AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
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El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
El parque, una pequeña jungla donde el depredador mas grande devora al mas pequeño. Enarqué una ceja mirando de soslayo como Lobbo jugaba entusiasmado en un arenero con una pala llenándose de arena los zapatos haciendo sobre estos na montaña que luego se sacudía entre risas antes de volver a empezar. A su lado un niño mas grande, le doblaba en tamaño y seguramente también en edad, lanzaba con ese instrumento del mal arena a diestro y siniestro.
Busqué con la mirada al responsable de esa criatura salvaje, no tardé en localizar su olor, el mismo que el crio infernal llevaba en su camiseta.
La mujer hablaba animada con otra madre, ni caso del niño que cada vez se acercaba mas en sus ataques hacia Lobbo.
Ladeé la cabeza escuchando la conversación, al parecer y como no, criticaban a una mujer posiblemente mas guapa, mas joven y que les arrebataba toda la atención, fuere como fuere eso no me interesaba, solo que llamara al orden al pequeño monstruo.
Carraspeé tratando de llamar la atención, algo no muy complicado, era el único puto hombre en un parque plagado de mujeres y mocosos.
Acaparé la atención de muchas, pero por desgracia, la mujer esa estaba demasiado ocupada en otros menesteres.
Lobbo exploto en llanto frotándose los ojos, al parecer el pequeño demonio le había metido arena en esos espasmódicos movimientos que se gastaba con el arma infernal en sus gorditas manos.
Gruñí rabioso, tratando de contener a mi bestia interior.
Por fin la madre lo llamó al orden, algo que no funciono, pues el niño hizo caso omiso, la mujer siguió a los suyo y yo me encendí por dentro.
Me puse en pie, calmo caminé hasta el arenero, allí junto a Lobbo me acuclillé con la mejor de mis sonrisas, revolví el pelo del crio y mis ojos ahora ámbar se clavaron en el gordo del rastrillo que pronto explotó aterrado en llantos.
Eso le enseñaría que aquí yo era el alfa. Ladeé la sonrisa cuando la madre se acercó preocupada por su intenso llanto, ahora si que la muy perra movía su gordo culo para ver a su hijo.
-Debe de haberse metido arena en el ojo, estas armas las carga el demonio -bromeé señalando el rastrillo que aun sujetaba el niño.
Así volví satisfecho a mi banco dejado que Lobbo siguiera jugando en el arenero, el otro niño se había cagado y meado encima, así que la madre decidió llevárselo en el carro asegurando que era ya un niño grande para hacérselo todo encima.
Me estaba convirtiendo en un monstruo, de ser un alfa que guiaba a mi manada a la batalla, me había convertido en un idiota que asustaba niños en el parque, desde luego París me estaba volviendo loco.
Hundí la cara entre mis manos frotando la cara en ellas hasta que mis dedos se hundieron en mi pelo mostrando mi clara desesperación.
-Necesito una niñera -gruñí entre dientes -el parque saca de mi lo peor.
El parque, una pequeña jungla donde el depredador mas grande devora al mas pequeño. Enarqué una ceja mirando de soslayo como Lobbo jugaba entusiasmado en un arenero con una pala llenándose de arena los zapatos haciendo sobre estos na montaña que luego se sacudía entre risas antes de volver a empezar. A su lado un niño mas grande, le doblaba en tamaño y seguramente también en edad, lanzaba con ese instrumento del mal arena a diestro y siniestro.
Busqué con la mirada al responsable de esa criatura salvaje, no tardé en localizar su olor, el mismo que el crio infernal llevaba en su camiseta.
La mujer hablaba animada con otra madre, ni caso del niño que cada vez se acercaba mas en sus ataques hacia Lobbo.
Ladeé la cabeza escuchando la conversación, al parecer y como no, criticaban a una mujer posiblemente mas guapa, mas joven y que les arrebataba toda la atención, fuere como fuere eso no me interesaba, solo que llamara al orden al pequeño monstruo.
Carraspeé tratando de llamar la atención, algo no muy complicado, era el único puto hombre en un parque plagado de mujeres y mocosos.
Acaparé la atención de muchas, pero por desgracia, la mujer esa estaba demasiado ocupada en otros menesteres.
Lobbo exploto en llanto frotándose los ojos, al parecer el pequeño demonio le había metido arena en esos espasmódicos movimientos que se gastaba con el arma infernal en sus gorditas manos.
Gruñí rabioso, tratando de contener a mi bestia interior.
Por fin la madre lo llamó al orden, algo que no funciono, pues el niño hizo caso omiso, la mujer siguió a los suyo y yo me encendí por dentro.
Me puse en pie, calmo caminé hasta el arenero, allí junto a Lobbo me acuclillé con la mejor de mis sonrisas, revolví el pelo del crio y mis ojos ahora ámbar se clavaron en el gordo del rastrillo que pronto explotó aterrado en llantos.
Eso le enseñaría que aquí yo era el alfa. Ladeé la sonrisa cuando la madre se acercó preocupada por su intenso llanto, ahora si que la muy perra movía su gordo culo para ver a su hijo.
-Debe de haberse metido arena en el ojo, estas armas las carga el demonio -bromeé señalando el rastrillo que aun sujetaba el niño.
Así volví satisfecho a mi banco dejado que Lobbo siguiera jugando en el arenero, el otro niño se había cagado y meado encima, así que la madre decidió llevárselo en el carro asegurando que era ya un niño grande para hacérselo todo encima.
Me estaba convirtiendo en un monstruo, de ser un alfa que guiaba a mi manada a la batalla, me había convertido en un idiota que asustaba niños en el parque, desde luego París me estaba volviendo loco.
Hundí la cara entre mis manos frotando la cara en ellas hasta que mis dedos se hundieron en mi pelo mostrando mi clara desesperación.
-Necesito una niñera -gruñí entre dientes -el parque saca de mi lo peor.
Última edición por Damon Landvik el Lun Mayo 29, 2017 12:17 pm, editado 1 vez
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Como todos los funerales de uno de los miembros de tu manada hacen que dejes una parte de ti bajo la tierra que cubre el cuerpo de los tuyos.
Esto era motivo de tristeza y los aullidos de algún modo se sumían desgarrados en el bosque despidiendo a nuestro hermano, incluso la luna acunaba en su media luna el dolor que llegaba de sus hijos en una noche donde las estrellas marcaban el camino hacia lo que quiera dios que exista allí arriba.
Era el momento de la despedida, manchados de tierra los hombres nos fuimos marchando, era el momento de que la madre acompañada por las mujeres lloraran al difunto y mientras nosotros beberíamos con los hermanos para ahogar la pena de aquel incidente que sin duda no quedaría sin ser vengado.
Vendetta, una palabra muy nuestra y que hoy corría con fuerza por nuestras venas.
Si algo había aprendido en este tiempo, es que el ojo por ojo, diente por diente es la ley para los míos y ante todos con sangre había jurado que esos cazadores recibirían su merecido, claro que no seria en caliente ni presos de un arrebato, eramos lobos, poseíamos una fuerte manada y como ellos cazábamos con inteligencia y lo hacíamos en grupo.
Salí de la taberna junto al resto de hombros, todos mucho mas ebrios que yo, pero..esa noche había prometido a alguien que podría mantener las formas y una conversación. Para mi la palabra era algo que no se traicionaba pues era esclavo de estas y dueño de mis silencios.
Tras asegurarme de que Lobbo dormía plácidamente en su cune y que Elaine hacia lo propio claro que no me atreví a abrir la puerta pues podría ser mal interpretado puse rumbo a mi habitáculo.
Me quité la camisa, los pantalones sucios y me puse otros grises bastante mas cómodos para dormir.
Brianna no había hecho acto de presencia aun y aunque admito necesitaba verla aquella noche especialmente, respetaría su decisión.
Ladeé la sonrisa al oír los pies descalzas de la mujer corre hacia la habitación, caminé hacia la puerta aun sin ser golpeada, mas en ese momento se detuvo y se alejo.
Enarqué una ceja contrariado, iba a abrir para pillarla a medio camino pero había vuelto y la situación resulto cómica para los dos porque ahí nos encontramos bajo el umbral de esa puerta con los ojos puestos en los del otro.
-Si hubiera muérdago ahí arriba -señalé con el dedo la parte alta del marco de la puerta con cierta picardia -no te quedaría mas remedio que besarme en este momento -bromeé haciéndome a un lado para permitirle pasar al interior de la estancia.
Me relamí contemplando esa preciosa mujer en camisón, con una bata entreabierta y su pelo cayendo en cascada sobre la ropa blanca y su rostro dotándola de un aspecto salvaje casi lobuno.
Dejé escapar el aire de forma pesada, mis instintos primarios, el alcohol y la cercanía de la luna llena me jugaba malas pasadas.
Le di la espalda caminando hacia el mueble bar, tratando de disimular el ambarino tono de mis ojos.
-¿algo de beber Brianna? -le pregunté mirándola por encima del hombro.
Ataje la distancia que nos separaba, mis ojos recorrieron su rostro perfecto, mirada esmeralda que esa noche me servia de faro.
Besé su mejilla suavemente, sabia lo que para ella implicaba estar aquí y valoraba su esfuerzo, los dos luchábamos con fantasmas aquella noche
Esto era motivo de tristeza y los aullidos de algún modo se sumían desgarrados en el bosque despidiendo a nuestro hermano, incluso la luna acunaba en su media luna el dolor que llegaba de sus hijos en una noche donde las estrellas marcaban el camino hacia lo que quiera dios que exista allí arriba.
Era el momento de la despedida, manchados de tierra los hombres nos fuimos marchando, era el momento de que la madre acompañada por las mujeres lloraran al difunto y mientras nosotros beberíamos con los hermanos para ahogar la pena de aquel incidente que sin duda no quedaría sin ser vengado.
Vendetta, una palabra muy nuestra y que hoy corría con fuerza por nuestras venas.
Si algo había aprendido en este tiempo, es que el ojo por ojo, diente por diente es la ley para los míos y ante todos con sangre había jurado que esos cazadores recibirían su merecido, claro que no seria en caliente ni presos de un arrebato, eramos lobos, poseíamos una fuerte manada y como ellos cazábamos con inteligencia y lo hacíamos en grupo.
Salí de la taberna junto al resto de hombros, todos mucho mas ebrios que yo, pero..esa noche había prometido a alguien que podría mantener las formas y una conversación. Para mi la palabra era algo que no se traicionaba pues era esclavo de estas y dueño de mis silencios.
Tras asegurarme de que Lobbo dormía plácidamente en su cune y que Elaine hacia lo propio claro que no me atreví a abrir la puerta pues podría ser mal interpretado puse rumbo a mi habitáculo.
Me quité la camisa, los pantalones sucios y me puse otros grises bastante mas cómodos para dormir.
Brianna no había hecho acto de presencia aun y aunque admito necesitaba verla aquella noche especialmente, respetaría su decisión.
Ladeé la sonrisa al oír los pies descalzas de la mujer corre hacia la habitación, caminé hacia la puerta aun sin ser golpeada, mas en ese momento se detuvo y se alejo.
Enarqué una ceja contrariado, iba a abrir para pillarla a medio camino pero había vuelto y la situación resulto cómica para los dos porque ahí nos encontramos bajo el umbral de esa puerta con los ojos puestos en los del otro.
-Si hubiera muérdago ahí arriba -señalé con el dedo la parte alta del marco de la puerta con cierta picardia -no te quedaría mas remedio que besarme en este momento -bromeé haciéndome a un lado para permitirle pasar al interior de la estancia.
Me relamí contemplando esa preciosa mujer en camisón, con una bata entreabierta y su pelo cayendo en cascada sobre la ropa blanca y su rostro dotándola de un aspecto salvaje casi lobuno.
Dejé escapar el aire de forma pesada, mis instintos primarios, el alcohol y la cercanía de la luna llena me jugaba malas pasadas.
Le di la espalda caminando hacia el mueble bar, tratando de disimular el ambarino tono de mis ojos.
-¿algo de beber Brianna? -le pregunté mirándola por encima del hombro.
Ataje la distancia que nos separaba, mis ojos recorrieron su rostro perfecto, mirada esmeralda que esa noche me servia de faro.
Besé su mejilla suavemente, sabia lo que para ella implicaba estar aquí y valoraba su esfuerzo, los dos luchábamos con fantasmas aquella noche
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Se quedó con la mano levantada tras el segundo toque en la puerta porque Damon abrió precipitadamente; ambos se contemplaron unos segundos en silencio hasta que él dijo lo del muérdago. Instintivamente llevó su mirada hacia arriba, a comprobar si éste existía, y evidentemente...no. Acababa de tomarle el pelo, y de normal se habría callado, pero ya que había cierta confianza, desplegó el contraataque humorístico a su estilo.
— entonces menos mal que habría sido yo, podría haber llamado a la puerta el recaudador de impuestos, me hubiera gustado ver ese beso.
Entró en la habitación y la puerta se cerró suavamente a su espalda. Mentiría si dijera que no sabía lo que podía pasar. Lo sabía, era adulta, ella era un mujer bonita y él un hombre atractivo y entre ambos había saltado alguna chispa. Pero se había concienciado desde la noche anterior de que no tendría por qué pasar nada, lo único que necesitaba para despejar sus dudas era algo de tiempo. Si se conocían un poco mejor y con el tiempo seguían saltando las chispas, estarían en condiciones de plantearse algo, pero así a lo loco, seguramente acabase mal.
Le preguntó si quería algo, a lo que ella contestó "vino, por favor". Era la única bebida que en realidad le gustaba, su familia había hecho alguno de los mejores caldos franceses, y se habían dedicado en cuerpo y alma a la uva y su elixir. Una copa le templaría los nervios.
— antes que nada... lamento profundamente su pérdida. Sé que hoy no es un buen día, pero esta mañana me dijo que hablaríamos... ¿cree que está en condiciones?
Por respuesta recibió un beso en la mejilla acompañado de una suave caricia a la que reaccionó cerrando brevemente los ojos y acomodando su cara contra la mano que la acariciaba. Estaba muy necesitada de besos, de caricias y abrazos, de calor humano. Antes de que se retirara para traerle la copa lo tomó de las manos, de ambas, y le dio un apretón firme y suave a la vez mirándolo a los ojos, eran oscuros e inteligentes.
— Damon yo... me cuesta no llamarle de usted pero me acostumbraré. Sé que puedo confiar en us...en ti.— corrigió.— no nos conocemos mucho, pero hay cosas que el istinto me grita y... ya sé que me he equivocado anteriormente, pero no tengo más opción que confiar en ese instinto. Yo también la noto, esta... atracción. Y si no cedo a ella no es por interés es por miedo. Necesito un poco de tiempo, necesito enterrar viejos fantasmas que me encogen aún las entrañas porque... no tengo ninguna queja de us... argh... de ti.— volvió a corregirse, le costaba coger confianza.— eres un hombre valiente, divertido, responsable y con un carisma y un aplomo digno de admirar. No, no!! no le estoy haciendo la pelota al jefe!! es la verdad.
Juntó ambas manos a la altura de la nariz, suspirando, ordenando sus ideas y tratando de expresarlas de forma que no cayesen muy mal.
— el problema no eres tú, el problema soy yo. Una vez me rompí en mil pedazos y todavía trato de juntarlos todos, sólo es cuestión de tiempo...supongo. Pero entenderé que tu interés en mi se desvanezca tras esta palabras. Ni siquiera estoy segura de qué es lo que te estoy ofreciendo. ¿Amistad con una atracción inconsumable? eso es algo absurdo. Pero no quiero ser el desahogo del conde y tampoco sé cómo calmar este fuego sin quemarme.
En realidad lo único que le estaba pidiendo era un poco de tiempo y seriedad, que si no era la mujer de su vida, si se daba cuenta antes de que ella perdiese la cordura por él, tuviera el detalle de decirselo.
— hablando de otro tema... Mildred me ha dicho que la semana que viene es la fiesta del Día Nacional de Italia, y que tienen por costumbre hacer una fiesta. Me encanta estar con los niños pero si me dejas ayudarte...estaré encantada. Se me daban bien estas cosas antes de... bueno, ya sabes. Tú ya tienes mucho papeleo pendiente y a mi me gustaría hacerlo.— En realidad Mildred la había convencido de que lo hiciera, era una mujer muy lista, sabía que a Brianna se le daría bien y que la motivaría a salir de ese bucle dramático en el estaba. Potenciar sus capacidades le devolvería la seguridad en si misma.
