AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
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El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
El parque, una pequeña jungla donde el depredador mas grande devora al mas pequeño. Enarqué una ceja mirando de soslayo como Lobbo jugaba entusiasmado en un arenero con una pala llenándose de arena los zapatos haciendo sobre estos na montaña que luego se sacudía entre risas antes de volver a empezar. A su lado un niño mas grande, le doblaba en tamaño y seguramente también en edad, lanzaba con ese instrumento del mal arena a diestro y siniestro.
Busqué con la mirada al responsable de esa criatura salvaje, no tardé en localizar su olor, el mismo que el crio infernal llevaba en su camiseta.
La mujer hablaba animada con otra madre, ni caso del niño que cada vez se acercaba mas en sus ataques hacia Lobbo.
Ladeé la cabeza escuchando la conversación, al parecer y como no, criticaban a una mujer posiblemente mas guapa, mas joven y que les arrebataba toda la atención, fuere como fuere eso no me interesaba, solo que llamara al orden al pequeño monstruo.
Carraspeé tratando de llamar la atención, algo no muy complicado, era el único puto hombre en un parque plagado de mujeres y mocosos.
Acaparé la atención de muchas, pero por desgracia, la mujer esa estaba demasiado ocupada en otros menesteres.
Lobbo exploto en llanto frotándose los ojos, al parecer el pequeño demonio le había metido arena en esos espasmódicos movimientos que se gastaba con el arma infernal en sus gorditas manos.
Gruñí rabioso, tratando de contener a mi bestia interior.
Por fin la madre lo llamó al orden, algo que no funciono, pues el niño hizo caso omiso, la mujer siguió a los suyo y yo me encendí por dentro.
Me puse en pie, calmo caminé hasta el arenero, allí junto a Lobbo me acuclillé con la mejor de mis sonrisas, revolví el pelo del crio y mis ojos ahora ámbar se clavaron en el gordo del rastrillo que pronto explotó aterrado en llantos.
Eso le enseñaría que aquí yo era el alfa. Ladeé la sonrisa cuando la madre se acercó preocupada por su intenso llanto, ahora si que la muy perra movía su gordo culo para ver a su hijo.
-Debe de haberse metido arena en el ojo, estas armas las carga el demonio -bromeé señalando el rastrillo que aun sujetaba el niño.
Así volví satisfecho a mi banco dejado que Lobbo siguiera jugando en el arenero, el otro niño se había cagado y meado encima, así que la madre decidió llevárselo en el carro asegurando que era ya un niño grande para hacérselo todo encima.
Me estaba convirtiendo en un monstruo, de ser un alfa que guiaba a mi manada a la batalla, me había convertido en un idiota que asustaba niños en el parque, desde luego París me estaba volviendo loco.
Hundí la cara entre mis manos frotando la cara en ellas hasta que mis dedos se hundieron en mi pelo mostrando mi clara desesperación.
-Necesito una niñera -gruñí entre dientes -el parque saca de mi lo peor.
El parque, una pequeña jungla donde el depredador mas grande devora al mas pequeño. Enarqué una ceja mirando de soslayo como Lobbo jugaba entusiasmado en un arenero con una pala llenándose de arena los zapatos haciendo sobre estos na montaña que luego se sacudía entre risas antes de volver a empezar. A su lado un niño mas grande, le doblaba en tamaño y seguramente también en edad, lanzaba con ese instrumento del mal arena a diestro y siniestro.
Busqué con la mirada al responsable de esa criatura salvaje, no tardé en localizar su olor, el mismo que el crio infernal llevaba en su camiseta.
La mujer hablaba animada con otra madre, ni caso del niño que cada vez se acercaba mas en sus ataques hacia Lobbo.
Ladeé la cabeza escuchando la conversación, al parecer y como no, criticaban a una mujer posiblemente mas guapa, mas joven y que les arrebataba toda la atención, fuere como fuere eso no me interesaba, solo que llamara al orden al pequeño monstruo.
Carraspeé tratando de llamar la atención, algo no muy complicado, era el único puto hombre en un parque plagado de mujeres y mocosos.
Acaparé la atención de muchas, pero por desgracia, la mujer esa estaba demasiado ocupada en otros menesteres.
Lobbo exploto en llanto frotándose los ojos, al parecer el pequeño demonio le había metido arena en esos espasmódicos movimientos que se gastaba con el arma infernal en sus gorditas manos.
Gruñí rabioso, tratando de contener a mi bestia interior.
Por fin la madre lo llamó al orden, algo que no funciono, pues el niño hizo caso omiso, la mujer siguió a los suyo y yo me encendí por dentro.
Me puse en pie, calmo caminé hasta el arenero, allí junto a Lobbo me acuclillé con la mejor de mis sonrisas, revolví el pelo del crio y mis ojos ahora ámbar se clavaron en el gordo del rastrillo que pronto explotó aterrado en llantos.
Eso le enseñaría que aquí yo era el alfa. Ladeé la sonrisa cuando la madre se acercó preocupada por su intenso llanto, ahora si que la muy perra movía su gordo culo para ver a su hijo.
-Debe de haberse metido arena en el ojo, estas armas las carga el demonio -bromeé señalando el rastrillo que aun sujetaba el niño.
Así volví satisfecho a mi banco dejado que Lobbo siguiera jugando en el arenero, el otro niño se había cagado y meado encima, así que la madre decidió llevárselo en el carro asegurando que era ya un niño grande para hacérselo todo encima.
Me estaba convirtiendo en un monstruo, de ser un alfa que guiaba a mi manada a la batalla, me había convertido en un idiota que asustaba niños en el parque, desde luego París me estaba volviendo loco.
Hundí la cara entre mis manos frotando la cara en ellas hasta que mis dedos se hundieron en mi pelo mostrando mi clara desesperación.
-Necesito una niñera -gruñí entre dientes -el parque saca de mi lo peor.
Última edición por Damon Landvik el Lun Mayo 29, 2017 12:17 pm, editado 1 vez
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Magia... blanco y en botella... Nos querían muertos, al menos a mi. Era un hecho que los reyes siempre tenían mil enemigos ocultos en las sombras, pero en este caso no estaban ocultos, se habían tomado muchas molestias en liquidarme sin importar que quedase claro.
Deposité mi mano sobre el hombro de Damon y le susurré que necesitaba hablar con él en privado. Nos encerramos en el despacho unos minutos.
— Calma Damon...no puedes precipitarte, tus acciones representan a tu pueblo y entrar en conflicto es peor. Debemos ser más cautelosos y sobre todo jugar al juego. Conozco las intrigas de una corte, mi padre murió por culpa de ellas. No me gustan, pero si es el modo de permanecer a salvo, si es la forma en la que os puedo proteger a ti y a Elaine... que así sea. Tenemos que elaborar un plan y se me está ocurriendo uno. Sé que te va a parecer absolutamente descabellado, pero creo que aplacará muchos ánimos. Ya tengo la baronía de Oltenia, pero sigo siendo una mujer, necesito un barón para que parezca que él gobierna y que yo me he alejado de ti. Busquemos a alguien cuya reputación esté tan comprometida como la mia... a alguien que le gusten los hombres. No me importa casarme con un desviado, sé que no me tocará y que será un arreglo de apariencias ventajoso para todos.
Mis propias palabras sonaban tan absurdas que al pronunciarlas lo miré, sorprendida de mi misma por llegar a decir algo así.
— tú te has casado por conveniencia...¿por qué no hacer yo lo mismo? si eso puede protegernos, creo que es un mal menor. Dios...¿en qué momento empezó todo a ser asi?.— me mordí los nudillos y acabé por sonreir.— como a mi futuro marido le gustes más tú que yo, vamos a tener un problema de celos bastante curioso...
Necesitaba aligerar el ambiente de ese despacho. La otra opción era declarar una caza de brujas y eso sería enfrentarse directamente a la reina, pues la bruja mayor era ella.
— Tenemos que buscar alianzas con brujas y brujos, no puedes enfrentarte al poder oscuro de esa mujer sólo con garras y dientes, tú luchas de frente y ella en la sombra. Hay que aprender ese mismo juego y combatirlo con las mismas armas.
Deposité mi mano sobre el hombro de Damon y le susurré que necesitaba hablar con él en privado. Nos encerramos en el despacho unos minutos.
— Calma Damon...no puedes precipitarte, tus acciones representan a tu pueblo y entrar en conflicto es peor. Debemos ser más cautelosos y sobre todo jugar al juego. Conozco las intrigas de una corte, mi padre murió por culpa de ellas. No me gustan, pero si es el modo de permanecer a salvo, si es la forma en la que os puedo proteger a ti y a Elaine... que así sea. Tenemos que elaborar un plan y se me está ocurriendo uno. Sé que te va a parecer absolutamente descabellado, pero creo que aplacará muchos ánimos. Ya tengo la baronía de Oltenia, pero sigo siendo una mujer, necesito un barón para que parezca que él gobierna y que yo me he alejado de ti. Busquemos a alguien cuya reputación esté tan comprometida como la mia... a alguien que le gusten los hombres. No me importa casarme con un desviado, sé que no me tocará y que será un arreglo de apariencias ventajoso para todos.
Mis propias palabras sonaban tan absurdas que al pronunciarlas lo miré, sorprendida de mi misma por llegar a decir algo así.
— tú te has casado por conveniencia...¿por qué no hacer yo lo mismo? si eso puede protegernos, creo que es un mal menor. Dios...¿en qué momento empezó todo a ser asi?.— me mordí los nudillos y acabé por sonreir.— como a mi futuro marido le gustes más tú que yo, vamos a tener un problema de celos bastante curioso...
Necesitaba aligerar el ambiente de ese despacho. La otra opción era declarar una caza de brujas y eso sería enfrentarse directamente a la reina, pues la bruja mayor era ella.
— Tenemos que buscar alianzas con brujas y brujos, no puedes enfrentarte al poder oscuro de esa mujer sólo con garras y dientes, tú luchas de frente y ella en la sombra. Hay que aprender ese mismo juego y combatirlo con las mismas armas.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Incrédulo, escuché sus palabras con cara de perplejidad mientras notaba como el calor me invadía casi al mismo ritmo que la ira.
Su mano en mi pecho fue abatida por un zarpazo, ofuscado, cargado de rabia me daba cuenta de que ese no era el trato.
Hacerla baronesa era una cosa, eso garantizaría un futuro para ella y para la niña, mas ahora me pedía un marido, uno que sirviera para limpiar su nombre, no despertar suspicacias, mas eso implicaba tener que compartirla y yo no estaba dispuesto a hacer eso ni por un momento.
Mi estado de animo se pinto en ese aura roja que se ilumino a mi alrededor y que hizo al resto de lobos agachar la cabeza casi postrándose con la mano en el suelo en señal de rendición, mis ojos amarillearon voraces, mas en forma de bestia que de hombre en ese momento.
Un fuera salio de mis labios escupido entre gruñidos.
Pronto nos quedamos ella y yo solos, como el mas voraz depredador di vueltas en circulo alrededor de su cuerpo, ella me miraba con el mentón alzado, no me temía pero quizás en este preciso instante debería pues estaba a nada de perder el control.
-Eres mía -rugí furioso -mía
Mis ojos lobunos se hundieron en sus esmeraldas no era momento de razonar conmigo, era imposible y eso era algo que si no sabia pronto comprendería.
De un manotazo tiré la mesa central de madera maciza contra la pared, esta crujió desquebrajándose ante la fuerza de un alfa, de un rey.
-No te desposaras con nadie, ese no era el trato cuando aceptaste venir aquí. Yo he cumplido, lo he hecho, eres baronesa, tu familia esta en París bien situada, eres mía -gruñí dándole vueltas de nuevo mientras mi respiración errática se convertía en bufidos presos de ira.
Su mano en mi pecho fue abatida por un zarpazo, ofuscado, cargado de rabia me daba cuenta de que ese no era el trato.
