, pues mi interés solo residía en esa mujer de ojos de gata que me miraba robándome el alma.
Me alcé del lecho una vez acabado el acto, ya llegaba tarde y me reí por ello, esa mujer me hacia perder la cabeza, pero la verdad, mi humor había mejorado considerablemente, como si me hubiera insuflado una dosis de energía en este rato.
-He pedido que me preparen los documentos para nombrarte condesa -dije mientras me abrochaba los pantalones y me calzaba las botas -tengo que irme pequeña, me esperan los míos en el patio de armas.
Hoy me acercaré a los bosques para reclamar mi liderazgo ante la manada de mi tía -apunté quitando importancia la asunto, como si fuera un mero tramite.
No quería preocuparla.
-En cuanto tenga lso documentos los firmaré y te los traeré para que tu también los firmes. Después empezaremos las gestiones ¿te parece? -pregunté poniéndome en pie para acortar la distancia entre nuestros labios depositando un fugaz beso en ellos -tengo que irme, llego ya tarde. Te veo luego -apunté antes de salir por la puerta a toda velocidad como un vendaval.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Sabía que tenía que reclamar su lugar en la manada y que quizás regresase cubierto de sangre, porque podría ser el rey del país ya que lo decían los documentos; pero el alfa de la manada no quedaba establecido por una firma, a menos que esta se registrase en carne y con un cuchillo.
Asintió, dejándole espacio para que cumpliera su destino y aceptase sus obligaciones, unas que ella no podía compartir porque no formaba parte de esa manada. Sólo podía hacer lo que se le daba bien, quedarse fuera de la línea de batalla ayudando a planificar los siguientes pasos y recogiendo las consecuencias de los resultados.
Se levantó, se bañó y se calzó un vestido de color burdeos, recatado y elegante, peinando su oscuro cabello en un moño alto y trenzado. Se preparó para otro tipo de batalla, se pellizcó las mejillas para darles color, se pintó suavemente los labios y acentuó sus ojos verdes con un poco de sombra oscura en los párpados. Tras pasar a ver cómo les iba a los niños con la nanny pidió al servicio que le trajeran el desayuno y una vez recompuesta, bajó a la sala de recepciones donde solía trabajar con Damon y se sentó hojeando unas carpetas. En ellas estaban registradas algunas de las necesidades más urgentes, peticiones, demandas, negativas y correspondencia variada pendiente de ser contestada o archivada. Se puso a clasificarlo todo y por orden de prioridad, facilitándole un poco más el trabajo al rey. El secretario personal de la reina apareció por allí y esbozó cierta sonrisa maliciosa.
— Buenos días mademoiselle, ¿no debería estar encargándose de los asuntos hum...domésticos del Rey?.— esa pregunta llevaba muy mala leche implícita. Pero Brianna no estaba dispuesta a retroceder ni un ápice de la posición ganada.
— Buenos días monsieur, desconocía que ahora tuviera yo un secretario que me lleva la agenda, es todo un detalle, gracias.— le sonrió y siguió leyendo ignorandolo a propósito. Pero el hombre no se dio por vencido, se creía con la suficiente potestad como para pasar por encima de ella.
— La única mujer que puede revolver entre los documentos del rey es su reina, podría meterse en líos...— Brianna levantó los ojos del papel un instante.
— La reina puede hacer y decir lo que le plazca, como debe ser. Pero el rey es la máxima autoridad, y es él quien me autoriza a estar aquí trabajando. Ahora si me disculpa...¿necesita algo más?.
— En verdad...si. Necesito el inventario de títulos que tiene pensado otorgar el rey, la reina necesita echar un vistazo para aprobarlos.— Brianna cazó en seguida cual era la intención de aquella mujer...y no iba a darle esa satisfacción.
— Regrese entonces en otro momento cuando esté el rey, esa documentación no estoy autorizada a dársela a nadie.
— Puedo regresar en un rato con reina, aunque supongo que ella no lo pedirá tan amablemente como yo...
— Pues aproveche el tiempo hasta entonces y enséñele a pedir las cosas con cortesía.
El secretario frunció el ceño y se fue disgustado porque pensaba que podía amedrentar a Brianna y sonsacarle la información, pero ésta no cedió ni un milímetro. Cuando se fue, corrió a buscar los documentos, los metió en una carpeta y se escabulló hasta los aposentos de Damon guardándolas en el escritorio personal del rey, siempre podría decir que ella no sabía donde estaban, porque estaba segura de que volverían. Había provocado al secretario de la reina y eso no quedaría sin represalias.
Asintió, dejándole espacio para que cumpliera su destino y aceptase sus obligaciones, unas que ella no podía compartir porque no formaba parte de esa manada. Sólo podía hacer lo que se le daba bien, quedarse fuera de la línea de batalla ayudando a planificar los siguientes pasos y recogiendo las consecuencias de los resultados.
Se levantó, se bañó y se calzó un vestido de color burdeos, recatado y elegante, peinando su oscuro cabello en un moño alto y trenzado. Se preparó para otro tipo de batalla, se pellizcó las mejillas para darles color, se pintó suavemente los labios y acentuó sus ojos verdes con un poco de sombra oscura en los párpados. Tras pasar a ver cómo les iba a los niños con la nanny pidió al servicio que le trajeran el desayuno y una vez recompuesta, bajó a la sala de recepciones donde solía trabajar con Damon y se sentó hojeando unas carpetas. En ellas estaban registradas algunas de las necesidades más urgentes, peticiones, demandas, negativas y correspondencia variada pendiente de ser contestada o archivada. Se puso a clasificarlo todo y por orden de prioridad, facilitándole un poco más el trabajo al rey. El secretario personal de la reina apareció por allí y esbozó cierta sonrisa maliciosa.
— Buenos días mademoiselle, ¿no debería estar encargándose de los asuntos hum...domésticos del Rey?.— esa pregunta llevaba muy mala leche implícita. Pero Brianna no estaba dispuesta a retroceder ni un ápice de la posición ganada.
— Buenos días monsieur, desconocía que ahora tuviera yo un secretario que me lleva la agenda, es todo un detalle, gracias.— le sonrió y siguió leyendo ignorandolo a propósito. Pero el hombre no se dio por vencido, se creía con la suficiente potestad como para pasar por encima de ella.
— La única mujer que puede revolver entre los documentos del rey es su reina, podría meterse en líos...— Brianna levantó los ojos del papel un instante.
— La reina puede hacer y decir lo que le plazca, como debe ser. Pero el rey es la máxima autoridad, y es él quien me autoriza a estar aquí trabajando. Ahora si me disculpa...¿necesita algo más?.
— En verdad...si. Necesito el inventario de títulos que tiene pensado otorgar el rey, la reina necesita echar un vistazo para aprobarlos.— Brianna cazó en seguida cual era la intención de aquella mujer...y no iba a darle esa satisfacción.
— Regrese entonces en otro momento cuando esté el rey, esa documentación no estoy autorizada a dársela a nadie.
— Puedo regresar en un rato con reina, aunque supongo que ella no lo pedirá tan amablemente como yo...
— Pues aproveche el tiempo hasta entonces y enséñele a pedir las cosas con cortesía.