— entonces menos mal que habría sido yo, podría haber llamado a la puerta el recaudador de impuestos, me hubiera gustado ver ese beso.
Entró en la habitación y la puerta se cerró suavamente a su espalda. Mentiría si dijera que no sabía lo que podía pasar. Lo sabía, era adulta, ella era un mujer bonita y él un hombre atractivo y entre ambos había saltado alguna chispa. Pero se había concienciado desde la noche anterior de que no tendría por qué pasar nada, lo único que necesitaba para despejar sus dudas era algo de tiempo. Si se conocían un poco mejor y con el tiempo seguían saltando las chispas, estarían en condiciones de plantearse algo, pero así a lo loco, seguramente acabase mal.
Le preguntó si quería algo, a lo que ella contestó "vino, por favor". Era la única bebida que en realidad le gustaba, su familia había hecho alguno de los mejores caldos franceses, y se habían dedicado en cuerpo y alma a la uva y su elixir. Una copa le templaría los nervios.
— antes que nada... lamento profundamente su pérdida. Sé que hoy no es un buen día, pero esta mañana me dijo que hablaríamos... ¿cree que está en condiciones?
Por respuesta recibió un beso en la mejilla acompañado de una suave caricia a la que reaccionó cerrando brevemente los ojos y acomodando su cara contra la mano que la acariciaba. Estaba muy necesitada de besos, de caricias y abrazos, de calor humano. Antes de que se retirara para traerle la copa lo tomó de las manos, de ambas, y le dio un apretón firme y suave a la vez mirándolo a los ojos, eran oscuros e inteligentes.
— Damon yo... me cuesta no llamarle de usted pero me acostumbraré. Sé que puedo confiar en us...en ti.— corrigió.— no nos conocemos mucho, pero hay cosas que el istinto me grita y... ya sé que me he equivocado anteriormente, pero no tengo más opción que confiar en ese instinto. Yo también la noto, esta... atracción. Y si no cedo a ella no es por interés es por miedo. Necesito un poco de tiempo, necesito enterrar viejos fantasmas que me encogen aún las entrañas porque... no tengo ninguna queja de us... argh... de ti.— volvió a corregirse, le costaba coger confianza.— eres un hombre valiente, divertido, responsable y con un carisma y un aplomo digno de admirar. No, no!! no le estoy haciendo la pelota al jefe!! es la verdad.
Juntó ambas manos a la altura de la nariz, suspirando, ordenando sus ideas y tratando de expresarlas de forma que no cayesen muy mal.
— el problema no eres tú, el problema soy yo. Una vez me rompí en mil pedazos y todavía trato de juntarlos todos, sólo es cuestión de tiempo...supongo. Pero entenderé que tu interés en mi se desvanezca tras esta palabras. Ni siquiera estoy segura de qué es lo que te estoy ofreciendo. ¿Amistad con una atracción inconsumable? eso es algo absurdo. Pero no quiero ser el desahogo del conde y tampoco sé cómo calmar este fuego sin quemarme.
En realidad lo único que le estaba pidiendo era un poco de tiempo y seriedad, que si no era la mujer de su vida, si se daba cuenta antes de que ella perdiese la cordura por él, tuviera el detalle de decirselo.
— hablando de otro tema... Mildred me ha dicho que la semana que viene es la fiesta del Día Nacional de Italia, y que tienen por costumbre hacer una fiesta. Me encanta estar con los niños pero si me dejas ayudarte...estaré encantada. Se me daban bien estas cosas antes de... bueno, ya sabes. Tú ya tienes mucho papeleo pendiente y a mi me gustaría hacerlo.— En realidad Mildred la había convencido de que lo hiciera, era una mujer muy lista, sabía que a Brianna se le daría bien y que la motivaría a salir de ese bucle dramático en el estaba. Potenciar sus capacidades le devolvería la seguridad en si misma.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 10/04/2016
Localización : al lado del hombre al que ama
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Orilló su rostro contra mi mano necesitada de esa caricia que le había propinado con autentica necesidad de dársela, puede que pensara que era como el resto de hombres que solo buscaba una noche entre sus piernas, mas conmigo se equivocaba.
La escuche, entendía a lo que se refería, la atracción era obvia entre ambos, mi cuerpo la llamaba a gritos, aullaba ante la luna pidiéndola como compañera de baile y aunque era demasiado pronto para augurar un futuro ¿como se empieza si no es dejándote caer sin red al vació? Los dos teníamos relaciones pasadas, ninguna había salido como queríamos, mas ella decía necesitar tiempo para enterrar viejos fantasmas y yo necesitaba paciencia para darle el tiempo que pedía con sus esmeraldas puestas en mis pardos.
Asentí ¿acaso me quedaba otra opción mas allá de respetar lo que pedía?
Ladeé la sonrisa cuando dijo que no estaba haciéndome la pelota, sabia que así era y como ya le dije la noche anterior esta conversación no era entre jefe y empleada si no como hombre y mujer que en igualdad de condiciones buscan ser felices. Parece que su felicidad no pasaba por mi al menos en este instante y yo iba a respetar aquello y no ponérselo difícil.
Me separé ligeramente de su cuerpo cuando escuché la fatídica frase “no eres tu, soy yo”
Hablando de fantasmas ahí tenia los míos, una frase similar fue la que me dijo mi prometida antes de salir por la puerta, era cierto en nada había fallado en lo nuestro, pero ella no podía aceptar lo que era, así que si, si era yo y no ella. Del mismo modo Brianna no confiaba en el hombre que se escondía tras el conde, así que si, si era yo y no ella.
Ya le había dicho que no seria un desahogo, que entendía su situación y que no haría nada que pudiera dañarla, pero para saber si lo nuestro iba a alguna parte antes había que empezar y ella no parecía dispuesta a ello por lo menos en este momento.
-Lo comprendo -susurré mas para mi que para ella, puede que ella creyera que era porque estaba de acuerdo con sus palabras nada mas lejos de la realidad, me parecía una cobarde...se negaba a luchar y yo sin embargo lo hubiera hecho sin dudar.
-Podemos ser amigos, no hay problema -sentencié sin mas.
Centre mis pardos en sus faros cuando me habló de la fiesta que en Italia se celebraba, me parecía buena idea que ella se encargara de los preparativos, pues yo estaba demasiado liado con los papeleos y otros negocios que robaban mi tiempo por no hablar de liderar la manada y encargarme de la vendetta a esos cazadores que juraba llegaría tarde o temprano pues nadie toca a mi manada y sigue vivo para contar la historia a sus nietos.
-Me parece una excelente idea, ocúpate tu y no dudes en pedir ayuda a Mildred para cualquier cosa que necesites.
Apuré mi copa de vino relamiendome los labios, supongo que todo estaba claro, había venido hasta allí para darme como respuesta una negativa y posiblemente las palabras buscadas de forma adecuada eran para no dañar mi hombría.
-Puede irse si lo desea, ha sido un día duro para todos Brianna. Agradezco sinceramente se haya tomado la molestia de esperarme despierta hasta estas horas de la noche, ha sido un detalle por su parte.
La escuche, entendía a lo que se refería, la atracción era obvia entre ambos, mi cuerpo la llamaba a gritos, aullaba ante la luna pidiéndola como compañera de baile y aunque era demasiado pronto para augurar un futuro ¿como se empieza si no es dejándote caer sin red al vació? Los dos teníamos relaciones pasadas, ninguna había salido como queríamos, mas ella decía necesitar tiempo para enterrar viejos fantasmas y yo necesitaba paciencia para darle el tiempo que pedía con sus esmeraldas puestas en mis pardos.
Asentí ¿acaso me quedaba otra opción mas allá de respetar lo que pedía?
Ladeé la sonrisa cuando dijo que no estaba haciéndome la pelota, sabia que así era y como ya le dije la noche anterior esta conversación no era entre jefe y empleada si no como hombre y mujer que en igualdad de condiciones buscan ser felices. Parece que su felicidad no pasaba por mi al menos en este instante y yo iba a respetar aquello y no ponérselo difícil.
Me separé ligeramente de su cuerpo cuando escuché la fatídica frase “no eres tu, soy yo”
Hablando de fantasmas ahí tenia los míos, una frase similar fue la que me dijo mi prometida antes de salir por la puerta, era cierto en nada había fallado en lo nuestro, pero ella no podía aceptar lo que era, así que si, si era yo y no ella. Del mismo modo Brianna no confiaba en el hombre que se escondía tras el conde, así que si, si era yo y no ella.
Ya le había dicho que no seria un desahogo, que entendía su situación y que no haría nada que pudiera dañarla, pero para saber si lo nuestro iba a alguna parte antes había que empezar y ella no parecía dispuesta a ello por lo menos en este momento.
-Lo comprendo -susurré mas para mi que para ella, puede que ella creyera que era porque estaba de acuerdo con sus palabras nada mas lejos de la realidad, me parecía una cobarde...se negaba a luchar y yo sin embargo lo hubiera hecho sin dudar.
-Podemos ser amigos, no hay problema -sentencié sin mas.
Centre mis pardos en sus faros cuando me habló de la fiesta que en Italia se celebraba, me parecía buena idea que ella se encargara de los preparativos, pues yo estaba demasiado liado con los papeleos y otros negocios que robaban mi tiempo por no hablar de liderar la manada y encargarme de la vendetta a esos cazadores que juraba llegaría tarde o temprano pues nadie toca a mi manada y sigue vivo para contar la historia a sus nietos.
-Me parece una excelente idea, ocúpate tu y no dudes en pedir ayuda a Mildred para cualquier cosa que necesites.
Apuré mi copa de vino relamiendome los labios, supongo que todo estaba claro, había venido hasta allí para darme como respuesta una negativa y posiblemente las palabras buscadas de forma adecuada eran para no dañar mi hombría.
-Puede irse si lo desea, ha sido un día duro para todos Brianna. Agradezco sinceramente se haya tomado la molestia de esperarme despierta hasta estas horas de la noche, ha sido un detalle por su parte.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
No pudo evitar percatarse de la leve desilusión en los ojos de Damon, pero cuando la trató de usted fue cuando se dio cuenta de que imponía la distancia preventiva y ese era el punto sin retorno. En realidad era lo mejor para ambos, ella sabía que aquello no tendría futuro, siempre existiría la diferencia de clases, así que era mejor matar la ilusión antes de que echara raíces, porque luego costaba más de eliminar.
Estuvo tentada de decirle que no era eso lo que deseaba, de asaltar sus labios sin tregua y pedirle a sus dedos que la acariciaran como había hecho hacía un instante, pero él ya había puesto distancia. ¿Es lo que quería, no? ¿Qué esperaba acaso? acababa de decirle que no se atrevía a lanzarse sin red y que no podía ofrecerle nada, acababa de decirle que entendería que perdiera el interés...y estaba obteniendo precisamente eso. Pero por alguna estúpida razón, sintió que algo la arañaba por dentro, sintió que estaba perdiendo una oportunidad de ser feliz por su pánico a que doliese otra vez. Sus glaucos ojos se apagaron cuando él le dijo que se fuera, que había sido un día duro. Sobre todo para él, desde luego.
Tomó aire y dejó la copa sobre la mesita con un leve temblor de mano. Estaba decepcionada, pero con ella misma, por su cobardía, por esconderse detrás del velo de dolor y justificar sus acciones así. No era tan fuerte como creía, es normal que rechazase a Efferon, él era un casanova que sólo le traería ruina. Pero Damon era un hombre, era un cabeza de familia sensato, y lo había dejado escapar.
Lo miró de reojo antes de salir y avanzó unos pasos, pero luego dudó, se detuvo y regresó a donde estaba Damon y posó una mano sobre su mejilla, acariciándola y danole un beso en la mejilla.
— buenas noches señor Landvik... Damon.
———————————————~oOo~———————————————
Una semana más tarde, la fiesta del dia de la Nación se iba a celebrar esa noche. Brianna había puesto todo su empeño en organizarla debidamente. Mildred le explicó todo lo que habían hecho en años ateriores y la verdad es que no se caracterizaba por el buen gusto o la elegancia. Cuando no estaba con los niños se enfrascaba con aquello como si la vida se le fuera en eso, así se distraía y no pensaba en aquella fatídica noche con Damon.
Seleccionó personalmente el menú, compuesto por platos italianos y regado con los vinos adecuados, una cuidada selección de las mejores botellas traídas desde Italia y Francia. Conocía a todos los mejores proveedores y bodegueros, y al no firmar ella misma y hacerlo desde el sello del conde, no tuvieron ningun problema en servirle lo que pedía. Eligió una decoración floral elegante y alegre, los italianos lo eran, merecían ver su cultura reflejada en aquel ambiente, prestando atención a cada detalle, cada vajilla, cubierto y mantel, todo tenía que ser perfecto. La música también la escogió a conciencia, una pequeña orquesta de cámara que interpretaría a Vivaldi, Verdi y Puccini. En lugar de toda la mansión adornada con banderas tricolores roja,verde y blanca, consiguió iluminar la fuente de la entrada con esos tres colores que se reflejaban en la piedra blanca de la mansión, y mandó instalar unas guirnaldas de flores diminutas de dichos colores que salían de una de las lámparas de araña y se conectaba a otra y así sucesivamente.
Las cocinas echaban humo con suculentos platos de Ossobucco, salchicha italiana y ternera perfumada con salvia y romero. Habían traido dulces típicos como los cannoli rellenos, la panacotta de vainilla y los bussolai, unos roscos de canela venecianos. Los invitados empezaban a llegar y Brianna acababa de terminar en ese momento de organizar las tareas del personal de la casa, habían cerrado el ala oeste, con gente de seguirdad, esa parte era de la familia Landvik y estaría cerrada al público, allí dormía Lobbo y Elaine y no iba a dejar que nadie los molestase o trataran de llevarselos.
Ascendió las escaleras hasta su cuarto con la intención de descansar un rato y bajar más tarde cuando la gente estuviera ya disfrutando de la cena, a comprobar que estaba todo bien, pero al entrar, sobre la cama había un precioso vestido de color melocotón. Se detuvo frente a él y alargó la mano tocándolo. Junto a él había un par de guantes blancos hasta el codo, zapatos a juego y una cajita con unos discretos pendientes de oro y una gargantilla con una lágrima de cristal solitaria. Un crujido la alertó y se giró.
— ah...Mildred.. que susto.— miró a la mujer interrogativamente.— ¿quien...?
— es mío. Deberías estar ahí abajo disfrutando de la fiesta, has trabajado mucho.
— no puedo Mildred, no es lugar para mi. Si sale todo bien me daré por satisfecha.
— tonterías.Ese es tu lugar, no este en segundo plano. Pero puedes hacer lo que quieras, claro. Puedes vivir toda la vida asustada como una rata en la sombra o puedes bajar ahí y recuperar a la Brianna que una vez fuiste. No será fácil, pero tu vida tampoco lo es ahora.
— Mildred, no sabes lo que me estás pidiendo...— la cogió de las manos son una súplica velada en los ojos.
— lo sé perfectamente, es lo que deseas, una vida normal, como siempre lo fue. Volver a sentirte segura, volver a sentirte necesaria para alguien más que para Elaine. Ve ahí debajo y demuestra quién eres, no dejes que te aplaste.
Le impresionó el temple de Mildred, su tono de voz, sus gestos contenidos. Le había regalado un vestido completo, de su talla, de uno de sus colores favoritos.Le había infundido el coraje que necesitaba para retomar las riendas de su vida. Seguramente fuera difícil, seguramente se encontrase con miradas reprobatorias o de desdén, si es que alguien la recordaba diez años después de su caída. Pero ya era hora de olvidarlo, de pasar por encima de aquello.
Se vistió y se peinó, recogiendo parte de su melena oscura en unos bucles enroscados en la nuca y sujetos con ua pequeña peineta plateada, se miró en el espejo y respiró hondo. El vestido era precioso, si lo hubiera elegido ella no lo habría hecho mejor. Los guantes ocultaban sus manos ajadas de trabajar y por primera vez en mucho tiempo se veía bonita, resplandeciente como la luna.
