AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Recuerdo del primer mensaje :
Llevaba ya un par de semanas trabajando en aquel hospital y los sucesos extraños cada vez se acontecían con más frecuencia. Estrella era una muchacha con recursos y mucho recorrido en la vida y, a sus escasos veinticuatro años de edad, ya había visto multitud de enfermedades, dolencias, infecciones y mutaciones en humanos, incluso en animales. Pero lo que ocurría en aquel lugar, era algo nuevo para ella. Hombres y mujeres que parecían haber sido atacados por animales gigantescos como osos, pero cuyas garras eran más largas y laceraban más profundo, jóvenes tan pálidos que parecían haber sufrido una impresionante anemia y deberían yacer muertos, personas que se negaban a recibir asistencia cuando su vida pendía de un hilo y claramente estaban falleciendo en la cama o incluso en el suelo. ¿Y por qué allí? ¿Por qué en París? ¿A caso era algo así como un agujero del infierno donde se habían ido a reunir todas las extrañezas y muertes incongruentes posibles? La chica no le encontraba lógica alguna, no creía que fuera ningún tipo de plaga, porque aunque a veces los síntomas se asemejaban o en muy pocos casos incluso coincidían, las historias que los pocos que hablaban se dignaban a contar, no tenían ni pies ni cabeza. Parecían estar todos sujetos a los efectos del opio.
Resopló mientras se ataba a la espalda el cinturón de la bata y se lavó por enésima vez las manos cubiertas de sangre. ¿Cuántos muertos iban ya aquella madrugada? Hicieron sonar de nuevo la campana y a toda prisa con el mandil lleno de manchas oxidadas recorrió el pasillo hacia la zona de entrada, donde metían a un hombre inconsciente sin camisa y con los pantalones tan rotos que casi mejor ni los llevara, perdiendo mucho plasma y lleno de heridas extrañas, simétricas, como punzadas. Ella no era médico, sólo ayudaba, pero su curiosidad era demasiado grande y no dudó en tocar uno de los orificios. Parecía que le hubiesen atravesado con agujas de tejer, como las que había visto usar a su nana, aquella mujer que ejerció de abuela para ella y la cuidaba. Arrugó la frente, no tenía buena pinta, a este paso sería otro cadáver más a quemar más tarde en la pira.
Cogió un paño y lo empapó en agua tibia, con el frío que hacía por mucho que la calentaran al nada ya estaba helada, este paciente tenía suerte y estaría templada. Frotó de manera enérgica para limpiar las zonas secas de sangre y dejar a la vista todas las punciones y los arañazos que una vez despejada la dermis se veían. ¿Dónde diablos se había metido ese loco para terminar de aquella manera? Escurrió y volvió a pasar el paño, que ya no era blanco, sino entre rojo, marrón y negro. Porque además de líquido carmesí, el tipo estaba bien guarro. Cualquier diría que se había estado arrastrando por el fango. Al final le limpió un poco la cara y alzó una de sus cejas con incredulidad. Vaya, sería un chalado, pero uno muy atractivo.
Llevaba ya un par de semanas trabajando en aquel hospital y los sucesos extraños cada vez se acontecían con más frecuencia. Estrella era una muchacha con recursos y mucho recorrido en la vida y, a sus escasos veinticuatro años de edad, ya había visto multitud de enfermedades, dolencias, infecciones y mutaciones en humanos, incluso en animales. Pero lo que ocurría en aquel lugar, era algo nuevo para ella. Hombres y mujeres que parecían haber sido atacados por animales gigantescos como osos, pero cuyas garras eran más largas y laceraban más profundo, jóvenes tan pálidos que parecían haber sufrido una impresionante anemia y deberían yacer muertos, personas que se negaban a recibir asistencia cuando su vida pendía de un hilo y claramente estaban falleciendo en la cama o incluso en el suelo. ¿Y por qué allí? ¿Por qué en París? ¿A caso era algo así como un agujero del infierno donde se habían ido a reunir todas las extrañezas y muertes incongruentes posibles? La chica no le encontraba lógica alguna, no creía que fuera ningún tipo de plaga, porque aunque a veces los síntomas se asemejaban o en muy pocos casos incluso coincidían, las historias que los pocos que hablaban se dignaban a contar, no tenían ni pies ni cabeza. Parecían estar todos sujetos a los efectos del opio.
Resopló mientras se ataba a la espalda el cinturón de la bata y se lavó por enésima vez las manos cubiertas de sangre. ¿Cuántos muertos iban ya aquella madrugada? Hicieron sonar de nuevo la campana y a toda prisa con el mandil lleno de manchas oxidadas recorrió el pasillo hacia la zona de entrada, donde metían a un hombre inconsciente sin camisa y con los pantalones tan rotos que casi mejor ni los llevara, perdiendo mucho plasma y lleno de heridas extrañas, simétricas, como punzadas. Ella no era médico, sólo ayudaba, pero su curiosidad era demasiado grande y no dudó en tocar uno de los orificios. Parecía que le hubiesen atravesado con agujas de tejer, como las que había visto usar a su nana, aquella mujer que ejerció de abuela para ella y la cuidaba. Arrugó la frente, no tenía buena pinta, a este paso sería otro cadáver más a quemar más tarde en la pira.
Cogió un paño y lo empapó en agua tibia, con el frío que hacía por mucho que la calentaran al nada ya estaba helada, este paciente tenía suerte y estaría templada. Frotó de manera enérgica para limpiar las zonas secas de sangre y dejar a la vista todas las punciones y los arañazos que una vez despejada la dermis se veían. ¿Dónde diablos se había metido ese loco para terminar de aquella manera? Escurrió y volvió a pasar el paño, que ya no era blanco, sino entre rojo, marrón y negro. Porque además de líquido carmesí, el tipo estaba bien guarro. Cualquier diría que se había estado arrastrando por el fango. Al final le limpió un poco la cara y alzó una de sus cejas con incredulidad. Vaya, sería un chalado, pero uno muy atractivo.
Última edición por Estrella Díaz el Dom Nov 26, 2017 2:44 pm, editado 1 vez
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
En cuanto el jinete la levantó del suelo, rápidamente, por instinto, se aferró a la cintra ajena con las piernas, rodándola, abrazándola con fuerza. El calor pulsante de la erección foránea enseguida se coló bajo su cuerpo, tentándola, provocándola, enloqueciendo sus sentidos. La humedad que los dedos del castaño habían creado en su sexo empapaba la parte central de sus bragas y traspasaba hasta mojar el falo con cada roce. La española acompañó el rugido de Guerra, igual de desesperada por eliminar aquel trozo de tela que los separaba, tan fino como inoportuno y molesto. Por suerte, él lo apartó de inmediato y prono el glande se movía entre sus labios bajos, volviendo a acrecentar la ansiedad de la chica que movía como podía las caderas, buscando más roce y que, por supuesto, la penetrara. A punto estaba de suplicarle de nuevo que, de repente, llegó la primera y brusca estocada. Su espalda se arqueó hacia atrás y de no haberse estado comiendo la boca con el muchacho, su cabeza hubiese caído creando una cascada con su melena. Gimió con ganas, olvidándose de que nadie más habitaba aquella casa y que, tal vez, pudieran escucharles.
El modo en que él la embestía era una tortura excesivamente placentera. Golpes rudos y profundos que alcanzaban lo más hondo de sus entrañas, seguidos de retiradas casi completas, dejándola con sensación de vacío, de pérdida, de soledad. Se quejó contra los labios ajenos, mordiéndolos con cierta saña como castigo por hacerla sufrir de aquella manera. Sentía que perdía la razón, que su mente se nublaba. Pensar ya no era necesario, sólo disfrutar, gozar, gemir y gruñir la reconfortaba.
Y, entonces, la nada. El muchacho la dejó en el suelo con las rodillas temblando y los fluidos de su sexo deslizándose por la cara interna de sus muslos, hormigueándole la dermis. Su respiración acelerada, los pulmones buscando aire con desespero y su corazón desbocado, golpeando furioso desde dentro de su pecho. Con la boca entreabierta y jadeando, tomó la mano del jinete para acercarse y entrar en la bañera. Se quedó primero de pie, casi incapaz de flexionar las piernas por miedo a , de pronto, caerse. Observó la escena, la gruesa verga atendida por los dedos de su dueño, incitándola a desearla aún más de lo que ya lo hacía, como si tal cosa fuera posible. Fue gracias a la ayuda del castaño que logró descender hasta que de nuevo sus sexos se tocaron, buscándose por instinto, deseo y pura lujuria. Movió torpemente las caderas, creando un suave oleaje en el agua de la tina. Los labios bajos de Estrella besaron el glande de Guerra a cada roce y ella buscó con la boca los belfos del muchacho para besarlos sin cerrar los ojos, perdiéndose en la intensidad de aquella mirada ambarina que destellaba como sus esmeraldas. Las pupilas de ambos estaban dilatadas y les traicionarían frente a cualquiera que preguntara lo que hacían. Intentó descender un par de veces para que la empalara con el grueso y ardiente falo, pero sin suerte. Al final, ya gruñendo de nuevo, coló una mano entre sus propios muslos y sujetó con los dedos la base de la erección para facilitar el acto. Acuclilló de nuevo más su cuerpo y, al fin, sus paredes se dilataron con la intromisión de semejante trozo de carne duro y pulsante. Arqueó la espalda, llevando los dedos de diestra y siniestra a los hombros foráneos y se aferró a ellos, hincándole las uñas. Sonrió levemente de manera ladina, satisfecha por aquel pequeño logro que, desesperado, había llenado el vacío que, en aquellos momentos, la preocupaba.
El modo en que él la embestía era una tortura excesivamente placentera. Golpes rudos y profundos que alcanzaban lo más hondo de sus entrañas, seguidos de retiradas casi completas, dejándola con sensación de vacío, de pérdida, de soledad. Se quejó contra los labios ajenos, mordiéndolos con cierta saña como castigo por hacerla sufrir de aquella manera. Sentía que perdía la razón, que su mente se nublaba. Pensar ya no era necesario, sólo disfrutar, gozar, gemir y gruñir la reconfortaba.
Y, entonces, la nada. El muchacho la dejó en el suelo con las rodillas temblando y los fluidos de su sexo deslizándose por la cara interna de sus muslos, hormigueándole la dermis. Su respiración acelerada, los pulmones buscando aire con desespero y su corazón desbocado, golpeando furioso desde dentro de su pecho. Con la boca entreabierta y jadeando, tomó la mano del jinete para acercarse y entrar en la bañera. Se quedó primero de pie, casi incapaz de flexionar las piernas por miedo a , de pronto, caerse. Observó la escena, la gruesa verga atendida por los dedos de su dueño, incitándola a desearla aún más de lo que ya lo hacía, como si tal cosa fuera posible. Fue gracias a la ayuda del castaño que logró descender hasta que de nuevo sus sexos se tocaron, buscándose por instinto, deseo y pura lujuria. Movió torpemente las caderas, creando un suave oleaje en el agua de la tina. Los labios bajos de Estrella besaron el glande de Guerra a cada roce y ella buscó con la boca los belfos del muchacho para besarlos sin cerrar los ojos, perdiéndose en la intensidad de aquella mirada ambarina que destellaba como sus esmeraldas. Las pupilas de ambos estaban dilatadas y les traicionarían frente a cualquiera que preguntara lo que hacían. Intentó descender un par de veces para que la empalara con el grueso y ardiente falo, pero sin suerte. Al final, ya gruñendo de nuevo, coló una mano entre sus propios muslos y sujetó con los dedos la base de la erección para facilitar el acto. Acuclilló de nuevo más su cuerpo y, al fin, sus paredes se dilataron con la intromisión de semejante trozo de carne duro y pulsante. Arqueó la espalda, llevando los dedos de diestra y siniestra a los hombros foráneos y se aferró a ellos, hincándole las uñas. Sonrió levemente de manera ladina, satisfecha por aquel pequeño logro que, desesperado, había llenado el vacío que, en aquellos momentos, la preocupaba.