El secretario frunció el ceño y se fue disgustado porque pensaba que podía amedrentar a Brianna y sonsacarle la información, pero ésta no cedió ni un milímetro. Cuando se fue, corrió a buscar los documentos, los metió en una carpeta y se escabulló hasta los aposentos de Damon guardándolas en el escritorio personal del rey, siempre podría decir que ella no sabía donde estaban, porque estaba segura de que volverían. Había provocado al secretario de la reina y eso no quedaría sin represalias.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 197
Fecha de inscripción : 10/04/2016
Localización : al lado del hombre al que ama
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Caía el ocaso cuando atravesé el portón de mi propio hogar, el castillo Hunyad.
Este construido sobre una antigua fortificación romana lo convertía en un lugar inexpugnable, aunque bien sabia que las peores alimañas no estaban tras sus muros si no en el interior.
El castillo Hunyad de arquitectura italiana, quizás por eso elegido para ser mi vivienda por la clara referencia a mi nacionalidad y de estilo gótico era una edificación de imponente tamaño, capaz de hacer pensarse dos veces el asedio por parte de cualquier país rival.
Atravesé le patio de armas, seguido por mi séquito personal, la manada que me había acompañado desde París y que ahora se habían convertido en mi sombra.
Desmonté frente a las caballerizas, sangre reseca en mi rostro, heridas aun abiertas de claros signos de pelea y la cara de los asistentes personales que gritaban con estupor que el rey había sido atacado mientras yo me limitaba a ladear la sonrisa y pedir que no cundiera el pánico.
Desconocía que rey ocupaba antes el trono, cuales eran sus hábitos, mas yo era un lobo y los problemas los solucionaba en su mayoría, personalmente.
Dirigiría a mi ejercito siempre hacia la victoria o la muerte, pero no mandria jamas jóvenes a morir, a teñir mis campos de sangre mientras yo bebía vino sentado en mi trono.
De todos modos en esta ocasión nada tenia que ver con la guerra mi estado, si no que eran temas de lobos, de manada...
Brianna corrió preocupada a mi encuentro, en sus ojos el pánico que no aprecié en los de la reina pese que a ambas les había llegado el mismo rumor.
Mis ojos quedaron anclados en los de Brianna, claro que mis palabras y el beso en la frente fue para mi “reina”.
-No os preocupéis mi señora, estoy perfectamente, solo ha sido una desavenencia puntual, nada que debáis lamentar.
Ni por un minuto dejé de hundir mis pardos en sus esmeraldas, casi rogándole que acudiera a su cámara, que iría en cuanto lograra escapar de la atención de todo el personal.
Necesitaba saber como había pasado el día en aquel lugar, que me diera los documentos que yo mismo tramitaría y de paso un beso que sanaría mis heridas mas rápido incluso que mi propia regeneración lobuna.
Tras mi victoria la inmensa manada de mi tía me pertenecía, ahora apostillados en las fronteras de ese castillo, la fortaleza era impenetrable.
Este construido sobre una antigua fortificación romana lo convertía en un lugar inexpugnable, aunque bien sabia que las peores alimañas no estaban tras sus muros si no en el interior.
El castillo Hunyad de arquitectura italiana, quizás por eso elegido para ser mi vivienda por la clara referencia a mi nacionalidad y de estilo gótico era una edificación de imponente tamaño, capaz de hacer pensarse dos veces el asedio por parte de cualquier país rival.
Atravesé le patio de armas, seguido por mi séquito personal, la manada que me había acompañado desde París y que ahora se habían convertido en mi sombra.
Desmonté frente a las caballerizas, sangre reseca en mi rostro, heridas aun abiertas de claros signos de pelea y la cara de los asistentes personales que gritaban con estupor que el rey había sido atacado mientras yo me limitaba a ladear la sonrisa y pedir que no cundiera el pánico.
Desconocía que rey ocupaba antes el trono, cuales eran sus hábitos, mas yo era un lobo y los problemas los solucionaba en su mayoría, personalmente.
Dirigiría a mi ejercito siempre hacia la victoria o la muerte, pero no mandria jamas jóvenes a morir, a teñir mis campos de sangre mientras yo bebía vino sentado en mi trono.
De todos modos en esta ocasión nada tenia que ver con la guerra mi estado, si no que eran temas de lobos, de manada...
Brianna corrió preocupada a mi encuentro, en sus ojos el pánico que no aprecié en los de la reina pese que a ambas les había llegado el mismo rumor.
Mis ojos quedaron anclados en los de Brianna, claro que mis palabras y el beso en la frente fue para mi “reina”.
-No os preocupéis mi señora, estoy perfectamente, solo ha sido una desavenencia puntual, nada que debáis lamentar.
Ni por un minuto dejé de hundir mis pardos en sus esmeraldas, casi rogándole que acudiera a su cámara, que iría en cuanto lograra escapar de la atención de todo el personal.
Necesitaba saber como había pasado el día en aquel lugar, que me diera los documentos que yo mismo tramitaría y de paso un beso que sanaría mis heridas mas rápido incluso que mi propia regeneración lobuna.
Tras mi victoria la inmensa manada de mi tía me pertenecía, ahora apostillados en las fronteras de ese castillo, la fortaleza era impenetrable.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Estaba ansiosa por saber el resultado de aquella batalla, no le cabía duda de que Damon lo haría bien, daría el 200% como siempre, pero no sabía si la manada de su tía sería legales y respetarían las leyes, o por el contrario emboscarían a su legítimo alfa para arrebatarle el puesto con artimañas rastreras. Esperaba que no fuera así, y al verlo llegar en su caballo seguido del resto de la manada de París y más gente que no conocía, que suponía que serían los miembros de la otra manada, soltó el aire con alivio.
La reina también estaba presente y la había mirado varias veces de reojo, pero en pose digna y altiva, no le dirigió la palabra. Mejor así, no tenía ningún interés de conversar con ella. Las miradas se cruzaron entre el rey y la "asistente", y por extraño que pareciera, ella sabía lo que quería decir, estaba aprendiendo a leer las miradas, porque en ese ambiente les iba a tocar conversar en silencio muchas veces. Asintió y tras recibir ese beso en la frente se dirigió hacia los aposentos, ignorando miradas y comentarios susurrados.
Cerró la puerta tras ella y esperó a que Damon pudiera librarse de la gente que lo requeria para minucias y para otros asuntos, pero sobre todo, deshacerse de la reina. Se sentó en un sillón que tenía frente a la lumbre y se calentó las manos. Un buen rato después apareció él, notó en su rostro el cansancio y la tensión vivida, pero el brillo de sus ojos revelaba que estaba contento,había superado aquella dura prueba y el precio pagado apenas lo recordaba. Pero cuando Brianna se acercó vio la sangre en su camisa.
—¡Dios mio, Damon! ¿estás bien? ¿qué te han hecho? ¿quieres que avise al doctor?— su manos recorrieron la tela abriéndola para comprobar cómo de graves eran las heridas encajadas. Bueno, había recibido algunos cortes y arañazos, pero nada grave, nada mortal. Respiró algo más aliviada.