Bajó hasta el salón por la escalera de servicio y se quedó unos segundos observando a la gente ir y venir, no se atrevía aún a salir, no quería todas las miradas sobre ella, pero en algun momento debería hacerlo, así que tomó aire y se aventuró en el salón. En general la gente no reparaba en ella, estaban a su aire, pero cuando la veían les devolvía la sonrisa o el saludo.
Estuvo tentada de decirle que no era eso lo que deseaba, de asaltar sus labios sin tregua y pedirle a sus dedos que la acariciaran como había hecho hacía un instante, pero él ya había puesto distancia. ¿Es lo que quería, no? ¿Qué esperaba acaso? acababa de decirle que no se atrevía a lanzarse sin red y que no podía ofrecerle nada, acababa de decirle que entendería que perdiera el interés...y estaba obteniendo precisamente eso. Pero por alguna estúpida razón, sintió que algo la arañaba por dentro, sintió que estaba perdiendo una oportunidad de ser feliz por su pánico a que doliese otra vez. Sus glaucos ojos se apagaron cuando él le dijo que se fuera, que había sido un día duro. Sobre todo para él, desde luego.
Tomó aire y dejó la copa sobre la mesita con un leve temblor de mano. Estaba decepcionada, pero con ella misma, por su cobardía, por esconderse detrás del velo de dolor y justificar sus acciones así. No era tan fuerte como creía, es normal que rechazase a Efferon, él era un casanova que sólo le traería ruina. Pero Damon era un hombre, era un cabeza de familia sensato, y lo había dejado escapar.
Lo miró de reojo antes de salir y avanzó unos pasos, pero luego dudó, se detuvo y regresó a donde estaba Damon y posó una mano sobre su mejilla, acariciándola y danole un beso en la mejilla.
— buenas noches señor Landvik... Damon.
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Una semana más tarde, la fiesta del dia de la Nación se iba a celebrar esa noche. Brianna había puesto todo su empeño en organizarla debidamente. Mildred le explicó todo lo que habían hecho en años ateriores y la verdad es que no se caracterizaba por el buen gusto o la elegancia. Cuando no estaba con los niños se enfrascaba con aquello como si la vida se le fuera en eso, así se distraía y no pensaba en aquella fatídica noche con Damon.
Seleccionó personalmente el menú, compuesto por platos italianos y regado con los vinos adecuados, una cuidada selección de las mejores botellas traídas desde Italia y Francia. Conocía a todos los mejores proveedores y bodegueros, y al no firmar ella misma y hacerlo desde el sello del conde, no tuvieron ningun problema en servirle lo que pedía. Eligió una decoración floral elegante y alegre, los italianos lo eran, merecían ver su cultura reflejada en aquel ambiente, prestando atención a cada detalle, cada vajilla, cubierto y mantel, todo tenía que ser perfecto. La música también la escogió a conciencia, una pequeña orquesta de cámara que interpretaría a Vivaldi, Verdi y Puccini. En lugar de toda la mansión adornada con banderas tricolores roja,verde y blanca, consiguió iluminar la fuente de la entrada con esos tres colores que se reflejaban en la piedra blanca de la mansión, y mandó instalar unas guirnaldas de flores diminutas de dichos colores que salían de una de las lámparas de araña y se conectaba a otra y así sucesivamente.
Las cocinas echaban humo con suculentos platos de Ossobucco, salchicha italiana y ternera perfumada con salvia y romero. Habían traido dulces típicos como los cannoli rellenos, la panacotta de vainilla y los bussolai, unos roscos de canela venecianos. Los invitados empezaban a llegar y Brianna acababa de terminar en ese momento de organizar las tareas del personal de la casa, habían cerrado el ala oeste, con gente de seguirdad, esa parte era de la familia Landvik y estaría cerrada al público, allí dormía Lobbo y Elaine y no iba a dejar que nadie los molestase o trataran de llevarselos.
Ascendió las escaleras hasta su cuarto con la intención de descansar un rato y bajar más tarde cuando la gente estuviera ya disfrutando de la cena, a comprobar que estaba todo bien, pero al entrar, sobre la cama había un precioso vestido de color melocotón. Se detuvo frente a él y alargó la mano tocándolo. Junto a él había un par de guantes blancos hasta el codo, zapatos a juego y una cajita con unos discretos pendientes de oro y una gargantilla con una lágrima de cristal solitaria. Un crujido la alertó y se giró.
— ah...Mildred.. que susto.— miró a la mujer interrogativamente.— ¿quien...?
— es mío. Deberías estar ahí abajo disfrutando de la fiesta, has trabajado mucho.
— no puedo Mildred, no es lugar para mi. Si sale todo bien me daré por satisfecha.
— tonterías.Ese es tu lugar, no este en segundo plano. Pero puedes hacer lo que quieras, claro. Puedes vivir toda la vida asustada como una rata en la sombra o puedes bajar ahí y recuperar a la Brianna que una vez fuiste. No será fácil, pero tu vida tampoco lo es ahora.
— Mildred, no sabes lo que me estás pidiendo...— la cogió de las manos son una súplica velada en los ojos.
— lo sé perfectamente, es lo que deseas, una vida normal, como siempre lo fue. Volver a sentirte segura, volver a sentirte necesaria para alguien más que para Elaine. Ve ahí debajo y demuestra quién eres, no dejes que te aplaste.
Le impresionó el temple de Mildred, su tono de voz, sus gestos contenidos. Le había regalado un vestido completo, de su talla, de uno de sus colores favoritos.Le había infundido el coraje que necesitaba para retomar las riendas de su vida. Seguramente fuera difícil, seguramente se encontrase con miradas reprobatorias o de desdén, si es que alguien la recordaba diez años después de su caída. Pero ya era hora de olvidarlo, de pasar por encima de aquello.
Se vistió y se peinó, recogiendo parte de su melena oscura en unos bucles enroscados en la nuca y sujetos con ua pequeña peineta plateada, se miró en el espejo y respiró hondo. El vestido era precioso, si lo hubiera elegido ella no lo habría hecho mejor. Los guantes ocultaban sus manos ajadas de trabajar y por primera vez en mucho tiempo se veía bonita, resplandeciente como la luna.
Bajó hasta el salón por la escalera de servicio y se quedó unos segundos observando a la gente ir y venir, no se atrevía aún a salir, no quería todas las miradas sobre ella, pero en algun momento debería hacerlo, así que tomó aire y se aventuró en el salón. En general la gente no reparaba en ella, estaban a su aire, pero cuando la veían les devolvía la sonrisa o el saludo.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Habían pasado ya un par de semanas desde que Brianna y yo acordamos poner distancia a una “relacion” que no tenia sentido. Ella estaba centrada en su hija, necesitaba una vida tranquila, limitarse a ser madre y no mujer. La atracción entre ambos era mas que evidente, miradas furtivas en los pasillos, conversaciones banales que destilaban cierto tonteo entre ambos, claro que tratábamos de mantener las formas. Podría decir que durante todos esos días nos esquivamos para coincidir lo menos posible.
Aun podía sentir su despedida sobre mi piel, labios en mi mejilla y un adiós que llegó en forma de caricia.
Quizás en otro tiempo hubiera insistido, le hubiera hecho ver que se equivocaba y que su clase social no era el problema, lo era la cobardía que ostentaba por no dejarse caer en picado cogida de mi mano.
Le faltaba confianza y a mi empuje, pues aprendí hace relativamente hace poco que hay que respetar las decisiones que las mujeres toman, pues tratar de aferrarlas a ti, no funciona.
Mi prometida se fue un día por la puerta llevándose la esperanza de poder tener una vida distinta a la que conocía.
El salón estaba lleno de invitados, la fiesta se desarrollaba con total elegancia. Brianna había hecho un trabajo expendido y las felicitaciones de unos y otros me llegaban de la boca de cada invitado.
Ponto me detuve a hablar con un grupo de nobles que habían adquirido recientemente unos viñedos y querían lanzarse a mundo de fabricar vinos.
Escuché la idea, la tenían bastante atada y aunque sin duda supondría mas trabajo para mi, el negocio iba tomando forma en mi cabeza.
Fue entonces cando la vi, con un vestido melocotón caminando entre la multitud con elegancia.
Sus ojos centelleaban de un modo distinto a lo que últimamente apreciaba, nuestras miradas se anclaron, se que me hablaban pero no escuchaba nada.
Alcé la copa de vino en dirección a Brianna y un silencioso gracias se dibujo en mis labios.
Pronto los hombres y su conversación volvió a acaparar mi atención, el negocio apuntaba maneras y si todo seguía asi, tras estudiar el mercado aceptaría la propuesta de unirme con ellos sin dudarlo.
En cuanto pude me escabullí y tomando otra copa de vino aborde a la joven Brianna por la espalda sobresaltándola ligeramente.
-Lo siento musité con cierta picardia mientras le tendía la copa -deberíais concederme vuestro primer baile, soy el anfitrión a fin de cuentas claro que todo lo habéis preparado vos.
Aun podía sentir su despedida sobre mi piel, labios en mi mejilla y un adiós que llegó en forma de caricia.
Quizás en otro tiempo hubiera insistido, le hubiera hecho ver que se equivocaba y que su clase social no era el problema, lo era la cobardía que ostentaba por no dejarse caer en picado cogida de mi mano.
Le faltaba confianza y a mi empuje, pues aprendí hace relativamente hace poco que hay que respetar las decisiones que las mujeres toman, pues tratar de aferrarlas a ti, no funciona.
Mi prometida se fue un día por la puerta llevándose la esperanza de poder tener una vida distinta a la que conocía.
El salón estaba lleno de invitados, la fiesta se desarrollaba con total elegancia. Brianna había hecho un trabajo expendido y las felicitaciones de unos y otros me llegaban de la boca de cada invitado.
Ponto me detuve a hablar con un grupo de nobles que habían adquirido recientemente unos viñedos y querían lanzarse a mundo de fabricar vinos.
Escuché la idea, la tenían bastante atada y aunque sin duda supondría mas trabajo para mi, el negocio iba tomando forma en mi cabeza.
Fue entonces cando la vi, con un vestido melocotón caminando entre la multitud con elegancia.
Sus ojos centelleaban de un modo distinto a lo que últimamente apreciaba, nuestras miradas se anclaron, se que me hablaban pero no escuchaba nada.
Alcé la copa de vino en dirección a Brianna y un silencioso gracias se dibujo en mis labios.
Pronto los hombres y su conversación volvió a acaparar mi atención, el negocio apuntaba maneras y si todo seguía asi, tras estudiar el mercado aceptaría la propuesta de unirme con ellos sin dudarlo.
En cuanto pude me escabullí y tomando otra copa de vino aborde a la joven Brianna por la espalda sobresaltándola ligeramente.
-Lo siento musité con cierta picardia mientras le tendía la copa -deberíais concederme vuestro primer baile, soy el anfitrión a fin de cuentas claro que todo lo habéis preparado vos.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Después de haberse fundido entre la multitud más de una hora y no haber recibido ninguna mirada de repulsión, ni ningún comentario desdeñoso, fue ganando confiaqnza. Quizás sólo estaba en su cabeza y en esos diez años sólo cuatro alcahuetes seguían hablando de aquella desgracia, como el barón que la criticó semanas atrás.
Habían pasado diez años y la alta sociedad tenía otras preocupaciones y nuevas víctimas para sus puñaladas sociales. Se enteró de que la joven Von Ziegler se había fugado con un soldado, y que el marido de la vizcondesa de Poitiers había sido visto con otro hombre... y eso que ella no estaba participando activamente en los corrillos. Se apartó durante un rato, comprobando que todo marchaba correctamente y que las cocinas iban bien. Rose, la cocinera principal la secuestró porque tenían un problema con el plato de faisán, se habían quemado dos bandejas y no sabían qué hacer. Brianna le indicó que lo cortasen en porciones más pequeñas y lo sirviesen sobre una tosta de foie y frutos secos alrededor. Le sugirió una presentación elegante y salvaron el plato.
Un caballero le preguntó su nombre y ella contestó "Brianna" a secas, y cuando quiso indagar cuál era su cometido allí, qué titulo nobiliario tenía, le respondió que trabajaba para el conde. Nada más. Nadie tenía por qué saber que era la niñera. Iba a excusarse pero fue la mirada de Damon la que la atrapó, dedicándole un "gracias" al que ella contestó con una amplia sonrisa. La fiesta iba bien.
Se acercó a probar el Dolcetto de Dogliani, que si mal no recordaba era un vino dulce del véneto perfecto para los postres, y en efecto, así era. Apenas había probado un sorbo cuando apareció Damon por detrás solicitándole un baile. Vestido de gala, peinado y sin caerle el sudor a chorros tras entrenar, estaba tremendamente atractivo. Le gustaban los hombres elegantes, que obviamente había momentos para todo, pero la percha era importante. No a todo el mundo le quedaba bien una traje así, la casaca de terciopelo y las botas de caña alta. Posó su mano en la de él y se reverenció grácilmente.
— Será un placer bailar con vos, pero sólo porque sois el anfitrión, no tiene nada que ver que ese traje de conde os quede perfecto. Disculpadme si os piso, estoy algo oxidada, y... celebro que esté yendo tan bien.
La música era italiana, pero ella sabía bailar la volta, el rondó y la tarantela, así que mejor o peor, algo podría hacer. Muchos de los danzantes se hicieron a un lado porque el anfitrión se animaba a bailar, y ahora sí que más de uno empezó a murmurar que quién era esa. Pero Brianna decidió posar sus ojos sólo en Damon y olvidarse de que en ese momento era el centro de atención. Bailó ligera, dejándose llevar, flotando en cada giro y vuelta y disfrutando de ese baile como hacía años que no disfrutaba. El vestido tenía una gasa bordada por encima que se movía con ella dotándola de mas suavidad y gracilidad. Mildred era una crack.
— mucho me temo que al acabar este baile tendrá a todas las damas haciendo cola, y yo a Rose y a los chicos de la cocina esperándome para contarme el enésimo entuerto de la noche.— le sonrió, a pesar de los nervios y de la inseguridad inicial, y de los problemas logísticos, había conseguido reponerse y tomar las riendas de nuevo, incluso disfrutar de ello.
En uno de los giros Damon la soltó un instante y ella iba a coger su mano de nuevo pero se quedó petrificada. Aquellos ojos... el tiempo se detuvo, su aliento se congeló en ese instante, fue como si se le paralizase el corazón en una décima de segundo. No escuchaba nada, no había música ni voces ni tintineo de copas al chocar. Sólo estaban aquellos ojos. Se llevó las manos al abdomen, le faltaba el aire, era como una puñalada en pleno ombligo. Allí estaba... el barón Denis D'Entourage, el padre de Elaine. Sus ojos intensamente verdes se clavaban en los de Brianna, y fue como si la atravesara un rayo súbitamente. El barón iba de la mano de la baronesa, estaban casados y tenían ya dos hijos. Ella era rolliza y de mofletes colorados y la nariz demasiado fina.
Brianna recuperó el sentido del oído y cuando el aire comenzó a recircular por su organismo sólo pudo susurrar.
— dis... disculpadme... tengo... que...— no acabó la frase, soltó la mano de Damon y se encaminó al pasillo, lívida. Una vez lo alcanzó corrió hacia la puerta del servicio, necesitaba desaparecer de allí, llegar hasta la habitación de Elaine y comprobar que estaba sana y salva. El barón no sabía que era suya, y así debía seguir. Se la llevarían, la apartarían de su lado y no podía permitirlo.
Habían pasado diez años y la alta sociedad tenía otras preocupaciones y nuevas víctimas para sus puñaladas sociales. Se enteró de que la joven Von Ziegler se había fugado con un soldado, y que el marido de la vizcondesa de Poitiers había sido visto con otro hombre... y eso que ella no estaba participando activamente en los corrillos. Se apartó durante un rato, comprobando que todo marchaba correctamente y que las cocinas iban bien. Rose, la cocinera principal la secuestró porque tenían un problema con el plato de faisán, se habían quemado dos bandejas y no sabían qué hacer. Brianna le indicó que lo cortasen en porciones más pequeñas y lo sirviesen sobre una tosta de foie y frutos secos alrededor. Le sugirió una presentación elegante y salvaron el plato.
Un caballero le preguntó su nombre y ella contestó "Brianna" a secas, y cuando quiso indagar cuál era su cometido allí, qué titulo nobiliario tenía, le respondió que trabajaba para el conde. Nada más. Nadie tenía por qué saber que era la niñera. Iba a excusarse pero fue la mirada de Damon la que la atrapó, dedicándole un "gracias" al que ella contestó con una amplia sonrisa. La fiesta iba bien.