Última edición por Estrella Díaz el Mar Dic 19, 2017 4:54 am, editado 1 vez
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
" Pero cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras,
no os turbéis, porque es necesario que así suceda;
pero aún no será el fin.
Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino;
y habrá terremotos en muchos lugares,
y habrá hambres y alborotos;
principios de dolores serán estos."
(Marcos 7)
no os turbéis, porque es necesario que así suceda;
pero aún no será el fin.
Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino;
y habrá terremotos en muchos lugares,
y habrá hambres y alborotos;
principios de dolores serán estos."
(Marcos 7)
Llevaba días buscando a su hermano, a veces pasaban temporadas separados, llevando a cabo su parte en la misión divina que se les había encomendado, pero esa vez era distinto. En múltiples ocasiones se había cruzado con la obra de Guerra, cadáveres despiezados, familias aniquiladas entre si y ese tipo de cosas. Unas noches atrás se topó con el rastro del jinete por casualidad pero lo que más le preocupó fue que había sangre de su hermano en una cantidad preocupante. Desde entonces había tratado de dar con él hasta llegar a esa posada donde podía captar el inequívoco olor de Guerra y su rítmico latido cardiaco. No estaba solo, eso lo intuía, pero no iba a dejarlo a merced de los mortales que podían ser vengativos y crueles sin más. Pidió al posadero que le dijera qué habitación ocupaban, y como éste se negó, lo agarró del cuello con su inhumana fuerza y entonces obtuvo la respuesta que necesitaba. El número 27. Soltó al humano con un gruñido, porque apestaba a avaricia, uno de los pecados más miserables, y subió las escaleras hasta plantarsefrente a la puerta y llamar con los nudillos. Nadie abrió la puerta y el vampiro, frustrado, la echó abajo, pero nonquedaba ni rastro de ellos. Decidió regresar a casa, no tenía intención de inmolarse cuando amaneciera, pero cual fue su sorpresa cuando al entrar percibió el olor de su hermano y el de la extraña perfumando de forma potente aquel remanso de paz. ¿Se había atrevido a llevar a una humana hasta allí? eso era de ser muy insensato y por qué no decirlo, le molestaba que trajese a alguien ajeno a ese único lugar que compartían como si fuera sagrado entre ellos. Se acercó a la puerta y llamó con los nudillos apretando la mandíbula para no sacar los colmillos.
Armagedon- Vampiro Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Tiré la cabeza hacia atrás dejando que el aire escapara pesado de mis labios acompañado de un gruñido gutural al sentir como sus caderas se dejaban caer sobre mi alzada hombría acogiéndola en su interior.
Mis manos en sus nalgas acompañaban aquella danza circular en la que su pubis se frotaba contra el mio haciéndola gemir.
Alce mi torso para perderme en sus senos ofrecidos, alzados turgentes y perlados en sudor cuando escuché como golpeaban la puerta.
Podría reconocer el olor de mi hermano a kilómetros de distancia, de echo lo hubiera percibido antes de llamar de no haber estado tan “ocupado” con la humana.
-Tengo que abrir -susurré contra sus labios -ponte una camisa, tengo en el armario.
Estrella nerviosa se bajo sacándome de su interior, me alcé tras ella, el agua resbalaba por mi piel hasta que me lié una toalla a la cintura y descalzo me aproxime a la puerta de mi cámara.
La abrí aun con los ojos ligeramente ámbar por el deseo del acto que practicaba.
-Hola hermano -dije apoyando mi mano en el marco de la puerta.
Conocía a Armagedon desde que era un bebe, a estas alturas, él ya sabia que yo no estaba solo en esa habitación y conociéndolo no le agradaría que hubiera llevado a una humana a casa, pero tenia mis motivos.
-¿quieres pasar?
Ni que necesitara permiso para ello, ladeé la sonrisa clavando mis ojos en los suyos.
-Vamos Armagedon
Sus ojos se deslizaron por mi torso, por esa herida recién suturada.
-Me he encontrado con nuestro primo, no ha tenido tiempo de enviarte recuerdos -alegué con picarda.
El tema es que han dado con nosotros de nuevo, si Garion está aquí nuestro “padre” no anda lejos.
Me hice a un lado para que pudiera entrar a la habitación.
-No estoy solo -atajé a decir informandolo de algo que mi hermano ya sabia.
Mis manos en sus nalgas acompañaban aquella danza circular en la que su pubis se frotaba contra el mio haciéndola gemir.
Alce mi torso para perderme en sus senos ofrecidos, alzados turgentes y perlados en sudor cuando escuché como golpeaban la puerta.
Podría reconocer el olor de mi hermano a kilómetros de distancia, de echo lo hubiera percibido antes de llamar de no haber estado tan “ocupado” con la humana.
-Tengo que abrir -susurré contra sus labios -ponte una camisa, tengo en el armario.
Estrella nerviosa se bajo sacándome de su interior, me alcé tras ella, el agua resbalaba por mi piel hasta que me lié una toalla a la cintura y descalzo me aproxime a la puerta de mi cámara.
La abrí aun con los ojos ligeramente ámbar por el deseo del acto que practicaba.
-Hola hermano -dije apoyando mi mano en el marco de la puerta.
Conocía a Armagedon desde que era un bebe, a estas alturas, él ya sabia que yo no estaba solo en esa habitación y conociéndolo no le agradaría que hubiera llevado a una humana a casa, pero tenia mis motivos.
-¿quieres pasar?
Ni que necesitara permiso para ello, ladeé la sonrisa clavando mis ojos en los suyos.
-Vamos Armagedon
Sus ojos se deslizaron por mi torso, por esa herida recién suturada.
-Me he encontrado con nuestro primo, no ha tenido tiempo de enviarte recuerdos -alegué con picarda.
El tema es que han dado con nosotros de nuevo, si Garion está aquí nuestro “padre” no anda lejos.
Me hice a un lado para que pudiera entrar a la habitación.
-No estoy solo -atajé a decir informandolo de algo que mi hermano ya sabia.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
A pesar de estar sumida en el encuentro que compartía con el jinete, pudo oír perfectamente los toques en la puerta y se sobresaltó, deteniendo todo movimiento de su cuerpo. Sus ojos se abrieron más de la cuenta y miró al castaño con un claro susto dibujado en el rostro. Se apartó de inmediato, saliendo de la tina y por poco no se cayó al resbalar con los pies mojados en el suelo de madera tratada. Buscó de nuevo a Guerra con sus orbes verdes, temía haberse metido en un lío o haberle metido a él, más bien. Se mordió el labio porque si abría la boca, seguro decía alguna tontería. Asintió únicamente a su comentario y salió tras él del aseo para ir a buscar una camisa al armario. Casi todas eran de colores claros y estando aún empapada como lo estaba, era una idea pésima porque estaba claro que transparentaría. Rebuscó un poco y encontró una gris oscuro, decidió sin más ponerse aquella y se arremangó un poco los puños para poder dejar descubiertas las manos. La tela le quedaba casi por las rodillas, algo que agradeció porque al menos tapaba un poco, a pesar de estarse adhiriendo a su piel.
Miró de reojo al muchacho que estaba apoyado en la puerta hablando con alguien, su hermano, por suerte para ella, quedaba apartada del campo de visión que ofrecía la abertura, y prefirió que así fuera, así que en cuanto escuchó al joven invitar a que el otro entrara, entró en puro pánico y miró a todas partes. No le daba tiempo a volver al baño ni tampoco había otro lugar en el que ocultarse, esconderse. Se quedó en la esquina, con la espalda casi pegada a la pared y con ambas manos se cubrió la cara. Le ardían las mejillas y por sus piernas caían aún las gotas de agua como una leve lluvia hasta los tobillos y sus pies, dejando un pequeño charco en el parqué. Sólo esperaba no morirse allí mismo de la vergüenza.
Miró de reojo al muchacho que estaba apoyado en la puerta hablando con alguien, su hermano, por suerte para ella, quedaba apartada del campo de visión que ofrecía la abertura, y prefirió que así fuera, así que en cuanto escuchó al joven invitar a que el otro entrara, entró en puro pánico y miró a todas partes. No le daba tiempo a volver al baño ni tampoco había otro lugar en el que ocultarse, esconderse. Se quedó en la esquina, con la espalda casi pegada a la pared y con ambas manos se cubrió la cara. Le ardían las mejillas y por sus piernas caían aún las gotas de agua como una leve lluvia hasta los tobillos y sus pies, dejando un pequeño charco en el parqué. Sólo esperaba no morirse allí mismo de la vergüenza.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
"Y hallé más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, cuyas manos son cadenas. El que agrada a Dios escapará de ella, pero el pecador será por ella apresado." (Eclesiastés 7:26)
Olía a sexo, a lujuria descarnada y los ojos de su hermano delataban el pecado a gritos. Era su hermano, aunque cometiese pecados no podía castigarlo y mucho menos dejarlo de amar. Él era absurdamente familiar, sus hermanos eran todo, su familia, su pilar, su hogar. Negó con la cabeza fijándose en la cicatriz recién suturada, no es que eso fuera infrecuente en Guerra, llevaba la desolación por donde pasaba así que lo normal es que de vez en cuando saliese malherido.
- ¿Garion? puede venir a visitarme cuando quiera, tengo ganas de expiar sus pecados. Su soberbia, su ira... lo mandaré derecho al infierno de quienes ofenden a Dios hablando en su nombre para cometer sus actos impíos.
La sonrisa pícara de Guerra iluminaba el rincón más oscuro del alma del vampiro, su apego a la vida, a la mundanal existencia de los mortales, lo hacía sentir más vivo, cuando escuchaba el potente latido de su hermano era casi como si tuviera todavía el suyo propio en movimiento. Entró dando un paso al interior del cuarto de su hermano y clavó los ojos en la mujer que lo acompañaba, cubierta de agua todavia, exhibiendo sus prietas carnes y sus carnosos labios. Entornó los ojos con esa mirada fría que lo caracterizaba y luego miró a Guerra. No hacía falta hablar demasiado para entender lo que estaba sucediendo en ese momento y lo que había interrumpido, como tampoco era preciso ser un lince para notar que Armagedon no lo aprobaba.
- El desuyo será a las seis. Descansad hasta entonces.