— ven siéntate aquí, te las desinfectaré y te ayudaré a que te sientas mejor.— Lavó las heridas con agua y jabón y aplicó un poco alcohol como antiséptico. Después fue a por un aceite de almendras y se aplicó unas gotas en las manos, se colocó tras Damon y empezó a masajearle los omóplatos, estaba tenso, podría sentir los nudos de tensión bajo su piel. Con sus manos fue trazando círculos, aplicando presión para soltar las contracturas y de vez en cuando se inclinaba a besar su mejilla o el lóbulo de su oreja.— Estoy muy orgullosa de ti, sé que no habrá sido fácil, sé que estabas muy preocupado... pero lo has conseguido y estoy muy feliz por ti.
La reina también estaba presente y la había mirado varias veces de reojo, pero en pose digna y altiva, no le dirigió la palabra. Mejor así, no tenía ningún interés de conversar con ella. Las miradas se cruzaron entre el rey y la "asistente", y por extraño que pareciera, ella sabía lo que quería decir, estaba aprendiendo a leer las miradas, porque en ese ambiente les iba a tocar conversar en silencio muchas veces. Asintió y tras recibir ese beso en la frente se dirigió hacia los aposentos, ignorando miradas y comentarios susurrados.
Cerró la puerta tras ella y esperó a que Damon pudiera librarse de la gente que lo requeria para minucias y para otros asuntos, pero sobre todo, deshacerse de la reina. Se sentó en un sillón que tenía frente a la lumbre y se calentó las manos. Un buen rato después apareció él, notó en su rostro el cansancio y la tensión vivida, pero el brillo de sus ojos revelaba que estaba contento,había superado aquella dura prueba y el precio pagado apenas lo recordaba. Pero cuando Brianna se acercó vio la sangre en su camisa.
—¡Dios mio, Damon! ¿estás bien? ¿qué te han hecho? ¿quieres que avise al doctor?— su manos recorrieron la tela abriéndola para comprobar cómo de graves eran las heridas encajadas. Bueno, había recibido algunos cortes y arañazos, pero nada grave, nada mortal. Respiró algo más aliviada.
— ven siéntate aquí, te las desinfectaré y te ayudaré a que te sientas mejor.— Lavó las heridas con agua y jabón y aplicó un poco alcohol como antiséptico. Después fue a por un aceite de almendras y se aplicó unas gotas en las manos, se colocó tras Damon y empezó a masajearle los omóplatos, estaba tenso, podría sentir los nudos de tensión bajo su piel. Con sus manos fue trazando círculos, aplicando presión para soltar las contracturas y de vez en cuando se inclinaba a besar su mejilla o el lóbulo de su oreja.— Estoy muy orgullosa de ti, sé que no habrá sido fácil, sé que estabas muy preocupado... pero lo has conseguido y estoy muy feliz por ti.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 197
Fecha de inscripción : 10/04/2016
Localización : al lado del hombre al que ama
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La contemplé mientras deslizaba sus manos por cada herida de mi cuerpo, desinfectandolas con cuidado, con una suavidad que no merecía pues yo y no otro era el único culpable del lio en el que estaba metida.
No era un necio y aunque sus palabras eran dulces, reconfortantes y acariciaban mi vanidad vanagloriando mi destreza en el combate, bien sabia que para ella esto no era precisamente lo que había soñado.
Tenia a la reina en contra, muchas eran las voces que se alzaban entre esas cuatro paredes dejando que los rumores corrieran como la pólvora y aunque posiblemente mi reina no era ejemplo de fidelidad, por el momento las únicas hazañas que eran nombradas eran las mías en el lecho de Brianna.
No se veía mal que un rey se desfogara con su cortesana, para eso estaban, el problema es que Brianna no era eso, ella no quería ser eso y yo no quería que se le tachara de eso.
Tomé su mano cuando sentí de forma placentera como masajeaba mis hombros.
Estaba tenso por la batalla, tenso por los problemas..tenso porque odiaba todo esto.
Tiré de su mano para que rodeara mi cuerpo hasta sentarla sobre mis piernas.
Mis pardos buscaron sus esmeraldas esa inconfundible mirada de gata que me hizo preso de cada parpadeo hace ya algún tiempo.
Hubiera pronunciado un lo siento si eso hubiera bastado para cambiar algo, pero como disculparme cuando todo iba a seguir exactamente igual y lo peor es que temía que ella no lo pudiera soportar.
Que se largara sin mas, no podría culparla si encontrara en cualquier fiesta un hombre que la mereciera infinitamente mas que yo y eso admito me desesperaba.
Habíamos entrado en un bucle de celos, celos porque no podíamos poseernos por completo, ella nunca seria completamente mía y yo de algún modo tampoco de ella.
-Sabes que te necesito ¿verdad? -pregunté contra la piel de su cuello -mi acto era egoísta mas no por ello una burda mentira.
Mordí su cuello marcándola, succione su piel en un acto desesperado de convencerme a mi mismo de que la poseía, esa parte animal se apoderó de mi mientras mi boca se deslizaba hambrienta por cada resquicio de su piel.
No era un necio y aunque sus palabras eran dulces, reconfortantes y acariciaban mi vanidad vanagloriando mi destreza en el combate, bien sabia que para ella esto no era precisamente lo que había soñado.
Tenia a la reina en contra, muchas eran las voces que se alzaban entre esas cuatro paredes dejando que los rumores corrieran como la pólvora y aunque posiblemente mi reina no era ejemplo de fidelidad, por el momento las únicas hazañas que eran nombradas eran las mías en el lecho de Brianna.
No se veía mal que un rey se desfogara con su cortesana, para eso estaban, el problema es que Brianna no era eso, ella no quería ser eso y yo no quería que se le tachara de eso.
Tomé su mano cuando sentí de forma placentera como masajeaba mis hombros.
Estaba tenso por la batalla, tenso por los problemas..tenso porque odiaba todo esto.
Tiré de su mano para que rodeara mi cuerpo hasta sentarla sobre mis piernas.
Mis pardos buscaron sus esmeraldas esa inconfundible mirada de gata que me hizo preso de cada parpadeo hace ya algún tiempo.
Hubiera pronunciado un lo siento si eso hubiera bastado para cambiar algo, pero como disculparme cuando todo iba a seguir exactamente igual y lo peor es que temía que ella no lo pudiera soportar.
Que se largara sin mas, no podría culparla si encontrara en cualquier fiesta un hombre que la mereciera infinitamente mas que yo y eso admito me desesperaba.
Habíamos entrado en un bucle de celos, celos porque no podíamos poseernos por completo, ella nunca seria completamente mía y yo de algún modo tampoco de ella.
-Sabes que te necesito ¿verdad? -pregunté contra la piel de su cuello -mi acto era egoísta mas no por ello una burda mentira.
Mordí su cuello marcándola, succione su piel en un acto desesperado de convencerme a mi mismo de que la poseía, esa parte animal se apoderó de mi mientras mi boca se deslizaba hambrienta por cada resquicio de su piel.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Lo sabía, claro que lo sabía. De la misma forma que le dolía verlo cargar con tanto peso, cualquier otro hombre ya se habría vuelto loco, habría mandado a la mierda algunos asuntos y se hubiera dedicado a vivir la vida, dinero no le faltaba. Darse al vicio y escoger la salida fácil era de débiles. Damon no era uno de esos. Era fuerte, llevaba en su interior una llama que ardía constantemente, imposible de apagar. Si había alguien capaz de sobrevivir a una situación tan difícil, ese era él.