Hacerla baronesa era una cosa, eso garantizaría un futuro para ella y para la niña, mas ahora me pedía un marido, uno que sirviera para limpiar su nombre, no despertar suspicacias, mas eso implicaba tener que compartirla y yo no estaba dispuesto a hacer eso ni por un momento.
Mi estado de animo se pinto en ese aura roja que se ilumino a mi alrededor y que hizo al resto de lobos agachar la cabeza casi postrándose con la mano en el suelo en señal de rendición, mis ojos amarillearon voraces, mas en forma de bestia que de hombre en ese momento.
Un fuera salio de mis labios escupido entre gruñidos.
Pronto nos quedamos ella y yo solos, como el mas voraz depredador di vueltas en circulo alrededor de su cuerpo, ella me miraba con el mentón alzado, no me temía pero quizás en este preciso instante debería pues estaba a nada de perder el control.
-Eres mía -rugí furioso -mía
Mis ojos lobunos se hundieron en sus esmeraldas no era momento de razonar conmigo, era imposible y eso era algo que si no sabia pronto comprendería.
De un manotazo tiré la mesa central de madera maciza contra la pared, esta crujió desquebrajándose ante la fuerza de un alfa, de un rey.
-No te desposaras con nadie, ese no era el trato cuando aceptaste venir aquí. Yo he cumplido, lo he hecho, eres baronesa, tu familia esta en París bien situada, eres mía -gruñí dándole vueltas de nuevo mientras mi respiración errática se convertía en bufidos presos de ira.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La reacción de Damon fue mucho peor de lo que esperaba. Se encogió cuando la mesa reventó contra la pared, estaba tan furioso que temió que de un zarpazo hiciera rodar su cabeza. Trató de calmarse y no ponerlo más tenso.
— Damon... de acuerdo... olvídalo. Seguiremos así...era sólo una idea estúpida.— Tragó saliva y se acercó a él despacio, los ojos le brillaban peligrosamente. Era suya, completamente suya, nada cambiaría eso porque no quería que cambiase. Le entregó su corazón, su futuro y hasta el de su hija...no podía decir que no lo fuera. Alargó la mano despacio hasta alcanzar su mejilla.— me da igual el trato, esto nunca fue un trato...yo sólo quiero estar contigo... y vivir para contarlo. No quiero ser una baronesa viuda...— cerró los ojos un instante negando con la cabeza.— ¡demonios! ni siquiera queria ser baronesa, me conformaba con trabajar para ti... y luego sólo quería estar contigo...
Las viejas costumbres eran difíciles de cambiar, y su instinto le gritaba que huyese, que se alejara de toda aquella locura, que cogiera a Elaine y regresaran a París, ya encontraría algo en lo que trabajar, lejos de las intrigas, lejos de los venenos, lejos de las miradas de odio. Un odio engendrado por un amor, por amar a la persona incorrecta, al único que no podía ser suyo.
Las escrituras de la Baronía y su título estaban en el suelo, habían volado tras el estropicio de la mesa. Las recogió cuidadosamente y las sostuvo en su mano. Se acercó al fuego que ardía en la chimenea. Podía arrojarlas allí, quemar eso que la unía a Rumanía y marcharse de ese maldito país, donde las conjuras de la reina no la alcanzasen. Donde el frío la invadiese hasta matar su alma. Pero no podía, se desangraba sólo de pensarlo.
Cayó de rodillas frente a la chimenea, con los documentos en la mano, derrotada por la realidad. La querían muerta, y no era sólo un eufemismo, la habían intentado matar y no sería la última vez. Ser de Damon no era el problema, no quería ser de nadie más, el problema es que quería vivir, y a su lado al parecer iba a ser muy difícil.
— Damon... de acuerdo... olvídalo. Seguiremos así...era sólo una idea estúpida.— Tragó saliva y se acercó a él despacio, los ojos le brillaban peligrosamente. Era suya, completamente suya, nada cambiaría eso porque no quería que cambiase. Le entregó su corazón, su futuro y hasta el de su hija...no podía decir que no lo fuera. Alargó la mano despacio hasta alcanzar su mejilla.— me da igual el trato, esto nunca fue un trato...yo sólo quiero estar contigo... y vivir para contarlo. No quiero ser una baronesa viuda...— cerró los ojos un instante negando con la cabeza.— ¡demonios! ni siquiera queria ser baronesa, me conformaba con trabajar para ti... y luego sólo quería estar contigo...
Las viejas costumbres eran difíciles de cambiar, y su instinto le gritaba que huyese, que se alejara de toda aquella locura, que cogiera a Elaine y regresaran a París, ya encontraría algo en lo que trabajar, lejos de las intrigas, lejos de los venenos, lejos de las miradas de odio. Un odio engendrado por un amor, por amar a la persona incorrecta, al único que no podía ser suyo.
Las escrituras de la Baronía y su título estaban en el suelo, habían volado tras el estropicio de la mesa. Las recogió cuidadosamente y las sostuvo en su mano. Se acercó al fuego que ardía en la chimenea. Podía arrojarlas allí, quemar eso que la unía a Rumanía y marcharse de ese maldito país, donde las conjuras de la reina no la alcanzasen. Donde el frío la invadiese hasta matar su alma. Pero no podía, se desangraba sólo de pensarlo.
Cayó de rodillas frente a la chimenea, con los documentos en la mano, derrotada por la realidad. La querían muerta, y no era sólo un eufemismo, la habían intentado matar y no sería la última vez. Ser de Damon no era el problema, no quería ser de nadie más, el problema es que quería vivir, y a su lado al parecer iba a ser muy difícil.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Mis ámbar centelleaban del mismo color que la mostaza, mi pecho subía y bajaba sin poder contener ese frenesí que ciertamente me invadía en ese preciso instante.
Ella quería pertenecer a otro, eso implicaba casarse, yo lo hice por obligación, nada me unía a la reina, amaba a Briana por encima de todo y de todos.
Gruñí exasperado cuando se acercó a mi, su mano busco mi contacto pero me la quité de encima de un manotazo, quizás no era justo, pero en ese instante en el que la ira era mi bandera no podía actuar de un modo mas razonado.
-Eres mía -rugí de nuevo enfrentando sus esmeraldas.
Solo cuando repitió esas mismas palabras encontré un poco de calma en el desasosiego que llevaba -mía repetí cabreado, aun con mis ojos ámbar enfrentándola en un desafió claro.
Sus palabras sonaban sinceras, pero yo sentía que me metía en una vorágine difícil de contener, si bien era cierto que su vida y la mía corrían peligro yo me sentía incapaz de mandarla lejos para salvar nuestras vidas ¿por que no entendía que sin ella mi vida estaba perdida?
No iba a consentir que otro hombre la poseyera y no había ninguno tan necio que teniendo en su lecho una mujer como ella no se le ocurriera con la razón que le daba su condición de esposo colarse en su lecho y entre sus piernas.
Rugí de nuevo ante ese pensamiento mientras repetía una y otra vez en mi cabeza que era mía, moa, solo mía.
La vi alejarse, tomar los papeles del suelo mientra mi pesada respiraron seguía inundando las paredes de aquella cámara y con ellos se acercó al fuego, parecía decidida a quemaros y antes de hacerlo cayó al suelo sumida en un profundo llanto.
Le estaba pidiendo demasiado, lo sabia pero no podía contenerme, dentro de mi habitaba una bestia, no siempre era un hombre apacible.
Cuando logré calmarme me acerqué a ella dejándome caer a su espalda, tire de su cintura para abrazarla.
-Se que esto no es fácil, no lo es para mi y de seguro menos para ti, has apostado fuerte por esta relación, por mi.
Si no fuera un egoísta te pediría que te marcharas con tu hija a París, con tu familia, allí podrías vivir bien con todo lo que tengo sin tener que preocuparte por nada, podría hacer pequeñas escapadas, visitarte, amarte en esos instantes...
Guardé silencio, era un egoísta.
Ella quería pertenecer a otro, eso implicaba casarse, yo lo hice por obligación, nada me unía a la reina, amaba a Briana por encima de todo y de todos.
Gruñí exasperado cuando se acercó a mi, su mano busco mi contacto pero me la quité de encima de un manotazo, quizás no era justo, pero en ese instante en el que la ira era mi bandera no podía actuar de un modo mas razonado.
-Eres mía -rugí de nuevo enfrentando sus esmeraldas.
Solo cuando repitió esas mismas palabras encontré un poco de calma en el desasosiego que llevaba -mía repetí cabreado, aun con mis ojos ámbar enfrentándola en un desafió claro.
Sus palabras sonaban sinceras, pero yo sentía que me metía en una vorágine difícil de contener, si bien era cierto que su vida y la mía corrían peligro yo me sentía incapaz de mandarla lejos para salvar nuestras vidas ¿por que no entendía que sin ella mi vida estaba perdida?
No iba a consentir que otro hombre la poseyera y no había ninguno tan necio que teniendo en su lecho una mujer como ella no se le ocurriera con la razón que le daba su condición de esposo colarse en su lecho y entre sus piernas.
Rugí de nuevo ante ese pensamiento mientras repetía una y otra vez en mi cabeza que era mía, moa, solo mía.
La vi alejarse, tomar los papeles del suelo mientra mi pesada respiraron seguía inundando las paredes de aquella cámara y con ellos se acercó al fuego, parecía decidida a quemaros y antes de hacerlo cayó al suelo sumida en un profundo llanto.
Le estaba pidiendo demasiado, lo sabia pero no podía contenerme, dentro de mi habitaba una bestia, no siempre era un hombre apacible.
Cuando logré calmarme me acerqué a ella dejándome caer a su espalda, tire de su cintura para abrazarla.
-Se que esto no es fácil, no lo es para mi y de seguro menos para ti, has apostado fuerte por esta relación, por mi.
Si no fuera un egoísta te pediría que te marcharas con tu hija a París, con tu familia, allí podrías vivir bien con todo lo que tengo sin tener que preocuparte por nada, podría hacer pequeñas escapadas, visitarte, amarte en esos instantes...
Guardé silencio, era un egoísta.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Dejó caer los papeles al suelo para abrazarse a Damon y enterrar la cabeza en su pecho, dejando que el miedo se diluyese en forma de lágrimas.
— no quiero irme a París... no quiero vivir sin ti. Pero tengo miedo Damon. Me quieren muerta. Ya no es un tema de reputación, es que han intentado matarme y no sé qué hacer...quiero vivir, quiero estar contigo y con Elaine. Quiero verla crecer. Quiero pasar los días y las noches contigo, hablar de planes futuros y pensar nombres para ampliar la familia que me gustaría tener contigo... pero nada es posible y siento tanta rabia que ya no sé ni lo que digo.
No aceptaría que la metiera en un carro rumbo a París, de la misma forma que él ni siquiera había considerado su loca idea. Lo mejor era dejarlo así, como estaban las cosas, hasta que se calmase, hasta que ambos estuvieran más tranquilos y fueran capaces de ver la situación con perspectiva. Tendrían que evaluar correctamente los peligros reales a los que se enfrentaban, tomar decisiones precipitadas sólo los llevaría a la muerte segura y no era eso lo que querían.
— te prometí que haría tu vida más fácil, que te ayudaría a soportar las cargas... vamos a calmarnos, mañana será otro día. Es mejor no hacer nada precipitado, sólo empeorará la situación.
La noche traería consuelo y un poco más de tranquilidad, esa que necesitaban ambos para calmar su inquietud y lamerse las heridas. Sobre la cama, con las manos entrelazadas y las respiraciones acompasadas, la cabeza de Brianna no dejaba de darle vueltas a posibles soluciones.
— Damon, ¿crees que si me alejo a Oltenia cesarán los ataques por una temporada? Valaquia no es París, está más cerca, a tan sólo unas horas a caballo.
— no quiero irme a París... no quiero vivir sin ti. Pero tengo miedo Damon. Me quieren muerta. Ya no es un tema de reputación, es que han intentado matarme y no sé qué hacer...quiero vivir, quiero estar contigo y con Elaine. Quiero verla crecer. Quiero pasar los días y las noches contigo, hablar de planes futuros y pensar nombres para ampliar la familia que me gustaría tener contigo... pero nada es posible y siento tanta rabia que ya no sé ni lo que digo.
No aceptaría que la metiera en un carro rumbo a París, de la misma forma que él ni siquiera había considerado su loca idea. Lo mejor era dejarlo así, como estaban las cosas, hasta que se calmase, hasta que ambos estuvieran más tranquilos y fueran capaces de ver la situación con perspectiva. Tendrían que evaluar correctamente los peligros reales a los que se enfrentaban, tomar decisiones precipitadas sólo los llevaría a la muerte segura y no era eso lo que querían.
— te prometí que haría tu vida más fácil, que te ayudaría a soportar las cargas... vamos a calmarnos, mañana será otro día. Es mejor no hacer nada precipitado, sólo empeorará la situación.
La noche traería consuelo y un poco más de tranquilidad, esa que necesitaban ambos para calmar su inquietud y lamerse las heridas. Sobre la cama, con las manos entrelazadas y las respiraciones acompasadas, la cabeza de Brianna no dejaba de darle vueltas a posibles soluciones.
— Damon, ¿crees que si me alejo a Oltenia cesarán los ataques por una temporada? Valaquia no es París, está más cerca, a tan sólo unas horas a caballo.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Escuché sus palabras mientras hundía su cabeza en mi cuello, su aliento acariciaba mi piel, sus lagrimas la bañaban y me di cuenta de lo egoísta que estaba siendo, aun así guardé silencio, tenia razón.
Yo estaba acostumbrado por mi condición de licantropo a lidiar con los problemas a enfrentarme a la parca, mirarla de frente y seguir con mi vida porque asumía que la muerte era una parte de la vida.
Enredé su pelo entre mis dedos, despacio, casi peinandolo, frente a la lumbre, sus tonos naranjas dibujaban luces y sombras en nuestros cuerpos, la realidad es que esa imagen era la realidad de una relación que se sustentaba en el amor y que estaba plagada de oscuridad.
Ella me pidió clama, me dijo que no aceptaría que la subiera a un carro y la mandara lejos de mi vida, pero también me aseguraba tener miedo, mucho miedo y no la culpaba, tenia una hija, tenia que pensar en ella y aquí las dos corrían peligro sobre todo Brianna.
En silencio permanecí pensativo, mis ojos no perdieron su tono intenso ni por un momento señal inequívoca de que la paz no reinaba dentro de mi cuerpo.
El lecho se convirtió en nuestro confidente, besos, caricias y palabras no dichas que en un instante escaparon de sus labios, no era ni de lejos el único que no dejaba de darle vueltas a todo esto.
-Tienes que salir de palacio, eres la baronesa, sin duda puedes residir y es lo lógico, en tu palacete, así que hazlo, me ocuparé de custodiar tu viaje, de que parte de la manada se aseguré de tu seguridad.
Apenas son unas horas a caballo, podre escapar de vez en cuando para visitarte.
Dejé escapar el aire, era lo correcto, lo mejor para ella, supongo que tendría que acostumbrarme a no verla, pero siempre supimos que esto no iba a ser fácil, ya eramos dos adultos con responsabilidades y mi prioridad ahora consistía en mantenerla viva y darle una buena vida, algún día podríamos hacer planes de los nombres que dar a nuestros vástagos, pero hoy....hoy tocaba despedirse y apretar los dientes.
Yo estaba acostumbrado por mi condición de licantropo a lidiar con los problemas a enfrentarme a la parca, mirarla de frente y seguir con mi vida porque asumía que la muerte era una parte de la vida.
Enredé su pelo entre mis dedos, despacio, casi peinandolo, frente a la lumbre, sus tonos naranjas dibujaban luces y sombras en nuestros cuerpos, la realidad es que esa imagen era la realidad de una relación que se sustentaba en el amor y que estaba plagada de oscuridad.
Ella me pidió clama, me dijo que no aceptaría que la subiera a un carro y la mandara lejos de mi vida, pero también me aseguraba tener miedo, mucho miedo y no la culpaba, tenia una hija, tenia que pensar en ella y aquí las dos corrían peligro sobre todo Brianna.
En silencio permanecí pensativo, mis ojos no perdieron su tono intenso ni por un momento señal inequívoca de que la paz no reinaba dentro de mi cuerpo.
El lecho se convirtió en nuestro confidente, besos, caricias y palabras no dichas que en un instante escaparon de sus labios, no era ni de lejos el único que no dejaba de darle vueltas a todo esto.
-Tienes que salir de palacio, eres la baronesa, sin duda puedes residir y es lo lógico, en tu palacete, así que hazlo, me ocuparé de custodiar tu viaje, de que parte de la manada se aseguré de tu seguridad.
Apenas son unas horas a caballo, podre escapar de vez en cuando para visitarte.
Dejé escapar el aire, era lo correcto, lo mejor para ella, supongo que tendría que acostumbrarme a no verla, pero siempre supimos que esto no iba a ser fácil, ya eramos dos adultos con responsabilidades y mi prioridad ahora consistía en mantenerla viva y darle una buena vida, algún día podríamos hacer planes de los nombres que dar a nuestros vástagos, pero hoy....hoy tocaba despedirse y apretar los dientes.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Por el bien de todos, necesitaban acallar rumores, apartar a Damon del foco de atención de sus enemigos. Se instalaría en Oltenia, la baja Valaquia, donde su baronía tendría nueva inquilina. Se llevaría a Elaine consigo, al menos durante esta primera fase, quería alejarla de la brujería, de las miradas odiosas. Ojalá pudiera llevarse a Mildred con ella, pero sería mejor que se quedase con Lobbo y que cuidara a Damon en su ausencia.
Decidieron una pequeña agenda, a fin de cuentas era Baronesa y podía regresar a la Corte cuando la requiriesen. De entrada estarían separados un mes, 30 días durante los cuales ella pondría en orden sus nuevas posesiones, entrenaría con Elaine y Damon se dedicaría a los asuntos de estado que tanto le reclamaban. Quizás cuando pasara ese periodo inicial, las aguas estuvieran más tranquilas. La Baronía tenía viñedos y una pequeña bodega, así que Brianna ideó una forma de comunicación segura, las botellas eran negras y opacas y metería en su interior una cápsula con las letras que sólo quería que leyese Damon. Toda la correspondencia era interceptada y se negaba a que nadie leyese sus sentimientos puestos sobre papel. Los envíos de vino para el Rey serían regulares y sus palabras sólo serían entregadas a la baronesa de manos de gente de confianza. Todavía no se fiaba de su nueva manada, y no le sobraban efectivos.
Dos días después se marcharon rumbo a su nuevo hogar. Atrás dejaba a un Damon empantanado con muchos frentes abiertos, pero ella era humana y no podía permitirse el lujo de pelear a pecho descubierto. Ninguno de los dos quería eso, pero era necesario. Se instalaron en el pequeño castillo, era bonito pero sobrio y estaba ubicado sobre una colina con vistas al rio Olt. Las tierras eran fértiles y había varias localidades que dependían de ella. Fueron semanas agotadoras, poner todos los asuntos en orden, poner en marcha los negocios y visitar todas las posesiones para auditar su estado, la mantuvieron ocupada, en pie, peleando por no sucumbir al desaliento. Mandaba botellas de vino semanalmente a Damon, y en ellas le escribía lo mucho que lo echaba de menos, lo mucho que la agobiaba pensar que él estaba allí rodeado de enemigos por todas partes. Le pedía que se cuidase, que no bajase la guardia, que protegiese a Lobbo y si lo veía necesario lo enviase allí con Mildred.
Los lobos que la acompañaron se convirtieron en parte de su familia, Brianna no entendía de tener séquito, sino amigos. Comían juntos, viajaban juntos, y no iban a ningún lugar sin ellos. Eran los únicos que podían garantizar su seguridad y confiaba en ellos como lo hacía Damon. Entrenaban por las mañanas y aunque se sentia torpe, poco a poco iba entendiendo un poco más las técnicas más básicas para zafarse, esquivar o golpear en puntos críticos.
Brianna no era necia, sabía que cuando regresase a la Corte intentarían sacarla del medio, y que a lo largo de sus años venideros sería una constante, porque no pensaba abandonar a Damon, pero necesitaba estar a la altura. Recordó los años de penurias, la cantidad de horas que trabajaba sólo por tener un techo sobre su cabeza, y resolvió que esta vez sería igual, pero por un bien muy distinto: su futura felicidad. Trabajó incansablemente, entrenó y puso en marcha en tiempo recórd su propiedad, sin dejarle ni un resquicio al ocio. Cuando fuera el momento de regresar, lo haría con el respeto de la gente de Oltenia y los lobos de la manada, al menos procuraría eso. Haría que Damon se sintiera orgulloso de ella.
Decidieron una pequeña agenda, a fin de cuentas era Baronesa y podía regresar a la Corte cuando la requiriesen. De entrada estarían separados un mes, 30 días durante los cuales ella pondría en orden sus nuevas posesiones, entrenaría con Elaine y Damon se dedicaría a los asuntos de estado que tanto le reclamaban. Quizás cuando pasara ese periodo inicial, las aguas estuvieran más tranquilas. La Baronía tenía viñedos y una pequeña bodega, así que Brianna ideó una forma de comunicación segura, las botellas eran negras y opacas y metería en su interior una cápsula con las letras que sólo quería que leyese Damon. Toda la correspondencia era interceptada y se negaba a que nadie leyese sus sentimientos puestos sobre papel. Los envíos de vino para el Rey serían regulares y sus palabras sólo serían entregadas a la baronesa de manos de gente de confianza. Todavía no se fiaba de su nueva manada, y no le sobraban efectivos.
Dos días después se marcharon rumbo a su nuevo hogar. Atrás dejaba a un Damon empantanado con muchos frentes abiertos, pero ella era humana y no podía permitirse el lujo de pelear a pecho descubierto. Ninguno de los dos quería eso, pero era necesario. Se instalaron en el pequeño castillo, era bonito pero sobrio y estaba ubicado sobre una colina con vistas al rio Olt. Las tierras eran fértiles y había varias localidades que dependían de ella. Fueron semanas agotadoras, poner todos los asuntos en orden, poner en marcha los negocios y visitar todas las posesiones para auditar su estado, la mantuvieron ocupada, en pie, peleando por no sucumbir al desaliento. Mandaba botellas de vino semanalmente a Damon, y en ellas le escribía lo mucho que lo echaba de menos, lo mucho que la agobiaba pensar que él estaba allí rodeado de enemigos por todas partes. Le pedía que se cuidase, que no bajase la guardia, que protegiese a Lobbo y si lo veía necesario lo enviase allí con Mildred.
Los lobos que la acompañaron se convirtieron en parte de su familia, Brianna no entendía de tener séquito, sino amigos. Comían juntos, viajaban juntos, y no iban a ningún lugar sin ellos. Eran los únicos que podían garantizar su seguridad y confiaba en ellos como lo hacía Damon. Entrenaban por las mañanas y aunque se sentia torpe, poco a poco iba entendiendo un poco más las técnicas más básicas para zafarse, esquivar o golpear en puntos críticos.
Brianna no era necia, sabía que cuando regresase a la Corte intentarían sacarla del medio, y que a lo largo de sus años venideros sería una constante, porque no pensaba abandonar a Damon, pero necesitaba estar a la altura. Recordó los años de penurias, la cantidad de horas que trabajaba sólo por tener un techo sobre su cabeza, y resolvió que esta vez sería igual, pero por un bien muy distinto: su futura felicidad. Trabajó incansablemente, entrenó y puso en marcha en tiempo recórd su propiedad, sin dejarle ni un resquicio al ocio. Cuando fuera el momento de regresar, lo haría con el respeto de la gente de Oltenia y los lobos de la manada, al menos procuraría eso. Haría que Damon se sintiera orgulloso de ella.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Se fue, partió hacia Oltenia, la baja Valaquia, dispuesta a ostentar su recién estrenada baronía.
Yo me quedé en un castillo que se me antojaba en esos instantes demasiado grande, aun sabiendo que era lo adecuado, lo único coherente.
Este acto desinteresado la puso a salvo, la alejo de las conspiraciones de la corte y por si alguien decidía atentar contra su seguridad varios de los miembros de mi manada habían partido con ella y con la pequeña Elaine.
Lobbo quedaba así al cuidado de Mildred, sabia que nadie mejor que ella se ocuparía de mantener a mi sobrino a salvo de las alimañas que había tras los muros.
Yo pasaba mi tiempo formando a la nueva manada, la que ahora me pertenecía, estrechamos lazos poco a poco y su lealtad y respeto me los fui ganando con el paso de los tiempos.
Además bajé los impuestos, no se puede pedir a un pueblo que no tiene nada que llevarse a la boca, las arcas estaban ya bastante llenas y este tiempo de respiro ayudaría a mi pueblo a remontar en tiempos complicados.
Era consciente que las cosechas tenían que ser buenas, así que me aseguré de que todos tuvieran lo necesario para poder plantar, su trabajo tendría que ser suficiente como para garantizarles una vida y cuando cosecharan podrían de nuevo llenar mis arcas.
Protegí con los soldados los caminos, demasiados bandoleros, rateros se habían lanzado a saltar caminos haciendo auténticos desfalcos no solo a los nobles, si no incluso a los hombres de clase baja que luchaban por mantener a su familia día a día.
Convertiría ese País en un lugar seguro.
Además me dí cuenta de que las distintas manadas que habitaban en Rumanía estaban enfrentadas, nos matábamos entre nosotros como coyotes, pensaba aunar en uno a los licántropos.
Yo seria su rey, pero cada alfa mantendría su manada y la hegemonía sobre esta.
Mis reglas eran claras, escribiríamos un tratado que a todos nos asegurara la hegemonía de nuestra raza, y eso solo podía lograrse con la unión, nada lograríamos matándonos entre nosotros cuando había peores alimañas diezmando a la gente de Rumanía.
Crearía un concilio donde todos como iguales podríamos acudir, podríamos plantear nuestros problemas y con el apoyo de todos salir adelante como una unida manada de lobos.
Nombraría caballeros a los alfas que se unieran a mi idea de futuro y juntos todos a una, seriamos invencibles.
Las cartas de Brianna se sucedan, las leía con impaciencia y las respondía con clandestinidad contándole mi día a día.
Si bien era cierto muchos eran los rumores que me llegaban sobre su deslealtad, sus encuentros con un duque y otras tantas falacias hice oídos sordos, pues yo consocia a Brianna, ella era leal.
Yo me quedé en un castillo que se me antojaba en esos instantes demasiado grande, aun sabiendo que era lo adecuado, lo único coherente.
Este acto desinteresado la puso a salvo, la alejo de las conspiraciones de la corte y por si alguien decidía atentar contra su seguridad varios de los miembros de mi manada habían partido con ella y con la pequeña Elaine.
Lobbo quedaba así al cuidado de Mildred, sabia que nadie mejor que ella se ocuparía de mantener a mi sobrino a salvo de las alimañas que había tras los muros.
Yo pasaba mi tiempo formando a la nueva manada, la que ahora me pertenecía, estrechamos lazos poco a poco y su lealtad y respeto me los fui ganando con el paso de los tiempos.
Además bajé los impuestos, no se puede pedir a un pueblo que no tiene nada que llevarse a la boca, las arcas estaban ya bastante llenas y este tiempo de respiro ayudaría a mi pueblo a remontar en tiempos complicados.
Era consciente que las cosechas tenían que ser buenas, así que me aseguré de que todos tuvieran lo necesario para poder plantar, su trabajo tendría que ser suficiente como para garantizarles una vida y cuando cosecharan podrían de nuevo llenar mis arcas.
Protegí con los soldados los caminos, demasiados bandoleros, rateros se habían lanzado a saltar caminos haciendo auténticos desfalcos no solo a los nobles, si no incluso a los hombres de clase baja que luchaban por mantener a su familia día a día.
Convertiría ese País en un lugar seguro.
Además me dí cuenta de que las distintas manadas que habitaban en Rumanía estaban enfrentadas, nos matábamos entre nosotros como coyotes, pensaba aunar en uno a los licántropos.
Yo seria su rey, pero cada alfa mantendría su manada y la hegemonía sobre esta.
Mis reglas eran claras, escribiríamos un tratado que a todos nos asegurara la hegemonía de nuestra raza, y eso solo podía lograrse con la unión, nada lograríamos matándonos entre nosotros cuando había peores alimañas diezmando a la gente de Rumanía.
Crearía un concilio donde todos como iguales podríamos acudir, podríamos plantear nuestros problemas y con el apoyo de todos salir adelante como una unida manada de lobos.
Nombraría caballeros a los alfas que se unieran a mi idea de futuro y juntos todos a una, seriamos invencibles.
Las cartas de Brianna se sucedan, las leía con impaciencia y las respondía con clandestinidad contándole mi día a día.
Si bien era cierto muchos eran los rumores que me llegaban sobre su deslealtad, sus encuentros con un duque y otras tantas falacias hice oídos sordos, pues yo consocia a Brianna, ella era leal.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Le costó bastantes jornadas de trabajo duro e incansable el poder empezar a tomar las riendas de la baronía, de los negocios asociados a ésta y de que la gente comenzase a conocerla.
Algunos granjeros acudieron a ella a plantearle disputas de lindes y acuerdos mal resueltos. Escuchó a todas las partes, estudió los documentos que se presentaban y trató de darles soluciones lo más ecuánimes posibles, compensando de otra forma a los que quedaban en desventaja. Su forma de hacer las cosas no pasó desapercibida, era una mujer razonable, inclinada a mantener la paz y el bienestar, reacia a los embustes, mentiras y enredos. Dejó claro desde el primero momento que lo único que perseguía era la paz y la prosperidad para todos aquellos que se encontrasen en sus terrenos, pero que no toleraría a mantirosos y tunantes.
Destinó una parte de los fondos que estaban reservados para ella a crear una escuela para niños, completamente gratuita, no quería niños analfabetos por cuestiones económicas. Tampoco pasó desapercibido que la baronesa en vez de reformarse el castillo y lucir mil vestidos caros, reinvertía su dinero en su hacienda y su gente. Había vivido demasiado tiempo en Francia para saber lo que eran los dirigentes ostentosos que exprimían al pueblo y finalmente acababan en la Bastilla decapitados. Obviamente tardaría un tiempo en ganarse la confianza de sus vasallos, pero había empezado con buen pie, desconcertando a la mayoría y ganándose el beneficio de la duda.
Llegó el momento de visitar la corte, tenía muchos documentos para el Rey, necesitaba su autorización para reconstruir un puente que conectaba con tierras de Damon, algunas firmas para que los recaudaddores respetasen sus decisiones y otras cuestiones. Pero sobre todo necesitaba verlo, tocarlo, perderse en él y comprobar que sus sentimientos seguía siendo fuego, como los que ella guardaba y alimentaba en su corazón.
Era temprano, no quería hacer acto de presencia como una furtiva en la noche. Sabía que Damon estaría entrenando, como cada mañana, y después de ser anunciada y de que Elaine corriese a ver a Mildred y Lobbo, se encaminó al patio de armas. Se detuvo a observarlo, los tenues rayos de luz del amanecer iluminaban su fiera mirada, quizás un poco más apagada de lo normal, y le arrancaban pequeños brillos azulados a su negro cabello. Era rápido, era fuerte y no podía dejar de mirarlo, de sentir en su pecho cuánto lo había echado de menos. Deseaba que la viera, que le sonriera, pero por unos segundos también deseó seguir contemplándolo como una furtiva extraña, atesorando esa imagen, guardándola como suya.
Algunos granjeros acudieron a ella a plantearle disputas de lindes y acuerdos mal resueltos. Escuchó a todas las partes, estudió los documentos que se presentaban y trató de darles soluciones lo más ecuánimes posibles, compensando de otra forma a los que quedaban en desventaja. Su forma de hacer las cosas no pasó desapercibida, era una mujer razonable, inclinada a mantener la paz y el bienestar, reacia a los embustes, mentiras y enredos. Dejó claro desde el primero momento que lo único que perseguía era la paz y la prosperidad para todos aquellos que se encontrasen en sus terrenos, pero que no toleraría a mantirosos y tunantes.
Destinó una parte de los fondos que estaban reservados para ella a crear una escuela para niños, completamente gratuita, no quería niños analfabetos por cuestiones económicas. Tampoco pasó desapercibido que la baronesa en vez de reformarse el castillo y lucir mil vestidos caros, reinvertía su dinero en su hacienda y su gente. Había vivido demasiado tiempo en Francia para saber lo que eran los dirigentes ostentosos que exprimían al pueblo y finalmente acababan en la Bastilla decapitados. Obviamente tardaría un tiempo en ganarse la confianza de sus vasallos, pero había empezado con buen pie, desconcertando a la mayoría y ganándose el beneficio de la duda.
Llegó el momento de visitar la corte, tenía muchos documentos para el Rey, necesitaba su autorización para reconstruir un puente que conectaba con tierras de Damon, algunas firmas para que los recaudaddores respetasen sus decisiones y otras cuestiones. Pero sobre todo necesitaba verlo, tocarlo, perderse en él y comprobar que sus sentimientos seguía siendo fuego, como los que ella guardaba y alimentaba en su corazón.
Era temprano, no quería hacer acto de presencia como una furtiva en la noche. Sabía que Damon estaría entrenando, como cada mañana, y después de ser anunciada y de que Elaine corriese a ver a Mildred y Lobbo, se encaminó al patio de armas. Se detuvo a observarlo, los tenues rayos de luz del amanecer iluminaban su fiera mirada, quizás un poco más apagada de lo normal, y le arrancaban pequeños brillos azulados a su negro cabello. Era rápido, era fuerte y no podía dejar de mirarlo, de sentir en su pecho cuánto lo había echado de menos. Deseaba que la viera, que le sonriera, pero por unos segundos también deseó seguir contemplándolo como una furtiva extraña, atesorando esa imagen, guardándola como suya.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Las espadas volaban silabando al viento entre mis manos, los rugidos de unos y otros acompasaban nuestros rudos movimientos.
Me detuve en el instante en que percibí su olor, su aura y mi sonrisa se ensancho amplia enfundando sendas armas a mi espalda caminando hacia Brianna sin dejar de mirar sus dos esmeraldas que brillaban ante mi tono mostaza.
Me detuve justo enfrente, abrí mis brazos mostrandole que estaba sudado, tampoco allí podía besadla, estaba en medio del patio de armas y tan gran desprecio hacia la reina estaría mal visto.
-¿Como va todo por tus tierras baronesa? -pregunté ladeando la sonrisa -si algo quedaba claro es que la devoraba con la mirada, nunca la pasión podía ser mejor representada solo por la forma en la que respiraba.
Llevábamos sin vernos cerca de un mes, tenia necesidades, estaba deseando perderme en su cuerpo rozar sus labios y que nuestras lenguas nos prendieran en un duelo eterno.
Odiaba la distancia a la que la situación nos había sometido, la quería, pensar que de no haber tomado el trono hoy seriamos marido y mujer, que no existiría farsa, si no una relación real, posiblemente no sin dificultades, pero cierta, una en la que no me comunicara con ella en la clandestinidad de una carta encerrada en una botella.
Necesitaba que estuviéramos solos, así que le indiqué con el dedo las caballerizas, como si algo tuviera que explicarle sobre alguna de las monturas.
Tampoco es que los míos no supieran a que íbamos allí dentro, la prueba de ello es que pronto cubrieron nuestra retirada vigilando la puerta para evitar que fuéramos sorprendidos.
El mozo de cuadra salio al vernos, le encomendé que herrara a mi montura, alegando que había notado que cojeaba ligeramente cuando alcanzaba el galope de una de las patas.
El joven asintió precipitadamente corriendo hacia la herrería para buscar lo encomendado, dispondríamos de tiempo ,al menos unos instantes.
Mi aliento impactó contra sus labios que se entreabrieron acogiendo los ajenos, sus manso me atraían por el rostro, las mías se perdían voraces bajo su corseé, acariciando esa piel que abrasaba ante mi tacto.
Mi alzada hombría golpeó su vientre como un rudo martillo, si le habían quedado dudas de mi si mi deseo seguía palpitando al compás de su desbocado corazón esta era la prueba inequívoca.
-No quiero estar separado de ti -rugí mordiendo sus labios, succionando su lengua.
Este tiempo lejos de ella me había resultado un infierno y aunque era cierto que estuve sumido en dar seguridad, paz y prosperidad a los miso, eso no quitaba que mi parte de hombre no era en absoluto saciada, estaba solo, en un lecho vació y si no vació pues la reina se acostaba al otro lado, si inerte como la relación que a ella me ataba desde que nos conocimos.
-Brianna -gruñí alzándola de las nalgas para encontrar nuestros sexos entre las llamas.
Me detuve en el instante en que percibí su olor, su aura y mi sonrisa se ensancho amplia enfundando sendas armas a mi espalda caminando hacia Brianna sin dejar de mirar sus dos esmeraldas que brillaban ante mi tono mostaza.
Me detuve justo enfrente, abrí mis brazos mostrandole que estaba sudado, tampoco allí podía besadla, estaba en medio del patio de armas y tan gran desprecio hacia la reina estaría mal visto.
-¿Como va todo por tus tierras baronesa? -pregunté ladeando la sonrisa -si algo quedaba claro es que la devoraba con la mirada, nunca la pasión podía ser mejor representada solo por la forma en la que respiraba.
Llevábamos sin vernos cerca de un mes, tenia necesidades, estaba deseando perderme en su cuerpo rozar sus labios y que nuestras lenguas nos prendieran en un duelo eterno.
Odiaba la distancia a la que la situación nos había sometido, la quería, pensar que de no haber tomado el trono hoy seriamos marido y mujer, que no existiría farsa, si no una relación real, posiblemente no sin dificultades, pero cierta, una en la que no me comunicara con ella en la clandestinidad de una carta encerrada en una botella.
Necesitaba que estuviéramos solos, así que le indiqué con el dedo las caballerizas, como si algo tuviera que explicarle sobre alguna de las monturas.
Tampoco es que los míos no supieran a que íbamos allí dentro, la prueba de ello es que pronto cubrieron nuestra retirada vigilando la puerta para evitar que fuéramos sorprendidos.
El mozo de cuadra salio al vernos, le encomendé que herrara a mi montura, alegando que había notado que cojeaba ligeramente cuando alcanzaba el galope de una de las patas.
El joven asintió precipitadamente corriendo hacia la herrería para buscar lo encomendado, dispondríamos de tiempo ,al menos unos instantes.
Mi aliento impactó contra sus labios que se entreabrieron acogiendo los ajenos, sus manso me atraían por el rostro, las mías se perdían voraces bajo su corseé, acariciando esa piel que abrasaba ante mi tacto.
Mi alzada hombría golpeó su vientre como un rudo martillo, si le habían quedado dudas de mi si mi deseo seguía palpitando al compás de su desbocado corazón esta era la prueba inequívoca.
-No quiero estar separado de ti -rugí mordiendo sus labios, succionando su lengua.
Este tiempo lejos de ella me había resultado un infierno y aunque era cierto que estuve sumido en dar seguridad, paz y prosperidad a los miso, eso no quitaba que mi parte de hombre no era en absoluto saciada, estaba solo, en un lecho vació y si no vació pues la reina se acostaba al otro lado, si inerte como la relación que a ella me ataba desde que nos conocimos.
-Brianna -gruñí alzándola de las nalgas para encontrar nuestros sexos entre las llamas.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Después de un mes de separación, dudas, miedo a no volver a verlo, a que conspirasen contra él y sólo pudiera contemplar su rostro en un sudario amortajado, su presencia, sus palabras, el tacto de sus labios disiparon todo rastro de preocupación.
Acarició sus cabellos negros, le devolvió todos y acda uno de los besos y buscó más, con ansia, con desesperación, hasta que pasados unos segundos los sonidos de afuera les recordaron donde estaban.
— no pienses en eso ahora...estoy aquí. ¿Puedes escaparte un rato? dime a dónde e iré.
Parecía que las cosas se habían calmado un poco, que las suspicacias y rumores se habían relajado al no encontrar motivos para cuchichear. El rey no se había movido de su castillo y la baronesa tampoco. Tendrían que dirigir sus venenos hacia los amantes de la reina, que tampoco era una santa. Le habían llegado rumores sobre ella, y pensó que aquello era de lo más conveniente, cuanto más habñase de ella, menos lo harían de Damon.
El rey tomaría su baño tras el entrenamiento y acordaron verse en sus aposentos privados, pero entraría por los pasadizos ocultos entre las paredes, nadie debía verla acceder a los aposentos del rey. Se dejó caer por el ala de invitados y se aseguró de que los criados supieran que iba a echarse un rato en su habitación y a escribir algunas misivas, pues tenía trabajo. Las tenía ya escritas y las llevaba consigo, era correspondencia sin importancia, pequeñas cuestiones que en caso de ser leídas por ojos indiscretos no supondrían nigún problema. Estaba cansada de tener que tomar esas precauciones, de no poder ser ella al 100%, de no poder actuar como tal...pero era el precio a pagar a por seguir con Damon, y estaba dispuesta a pagarlo.
Salió por los pasadizos con un plano mental detallado, el propio Damon le había dicho dónde tenía que ir porque eran como una red oculta tras las paredes del castillo. Apareció en el saloncete de la habitación de Damon, tras un tapiz que ocultaba el panel de madera de la pared tras el que estaba la entrada a los túneles. La criada todavía estaba preparando el baño, asi que se ocultó de nuevo tras la pared, pegando el oido a la madera, y cuando escuchó que ésta se marchaba y era Damon el que entraba, emergió de nuevo de entre la oscuridad. Ahora si, estaban solos y en teoría nadie sabía que juntos.
Se lanzó a sus brazos aspirando el aire que emanaba de sus labios al chocar con ellos, sintiéndose viva de nuevo, tal era el poder que obraba Damon en ella. La camisa cayó al suelo acompañada del corsé, las prendas quedaron atrás en aquel revoltijo de manos y piernas, que se deseaban demasiado como para perder tiempo en conversar. Se amaron y vaciaron hasta estar exhaustos, demasiado tiempo sin perderse en el cuerpo del otro, sin poder expresar de esa forma cuánto se necesitaban.
La bañera les prestó un rato de refugio, el agua ya estaba casi fría, pero daba igual, su propio calor había templado el líquido al acogerlos a ambos. Se acomodó contra el cuerpo del lobo repasando con sus dedos el ángulo de su barbilla y luego la silueta de sus labios.
— te he echado tanto de menos...parece que las cosas se han calmado un poco ¿no? es duro, llegar a casa tras estar todo el día en los campos, en la bodega... y no encontrarte.— pero ambos sabían que de momento era lo mejor, al menos para asegurar su vida, porque la alternativa era permanecer en la corte y estar contínumanete bajo amenaza de muerte.— algún día las cosas mejorarán, estoy segura....— o eso quería creer, porque si no, era para pegarse un tiro.— Elaine está deseando verte, no ha parado de decirmelo en el viaje. ¿Podrás pasar un ratito con ella? quiere contarte los progresos que está haciendo con sus entrenamientos.
Acarició sus cabellos negros, le devolvió todos y acda uno de los besos y buscó más, con ansia, con desesperación, hasta que pasados unos segundos los sonidos de afuera les recordaron donde estaban.
— no pienses en eso ahora...estoy aquí. ¿Puedes escaparte un rato? dime a dónde e iré.
Parecía que las cosas se habían calmado un poco, que las suspicacias y rumores se habían relajado al no encontrar motivos para cuchichear. El rey no se había movido de su castillo y la baronesa tampoco. Tendrían que dirigir sus venenos hacia los amantes de la reina, que tampoco era una santa. Le habían llegado rumores sobre ella, y pensó que aquello era de lo más conveniente, cuanto más habñase de ella, menos lo harían de Damon.
El rey tomaría su baño tras el entrenamiento y acordaron verse en sus aposentos privados, pero entraría por los pasadizos ocultos entre las paredes, nadie debía verla acceder a los aposentos del rey. Se dejó caer por el ala de invitados y se aseguró de que los criados supieran que iba a echarse un rato en su habitación y a escribir algunas misivas, pues tenía trabajo. Las tenía ya escritas y las llevaba consigo, era correspondencia sin importancia, pequeñas cuestiones que en caso de ser leídas por ojos indiscretos no supondrían nigún problema. Estaba cansada de tener que tomar esas precauciones, de no poder ser ella al 100%, de no poder actuar como tal...pero era el precio a pagar a por seguir con Damon, y estaba dispuesta a pagarlo.
Salió por los pasadizos con un plano mental detallado, el propio Damon le había dicho dónde tenía que ir porque eran como una red oculta tras las paredes del castillo. Apareció en el saloncete de la habitación de Damon, tras un tapiz que ocultaba el panel de madera de la pared tras el que estaba la entrada a los túneles. La criada todavía estaba preparando el baño, asi que se ocultó de nuevo tras la pared, pegando el oido a la madera, y cuando escuchó que ésta se marchaba y era Damon el que entraba, emergió de nuevo de entre la oscuridad. Ahora si, estaban solos y en teoría nadie sabía que juntos.
Se lanzó a sus brazos aspirando el aire que emanaba de sus labios al chocar con ellos, sintiéndose viva de nuevo, tal era el poder que obraba Damon en ella. La camisa cayó al suelo acompañada del corsé, las prendas quedaron atrás en aquel revoltijo de manos y piernas, que se deseaban demasiado como para perder tiempo en conversar. Se amaron y vaciaron hasta estar exhaustos, demasiado tiempo sin perderse en el cuerpo del otro, sin poder expresar de esa forma cuánto se necesitaban.
La bañera les prestó un rato de refugio, el agua ya estaba casi fría, pero daba igual, su propio calor había templado el líquido al acogerlos a ambos. Se acomodó contra el cuerpo del lobo repasando con sus dedos el ángulo de su barbilla y luego la silueta de sus labios.
— te he echado tanto de menos...parece que las cosas se han calmado un poco ¿no? es duro, llegar a casa tras estar todo el día en los campos, en la bodega... y no encontrarte.— pero ambos sabían que de momento era lo mejor, al menos para asegurar su vida, porque la alternativa era permanecer en la corte y estar contínumanete bajo amenaza de muerte.— algún día las cosas mejorarán, estoy segura....— o eso quería creer, porque si no, era para pegarse un tiro.— Elaine está deseando verte, no ha parado de decirmelo en el viaje. ¿Podrás pasar un ratito con ella? quiere contarte los progresos que está haciendo con sus entrenamientos.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Mi cámara se convirtió en nuestro refugio, como dos amantes vivimos nuestro amor en la clandestinidad, los jadeos, los gruñidos y el ruido de los profundo besos se convirtieron en nuestros confidentes y el lecho en el testigo de un pasional deseo.
Caimos enredados en la piel del otro, mirándonos, plagandonos de besos, la había echado de menos y no eran necesarias las palabras cuando eso era lo que le gritaba con voracidad mi cuerpo.
Ella mas calma que yo para estas cosas me preparó la bañera, allí nos relajamos aunque mis manos inquietas fueron capaces de dejar de recorrer cada centímetro de su piel, quizás porque quería memorizar cada lunar.
Decirle que no quería que se fuera era una obvie dad, pedirle que se quedara la confesión de un necio, así que guardé silencio y me limité a dejar que mi aliento calcinara el lóbulo de su oreja mientras ella hablaba.
-Si, todo esta mas calmado ¿como no estarlo?
No iba a decirle que para mi no era fácil, esa era otra cosa que creo que sabia con solo mirarme a los ojos, pero la decisión era acertada o al menos así lo creía, ella podía hacer allí una vida mas o menos segura y yo tenia demasiadas obligaciones aquí como para no ver la realidad, a mi lado ambas corrían peligro si mantenerlas lejos era mi única opción tendría que conformarme con estos encuentros.
Había escuchado rumores de otro tipo de encuentros de Brianna con hombres, no le di veracidad, la conocía bien e imagine que eran bulos que hacían correr para verme desesperado ir en busca de las explicaciones necesarias.
No le pregunté, no fue necesario, mi confianza no la había perdido y mas valía que así siguiera pues cuando la perdía ya no la recuperaba.
-Iré a ver a Elaine, también la echo de menos ,estoy seguro que ha mejorado mucho en este tiempo.
Tenia en gran estima a esa niña, no solo porque se la arrebaté a la parca de sus letales zarpas, si no porque era una luchadora, una pequeña madura que siempre me miró con admiración y a la que yo correspondí con un profundo sentimiento paternal.
La abracé para que permaneciera piel con piel conmigo en el agua, la hora de la despedida de nuevo se acercaba y me costaba en demasía decirle adiós...
Caimos enredados en la piel del otro, mirándonos, plagandonos de besos, la había echado de menos y no eran necesarias las palabras cuando eso era lo que le gritaba con voracidad mi cuerpo.
Ella mas calma que yo para estas cosas me preparó la bañera, allí nos relajamos aunque mis manos inquietas fueron capaces de dejar de recorrer cada centímetro de su piel, quizás porque quería memorizar cada lunar.
Decirle que no quería que se fuera era una obvie dad, pedirle que se quedara la confesión de un necio, así que guardé silencio y me limité a dejar que mi aliento calcinara el lóbulo de su oreja mientras ella hablaba.
-Si, todo esta mas calmado ¿como no estarlo?
No iba a decirle que para mi no era fácil, esa era otra cosa que creo que sabia con solo mirarme a los ojos, pero la decisión era acertada o al menos así lo creía, ella podía hacer allí una vida mas o menos segura y yo tenia demasiadas obligaciones aquí como para no ver la realidad, a mi lado ambas corrían peligro si mantenerlas lejos era mi única opción tendría que conformarme con estos encuentros.
Había escuchado rumores de otro tipo de encuentros de Brianna con hombres, no le di veracidad, la conocía bien e imagine que eran bulos que hacían correr para verme desesperado ir en busca de las explicaciones necesarias.
No le pregunté, no fue necesario, mi confianza no la había perdido y mas valía que así siguiera pues cuando la perdía ya no la recuperaba.
-Iré a ver a Elaine, también la echo de menos ,estoy seguro que ha mejorado mucho en este tiempo.
Tenia en gran estima a esa niña, no solo porque se la arrebaté a la parca de sus letales zarpas, si no porque era una luchadora, una pequeña madura que siempre me miró con admiración y a la que yo correspondí con un profundo sentimiento paternal.
La abracé para que permaneciera piel con piel conmigo en el agua, la hora de la despedida de nuevo se acercaba y me costaba en demasía decirle adiós...
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
El rey tendría que pasar la tarde atendiendo a todos sus asuntos, como era de esperar, y ella se pasearía por el palacio poniendo en orden sus asuntos burocráticos y reuniéndose con los nobles que lindaban con sus tierras para intercambiar algunas impresiones. La noche los acogería de nuevo en la clandestinidad, pero aquellos dos encuentros la hicieron rozar el paraíso, tendrían que despedirse cuando ella partiera a mediodia, pero acababan de avivar de nuevo el fuego que los corroía por dentro. "Todo irá bien, mejorará, sólo es cuestión de tiempo". ¿Cuántas veces se repitieron eso mentalmente? un millar, a ver si a fuerza de creerlo se hacía realidad.
Elaine pudo ver a Damon un rato a la mañana siguiente y de nuevo subieron al coche para regresar a Oltenia. Dejar atrás a Damon la quebraba en mil pedazos, pero era el sacrificio que ambos habían decidido hacer para seguir adelante con su amor.
De nuevo vuelta a la rutina y a hacer crecer y florecer su baronía. El tiempo pasó más rápido de lo que parecía entre visitas clandestinas y pronto cayeron las nieves dejando paso a una florida primavera.
Oltenia estaba situada entre los Cárpatos y el Danubio, una zona muy pegada a Austria, cuna de la "civilización" europea, donde Brianna fue recibida de buen agrado y donde pudo comprobar la pompa y la magnificencia de su corte. Por contra, el expansionismo del imperio Austro-húngaro sometía a Valaquia a un estado de vasallaje que no era tolerable. damon tenía que bregar con esa situación a nivel diplomático. Ella le guardaba la frontera meridional, pero era una zona revuelta.
Pronto empezaron a escucharse voces de subversión, el rebelde Tudor Vladimirescu apostaba por eliminar el vasallaje austriaco por la fuerza. Cierto era que sus dirigentes históricamente habían sometido a Oltenia a unas reformas muy radicales, que minaban los derechos de los nobles e imponían fuertes diezmos al pueblo. Algunos de los nobles de la región apoyaban a Vladimirescu en contra de la política diplomática del rey Landvik, y los resultados de esto no se hicieron esperar. Estallaron revueltas y empezaron a escucharse noticias sobre incendios de campos de cultivo, saqueos de castillos y destrozos por toda la región.
Elaine pudo ver a Damon un rato a la mañana siguiente y de nuevo subieron al coche para regresar a Oltenia. Dejar atrás a Damon la quebraba en mil pedazos, pero era el sacrificio que ambos habían decidido hacer para seguir adelante con su amor.
De nuevo vuelta a la rutina y a hacer crecer y florecer su baronía. El tiempo pasó más rápido de lo que parecía entre visitas clandestinas y pronto cayeron las nieves dejando paso a una florida primavera.
Oltenia estaba situada entre los Cárpatos y el Danubio, una zona muy pegada a Austria, cuna de la "civilización" europea, donde Brianna fue recibida de buen agrado y donde pudo comprobar la pompa y la magnificencia de su corte. Por contra, el expansionismo del imperio Austro-húngaro sometía a Valaquia a un estado de vasallaje que no era tolerable. damon tenía que bregar con esa situación a nivel diplomático. Ella le guardaba la frontera meridional, pero era una zona revuelta.
Pronto empezaron a escucharse voces de subversión, el rebelde Tudor Vladimirescu apostaba por eliminar el vasallaje austriaco por la fuerza. Cierto era que sus dirigentes históricamente habían sometido a Oltenia a unas reformas muy radicales, que minaban los derechos de los nobles e imponían fuertes diezmos al pueblo. Algunos de los nobles de la región apoyaban a Vladimirescu en contra de la política diplomática del rey Landvik, y los resultados de esto no se hicieron esperar. Estallaron revueltas y empezaron a escucharse noticias sobre incendios de campos de cultivo, saqueos de castillos y destrozos por toda la región.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Las revueltas se sucedieron en tierras de la condesa, Brianna luchaba con uñas y dientes junto a mi manada por mantener la paz, cubrir así mis fronteras y evitar que la guerra llegara hasta el reinado que yo ostentaba.
Mas estaba claro que no aguantarían demasiado, era el momento de dejar de parlamentar y pasar a la acción.
En el concilio que se celebro apenas hacia un par de meses entre los distintos alfas que configuraban los condados Rumanos habíamos llegado a un acuerdo beneficioso para todas las manadas.
Cada uno podría mantener su liderazgo sobre los suyos, algo así como los generarles que controlan un ejercito y yo como rey me alzaría sobre todos ellos, a cambio recibirían la protección de la union de todos los lobos.
Seriamos una gran manada con concesiones hacia cada uno de sus alfas.
Vivíamos en tiempos difíciles y la unión para el lobo siempre había supuesto la fuerza, así que todos eramos conscientes que en un mundo donde la magia, los pálidos y los ataques de extranjeros eran un hecho necesitábamos protegernos.
Todos eramos hijos de la luna, todos partiríamos a una para luchar contra aquellos que pretendían hacer que nos rindiéramos.
Ese día partí con parte de mi manada y dos manadas mas hacia las tierras de Brianna, estaba dispuesto a reunirme con el que causaba estragos en mi reino, mas del mismo modo no permitiría ni un solo desafió mas, me importaba poco a cuantos había derrotado, cuantos territorios había conquistado, yo era el rey de Rumanía y podía asegurarle que no podría cruzar ni una frontera mas o yo mismo le decapitaría.
Hasta ahora puede que se hubiera enfrentado con reyes de bastón y corona, pero yo estaba acostumbrado a ganar mis propias guerras, nunca las batallé desde el trono si no en el campo de batalla y le demostraría que no solo era una guerrero bueno con el acero, si no que como estratega era épico, ademas de mi lado estaba alguien que lograba hacerme meditar, controlar mi impulsividad, mi peor enemigo.
Brianna era mi clama y en tiempos difíciles la única capaz de hacerme ver el camino que debían seguir mis pasos.
Supongo que hacíamos una buena combinación los dos, ojala las cosas fueran distintas y pudiera convertirla en mi reina, ella era la mujer perfecta no solo para compartir conmigo lecho, si no vida.
Mas estaba claro que no aguantarían demasiado, era el momento de dejar de parlamentar y pasar a la acción.
En el concilio que se celebro apenas hacia un par de meses entre los distintos alfas que configuraban los condados Rumanos habíamos llegado a un acuerdo beneficioso para todas las manadas.
Cada uno podría mantener su liderazgo sobre los suyos, algo así como los generarles que controlan un ejercito y yo como rey me alzaría sobre todos ellos, a cambio recibirían la protección de la union de todos los lobos.
Seriamos una gran manada con concesiones hacia cada uno de sus alfas.
Vivíamos en tiempos difíciles y la unión para el lobo siempre había supuesto la fuerza, así que todos eramos conscientes que en un mundo donde la magia, los pálidos y los ataques de extranjeros eran un hecho necesitábamos protegernos.
Todos eramos hijos de la luna, todos partiríamos a una para luchar contra aquellos que pretendían hacer que nos rindiéramos.
Ese día partí con parte de mi manada y dos manadas mas hacia las tierras de Brianna, estaba dispuesto a reunirme con el que causaba estragos en mi reino, mas del mismo modo no permitiría ni un solo desafió mas, me importaba poco a cuantos había derrotado, cuantos territorios había conquistado, yo era el rey de Rumanía y podía asegurarle que no podría cruzar ni una frontera mas o yo mismo le decapitaría.
Hasta ahora puede que se hubiera enfrentado con reyes de bastón y corona, pero yo estaba acostumbrado a ganar mis propias guerras, nunca las batallé desde el trono si no en el campo de batalla y le demostraría que no solo era una guerrero bueno con el acero, si no que como estratega era épico, ademas de mi lado estaba alguien que lograba hacerme meditar, controlar mi impulsividad, mi peor enemigo.
Brianna era mi clama y en tiempos difíciles la única capaz de hacerme ver el camino que debían seguir mis pasos.
Supongo que hacíamos una buena combinación los dos, ojala las cosas fueran distintas y pudiera convertirla en mi reina, ella era la mujer perfecta no solo para compartir conmigo lecho, si no vida.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La revuelta en contra de las políticas de Damon se cobró las primeras víctimas en Bucovât, a pocos kilómetros de su propia residencia en Craiova, la capital de la región. Tendrían que aplacarla o la guerra llegaría hasta sus puertas y ellos no contaban con un ejército.
Damon al mando de sus hombres y las manadas, llegaron por la tarde cuando todavía se podían observar las espirales de humo que se alzaban del pueblo destruido. Conforme llegó se echó en sus brazos.
— Menos mal que habéis llegado!!! las cosas se están poniendo muy feas. Vamos a ver el mapa, os mostraré las regiones afectadas y las zonas por las que pasan los rebeldes.
En el despacho de Brianna había un gran mapa detallado colocado en la pared, donde aparecían todas y cada una de las aldeas de la región, los molinos, los puentes...pues necesitaban saber de todas ella para recaudar los diezmos, otorgar las lindes etc. Le enseñó a Damon donde estaban y marcó las aldeas saqueadas, finalizando en Bucovat donde había muerto gente.
— La situación es horrible, los granjeros y aldeanos no son guerreros, nada pueden hacer contra estos insurgentes que sí van armados. Coged lo que queráis, lleváos cuanto necesitéis, mientras tanto prepararemos alojamiento y comida para todos tus hombres pero...Damon...ten mucho cuidado.— lo abrazó y lo atrajo de la nuca besándolo con la urgencia de la necesidad. La situación era delicada, debía aplacar la rebelión y a la vez tratar de mejorar las condiciones de la región, supeditadas a unas leyes antiguas que favorecían al país vecino. Ser rey no era fácil y esa maniobra lo colocaba en una posición complicada pues su propio pueblo podría verlo como defensor de los derechos ajenos frente a los propios.
Brianna se había encargado de allanar el camino en la corte Austriaca, exigiendo la devolución de ciertos derechos que le correspondían a la región y que el vasallaje le quitó. Los austriacos accedieron a regañadientes a ciertas concesiones, pero mantuvieron otras y seguramente eso, unido a que ahora su baronesa era una mujer, o bien porque alguien interesado en derrocar a Damon se metió a jugar en el tablero, la rebelión se infló y estalló.
Damon al mando de sus hombres y las manadas, llegaron por la tarde cuando todavía se podían observar las espirales de humo que se alzaban del pueblo destruido. Conforme llegó se echó en sus brazos.
— Menos mal que habéis llegado!!! las cosas se están poniendo muy feas. Vamos a ver el mapa, os mostraré las regiones afectadas y las zonas por las que pasan los rebeldes.
En el despacho de Brianna había un gran mapa detallado colocado en la pared, donde aparecían todas y cada una de las aldeas de la región, los molinos, los puentes...pues necesitaban saber de todas ella para recaudar los diezmos, otorgar las lindes etc. Le enseñó a Damon donde estaban y marcó las aldeas saqueadas, finalizando en Bucovat donde había muerto gente.
— La situación es horrible, los granjeros y aldeanos no son guerreros, nada pueden hacer contra estos insurgentes que sí van armados. Coged lo que queráis, lleváos cuanto necesitéis, mientras tanto prepararemos alojamiento y comida para todos tus hombres pero...Damon...ten mucho cuidado.— lo abrazó y lo atrajo de la nuca besándolo con la urgencia de la necesidad. La situación era delicada, debía aplacar la rebelión y a la vez tratar de mejorar las condiciones de la región, supeditadas a unas leyes antiguas que favorecían al país vecino. Ser rey no era fácil y esa maniobra lo colocaba en una posición complicada pues su propio pueblo podría verlo como defensor de los derechos ajenos frente a los propios.
Brianna se había encargado de allanar el camino en la corte Austriaca, exigiendo la devolución de ciertos derechos que le correspondían a la región y que el vasallaje le quitó. Los austriacos accedieron a regañadientes a ciertas concesiones, pero mantuvieron otras y seguramente eso, unido a que ahora su baronesa era una mujer, o bien porque alguien interesado en derrocar a Damon se metió a jugar en el tablero, la rebelión se infló y estalló.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Brianna estaba preocupada, no le faltaba razón, las revueltas se sucedían por toda Oltenia y ya habían empezado a cobrarse las primeras victimas.
Mi política de paz y prosperidad estaba siendo atacada por el revolucionario Tudor y varios nobles que tras haber perdido sus derechos vieron en él al salvado de la sumisión que presentaban ante el imperio Austriaco.
No estaba dispuesto a aplacar aquello con mas violencia, si de algo sabia era de guerras y la sangre siempre pide mas sangre.
Ahora lo mas importante era parar la revolución que anidaba en mi propia casa y para eso Tudor tenia que ser sometido, atrapado y juzgado por sus delitos.
Quizás entre lobos yo mismo le hubiera dado firme sepultura peor no podía olvidar que era un Rey que se movía entre hombres y gracias a los dioses para recordarmelo tenia a una mujer que con sus besos aplacaba mi belicosidad.
Mis pardos se centraron en aquel mapa, lo vi claro, partiríamos hacia los puntos calientes que Briana señalo, acabaríamos con los exaltados, protegeríamos al pueblo que no tenia culpa de nada y los austriacos que se lazaran en armas serian detenidos y presentados ante la corona exigiendo que fueran juzgados con severidad como yo lo haría con los míos.
Puede que esas condiciones impuestas desde tiempos inmemoriales tuvieran que revisarse, me encargaría de ello personalmente, parlamentaria con el rey y esperaba que fuera lo suficientemente sensato como para entender que corrían nuevos tiempos y que una guerra entre nuestros reinos solo nos traería muerte y pobreza para ambos.
Acaricié el rostro de Brianna, apartando sus pardos mechones de pelo y perdiéndome en sus esmeraldas.
-Nada me impediría volver a tu lado, lo juro -susurre contra sus labios antes de abandonar el gran salón seguido por mi manada.
Los caballos fueron sustituidos por otros frescos, aullé emprendiendo veloz marcha. Los cascos hacían retumbar la tierra alzandola a su paso, voraces los guerreros que la luna con sus armaduras plateadas y sus aceros envainados.
La bandera con mi escudo ondeaba, era hora de imponer la paz en tiempos de guerra.
----------------------------------------------------------------------------------------------------
Pasaron semanas antes de regresar al palacete de Brianna, cansados, heridos pero con los agitadores presos o muertos.
Claro que aquello ni de lejos había terminado, habíamos apagado un fuego peor Tudor podía seguir incendiando Rumanía pues él no había sido apresado.
Mi política de paz y prosperidad estaba siendo atacada por el revolucionario Tudor y varios nobles que tras haber perdido sus derechos vieron en él al salvado de la sumisión que presentaban ante el imperio Austriaco.
No estaba dispuesto a aplacar aquello con mas violencia, si de algo sabia era de guerras y la sangre siempre pide mas sangre.
Ahora lo mas importante era parar la revolución que anidaba en mi propia casa y para eso Tudor tenia que ser sometido, atrapado y juzgado por sus delitos.
Quizás entre lobos yo mismo le hubiera dado firme sepultura peor no podía olvidar que era un Rey que se movía entre hombres y gracias a los dioses para recordarmelo tenia a una mujer que con sus besos aplacaba mi belicosidad.
Mis pardos se centraron en aquel mapa, lo vi claro, partiríamos hacia los puntos calientes que Briana señalo, acabaríamos con los exaltados, protegeríamos al pueblo que no tenia culpa de nada y los austriacos que se lazaran en armas serian detenidos y presentados ante la corona exigiendo que fueran juzgados con severidad como yo lo haría con los míos.
Puede que esas condiciones impuestas desde tiempos inmemoriales tuvieran que revisarse, me encargaría de ello personalmente, parlamentaria con el rey y esperaba que fuera lo suficientemente sensato como para entender que corrían nuevos tiempos y que una guerra entre nuestros reinos solo nos traería muerte y pobreza para ambos.
Acaricié el rostro de Brianna, apartando sus pardos mechones de pelo y perdiéndome en sus esmeraldas.
-Nada me impediría volver a tu lado, lo juro -susurre contra sus labios antes de abandonar el gran salón seguido por mi manada.
Los caballos fueron sustituidos por otros frescos, aullé emprendiendo veloz marcha. Los cascos hacían retumbar la tierra alzandola a su paso, voraces los guerreros que la luna con sus armaduras plateadas y sus aceros envainados.
La bandera con mi escudo ondeaba, era hora de imponer la paz en tiempos de guerra.
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Pasaron semanas antes de regresar al palacete de Brianna, cansados, heridos pero con los agitadores presos o muertos.
Claro que aquello ni de lejos había terminado, habíamos apagado un fuego peor Tudor podía seguir incendiando Rumanía pues él no había sido apresado.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
La casona de la Baronía era realmente grande y espaciosa. Habilitaron dos salones con camas, colchones, alfombras, divanes y todo aquello que sirviera para dormir en ellas. Tuvieron a punto vendas, palanganas, víveres y comida para un pequeño ejército que las iba a necesitar. Las chimeneas rugían para dar calor a las estancias y todo el mundo arrimó el hombro para ayudar en aquella "visita" del Rey. Seguramente se dispararían los rumores, y esta vez serían ciertos, pues pensaba aprovechar al máximo el tiempo que Damon pudiera regalarle.
Después de acomodar a todos aquellos licántropos en su casa, se retiró a su cuarto dejando la intendencia a cargo de su mayordomo y su ama de llaves, ambos gente con sentido común. Cuando Damon acabó de organizar los planes y las estrategias y dejar a sus hombres descansar, la alcanzó en sus aposentos. Le aguardaba un baño y unas copas de buen vino. Había un asunto que tratar antes de cualquier otra cosa, porque a Brianna le preocupaba su reacción.
— Damon... llegó esto hace una semana.— le dio la carta al lobo. Era un anónimo bastante preocupante.
" Mi querida baronesa Montreil,
Me dirijo a usted en esta letras para advertirle que la espían. Esto no sería una novedad si no se tratase de simples conjuras de corte. Su cabeza tiene un precio para el rebelde Vladimirescu. Espían también a su hija, y saben lo que es. La próxima luna llena, cuando las tropas del rey se hayan ido, intentarán el golpe. Puede ignorar estas palabras de un desconocido, pero no sería muy prudente por su parte.
Fdo: El Vigilante Fiel. "
— ¿Quién puede ser? ¿crees que dice la verdad? si es así, tanto Elaine como yo estamos en peligro y ya ves que dice que saben lo que es. No han podido ganar la rebelión contra un ejército bien preparado, pero están planeando actos terroristas para extorsionarte.— lo miró con preocupación. ¿Sería siempre así? ¿habría algun lugar donde poder vivir en paz sin ser el objetivo de nadie?. Se abrazó a Damon suspirando. Plantaría cara al miedo y lo miraría de frente, pero era agotador.
Después de acomodar a todos aquellos licántropos en su casa, se retiró a su cuarto dejando la intendencia a cargo de su mayordomo y su ama de llaves, ambos gente con sentido común. Cuando Damon acabó de organizar los planes y las estrategias y dejar a sus hombres descansar, la alcanzó en sus aposentos. Le aguardaba un baño y unas copas de buen vino. Había un asunto que tratar antes de cualquier otra cosa, porque a Brianna le preocupaba su reacción.
— Damon... llegó esto hace una semana.— le dio la carta al lobo. Era un anónimo bastante preocupante.
" Mi querida baronesa Montreil,
Me dirijo a usted en esta letras para advertirle que la espían. Esto no sería una novedad si no se tratase de simples conjuras de corte. Su cabeza tiene un precio para el rebelde Vladimirescu. Espían también a su hija, y saben lo que es. La próxima luna llena, cuando las tropas del rey se hayan ido, intentarán el golpe. Puede ignorar estas palabras de un desconocido, pero no sería muy prudente por su parte.
Fdo: El Vigilante Fiel. "
— ¿Quién puede ser? ¿crees que dice la verdad? si es así, tanto Elaine como yo estamos en peligro y ya ves que dice que saben lo que es. No han podido ganar la rebelión contra un ejército bien preparado, pero están planeando actos terroristas para extorsionarte.— lo miró con preocupación. ¿Sería siempre así? ¿habría algun lugar donde poder vivir en paz sin ser el objetivo de nadie?. Se abrazó a Damon suspirando. Plantaría cara al miedo y lo miraría de frente, pero era agotador.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Clavé mis pardos en ella cuando me reveló lo que ponía en esa misiva, una que la condenaba a muerte tanto a ella como a su hija.
En palacio no estaba segura, tampoco alejada de mi pues mis sentimientos por esa mujer eran tan obvios como que yo era un lobo.
Mis ámbar centellearon, rugí fuera de mi, sabia que ella lo estaba luchando por mi, pero esto ya era mucho pedir.
-Te volverás a París -esa fue mi primera frase, la necesitaba a salvo, la amaba mas que al egoísmo que me obligaba a mantenerla de un modo u otro a mi lado.
Apuré de golpe la copa, lo que pintaba como una noche única tras la batalla, una en la que ella y yo nos perderíamos en el cuerpo del otro y nuestros labios se trasformarían en el elixir y bálsamo, se había convertido en un nuevo problema que afrontar ¿tanto era pedir una sola noche de tranquilidad? ¿una en la que no tuviera que pensar en nada mas que hacerle el amor sobre las sabanas de un lecho?
Podía ver sus esmeraldas brillar, me miraba fijamente y sabia perfectamente que no quería largarse, al menos permaneciendo allí podríamos vernos de vez en cuando pero si se iba a París no volveríamos a vernos hasta dentro de demasiado tiempo.
Sabia lo que pensaba, que la solución pasaba por buscarse un marido, uno que desviara la atención sobre su persona y la de su hija.
No podía soportarlo, mi interior ardía de celos, para mi la idea de que existiera otro hombre en su vida iba contra natura. Yo era un lobo, los lobos no comparten a su alfa, yo no podía consentirlo, no podía ni imaginarlo siquiera..
Cerré los ojos hastiado, cansado y por primera vez derrotado.
-Hazlo -dije finalmente
No necesitaba que le explicara que tenia que hacer, en su mente estaba tan claro como en la mía.
Dejé la copa en el borde de la tina y me alcé desnudo rumbo al lecho, estaba cansado por los días de batalla y la verdad es que la idea de que perteneciera a otro me había quitado las ganas de todo.
Me dejé caer sobre las sabanas , mis ámbar seguían brillando en las penumbras de la cámara, no sentía que me pertenecía, se que no era justo, pero...mandaría a la mierda mi corona, yo solo la queria a ella y ahora tenia que permitir que otro se convirtiera en su marido.
En palacio no estaba segura, tampoco alejada de mi pues mis sentimientos por esa mujer eran tan obvios como que yo era un lobo.
Mis ámbar centellearon, rugí fuera de mi, sabia que ella lo estaba luchando por mi, pero esto ya era mucho pedir.
-Te volverás a París -esa fue mi primera frase, la necesitaba a salvo, la amaba mas que al egoísmo que me obligaba a mantenerla de un modo u otro a mi lado.
Apuré de golpe la copa, lo que pintaba como una noche única tras la batalla, una en la que ella y yo nos perderíamos en el cuerpo del otro y nuestros labios se trasformarían en el elixir y bálsamo, se había convertido en un nuevo problema que afrontar ¿tanto era pedir una sola noche de tranquilidad? ¿una en la que no tuviera que pensar en nada mas que hacerle el amor sobre las sabanas de un lecho?
Podía ver sus esmeraldas brillar, me miraba fijamente y sabia perfectamente que no quería largarse, al menos permaneciendo allí podríamos vernos de vez en cuando pero si se iba a París no volveríamos a vernos hasta dentro de demasiado tiempo.
Sabia lo que pensaba, que la solución pasaba por buscarse un marido, uno que desviara la atención sobre su persona y la de su hija.
No podía soportarlo, mi interior ardía de celos, para mi la idea de que existiera otro hombre en su vida iba contra natura. Yo era un lobo, los lobos no comparten a su alfa, yo no podía consentirlo, no podía ni imaginarlo siquiera..
Cerré los ojos hastiado, cansado y por primera vez derrotado.
-Hazlo -dije finalmente
No necesitaba que le explicara que tenia que hacer, en su mente estaba tan claro como en la mía.
Dejé la copa en el borde de la tina y me alcé desnudo rumbo al lecho, estaba cansado por los días de batalla y la verdad es que la idea de que perteneciera a otro me había quitado las ganas de todo.
Me dejé caer sobre las sabanas , mis ámbar seguían brillando en las penumbras de la cámara, no sentía que me pertenecía, se que no era justo, pero...mandaría a la mierda mi corona, yo solo la queria a ella y ahora tenia que permitir que otro se convirtiera en su marido.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
Negó con la cabeza y salió del baño para acercarse al lobo y abrazarlo. Sujetó sus mejillas con las manos mirando fijamente sus preciosos ojos castaños ahora teñidos de ese ambar.
— No volveré a París, no me alejaré de ti ni ahora ni nunca. Pero menos ahora porque...vas a ser padre.— Había dejado pasar dos semanas desde la fecha que en realidad debería haber sangrado, y no había rastro del ciclo lunar. Estaba preocupada, desde luego, pero sobre todo estaba extrañamente feliz. Sonrió tímidamente.— Sé que es un momento horrible, que todo está patas arriba pero...llevo una vida nueva en mi interior y no podría hacerme más feliz porque la compartiré contigo, el hombre que amo por encima de todo.
Besó sus labios con ternura, jamás pudo imaginar cómo sería querer tanto a alguien, ser correspondida a pesar de los vaivenes de la vida. Sabía que Damon deseaba descendencia, que sería un padre excepcional, porque ya lo era con Elaine. Que enseñaría a sus hijos el concepto del deber, del honor, de la responsabilidad. Quizás todavía no estaban las cosas muy estables como para haberse embarcado en algo así, pero la vida venía como venía y ella estaba feliz porque al igual que con Elaine, no era esperado pero sí deseado. Si tuviera que esperar a que Damon le diera el estatus que merecía, quizás no sucediera nunca, así que esta buena noticia los uniría más si cabe y sería motivo de alegría para ellos.
— Ya pensaremos qué hacer con las amenazas, pero hoy disfrutemos de esto. He pensado que si es un niño me gustaría llamarlo Velkan, que significa "lobo valiente" en rumano. Aunque todo vaya cuesta arriba ahora, es una noticia feliz y sé que nos irá bien.
Se cobijó entre sus brazos rodeándose de la piel de Damon, de su calidez, de su abrazo y su respiración pausada. Prefería mil veces compartir a Damon con su pueblo, su cargo y su reina, que tener a otro a tiempo completo, y así se lo inculcaría a sus hijos. A veces la vida daba limones, sólo era cuestión de aprender a hacer limonada.
— No volveré a París, no me alejaré de ti ni ahora ni nunca. Pero menos ahora porque...vas a ser padre.— Había dejado pasar dos semanas desde la fecha que en realidad debería haber sangrado, y no había rastro del ciclo lunar. Estaba preocupada, desde luego, pero sobre todo estaba extrañamente feliz. Sonrió tímidamente.— Sé que es un momento horrible, que todo está patas arriba pero...llevo una vida nueva en mi interior y no podría hacerme más feliz porque la compartiré contigo, el hombre que amo por encima de todo.
Besó sus labios con ternura, jamás pudo imaginar cómo sería querer tanto a alguien, ser correspondida a pesar de los vaivenes de la vida. Sabía que Damon deseaba descendencia, que sería un padre excepcional, porque ya lo era con Elaine. Que enseñaría a sus hijos el concepto del deber, del honor, de la responsabilidad. Quizás todavía no estaban las cosas muy estables como para haberse embarcado en algo así, pero la vida venía como venía y ella estaba feliz porque al igual que con Elaine, no era esperado pero sí deseado. Si tuviera que esperar a que Damon le diera el estatus que merecía, quizás no sucediera nunca, así que esta buena noticia los uniría más si cabe y sería motivo de alegría para ellos.
— Ya pensaremos qué hacer con las amenazas, pero hoy disfrutemos de esto. He pensado que si es un niño me gustaría llamarlo Velkan, que significa "lobo valiente" en rumano. Aunque todo vaya cuesta arriba ahora, es una noticia feliz y sé que nos irá bien.
Se cobijó entre sus brazos rodeándose de la piel de Damon, de su calidez, de su abrazo y su respiración pausada. Prefería mil veces compartir a Damon con su pueblo, su cargo y su reina, que tener a otro a tiempo completo, y así se lo inculcaría a sus hijos. A veces la vida daba limones, sólo era cuestión de aprender a hacer limonada.
Brianna de Montreil- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 10/04/2016
Localización : al lado del hombre al que ama
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Re: El rastrillo y la pala (Privado)(+18)
“Vas a ser padre”
Mis ojos se abrieron en principio presos de la sorpresa, una sorpresa que me dejó paralizado, mi sonrisa se fue ensanchando al tiempo que asimilaba esas palabras dichas por Brianna, retumbaban en la cabeza con tanta fuerza que empecé a creérmelas.
-Padre -repetí con un brillo en mi mirada que golpeó la ajena -padre -repetí esta vez buscando sus labios mientras el agua se acumulaba en mi mirada, no me permití dejar caer las lagrimas, me avergonzaba llorar, aunque estas eran de pura felicidad.
Felicidad ese sentimiento desbordante que sentí y compartí abrazándola con fuerza haciéndola girar mientras nuestras bocas inundaban la sala y nuestras lenguas se buscaban voraces.
-Te quiero, te juro que seré un gran padre, no me dejes nunca al margen.
Era consciente de que era un hijo fuera del matrimonio, pero aun así iba a darle mi apellido, era mi hijo.
Acaricié su vientre dejando allí mi mano, nos acomodamos en el lecho, abrazándonos, los problemas pasaron a un segundo paso, porque francamente ahora mismo solo una cosa me importaba, ella, el hijo que en su vientre se gestaba y por supuesto Lobbo y mi hija Elaine que aun no llevando mi apellido era no solo parte de mi manada, si no una hija para mi.
En principio había venido a pasar un par de días para solucionar la revolución, pero ahora pensaba quedarme bastante mas.
-Elaine, soy consciente de que unirte o prometerte a otro hombre es lo que te mantendrá a salvo, pero no puedo soportarlo, estoy enamorado de ti Brianna y se que pido mas de lo que doy, se que no merezco imponerme, pero no voy a llevarlo bien y quiero que lo sepas antes de que pase. Un gay, no soportaré que un hombre comparta casa contigo, que te mire con lascivia y menos que se le pase por la cabeza poder tocarte, lo mataría.
Mis ojos se abrieron en principio presos de la sorpresa, una sorpresa que me dejó paralizado, mi sonrisa se fue ensanchando al tiempo que asimilaba esas palabras dichas por Brianna, retumbaban en la cabeza con tanta fuerza que empecé a creérmelas.
-Padre -repetí con un brillo en mi mirada que golpeó la ajena -padre -repetí esta vez buscando sus labios mientras el agua se acumulaba en mi mirada, no me permití dejar caer las lagrimas, me avergonzaba llorar, aunque estas eran de pura felicidad.
Felicidad ese sentimiento desbordante que sentí y compartí abrazándola con fuerza haciéndola girar mientras nuestras bocas inundaban la sala y nuestras lenguas se buscaban voraces.
-Te quiero, te juro que seré un gran padre, no me dejes nunca al margen.
Era consciente de que era un hijo fuera del matrimonio, pero aun así iba a darle mi apellido, era mi hijo.
Acaricié su vientre dejando allí mi mano, nos acomodamos en el lecho, abrazándonos, los problemas pasaron a un segundo paso, porque francamente ahora mismo solo una cosa me importaba, ella, el hijo que en su vientre se gestaba y por supuesto Lobbo y mi hija Elaine que aun no llevando mi apellido era no solo parte de mi manada, si no una hija para mi.
En principio había venido a pasar un par de días para solucionar la revolución, pero ahora pensaba quedarme bastante mas.
-Elaine, soy consciente de que unirte o prometerte a otro hombre es lo que te mantendrá a salvo, pero no puedo soportarlo, estoy enamorado de ti Brianna y se que pido mas de lo que doy, se que no merezco imponerme, pero no voy a llevarlo bien y quiero que lo sepas antes de que pase. Un gay, no soportaré que un hombre comparta casa contigo, que te mire con lascivia y menos que se le pase por la cabeza poder tocarte, lo mataría.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
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