En un par de horas serían las seis, y él se entretendría cocinando un buen desayuno que no probaría, que degustarían sólo los mortales que todavía conservaban esos rasgos de humanidad. Una de las cosas que más echaba de menos de estar vivo era esos pequeños gestos cotidianos alrededor de una mesa, pero se había acabado para él, tenía que conformarse con ver cómo comían los demás. Se dio la vuelta y abandonó el cuarto encaminándose a la cocina.
Armagedon- Vampiro Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Proverbios 5:4
pero al final es amarga como el ajenjo, aguda como espada de dos filos.
pero al final es amarga como el ajenjo, aguda como espada de dos filos.
Los ojos inquisitivos de mi hermano se hundieron en mi acompañante, sin palabras era capaz de saber que no aprobaba lo que allí estaba pasando, pero aunque eramos jinetes perfectos, también en nosotros existía una parte mortal, una que nos orillaba a sentir ¿acaso Armagedon podía mentirme, asegurarme que nada le había movido algún tipo de instinto?
Mas seco de como de normal a mi se refería, reculó pidiéndonos que bajáramos a las 6 a desayunar junto a él.
Antes de que cerrara la puerta agarré su brazo girándolo para que no me diera la espalda. Entrecerré el portón dejando a Estrella ajena a ese momento.
Dejé mi frente caer con suavidad contra la de mi hermano, expulsé el aire despacio pensando que decir exactamente, de haber abierto mis ojos relucirían en un intenso tono ambarino.
-Hermano... -de nuevo se hizo el silencio. No sabia que decir, así que simplemente guardé silencio, en ocasiones estos decían mas que las palabras.
Recordé en ese instante lo que un día me contó, también él exploraba nuevos sentimientos por la humanidad, así que simplemente alcé la cabeza para enfrentar su mirada.
-Bajaremos a las 6 -sentencié dándome la vuelta y adentrándome a través de la puerta ahora si cerrando la puerta a mis espaldas.
Ladeé la sonrisa al ver a Estrella tirando de los bajos de mi camisa completamente fuera de lugar, sus mejillas ardían pintadas de rojo.
Me acerqué a ella despacio, con la sonrisa ladeada y mis ojos teñidos de ámbar. Me detuve a escasa distancia de su cuerpo, sus labios entreabiertos dejaban escapar su aliento contra mi boca, parecía inquieta por ese latir incesante del corazón que delataba el nerviosismo de la enfermera.
Llevé mi mano a su rostro apartando unos mechones de pelo mojado que habían caído pegándose en su rostro colocandolos tras su oreja.
En su nuca enredé mis dedos alzándole el rostro para que me mirara, mis labios acortaron la distancia escasa hasta que se produjo una ligera presión entre ambos.
-Era mi hermano susurré contra su boca -volvamos al baño.
Ladeé la cabeza ligeramente al ver como su piel se erizaba y sus dos esmeraldas oscurecidas, turbias me miraban.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/11/2017
Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
A pesar de la vergüenza que la corría por dentro y por fuera, no pudo evitar separar dos dedos de la mano izquierda y mirar por entre ellos, encontrándose con la helada e inquisitiva mirada de aquel hombre al que no conocía, pero que ya sabía era el hermano de Guerra. Sintió como su sangre se congelaba por un segundo, a pesar de arderle las mejillas y las orejas de un modo abrasador, como si todo su cuerpo fuera un iceberg y su cabeza el cráter de un volcán a punto de entrar en erupción. Contuvo la respiración hasta que aquel la estudiaba se marchó que, por suerte para la española, fue casi de inmediato. Aún así, aquellos segundos se le antojaron eternos y cuando escuchó que les esperaría abajo para desayunar, creyó que le daría un infarto. ¡Al igual se sentaba a la mesa con ese jinete! Claro, a tomar té con pastas.
Su mente parecía reaccionar, pero su figura aún no se movía del sitio cuando el castaño se aproximó a ella, mientras la enfermera tiraba y arrugaba el bajo de la camisa con nerviosismo. Dejó escapar el aire contenido en los pulmones y parpadeó, al fin. Su mirada que parecía nublada por los pensamientos que, literalmente, empezaron a aterrorizarla, pero que, al roce de los calientes dedos ajenos sobre su fría piel, pareció disiparse con una corriente eléctrica que le recorrió la figura entera de la cabeza a los pies. Alzó la cabeza al ser instada a ello por la mano del muchacho y cuando sus labios se juntaron, fue como si le insuflara vida de nuevo. -Lo sé…- Susurró de vuelta, aunque su voz sonó extraña, casi como si se la hubieran robado y devuelto de repente.
Su dermis quedó erizada tras la cercanía foránea. Desvió la vista hacia la puerta, temiendo que en cualquier momento apareciera alguien más por ella y, tal vez, en aquella ocasión no llamaran. Regresó la mirada al chico y se mordió el labio con claras dudas dibujadas en su rostro y el titilar de las pupilas. -¿Y si viene alguien más…?- Verbalizó su temor, esperando que, a pesar de su escaso tacto y empatía, esa vez la reconfortara. Seguramente pedía demasiado, pero era lo que le gritaba su razón que hiciera, la poca que lograba mantener cuando tenía al jinete junto a ella, al menos.
Su mente parecía reaccionar, pero su figura aún no se movía del sitio cuando el castaño se aproximó a ella, mientras la enfermera tiraba y arrugaba el bajo de la camisa con nerviosismo. Dejó escapar el aire contenido en los pulmones y parpadeó, al fin. Su mirada que parecía nublada por los pensamientos que, literalmente, empezaron a aterrorizarla, pero que, al roce de los calientes dedos ajenos sobre su fría piel, pareció disiparse con una corriente eléctrica que le recorrió la figura entera de la cabeza a los pies. Alzó la cabeza al ser instada a ello por la mano del muchacho y cuando sus labios se juntaron, fue como si le insuflara vida de nuevo. -Lo sé…- Susurró de vuelta, aunque su voz sonó extraña, casi como si se la hubieran robado y devuelto de repente.
Su dermis quedó erizada tras la cercanía foránea. Desvió la vista hacia la puerta, temiendo que en cualquier momento apareciera alguien más por ella y, tal vez, en aquella ocasión no llamaran. Regresó la mirada al chico y se mordió el labio con claras dudas dibujadas en su rostro y el titilar de las pupilas. -¿Y si viene alguien más…?- Verbalizó su temor, esperando que, a pesar de su escaso tacto y empatía, esa vez la reconfortara. Seguramente pedía demasiado, pero era lo que le gritaba su razón que hiciera, la poca que lograba mantener cuando tenía al jinete junto a ella, al menos.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Mi cabeza ladeada analizaba sus temerosas palabras ¿alguien mas? Mi boca la silenció, una ligera presión que pedía permiso para un beso mas prolongado.
Avancé hacia ella mientras esta reculaba, depredador y presa. La pared se trasformó en cárcel y mi cuerpo en su prisión de piel y hueso.
-¿alguien mas? -negué frente a ella bajando la mirada hasta sus labios -no hay nadie mas ahora mismo, tu y yo.
Mi cuerpo irradiaba calor, el suyo temblaba por completo, deslice mis dedos por los botones de su camisa, estos cedían despacio mientras mi mirada seguía el sendero de carne que a través de la abertura se iba mostrando.
Me relamí los labios devolviendole la mirada, sendas manos deslizaron por su hombro la camisa hasta que la tela golpeó con suavidad el suelo dejando una mujer desnuda ante mis ojos.
Ladeé la cabeza contemplando sus dos iris verdes.
-¿no quieres estar conmigo? -pregunté sin comprender bien porque hacia un instante ardía de lujuria y ahora por contra aparentaba una mujer retraída.
Mi nariz se acarició con la ajena, nuestros alientos se encontraron pesados mientras uno y otros nos miramos en silencio.
Mi mano se alzó desliándose por sus labios, bajé el inferior con mi pulgar antes de que mi boca la tomara con rudeza.
Nuestras lenguas bailaron vivaces, un beso húmedo, necesitado, que nos alimento como los maderos a las brasas.
Mi mano en su nuca, enredada en aquella cascada castaña, tiré de ella para profundizar aquel beso que la hizo jadear hasta que su cuerpo quedó anclado al mio por completo.
Mi hermano no volverá a entrar -le aseguré -nadie lo hará.
Tiré de ella hacia mi lecho, mi cuerpo sobre el ajeno se trasformó en escudo, sendas manos a cada costado de su cabeza, mis labios coparon los suyos en un beso lento y prolongado mientras la lumbre crepitaba desde la chimenea de piedra.
Fuego naranja que lamia nuestra piel completamente desnuda, ofrecida.
Avancé hacia ella mientras esta reculaba, depredador y presa. La pared se trasformó en cárcel y mi cuerpo en su prisión de piel y hueso.
-¿alguien mas? -negué frente a ella bajando la mirada hasta sus labios -no hay nadie mas ahora mismo, tu y yo.
Mi cuerpo irradiaba calor, el suyo temblaba por completo, deslice mis dedos por los botones de su camisa, estos cedían despacio mientras mi mirada seguía el sendero de carne que a través de la abertura se iba mostrando.
Me relamí los labios devolviendole la mirada, sendas manos deslizaron por su hombro la camisa hasta que la tela golpeó con suavidad el suelo dejando una mujer desnuda ante mis ojos.
Ladeé la cabeza contemplando sus dos iris verdes.
-¿no quieres estar conmigo? -pregunté sin comprender bien porque hacia un instante ardía de lujuria y ahora por contra aparentaba una mujer retraída.
Mi nariz se acarició con la ajena, nuestros alientos se encontraron pesados mientras uno y otros nos miramos en silencio.
Mi mano se alzó desliándose por sus labios, bajé el inferior con mi pulgar antes de que mi boca la tomara con rudeza.
Nuestras lenguas bailaron vivaces, un beso húmedo, necesitado, que nos alimento como los maderos a las brasas.
Mi mano en su nuca, enredada en aquella cascada castaña, tiré de ella para profundizar aquel beso que la hizo jadear hasta que su cuerpo quedó anclado al mio por completo.
Mi hermano no volverá a entrar -le aseguré -nadie lo hará.
Tiré de ella hacia mi lecho, mi cuerpo sobre el ajeno se trasformó en escudo, sendas manos a cada costado de su cabeza, mis labios coparon los suyos en un beso lento y prolongado mientras la lumbre crepitaba desde la chimenea de piedra.
Fuego naranja que lamia nuestra piel completamente desnuda, ofrecida.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Tenerle tan cerca era un peligro, un riesgo para la salud mental de la muchacha, cuya consciencia le decía que debía plantarse, decirle que debían tomar distancia, bañarse por separado, vestirse y que luego ella se fuera, mientras el jinete desayunaba con su hermano y ella se alejaría dejando atrás la vergüenza y el mal trago. Pero su cuerpo ardía al mínimo roce y su corazón latía tan fuerte que le dificultaba incluso escuchar sus propios pensamientos, aquellos que le gritaban que huyera mientras aún estuviera a tiempo.