Y la había elegido a ella, podía sentir en su fuero interno que su corazón le pertenecia, que de poder ser las cosas de otro modo, lo serían. Le daría una vida a su lado, compartida plenamente y sin tapujos. Pero la realidad los sometía a ambos a soportar esas cadenas, ese peso. Ella no se quedaría atrás. Porque la inmensa soledad que había vivido casi acaba con Brianna, la mujer, la persona. Porque había encontrado a su amor, por el que suspiraba y que le correspondía, la aceptaba como era, con sus cargas, con sus defectos. Porque no quería matar ese corazón que ahora sangraba de dolor, pero que también latía vivo gracias a él.
Acarició su mejilla con la mano y después su pelo, le encantaba hundir las yemas en sus rizos espesos y oscuros. Se acercó a sus labios para susurrarle.
— y yo a ti...no importa el tiempo que pase...será para siempre.— besó con hambre al lobo que la hacía temblar cada vez que sus cuerpos se unían en perfecta armonía. Aguantarían, resistirían, tenían que hacerlo, y si no podían mostrarse afecto en público, redoblarían la dosis en privado, como en ese momento.
Se enganchó con las piernas a su cintura y se tomó todo el tiempo del mundo para besarlo, para explorar con su lengua hasta el último resquicio de la de él, para acariciar su pelo, sus hombros, su pecho y bajar hasta el ombligo. Se deseaban, se amaban, y ambas cosas estaban unidas, indisolubles. Lo acompañaría esa noche demostrándole con actos que era suya completamente, y que él también era suyo, porque lo reclamaría donde tuviera que hacerlo, aunque tuviera que batirse el cobre con una reina.
Ya tendrían tiempo de habar al día siguiente sobre asuntos oficiales, sobre su título, sobre empezar a entrenar con alguien para no ser un blanco tan fácil...pero por unas horas sólo quería perderse en su cuerpo, fundirse en él y fusionar sus deseos y sus sentimientos en uno sólo.
Y la había elegido a ella, podía sentir en su fuero interno que su corazón le pertenecia, que de poder ser las cosas de otro modo, lo serían. Le daría una vida a su lado, compartida plenamente y sin tapujos. Pero la realidad los sometía a ambos a soportar esas cadenas, ese peso. Ella no se quedaría atrás. Porque la inmensa soledad que había vivido casi acaba con Brianna, la mujer, la persona. Porque había encontrado a su amor, por el que suspiraba y que le correspondía, la aceptaba como era, con sus cargas, con sus defectos. Porque no quería matar ese corazón que ahora sangraba de dolor, pero que también latía vivo gracias a él.
Acarició su mejilla con la mano y después su pelo, le encantaba hundir las yemas en sus rizos espesos y oscuros. Se acercó a sus labios para susurrarle.
— y yo a ti...no importa el tiempo que pase...será para siempre.— besó con hambre al lobo que la hacía temblar cada vez que sus cuerpos se unían en perfecta armonía. Aguantarían, resistirían, tenían que hacerlo, y si no podían mostrarse afecto en público, redoblarían la dosis en privado, como en ese momento.
Se enganchó con las piernas a su cintura y se tomó todo el tiempo del mundo para besarlo, para explorar con su lengua hasta el último resquicio de la de él, para acariciar su pelo, sus hombros, su pecho y bajar hasta el ombligo. Se deseaban, se amaban, y ambas cosas estaban unidas, indisolubles. Lo acompañaría esa noche demostrándole con actos que era suya completamente, y que él también era suyo, porque lo reclamaría donde tuviera que hacerlo, aunque tuviera que batirse el cobre con una reina.
Ya tendrían tiempo de habar al día siguiente sobre asuntos oficiales, sobre su título, sobre empezar a entrenar con alguien para no ser un blanco tan fácil...pero por unas horas sólo quería perderse en su cuerpo, fundirse en él y fusionar sus deseos y sus sentimientos en uno sólo.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 197
Fecha de inscripción : 10/04/2016
Localización : al lado del hombre al que ama
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Como un bálsamo no solo para las heridas exteriores, si no para esas que pesaban en el alma, las palabras de Brianna me daban fuerzas, unas voraces, sinceras, esas que me decían que no me rindiera, que luchara pues ese “para siempre” era tan real como los besos que ahora paladeaba lentos, plagados de caricias.
No pude evitar pensar mientras sus dedos recorrían cada musculo tenso de mi cuerpo que ahora, de no haber muerto mi tía estaría casado con ella, que seria mi mujer y yo el licantropo mas feliz del mundo, pues ella seria mi compañera, mi alfa.
Jadeaba contra su boca mientras esta se movía sobre mi hombría de forma lenta, sentida, mis labios sentenciaban cada resquicio de su piel, cuerpos perlados en sudor, que se pertenecían y que al menos durante esa noche se prometerían la eternidad en esta vida y en las venideras.
Caímos exhaustos sobre el lecho, sus labios acariciaban aun los míos, mi aliento calcinaba su boca, ambas respiraciones se iban acompasando a la del otro mientras nos plagábamos de caricias y reíamos hablando de como nos conocimos.
-Le hubiera estampado al niño ese el rastrillo en la cabeza -confesé entre risas mientras ella se moría de la risa.
-Desde ese día supe que serias mi perdición -apunté deslizando mis dedos por su cadera ascendiendo lentamente por su cintura.
-Ofrecerte trabajo fue lo único que se me ocurrió para tenerte cerca, no se como no preguntaste nunca al ver que Mildred cuidaba así de bien de Lobbo -reí contra su piel confesando mis pecados mientras ella me montaba riéndose contra mis labios.
Tras un segundo asalto nos dormimos, desperté con los primeros rayos del alba, ella dormía y no quise despertarla asi que le dejé un beso tibio en los labios y me fui a entrenar, después me esperaba una larga mañana escuchando a mi pueblo y sus problemas, esperaba poder sacar tiempo para perderme nuevamente en el cuerpo de Brianna, estos momentos se habían convertido en mi todo pese a no tener nada.
No pude evitar pensar mientras sus dedos recorrían cada musculo tenso de mi cuerpo que ahora, de no haber muerto mi tía estaría casado con ella, que seria mi mujer y yo el licantropo mas feliz del mundo, pues ella seria mi compañera, mi alfa.
Jadeaba contra su boca mientras esta se movía sobre mi hombría de forma lenta, sentida, mis labios sentenciaban cada resquicio de su piel, cuerpos perlados en sudor, que se pertenecían y que al menos durante esa noche se prometerían la eternidad en esta vida y en las venideras.
Caímos exhaustos sobre el lecho, sus labios acariciaban aun los míos, mi aliento calcinaba su boca, ambas respiraciones se iban acompasando a la del otro mientras nos plagábamos de caricias y reíamos hablando de como nos conocimos.
-Le hubiera estampado al niño ese el rastrillo en la cabeza -confesé entre risas mientras ella se moría de la risa.
-Desde ese día supe que serias mi perdición -apunté deslizando mis dedos por su cadera ascendiendo lentamente por su cintura.
-Ofrecerte trabajo fue lo único que se me ocurrió para tenerte cerca, no se como no preguntaste nunca al ver que Mildred cuidaba así de bien de Lobbo -reí contra su piel confesando mis pecados mientras ella me montaba riéndose contra mis labios.