Se acercó a probar el Dolcetto de Dogliani, que si mal no recordaba era un vino dulce del véneto perfecto para los postres, y en efecto, así era. Apenas había probado un sorbo cuando apareció Damon por detrás solicitándole un baile. Vestido de gala, peinado y sin caerle el sudor a chorros tras entrenar, estaba tremendamente atractivo. Le gustaban los hombres elegantes, que obviamente había momentos para todo, pero la percha era importante. No a todo el mundo le quedaba bien una traje así, la casaca de terciopelo y las botas de caña alta. Posó su mano en la de él y se reverenció grácilmente.
— Será un placer bailar con vos, pero sólo porque sois el anfitrión, no tiene nada que ver que ese traje de conde os quede perfecto. Disculpadme si os piso, estoy algo oxidada, y... celebro que esté yendo tan bien.
La música era italiana, pero ella sabía bailar la volta, el rondó y la tarantela, así que mejor o peor, algo podría hacer. Muchos de los danzantes se hicieron a un lado porque el anfitrión se animaba a bailar, y ahora sí que más de uno empezó a murmurar que quién era esa. Pero Brianna decidió posar sus ojos sólo en Damon y olvidarse de que en ese momento era el centro de atención. Bailó ligera, dejándose llevar, flotando en cada giro y vuelta y disfrutando de ese baile como hacía años que no disfrutaba. El vestido tenía una gasa bordada por encima que se movía con ella dotándola de mas suavidad y gracilidad. Mildred era una crack.
— mucho me temo que al acabar este baile tendrá a todas las damas haciendo cola, y yo a Rose y a los chicos de la cocina esperándome para contarme el enésimo entuerto de la noche.— le sonrió, a pesar de los nervios y de la inseguridad inicial, y de los problemas logísticos, había conseguido reponerse y tomar las riendas de nuevo, incluso disfrutar de ello.
En uno de los giros Damon la soltó un instante y ella iba a coger su mano de nuevo pero se quedó petrificada. Aquellos ojos... el tiempo se detuvo, su aliento se congeló en ese instante, fue como si se le paralizase el corazón en una décima de segundo. No escuchaba nada, no había música ni voces ni tintineo de copas al chocar. Sólo estaban aquellos ojos. Se llevó las manos al abdomen, le faltaba el aire, era como una puñalada en pleno ombligo. Allí estaba... el barón Denis D'Entourage, el padre de Elaine. Sus ojos intensamente verdes se clavaban en los de Brianna, y fue como si la atravesara un rayo súbitamente. El barón iba de la mano de la baronesa, estaban casados y tenían ya dos hijos. Ella era rolliza y de mofletes colorados y la nariz demasiado fina.
Brianna recuperó el sentido del oído y cuando el aire comenzó a recircular por su organismo sólo pudo susurrar.
— dis... disculpadme... tengo... que...— no acabó la frase, soltó la mano de Damon y se encaminó al pasillo, lívida. Una vez lo alcanzó corrió hacia la puerta del servicio, necesitaba desaparecer de allí, llegar hasta la habitación de Elaine y comprobar que estaba sana y salva. El barón no sabía que era suya, y así debía seguir. Se la llevarían, la apartarían de su lado y no podía permitirlo.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La dama aceptó ofrecerme su primera pieza, mi sonrisa se ensancho al escuchar como alegaba que no era por ser el anfitrión si no por lo bien que me quedaba el traje.
-Ya estamos con la dinámica de hacerme la pelota -bromeé atajando la distancia que nos separaba.
Mi mano en la parte baja de su espalda, la otra enlazada con la ajena y nuestros ojos brillaban con el fulgor de las estrellas.
Parecía una mujer nueva, sin miedos, quizás fuera el vino servido de una expendida cosecha que aleaba el temor de ambos a perdernos en piel ajena o quizás solo la magia del ambiente que esa mujer había creado.
Irremediablemente nuestros cuerpos se buscaban encajaban mientras la música sonaba y nuestros pies gráciles danzaban por la pista de baile siendo los dueños de todas las miradas.
-Estas preciosa -susurré en su oído, empujando con mi aliento su pelo -¿pretendías adueñarte de la atención de todos los hombres del salón? -pregunté con una sonrisa ladeada -sin duda sois dueña de mi mirada.
En uno de los giros que la dama efecto presa no solo de la risa si no del propio baile de salon, quedo petrificada no regresando a mis brazos.
Como si le hubieran asestado una puñalada se detuvo frente al barón Denis D'Entourage. Lo conocía, de eso no me cupo duda alguna y no me costo en absoluto atar cabos, a fin de cuentas ya había escuchado por la boca de uno de mis socios la reputación que Brianna ostentaba entre la alta aristocracia.
La vi salir corriendo despavorida, la gente se apartaba murmurando, al parecer ahora si habían caído en quien era esa doncella que bailaba conmigo y las risas putrefactas se sucedieron a su paso.
Gruñí preso de la ira, ojos ámbar que desafiaron a propios y extraños. Como la vestía tras la bella corrí tras ella.
El vestido volaba sobre las baldosas, estela de estrellas y lagrimas en unos ojos que aterrados luchaban por mantenerse enteros.
Le di caza frente a la habitación de su hija, allí apresé sus brazos atrayendola hacia mi con fuerza.
Se resistió, estaba presa de un ataque de pánico, y solo quería que la dejara ir posiblemente para coger a su pequeña y huir.
-Mírame- la sacudí con suavidad tratando que volviera en si -no voy a permitir que nadie te haga daño jamas, huir no es la solución Brianna, quédate conmigo.
Esperé a que reaccionara, no podía obligarla, pero...tampoco iba a rendirme sin mas, no cuando la causa no era justa, no cuando hace dos semana ya la deje ir sin poner resistencia.
Su aliento impactaba errático contra mis labios, me relamí bajando los ojos a su boca, no pensé, mis instintos gritaban rabiosos en ese momento y la distancia quedo atajada cuando mis labios sentenciaron los suyos de forma apasionada.
Entreabrí los labios para dar paso a un beso húmedo, necesitado que despertó un jadeo escapar de mi garganta.
-Déjame ayudarte Brianna -susurré enmarcando su rostro con mis manos antes de volver a atraerla para besarla
-Ya estamos con la dinámica de hacerme la pelota -bromeé atajando la distancia que nos separaba.
Mi mano en la parte baja de su espalda, la otra enlazada con la ajena y nuestros ojos brillaban con el fulgor de las estrellas.
Parecía una mujer nueva, sin miedos, quizás fuera el vino servido de una expendida cosecha que aleaba el temor de ambos a perdernos en piel ajena o quizás solo la magia del ambiente que esa mujer había creado.
Irremediablemente nuestros cuerpos se buscaban encajaban mientras la música sonaba y nuestros pies gráciles danzaban por la pista de baile siendo los dueños de todas las miradas.
-Estas preciosa -susurré en su oído, empujando con mi aliento su pelo -¿pretendías adueñarte de la atención de todos los hombres del salón? -pregunté con una sonrisa ladeada -sin duda sois dueña de mi mirada.
En uno de los giros que la dama efecto presa no solo de la risa si no del propio baile de salon, quedo petrificada no regresando a mis brazos.
Como si le hubieran asestado una puñalada se detuvo frente al barón Denis D'Entourage. Lo conocía, de eso no me cupo duda alguna y no me costo en absoluto atar cabos, a fin de cuentas ya había escuchado por la boca de uno de mis socios la reputación que Brianna ostentaba entre la alta aristocracia.
La vi salir corriendo despavorida, la gente se apartaba murmurando, al parecer ahora si habían caído en quien era esa doncella que bailaba conmigo y las risas putrefactas se sucedieron a su paso.
Gruñí preso de la ira, ojos ámbar que desafiaron a propios y extraños. Como la vestía tras la bella corrí tras ella.
El vestido volaba sobre las baldosas, estela de estrellas y lagrimas en unos ojos que aterrados luchaban por mantenerse enteros.
Le di caza frente a la habitación de su hija, allí apresé sus brazos atrayendola hacia mi con fuerza.
Se resistió, estaba presa de un ataque de pánico, y solo quería que la dejara ir posiblemente para coger a su pequeña y huir.
-Mírame- la sacudí con suavidad tratando que volviera en si -no voy a permitir que nadie te haga daño jamas, huir no es la solución Brianna, quédate conmigo.
Esperé a que reaccionara, no podía obligarla, pero...tampoco iba a rendirme sin mas, no cuando la causa no era justa, no cuando hace dos semana ya la deje ir sin poner resistencia.
Su aliento impactaba errático contra mis labios, me relamí bajando los ojos a su boca, no pensé, mis instintos gritaban rabiosos en ese momento y la distancia quedo atajada cuando mis labios sentenciaron los suyos de forma apasionada.
Entreabrí los labios para dar paso a un beso húmedo, necesitado que despertó un jadeo escapar de mi garganta.
-Déjame ayudarte Brianna -susurré enmarcando su rostro con mis manos antes de volver a atraerla para besarla
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
El shock había sido grande, justamente la noche que había decidido retomar las riendas de su vida, atreverse a escalar de nuevo posiciones sin conformarse con lo que el destino parecía empeñado en ofrecerle, esa noche el peor fantasma de su pasado aparecía para recordarle su caída y el lugar que siempre ocuparía.
Con 17 años se vio en la calle, con 18 se enamoró perdidamente de Denis, y él decía que también de ella, pero llegado el momento eligió la vida cómoda. Le partió el corazón destrozándolo y pisoteándolo, sin llegar a imaginar la magnitud del daño, pues ya latía otro corazón dentro de ella. En las noches de soledad su cuerpo la traicionaba, recordaba sus besos, sus caricias y miradas y el día rompía el alba de nuevo con la cruda realidad que le recordaba su traición y su desengaño.
Había tenido diez años para tratar de olvidarlo, para enfriar cualquier sentimiento cálido que pudiera albergar hacia él. No, el barón D'Entourage estaba muerto y enterrado en ese aspecto en lo que a Brianna concernía. Pero le daba pánico que se enterase de lo de Elaine y que la reclamara.
Tenía las mejillas húmedas de las lágrimas y su cabeza había entrado en barrena, sólo quería coger a la niña y salir de allí, desaparecer, desvanecerse como la niebla, pero unas manos la agarraban y no la dejaban. Se resistió, se sacudió tratando de zafarse balbuceando frases inconexas.
— se la llevarán... no puedo perderla Damon!! no puedo... tengo que irme...que no se enteren... será demasiado tarde...
Los ojos de Damon estaban de color ámbar y seguramente debería de haberse asustado por ello, pero ya estaba asustada por el inesperado encuentro. La obligó a mirarlo y sus palabras se colaron en su interior una a una como si fueran de lava: "huir no es la solución, quédate conmigo, no permitiré que te hagan daño". ¿Podría confiar en Damon? estaba allí, con ella, y abajo tenía cientos de invitados por atender, podría decirse que eso significaba algo. Entonces la besó, esta vez sin freno, sin pensar. Y su beso le supo a promesa, una que de algún modo supo que él cumpliría. La protegería. "Déjame ayudarte". Quería dejarse, quería confiar en sus palabras, quería creerlo, quería responder a ese beso y quizás lo hizo inconscientemente, pero le pasó las manos alrededor del cuello y se fundió en aquel beso que era como una promesa. Cuando Damon se separó emitió un suspiro, estaba nerviosa pero él había conseguido que retornase en si.
— está bien... me... me quedaré aquí...contigo. Pero ahora debes bajar hay mucha gente esperándote...yo... necesito estar sola un rato.
Empujó la puerta del cuarto de Elaine, la niña dormía y al verla así, tan plácida, recuperó un poco la presencia de ánimo. Se sentó sobre la cama a su lado acariciando su manita y su pelo. Tan sólo verla respirar durmiendo tranquila era lo único que la hacía sentir bien. No podía bajar de nuevo, la impresión había sido demasiado fuerte.
La noche avanzó despacio pero a Brianna le parecieron diez minutos, tal era la actividad que tenía en su cabeza. El miedo la había paralizado, había huido como una rata en un callejón sin salida. La rabia la invadió cuando pasó el desconcierto inicial, ella no tenía nada qué avergonzarse!! él había traicionado las promesas que le hizo, sabiendo que eso la remataría, que la condenaría a estar señalada para siempre. Había trabajado muy duro para sacar adelante a Elaine, había renunciando a si misma en tantas ocasiones que ahora que tenía una oportunidad delante de intentar ser feliz, no acababa de creer que le estuviera pasando a ella. Había trabajado a destajo para que esa fiesta saliese bien, y él con tan sólo aparecer frente a ella lo había hecho volar todo en mil pedazos. Estaba muy enfadada consigo misma.¡Esto no podía seguir así! su vida no podía estar en manos del barón d'Entourage. Eran más de las 4 cuando la música cesó y los invitados que quedaban se marcharon.
Salió de la habitación de Elaine y vio a Damon subiendo por las escaleras, con gesto cansado y serio, habría tenido que aguantar muchas estupideces por su numerito, pero en ese momento no pensaba en eso. Corrió hacia él y se abrazó con fuerza pero sin llorar. Ya había llorado suficiente.
— Damon... es la hora de matar esos fantasmas.— levantó la cabeza para mirarlo.— bórrame su recuerdo, ahógalo con tu piel, destiérralo con tus besos... y si me vuelve a alcanzar el dolor al menos sufriré por un vivo no por alguien ya murió para mi.— se mordió el labio inferior.
Con 17 años se vio en la calle, con 18 se enamoró perdidamente de Denis, y él decía que también de ella, pero llegado el momento eligió la vida cómoda. Le partió el corazón destrozándolo y pisoteándolo, sin llegar a imaginar la magnitud del daño, pues ya latía otro corazón dentro de ella. En las noches de soledad su cuerpo la traicionaba, recordaba sus besos, sus caricias y miradas y el día rompía el alba de nuevo con la cruda realidad que le recordaba su traición y su desengaño.
Había tenido diez años para tratar de olvidarlo, para enfriar cualquier sentimiento cálido que pudiera albergar hacia él. No, el barón D'Entourage estaba muerto y enterrado en ese aspecto en lo que a Brianna concernía. Pero le daba pánico que se enterase de lo de Elaine y que la reclamara.
Tenía las mejillas húmedas de las lágrimas y su cabeza había entrado en barrena, sólo quería coger a la niña y salir de allí, desaparecer, desvanecerse como la niebla, pero unas manos la agarraban y no la dejaban. Se resistió, se sacudió tratando de zafarse balbuceando frases inconexas.
— se la llevarán... no puedo perderla Damon!! no puedo... tengo que irme...que no se enteren... será demasiado tarde...
Los ojos de Damon estaban de color ámbar y seguramente debería de haberse asustado por ello, pero ya estaba asustada por el inesperado encuentro. La obligó a mirarlo y sus palabras se colaron en su interior una a una como si fueran de lava: "huir no es la solución, quédate conmigo, no permitiré que te hagan daño". ¿Podría confiar en Damon? estaba allí, con ella, y abajo tenía cientos de invitados por atender, podría decirse que eso significaba algo. Entonces la besó, esta vez sin freno, sin pensar. Y su beso le supo a promesa, una que de algún modo supo que él cumpliría. La protegería. "Déjame ayudarte". Quería dejarse, quería confiar en sus palabras, quería creerlo, quería responder a ese beso y quizás lo hizo inconscientemente, pero le pasó las manos alrededor del cuello y se fundió en aquel beso que era como una promesa. Cuando Damon se separó emitió un suspiro, estaba nerviosa pero él había conseguido que retornase en si.
— está bien... me... me quedaré aquí...contigo. Pero ahora debes bajar hay mucha gente esperándote...yo... necesito estar sola un rato.
Empujó la puerta del cuarto de Elaine, la niña dormía y al verla así, tan plácida, recuperó un poco la presencia de ánimo. Se sentó sobre la cama a su lado acariciando su manita y su pelo. Tan sólo verla respirar durmiendo tranquila era lo único que la hacía sentir bien. No podía bajar de nuevo, la impresión había sido demasiado fuerte.