Fue dando pasos hacia atrás mientras el castaño los daba al frente, hasta que la española topó de espaldas con la pared y no tuvo escapatoria. Bajó la mirada a seguir el camino que recorría aquella mano ajena y el quehacer de su dedo que, a su paso, la iba dejando expuesta. Se mordió el labio inferior, incapaz de quejarse, de negarse en lo más mínimo, pues aunque parte de ella se empeñara en negarlo, deseaba que él la descubriera. La prenda cayó al suelo y aunque no hizo ruido, fue como una señal.
Regresó la vista a los ojos ambarinos de Guerra y ante aquella pregunta, se sintió sumamente vulnerable. En cuanto sus narices se rozaron en un gesto que ya empezaba a ser habitual en el licántropo, la enfermera suspiró y negó. -No es eso… Es que tengo miedo a que nos encuentren intimando…- Porque sabía que él mataba pecadores igual que sus hermanos y ellos estaban cometiendo lujuria una vez tras otra, como si no hubiera un mañana se buscaban, reclamaban, tomaban posesión el uno del otro entre mordidas y besos. Y la cosa iba más allá de sentir vergüenza, era humana y le temía a la muerte, la había conocido de cerca en demasiadas ocasiones como para no ser consciente de cuán peligrosa era. Pero por encima de todas las cosas, temía que aquello terminara, que no hubiera más encuentros con Guerra, ni más caricias, besos y retozar como bestias.
El beso ajeno la sacó de su ensimismamiento e hizo que todo su cuerpo se centrara únicamente en el hombre que tenía frente a ella, tomándola de la nuca, exigiéndole que le prestara atención y correspondiera a sus acciones. Entreabrió los labios, devolviéndole el beso con una ansia desmesurada que florecía en el centro de su pecho y se expandía como una plaga. Su respiración se aceleró, alcanzando casi el ritmo frenético de los latidos de su corazón. Se perdió el los orbes ajenos cuando éste le aseguró que nadie entraría de nuevo y, confiada como era con él, le creyó a pies juntillas y, una vez más, se dejó llevar por sus impulsos más primarios, terminando tendida en la cama y con el muchacho encima. Le buscó el rostro con la yema de los dedos, resiguiendo la barba que enmarcaba sus facciones, observándole con sus dos esmeraldas de pupilas nuevamente dilatadas. -Tengo frío…- Murmuró como una inocente invitación, esperando que la entendiera, que comprendiera que seguía sintiendo la timidez de haber sido pillados in fraganti, pero que deseaba estar con él y por ese motivo se quedaba.
Fue dando pasos hacia atrás mientras el castaño los daba al frente, hasta que la española topó de espaldas con la pared y no tuvo escapatoria. Bajó la mirada a seguir el camino que recorría aquella mano ajena y el quehacer de su dedo que, a su paso, la iba dejando expuesta. Se mordió el labio inferior, incapaz de quejarse, de negarse en lo más mínimo, pues aunque parte de ella se empeñara en negarlo, deseaba que él la descubriera. La prenda cayó al suelo y aunque no hizo ruido, fue como una señal.
Regresó la vista a los ojos ambarinos de Guerra y ante aquella pregunta, se sintió sumamente vulnerable. En cuanto sus narices se rozaron en un gesto que ya empezaba a ser habitual en el licántropo, la enfermera suspiró y negó. -No es eso… Es que tengo miedo a que nos encuentren intimando…- Porque sabía que él mataba pecadores igual que sus hermanos y ellos estaban cometiendo lujuria una vez tras otra, como si no hubiera un mañana se buscaban, reclamaban, tomaban posesión el uno del otro entre mordidas y besos. Y la cosa iba más allá de sentir vergüenza, era humana y le temía a la muerte, la había conocido de cerca en demasiadas ocasiones como para no ser consciente de cuán peligrosa era. Pero por encima de todas las cosas, temía que aquello terminara, que no hubiera más encuentros con Guerra, ni más caricias, besos y retozar como bestias.
El beso ajeno la sacó de su ensimismamiento e hizo que todo su cuerpo se centrara únicamente en el hombre que tenía frente a ella, tomándola de la nuca, exigiéndole que le prestara atención y correspondiera a sus acciones. Entreabrió los labios, devolviéndole el beso con una ansia desmesurada que florecía en el centro de su pecho y se expandía como una plaga. Su respiración se aceleró, alcanzando casi el ritmo frenético de los latidos de su corazón. Se perdió el los orbes ajenos cuando éste le aseguró que nadie entraría de nuevo y, confiada como era con él, le creyó a pies juntillas y, una vez más, se dejó llevar por sus impulsos más primarios, terminando tendida en la cama y con el muchacho encima. Le buscó el rostro con la yema de los dedos, resiguiendo la barba que enmarcaba sus facciones, observándole con sus dos esmeraldas de pupilas nuevamente dilatadas. -Tengo frío…- Murmuró como una inocente invitación, esperando que la entendiera, que comprendiera que seguía sintiendo la timidez de haber sido pillados in fraganti, pero que deseaba estar con él y por ese motivo se quedaba.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/11/2014
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
“Tengo frio” susurró contra mi boca, presa de los sentimientos que la arrastraban de nuevo a un encuentro premeditado.
Me dejé caer en el colchón guiando sus movimientos para que subiera sobre mi. Tiré de la manta cubriendo nuestra piel.
En mi regazo sus piernas abrazaron mi cuerpo, nuestros ojos se engarzaron y nuestras bocas se fundieron en un cálido encuentro.
Bucles pardos acariciaron mi rostro, mientras su boca suspiraba sobre la mía reclamando a mi lengua que lenta invadió sus labios cruzando el precipicio de estos para adentrarse en el vació.
Lenguas que se acariciaron muy despacio, con los ojos cerrados. Beso que se hizo eterno, nuestro, único.
Sus dedos aterciopelados recorrieron mi piel despacio, sin prisa, sorteando cada herida haciéndome cosquillas.
Sus ojos descubrieron mi ya mas que dispuesta virilidad en alza, esa sobre la que había empezado esa lenta danza.
Nuestros ojos intensos se buscaron, su aliento contra mis labios, que tome con rudeza, entre jadeos que delataban mis ganas
La entrada de su pecado se abrió para mi, mientras de nuevo nuestros dedos se buscaban para crear nuestro propio espacio, ese único, infranqueable, nuestro.
Arqueando su espalda sus paredes se dilataron, un gemido de su boca acompaño este acto produciendo en mi un escalofrió que me excito demasiado.
Mi voz ronca se entrecortaba contra sus labios al jadear amortiguando en ellos mis mas bajos deseos.
Danza que emprendimos lenta, dejando que ella llevara las riendas, placer que jamas experimente, ni creí que fuera capaz de hacer cuando las cosas no eran a mi manera, salvajes, rudas y fieras.
Mas si, encajábamos de tal manera, que esa danza se convirtió en fuego pese a ser tierna, crepitaron nuestros cuerpos fundiéndose en roncos jadeos mientras sus labios me pedían un imposible, que fuera lento para no abrir las heridas cuando lo único que era capaz de hacer era aplacar mis gruñidos contra su piel.
Mis caderas iban a su encuentro, choque de yunque y martillo, completamente fuera de mi, buscándola sin soltar sus manos.
Su cascada , el antídoto de mis males que con sus húmedos mechones acariciaban mi rostro enmarcando el suyo. Nuestros alientos se convirtieron en nuestro único sustento mientras nos devorábamos de un modo lento.
Labios que se acariciaban, lenguas que jugaban a encontrarse y separarse.
Lance la cabeza hacia atrás respirando cada vez mas fuerte, incapaz de contenerme, sus caderas se sacudían violentas, sus manso en mi pecho, ojos cerrados su pelo revuelto caía por una espalda completamente arqueada, la imagen de esa mujer encarnaba la lujuria y sus labios pecaminosos eran el delicioso fruto del árbol prohibido. Fue ahora su nombre entre rugidos roncos los que escapaba de mi garganta saliendo de lo mas profundo de mis entrañas, estaba tan excitado por cada uno de sus movimientos que dudaba que fuera capaz de continuar por mucho mas tiempo.
Alcé mi cuerpo para tomar su boca de forma desesperada, enredando nuestras lenguas esta vez de forma apasionada, mas sus manos me tumbaron de nuevo.
Gruñí por ello ,resistiéndome a lo evidente, hundiendo mi mirada en la suya completamente oscurecida.
Me dejé caer en el colchón guiando sus movimientos para que subiera sobre mi. Tiré de la manta cubriendo nuestra piel.
En mi regazo sus piernas abrazaron mi cuerpo, nuestros ojos se engarzaron y nuestras bocas se fundieron en un cálido encuentro.
Bucles pardos acariciaron mi rostro, mientras su boca suspiraba sobre la mía reclamando a mi lengua que lenta invadió sus labios cruzando el precipicio de estos para adentrarse en el vació.
Lenguas que se acariciaron muy despacio, con los ojos cerrados. Beso que se hizo eterno, nuestro, único.
Sus dedos aterciopelados recorrieron mi piel despacio, sin prisa, sorteando cada herida haciéndome cosquillas.
Sus ojos descubrieron mi ya mas que dispuesta virilidad en alza, esa sobre la que había empezado esa lenta danza.
Nuestros ojos intensos se buscaron, su aliento contra mis labios, que tome con rudeza, entre jadeos que delataban mis ganas
La entrada de su pecado se abrió para mi, mientras de nuevo nuestros dedos se buscaban para crear nuestro propio espacio, ese único, infranqueable, nuestro.
Arqueando su espalda sus paredes se dilataron, un gemido de su boca acompaño este acto produciendo en mi un escalofrió que me excito demasiado.
Mi voz ronca se entrecortaba contra sus labios al jadear amortiguando en ellos mis mas bajos deseos.
Danza que emprendimos lenta, dejando que ella llevara las riendas, placer que jamas experimente, ni creí que fuera capaz de hacer cuando las cosas no eran a mi manera, salvajes, rudas y fieras.
Mas si, encajábamos de tal manera, que esa danza se convirtió en fuego pese a ser tierna, crepitaron nuestros cuerpos fundiéndose en roncos jadeos mientras sus labios me pedían un imposible, que fuera lento para no abrir las heridas cuando lo único que era capaz de hacer era aplacar mis gruñidos contra su piel.
Mis caderas iban a su encuentro, choque de yunque y martillo, completamente fuera de mi, buscándola sin soltar sus manos.
Su cascada , el antídoto de mis males que con sus húmedos mechones acariciaban mi rostro enmarcando el suyo. Nuestros alientos se convirtieron en nuestro único sustento mientras nos devorábamos de un modo lento.
Labios que se acariciaban, lenguas que jugaban a encontrarse y separarse.
Lance la cabeza hacia atrás respirando cada vez mas fuerte, incapaz de contenerme, sus caderas se sacudían violentas, sus manso en mi pecho, ojos cerrados su pelo revuelto caía por una espalda completamente arqueada, la imagen de esa mujer encarnaba la lujuria y sus labios pecaminosos eran el delicioso fruto del árbol prohibido. Fue ahora su nombre entre rugidos roncos los que escapaba de mi garganta saliendo de lo mas profundo de mis entrañas, estaba tan excitado por cada uno de sus movimientos que dudaba que fuera capaz de continuar por mucho mas tiempo.