Tras un segundo asalto nos dormimos, desperté con los primeros rayos del alba, ella dormía y no quise despertarla asi que le dejé un beso tibio en los labios y me fui a entrenar, después me esperaba una larga mañana escuchando a mi pueblo y sus problemas, esperaba poder sacar tiempo para perderme nuevamente en el cuerpo de Brianna, estos momentos se habían convertido en mi todo pese a no tener nada.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La complicidad y la confianza era la base de la felicidad entre ellos. No podían dejar de mirarse y tocarse cuando estaban tan cerca y podían hacerlo libremente. Charlar, besarse, acariciarse... daba igual, la sola presencia del otro bastaba para calmar las heridas lacerantes del corazón.
Se amaron como tantas noches atrás, siempre como si no hubiera un final, siempre con la esperanza de repetir mañana,dándolo por sentado, de que no acabase jamás esa ilusión. Porque si pensaban que podía ser la última noche, es que las cosas estaban más jodidas de lo que parecía.
Se durmió de puro cansancio y despertó un rato después de que Damon se marchara. A esas horas debía estar entrenando. Bien. Había llegado la hora. Se levantó, se colocó unos pantalones de montar, botas de caña alta, camisa blanca y se recogió el pelo en una trenza. Guantes mitones de cuero marrón completaban su atuendo, y sin pensárselo dos veces bajó al patio de armas donde Damon ya estaba en marcha peleando como un jabato contra uno de sus hombres.
— buenos días.— saludó a los presentes.— ¿quién va a ser el infeliz al que le va a tocar cargar con mi entrenamiento?.— sonrió, cargada de energía a pesar de que no había desayunado nada. Le dijo a Damon que estaría a la altura, y lo estaría. Costase lo que costase. Sería una más, sería aceptada por ser como era, le pesara a quien le pesara. Se esforzaría el doble, como siempre hacía con todo, pero conseguiría reivindicar su puesto en aquella manada. Aunque primero tenía que ganárselos y sabía que no se lo pondrían fácil. Ellos ya conocían a Elaine y la habían aceptado de inmediato, pero Brianna no era un lobo y eso levantaba reticencias. Todos estaban al tanto de la compleja situación, así que tampoco tensaban más la cuerda. Pero el gesto de Brianna, de unirse a ellos, de ponerse a sus órdenes aceptando que ella no estaba por encima y respetaba la jerarquía, esperaba que valiese para ganarse un poco más su respeto.— juro solemnemente que me esforzaré al máximo, aunque mucho me temo que morderé el polvo una y otra vez.
Sonrió mirando a los sorprendidos lobos que la escrutaban con curiosidad. Era menuda y vital, sus ojos hablaban por sí mismos, y sobre todo, expresaban y rubricaban cada palabra que sus labios soltaban. Estaba decidida a recibir el duro entrenamiento para ser una más, partiendo con el doble de desventaja, a la vez que mantendría la encubierta lucha contra la reina y la situación en la que se encontraba Damon... al menos había que reconocer su valor y su entereza. Pues a ningún licántropo le hacía gracia el aura de aquella bruja con corona.
Se amaron como tantas noches atrás, siempre como si no hubiera un final, siempre con la esperanza de repetir mañana,dándolo por sentado, de que no acabase jamás esa ilusión. Porque si pensaban que podía ser la última noche, es que las cosas estaban más jodidas de lo que parecía.
Se durmió de puro cansancio y despertó un rato después de que Damon se marchara. A esas horas debía estar entrenando. Bien. Había llegado la hora. Se levantó, se colocó unos pantalones de montar, botas de caña alta, camisa blanca y se recogió el pelo en una trenza. Guantes mitones de cuero marrón completaban su atuendo, y sin pensárselo dos veces bajó al patio de armas donde Damon ya estaba en marcha peleando como un jabato contra uno de sus hombres.
— buenos días.— saludó a los presentes.— ¿quién va a ser el infeliz al que le va a tocar cargar con mi entrenamiento?.— sonrió, cargada de energía a pesar de que no había desayunado nada. Le dijo a Damon que estaría a la altura, y lo estaría. Costase lo que costase. Sería una más, sería aceptada por ser como era, le pesara a quien le pesara. Se esforzaría el doble, como siempre hacía con todo, pero conseguiría reivindicar su puesto en aquella manada. Aunque primero tenía que ganárselos y sabía que no se lo pondrían fácil. Ellos ya conocían a Elaine y la habían aceptado de inmediato, pero Brianna no era un lobo y eso levantaba reticencias. Todos estaban al tanto de la compleja situación, así que tampoco tensaban más la cuerda. Pero el gesto de Brianna, de unirse a ellos, de ponerse a sus órdenes aceptando que ella no estaba por encima y respetaba la jerarquía, esperaba que valiese para ganarse un poco más su respeto.— juro solemnemente que me esforzaré al máximo, aunque mucho me temo que morderé el polvo una y otra vez.
Sonrió mirando a los sorprendidos lobos que la escrutaban con curiosidad. Era menuda y vital, sus ojos hablaban por sí mismos, y sobre todo, expresaban y rubricaban cada palabra que sus labios soltaban. Estaba decidida a recibir el duro entrenamiento para ser una más, partiendo con el doble de desventaja, a la vez que mantendría la encubierta lucha contra la reina y la situación en la que se encontraba Damon... al menos había que reconocer su valor y su entereza. Pues a ningún licántropo le hacía gracia el aura de aquella bruja con corona.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 197
Fecha de inscripción : 10/04/2016
Localización : al lado del hombre al que ama
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Las espadas bailaban en mis manos asestando rápidos ataques a mi adversario cuando el silencio se hizo en el patio de armas, me giré al sentir el aura de Brianna, su olor y la sonrisa de gilipollas se me dibujo en los labios iluminándome la cara.
Pensaba que venia a traerme algo de almorzar, pero no, mi sorpresa fue mayúscula al escuchar sus palabras.
Mi manada valoraba a esa mujer, es mas, muchos de ellos me habían preguntado porque no se trasformaba en uno de nosotros, a ninguno de los míos les gustaba la reina, sus oscuras trazas en el aura denotaban lo que yo ya sabia, que su corazón era piedra y que solo se importaba a si misma.
Uno de mis hombres me dio un manotazo en el hombro para que reaccionara, pero yo solo podía mirarla.
Me acerque a ella ladeando la sonrisa, mis ojos se clavaron en sus labios como lo harían mis espadas en el enemigo.
-Parece que voy a ser el infeliz, al menos hoy -le dije guiñándole un ojo -continuamos -les pedí al resto que pronto volvieron a lo suyo.
Ari luchaba con su hija, Elaine estaba mejorando, en estos días había aprendido a controlar sus nuevos atributos, mas fuerza, mas destreza, se le veía segura, solo tenia que ir soltándose, creerse que ya no era una niña enferma, ahora era parte de mi manada, una loba.
Enfundé sendas espadas cortas a mi espalda y caminé hacia unos de los biombos sacando un par de palos de madera.
Le lancé uno a Brianna, que se le calló de las manos haciéndome reír mientras esta fruncía el ceño.