La noche avanzó despacio pero a Brianna le parecieron diez minutos, tal era la actividad que tenía en su cabeza. El miedo la había paralizado, había huido como una rata en un callejón sin salida. La rabia la invadió cuando pasó el desconcierto inicial, ella no tenía nada qué avergonzarse!! él había traicionado las promesas que le hizo, sabiendo que eso la remataría, que la condenaría a estar señalada para siempre. Había trabajado muy duro para sacar adelante a Elaine, había renunciando a si misma en tantas ocasiones que ahora que tenía una oportunidad delante de intentar ser feliz, no acababa de creer que le estuviera pasando a ella. Había trabajado a destajo para que esa fiesta saliese bien, y él con tan sólo aparecer frente a ella lo había hecho volar todo en mil pedazos. Estaba muy enfadada consigo misma.¡Esto no podía seguir así! su vida no podía estar en manos del barón d'Entourage. Eran más de las 4 cuando la música cesó y los invitados que quedaban se marcharon.
Salió de la habitación de Elaine y vio a Damon subiendo por las escaleras, con gesto cansado y serio, habría tenido que aguantar muchas estupideces por su numerito, pero en ese momento no pensaba en eso. Corrió hacia él y se abrazó con fuerza pero sin llorar. Ya había llorado suficiente.
— Damon... es la hora de matar esos fantasmas.— levantó la cabeza para mirarlo.— bórrame su recuerdo, ahógalo con tu piel, destiérralo con tus besos... y si me vuelve a alcanzar el dolor al menos sufriré por un vivo no por alguien ya murió para mi.— se mordió el labio inferior.
Última edición por Brianna de Montreil el Dom Mayo 28, 2017 2:26 pm, editado 1 vez
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Como el tornado que todo lo arrasa mis labios sentenciaron los suyos que presos de ese empuje que necesitaba se dejo llevar aferrándose a mi cuello con suavidad.
Un beso que fue una promesa y que a ella le supo a realidad, no era de esos que prometía sin pensar y si le había dado mi palabra de que la ayudaría y lucharía por ella y el bien de esa niña, es porque lo haría.
Daba igual si este beso se quedaba solo en eso, en un acto irracional o por ende era el principio de confiar en el otro, apartar nuestros miedos y permitirnos conocernos despacio.
Cuando me separé, su aliento rozo mis labios, un suspiro que delataba su nerviosismo.
Me pidió que regresara con mis invitados, sabia que era lo correcto, pero una parte de mi no quería dejarla en ese estado.
Cedí ante su insistencia, claro que antes de bajar al gran salón hice que Mildred estuviera pendiente de Brianna, no quería que acabara escapando de allí sin yo ser informado y aunque creía en su palabra, no subestimaba el miedo que mostraba.
Baje al gran salón, el silencio se hacia a cada paso que daba, desde luego yo si que sabia ser el centro de atención de toda fiesta.
Ladeé la sonrisa alzando la cabeza, altivo caminé entre esas personas que murmuraban a mi paso.
Podía escuchar gracias a mis aumentados sentidos todas sus sibilinas palabras.
Al parecer se apiadaban del conde Italiano pues la mujer esa a la que daba auxilio y techo era una caza fortunas que usaba sus encantos para logras ascender de clase social.
No dudaron en contar aquella historia que yo ya había escuchado, la del padre de la joven, traidor a la corona y como ella había salido a ese hombre que hacia lo que fuera por enriquecerse.
Pronto fui objeto de los rumores, de porque mi prometida me abandono, hablaban de que era incapaz de contener mi carácter y que la pobre chica tuvo que huir.
Otros sin embargo decían que había tenido mala suerte con las mujeres, se apiadaban de mi, incluso hablaban de presentarme a sus hijas casaderas, pues un hombre como yo necesitaba sentar la cabeza y dejarse de efímeros idilios entre las piernas del servicio.
A las cuatro la música ceso y tras despedir con tedio a todos mis invitados, acordando ir al viñedo del hombre que me propuso el trato en los próximos días para zanjar el trato, abandoné el gran salón para dirigirme a mi cuarto.
Subí las escaleras cansado, mi mirada se alzó al escuchar la puerta de la habitación de Elaine abrirse, Mi mirada se cernió sobre una Brianna que corra hacia mi posición.
Mis brazos acogieron su cuerpo, nuestros alientos se mezclaron rabiosos, ella susurraba contra ellos palabras sentidas, acabar con los fantasmas, dejarnos llevar aquella noche sin luna.
Jadeé contra su boca, mis manos en sus nalgas la alzaron con rudeza, como la hiedra sus piernas se engancharon a mi cadera. Nuestros sexos se acariciaban rugiendo por ser saciados, gruñí adentrandome por le precipicio de sus labios mi lengua acarició el vacio acabando ocn lso fantasmas que moraban en su interior con cada necarnizado beso, humedo, sediento.
Apoyé la mano contra la pared, su espalda contra esta y de nuevo nuestros jadeaos dejaban clara la impaciencia.
Me aparté un segundo para tomar aire, contemplar sus tempestades, me relamí lso labios saboreando sus besos.
-Vamos a mi habitación -mi voz sonó ronca, errática.
Un beso que fue una promesa y que a ella le supo a realidad, no era de esos que prometía sin pensar y si le había dado mi palabra de que la ayudaría y lucharía por ella y el bien de esa niña, es porque lo haría.
Daba igual si este beso se quedaba solo en eso, en un acto irracional o por ende era el principio de confiar en el otro, apartar nuestros miedos y permitirnos conocernos despacio.
Cuando me separé, su aliento rozo mis labios, un suspiro que delataba su nerviosismo.
Me pidió que regresara con mis invitados, sabia que era lo correcto, pero una parte de mi no quería dejarla en ese estado.
Cedí ante su insistencia, claro que antes de bajar al gran salón hice que Mildred estuviera pendiente de Brianna, no quería que acabara escapando de allí sin yo ser informado y aunque creía en su palabra, no subestimaba el miedo que mostraba.
Baje al gran salón, el silencio se hacia a cada paso que daba, desde luego yo si que sabia ser el centro de atención de toda fiesta.
Ladeé la sonrisa alzando la cabeza, altivo caminé entre esas personas que murmuraban a mi paso.
Podía escuchar gracias a mis aumentados sentidos todas sus sibilinas palabras.
Al parecer se apiadaban del conde Italiano pues la mujer esa a la que daba auxilio y techo era una caza fortunas que usaba sus encantos para logras ascender de clase social.
No dudaron en contar aquella historia que yo ya había escuchado, la del padre de la joven, traidor a la corona y como ella había salido a ese hombre que hacia lo que fuera por enriquecerse.
Pronto fui objeto de los rumores, de porque mi prometida me abandono, hablaban de que era incapaz de contener mi carácter y que la pobre chica tuvo que huir.
Otros sin embargo decían que había tenido mala suerte con las mujeres, se apiadaban de mi, incluso hablaban de presentarme a sus hijas casaderas, pues un hombre como yo necesitaba sentar la cabeza y dejarse de efímeros idilios entre las piernas del servicio.
A las cuatro la música ceso y tras despedir con tedio a todos mis invitados, acordando ir al viñedo del hombre que me propuso el trato en los próximos días para zanjar el trato, abandoné el gran salón para dirigirme a mi cuarto.
Subí las escaleras cansado, mi mirada se alzó al escuchar la puerta de la habitación de Elaine abrirse, Mi mirada se cernió sobre una Brianna que corra hacia mi posición.
Mis brazos acogieron su cuerpo, nuestros alientos se mezclaron rabiosos, ella susurraba contra ellos palabras sentidas, acabar con los fantasmas, dejarnos llevar aquella noche sin luna.
Jadeé contra su boca, mis manos en sus nalgas la alzaron con rudeza, como la hiedra sus piernas se engancharon a mi cadera. Nuestros sexos se acariciaban rugiendo por ser saciados, gruñí adentrandome por le precipicio de sus labios mi lengua acarició el vacio acabando ocn lso fantasmas que moraban en su interior con cada necarnizado beso, humedo, sediento.
Apoyé la mano contra la pared, su espalda contra esta y de nuevo nuestros jadeaos dejaban clara la impaciencia.
Me aparté un segundo para tomar aire, contemplar sus tempestades, me relamí lso labios saboreando sus besos.
-Vamos a mi habitación -mi voz sonó ronca, errática.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Aquellos ojos oscuros la atraparon sin remedio, en su mirada estaba toda la determinación del mundo, eran unos ojos sabios, poco soñadores, inquebrantables. Hablaban de un hombre que también había sufrido y que había enterrado su dolor en lo más profundo, pero al contrario que ella, luchaba por sobrellevarlo y sobreponerse, sin amedrentarse. Claro que tener dinero y posición ayudaba mucho.
Tras meditar en aquellas horas oscuras, decidió que su vida no podría seguir por ese camino, porque al final, si ella se hundía, Elaine iba detrás. Necesitaba un vida, necesitaba encontrarse a si misma, apartar por un momento las obligaciones, las responsabilidades, y ser sólo Brianna, hacer lo que le apetecía a ella, no a la madre, ni a la empleada, ni a la noble venida a menos. Y le apetecía conocer a Damon, fundirse en cuerpo y que la hiciera sentir deseada y deseable. No había vuelto a hacerlo desde Denis, eran muchos años sin volver a sentir la calidez de otro cuerpo y cuando el de Damon impactó contra el suyo desató los instintos dormidos.
Entraron en su habitación a trompicones, escuchó cómo caía algo al suelo a su paso, pero no estaban por la labor de detenrse y recogerlo. La puerta se cerró a sus espaldas y eso marcó el inicio de una secuencia de respiración agitada y superficial. El vestido que le había regalado Mildred cayó al suelo sin hacer ruido dejando al descubierto la ligera ropa interior. Sus manos desabotonaron la camisa de Damon lo suficiente para que se la pudiera sacar por la cabeza, no podía detenrse a desabrochar tantos botones. Lo atrajo por la nuca para besarlo, recorriendo con hambre sus labios sin importarle que su barba rozase en su piel dejándola enrojecida a su paso.
No era novata en el sexo, pues ya sabía que los niños no los traía la cigüeña, pero sí hacía mucho tiempo que no disfrutaba de un hombre, así que al principio se sintió torpe, hasta que su cerebro entró en modo automático y ya le dio igual. El corsé estaba anudado en la parte delantera, sólo las señoritas lo anudaban detrás ya que tenían servicio para que les ayudasen en esa operación. El lazo se deshizo entre los dedos de Damon liberando su anatomía, tan poco explorada como el polo norte. Brianna hundió las manos la cinturilla del pantalón del moreno y desabrochó el cinto y la fila de botones que mantenían la bragueta en su lugar.
Tras meditar en aquellas horas oscuras, decidió que su vida no podría seguir por ese camino, porque al final, si ella se hundía, Elaine iba detrás. Necesitaba un vida, necesitaba encontrarse a si misma, apartar por un momento las obligaciones, las responsabilidades, y ser sólo Brianna, hacer lo que le apetecía a ella, no a la madre, ni a la empleada, ni a la noble venida a menos. Y le apetecía conocer a Damon, fundirse en cuerpo y que la hiciera sentir deseada y deseable. No había vuelto a hacerlo desde Denis, eran muchos años sin volver a sentir la calidez de otro cuerpo y cuando el de Damon impactó contra el suyo desató los instintos dormidos.
Entraron en su habitación a trompicones, escuchó cómo caía algo al suelo a su paso, pero no estaban por la labor de detenrse y recogerlo. La puerta se cerró a sus espaldas y eso marcó el inicio de una secuencia de respiración agitada y superficial. El vestido que le había regalado Mildred cayó al suelo sin hacer ruido dejando al descubierto la ligera ropa interior. Sus manos desabotonaron la camisa de Damon lo suficiente para que se la pudiera sacar por la cabeza, no podía detenrse a desabrochar tantos botones. Lo atrajo por la nuca para besarlo, recorriendo con hambre sus labios sin importarle que su barba rozase en su piel dejándola enrojecida a su paso.
No era novata en el sexo, pues ya sabía que los niños no los traía la cigüeña, pero sí hacía mucho tiempo que no disfrutaba de un hombre, así que al principio se sintió torpe, hasta que su cerebro entró en modo automático y ya le dio igual. El corsé estaba anudado en la parte delantera, sólo las señoritas lo anudaban detrás ya que tenían servicio para que les ayudasen en esa operación. El lazo se deshizo entre los dedos de Damon liberando su anatomía, tan poco explorada como el polo norte. Brianna hundió las manos la cinturilla del pantalón del moreno y desabrochó el cinto y la fila de botones que mantenían la bragueta en su lugar.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
A trompicones entramos en la habitación, su espalda cerró la puerta mientras mi mano se apoyaba en esta y nuestros labios entreabiertos daban paso a que nuestras lenguas húmedas se encontraran sedientas.
Un ruido contra el suelo que no acaparo nuestra atención, la respiración errática de los dos se movía perdida en besos y caricias por la habitación.
El vestido acarició su cuerpo deslizándose por este hasta morir en el suelo mis manos se perdieron en su piel desnuda atrayendola contra mi, jadeando ambos por la pasión que encerraba el acto.
Solo nuestras bocas se separaron cuando por mi cabeza la dama saco mi camisa.
Sus uñas rasguñaron mi espalda, jadeé mordiendo su labio inferior, mis ojos cerrados no le permitían ver el ámbar que coloreaba mi iris con intensidad.
Excitado mi hombría aun cubierta presionaba su vientre, podía escuchar el raudo palpitar de su corazón.
Mis dedos en las cuerdas de su corseé las fui aflojando hasta que este cedió liberando sus alzados pechos.
Mi boca en cuello, mordiéndolo con suavidad, marcándolo con mis dientes como la bestia hambrienta que me interior deseaba hacerle el amor como un demente.
Los botones de mi bragueta cedieron ante su empeño, besos húmedos mientras sonreíamos al desnudarnos por completo.
Desde que mi prometida me abandono, había mantenido alguna que otra relación esporádica, peor ahora, mi piel se fundía con la de esa mujer sitiendome arder, como encajábamos como si siempre hubiéramos estado hechos para prender en llamas.
Cómplices nos acariciábamos necesitados, nuestra nariz rozaba de forma tierna mientras nuestras bocas se devoraban.
La alcé por las nalgas, mi hombría en su sexo, acariciando la entrada de lo prohibido que hoy me quedaba ofrecido.
Un hombre y una mujer, no un alfa, no una madre, no un tío solo ella y yo y el lecho sobre el que su cuerpo ahora quedaba tendido.
Me dejé caer sobre ella gateando por su piel, regalandole besos y caricias por doquier.
Jadeé contra la cúspide de sus montañas, recorriendolas con mi lengua, arrastrando por ellas mis dientes.
Ascendí hasta su boca, reclamándola como propia, nuestros ojos se anclaron a los del otro, me dejé llevar por sus faros.
Mis dedos acariciaron su mano, enlazándose despacio mientras mi hombría se adentraba muy despacio en su laberinto.
-ahhhhhhh -susurré contra su boca sintiendo como se abría para mi, cobijando mi miembro.
Un ruido contra el suelo que no acaparo nuestra atención, la respiración errática de los dos se movía perdida en besos y caricias por la habitación.
El vestido acarició su cuerpo deslizándose por este hasta morir en el suelo mis manos se perdieron en su piel desnuda atrayendola contra mi, jadeando ambos por la pasión que encerraba el acto.
Solo nuestras bocas se separaron cuando por mi cabeza la dama saco mi camisa.
Sus uñas rasguñaron mi espalda, jadeé mordiendo su labio inferior, mis ojos cerrados no le permitían ver el ámbar que coloreaba mi iris con intensidad.
Excitado mi hombría aun cubierta presionaba su vientre, podía escuchar el raudo palpitar de su corazón.
Mis dedos en las cuerdas de su corseé las fui aflojando hasta que este cedió liberando sus alzados pechos.
Mi boca en cuello, mordiéndolo con suavidad, marcándolo con mis dientes como la bestia hambrienta que me interior deseaba hacerle el amor como un demente.
Los botones de mi bragueta cedieron ante su empeño, besos húmedos mientras sonreíamos al desnudarnos por completo.
Desde que mi prometida me abandono, había mantenido alguna que otra relación esporádica, peor ahora, mi piel se fundía con la de esa mujer sitiendome arder, como encajábamos como si siempre hubiéramos estado hechos para prender en llamas.