Alcé mi cuerpo para tomar su boca de forma desesperada, enredando nuestras lenguas esta vez de forma apasionada, mas sus manos me tumbaron de nuevo.
Gruñí por ello ,resistiéndome a lo evidente, hundiendo mi mirada en la suya completamente oscurecida.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/11/2017
Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Al tumbarse el jinete bocarriba en la cama, ella se le subió encima, a horcajadas sobre su regazo apoyando el peso sobre rodillas, espinillas y el empeine de sus pies. Suspiró al sentir la tela cubriendo su espalda y a medida que ésta ascendía hacia su nuca, la enfermera se iba inclinando sobre el cuerpo de Guerra hasta que sus bocas se juntaron. El beso fue breve, pero erizó toda la piel de la enfermera, que entreabrió los labios al suspirar contra el aliento ajeno. Le cedió el paso a la sinhueso del chico, uniéndola con su propia lengua en un encuentro lento y casi meticuloso. Por una vez no estaban siendo salvajes, aunque no sabía muy bien el por qué, pero le gustaba, le otorgaba una sensación distinta y, por extraño que sonara, más placentera.
Inició un recorrido de caricias por el torso herido del joven, esquivando las heridas, memorizando con un lento paso cada surco de piel, cada curva de la musculatura de aquel cincelado y firme cuerpo que el licántropo poseía. Y mientras sus manos estudiaban la figura ajena, las caderas de Estrella empezaron a buscar la erección que bajo ella había crecido hasta alcanzar su máximo tamaño. Sentía el calor que ésta desprendía contagiarse a los labios de su sexo que sin más que esa cercanía ya se empapaban solos. Buscó el falo con la diestra una vez alcanzada la altura en la que se hallaba y la guió hacia su entrada que voraz engulló el glande como si primero lo besara. Las paredes se adaptaron pronto a la intrusión, a la forma de aquella verga que la penetraba, despacio, al ritmo que la española marcaba. Gimió, mordiéndose enseguida el labio para no llamar de nuevo una indeseada atención. Se sujetó a las manos del castaño, entrelazando los dedos de ambos, quedando con el rostro sumamente cerca del ajeno, jadeando contra sus belfos.
La muchacha siguió moviendo la pelvis, despacio, a veces de adelante hacia atrás y otras formando círculos sobre las caderas foráneas. A ella misma le costaba mantener aquel ritmo y no dejarse llevar por la libido que la consumía. -Despacio…- Murmuró contra los labios que pronto besó de nuevo. Fue una petición hecha casi para sí misma, a pesar de ser también una súplica para el jinete, pues bien sabía que el lobo que tenía dentro, no sólo brillaba en aquellos ambarinos ojos, sino que golpeaba con fuerza dentro del pecho de Guerra, bombeando sangre desde su corazón.
La chica volvió a erguirse, notando el placer esparcirse por todo su cuerpo, arañándole los muslos, los brazos y amasando sus pechos. Echó la cabeza hacia atrás al liberar un gemido ronco que, hasta entonces, había contenido. Se apoyó en el pecho ajeno, bajando hasta el vientre al recordar los puntos y se impulsó con cuidado para continuar con el ritmo que mantenían, aunque se notaba que peleaba consigo misma, que su mente y su cuerpo no se coordinaban, pues todos sus músculos se tensaban y temblaban de excitación, mientras su cerebro le rogaba que ralentizara sus acciones.
Buscó los orbes del hombre con sus esmeraldas, esperando encontrar en ellos una respuesta a las súplicas que su alma canturreaba. Mas en ellos encontró la perdición, el hundimiento de su razón. Dejó caer su cuerpo como una gata, las manos a ambos lados de la cabeza del jinete, su espalda cóncava, el pelo cayendo a ambos lados de su rostro y la respiración agitada. Le mordió el labio inferior y tiró de él al alzar las caderas, dejando que el falo saliera por completo de su prieto y mojado sexo.
Inició un recorrido de caricias por el torso herido del joven, esquivando las heridas, memorizando con un lento paso cada surco de piel, cada curva de la musculatura de aquel cincelado y firme cuerpo que el licántropo poseía. Y mientras sus manos estudiaban la figura ajena, las caderas de Estrella empezaron a buscar la erección que bajo ella había crecido hasta alcanzar su máximo tamaño. Sentía el calor que ésta desprendía contagiarse a los labios de su sexo que sin más que esa cercanía ya se empapaban solos. Buscó el falo con la diestra una vez alcanzada la altura en la que se hallaba y la guió hacia su entrada que voraz engulló el glande como si primero lo besara. Las paredes se adaptaron pronto a la intrusión, a la forma de aquella verga que la penetraba, despacio, al ritmo que la española marcaba. Gimió, mordiéndose enseguida el labio para no llamar de nuevo una indeseada atención. Se sujetó a las manos del castaño, entrelazando los dedos de ambos, quedando con el rostro sumamente cerca del ajeno, jadeando contra sus belfos.
La muchacha siguió moviendo la pelvis, despacio, a veces de adelante hacia atrás y otras formando círculos sobre las caderas foráneas. A ella misma le costaba mantener aquel ritmo y no dejarse llevar por la libido que la consumía. -Despacio…- Murmuró contra los labios que pronto besó de nuevo. Fue una petición hecha casi para sí misma, a pesar de ser también una súplica para el jinete, pues bien sabía que el lobo que tenía dentro, no sólo brillaba en aquellos ambarinos ojos, sino que golpeaba con fuerza dentro del pecho de Guerra, bombeando sangre desde su corazón.
La chica volvió a erguirse, notando el placer esparcirse por todo su cuerpo, arañándole los muslos, los brazos y amasando sus pechos. Echó la cabeza hacia atrás al liberar un gemido ronco que, hasta entonces, había contenido. Se apoyó en el pecho ajeno, bajando hasta el vientre al recordar los puntos y se impulsó con cuidado para continuar con el ritmo que mantenían, aunque se notaba que peleaba consigo misma, que su mente y su cuerpo no se coordinaban, pues todos sus músculos se tensaban y temblaban de excitación, mientras su cerebro le rogaba que ralentizara sus acciones.
Buscó los orbes del hombre con sus esmeraldas, esperando encontrar en ellos una respuesta a las súplicas que su alma canturreaba. Mas en ellos encontró la perdición, el hundimiento de su razón. Dejó caer su cuerpo como una gata, las manos a ambos lados de la cabeza del jinete, su espalda cóncava, el pelo cayendo a ambos lados de su rostro y la respiración agitada. Le mordió el labio inferior y tiró de él al alzar las caderas, dejando que el falo saliera por completo de su prieto y mojado sexo.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Edad : 31
Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Entre gruñidos la giré, no aguantaba mas, mi instinto lobuno luchaba a muerte contra las suplicas de Estrella, ella pedía paz, mas yo era guerra.
Cayó a cuatro patas sobre el lecho jadeando, sus manso arrugaban las sabanas, me lanzó una mirada por encima de su hombro completamente fuera de si, mirada que chocó con mis ámbar radioactivos.
De rodillas llevé mi mano a su sexo recorriendolo con mis dedos, sintiéndolo completamente mojado, entregado y dispuesto. Le separé las piernas sin miramientos, excitado como estaba no media, solo actuaba por instinto.
De un tirón hundí mis zarpas en sus caderas y la arrastré para encontrarse contra el yunque, con mi diestra en la verga la guié voraz hasta su entrada que la engulló violenta.
Roncos mis gruñidos en su cuello, mis dientes se perdían por su tersa piel marcándola de saliva a mi paso en un acto muy lobuno.
Mis pelvis la buscaba chocando contra sus nalgas abiertas, la visión que tenia de mi mástil entrando y saliendo casi al completo, brillante era enloquecedor.
Las piernas de la mujer flojeaban, rodeé su vientre con mi brazo dando rápidas y rudas embestidas entre gruñidos que eran acallados por mordiscos.
Estrella buscaba mis labios por encima de su hombro, mi mano se perdió en sus pechos masajeandolos, acariciando sus astas alzadas, tirando de estas sintiéndolas duras entre mis dedos.
Su cuerpo se tensó contra el mio, ávidos del otro sentimos las sacudidas violentas, eléctricas que nos recorrían por completo.
La llené de mi simiente, dando los últimos coletazos metiendola muy dentro.
Caímos sobre el lecho exhaustos, no se me daba bien cocinar a fuego lento, yo era pura impaciencia, nunca fui de mis hermanos el mas sensato, supongo que ese papel era el de Armagedon, el inmortal que tenia toda la vida por delante.
Ladeé la sonrisa aun con la respiración agitada cuando me miro.
-Lo he intentado -repliqué antes de que me soltara lo que de seguro estaba pensando -bajamos a desayunar, tengo hambre -dije como si nada.
Cayó a cuatro patas sobre el lecho jadeando, sus manso arrugaban las sabanas, me lanzó una mirada por encima de su hombro completamente fuera de si, mirada que chocó con mis ámbar radioactivos.
De rodillas llevé mi mano a su sexo recorriendolo con mis dedos, sintiéndolo completamente mojado, entregado y dispuesto. Le separé las piernas sin miramientos, excitado como estaba no media, solo actuaba por instinto.
De un tirón hundí mis zarpas en sus caderas y la arrastré para encontrarse contra el yunque, con mi diestra en la verga la guié voraz hasta su entrada que la engulló violenta.
Roncos mis gruñidos en su cuello, mis dientes se perdían por su tersa piel marcándola de saliva a mi paso en un acto muy lobuno.
Mis pelvis la buscaba chocando contra sus nalgas abiertas, la visión que tenia de mi mástil entrando y saliendo casi al completo, brillante era enloquecedor.
Las piernas de la mujer flojeaban, rodeé su vientre con mi brazo dando rápidas y rudas embestidas entre gruñidos que eran acallados por mordiscos.
Estrella buscaba mis labios por encima de su hombro, mi mano se perdió en sus pechos masajeandolos, acariciando sus astas alzadas, tirando de estas sintiéndolas duras entre mis dedos.
Su cuerpo se tensó contra el mio, ávidos del otro sentimos las sacudidas violentas, eléctricas que nos recorrían por completo.
La llené de mi simiente, dando los últimos coletazos metiendola muy dentro.
Caímos sobre el lecho exhaustos, no se me daba bien cocinar a fuego lento, yo era pura impaciencia, nunca fui de mis hermanos el mas sensato, supongo que ese papel era el de Armagedon, el inmortal que tenia toda la vida por delante.
Ladeé la sonrisa aun con la respiración agitada cuando me miro.
-Lo he intentado -repliqué antes de que me soltara lo que de seguro estaba pensando -bajamos a desayunar, tengo hambre -dije como si nada.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/11/2017
Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
A la Muerte le gustaba leer, también le gustaba admirar la naturaleza florecer y explotar con sus actos de destrucción, pues todo acto de muerte era necesario para una nueva vida, para crear había que destruir primero. Pero esa noche no se podía concentrar en sus libros, ni conseguía abstarerse tras haber pillado a su hermano en pleno acto de lujuria.