Me acerqué recogiéndolo y dándoselo con suavidad sin poder dejar de mirarla.
Si en algún momento podía dudar de porque estaba loco por ella, este era el motivo y no otro, era una mujer luchadora, valiente, fuerte, jamas se rendía, era de esas que caía y se levantaba una vez tras otra y por eso sabia no solo que seria buena para mi, si no para los míos.
-Solo tienes que darme con el palo -ladeé la sonrisa -no te contengas, intenta pegarme fuerte.
Pensaba que venia a traerme algo de almorzar, pero no, mi sorpresa fue mayúscula al escuchar sus palabras.
Mi manada valoraba a esa mujer, es mas, muchos de ellos me habían preguntado porque no se trasformaba en uno de nosotros, a ninguno de los míos les gustaba la reina, sus oscuras trazas en el aura denotaban lo que yo ya sabia, que su corazón era piedra y que solo se importaba a si misma.
Uno de mis hombres me dio un manotazo en el hombro para que reaccionara, pero yo solo podía mirarla.
Me acerque a ella ladeando la sonrisa, mis ojos se clavaron en sus labios como lo harían mis espadas en el enemigo.
-Parece que voy a ser el infeliz, al menos hoy -le dije guiñándole un ojo -continuamos -les pedí al resto que pronto volvieron a lo suyo.
Ari luchaba con su hija, Elaine estaba mejorando, en estos días había aprendido a controlar sus nuevos atributos, mas fuerza, mas destreza, se le veía segura, solo tenia que ir soltándose, creerse que ya no era una niña enferma, ahora era parte de mi manada, una loba.
Enfundé sendas espadas cortas a mi espalda y caminé hacia unos de los biombos sacando un par de palos de madera.
Le lancé uno a Brianna, que se le calló de las manos haciéndome reír mientras esta fruncía el ceño.
Me acerqué recogiéndolo y dándoselo con suavidad sin poder dejar de mirarla.
Si en algún momento podía dudar de porque estaba loco por ella, este era el motivo y no otro, era una mujer luchadora, valiente, fuerte, jamas se rendía, era de esas que caía y se levantaba una vez tras otra y por eso sabia no solo que seria buena para mi, si no para los míos.
-Solo tienes que darme con el palo -ladeé la sonrisa -no te contengas, intenta pegarme fuerte.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Intentar darle con el palo, como si eso fuera fácil, teniendo en cuenta que él tenía entrenamiento de años y una fuerza y agilidad sobrenatural. En fin, allá iba. Lanzó el palo hacia él y supuso que lo esquivaría o lo bloquearía, así que con la primera estocada no se quedó quieta, siguió golpeando con saña, una y otra vez, con ímpetu, aunque sus golpes fueran detenidos por el palo de Damon.
No había luchado nunca antes, no había empuñado jamás un arma, pero en aquel territorio hostil algo le decía que podría necesitarla. Se detuvo un segundo a tomar aliento, seguramente esa noche tendría agujetas en lugares que no podía ni sospechar, pero no se dio por vencida y golpeó de nuevo, escuchando algunos consejos de Damon.
En uno de los movimientos, se llevó un golpe al lado de la rodilla, eso le granjearía un moratón, pero lejos de quejarse y retirarse, apretó los dientes y con un rugido arremetió contra Damon, sin precisión ni técnica ninguna, sólo volcando las ganas de partirle la cabeza a alguien, que desde luego no era a él, pero llevaba reteniendo por mucho tiempo esa rabia, esa furia por la situación que vivían y el entrenamiento le estaba dando la posibilidad de sacarla fuera.
Acabó jadeando y pidiendo un receso. No estaba acostumbrada a ese tipo de actividad, pero lo estaría. Bebió un poco de agua y se secó el sudor de la frente.
— es sólo un momento....deja que recupere el aliento...ufff..
Elaine la observaba entre sorprendida y orgullosa. Para la niña era como un juego y le apetecía mucho moverse, saltar, correr y ganar fuerza y agilidad, pero no imaginaba que su madre, siempre tan tranquila, tan sosegada, tan contenida, estuviera allí vestida con pantalones enarbolando un palo.
No había luchado nunca antes, no había empuñado jamás un arma, pero en aquel territorio hostil algo le decía que podría necesitarla. Se detuvo un segundo a tomar aliento, seguramente esa noche tendría agujetas en lugares que no podía ni sospechar, pero no se dio por vencida y golpeó de nuevo, escuchando algunos consejos de Damon.
En uno de los movimientos, se llevó un golpe al lado de la rodilla, eso le granjearía un moratón, pero lejos de quejarse y retirarse, apretó los dientes y con un rugido arremetió contra Damon, sin precisión ni técnica ninguna, sólo volcando las ganas de partirle la cabeza a alguien, que desde luego no era a él, pero llevaba reteniendo por mucho tiempo esa rabia, esa furia por la situación que vivían y el entrenamiento le estaba dando la posibilidad de sacarla fuera.
Acabó jadeando y pidiendo un receso. No estaba acostumbrada a ese tipo de actividad, pero lo estaría. Bebió un poco de agua y se secó el sudor de la frente.
— es sólo un momento....deja que recupere el aliento...ufff..
Elaine la observaba entre sorprendida y orgullosa. Para la niña era como un juego y le apetecía mucho moverse, saltar, correr y ganar fuerza y agilidad, pero no imaginaba que su madre, siempre tan tranquila, tan sosegada, tan contenida, estuviera allí vestida con pantalones enarbolando un palo.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 197
Fecha de inscripción : 10/04/2016
Localización : al lado del hombre al que ama
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
No podía decirse que Brianna no ponía todo su empeño con lograr asestarme un golpe, no lograba ni rozarme pero bueno, yo llevaba entrenando desde niño y ella era una humana cuyas condiciones fisicas no eran las mejores, aunque estaba muy buena, eso era innegable.
No borré mi ladeada sonrisa ni por un instante, me gustaba su determinación.
Cuando me pidió un respiro me detuve apoyando el palo en el suelo y mi cuerpo sobre el con un semblante un tanto engreído mirándola de arriba a bajo.
-Estos movimientos vas a tener que repetirlos en la cama -bromeé guiñándole un ojo sin acercarme mas de la debido, a fin de cuentas las paredes veían y no quería incrementar los rumores que ya corrían por palacio como la pólvora.
Sinceramente que llegara a oídos de la reina me era indiferente, creo que había quedado claro que lo nuestro era una farsa, ambos nos perdíamos en otras sabanas y yo agradecía que me la mantuvieran entretenida otros quehaceres pues el tiempo que se ausentaba en mi lecho era tiempo que yo llenaba el de Brianna.
Acabado el entrenamiento Elaine se fue con la manada a darse un baño a un lago cercano, Brianna y yo teníamos unos asuntos que tratar que no podían esperar, quería tramitar ya los papeles de su titulo, después pasaría la tarde escuchando a mis súbditos, muchas eran las quejas, las peticiones y las sugerencias que tenia mi pueblo y pensaba escuchar a todos y cada uno de ellos, así que había permitido audiencias con todo aquel que necesitara hablar con su rey.
Mi manada vigilaría que nada pudiera sucederse, pero sinceramente temía mas los enemigos disfrazados de amigos que vivían entre los muros de mi castillo, que a los de fuera.