Cómplices nos acariciábamos necesitados, nuestra nariz rozaba de forma tierna mientras nuestras bocas se devoraban.
La alcé por las nalgas, mi hombría en su sexo, acariciando la entrada de lo prohibido que hoy me quedaba ofrecido.
Un hombre y una mujer, no un alfa, no una madre, no un tío solo ella y yo y el lecho sobre el que su cuerpo ahora quedaba tendido.
Me dejé caer sobre ella gateando por su piel, regalandole besos y caricias por doquier.
Jadeé contra la cúspide de sus montañas, recorriendolas con mi lengua, arrastrando por ellas mis dientes.
Ascendí hasta su boca, reclamándola como propia, nuestros ojos se anclaron a los del otro, me dejé llevar por sus faros.
Mis dedos acariciaron su mano, enlazándose despacio mientras mi hombría se adentraba muy despacio en su laberinto.
-ahhhhhhh -susurré contra su boca sintiendo como se abría para mi, cobijando mi miembro.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Apenas recordaba lo que eran los besos traidores que asaltaban su piel haciendo que se erizase a su paso. No recordaba cómo las caricias podían hacerla arder de esa forma, descontrolada, salvaje, sin filtros ni remordimientos, liberando lo que llevaba conteniendo tanto tiempo: el deseo, el sentimiento de libertad y de romper con todo lo que la oprimía.
En aquella habitación pronto se desataron las llamas de un volcán en erupción. Ambos necesitaban consumirse en esas brasas, pero no de esa forma impersonal y salvaje que caracterizaba a las noches de sexo esporádico con un extraño o extraña. Buscaban en el otro el consuelo a los agravios sufridos, buscaban la mano y el beso cariñoso tras el envite de la pasión. Porque ambos estaban dañados, y el sexo no era una venganza sino una búsqueda, una catarsis.
Se retorció sobre la sábanas cuando lo sintió mordisquear la piel de sus pechos, tan sensibles y tan poco mimados. Sus manos la acariciaron como si se tratase de un ciego que quisiera reconocer con el tacto todo cuanto abarcaba, su lengua jugó al escondite con su piel y con sus labios, y recibió a cambio el mismo trato. Jadeó y gimió cuando sintió que su cuerpo trémulo recibía tanta atención por todas partes y tras enlazar los dedos Damon se abrió paso entre sus carnes exhalando un gemido de placer. No estaba segura de si aquello la excitó tanto o más. Porque Brianna no era una persona egoísta, era cariñosa y quería todo el bien para quienes estaban a su alreddor, así que de alguna forma, cuando vio que Damon estaba disfrutando, estaba complacido, se relajó todavía más. Lo que le estaba entregando ella era bien recibido y eso aumentó su confianza. Se movió contra su cadera, al compás que marcaba el lobo sientiendo que su cuerpo ardía de una forma que no había conocido nunca, o es que ya no lo recordaba. Al principio más lento, notando todo el roce, como se separaban y se unían de nuevo hasta no poder estar más unidos; después varió la velocidad y el empuje, más corto y rápido, que la hizo enloquecer de placer.
De nuevo cambió el ritmo, cebándose con su cuello y ella aprovechó para incorporarse a su altura y quedar sentada con las piernas alrededor de la cintura de Damon. Le pasó las manos por el cuello y se fundió en otro beso largo y húmedo mientras su sexo subía y bajaba clavándose en el de él, hasta que la sujetó de las nalgas y se encajó en ella de forma que apenas había roce, el movimiento era todo interno. Eso hizo que se le escaparan varios gemidos y que el orgasmo le sobreviniera sin apenas verlo venir. No era sólo una cuestión de llevar tiempo sin sexo (que también) es que esa postura además de placentera era muy íntima, estaban abrazados, se podían mirar y besar.El ambiente que habían generado la hizo estar cómoda, sus miedos se habían esfumado de un plumazo, quizás con el amanecer regresaran, pero en ese momento no estaba cohibida, no se guardó ningún gemido ni ningún mordisco o beso por regalar.
En aquella habitación pronto se desataron las llamas de un volcán en erupción. Ambos necesitaban consumirse en esas brasas, pero no de esa forma impersonal y salvaje que caracterizaba a las noches de sexo esporádico con un extraño o extraña. Buscaban en el otro el consuelo a los agravios sufridos, buscaban la mano y el beso cariñoso tras el envite de la pasión. Porque ambos estaban dañados, y el sexo no era una venganza sino una búsqueda, una catarsis.
Se retorció sobre la sábanas cuando lo sintió mordisquear la piel de sus pechos, tan sensibles y tan poco mimados. Sus manos la acariciaron como si se tratase de un ciego que quisiera reconocer con el tacto todo cuanto abarcaba, su lengua jugó al escondite con su piel y con sus labios, y recibió a cambio el mismo trato. Jadeó y gimió cuando sintió que su cuerpo trémulo recibía tanta atención por todas partes y tras enlazar los dedos Damon se abrió paso entre sus carnes exhalando un gemido de placer. No estaba segura de si aquello la excitó tanto o más. Porque Brianna no era una persona egoísta, era cariñosa y quería todo el bien para quienes estaban a su alreddor, así que de alguna forma, cuando vio que Damon estaba disfrutando, estaba complacido, se relajó todavía más. Lo que le estaba entregando ella era bien recibido y eso aumentó su confianza. Se movió contra su cadera, al compás que marcaba el lobo sientiendo que su cuerpo ardía de una forma que no había conocido nunca, o es que ya no lo recordaba. Al principio más lento, notando todo el roce, como se separaban y se unían de nuevo hasta no poder estar más unidos; después varió la velocidad y el empuje, más corto y rápido, que la hizo enloquecer de placer.
De nuevo cambió el ritmo, cebándose con su cuello y ella aprovechó para incorporarse a su altura y quedar sentada con las piernas alrededor de la cintura de Damon. Le pasó las manos por el cuello y se fundió en otro beso largo y húmedo mientras su sexo subía y bajaba clavándose en el de él, hasta que la sujetó de las nalgas y se encajó en ella de forma que apenas había roce, el movimiento era todo interno. Eso hizo que se le escaparan varios gemidos y que el orgasmo le sobreviniera sin apenas verlo venir. No era sólo una cuestión de llevar tiempo sin sexo (que también) es que esa postura además de placentera era muy íntima, estaban abrazados, se podían mirar y besar.El ambiente que habían generado la hizo estar cómoda, sus miedos se habían esfumado de un plumazo, quizás con el amanecer regresaran, pero en ese momento no estaba cohibida, no se guardó ningún gemido ni ningún mordisco o beso por regalar.
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Nuestros cuerpos danzaban un vals lento, labios que se consumían como las velas de los candelabros que en penumbra acariciaban nuestras pieles desnudas.
Hacíamos el amor, deleitándonos con los besos, con las caricias que necesitábamos para redimirnos, para vengarnos y a su vez para confesar que hacia mucho que no experimentábamos este instante distinto a un encuentro furtivo.
Mi hombría entraba y salia por completo, sus gemidos morían en mi boca acallando los jadeos que se fundían con nuestro aliento.
Sus caderas me buscaban, necesitados de que el ritmo nos devorara, cada vez entraba mas rápido, golpeando con mas fuerza su interior dejándonos llevar por la pasión.
Acaricié su nariz con la mía, frente contra frente, los ojos convertidos en los de un cíclope mirándonos fijamente.
Con suavidad Brianna tomo el control, para ese entonces estaba al borde del abismo, muy excitado, sintiendo el inminente orgasmo.
Se sentó sobre mi clavándose mi hacha hasta el fondo, moviéndose trazando círculos, ahora completamente dentro apenas salia, eran movimientos profundos que me hacían rugir contra su boca de forma desesperada.
Lamí su cuello, lo mordí dejandole marcas ,estaba completamente fuera de mi. Sus dedos acariciaban mi espalda, me abrazaban, nuestros cuerpos perlados en sudor se acompasaban.
Me sacudí en su interior tomando sus pechos con codicia, reclamándola como mía.
Sentía la corriente nerviosa recorrer cada parte de mi ser, cuerpo tenso, y poco a poco mi aliento calcino sus pezones suavizando la presión que sobre estos ejercía.
Alcé mi mirada para encontrarme con su mirada oscurecida pro el momento.
Sus dedos se deslizaban por los músculos de mi pecho y ambos sonreímos aun sintiéndome dentro mientras nos contemplamos en silencio.
-¿estas bien? -pregunté atrayendo su rostro por la nuca antes de besarla despacio, plagando sus labios de pequeños besos y algún cálido mordisco.
Mi dedo en sus labios, deslizándolo por su inferior, fijándome en esa mujer con la que me acababa de perder por completo.
No sabia bien que decir, estaba ahora mismo tranquilo, relajado y mis manos acariciando su piel desnuda hablaba pro mi.
Nos recostamos en el lecho, tire de la sabana cubriendo nuestros desnudos cuerpos. Sonreí frente a sus labios.
-Dime algo -apunté antes de reírme -me he excitado mucho y quiero conocerte.
Sabia que era complicada la situación de ambos, pero..también que habíamos encajado y merecíamos al menos la oportunidad de probar si esto podía o no llegar a algún lado.
Hacíamos el amor, deleitándonos con los besos, con las caricias que necesitábamos para redimirnos, para vengarnos y a su vez para confesar que hacia mucho que no experimentábamos este instante distinto a un encuentro furtivo.
Mi hombría entraba y salia por completo, sus gemidos morían en mi boca acallando los jadeos que se fundían con nuestro aliento.
Sus caderas me buscaban, necesitados de que el ritmo nos devorara, cada vez entraba mas rápido, golpeando con mas fuerza su interior dejándonos llevar por la pasión.
Acaricié su nariz con la mía, frente contra frente, los ojos convertidos en los de un cíclope mirándonos fijamente.
Con suavidad Brianna tomo el control, para ese entonces estaba al borde del abismo, muy excitado, sintiendo el inminente orgasmo.
Se sentó sobre mi clavándose mi hacha hasta el fondo, moviéndose trazando círculos, ahora completamente dentro apenas salia, eran movimientos profundos que me hacían rugir contra su boca de forma desesperada.
Lamí su cuello, lo mordí dejandole marcas ,estaba completamente fuera de mi. Sus dedos acariciaban mi espalda, me abrazaban, nuestros cuerpos perlados en sudor se acompasaban.
Me sacudí en su interior tomando sus pechos con codicia, reclamándola como mía.
Sentía la corriente nerviosa recorrer cada parte de mi ser, cuerpo tenso, y poco a poco mi aliento calcino sus pezones suavizando la presión que sobre estos ejercía.
Alcé mi mirada para encontrarme con su mirada oscurecida pro el momento.
Sus dedos se deslizaban por los músculos de mi pecho y ambos sonreímos aun sintiéndome dentro mientras nos contemplamos en silencio.
-¿estas bien? -pregunté atrayendo su rostro por la nuca antes de besarla despacio, plagando sus labios de pequeños besos y algún cálido mordisco.
Mi dedo en sus labios, deslizándolo por su inferior, fijándome en esa mujer con la que me acababa de perder por completo.
No sabia bien que decir, estaba ahora mismo tranquilo, relajado y mis manos acariciando su piel desnuda hablaba pro mi.
Nos recostamos en el lecho, tire de la sabana cubriendo nuestros desnudos cuerpos. Sonreí frente a sus labios.
-Dime algo -apunté antes de reírme -me he excitado mucho y quiero conocerte.
Sabia que era complicada la situación de ambos, pero..también que habíamos encajado y merecíamos al menos la oportunidad de probar si esto podía o no llegar a algún lado.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Él también se dejó llevar por el placer, cerrando los ojos y jadeando al vaciarse. Bueno, ahora sabía lo que suponía eso y bastaba con comprar una infusión de hierbas que le asegurase el sangrado mensual. La llegada de susto de Elaine la pilló muy joven y muy novata, pero no volvería a suceder si no quería, no dejaría que el miedo la paralizase de nuevo, era adulta y se merecía tener la posibilidad de estar con alguien y decidir lo que sería esa relación.
Damon había sido apasionado pero cariñoso, la había tratado con cierta delicadeza y colmado de atenciones, besos y caricias. Eso le sumaba muchos puntos. Si hubiera querido un polvo sin más, no se habría preocupado de ella, habría obtenido su placer y se hubiera echado a dormir. Le sorprendió un poco la pregunta. ¿Que cómo estaba? pues satisfecha, cansada y lúcida a la vez, relajada y aturdida...una mezcla de mil cosas. Le acarició la barbilla antes de depositar sobre sus labios el último beso antes de acostarse sobre el colchón.
— estoy bien...la noche empezó bien, luego horriblemente mal y ahora...bueno, lo importante no es cómo comienza sino cómo acaba.— suspiró dejándose caer sobre la cama y buscó su cuerpo, enredándose en él, después de haber estado unidos se le antojaba como si la dejara huérfana y no quería separarse de él pudiendo poner un remedio tan sencillo a eso. Sonrió cuando Damon le habló de esa forma.
— ¿estás intentando darme conversación después del sexo? no te sientas mal, yo tampoco sé qué decir!...— rió ante su gesto risueño. Si, desde luego que se habían excitado mucho y que estaría bien conocerse un poco mejor.— No sé que contarte, mi vida no es muy interesante. Aunque ahora creo que ha mejorado mucho, no sólo porque estoy en la cama de un conde...— le hizo una mueca pícara.— sino porque me siento a gusto aquí, me gusta mucho estar con Lobbo, me llevo muy bien con Mildred y estar contigo ha sido inesperado pero...no me arrepiento. Estoy tan acostumbrada a que las cosas siempre vayan a peor, que todo esto a veces pienso que no es real, que me despertaré y seguiremos en los suburbios pasando frío. Pensaba que había perdido toda la capacidad de soñar y no me atrevo a decirlo en alto por si se rompe, pero todo esto parece un sueño, sólo que lo estoy viviendo. Porque... ¿estoy despierta, verdad?
Damon había sido apasionado pero cariñoso, la había tratado con cierta delicadeza y colmado de atenciones, besos y caricias. Eso le sumaba muchos puntos. Si hubiera querido un polvo sin más, no se habría preocupado de ella, habría obtenido su placer y se hubiera echado a dormir. Le sorprendió un poco la pregunta. ¿Que cómo estaba? pues satisfecha, cansada y lúcida a la vez, relajada y aturdida...una mezcla de mil cosas. Le acarició la barbilla antes de depositar sobre sus labios el último beso antes de acostarse sobre el colchón.
— estoy bien...la noche empezó bien, luego horriblemente mal y ahora...bueno, lo importante no es cómo comienza sino cómo acaba.— suspiró dejándose caer sobre la cama y buscó su cuerpo, enredándose en él, después de haber estado unidos se le antojaba como si la dejara huérfana y no quería separarse de él pudiendo poner un remedio tan sencillo a eso. Sonrió cuando Damon le habló de esa forma.
— ¿estás intentando darme conversación después del sexo? no te sientas mal, yo tampoco sé qué decir!...— rió ante su gesto risueño. Si, desde luego que se habían excitado mucho y que estaría bien conocerse un poco mejor.— No sé que contarte, mi vida no es muy interesante. Aunque ahora creo que ha mejorado mucho, no sólo porque estoy en la cama de un conde...— le hizo una mueca pícara.— sino porque me siento a gusto aquí, me gusta mucho estar con Lobbo, me llevo muy bien con Mildred y estar contigo ha sido inesperado pero...no me arrepiento. Estoy tan acostumbrada a que las cosas siempre vayan a peor, que todo esto a veces pienso que no es real, que me despertaré y seguiremos en los suburbios pasando frío. Pensaba que había perdido toda la capacidad de soñar y no me atrevo a decirlo en alto por si se rompe, pero todo esto parece un sueño, sólo que lo estoy viviendo. Porque... ¿estoy despierta, verdad?
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Ladeé la sonrisa al escucharla hablar, nuestros cuerpos se buscaban no de la forma apasionada que lo habían hecho hacia apenas unos momentos, si no de un modo maduro, necesitado. Mis manos surcaban su cintura, acariciando su columna con mis dedos, bajando hasta donde la espalda pierde su nombre mientras mis ojos perfilaban esos labios que contra los míos hablaban de una vida complicada que en parte ya conocía.