Se dirigió a la cocina y decidió prepararles el desayuno. La cocina también era precisión, y más en su caso, ya que no podía saborear los alimentos y probarlos. Cocinaba a ciehas por el sentido de la vista y el olfato, ya que el de gusto quedaba anulado y cerrado para siempre a esos placeres. Era meticuloso como un cirujano, preparó los utensilios, los alimentos y lo que iba a necesitar y tras organizarlo todo empezó a componer los platos como si se tratase de una pieza musical, nota a nota. Se lo tomó con calma, no había prisa, el pecado campaba a sus anchas por esa habitación y prefería no pensar en ello y mantener la mente ocupada en lo que se traía entre manos.
Sobre la mesa dejó un bol de fruta cortada en trozos idénticos, unas tortitas doradas regadas con miel y crema. Preparó panecillos calientes de nueces con mantequilla y mermelada y un festín de salchichas, bacon y huevos para el carnívoro de la familia. Dejó servilletas a juego con los platos y sacó los cubiertos que no eran de plata porq1ue a Guerra le daban alergia. Cuando estuvo satisfecho con su obra, recogió calmadamente todo lo que había ensuciado y lo guardó en su lugar, sentándose después en su sillón frente a la lumbre. Sacó el libro pero no lo abrió, no sería capaz de leer ni una sola línea.
Se dirigió a la cocina y decidió prepararles el desayuno. La cocina también era precisión, y más en su caso, ya que no podía saborear los alimentos y probarlos. Cocinaba a ciehas por el sentido de la vista y el olfato, ya que el de gusto quedaba anulado y cerrado para siempre a esos placeres. Era meticuloso como un cirujano, preparó los utensilios, los alimentos y lo que iba a necesitar y tras organizarlo todo empezó a componer los platos como si se tratase de una pieza musical, nota a nota. Se lo tomó con calma, no había prisa, el pecado campaba a sus anchas por esa habitación y prefería no pensar en ello y mantener la mente ocupada en lo que se traía entre manos.
Sobre la mesa dejó un bol de fruta cortada en trozos idénticos, unas tortitas doradas regadas con miel y crema. Preparó panecillos calientes de nueces con mantequilla y mermelada y un festín de salchichas, bacon y huevos para el carnívoro de la familia. Dejó servilletas a juego con los platos y sacó los cubiertos que no eran de plata porq1ue a Guerra le daban alergia. Cuando estuvo satisfecho con su obra, recogió calmadamente todo lo que había ensuciado y lo guardó en su lugar, sentándose después en su sillón frente a la lumbre. Sacó el libro pero no lo abrió, no sería capaz de leer ni una sola línea.
Armagedon- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/11/2017
Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Tal y como estaba, volvió a caer cuando el jinete la apartó para situarse tras ella y de rodillas. Le miró de soslayo por encima del hombro, mordiéndose el pétalo inferior y con sus orbes verdes brillando, oscurecidas por el crecimiento de las pupilas. Tembló en cuanto los dedos separaron los labios de su sexo. Estaba sumamente excitada y se notaba por como todo su cuerpo temblaba y los dígitos del castaño se empapaban en sus fluidos. Siseó de dolor cuando las uñas ajenas se clavaron en su piel, pero todo terminó en un gutural gemido al volver a ser penetrada, pero ésta vez no hubo calma ni lentitud, sólo rudeza y brusquedad, algo mucho más típico de Guerra.
El sexo fue frenético a partir de aquel momento, los cuerpos de ambos perlados en sudor, los gemidos haciendo eco en la estancia, olvidando por completo que en la casa tenían compañía. Al menos en el caso de la española, tal vez al muchacho le diera igual que su hermano le escuchara. En cuanto él la irguió y pudo alcanzarle la boca, se besaron de nuevo, pero con desespero y fuego. En cuanto los belfos del italiano abandonaron la cercanía con el rostro ajeno, la cubrió de mordidas que hicieron estremecerse a la enfermera. Toda ella se tensó al alcanzar el orgasmo, estrangulando el falo entre las paredes de su sexo. Jadeó, agotada, al caer sobre la cama con el hombre a su lado.
Giró con dificultad la cabeza para que los orbes de ambos se encontraran y al descubrir aquella sonrisa, supo bien lo que le diría y al abrir el jinete la boca, supo que no se equivocaba. -Lo que me sorprende es que tardaras tanto… en tomar las riendas.- Tuvo que hacer una pausa porque aún le faltaba el aire de tanta agitación. Mas las palabras que brotaron de los labios ajenos a continuación la dejaron helada, porque le recordaron lo que aún les aguardaba. Debían bajar a desayunar con Muerte, otro de los cuatro del apocalipsis y ella estaba aterrorizada. Un sudor frío le recorrió la espalda por el centro, aún y tumbada, pues era una sensación y no algo tangible que siguiera las leyes de la física. Pero también fue muy consciente que no tenía escapatoria, que si quería salir de aquella casa, debería cruzarse con aquel hombre cuya mirada la había dejado petrificada. Asintió despacio y se incorporó hasta quedar sentada. Lo mejor era armarse de valor y afrontar la situación cuanto antes. -Voy a asearme un poco y bajamos...- Aún tenía el esperma de Guerra dentro, escurriéndose de vez en cuando por la parte interior de sus muslos y debía limpiarse antes de pensar en vestirse, lo que la llevaba de nuevo al problema de no tener ropa, pues su uniforme estaba sucio y lleno de sangre seca. Pero ya se preocuparía de aquello más tarde. Se levantó y fue al baño a acicalarse, aprovechando el agua que habían dejado en la tina, aunque ya no estuviera caliente. No quería posponer más lo inminente. Una vez bien lavada, regresó a la habitación en busca del castaño y algo de ropa que pudiera ponerse para luego, bajar al encuentro de Armagedon.
El sexo fue frenético a partir de aquel momento, los cuerpos de ambos perlados en sudor, los gemidos haciendo eco en la estancia, olvidando por completo que en la casa tenían compañía. Al menos en el caso de la española, tal vez al muchacho le diera igual que su hermano le escuchara. En cuanto él la irguió y pudo alcanzarle la boca, se besaron de nuevo, pero con desespero y fuego. En cuanto los belfos del italiano abandonaron la cercanía con el rostro ajeno, la cubrió de mordidas que hicieron estremecerse a la enfermera. Toda ella se tensó al alcanzar el orgasmo, estrangulando el falo entre las paredes de su sexo. Jadeó, agotada, al caer sobre la cama con el hombre a su lado.
Giró con dificultad la cabeza para que los orbes de ambos se encontraran y al descubrir aquella sonrisa, supo bien lo que le diría y al abrir el jinete la boca, supo que no se equivocaba. -Lo que me sorprende es que tardaras tanto… en tomar las riendas.- Tuvo que hacer una pausa porque aún le faltaba el aire de tanta agitación. Mas las palabras que brotaron de los labios ajenos a continuación la dejaron helada, porque le recordaron lo que aún les aguardaba. Debían bajar a desayunar con Muerte, otro de los cuatro del apocalipsis y ella estaba aterrorizada. Un sudor frío le recorrió la espalda por el centro, aún y tumbada, pues era una sensación y no algo tangible que siguiera las leyes de la física. Pero también fue muy consciente que no tenía escapatoria, que si quería salir de aquella casa, debería cruzarse con aquel hombre cuya mirada la había dejado petrificada. Asintió despacio y se incorporó hasta quedar sentada. Lo mejor era armarse de valor y afrontar la situación cuanto antes. -Voy a asearme un poco y bajamos...- Aún tenía el esperma de Guerra dentro, escurriéndose de vez en cuando por la parte interior de sus muslos y debía limpiarse antes de pensar en vestirse, lo que la llevaba de nuevo al problema de no tener ropa, pues su uniforme estaba sucio y lleno de sangre seca. Pero ya se preocuparía de aquello más tarde. Se levantó y fue al baño a acicalarse, aprovechando el agua que habían dejado en la tina, aunque ya no estuviera caliente. No quería posponer más lo inminente. Una vez bien lavada, regresó a la habitación en busca del castaño y algo de ropa que pudiera ponerse para luego, bajar al encuentro de Armagedon.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Edad : 31
Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Ladeé la sonrisa ante la pinta de pánico que Estrella le ofrecía a mis ojos, podía no solo oler el miedo desprendido por cada poro de su piel, si no aquella mirada de presa cuando se encuentra de frente con el depredador y ciertamente eso eramos mi hermano y yo.
Entendía en parte su preocupación, mi hermano y yo estábamos muy unidos y de sobra sabia que no le agradaría este encuentro que había irrumpido, mas ¿acaso me gustaba a mi aquello que me contó sobre un beso?
El podía ser mas comedido, tenia una eternidad para ello, por contra yo era mucho mas pasional, irracional, me dejaba llevar por mis instintos.
Estrella se fue a lavarse para estar presentable, yo me alcé del lecho buscando por el suelo mis pantalones.
Me los calcé al igual que las botas y por encima dejé caer una camisola limpia del armario que pronto se tiñó de carmesí pues mi herida aun tierna salgraba ligeramente.
Mi primo usaba espadas de plata, ese y no otro era el motivo de que no cerraran las heridas. Ademas las peleas entre licanos eran siempre salvajes y Garion era ducho en la pelea, aunque no tanto como yo.
Estrella salió cubierta por una toalla, no tenia nada que ponerse, así que le ofrecí una de mis camisas que le llegaban por el muslo.
-Espera, iré a la habitación de mi hermana y le cogeré algo para ti.
No pudo responder o si lo hizo fue a mi estela pues con esa impulsividad que me caracterizaba ya estaba dentro de la cámara de Deborah, enarqué una ceja al no verla, ciertamente no había escuchado el incesante latir de su corazón, miré por la ventana, no podía ser, amanecía y no estaba.
Arrugué la nariz y mis ojos centellearon en ámbar, preocupado tomé del armario lo primero que vi, unos pantalones de monta, una camisola, un chaleco y unas botas y regresé a mi cámara con gesto furibundo.
Le deje la ropa para que se vistiera y cuando lo hizo bajamos de la mano las escaleras.
Mi estomago rugió ante aquel desayuno y aun sin sentarme enrollé una tortita de esas con miel para llevármela a la boca comiéndomela con ansia.
Mi hermano estaba sentado con el libro entre sus manos, así que frente a él me quede mirándolo.
-¿donde esta Deborah, he ido a su cuarto y no lo he visto, con la inquisición por la ciudad no me gusta la idea de que esté sola.
Creo que iré a buscarla.
Las ideas me sobrevenian a la cabeza tal y como hablaba, algo que a Armagedon siempre le hacia mucha gracia pues él era mas cauto y yo mucho mas tirado para adelante, supongo que por eso yo era guerra y él muerte.
Entendía en parte su preocupación, mi hermano y yo estábamos muy unidos y de sobra sabia que no le agradaría este encuentro que había irrumpido, mas ¿acaso me gustaba a mi aquello que me contó sobre un beso?
El podía ser mas comedido, tenia una eternidad para ello, por contra yo era mucho mas pasional, irracional, me dejaba llevar por mis instintos.