Una vez solos tire de la mano de Brianna para chocar hambriento con sus labios, la risa de la que debería ser mi mujer impacto en mi boca.
-Dame los papeles que e deje esta mañana, yo mismo me ocupare de darte tu lugar, te di mi palabra y voy a hacerlo.
-Quiero que seas feliz, que al menos tengas un titulo al que cogerte si me pasara algo -susurré acariciando su mejilla muy despacio.
Una doncella entro en la cámara con un zumo de frutas recién exprimido, dejo la bandeja en la mesa y nos sirvió dos vasos con una dulce sonrisa.
Brianna sedienta por el entrenamiento tomó el suyo agradeciendo a la joven el detalle.
Arrugué ligeramente la nariz, conocía ese olor, acólito, le di un manotazo al vaso antes de que lo llevara a sus labios.
-Esta envenenado...-rugí desviando mis ámbar hacia la joven doncella que caía de rodillas al ver mis ámbar brillando plagados de rabia.
Suplicaba diciendo no saber nada, solo había servido lo que le habían sacado de cocina.
No borré mi ladeada sonrisa ni por un instante, me gustaba su determinación.
Cuando me pidió un respiro me detuve apoyando el palo en el suelo y mi cuerpo sobre el con un semblante un tanto engreído mirándola de arriba a bajo.
-Estos movimientos vas a tener que repetirlos en la cama -bromeé guiñándole un ojo sin acercarme mas de la debido, a fin de cuentas las paredes veían y no quería incrementar los rumores que ya corrían por palacio como la pólvora.
Sinceramente que llegara a oídos de la reina me era indiferente, creo que había quedado claro que lo nuestro era una farsa, ambos nos perdíamos en otras sabanas y yo agradecía que me la mantuvieran entretenida otros quehaceres pues el tiempo que se ausentaba en mi lecho era tiempo que yo llenaba el de Brianna.
Acabado el entrenamiento Elaine se fue con la manada a darse un baño a un lago cercano, Brianna y yo teníamos unos asuntos que tratar que no podían esperar, quería tramitar ya los papeles de su titulo, después pasaría la tarde escuchando a mis súbditos, muchas eran las quejas, las peticiones y las sugerencias que tenia mi pueblo y pensaba escuchar a todos y cada uno de ellos, así que había permitido audiencias con todo aquel que necesitara hablar con su rey.
Mi manada vigilaría que nada pudiera sucederse, pero sinceramente temía mas los enemigos disfrazados de amigos que vivían entre los muros de mi castillo, que a los de fuera.
Una vez solos tire de la mano de Brianna para chocar hambriento con sus labios, la risa de la que debería ser mi mujer impacto en mi boca.
-Dame los papeles que e deje esta mañana, yo mismo me ocupare de darte tu lugar, te di mi palabra y voy a hacerlo.
-Quiero que seas feliz, que al menos tengas un titulo al que cogerte si me pasara algo -susurré acariciando su mejilla muy despacio.
Una doncella entro en la cámara con un zumo de frutas recién exprimido, dejo la bandeja en la mesa y nos sirvió dos vasos con una dulce sonrisa.
Brianna sedienta por el entrenamiento tomó el suyo agradeciendo a la joven el detalle.
Arrugué ligeramente la nariz, conocía ese olor, acólito, le di un manotazo al vaso antes de que lo llevara a sus labios.
-Esta envenenado...-rugí desviando mis ámbar hacia la joven doncella que caía de rodillas al ver mis ámbar brillando plagados de rabia.
Suplicaba diciendo no saber nada, solo había servido lo que le habían sacado de cocina.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
El terror se reflejó en sus ojos. ¿Acónito? querían envenenarla a ella o a Damon? Tras el impacto inicial, el miedo dejó paso a la decepción. No la querían allí, y alguien se estaba tomando muchas molestias por quitarla de en medio. Alguien que no tenía en cuenta que dejaría huérfana a una niña, que causaría mucho dolor a un hombre bueno y justo. De nuevo el rechazo y la impotencia. No era nadie, sólo un problema, y los problemas se tratan arrancándolos de raíz. ¿Podría ella culparlos por pensar así? Seguramente pensarían que le nublaba el juicio a su rey, que se aprovecharía para dividir a los monarcas y eso repercutiría en el pueblo. Siempre sería "la otra", "la querida", "la razón por la que el matrimonio real no va bien".
Suspiró y se cruzó de brazos. ¿Qué opciones le quedaban? ninguna, seguir con el plan, aceptar ese título y esperar que el tiempo pusiera algunas cosas en su sitio. Miró a Damon, no tenía ni idea de qué hacer con aquel asunto. ¿Sería verdad que la sirvienta estaba siendo sincera? aquel castillo estaba lleno de secuaces de la reina, probablemente supieran de pociones, venenos y magia... no era seguro. ¿Quién estaría detrás de aquello? demasiados enemigos, demasiados posibles jaques al rey.
No podía pensar de esa forma porque empezaría a flaquear, y no quería flaquear. ¡Ella no había hecho nada! estaba en su derecho de pelear por el corazón del hombre al que quería, contra viento y marea, aunque eso la llevase a la ruina personal.
Mandaron llamar a los hombres de Damon y se presentaron allí con el semblante serio. Un intento de asesinato contra su rey o contra Brianna era algo que debían solucionar y cortar de inmediato. Ellos eran licántropos podrían saber por el olfato quién había manipulado el acónito. Bajaron a las cocinas y rastrearon a todo el personal hasta dar con uno de los mayordomos, él era el que había tenido el acónito en las manos.
Suspiró y se cruzó de brazos. ¿Qué opciones le quedaban? ninguna, seguir con el plan, aceptar ese título y esperar que el tiempo pusiera algunas cosas en su sitio. Miró a Damon, no tenía ni idea de qué hacer con aquel asunto. ¿Sería verdad que la sirvienta estaba siendo sincera? aquel castillo estaba lleno de secuaces de la reina, probablemente supieran de pociones, venenos y magia... no era seguro. ¿Quién estaría detrás de aquello? demasiados enemigos, demasiados posibles jaques al rey.
No podía pensar de esa forma porque empezaría a flaquear, y no quería flaquear. ¡Ella no había hecho nada! estaba en su derecho de pelear por el corazón del hombre al que quería, contra viento y marea, aunque eso la llevase a la ruina personal.
Mandaron llamar a los hombres de Damon y se presentaron allí con el semblante serio. Un intento de asesinato contra su rey o contra Brianna era algo que debían solucionar y cortar de inmediato. Ellos eran licántropos podrían saber por el olfato quién había manipulado el acónito. Bajaron a las cocinas y rastrearon a todo el personal hasta dar con uno de los mayordomos, él era el que había tenido el acónito en las manos.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 197
Fecha de inscripción : 10/04/2016
Localización : al lado del hombre al que ama
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Ordené que dos de mis hombres siguieran el rastro del acólito, no tardaría en descubrir quien era el culpable que sostuvo la pequeña botella entre sus manos, aunque algo me decía que indistintamente de quien fuera aquel que lo vertiera en el vaso, este juego de tronos solo había empezado.
Podía cazar al peón, pero la torre, el alfil el caballo de seguro se protegían bien en el tablero de ajedrez.