-No, no quiero que me narres tus desdichas, quiero saber otro tipo de cosas -susurré llevando mis dedos a un mechón de su pelo que ligero se deslizó entre las yemas.
-Quiero saber que te gusta, que te disgusta -atrapé su labio inferior con los propios para tirar suavemente -no se, a lo que temes.
Guardé silencio un instante, tampoco yo podía ser sincero con ella a estas alturas, seguramente si supiera lo que era saldría corriendo y no se detendría ni siquiera para tomar aliento.
No la culpaba, ademas la leyes de mi manada eran muy estrictas, tanto con respecto a los miembros jóvenes y su edad de conversión, como la obligación de trasformarse a cualquier mujer que se una a uno de los nuestros o viceversa.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra su boca, esta “relación” no iba a ser fácil, sabia que en cuanto la dejara entrar mas en mi vida vendrían las preguntas y tarde o temprano la verdad se impondría...
No podía olvidar que cara a los humanos, yo era una de esas bestias sacadas de los peores relatos de pesadillas.
No podía olvidar que esa mujer había sufrido mucho en su vida y que tenia que protegerla del mundo, e incluso de mi si se daba el caso.
Mi nariz acarició la ajena, sonrisas cómplices y un “no se si esto y despierta” que termino con mis dedos en sus nalgas dándole suaves pellizcos mientras esta reía entre mis brazos como una niña.
Feliz, ajena a todo, decía sentirse bien entre los míos, quizás porque eramos una familia, una manada que nos queríamos y protegíamos.
-Creo que Mildred te echo el ojo desde que llegaste, claro que no me extraña, me conoce desde niño y sabe cuando miro a una mujer que me gusta.
La atraje por la nuca, mi boca se entreabrió para buscar la ajena en un beso calmo, húmedo y largo.
-Lobbo se siente bien contigo, Brianna vive feliz en esta casa, creo que dejarnos llevar es una buena idea...
No era necesario que me pidiera que delante de la pequeña guardáramos las composturas, entendía que si había estado sola durante mucho tiempo, su hija jamas la hubiera visto compartir intimidad con hombre alguno, pensaba respetar sus tiempos, al menos en lo que me fuera posible si no se formalizaba lo nuestro.
Apoyó su cabeza en mi pecho al ver como mis ojos poco a poco se entrecerraban por mas que me esforzaba en mantenerlos abiertos, había sido un día largo, había descargado y a decir verdad estaba muy cansado.
-No, no quiero que me narres tus desdichas, quiero saber otro tipo de cosas -susurré llevando mis dedos a un mechón de su pelo que ligero se deslizó entre las yemas.
-Quiero saber que te gusta, que te disgusta -atrapé su labio inferior con los propios para tirar suavemente -no se, a lo que temes.
Guardé silencio un instante, tampoco yo podía ser sincero con ella a estas alturas, seguramente si supiera lo que era saldría corriendo y no se detendría ni siquiera para tomar aliento.
No la culpaba, ademas la leyes de mi manada eran muy estrictas, tanto con respecto a los miembros jóvenes y su edad de conversión, como la obligación de trasformarse a cualquier mujer que se una a uno de los nuestros o viceversa.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra su boca, esta “relación” no iba a ser fácil, sabia que en cuanto la dejara entrar mas en mi vida vendrían las preguntas y tarde o temprano la verdad se impondría...
No podía olvidar que cara a los humanos, yo era una de esas bestias sacadas de los peores relatos de pesadillas.
No podía olvidar que esa mujer había sufrido mucho en su vida y que tenia que protegerla del mundo, e incluso de mi si se daba el caso.
Mi nariz acarició la ajena, sonrisas cómplices y un “no se si esto y despierta” que termino con mis dedos en sus nalgas dándole suaves pellizcos mientras esta reía entre mis brazos como una niña.
Feliz, ajena a todo, decía sentirse bien entre los míos, quizás porque eramos una familia, una manada que nos queríamos y protegíamos.
-Creo que Mildred te echo el ojo desde que llegaste, claro que no me extraña, me conoce desde niño y sabe cuando miro a una mujer que me gusta.
La atraje por la nuca, mi boca se entreabrió para buscar la ajena en un beso calmo, húmedo y largo.
-Lobbo se siente bien contigo, Brianna vive feliz en esta casa, creo que dejarnos llevar es una buena idea...
No era necesario que me pidiera que delante de la pequeña guardáramos las composturas, entendía que si había estado sola durante mucho tiempo, su hija jamas la hubiera visto compartir intimidad con hombre alguno, pensaba respetar sus tiempos, al menos en lo que me fuera posible si no se formalizaba lo nuestro.
Apoyó su cabeza en mi pecho al ver como mis ojos poco a poco se entrecerraban por mas que me esforzaba en mantenerlos abiertos, había sido un día largo, había descargado y a decir verdad estaba muy cansado.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Se acomodó entre sus brazos, estaba a gusto, no se sentía culpable ni inquieta por haber estado con un hombre que al final podía llevarla a la ruina. Quizás había alimentado de más a sus propios fantasmas durante aquellos años, quizás no fuera tan grave estar con un hombre, darse la oportunidad y si no funcionaba...pues que no se acababa el mundo. Era adulta, ya sabía lo que era la vida y tener que sobrevivir y aquellos nueve años le habían valido por veinte. Quizás debería haber dejado atrás esos miedos hace mucho, pero por el motivo que fuera no lo había conseguido y esa noche había sido el momento adecuado.
Le había preguntado por sus gustos, y obviamente ya le había dicho que le gustaba estar con Lobbo y con Elaine, los niños eran la prioridad, pero supuso que se refería a sus gustos personales, lo que le gustaba a Brianna.
— pues... me gustan los días de sol, y las flores de los cerezos. Me gusta leer junto a la chimenea en las noches de frío y me encantan las pastas de canela. Me gustaba dar largos paseos por los viñedos con mi padre, mientras me explicaba todo lo que él sabía, sobre lo importante que era la tierra y formar parte de ella. Me decía "Bri, las modas pasan y la gente cambia, lo que siempre permanece es la tierra, ella nunca falla, un año más y otro menos, pero siempre da fruto.". No me gusta la gente mentirosa, ni los que se meten en vidas ajenas y juzgan sin saber. No me gusta el color negro si no es por luto, ni los que se quejan por tonterías. Sé que a veces soy callada, pero es que el silencio es el único amigo que no traiciona. Me temo que si hablo ofenderé a más de uno, porque la gente se queja de nimiedades y hay mucho egoísmo en sus palabras. No me gusta ver triste a las personas que quiero y a veces no sé dejarme ayudar, porque cuando estoy triste no dejo que me vean y me animen. Nadie es perfecto.
Sí, dejarse llevar podía ser una buena idea, siempre que mantuviese los pies en el suelo, sin perder de vista que él era un conde y ella no era nada, que debía tomarse las hierbas puntualmente para no cometer el mismo fallo y no complicar todavía más su vida. Y su corazón...pues tendría que arriesgarse.
Las luces del alba empezaron a clarear cuando Brianna se quedó dormida sobre Damon, su abrazo, su respiración tranquila, la calidez de su piel y su voz grave y profunda había obrado el milagro, los nervios que había padecido se habían marchado dando paso al descanso.
Le había preguntado por sus gustos, y obviamente ya le había dicho que le gustaba estar con Lobbo y con Elaine, los niños eran la prioridad, pero supuso que se refería a sus gustos personales, lo que le gustaba a Brianna.
— pues... me gustan los días de sol, y las flores de los cerezos. Me gusta leer junto a la chimenea en las noches de frío y me encantan las pastas de canela. Me gustaba dar largos paseos por los viñedos con mi padre, mientras me explicaba todo lo que él sabía, sobre lo importante que era la tierra y formar parte de ella. Me decía "Bri, las modas pasan y la gente cambia, lo que siempre permanece es la tierra, ella nunca falla, un año más y otro menos, pero siempre da fruto.". No me gusta la gente mentirosa, ni los que se meten en vidas ajenas y juzgan sin saber. No me gusta el color negro si no es por luto, ni los que se quejan por tonterías. Sé que a veces soy callada, pero es que el silencio es el único amigo que no traiciona. Me temo que si hablo ofenderé a más de uno, porque la gente se queja de nimiedades y hay mucho egoísmo en sus palabras. No me gusta ver triste a las personas que quiero y a veces no sé dejarme ayudar, porque cuando estoy triste no dejo que me vean y me animen. Nadie es perfecto.
Sí, dejarse llevar podía ser una buena idea, siempre que mantuviese los pies en el suelo, sin perder de vista que él era un conde y ella no era nada, que debía tomarse las hierbas puntualmente para no cometer el mismo fallo y no complicar todavía más su vida. Y su corazón...pues tendría que arriesgarse.
Las luces del alba empezaron a clarear cuando Brianna se quedó dormida sobre Damon, su abrazo, su respiración tranquila, la calidez de su piel y su voz grave y profunda había obrado el milagro, los nervios que había padecido se habían marchado dando paso al descanso.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Los primeros rayos del sol atravesaron las pequeñas grietas de los vetustos postigos de la única ventana que poseía la sobria habitación, dotando a la sala de una tenue luz que anunciaba el inicio de un nuevo día.
Mis ojos se centraron en ella, su pelo caía en cascada sobre mi pecho, sentía su respiración impactar contra mi piel, su olor a jazmín inundar las fosas nasales embriagándome por completo.
Aquella mañana mis sentidos lobunos estaban mas despiertos que otras veces y mi sonrisa pintada a fuego en mi rostro difícilmente se borraba.
Por primera vez en mucho tiempo no amanecía solo y la calidez de su piel era tan abrumadora que durante bastante tiempo me sentí incapaz de moverme un ápice del sitio.
Aparté las gruesas pieles que me cubrían y me alcé lentamente del catre dirigiéndome torpemente hacia la ventana, abrí los postigos y la claridad del amanecer entraron en la estancia junto con el suave frescor del Mistral que transportaba hasta mis sentidos el suave aroma de los jacintos plantados bajo mi ventana. La cercanía de la luna llena hacía que mis sentidos experimentaran una súbita mejoría, en ellos, se amontonaban el aroma de las flores, el gorjeo incansable de un colirrojo tizón, y varios sonidos lejanos propios del despertar de una villa.
Me acerqué a la palangana mojándome el rostro para acabar de despejarme, como si fuera el roció de la mañana las gotas resbalaban lentas por mi piel, tomé la toalla y me sequé, para cuando me volteé para contemplar si Brianna aun dormía, me encontré sus intensos faros contemplar mis movimientos.
-Buenos días -susurré orillando mi cuerpo hacia el lecho -¿has dormido bien? -pregunté ladeando mi sonrisa antes de que mi boca impactara suavemente con a ajena.
La noche anterior había sido complicada para ella, pues aquel hombre que le arruinó la vida y al que posiblemente también amo, se había presentado en mi mansión como invitado de aquella fiesta magnifica que la misma Brianna preparó.
Deslicé mis dedos por su piel sin borrar la sonrisa de mi rostro.
-Brianna, anoche me comentaste que creciste con tu padre entre vides, me propusieron ayer un negocio para hacer buenos vinos que importar.
Sonreí atajando la distancia para besar sus labios de nuevo.
-no tengo ni idea del tema de los viñedos, se que te ocupas de Lobbo y de Elaine pero..¿me acompañarías para darme una opinión sincera sobre lo que podamos ver antes de meterme de lleno en el negocio?
Seguro que Mildred puede ocuparse de los niños hoy ¿que me dices?
Mis ojos se centraron en ella, su pelo caía en cascada sobre mi pecho, sentía su respiración impactar contra mi piel, su olor a jazmín inundar las fosas nasales embriagándome por completo.
Aquella mañana mis sentidos lobunos estaban mas despiertos que otras veces y mi sonrisa pintada a fuego en mi rostro difícilmente se borraba.
Por primera vez en mucho tiempo no amanecía solo y la calidez de su piel era tan abrumadora que durante bastante tiempo me sentí incapaz de moverme un ápice del sitio.
Aparté las gruesas pieles que me cubrían y me alcé lentamente del catre dirigiéndome torpemente hacia la ventana, abrí los postigos y la claridad del amanecer entraron en la estancia junto con el suave frescor del Mistral que transportaba hasta mis sentidos el suave aroma de los jacintos plantados bajo mi ventana. La cercanía de la luna llena hacía que mis sentidos experimentaran una súbita mejoría, en ellos, se amontonaban el aroma de las flores, el gorjeo incansable de un colirrojo tizón, y varios sonidos lejanos propios del despertar de una villa.
Me acerqué a la palangana mojándome el rostro para acabar de despejarme, como si fuera el roció de la mañana las gotas resbalaban lentas por mi piel, tomé la toalla y me sequé, para cuando me volteé para contemplar si Brianna aun dormía, me encontré sus intensos faros contemplar mis movimientos.
-Buenos días -susurré orillando mi cuerpo hacia el lecho -¿has dormido bien? -pregunté ladeando mi sonrisa antes de que mi boca impactara suavemente con a ajena.
La noche anterior había sido complicada para ella, pues aquel hombre que le arruinó la vida y al que posiblemente también amo, se había presentado en mi mansión como invitado de aquella fiesta magnifica que la misma Brianna preparó.
Deslicé mis dedos por su piel sin borrar la sonrisa de mi rostro.
-Brianna, anoche me comentaste que creciste con tu padre entre vides, me propusieron ayer un negocio para hacer buenos vinos que importar.
Sonreí atajando la distancia para besar sus labios de nuevo.
-no tengo ni idea del tema de los viñedos, se que te ocupas de Lobbo y de Elaine pero..¿me acompañarías para darme una opinión sincera sobre lo que podamos ver antes de meterme de lleno en el negocio?
Seguro que Mildred puede ocuparse de los niños hoy ¿que me dices?
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La semana había sido agotadora, la noche tuvo momentos de tensión implacables y acabó estallando en fuegos artificiales. Podría decirse que estaba agotada y aquellas escasas horas de sueño habían sido reparadoras, pero para ir bien, necesitaría al menos cinco más. Aún así al despertarse y darse cuenta de dónde estaba, rodeada del olor y el tacto de Damon, sonrió. Era extraño despertarse acompañada, no recordaba algo así, pues con Denis nunca tenían tiempo de amanecer juntos, ella era una criada y debía estar en su puesto de trabajo bien temprano.
Desplazó la mano por la almohada que acababa de dejar Damon, aún conservaba su calor, y su tacto la hizo suspirar. Definitivamente quería más de eso, quería más amaneceres en compañía, más noches de besos, abrazos y fundirse en cuerpo como una segunda piel. Pero había que enfrentar el día, las miradas, los comentarios, las consecuencias de lo acontecido.
Recibió el beso de buenos días con una caricia para el lobo y se le antojó demasiado corto, de buen grado se hubiera quedado un buen rato acariciando sus labios con los propios, pero ambos tenían obligaciones.
— me encantaría acompañarte, creo que puedo ser de ayuda, quizás otros temas se me escapen y sea completamente ignorante, pero me crié entre viñedos y bodegas, y me apasiona ese mundillo.— suspiró.— pero me temo que en cuanto me vean aparecer contigo es posible que retiren la oferta.
Eran las consecuencias de la mala reputación, de ser una apestada social, y eso que la mayoria no sabían la existencia de Elaine, pues ella se encargó de mantenerla oculta por el bian de ambas.
Se levantó de la cama y comenzó a vestirse, debía llegar a sus aposentos y ponerse ropa adecuada, iba todavía con el precioso vestido que le regaló Mildred. Si Damon estaba seguro de aquello, ella lo seguiría, no era una cobarde por si misma, pero su sensatez la hacía arriesgarse poco, más que nada porque tenía mucho más que perder que cualquiera y no estaba en condiciones de ir más hacia abajo; ya había tocado fondo y no era bueno, la que más lo sufría era Elaine, así que siempre caminaba en la cuerda floja tratando de no caerse.
——————————— ~oOo~ ———————————
Tras asearse y asegurarase de que los niños estaban bien, se colocó un traje de montar, práctico y con botas de caña alta debajo. No era tan bonito como los que ella solía vestir en su adolescencia, pero es que aquella no era su casa y ella no tenía un guardarropa adecuado al estatus de una señorita. Estaba compuesto de falda gris ratón, blusa blanca, chaqueta ceñida hasta la cintura con una cola de pingüino, el pelo recogido en monño bajo, un sombrero de monta y botas de cuero sobre las medias de lana.
Le ensillaron la yegua que ya había sido asignada para ella desde el día del lago, y se dispuso a acompañar a Damon a las tierras que le había comentado. Tenían 45 minutos de trayecto a trote ligero, así que debían apresurarase si querían llegar a la hora convenida.
Desplazó la mano por la almohada que acababa de dejar Damon, aún conservaba su calor, y su tacto la hizo suspirar. Definitivamente quería más de eso, quería más amaneceres en compañía, más noches de besos, abrazos y fundirse en cuerpo como una segunda piel. Pero había que enfrentar el día, las miradas, los comentarios, las consecuencias de lo acontecido.
Recibió el beso de buenos días con una caricia para el lobo y se le antojó demasiado corto, de buen grado se hubiera quedado un buen rato acariciando sus labios con los propios, pero ambos tenían obligaciones.
— me encantaría acompañarte, creo que puedo ser de ayuda, quizás otros temas se me escapen y sea completamente ignorante, pero me crié entre viñedos y bodegas, y me apasiona ese mundillo.— suspiró.— pero me temo que en cuanto me vean aparecer contigo es posible que retiren la oferta.
Eran las consecuencias de la mala reputación, de ser una apestada social, y eso que la mayoria no sabían la existencia de Elaine, pues ella se encargó de mantenerla oculta por el bian de ambas.
Se levantó de la cama y comenzó a vestirse, debía llegar a sus aposentos y ponerse ropa adecuada, iba todavía con el precioso vestido que le regaló Mildred. Si Damon estaba seguro de aquello, ella lo seguiría, no era una cobarde por si misma, pero su sensatez la hacía arriesgarse poco, más que nada porque tenía mucho más que perder que cualquiera y no estaba en condiciones de ir más hacia abajo; ya había tocado fondo y no era bueno, la que más lo sufría era Elaine, así que siempre caminaba en la cuerda floja tratando de no caerse.
——————————— ~oOo~ ———————————
Tras asearse y asegurarase de que los niños estaban bien, se colocó un traje de montar, práctico y con botas de caña alta debajo. No era tan bonito como los que ella solía vestir en su adolescencia, pero es que aquella no era su casa y ella no tenía un guardarropa adecuado al estatus de una señorita. Estaba compuesto de falda gris ratón, blusa blanca, chaqueta ceñida hasta la cintura con una cola de pingüino, el pelo recogido en monño bajo, un sombrero de monta y botas de cuero sobre las medias de lana.
Le ensillaron la yegua que ya había sido asignada para ella desde el día del lago, y se dispuso a acompañar a Damon a las tierras que le había comentado. Tenían 45 minutos de trayecto a trote ligero, así que debían apresurarase si querían llegar a la hora convenida.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Me dejé caer en le lecho apoyándome en sus piernas para mirarla, mis dientes recorrían sus rodillas, relamiéndome a cada tramo surcado de su piel.
Ella hablaba entre risas, aseguraba entender de viñedos, ese era le motivo por el que quería que me acompañara, porque necesitaba una opinión ajena a la que los gestores de parte me dieran.
-No me importa lo que piensen, si he de invertir mi dinero en las bodegas, quiero que sea porque va a ser un negocio rentable y para eso estas tu pequeña -susurré acercándome a sus labios para deleitarme en un beso largo, húmedo y sentido -ya hora...-musite relamiendome -muévete o llegaremos tarde.
Reí contra sus labios alzándola como si fuera un saco y bajándola después al suelo mientras atrapaba su cintura anclandola a mi cuerpo.
-¿y mi beso? -pregunté antes de dejarla abandonar la cámara.
Me vestí con ropa cómoda, a fin de cuentas íbamos a cabalgar durante casi una hora y después pasaríamos el día entre viñedos, para eso no era necesario ir de gala.
Me reuní con Brianna en las caballerizas, esta me aseguró que los niños habían quedado perfectamente arreglados y que pasarían el día con Mildred.
Ella no conocía tan bien como yo a esa mujer, pero sin duda alguna no había mejor doncella para cuidarlos, era una loba protectora, que en mas de una ocasión había impedido alguna de mis infantiles travesuras.
Emprendimos viaje, el trayecto fue bastante ameno teniendo en cuenta que las risas y los comentarios picaros se sucedieron.
Solo una cosa me torturaba en exceso, en par de noches la luna llegaría a su máximo apogeo y cuando a dama blanca coronara el cielo yo y todos los miso tendríamos que estar encadenados en las mazmorras de la mansión, perfectamente pertrechadas para ello.
Por eso dispuse la casa de invitados para Brianna y su hija, no quería que corrieran ningún riesgo y por supuesto tampoco desvelar mi secreto.
Ahora mi mayor desvelo era pensar en como deshacerme de su presencia en mi lecho ea noche, pues cualquier mentira que se me ocurriera no tendría sentido.
Decirle que estaba enfermo solo implicaría que deseara vigilar mi sueño, decirle que iba a partir a algún sitio, la llenaría de dudas y preguntas, quizás lo mejor seria pedirle que fuera ella quien en esos días fuera a hacer lago que requiriera ausentarse durante un par de días, esa y no otra era la excusa perfecta.
Llegamos finalmente frente a la gran mansión rodeaba de viñedos, las puertas estaban abiertas y al igual que nosotros otros nobles habían sido invitados para degustar los vinos y escuchar la propuesta.
Desmonté frente a las caballerizas ayudando de inmediato a mi acompañante ha hacer lo propio, mis manos en su cintura y una sonrisa que esperaba le trasmitiera una seguridad que en ese momento no sentía.
No era un idiota, no pensaba ponerla en ningún tipo de situación comprometida que pudiera dar que hablar a la sociedad de ella.
Mantendría las formas, para mi su bienestar primaba sobre todo lo demás.
Ella hablaba entre risas, aseguraba entender de viñedos, ese era le motivo por el que quería que me acompañara, porque necesitaba una opinión ajena a la que los gestores de parte me dieran.
-No me importa lo que piensen, si he de invertir mi dinero en las bodegas, quiero que sea porque va a ser un negocio rentable y para eso estas tu pequeña -susurré acercándome a sus labios para deleitarme en un beso largo, húmedo y sentido -ya hora...-musite relamiendome -muévete o llegaremos tarde.
Reí contra sus labios alzándola como si fuera un saco y bajándola después al suelo mientras atrapaba su cintura anclandola a mi cuerpo.
-¿y mi beso? -pregunté antes de dejarla abandonar la cámara.
Me vestí con ropa cómoda, a fin de cuentas íbamos a cabalgar durante casi una hora y después pasaríamos el día entre viñedos, para eso no era necesario ir de gala.
Me reuní con Brianna en las caballerizas, esta me aseguró que los niños habían quedado perfectamente arreglados y que pasarían el día con Mildred.
Ella no conocía tan bien como yo a esa mujer, pero sin duda alguna no había mejor doncella para cuidarlos, era una loba protectora, que en mas de una ocasión había impedido alguna de mis infantiles travesuras.
Emprendimos viaje, el trayecto fue bastante ameno teniendo en cuenta que las risas y los comentarios picaros se sucedieron.
Solo una cosa me torturaba en exceso, en par de noches la luna llegaría a su máximo apogeo y cuando a dama blanca coronara el cielo yo y todos los miso tendríamos que estar encadenados en las mazmorras de la mansión, perfectamente pertrechadas para ello.
Por eso dispuse la casa de invitados para Brianna y su hija, no quería que corrieran ningún riesgo y por supuesto tampoco desvelar mi secreto.
Ahora mi mayor desvelo era pensar en como deshacerme de su presencia en mi lecho ea noche, pues cualquier mentira que se me ocurriera no tendría sentido.
Decirle que estaba enfermo solo implicaría que deseara vigilar mi sueño, decirle que iba a partir a algún sitio, la llenaría de dudas y preguntas, quizás lo mejor seria pedirle que fuera ella quien en esos días fuera a hacer lago que requiriera ausentarse durante un par de días, esa y no otra era la excusa perfecta.
Llegamos finalmente frente a la gran mansión rodeaba de viñedos, las puertas estaban abiertas y al igual que nosotros otros nobles habían sido invitados para degustar los vinos y escuchar la propuesta.
Desmonté frente a las caballerizas ayudando de inmediato a mi acompañante ha hacer lo propio, mis manos en su cintura y una sonrisa que esperaba le trasmitiera una seguridad que en ese momento no sentía.
No era un idiota, no pensaba ponerla en ningún tipo de situación comprometida que pudiera dar que hablar a la sociedad de ella.
Mantendría las formas, para mi su bienestar primaba sobre todo lo demás.
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Desmontaron en los viñedos de aquella extensa propiedad. Todas las uvas eran de variedad chardonnay, elaboraban vinos blancos y champán, pues la región de Champaña-Ardenas era la más conocida y adecuada para elaborar esos caldos. Tenían las bodegas en el centro de los campos y era un caserío inmenso con su propia almazara y sus barricas.
Los nuevos propietarios, la familia Bregenac, querían vender el negocio porque pretendían emigrar a América y los herederos del negocio no sabían nada de uvas, les resultaba más una carga que una buena herencia.
— buenos días señor Landvik ¿cómo está? me alegro que decidiese venir tan pronto, hay varias personas interesadas y lo cierto es que nos gustaría acabar con esto cuanto antes, porque cada día que esto está parado, se echa a perder la cosecha.
Brianna permaneció en segundo plano, tras Damon, callada y tratando de pasar desapercibida. Había otros dos nobles en aquella reunión, los viñedos y la bodega debía ser un negocio que en su dia fue rentable y tenía muchas novias posibles. Tras presentarla, algunas miradas de desaprobación se posaron sobre ella, pero otros no la conocían y no hicieron el menos caso. Allí se disputaban un negocio importante y los cotilleos de salón quedaban un poco a parte.
El reciente dueño de la propiedad les fue explicando cosas, la gente que trabajaba allí, las instalaciones, lo que sus padres le contaban sobre el rendimiento...les pasó un balance financiero de hacía unos meses, antes de que muriese el que en verdad entendía el negocio. Los herederos no sabían de vinos y querían vender.
Brianna le susurró a Damon algunas cosas que observó y que a la mayoría le gustaría saber pero a ella no le hacía falta, sólo con verlo ya lo sabía.
— eso son barricas de roble de treinta años, las de allá tienen 20, eso significa que hasta dentro de otros veinte no hará falta cambiarlas. El cambio de barricas puede ser una fortuna. Si es roble negro aguantarán cien años. —Siguieron paseando por la bodega y de nuevo le susurró a Damon.— la prensa necesita cuchillas nuevas, pero ese arreglo no requiere mucha inversión.
Los otros hablaban entre ellos y Brianna no perdía detalle. Les entregaron los balances de cuentas y ella les echó un vistazo por encima. A juzgar por el volumen de botellas y pedidos les iba bastante bien, sería cuestión de volver a ganarse la confianza de los clientes y mantener la distribución. Llegó el momento de explorar los viñedos. Se fijó en sus cepas, algunas tenían más de 25 años, eso no era un problema para la calidad, pero seguramente para la cantidad. Servirían para fabricar algun champán exclusivo, algun vino de concurso o edicion limitada. Por lo demás, eran cepas menos añejas pero ya en edad productiva, eso estaba bien.
Le comentó a Damon todos esos detalles y le hizo un cálculo aproximado de lo que podrían sacar al año durante los primeros cincos años, con una previsión ascendente si todo iba bien hasta alcanzar el volumen de mercado que tenían antes. Ahora la negociación de precios sería cosa del conde, ya sabía que era una buena inversión dependiendo del coste, y tenía la certeza de que era un viñedo y una bodega operativa.
El dueño abrió la puerta del despacho y los hizo pasar dentro pero sólo a Damon y a los otros dos, al resto los dejó fuera. Era el momento de las negociaciones y la puja. Brianna se retiró hacia donde estaban las barricas y caminó entre ellas, posando las manos sobre el viejo roble que contenía vino madurando. Le recordaba mucho a las de su padre, de pequeñas sus hermanas y ella corrian entre los barriles y jugaban al escondite. El olor de la fermentación de al uva le trajo los buenos recuerdos de nuevo, su infancia, su hogar, los días de sol infinitos sobre los viñedos, las cabalgadas con su padre, las fiestas donde se la rifaban para bailar...Ella no había podido darle a Elaine una infancia bonita, la suya había sido gris, llena de dolor y sufrimiento. Se le contrajo el corazón al pensarlo.
No se percató de cuando Damon la alcanzó, estaba absorta y no lo sintió hasta que lo tuvo a su espalda.
— ey!! que tal ha ido ahí dentro?
Los nuevos propietarios, la familia Bregenac, querían vender el negocio porque pretendían emigrar a América y los herederos del negocio no sabían nada de uvas, les resultaba más una carga que una buena herencia.
— buenos días señor Landvik ¿cómo está? me alegro que decidiese venir tan pronto, hay varias personas interesadas y lo cierto es que nos gustaría acabar con esto cuanto antes, porque cada día que esto está parado, se echa a perder la cosecha.
Brianna permaneció en segundo plano, tras Damon, callada y tratando de pasar desapercibida. Había otros dos nobles en aquella reunión, los viñedos y la bodega debía ser un negocio que en su dia fue rentable y tenía muchas novias posibles. Tras presentarla, algunas miradas de desaprobación se posaron sobre ella, pero otros no la conocían y no hicieron el menos caso. Allí se disputaban un negocio importante y los cotilleos de salón quedaban un poco a parte.
El reciente dueño de la propiedad les fue explicando cosas, la gente que trabajaba allí, las instalaciones, lo que sus padres le contaban sobre el rendimiento...les pasó un balance financiero de hacía unos meses, antes de que muriese el que en verdad entendía el negocio. Los herederos no sabían de vinos y querían vender.
Brianna le susurró a Damon algunas cosas que observó y que a la mayoría le gustaría saber pero a ella no le hacía falta, sólo con verlo ya lo sabía.
— eso son barricas de roble de treinta años, las de allá tienen 20, eso significa que hasta dentro de otros veinte no hará falta cambiarlas. El cambio de barricas puede ser una fortuna. Si es roble negro aguantarán cien años. —Siguieron paseando por la bodega y de nuevo le susurró a Damon.— la prensa necesita cuchillas nuevas, pero ese arreglo no requiere mucha inversión.
Los otros hablaban entre ellos y Brianna no perdía detalle. Les entregaron los balances de cuentas y ella les echó un vistazo por encima. A juzgar por el volumen de botellas y pedidos les iba bastante bien, sería cuestión de volver a ganarse la confianza de los clientes y mantener la distribución. Llegó el momento de explorar los viñedos. Se fijó en sus cepas, algunas tenían más de 25 años, eso no era un problema para la calidad, pero seguramente para la cantidad. Servirían para fabricar algun champán exclusivo, algun vino de concurso o edicion limitada. Por lo demás, eran cepas menos añejas pero ya en edad productiva, eso estaba bien.
Le comentó a Damon todos esos detalles y le hizo un cálculo aproximado de lo que podrían sacar al año durante los primeros cincos años, con una previsión ascendente si todo iba bien hasta alcanzar el volumen de mercado que tenían antes. Ahora la negociación de precios sería cosa del conde, ya sabía que era una buena inversión dependiendo del coste, y tenía la certeza de que era un viñedo y una bodega operativa.
El dueño abrió la puerta del despacho y los hizo pasar dentro pero sólo a Damon y a los otros dos, al resto los dejó fuera. Era el momento de las negociaciones y la puja. Brianna se retiró hacia donde estaban las barricas y caminó entre ellas, posando las manos sobre el viejo roble que contenía vino madurando. Le recordaba mucho a las de su padre, de pequeñas sus hermanas y ella corrian entre los barriles y jugaban al escondite. El olor de la fermentación de al uva le trajo los buenos recuerdos de nuevo, su infancia, su hogar, los días de sol infinitos sobre los viñedos, las cabalgadas con su padre, las fiestas donde se la rifaban para bailar...Ella no había podido darle a Elaine una infancia bonita, la suya había sido gris, llena de dolor y sufrimiento. Se le contrajo el corazón al pensarlo.
No se percató de cuando Damon la alcanzó, estaba absorta y no lo sintió hasta que lo tuvo a su espalda.
— ey!! que tal ha ido ahí dentro?
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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