Estrella se fue a lavarse para estar presentable, yo me alcé del lecho buscando por el suelo mis pantalones.
Me los calcé al igual que las botas y por encima dejé caer una camisola limpia del armario que pronto se tiñó de carmesí pues mi herida aun tierna salgraba ligeramente.
Mi primo usaba espadas de plata, ese y no otro era el motivo de que no cerraran las heridas. Ademas las peleas entre licanos eran siempre salvajes y Garion era ducho en la pelea, aunque no tanto como yo.
Estrella salió cubierta por una toalla, no tenia nada que ponerse, así que le ofrecí una de mis camisas que le llegaban por el muslo.
-Espera, iré a la habitación de mi hermana y le cogeré algo para ti.
No pudo responder o si lo hizo fue a mi estela pues con esa impulsividad que me caracterizaba ya estaba dentro de la cámara de Deborah, enarqué una ceja al no verla, ciertamente no había escuchado el incesante latir de su corazón, miré por la ventana, no podía ser, amanecía y no estaba.
Arrugué la nariz y mis ojos centellearon en ámbar, preocupado tomé del armario lo primero que vi, unos pantalones de monta, una camisola, un chaleco y unas botas y regresé a mi cámara con gesto furibundo.
Le deje la ropa para que se vistiera y cuando lo hizo bajamos de la mano las escaleras.
Mi estomago rugió ante aquel desayuno y aun sin sentarme enrollé una tortita de esas con miel para llevármela a la boca comiéndomela con ansia.
Mi hermano estaba sentado con el libro entre sus manos, así que frente a él me quede mirándolo.
-¿donde esta Deborah, he ido a su cuarto y no lo he visto, con la inquisición por la ciudad no me gusta la idea de que esté sola.
Creo que iré a buscarla.
Las ideas me sobrevenian a la cabeza tal y como hablaba, algo que a Armagedon siempre le hacia mucha gracia pues él era mas cauto y yo mucho mas tirado para adelante, supongo que por eso yo era guerra y él muerte.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Ni se inmutó cuando la voz de Guerra le inquirió sobre el paredero de su hermana. Normalmente desaparecía, incluso durante días, hasta que daba con el objetivo que se había propuesto. La brujería era una cuestión de método, de precisión y conocimiento, por lo que muchas veces necesitaba ir a lugares concretos a recabar esa sabiduría en libros y antiguos legajos, o a por ingredientes para realizar algun conjuro. No solía preocuparse por ella, pero era cierto que con la aparición de Garion las cosas se podrían complicar.
- yo no puedo salir a buscarla, pronto amanecerá.- Levantó un poco la cabeza, inclinada ante el libro para mirar a su hermano. Veía en él el pecado y la culpa, pero era Guerra, habían crecido juntos, rodando por el suelo, entrenando juntos, aprendiendo siempre inseparables. No podía pensar en él como en los despojos inmorales que mataba cada noche.- Desayuna antes, y deja que te cure esa herida.
Normalmente la sangre de licántropo era tóxica para los vampiros, pero no al revés. Así que se mordió dos dedos y la sangre que brotó la embadurnó contra la herida del lobo y ésta comenzó a burbujear, drenando la plata y dejando tan sólo una cicatriz abultada por estar la plata emponzoñando los tejidos.- ¿cómo se llama?.- evidentemente se refería a la joven que estaba allí dentro y cuyo aroma a sutil lujuria flotaba suspendido en el aire. Sin embargo no olía a corrupción, a maldad, vileza y todos esos rasgos comunes en los pecadores reincidentes.
- yo no puedo salir a buscarla, pronto amanecerá.- Levantó un poco la cabeza, inclinada ante el libro para mirar a su hermano. Veía en él el pecado y la culpa, pero era Guerra, habían crecido juntos, rodando por el suelo, entrenando juntos, aprendiendo siempre inseparables. No podía pensar en él como en los despojos inmorales que mataba cada noche.- Desayuna antes, y deja que te cure esa herida.
Normalmente la sangre de licántropo era tóxica para los vampiros, pero no al revés. Así que se mordió dos dedos y la sangre que brotó la embadurnó contra la herida del lobo y ésta comenzó a burbujear, drenando la plata y dejando tan sólo una cicatriz abultada por estar la plata emponzoñando los tejidos.- ¿cómo se llama?.- evidentemente se refería a la joven que estaba allí dentro y cuyo aroma a sutil lujuria flotaba suspendido en el aire. Sin embargo no olía a corrupción, a maldad, vileza y todos esos rasgos comunes en los pecadores reincidentes.
Armagedon- Vampiro Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Al regresar a la habitación, el jinete la aguardaba con algo de ropa. No se puso el chaleco, principalmente porque en la zona del pecho no le cerraba, pero el resto se lo calzó de inmediato, botas incluidas, aunque le iban algo grandes, pero no se quejaría por nimiedades. Una vez lista, dejó que el castaño la tomara de la mano y descendieron las escaleras hasta el piso de abajo. Enseguida se sintió incómoda, primero porque el hermano de Guerra parecía ignorarla y luego porque la miraba. Eran todo contradicciones, pero estaba demasiado nerviosa, coartada.
Se quedó a cierta distancia, observando la escena y en cuanto vio como el de ojos azules pasaba su sangre sobre la herida del más moreno, sus pupilas se dilataron, hizo además de interrumpirles, de decirles que aquello era una fuente de contagio, pero estaba casi sobre ellos con cara de alarma cuando vio lo que le ocurría al enorme corte y su boca quedó abierta, casi desencajada. Si bien había presenciado cosas tales como hombres convirtiéndose en lobos enormes, el que algo de semejante tamaño se cerrara y casi curara con un roce y dos gotas de plasma, era algo que se le antojó milagroso y fue incapaz de contener sus palabras, dirigiéndose al que justo entonces preguntaba al otro presente por su nombre. -Soy Estrella. ¿Cómo has hecho eso?- Sus ojos verdes titilaban con la esperanza de aquel que cree haber encontrado el Santo Grial, la cura milagrosa para toda enfermedad o mal. ¡La de vidas que podrían salvarse! La de niños que dejarían de fallecer por malaria, la peste… Tomó la mano del que les había preparado el desayuno y buscó el corte, mas en aquellos dedos no había nada. Ladeó la cabeza, extrañada y buscó hasta en el dorso y la palma. ¿A dónde se había ido el rasguño del que había brotado el elixir divino? No pensó en su falta de educación, en que estaba tocando al hermano del hombre con el que acababa de acostarse, aquel que le había helado la sangre en el dormitorio. Ella sólo pensaba en ayudar a aquellos a quienes había encontrado a lo largo de su camino por la vida, en sus viajes por Europa y África.
Para cuando reaccionó y soltó la derecha ajena, dio un salto hacia atrás como un ratón asustado que descubría que había entrado en casa del gato. -Lo siento… fue un impulso.- Se mordió el labio, avergonzada e intentó hacerse pequeña con el poder de la mente. No funcionaba.
Se quedó a cierta distancia, observando la escena y en cuanto vio como el de ojos azules pasaba su sangre sobre la herida del más moreno, sus pupilas se dilataron, hizo además de interrumpirles, de decirles que aquello era una fuente de contagio, pero estaba casi sobre ellos con cara de alarma cuando vio lo que le ocurría al enorme corte y su boca quedó abierta, casi desencajada. Si bien había presenciado cosas tales como hombres convirtiéndose en lobos enormes, el que algo de semejante tamaño se cerrara y casi curara con un roce y dos gotas de plasma, era algo que se le antojó milagroso y fue incapaz de contener sus palabras, dirigiéndose al que justo entonces preguntaba al otro presente por su nombre. -Soy Estrella. ¿Cómo has hecho eso?- Sus ojos verdes titilaban con la esperanza de aquel que cree haber encontrado el Santo Grial, la cura milagrosa para toda enfermedad o mal. ¡La de vidas que podrían salvarse! La de niños que dejarían de fallecer por malaria, la peste… Tomó la mano del que les había preparado el desayuno y buscó el corte, mas en aquellos dedos no había nada. Ladeó la cabeza, extrañada y buscó hasta en el dorso y la palma. ¿A dónde se había ido el rasguño del que había brotado el elixir divino? No pensó en su falta de educación, en que estaba tocando al hermano del hombre con el que acababa de acostarse, aquel que le había helado la sangre en el dormitorio. Ella sólo pensaba en ayudar a aquellos a quienes había encontrado a lo largo de su camino por la vida, en sus viajes por Europa y África.
Para cuando reaccionó y soltó la derecha ajena, dio un salto hacia atrás como un ratón asustado que descubría que había entrado en casa del gato. -Lo siento… fue un impulso.- Se mordió el labio, avergonzada e intentó hacerse pequeña con el poder de la mente. No funcionaba.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
El gesto de mi hermano no era desconocido para mi, estaba molesto y no necesitaba ser muy listo para saber que el olor que impregnaba mi piel le molestaba, el pecado que corría por mis venas le jodía y mi mirada aun turbia...le dolía.
Pero era su hermano ¿iba a matarme? Podía intentarlo..también él había tenido algo con un humano..
Dejé que esparciera sangre sobre mi herida, cerré los ojos entreabriendo los labios, su sangre siempre causaba el mismo efecto embriagador en mi y eso que jamas la bebía, solo la espacia sobre las heridas que cerraban casi de inmediato.
Fue entonces cuando Estrella, ante el milagro al que ella no estaba acostumbrada saltó como un resorte haciéndome sonreír.
Seguramente creyendo que había encontrado la fuente de la vida eterna, sus ojos brillaban presos de una ilusión desmedida.
Preguntaba a mi hermano por la manera de salvar a todos esos inocentes que morían en su enfermería, podía ver pecado en la fornicación, pero hasta que esa mujer me conoció era pura.
-Es Estrella -concluí dando veracidad a sus propias palabras con una sonrisa mientras mi hermano clavaba en mi sus ojos y mi acompañante inspeccionaba su mano incrédula.
Enrollé otra tortita llevándomela a la boca, estaba hambriento, así que me dejé caer en una de las sillas dado buena cuenta de la fruta pelada y troceada.
-Esta muy bueno hermano -aseguré con los carrillos llenos.
Estrella pareció darse en ese instante cuenta de lo que estaba haciendo pues aterrada se hizo a un lado mirando de soslayo a mi hermano.
Tiré de su mano para sentarla a mi lado colocando frente a ella un tazón de fruta.
-Come, debes estar hambrienta, a mi me has matado de hambre -aseguré con esa sinceridad desmedida y la falta de tacto que me caracterizaba.
No eran falsas mis palabras, desde que me dio esa pobre cena que le pidió a un viejo, no había comido nada.
Devolví la mirada a mi hermano que libro en mano seguía atento a nosotros.
-Volviendo al tema de Deborah, voy ir a buscarla, aunque no se si Garion va a sobrevivir a nuestro fraternal encuentro, no me fio de que sus perros den con nuestra hermana, si bien es cierto que su poder no conoce parangón, no deja de ostentar un cuerpo humano...
Mi instinto territorial y protector afloraba en estos casos. Mi hermano era quizás mas despreocupado, pero yo por contra tendía a unir al rebaño para dormir tranquilo en mi cuarto.
Pero era su hermano ¿iba a matarme? Podía intentarlo..también él había tenido algo con un humano..
Dejé que esparciera sangre sobre mi herida, cerré los ojos entreabriendo los labios, su sangre siempre causaba el mismo efecto embriagador en mi y eso que jamas la bebía, solo la espacia sobre las heridas que cerraban casi de inmediato.
Fue entonces cuando Estrella, ante el milagro al que ella no estaba acostumbrada saltó como un resorte haciéndome sonreír.
Seguramente creyendo que había encontrado la fuente de la vida eterna, sus ojos brillaban presos de una ilusión desmedida.
Preguntaba a mi hermano por la manera de salvar a todos esos inocentes que morían en su enfermería, podía ver pecado en la fornicación, pero hasta que esa mujer me conoció era pura.
-Es Estrella -concluí dando veracidad a sus propias palabras con una sonrisa mientras mi hermano clavaba en mi sus ojos y mi acompañante inspeccionaba su mano incrédula.
Enrollé otra tortita llevándomela a la boca, estaba hambriento, así que me dejé caer en una de las sillas dado buena cuenta de la fruta pelada y troceada.
-Esta muy bueno hermano -aseguré con los carrillos llenos.
Estrella pareció darse en ese instante cuenta de lo que estaba haciendo pues aterrada se hizo a un lado mirando de soslayo a mi hermano.
Tiré de su mano para sentarla a mi lado colocando frente a ella un tazón de fruta.
-Come, debes estar hambrienta, a mi me has matado de hambre -aseguré con esa sinceridad desmedida y la falta de tacto que me caracterizaba.
No eran falsas mis palabras, desde que me dio esa pobre cena que le pidió a un viejo, no había comido nada.
Devolví la mirada a mi hermano que libro en mano seguía atento a nosotros.
-Volviendo al tema de Deborah, voy ir a buscarla, aunque no se si Garion va a sobrevivir a nuestro fraternal encuentro, no me fio de que sus perros den con nuestra hermana, si bien es cierto que su poder no conoce parangón, no deja de ostentar un cuerpo humano...
Mi instinto territorial y protector afloraba en estos casos. Mi hermano era quizás mas despreocupado, pero yo por contra tendía a unir al rebaño para dormir tranquilo en mi cuarto.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
El vampiro enarcó una ceja cuando Estrella lo cogió de la mano y le inspeccionó el corte como si hubiese obrado un milagro. Notó el calor, la tibieza de esa pequeña humana llena de curiosidad, llena de vida, con enormes ojos expresivos. Para Armagedon la vida humana valía tanto como pesara el alma de quien tuviera delante. Intuía el pecado en la gente y Estrella evidentemente tenia el olor de su hermano impregnado en la piel. Pero no olía la corrupción, la vileza y la tiranía en aquel conjutno de piel y huesos en cuyo centro latía un potente corazón como si se tratara de un pajarillo revoloteando.
La joven soltó su mano tras pasar el momento de asombro y curiosidad, consciente de que lo había agarrado y quizás asustada al saber que no era humano. Dejó un rastro de calor sobre su piel que para el vampiro resultó agradable. Armagedon alargó su potente brazo y agarró a la enfermera de la nuca aproximandose a su cuello de forma brusca y paseando su nariz a dos milímetros de su piel.
- hueles a pecado carnal, pero también a bondad...me desconciertas. Desayuna. Se está enfriando.
La soltó cerrando los labios, ocultando sus desgarradores colmillos de la vista de la joven. Tenía esa extraña combinación que hacía dudar a la Muerte. Los niños eran puros, la mayoría de ellos al menos, pero había adultos que seguían ostentando esa pureza de alma que lo llevaba a dudar si matarlos o no. Cuando eso sucedía normalmente los dejaba vivir y se dedicaba a exterminar pecadores de primera, pero a veces regresaba y los acechaba desde las sombras para tratar de entender a la humanidad. ¿Por qué un alma pura podía pecar y seguir siendo pura? ¿acaso no se contaba mil veces en las sagradas escrituras que el pecado corrompía y envenenaba?
Se sentó de nuevo frente al fuego observando a su hermano comer, ellos podían disfrutarlo y le gustaba conservar esas pequeñas tradiciones familiares.
- Ve a buscarla, yo cuidaré de Estrella.- se dirigio ahora a la joven de cabellos oscuros clavando en ella su acerada mirada de hielo.- Me temo que no podrás salir de esta casa hasta que mi hermano regrese. No lo intentes, no saldrías bien parada. Además necesitas descansar, sólo hay que veros para saber que estáis cansados; el pecado envejece y marchita el cuerpo.
La joven soltó su mano tras pasar el momento de asombro y curiosidad, consciente de que lo había agarrado y quizás asustada al saber que no era humano. Dejó un rastro de calor sobre su piel que para el vampiro resultó agradable. Armagedon alargó su potente brazo y agarró a la enfermera de la nuca aproximandose a su cuello de forma brusca y paseando su nariz a dos milímetros de su piel.
- hueles a pecado carnal, pero también a bondad...me desconciertas. Desayuna. Se está enfriando.
La soltó cerrando los labios, ocultando sus desgarradores colmillos de la vista de la joven. Tenía esa extraña combinación que hacía dudar a la Muerte. Los niños eran puros, la mayoría de ellos al menos, pero había adultos que seguían ostentando esa pureza de alma que lo llevaba a dudar si matarlos o no. Cuando eso sucedía normalmente los dejaba vivir y se dedicaba a exterminar pecadores de primera, pero a veces regresaba y los acechaba desde las sombras para tratar de entender a la humanidad. ¿Por qué un alma pura podía pecar y seguir siendo pura? ¿acaso no se contaba mil veces en las sagradas escrituras que el pecado corrompía y envenenaba?
Se sentó de nuevo frente al fuego observando a su hermano comer, ellos podían disfrutarlo y le gustaba conservar esas pequeñas tradiciones familiares.
- Ve a buscarla, yo cuidaré de Estrella.- se dirigio ahora a la joven de cabellos oscuros clavando en ella su acerada mirada de hielo.- Me temo que no podrás salir de esta casa hasta que mi hermano regrese. No lo intentes, no saldrías bien parada. Además necesitas descansar, sólo hay que veros para saber que estáis cansados; el pecado envejece y marchita el cuerpo.
Armagedon- Vampiro Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Aún se peleaba con su mente por ese agujero negro en el que poder ocultarse, cuando una firme mano la agarró de la nuca y, pronto, estuvo pegada al hermano de Guerra con éste oliéndole el cuello. Era excesivamente fuerte y la enfermera estaba petrificada. Notó entonces la temperatura que el cuerpo ajeno desprendía, fría, demasiado incluso comparada con la de ella, ya ni qué decir al equipararla al del otro jinete que siempre parecía que ardía. Tragó saliva muy despacio con los brazos encogidos y pegados al pecho, viéndola de lejos seguro parecía un animalito recién pillado del pescuezo. Las palabras del hombre la atravesaron como un rayo, la vergüenza tiñó sus mejillas, orejas y hasta las palmas de las manos de la española se pusieron coloradas.
En cuanto la liberó, y antes de que pudiera intentar siquiera abrir la boca, el castaño la atrajo hasta sentarla a su lado, frente a un cuenco con fruta pelada y cortada en perfectas formas geométricas, calculadas al milímetro. Se miró en bol con curiosidad, olvidando la tensión que acababa de experimentar y en cuanto se metió un trozo de naranja en la boca, escuchó la conversación entre los hermanos y por poco se atragantó, mirando al que tenía junto a ella con los ojos muy abiertos. Quiso quejarse, pedirle que no la dejara sola con el de los orbes de hielo, pero ya la estaba avisando éste de que no podría escapar. Estaba atrapada. -¿Por qué no puedo…?- Hizo una pausa, a pesar de haber reunido el coraje para hablar, parecía que se le habían atorado las palabras en la garganta. Buscó algo sobre la mesa y dio con una tetera y una taza, la llenó hasta casi rebosar y le dio un trago tras darle un par de soplos, aún así se quemó, pero se tragó el quejido al apretar los labios, emitiendo un extraño sonido que escapó por la nariz. -¿Por qué no puedo volver al hospital? No digo que me estén esperando, porque allí nadie pasa lista, pero toda ayuda siempre es poca…- Hubiese podido mentir y decir que aguardarían por ella, que la irían a buscar si no regresaba, pero a Estrella nunca le había gustado decir mentiras, el autoengaño sólo te hacía daño con el tiempo, cuando asumías la verdad, y engañar a otros nunca era una salida.
Comió más fruta, intentando aplacar la sensación de calor que le había atontado las papilas gustativas. Las piezas estaban bastante frescas y en algo ayudaban, eso sí, dada la situación, decidió evitar los trozos ácidos y centrarse en aquellas más dulces y agradables al paladar. Mientras, los hermanos se miraban y a saber lo que planeaban. Parecía que hablaran con la mente a veces con aquellos extraños y prolongados silencios que se creaban. La muchacha se sentía algo incómoda.
En cuanto la liberó, y antes de que pudiera intentar siquiera abrir la boca, el castaño la atrajo hasta sentarla a su lado, frente a un cuenco con fruta pelada y cortada en perfectas formas geométricas, calculadas al milímetro. Se miró en bol con curiosidad, olvidando la tensión que acababa de experimentar y en cuanto se metió un trozo de naranja en la boca, escuchó la conversación entre los hermanos y por poco se atragantó, mirando al que tenía junto a ella con los ojos muy abiertos. Quiso quejarse, pedirle que no la dejara sola con el de los orbes de hielo, pero ya la estaba avisando éste de que no podría escapar. Estaba atrapada. -¿Por qué no puedo…?- Hizo una pausa, a pesar de haber reunido el coraje para hablar, parecía que se le habían atorado las palabras en la garganta. Buscó algo sobre la mesa y dio con una tetera y una taza, la llenó hasta casi rebosar y le dio un trago tras darle un par de soplos, aún así se quemó, pero se tragó el quejido al apretar los labios, emitiendo un extraño sonido que escapó por la nariz. -¿Por qué no puedo volver al hospital? No digo que me estén esperando, porque allí nadie pasa lista, pero toda ayuda siempre es poca…- Hubiese podido mentir y decir que aguardarían por ella, que la irían a buscar si no regresaba, pero a Estrella nunca le había gustado decir mentiras, el autoengaño sólo te hacía daño con el tiempo, cuando asumías la verdad, y engañar a otros nunca era una salida.
Comió más fruta, intentando aplacar la sensación de calor que le había atontado las papilas gustativas. Las piezas estaban bastante frescas y en algo ayudaban, eso sí, dada la situación, decidió evitar los trozos ácidos y centrarse en aquellas más dulces y agradables al paladar. Mientras, los hermanos se miraban y a saber lo que planeaban. Parecía que hablaran con la mente a veces con aquellos extraños y prolongados silencios que se creaban. La muchacha se sentía algo incómoda.
Última edición por Estrella Díaz el Lun Ene 08, 2018 6:54 am, editado 2 veces
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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