Mi preocupación se centro en Brianna, sus esmeraldas brillaban, podía leer en ellas muchas cosas aunque de seguro había una que no paraba de pasarsele por la cabeza.
Se haba metido en un complicado juego donde tenia mucho mas que perder que de ganar.
Yo era un hombre, mil encontraría ahora que era baronesa y no una criada, todos de buena posición y de seguro dispuestos a convertirla en su reina, yo por le contrario pese a ser rey solo podía darle el papel de consorte y hacer que se jugara la maldita vida.
A eso había que incluir que Elaine estaba en la ecuación ¿como podía ser tan egoísta de pedirle a la mujer que amaba que arriesgara su vida y la de su hija por mi?
Acaricié el rostro de Brianna con mis dedos, esperando que se tranquilizara, daría con el culpable, aunque eso no iba a asegurar su seguridad por completo y era algo que sabíamos los dos.
-Entenderé que tomes cualquier decisión -aseguré clavando mis pardos en sus dos tempestades.
Yo no me caracterizaba por ser un hombre incapaz de comprender que mis obligaciones como alfa y ahora también como rey podían superar a cualquier persona que quisiera compartir su vida a mi lado. Nunca seria mi prisionera, su libertad de elegir una vida conmigo o sin mi la tenia, sin represalias, mantendría mi palabra dada, la convertiría en Baronesa de igual forma.
Mis hombres no tardaron en llegar arrastrando a un mayordomo que suplicaba clemencia alegando que si bien era cierto era culpable, no hizo mas allá de lo que se le ordeno.
Cayó de rodillas a mis pies, mas cuando le pregunté quien era aquel que le había ordenado cometer tal traición frente a su rey, pareció reacio a hablar en un principio.
Mi espada en su nuez le obligó a tragar saliva, no iba a depararle un buen destino su silencio, si era necesario haría allí mismo de juez y verdugo pero no iba a ser clemente con aquel que podía haber matado a Brianna.
Abrió sus labios para pronunciar un nombre cuando ante mis ojos vi como se cosían de forma un tanto sádica, la sangre resbalaba por ellos y el hombre se retorcía de dolor gimoteando sin poder emitir palabra.
Magia, rugí a mis hombres para que descubrieran de donde procedía el aura, la estela residual que dejaba, peor la oscuridad se dispersaba en aquella sala como si fuera una plaga.
Cubrí con mi cuerpo el de Brianna, esgrimiendo mi espada, cualquier cosa podía sucede cuando el caos reinaba, la bruma se difuminó del salón, dejando todo en pie excepto un consumido mayordomo que parecía haber sido drenado convertido en piel y hueso.
Mis hombres cerraron a cal y canto el gran salón, nadie excepto nosotros y dos doncellas estaban allí, mas bien sabia que la magia se podía llevar a cabo desde muchos sitios, el peligro acechaba en el castillo.
-Quiero que busquéis todo aquel que encierre un aura mágica entre las paredes de este castillo, traerlo a mi presencia.
No podía empezar una caza de brujas sin ponerme a todos los hechiceros en mi contra, buscarme mas enemigos de los que tenia era un absurdo, un movimiento ilógico y equivocado, así que alcé la mano y los detuve tras mi primer achaque impulsivo.
-Esperar...
De hacer eso empezaría una guerra entre lobos y hechiceros con la que no pensaba cargar, tenia que pensar...y rápido.
Podía cazar al peón, pero la torre, el alfil el caballo de seguro se protegían bien en el tablero de ajedrez.
Mi preocupación se centro en Brianna, sus esmeraldas brillaban, podía leer en ellas muchas cosas aunque de seguro había una que no paraba de pasarsele por la cabeza.
Se haba metido en un complicado juego donde tenia mucho mas que perder que de ganar.
Yo era un hombre, mil encontraría ahora que era baronesa y no una criada, todos de buena posición y de seguro dispuestos a convertirla en su reina, yo por le contrario pese a ser rey solo podía darle el papel de consorte y hacer que se jugara la maldita vida.
A eso había que incluir que Elaine estaba en la ecuación ¿como podía ser tan egoísta de pedirle a la mujer que amaba que arriesgara su vida y la de su hija por mi?
Acaricié el rostro de Brianna con mis dedos, esperando que se tranquilizara, daría con el culpable, aunque eso no iba a asegurar su seguridad por completo y era algo que sabíamos los dos.
-Entenderé que tomes cualquier decisión -aseguré clavando mis pardos en sus dos tempestades.
Yo no me caracterizaba por ser un hombre incapaz de comprender que mis obligaciones como alfa y ahora también como rey podían superar a cualquier persona que quisiera compartir su vida a mi lado. Nunca seria mi prisionera, su libertad de elegir una vida conmigo o sin mi la tenia, sin represalias, mantendría mi palabra dada, la convertiría en Baronesa de igual forma.
Mis hombres no tardaron en llegar arrastrando a un mayordomo que suplicaba clemencia alegando que si bien era cierto era culpable, no hizo mas allá de lo que se le ordeno.
Cayó de rodillas a mis pies, mas cuando le pregunté quien era aquel que le había ordenado cometer tal traición frente a su rey, pareció reacio a hablar en un principio.
Mi espada en su nuez le obligó a tragar saliva, no iba a depararle un buen destino su silencio, si era necesario haría allí mismo de juez y verdugo pero no iba a ser clemente con aquel que podía haber matado a Brianna.
Abrió sus labios para pronunciar un nombre cuando ante mis ojos vi como se cosían de forma un tanto sádica, la sangre resbalaba por ellos y el hombre se retorcía de dolor gimoteando sin poder emitir palabra.
Magia, rugí a mis hombres para que descubrieran de donde procedía el aura, la estela residual que dejaba, peor la oscuridad se dispersaba en aquella sala como si fuera una plaga.
Cubrí con mi cuerpo el de Brianna, esgrimiendo mi espada, cualquier cosa podía sucede cuando el caos reinaba, la bruma se difuminó del salón, dejando todo en pie excepto un consumido mayordomo que parecía haber sido drenado convertido en piel y hueso.
Mis hombres cerraron a cal y canto el gran salón, nadie excepto nosotros y dos doncellas estaban allí, mas bien sabia que la magia se podía llevar a cabo desde muchos sitios, el peligro acechaba en el castillo.
-Quiero que busquéis todo aquel que encierre un aura mágica entre las paredes de este castillo, traerlo a mi presencia.
No podía empezar una caza de brujas sin ponerme a todos los hechiceros en mi contra, buscarme mas enemigos de los que tenia era un absurdo, un movimiento ilógico y equivocado, así que alcé la mano y los detuve tras mi primer achaque impulsivo.
-Esperar...
De hacer eso empezaría una guerra entre lobos y hechiceros con la que no pensaba cargar, tenia que pensar...y rápido.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Página 7 de 9. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
Temas similares
» Rastrillo y Cortadete (Private)
» Nothing as It Seems | Privado
» Nothing and everything --> Privado
» Ego {Privado}
» Beyond The Sea ~ Privado
» Nothing as It Seems | Privado
» Nothing and everything --> Privado
» Ego {Privado}
» Beyond The Sea ~ Privado
Página 7 de 9.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour