AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Recuerdo del primer mensaje :
Llevaba ya un par de semanas trabajando en aquel hospital y los sucesos extraños cada vez se acontecían con más frecuencia. Estrella era una muchacha con recursos y mucho recorrido en la vida y, a sus escasos veinticuatro años de edad, ya había visto multitud de enfermedades, dolencias, infecciones y mutaciones en humanos, incluso en animales. Pero lo que ocurría en aquel lugar, era algo nuevo para ella. Hombres y mujeres que parecían haber sido atacados por animales gigantescos como osos, pero cuyas garras eran más largas y laceraban más profundo, jóvenes tan pálidos que parecían haber sufrido una impresionante anemia y deberían yacer muertos, personas que se negaban a recibir asistencia cuando su vida pendía de un hilo y claramente estaban falleciendo en la cama o incluso en el suelo. ¿Y por qué allí? ¿Por qué en París? ¿A caso era algo así como un agujero del infierno donde se habían ido a reunir todas las extrañezas y muertes incongruentes posibles? La chica no le encontraba lógica alguna, no creía que fuera ningún tipo de plaga, porque aunque a veces los síntomas se asemejaban o en muy pocos casos incluso coincidían, las historias que los pocos que hablaban se dignaban a contar, no tenían ni pies ni cabeza. Parecían estar todos sujetos a los efectos del opio.
Resopló mientras se ataba a la espalda el cinturón de la bata y se lavó por enésima vez las manos cubiertas de sangre. ¿Cuántos muertos iban ya aquella madrugada? Hicieron sonar de nuevo la campana y a toda prisa con el mandil lleno de manchas oxidadas recorrió el pasillo hacia la zona de entrada, donde metían a un hombre inconsciente sin camisa y con los pantalones tan rotos que casi mejor ni los llevara, perdiendo mucho plasma y lleno de heridas extrañas, simétricas, como punzadas. Ella no era médico, sólo ayudaba, pero su curiosidad era demasiado grande y no dudó en tocar uno de los orificios. Parecía que le hubiesen atravesado con agujas de tejer, como las que había visto usar a su nana, aquella mujer que ejerció de abuela para ella y la cuidaba. Arrugó la frente, no tenía buena pinta, a este paso sería otro cadáver más a quemar más tarde en la pira.
Cogió un paño y lo empapó en agua tibia, con el frío que hacía por mucho que la calentaran al nada ya estaba helada, este paciente tenía suerte y estaría templada. Frotó de manera enérgica para limpiar las zonas secas de sangre y dejar a la vista todas las punciones y los arañazos que una vez despejada la dermis se veían. ¿Dónde diablos se había metido ese loco para terminar de aquella manera? Escurrió y volvió a pasar el paño, que ya no era blanco, sino entre rojo, marrón y negro. Porque además de líquido carmesí, el tipo estaba bien guarro. Cualquier diría que se había estado arrastrando por el fango. Al final le limpió un poco la cara y alzó una de sus cejas con incredulidad. Vaya, sería un chalado, pero uno muy atractivo.
Llevaba ya un par de semanas trabajando en aquel hospital y los sucesos extraños cada vez se acontecían con más frecuencia. Estrella era una muchacha con recursos y mucho recorrido en la vida y, a sus escasos veinticuatro años de edad, ya había visto multitud de enfermedades, dolencias, infecciones y mutaciones en humanos, incluso en animales. Pero lo que ocurría en aquel lugar, era algo nuevo para ella. Hombres y mujeres que parecían haber sido atacados por animales gigantescos como osos, pero cuyas garras eran más largas y laceraban más profundo, jóvenes tan pálidos que parecían haber sufrido una impresionante anemia y deberían yacer muertos, personas que se negaban a recibir asistencia cuando su vida pendía de un hilo y claramente estaban falleciendo en la cama o incluso en el suelo. ¿Y por qué allí? ¿Por qué en París? ¿A caso era algo así como un agujero del infierno donde se habían ido a reunir todas las extrañezas y muertes incongruentes posibles? La chica no le encontraba lógica alguna, no creía que fuera ningún tipo de plaga, porque aunque a veces los síntomas se asemejaban o en muy pocos casos incluso coincidían, las historias que los pocos que hablaban se dignaban a contar, no tenían ni pies ni cabeza. Parecían estar todos sujetos a los efectos del opio.
Resopló mientras se ataba a la espalda el cinturón de la bata y se lavó por enésima vez las manos cubiertas de sangre. ¿Cuántos muertos iban ya aquella madrugada? Hicieron sonar de nuevo la campana y a toda prisa con el mandil lleno de manchas oxidadas recorrió el pasillo hacia la zona de entrada, donde metían a un hombre inconsciente sin camisa y con los pantalones tan rotos que casi mejor ni los llevara, perdiendo mucho plasma y lleno de heridas extrañas, simétricas, como punzadas. Ella no era médico, sólo ayudaba, pero su curiosidad era demasiado grande y no dudó en tocar uno de los orificios. Parecía que le hubiesen atravesado con agujas de tejer, como las que había visto usar a su nana, aquella mujer que ejerció de abuela para ella y la cuidaba. Arrugó la frente, no tenía buena pinta, a este paso sería otro cadáver más a quemar más tarde en la pira.
Cogió un paño y lo empapó en agua tibia, con el frío que hacía por mucho que la calentaran al nada ya estaba helada, este paciente tenía suerte y estaría templada. Frotó de manera enérgica para limpiar las zonas secas de sangre y dejar a la vista todas las punciones y los arañazos que una vez despejada la dermis se veían. ¿Dónde diablos se había metido ese loco para terminar de aquella manera? Escurrió y volvió a pasar el paño, que ya no era blanco, sino entre rojo, marrón y negro. Porque además de líquido carmesí, el tipo estaba bien guarro. Cualquier diría que se había estado arrastrando por el fango. Al final le limpió un poco la cara y alzó una de sus cejas con incredulidad. Vaya, sería un chalado, pero uno muy atractivo.
Última edición por Estrella Díaz el Dom Nov 26, 2017 2:44 pm, editado 1 vez
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/11/2014
Edad : 31
Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Olía el miedo en Estrella, también su excitación, bueno, eso, y mi propio olor ungido por todo su cuerpo.
Mi hermano tenia razón en algo, no existía mas pecado en ella que el que yo había creado, era pura como un infante y aun habiendo sido tomada antes de bajar a desayunar, seguía con un aura brillante que destilaba esa pureza y ese afán por ayudar al prójimo.
Observé como comía la fruta, como se servia te seguramente meditando aquello que con naturalidad nos preguntó a los dos. ¿Por que no podía simplemente irse?
-Mi hermano no puede salir, el astro brilla ahí fuera en este momento -dije como si mi explicación fuera lo suficientemente buena como para responder a su pregunta.
-Hueles a mi -sentencié deslizando mi nariz por su cuello, cerrando los ojos y rozando con esta su piel. Mi aliento acarició su yugular, cálido, contrarrestando la gelidez de mi hermano -no puedes irte...Armagedon cuidará de ti mientras yo no estoy aquí.
Como buen lobo tenia ser posesivo, la idea de que se marchara y le pasara lago por mi culpa era algo que no contemplaba ahora mismo, así que mi veredicto estaba sentenciado y mis ojos lobunos se perdieron en los rojos de mi hermano que desde su asiento nos miraba en el mas absoluto de los silencios.
Asentí ante sus palabras anteriores, me aseguraba que no saldría de allí hasta que yo volviera, aunque mostré mis colmillos en un instintivo desafió al decir que no saldría bien parada de intentarlo.
La relación entre mi hermano y yo jamas se había quebrado por nada ni por nadie,desde niños habíamos crecido juntos, compañeros de juegos, de risas y de enseñanzas.
Me puse en pie acercándome a este, le confiaba a la primera mujer con la que fuera de nuestra “relación” familiar había cometido pecado carnal.
-Cuídala -dije sin mas. Mis ojos se centraron en su cuello, me preguntaba que se sentiría al beber de esa sangre con la que había curado mi herida ¿sentiría lo mismo que cuando la espacia sobre mi propia sangre, ese éxtasis embriagador.
-Adiós hermano – dije girando sobre mis talones para volver hasta la mesa donde Estrella me miraba implorando que no la dejara en aquella casa.
-Confía en él, nunca me ha fallado -aseveré antes de presionar sus labios con suavidad durante unos instantes.
Sus dedos se perdieron en mi nuca prolongado aquel beso que invitó a mi lengua a traspasar sus labios despacio.
Un “cuídate” y una sonrisa engreída como respuesta fue nuestra despedida.
Mi hermano tenia razón en algo, no existía mas pecado en ella que el que yo había creado, era pura como un infante y aun habiendo sido tomada antes de bajar a desayunar, seguía con un aura brillante que destilaba esa pureza y ese afán por ayudar al prójimo.
Observé como comía la fruta, como se servia te seguramente meditando aquello que con naturalidad nos preguntó a los dos. ¿Por que no podía simplemente irse?
-Mi hermano no puede salir, el astro brilla ahí fuera en este momento -dije como si mi explicación fuera lo suficientemente buena como para responder a su pregunta.
-Hueles a mi -sentencié deslizando mi nariz por su cuello, cerrando los ojos y rozando con esta su piel. Mi aliento acarició su yugular, cálido, contrarrestando la gelidez de mi hermano -no puedes irte...Armagedon cuidará de ti mientras yo no estoy aquí.
Como buen lobo tenia ser posesivo, la idea de que se marchara y le pasara lago por mi culpa era algo que no contemplaba ahora mismo, así que mi veredicto estaba sentenciado y mis ojos lobunos se perdieron en los rojos de mi hermano que desde su asiento nos miraba en el mas absoluto de los silencios.
Asentí ante sus palabras anteriores, me aseguraba que no saldría de allí hasta que yo volviera, aunque mostré mis colmillos en un instintivo desafió al decir que no saldría bien parada de intentarlo.
La relación entre mi hermano y yo jamas se había quebrado por nada ni por nadie,desde niños habíamos crecido juntos, compañeros de juegos, de risas y de enseñanzas.
Me puse en pie acercándome a este, le confiaba a la primera mujer con la que fuera de nuestra “relación” familiar había cometido pecado carnal.
-Cuídala -dije sin mas. Mis ojos se centraron en su cuello, me preguntaba que se sentiría al beber de esa sangre con la que había curado mi herida ¿sentiría lo mismo que cuando la espacia sobre mi propia sangre, ese éxtasis embriagador.
-Adiós hermano – dije girando sobre mis talones para volver hasta la mesa donde Estrella me miraba implorando que no la dejara en aquella casa.
-Confía en él, nunca me ha fallado -aseveré antes de presionar sus labios con suavidad durante unos instantes.
Sus dedos se perdieron en mi nuca prolongado aquel beso que invitó a mi lengua a traspasar sus labios despacio.
Un “cuídate” y una sonrisa engreída como respuesta fue nuestra despedida.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/11/2017
Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
- No puedes ir al hospital ahora, no puedes ayudar a nadie mientras estés en condiciones de que te ayuden a ti. Estás cansada y debes reponer fuerzas.- el vampiro se ladeó un poco para poder seguir con la mirada a la joven que se había levantado de las rodillas de su hermano al marcharse éste por la puerta.- come, te vendrá bien. Y escupe esa preguntas que quieres hacer, casi puedo escucharlas en tu cabeza desde aquí.
Cerró con parsimonia el libro dejándolo sobre la mesita, y como no se quedó a su gusto lo empujó con los dedos un poco para alinearlo con una caja de madera labrada decorativa que había sobre ésta. Se levantó y se dirigió a la mesa recogiendo el plato sucio de Guerra con un gesto indolente y llevándolo al fregadero. Habían crecido en una extensa propiedad romana donde tenían ganado, cultivos y también servicio, pero no eran unos inútiles. Se puso a limpiar el plato, a lavarlo y secarlo con un paño.
- Sé que te preguntas qué soy. Técnicamente soy un vampiro. Pero como ya sabrás, mi hermano es el jinete Guerra, yo soy Muerte y mis hermanas son Hambre y Victoria. Todos tenemos nuestra misión y la cumpliremos sin vacilaciones ni quejas.
Se secó las manos con el paño y sacó un tarro de miel que había olvidado al cortar la fruta dejándolo al lado de Estrella. Se paseaba por la mesa y la cocina con esa suavidad liviana que hacía estremecer, era como si en vez de un hombre corpulento fuera los jirones de la capa de la propia Parca ondeando a su paso.
- ¿Qué esperas de mi hermano? ¿Amor? ¿comprensión?- clavó sus inquisitivos ojos azules en los de la joven mientras se lamía un dedo que se había manchado de miel pero a él le sabía a polvo rancio. Armagedon no andaba por las ramas cuando quería.- es mera curosidad. Los humanos me producís curiosidad a veces.
Se sentó al lado de Estrella pero pasando tras ella, cuando no había necesidad, era como un depredador acechando a su presa, siempre rondando sin dar tregua. No iba a comer nada así que sólo se dedicó a recolocar los platos que ya estaban bien puestos, pero es que era un maniático del orden. Le sirvió a la morena una taza de té humeante, le gustaba el olor que desprendían las infusiones; colocó en su plato una rebanada de pan que untó con mantequilla y le acercó dos tipos de mermeladas. No hacía falta que le dijera que esperaba que desayunase como estaba mandado, que él podría ser el peor comensal del mundo por no probar bocado y ser más tieso que el palo de una bandera, pero era muy buen anfitrión en el sentido de que había preparado de todo con mucho esmero.
Cerró con parsimonia el libro dejándolo sobre la mesita, y como no se quedó a su gusto lo empujó con los dedos un poco para alinearlo con una caja de madera labrada decorativa que había sobre ésta. Se levantó y se dirigió a la mesa recogiendo el plato sucio de Guerra con un gesto indolente y llevándolo al fregadero. Habían crecido en una extensa propiedad romana donde tenían ganado, cultivos y también servicio, pero no eran unos inútiles. Se puso a limpiar el plato, a lavarlo y secarlo con un paño.
- Sé que te preguntas qué soy. Técnicamente soy un vampiro. Pero como ya sabrás, mi hermano es el jinete Guerra, yo soy Muerte y mis hermanas son Hambre y Victoria. Todos tenemos nuestra misión y la cumpliremos sin vacilaciones ni quejas.
Se secó las manos con el paño y sacó un tarro de miel que había olvidado al cortar la fruta dejándolo al lado de Estrella. Se paseaba por la mesa y la cocina con esa suavidad liviana que hacía estremecer, era como si en vez de un hombre corpulento fuera los jirones de la capa de la propia Parca ondeando a su paso.
- ¿Qué esperas de mi hermano? ¿Amor? ¿comprensión?- clavó sus inquisitivos ojos azules en los de la joven mientras se lamía un dedo que se había manchado de miel pero a él le sabía a polvo rancio. Armagedon no andaba por las ramas cuando quería.- es mera curosidad. Los humanos me producís curiosidad a veces.
Se sentó al lado de Estrella pero pasando tras ella, cuando no había necesidad, era como un depredador acechando a su presa, siempre rondando sin dar tregua. No iba a comer nada así que sólo se dedicó a recolocar los platos que ya estaban bien puestos, pero es que era un maniático del orden. Le sirvió a la morena una taza de té humeante, le gustaba el olor que desprendían las infusiones; colocó en su plato una rebanada de pan que untó con mantequilla y le acercó dos tipos de mermeladas. No hacía falta que le dijera que esperaba que desayunase como estaba mandado, que él podría ser el peor comensal del mundo por no probar bocado y ser más tieso que el palo de una bandera, pero era muy buen anfitrión en el sentido de que había preparado de todo con mucho esmero.
- Spoiler:
- offrol: siendo la tardanza, las navidades han sido muy movidas.
Armagedon- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/11/2017
Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Se quedó en silencio al ver partir a Guerra y, mientras le fue posible, evitó mirar al hermano, no sólo a los ojos, sino a él directamente, cualquier parte de su cuerpo, ni siquiera se fijó en sus pies. Sin embargo, aquello no duró mucho, porque el jinete le dirigió la palabra y ella, aunque temerosa, nunca había sido una maleducada y desde niña le enseñaron que había que verse a los ojos cuando alguien te hablaba, a no ser que se tratase de la realeza y el protocolo exigiera que, por respeto, sus orbes siempre se centraran más abajo del rostro de su majestad. Así que, en cuanto la voz foránea alcanzó sus oídos, la enfermera alzó la cabeza y observó al de cabello claro con una mezcla entre timidez, pavor y curiosidad.
Se llevó ambas manos a cubrirse la zona del cráneo como si con ello pudiera evitar que las preguntas llegaran a molestar al contrario, lo cual, obviamente, era absurdo. Se acomodó como pudo en la silla, ya que con los nervios sentía que se escurría. En cuanto la palabra “vampiro” fue pronunciada, fue como si una campanita sonara en la lejanía. Recordó al ladrón de sangre que la había atacado en el hospital el día anterior en el almacén. Sintió un sudor frío recorrerle la columna vertebral y tembló en un breve espasmo. Se había quedado paralizada al pensar en aquello y había desconectado del presente, de la situación y el lugar en los que se hallaba y de la presencia ajena frente a ella, paseándose de un lado a otro con una extraña obsesión por la limpieza que le recordó a un doctor con el que había trabajado en el pasado. Negó rápidamente, no porque contestara a algo, sino para apartar de su mente el recuerdo pasado y centrarse en el ahora, justo en el momento en el que Muerte le preguntaba que qué esperaba de su hermano. -No lo sé.- Respondió con total sinceridad. No sabía siquiera si esperaba algo, menos aún el qué, de ser así. Cuando estaba con Guerra, se dejaba llevar en multitud de sentidos y no solía pensar demasiado en nada. Lo suyo le había costado controlarse cuando le curaba y él le pedía retozar como si no ocurriera nada. -Creo que no espero nada… pero no estoy segura.- Estrella era la primera en no comprender lo que ocurría con el jinete, en no saber si lo que sentía era algo que se pudiera calificar o algo intangible. Jamás había intimado con nadie hasta que conociera al lobo y, sin embargo, no sabiendo si era normal o no, desde que se separaron la primera vez que se había obsesionado con la sensación de vacío que la había consumido. Tal vez fuera algo normal después de entregarse carnalmente a alguien y ella, al no tener con quién hablarlo, le estuviera dando más importancia de la que tenía. -¿Se supone debería saberlo?- Sus ojos esmeraldas centelleaban esperando que el vampiro fuera capaz de aclarar sus dudas. Si tanta curiosidad sentía por los humanos, tal vez le hubiese formulado aquella pregunta, sabiendo cuál era la contestación adecuada.
Se llevó ambas manos a cubrirse la zona del cráneo como si con ello pudiera evitar que las preguntas llegaran a molestar al contrario, lo cual, obviamente, era absurdo. Se acomodó como pudo en la silla, ya que con los nervios sentía que se escurría. En cuanto la palabra “vampiro” fue pronunciada, fue como si una campanita sonara en la lejanía. Recordó al ladrón de sangre que la había atacado en el hospital el día anterior en el almacén. Sintió un sudor frío recorrerle la columna vertebral y tembló en un breve espasmo. Se había quedado paralizada al pensar en aquello y había desconectado del presente, de la situación y el lugar en los que se hallaba y de la presencia ajena frente a ella, paseándose de un lado a otro con una extraña obsesión por la limpieza que le recordó a un doctor con el que había trabajado en el pasado. Negó rápidamente, no porque contestara a algo, sino para apartar de su mente el recuerdo pasado y centrarse en el ahora, justo en el momento en el que Muerte le preguntaba que qué esperaba de su hermano. -No lo sé.- Respondió con total sinceridad. No sabía siquiera si esperaba algo, menos aún el qué, de ser así. Cuando estaba con Guerra, se dejaba llevar en multitud de sentidos y no solía pensar demasiado en nada. Lo suyo le había costado controlarse cuando le curaba y él le pedía retozar como si no ocurriera nada. -Creo que no espero nada… pero no estoy segura.- Estrella era la primera en no comprender lo que ocurría con el jinete, en no saber si lo que sentía era algo que se pudiera calificar o algo intangible. Jamás había intimado con nadie hasta que conociera al lobo y, sin embargo, no sabiendo si era normal o no, desde que se separaron la primera vez que se había obsesionado con la sensación de vacío que la había consumido. Tal vez fuera algo normal después de entregarse carnalmente a alguien y ella, al no tener con quién hablarlo, le estuviera dando más importancia de la que tenía. -¿Se supone debería saberlo?- Sus ojos esmeraldas centelleaban esperando que el vampiro fuera capaz de aclarar sus dudas. Si tanta curiosidad sentía por los humanos, tal vez le hubiese formulado aquella pregunta, sabiendo cuál era la contestación adecuada.
- Spoiler:
- No te preocupes, ya le dije a Guerra que no corría prisa x3
Última edición por Estrella Díaz el Mar Ene 09, 2018 3:19 am, editado 1 vez
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
El vampiro dejó las manos quietas sobre el mantel clavando aquella fría mirada sobre la morena, escrutando esos ojos que adornaban unos labios carnosos e incitadores al pecado. Acabó sonriendo con una media sonrisa, una de esas que no dejaba entrever bien si era irónica, feliz o simplemente era el resultado de un pensamiento íntimo que sólo él sabía descifrar.
- Así está escrito en el Apocalipsis capítulo 2, versículo 26: "Y al que venciere, y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré potestad sobre las naciones;y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero, como también yo la he recibido de mi Padre. Y le daré la estrella de la mañana."- hizo una pequeña pausa antes de proseguir con cierto tono sarcástico.- Creo que a mi hermano le han recompensado con su "estrella".- El juego de palabras le hacía mucha gracia, no tanto el pensar que Guerra estaba destinado a decidir el destino de naciones, quienes acabarían con quiénes y que esa tal Estrella era una humana blandengue, seguramente sensible, llena de sentimientos a priori nobles como la compasión; que si bien le servirían para eludirlo a él, no le servirían como apoyo a Guerra, que se pasaba la vida sembrando el caos y la destrucción.
Separó las manos de nuevo y se recostó en el respaldo de la silla.- típico de los humanos. No sabéis lo que queréis, no sabéis a dónde váis, no sabéis qué hacéis aquí...Por tu reacción diría que no soy el primer cainita que conoces. Bien, tan sólo te diré algo: no soy como ninguno de ellos. Yo soy la Muerte, y algún día iré a buscarte si no caes antes por la enfermedad o algún desafortunado evento, no es personal, es mi misión sagrada. Todo dependerá de ti, de tus actos; pero tranquila estás muy abajo en mi lista, excepto el pecado de Lujuria no huelo en ti la corrupción de la envidia, la soberbia o la pereza. Y por lo poco que desayunas, tampoco la gula.- Su mirada y su tono de voz solían infundir cierto terror en quienes se cruzaban en su camino, pero sencillamente estaba siendo "amable" a su manera, hospitalario, dándole conversación a la mujer. Pero es que el jinete del Apocalipsis era muy dedicado a su propósito divino y no tenía muchos más temas para conversar que non fueran ese, y socializar no era su fuerte.
- Así está escrito en el Apocalipsis capítulo 2, versículo 26: "Y al que venciere, y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré potestad sobre las naciones;y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero, como también yo la he recibido de mi Padre. Y le daré la estrella de la mañana."- hizo una pequeña pausa antes de proseguir con cierto tono sarcástico.- Creo que a mi hermano le han recompensado con su "estrella".- El juego de palabras le hacía mucha gracia, no tanto el pensar que Guerra estaba destinado a decidir el destino de naciones, quienes acabarían con quiénes y que esa tal Estrella era una humana blandengue, seguramente sensible, llena de sentimientos a priori nobles como la compasión; que si bien le servirían para eludirlo a él, no le servirían como apoyo a Guerra, que se pasaba la vida sembrando el caos y la destrucción.
Separó las manos de nuevo y se recostó en el respaldo de la silla.- típico de los humanos. No sabéis lo que queréis, no sabéis a dónde váis, no sabéis qué hacéis aquí...Por tu reacción diría que no soy el primer cainita que conoces. Bien, tan sólo te diré algo: no soy como ninguno de ellos. Yo soy la Muerte, y algún día iré a buscarte si no caes antes por la enfermedad o algún desafortunado evento, no es personal, es mi misión sagrada. Todo dependerá de ti, de tus actos; pero tranquila estás muy abajo en mi lista, excepto el pecado de Lujuria no huelo en ti la corrupción de la envidia, la soberbia o la pereza. Y por lo poco que desayunas, tampoco la gula.- Su mirada y su tono de voz solían infundir cierto terror en quienes se cruzaban en su camino, pero sencillamente estaba siendo "amable" a su manera, hospitalario, dándole conversación a la mujer. Pero es que el jinete del Apocalipsis era muy dedicado a su propósito divino y no tenía muchos más temas para conversar que non fueran ese, y socializar no era su fuerte.
Armagedon- Vampiro Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Ladeó la cabeza, confusa, al escuchar recitar cierto versículo del Apocalipsis. No comprendía a qué venía en mitad de su conversación el que hiciera mención a aquello, claro que, si lo pensaba bien, los hermanos decían ser los cuatro jinetes, y debían tener aquello muy arraigado en sus vidas si habían sido criados con esa ferviente creencia. Ella no era quién para decir qué eran o dejaban de ser, todos tenían una función en la vida, una misión, la propia Estrella incluida, claro que lo que ella pensaba que estaba destinada a hacer y la realidad, era algo que aún estaba por descubrirse. Sin embargo, al escuchar lo que añadió tras eso, la sorprendió, más por lo que podía significar que por el juego de palabras que había usado el vampiro. Aún así, no dijo nada al respecto, porque cuando no estaba segura de algo o podía llevar a malos entendidos, era mejor callar.
Le dio vueltas con la cucharita a su té, por hacer algo, ya que estaba tan nerviosa que sentía el estómago cerrado, aún y cuando se moría de hambre, tras más de un día entero sin comer, exceptuando los dos trocitos de fruta que se había llevado minutos antes a la boca. Las siguientes palabras de Muerte la dejaron un poco enfadada, y aunque era consciente que no era prudente llevarle la contraria a alguien como él, su impulsividad hizo que se saltara la recomendación de su cabeza y despegara los labios para rechistar, aunque no lo hiciera en tono desagradable. -Te equivocas en una cosa. Puede que no sepa si espero algo de Guerra, pero sé lo que hago aquí. No aquí en concreto…- Miró a su alrededor, haciendo referencia a la mansión en la que se empeñaban en retenerla. -Quiero decir a mi misión en la vida. Estoy aquí para ayudar en lo que pueda, para salvar vidas, acompañar enfermos en sus últimos días, animar a aquellos que han perdido a alguien, consolar a los niños que quedaron huérfanos… Tal vez no sea algo tan importante como lo vuestro, pero es importante para mí y para muchas personas que se sientes solas y desvalidas.- Como había hecho un comentario sobre lo poco que comía, se forzó a coger una de las tostadas que le había acercado antes y le puso mermelada de naranja amarga, manchándose los dedos al mirar al hombre en vez de lo que hacía. Se limpió con la servilleta tras chuparse los restos, por miedo a ensuciarla demasiado y arrugó la nariz por el sabor astringente, antes de darle un mordisco, lento y pausado, pues seguía sintiendo el estómago del tamaño de un cacahuete, aunque sus tripas rugieran como el más fiero de los leones, contradiciéndose.
Le dio vueltas con la cucharita a su té, por hacer algo, ya que estaba tan nerviosa que sentía el estómago cerrado, aún y cuando se moría de hambre, tras más de un día entero sin comer, exceptuando los dos trocitos de fruta que se había llevado minutos antes a la boca. Las siguientes palabras de Muerte la dejaron un poco enfadada, y aunque era consciente que no era prudente llevarle la contraria a alguien como él, su impulsividad hizo que se saltara la recomendación de su cabeza y despegara los labios para rechistar, aunque no lo hiciera en tono desagradable. -Te equivocas en una cosa. Puede que no sepa si espero algo de Guerra, pero sé lo que hago aquí. No aquí en concreto…- Miró a su alrededor, haciendo referencia a la mansión en la que se empeñaban en retenerla. -Quiero decir a mi misión en la vida. Estoy aquí para ayudar en lo que pueda, para salvar vidas, acompañar enfermos en sus últimos días, animar a aquellos que han perdido a alguien, consolar a los niños que quedaron huérfanos… Tal vez no sea algo tan importante como lo vuestro, pero es importante para mí y para muchas personas que se sientes solas y desvalidas.- Como había hecho un comentario sobre lo poco que comía, se forzó a coger una de las tostadas que le había acercado antes y le puso mermelada de naranja amarga, manchándose los dedos al mirar al hombre en vez de lo que hacía. Se limpió con la servilleta tras chuparse los restos, por miedo a ensuciarla demasiado y arrugó la nariz por el sabor astringente, antes de darle un mordisco, lento y pausado, pues seguía sintiendo el estómago del tamaño de un cacahuete, aunque sus tripas rugieran como el más fiero de los leones, contradiciéndose.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Escuchó a la enfermera hablar con pasión sobre su propósito en la vida. Eso le gustaba, cualquiera que tuviera esa determinación, algo tan claro sobre cómo iba a invertir sus efímeras horas, merecía al menos su respeto y consideración.
- dicen que los ideales son para la gente joven, porque los idealistas no llegan a viejos. Me gusta el candor que desprendes, crees que puedes ayudar a construir un mundo mejor; eso lo tenemos en común. Pero nosotros creemos que se conseguirá mediante una purga porque la peor enfermedad y la miseria más grande que aflige al ser humano es su propia naturaleza pecadora. Si todo el mundo fuera amable, considerado, respetuoso o compasivo no habría necesidad de un Apocalipsis, porque no habrían huérfanos abandonados, ni gente que moriría de enfermedades por no poder pagar un doctor, ni campesinos que se deslomaran trabajando la tierra para hacer rico a un codicioso, ni mujeres que tuvieran que vender sus cuerpos. Esta sociedad “civilizada” en la que crees vivir eso de todo menos civilizada. Es sórdida y cruel, hay más gente sintiéndose sola de lo crees, más miseria escondida en los rincones infrahumanos de lo que tus bonitos ojos contemplan. Y nosotros estamos aquí para acabar con ese sufrimiento, eso es todo. Un nuevo orden renacerá, un nuevo mundo más limpio emergerá. Y ahora deberías descansar un poco hasta que regrese mi hermano.
Se levantó de la mesa y alimentó la chimenea con otro leño, recogiendo su libro entre las manos y sentándose de nuevo a leer. - Yo me quedaré aquí hasta que regresen todos. Buenos días Estrella de la mañana.
- dicen que los ideales son para la gente joven, porque los idealistas no llegan a viejos. Me gusta el candor que desprendes, crees que puedes ayudar a construir un mundo mejor; eso lo tenemos en común. Pero nosotros creemos que se conseguirá mediante una purga porque la peor enfermedad y la miseria más grande que aflige al ser humano es su propia naturaleza pecadora. Si todo el mundo fuera amable, considerado, respetuoso o compasivo no habría necesidad de un Apocalipsis, porque no habrían huérfanos abandonados, ni gente que moriría de enfermedades por no poder pagar un doctor, ni campesinos que se deslomaran trabajando la tierra para hacer rico a un codicioso, ni mujeres que tuvieran que vender sus cuerpos. Esta sociedad “civilizada” en la que crees vivir eso de todo menos civilizada. Es sórdida y cruel, hay más gente sintiéndose sola de lo crees, más miseria escondida en los rincones infrahumanos de lo que tus bonitos ojos contemplan. Y nosotros estamos aquí para acabar con ese sufrimiento, eso es todo. Un nuevo orden renacerá, un nuevo mundo más limpio emergerá. Y ahora deberías descansar un poco hasta que regrese mi hermano.
Se levantó de la mesa y alimentó la chimenea con otro leño, recogiendo su libro entre las manos y sentándose de nuevo a leer. - Yo me quedaré aquí hasta que regresen todos. Buenos días Estrella de la mañana.
Armagedon- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/11/2017
Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Mientras seguía dándole lentos mordiscos al desayuno que Muerte le había preparado, algo que, pensándolo bien, no sonaba demasiado prometedor, escuchó lo que éste le decía. Estaba claro que lo que ambos pretendían era completamente opuesto aunque, supuestamente, buscaran el mismo fin. La enfermera era plenamente consciente que la peor enfermedad, no sólo para los hombres, sino para el planeta entero, era la propia humanidad pero, al mismo tiempo, eran ellos mismos los que lo podían salvar. Residía en el interior de cada uno el poder de tomar las decisiones correctas y, aunque no imposible, estaba más que claro lo difícil que podía ser una gesta como aquella. Y, sin embargo, exterminar aquellos que hacían mal, no le parecía la solución correcta, aunque no se lo iba a decir al vampiro, ni tampoco a Guerra. Ellos tenían su misión y la española no pensaba interponerse en ella.
Le dio un par de tragos más al té, que ahora ya estaba a una temperatura más que aceptable, y terminó lo que consideró era suficiente como para que el anfitrión no se sintiera ofendido ni le hiciera hincapié en lo poco que ingería. -Muchas gracias por el desayuno. Y... por dejar que me quede.- Aunque Estrella hubiese preferido marcharse, obviamente, pero que a pesar de todo le permitieran estar allí, seguía siendo un privilegio que estaba convencida no muchos podían permitirse. Se levantó tras dejar medio recogido su trozo de mesa, aunque sin querer tocar demasiado, no fuera a enfadarse el inmortal. -Con tu permiso, me retiraré a la estancia de tu hermano a descansar.- Hizo una cordial reverencia, no demasiado exagerada y subió por las escaleras hasta la habitación de Guerra, cerró una vez en el interior y se dejó caer con los brazos en cruz y boca arriba sobre la cama. Quedó mirando al techo, pensando en la locura que era todo desde que se hubiera cruzado por primera vez con el jinete. Terminó por entrarle frío y se envolvió cual oruga con la manta, hasta quedarse dormida. Las aventuras agotaban.
Le dio un par de tragos más al té, que ahora ya estaba a una temperatura más que aceptable, y terminó lo que consideró era suficiente como para que el anfitrión no se sintiera ofendido ni le hiciera hincapié en lo poco que ingería. -Muchas gracias por el desayuno. Y... por dejar que me quede.- Aunque Estrella hubiese preferido marcharse, obviamente, pero que a pesar de todo le permitieran estar allí, seguía siendo un privilegio que estaba convencida no muchos podían permitirse. Se levantó tras dejar medio recogido su trozo de mesa, aunque sin querer tocar demasiado, no fuera a enfadarse el inmortal. -Con tu permiso, me retiraré a la estancia de tu hermano a descansar.- Hizo una cordial reverencia, no demasiado exagerada y subió por las escaleras hasta la habitación de Guerra, cerró una vez en el interior y se dejó caer con los brazos en cruz y boca arriba sobre la cama. Quedó mirando al techo, pensando en la locura que era todo desde que se hubiera cruzado por primera vez con el jinete. Terminó por entrarle frío y se envolvió cual oruga con la manta, hasta quedarse dormida. Las aventuras agotaban.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Deborah y yo entramos por la puerta de la mansión, mi mano aferraba su brazo empujándola hacia el interior. Ojos ámbar que centelleaban plagados de rabia ira y adrenalina en una mezcla explosiva.
Armagedon no era un necio, elevó la mirada contemplarnos a uno y a otro de forma sucesiva con cara de interrogación.
-Estaba con Garion – dije rotundo sintiendo como la hechicera de un tirón se soltaba de mi agarre para dedicarme una mirada plagada de recelo.
Como dos niños enfadados una sucesión de reproches escapó de nuestros labios, ella me echaba en cara oler a depravación y a una humana que ademas había traído a casa, alegando que la quería fuera de allí, ya.
Yo de salvar la vida de nuestro enemigo, ese que también a mi me había herido.
La discusión se encrudeció tanto que Armagedon tuvo que interponerse entre los dos y acabamos con un “bien” entre gruñidos.
Deborah y yo teníamos un carácter temperamental, ella era caprichosa y yo demasiado dado a la impulsividad.
Un portazo por parte de mi hermana nos dejó a la muerte y a la guerra solos frente a la mesa.
-¿te lo puedes creer? -le dije airado dando vueltas en circulo a su alrededor como el depredador que era – Garion se me ha escapado por los pelos, si no lo hubiera sanado, ahora mismo estaría muerto y tendríamos una cosa menos de la que preocuparnos.
Hermano, Garion es asunto mio, yo lo convertí, parece que se le da bien esquivarte, porque mira la parca de frente y por unas o por otras sale ileso de todas ellas, iré, lo cazaré y esta vez me aseguraré de que expira su ultimo aliento de vida.
Armagedon no era un necio, elevó la mirada contemplarnos a uno y a otro de forma sucesiva con cara de interrogación.
-Estaba con Garion – dije rotundo sintiendo como la hechicera de un tirón se soltaba de mi agarre para dedicarme una mirada plagada de recelo.
Como dos niños enfadados una sucesión de reproches escapó de nuestros labios, ella me echaba en cara oler a depravación y a una humana que ademas había traído a casa, alegando que la quería fuera de allí, ya.
Yo de salvar la vida de nuestro enemigo, ese que también a mi me había herido.
La discusión se encrudeció tanto que Armagedon tuvo que interponerse entre los dos y acabamos con un “bien” entre gruñidos.
Deborah y yo teníamos un carácter temperamental, ella era caprichosa y yo demasiado dado a la impulsividad.
Un portazo por parte de mi hermana nos dejó a la muerte y a la guerra solos frente a la mesa.
-¿te lo puedes creer? -le dije airado dando vueltas en circulo a su alrededor como el depredador que era – Garion se me ha escapado por los pelos, si no lo hubiera sanado, ahora mismo estaría muerto y tendríamos una cosa menos de la que preocuparnos.
Hermano, Garion es asunto mio, yo lo convertí, parece que se le da bien esquivarte, porque mira la parca de frente y por unas o por otras sale ileso de todas ellas, iré, lo cazaré y esta vez me aseguraré de que expira su ultimo aliento de vida.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
La entrada "triunfal" de sus hermanos derivó en una cruda discusión en el salón de aquella casa. Armagedon conocía de sobra a Guerra y a Deborah, ambos con mucho carácter, ambos convencidos de que su opinión era la verdad universal y de que tenían derecho a imponer su voluntad sobre los demás. El jinete de la destrucción tenía razón en que muerto el perro se acabaron las pulgas. Pero por otro lado comprendía los mecanismos de la retorcida mente de la morena, y ella esperaba usar a Garion como medio para llegar a Canicus. Ambos tenían razón y ninguno la tenía a la vez. Con su habitual parsimonia, los dejó discutir y antes de que Deborah se largase dando un portazo le recordó que el desayuno estaba sobre la mesa. Probablemente en un rato saliera a degustarlo, el hambre siempre le corroía las tripas a la benjamina de la familia.
Escuchó a su hermano y se rascó la sien mientras retiraba un servicio de la mesa, ya que Estrella lo había dejado medio recogido, pero aún quedaba el hueco, y no le gustaban las mesas con huecos.
- Quizás Deb tenga razón en que puede llevarnos hasta Canicus. Tengo que meditarlo, hermano. Pero ten por seguro que si ha de encontrar la muerte será por tus manos, no por las mías. Estás cansado y herido. Descansa, he mandado a la Estrella de la mañana a dormir.
Ya la había rebautizado con ese nombre y así se iba a quedar. Por su parte el vampiro dejó todo dispuesto para que sus hermanos pudieran desayunar y descansar y se marchó a su cuarto. No tenía ventanas ni resquicio alguno por donde entrase la luz del sol. Se tumbó a oscuras mirando el techo, pensando en los recientes acontecimientos y repasando las últimas noches en las que todo pareecía volverse loco, sumirse en una vorágine de extraños sucesos que no sabía cómo encajar. Por lo pronto parecía que Guerra se había encaprichado de más con esa humana, que Deboraj tenía una extraña relación con Garion, y que en su cabeza flotaba la sonrisa de ese brujo engreído y no tenía claro por qué pasaba todo eso. Cerró los ojos murmurando una oración y dejó la mente en blanco abstrayéndose del mundo recordando la melodía de piano. Por fin un poco de paz, y el día siguiente pues ya sería otro día.
Escuchó a su hermano y se rascó la sien mientras retiraba un servicio de la mesa, ya que Estrella lo había dejado medio recogido, pero aún quedaba el hueco, y no le gustaban las mesas con huecos.
- Quizás Deb tenga razón en que puede llevarnos hasta Canicus. Tengo que meditarlo, hermano. Pero ten por seguro que si ha de encontrar la muerte será por tus manos, no por las mías. Estás cansado y herido. Descansa, he mandado a la Estrella de la mañana a dormir.
Ya la había rebautizado con ese nombre y así se iba a quedar. Por su parte el vampiro dejó todo dispuesto para que sus hermanos pudieran desayunar y descansar y se marchó a su cuarto. No tenía ventanas ni resquicio alguno por donde entrase la luz del sol. Se tumbó a oscuras mirando el techo, pensando en los recientes acontecimientos y repasando las últimas noches en las que todo pareecía volverse loco, sumirse en una vorágine de extraños sucesos que no sabía cómo encajar. Por lo pronto parecía que Guerra se había encaprichado de más con esa humana, que Deboraj tenía una extraña relación con Garion, y que en su cabeza flotaba la sonrisa de ese brujo engreído y no tenía claro por qué pasaba todo eso. Cerró los ojos murmurando una oración y dejó la mente en blanco abstrayéndose del mundo recordando la melodía de piano. Por fin un poco de paz, y el día siguiente pues ya sería otro día.
- Spoiler:
- Os dejo solos, sed buenos.
Armagedon- Vampiro Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Armagedon siempre era la cabeza pensante de este grupo de cuatro, quizás porque la muerte fuera serena y no tan caótica como la guerra.
Mi hermano era el final de todo, yo creo que el inicio y entre los dos nos comprendíamos de algún modo aunque no siempre nos compenetrábamos.
Mi hermana quería utilizar a Gario, pero por otra yo sospechaba que la fidelidad de los lobos no permitiría que traicionara a los suyos, yo mejor que nadie sabia ese sentimiento protector que nos gastábamos y él lo tenia para con los suyos, no para los jinetes a los que veía como una aberración.
Entre gruñidos subí las escaleras, según Armagedon Estrella estaba en mi habitación descansando.
Abrí la puerta con el ceño fruncido y resoplando, la situación me cabreaba de sobre manera, peor no tenia mas opción que esperar a que Armagedon deliberara, actuar en solitario me pondría en contra de Deborah y no era eso lo que quería, aunque con gusto desgarraría la yugular de ese lobo terminando de cuajo con el problema.
Me quité la camisola dejándola sobre una silla, las botas y me acerqué intentando no hacer ruido, aunque mi cabreo era tan aparente que no podía evitar gruñir a cada rato.
Frente a la cama llevé la mano al borde abriendo las mantas, colándome bajo estas buscando el contacto con la mujer que dormida me esperaba.
Rodeé con mi brazo su cintura, hundí mi cabeza en su pelo con los ojos cerrados, envolviéndome como un bálsamo me dejé embriagar de su esencia, olía francamente bien era extraño porque, estar con ella ahora me hacia sentir acompañado, como si de algún modo pudiera permitirme ser feliz, tener un propósito ademas de llevar la destrucción a este mundo.
Sabia que la tierra necesitaba una purga, pero...por esta noche solo me apetecía ser el lobo que era y no el jinete que le mundo necesitaba.
Mi hermano era el final de todo, yo creo que el inicio y entre los dos nos comprendíamos de algún modo aunque no siempre nos compenetrábamos.
Mi hermana quería utilizar a Gario, pero por otra yo sospechaba que la fidelidad de los lobos no permitiría que traicionara a los suyos, yo mejor que nadie sabia ese sentimiento protector que nos gastábamos y él lo tenia para con los suyos, no para los jinetes a los que veía como una aberración.
Entre gruñidos subí las escaleras, según Armagedon Estrella estaba en mi habitación descansando.
Abrí la puerta con el ceño fruncido y resoplando, la situación me cabreaba de sobre manera, peor no tenia mas opción que esperar a que Armagedon deliberara, actuar en solitario me pondría en contra de Deborah y no era eso lo que quería, aunque con gusto desgarraría la yugular de ese lobo terminando de cuajo con el problema.
Me quité la camisola dejándola sobre una silla, las botas y me acerqué intentando no hacer ruido, aunque mi cabreo era tan aparente que no podía evitar gruñir a cada rato.
Frente a la cama llevé la mano al borde abriendo las mantas, colándome bajo estas buscando el contacto con la mujer que dormida me esperaba.
Rodeé con mi brazo su cintura, hundí mi cabeza en su pelo con los ojos cerrados, envolviéndome como un bálsamo me dejé embriagar de su esencia, olía francamente bien era extraño porque, estar con ella ahora me hacia sentir acompañado, como si de algún modo pudiera permitirme ser feliz, tener un propósito ademas de llevar la destrucción a este mundo.
Sabia que la tierra necesitaba una purga, pero...por esta noche solo me apetecía ser el lobo que era y no el jinete que le mundo necesitaba.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Cuando llevaba unos minutos dormida, se percató que aún estaba vestida, y aunque sentía mucha pereza, con esfuerzo se quitó las botas y dejó que éstas cayeran al suelo por un lado de la cama. El resto se lo dejó puesto, además de porque estaba cansada, porque seguía sintiendo frío. Al parecer, se había acostumbrado de inmediato al calor que desprendía el jinete y ahora todo le parecía destemplado.
No supo el tiempo transcurrido cuando notó que el colchón de hundía y pronto la envolvía un calor que ya le resultaba familiar. De manera instintiva llevó su mano a recorrer el antebrazo que rodeaba su cintura, acariciando con la yema de los dedos aquella piel caliente. -Mhm…- Se revolvió un poco y con la torpeza de quien nunca se había movido en el abrazo de alguien en la cama, terminó por girar hasta quedar cara a cara o, más bien, nariz con clavícula. Pasó el brazo derecho bajo el foráneo, abrazando por el torso a Guerra y suspiró pesadamente. Notó cierto picor y frotó la punta de la nariz en el hombro del castaño, antes de, con los ojos aún cerrados, murmurar en tono adormilado. -¿La encontraste…?- Había visto muy preocupado al licántropo en el desayuno, por eso le había dejado marchar sin quejarse, aunque con la mirada le hubiese suplicado que no la dejara sola. Así que, ahora, deseaba saber si el lobo había logrado su propósito y traído a su hermana de regreso, sana y salva. La respuesta inicial fue un gruñido, lo que hizo que la española diera un breve respingo, sorprendida, y terminara por despegar los párpados en busca del rostro del muchacho. Sus pupilas estaban dilatadas por el sueño y como estaba todo cerrado y no había lumbre alguna en la estancia, sólo se empequeñecieron un par de milímetros en diámetro. No sabía si preguntar de nuevo o si quedarse callada. Lo cierto era que Estrella no era de las que hacía mutis y menos aún cuando algo le molestaba, así que sin miramientos y con la voz algo más despierta, formuló una nueva pregunta, esperando que, esta vez, le contestara con palabras. -¿Por qué estás de mal humor?- Alzó un poco sus cejas, lo que otorgó a la expresión de la enfermera cierta seriedad y firmeza en las palabras. Era una buena chica, pero también podía ser tozuda como una mula. Y sí quería saber algo, aunque costara, terminaría por averiguarlo.
No supo el tiempo transcurrido cuando notó que el colchón de hundía y pronto la envolvía un calor que ya le resultaba familiar. De manera instintiva llevó su mano a recorrer el antebrazo que rodeaba su cintura, acariciando con la yema de los dedos aquella piel caliente. -Mhm…- Se revolvió un poco y con la torpeza de quien nunca se había movido en el abrazo de alguien en la cama, terminó por girar hasta quedar cara a cara o, más bien, nariz con clavícula. Pasó el brazo derecho bajo el foráneo, abrazando por el torso a Guerra y suspiró pesadamente. Notó cierto picor y frotó la punta de la nariz en el hombro del castaño, antes de, con los ojos aún cerrados, murmurar en tono adormilado. -¿La encontraste…?- Había visto muy preocupado al licántropo en el desayuno, por eso le había dejado marchar sin quejarse, aunque con la mirada le hubiese suplicado que no la dejara sola. Así que, ahora, deseaba saber si el lobo había logrado su propósito y traído a su hermana de regreso, sana y salva. La respuesta inicial fue un gruñido, lo que hizo que la española diera un breve respingo, sorprendida, y terminara por despegar los párpados en busca del rostro del muchacho. Sus pupilas estaban dilatadas por el sueño y como estaba todo cerrado y no había lumbre alguna en la estancia, sólo se empequeñecieron un par de milímetros en diámetro. No sabía si preguntar de nuevo o si quedarse callada. Lo cierto era que Estrella no era de las que hacía mutis y menos aún cuando algo le molestaba, así que sin miramientos y con la voz algo más despierta, formuló una nueva pregunta, esperando que, esta vez, le contestara con palabras. -¿Por qué estás de mal humor?- Alzó un poco sus cejas, lo que otorgó a la expresión de la enfermera cierta seriedad y firmeza en las palabras. Era una buena chica, pero también podía ser tozuda como una mula. Y sí quería saber algo, aunque costara, terminaría por averiguarlo.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Un gruñido fue mi respuesta, estaba cabreado y ese tema me sacaba de mis casillas.
Noté como se giraba, deslizando su nariz por mi hombro, buscando el recoveco entre mis brazos para deslizar la yema de sus dedos por mi pecho buscando calmar a la bestia que anidaba dentro.
Cerré los ojos apoyando mi frente en la suya, me calmaba sentir su respiración suave contra mis labios, el modo que tenia de comprenderme aunque ni yo mismo lo hacia muchas veces.
-Si, la he encontrado -dije algo escueto, pero sus ojos abiertos como dos faros me dejaron claro que esa respuesta no serviría viendo mi estado.
Dejé escapar el aire pasado ante su siguiente pregunta, un par de gruñidos mas salieron guturales de mi garganta al recordar el motivo de mi cabreo.
-Estaba con Garion, el que hoy me ha herido. En la pelea lo he herido de muerte, le había arrancado media yugular, de no haber dado con mi hermana estaría muerto esta noche y nos hubiéramos quitado un problema de encima, pero Deborah a decidido salvar su vida y ahora alega que tiene planes para él.
También los tengo yo -Rugí furioso con los ojos ámbar -matarlo y enviarlo al infierno.
Me tumbé boca arriba mirando el techo, tratando de calmar mi agitada respiracion presa del momento.
La he traído a rastras hasta aquí, pero Armagedon lejos de darme la razón, se ha mantenido imparcial, como si entendiera los dos modos de ver esto y me ha dicho que necesitaba pensar ¿que tiene que pensar? -rugí de nuevo -darle muerte es lo único importante, casi me da caza esta noche, no es de fiar y aunque no dudo de las capacidades de mi hermana para jugar a las brujas y sus controles mentales, yo prefiero arrancarle la cabeza y acabar de una.
Todo lo hace para cabrearme, la conozco, es caprichosa y quiere enfadarme, castigarme.
La miré dándome cuenta de que estaba pagando mi frustración con ella, mis labios se acercaron a los ajenos depositando un suave beso en ellos.
-¿como te ha ido con mi hermano? -pregunté sin separar mi boca de la de ella, incitandola a darme un beso mas húmedo.
Noté como se giraba, deslizando su nariz por mi hombro, buscando el recoveco entre mis brazos para deslizar la yema de sus dedos por mi pecho buscando calmar a la bestia que anidaba dentro.
Cerré los ojos apoyando mi frente en la suya, me calmaba sentir su respiración suave contra mis labios, el modo que tenia de comprenderme aunque ni yo mismo lo hacia muchas veces.
-Si, la he encontrado -dije algo escueto, pero sus ojos abiertos como dos faros me dejaron claro que esa respuesta no serviría viendo mi estado.
Dejé escapar el aire pasado ante su siguiente pregunta, un par de gruñidos mas salieron guturales de mi garganta al recordar el motivo de mi cabreo.
-Estaba con Garion, el que hoy me ha herido. En la pelea lo he herido de muerte, le había arrancado media yugular, de no haber dado con mi hermana estaría muerto esta noche y nos hubiéramos quitado un problema de encima, pero Deborah a decidido salvar su vida y ahora alega que tiene planes para él.
También los tengo yo -Rugí furioso con los ojos ámbar -matarlo y enviarlo al infierno.
Me tumbé boca arriba mirando el techo, tratando de calmar mi agitada respiracion presa del momento.
La he traído a rastras hasta aquí, pero Armagedon lejos de darme la razón, se ha mantenido imparcial, como si entendiera los dos modos de ver esto y me ha dicho que necesitaba pensar ¿que tiene que pensar? -rugí de nuevo -darle muerte es lo único importante, casi me da caza esta noche, no es de fiar y aunque no dudo de las capacidades de mi hermana para jugar a las brujas y sus controles mentales, yo prefiero arrancarle la cabeza y acabar de una.
Todo lo hace para cabrearme, la conozco, es caprichosa y quiere enfadarme, castigarme.
La miré dándome cuenta de que estaba pagando mi frustración con ella, mis labios se acercaron a los ajenos depositando un suave beso en ellos.
-¿como te ha ido con mi hermano? -pregunté sin separar mi boca de la de ella, incitandola a darme un beso mas húmedo.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Escuchó con atención al jinete, que estaba claramente mosqueado. Al menos, su hermana estaba a salvo, aunque al parecer acompañada de una mala pieza que a Guerra lo tenía a punto de sacar las garras de nuevo. La española intentó calmarle, dejándole hablar, permitiendo que se tumbara boca arriba, pero sin dejar de recorrerle el torso con los dedos, notando como la herida, la cual la sangre del vampiro había casi cerrado, estaba cerrada y sólo quedaba la forma abultada de una cicatriz bien curada. La enfermera estaba claramente en contra de matar, fuera cual fuera el motivo, pero ya era consciente del modo en que los cuatro hermanos hacían las cosas, aunque sólo hubiese visto actuar al castaño. Y si bien estaba en contra del exterminio de vidas, el lobo había salvado la de ella en tres ocasiones ya, sin contar el ataque de aquel tal Garion.
Ella era hija única y no comprendía el tipo de relación que se formaba entre hermanos, aunque sí lo había visto en otros, como los niños de los hospitales y orfanatos. Tal vez no fueran familia de sangre algunos, pero el vínculo que creaban era claramente uno muy parecido. Empezaba a saber de qué pie cojeaba el muchacho y si su hermana tenía la mitad de su carácter, estaba claro que debían discutir más de lo que hablaban. Le dejó terminar, a veces escuchar era la mejor ayuda que se podía ofrecer, sobre todo cuando no tenías nada bueno que aportar o sabías que lo que dijeras, podría incluso empeorar la situación.
Se quedó mirando los orbes ajenos cuando quedaron de nuevo cara a cara, sintiendo el ardiente aliento del lobo contra sus labios. Apretó ella los suyos ante el interrogante que le fue formulado, incómoda. -Me hizo algunas preguntas que no supe contestar…- Tampoco sabía muy bien cómo explicárselo a Guerra, sobre todo porque a raíz de aquello, habían surgido dudas en la mente de la española. ¿Qué esperaba de él? ¿Esperaba algo? En teoría, si estaba a su lado y dada la naturaleza poco altruista de la humanidad, era lógico pensar que así era. Pero Estrella no creía estar compartiendo tiempo y espacio con el licántropo a cambio de algo. De hecho, era ella quien le debía mucho a él por haberla sacado de líos en diversas ocasiones ya. Le había salvado el cuello, el culo y a saber qué extremidades. Había sido herido por su culpa, había arriesgado su vida y pospuesto su misión para tenerla a salvo. Subió la mano a acariciar la mejilla ajena, despacio, mientras sus esmeraldas se perdían en los ámbar y poco a poco terminó de unir sus bocas, dándole otro beso al jinete, llevada por muchos sentimientos que se le arremolinaban en la boca del estómago, algunos de los cuales, la muchacha sería incapaz de describir.
Ella era hija única y no comprendía el tipo de relación que se formaba entre hermanos, aunque sí lo había visto en otros, como los niños de los hospitales y orfanatos. Tal vez no fueran familia de sangre algunos, pero el vínculo que creaban era claramente uno muy parecido. Empezaba a saber de qué pie cojeaba el muchacho y si su hermana tenía la mitad de su carácter, estaba claro que debían discutir más de lo que hablaban. Le dejó terminar, a veces escuchar era la mejor ayuda que se podía ofrecer, sobre todo cuando no tenías nada bueno que aportar o sabías que lo que dijeras, podría incluso empeorar la situación.
Se quedó mirando los orbes ajenos cuando quedaron de nuevo cara a cara, sintiendo el ardiente aliento del lobo contra sus labios. Apretó ella los suyos ante el interrogante que le fue formulado, incómoda. -Me hizo algunas preguntas que no supe contestar…- Tampoco sabía muy bien cómo explicárselo a Guerra, sobre todo porque a raíz de aquello, habían surgido dudas en la mente de la española. ¿Qué esperaba de él? ¿Esperaba algo? En teoría, si estaba a su lado y dada la naturaleza poco altruista de la humanidad, era lógico pensar que así era. Pero Estrella no creía estar compartiendo tiempo y espacio con el licántropo a cambio de algo. De hecho, era ella quien le debía mucho a él por haberla sacado de líos en diversas ocasiones ya. Le había salvado el cuello, el culo y a saber qué extremidades. Había sido herido por su culpa, había arriesgado su vida y pospuesto su misión para tenerla a salvo. Subió la mano a acariciar la mejilla ajena, despacio, mientras sus esmeraldas se perdían en los ámbar y poco a poco terminó de unir sus bocas, dándole otro beso al jinete, llevada por muchos sentimientos que se le arremolinaban en la boca del estómago, algunos de los cuales, la muchacha sería incapaz de describir.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Detuve mis besos al darme cuenta de que Estrella parecía albergar dudas, que mi hermano debía haberle hecho preguntas que era incapaz de solventar por si sola.
-¿que no has sabido responder? -pregunté hundiendo mis pardos en sus dos estrellas.
Llevaba una noche de mierda, mi hermana había osado desafiarme y ahora Estrella parecía dudar de estar en esa habitación conmigo.
Airado me levanté de al cama y abrí la puerta con un gruñido.
-Pues vete ¿es eso?
Estaba pagandolo con ella pero francamente cuando llegaba a este punto perdía todo el auto-control, había intentado estar sereno, perderme en su piel, paladear sus besos, peor no se porque hoy mis hermanos se esforzaban en tocarme las pelotas a dos manos.
-¡Armagedon! -rugí ofuscado
Al parecer no solo tenia que deliberar sobre que hacer con Garion ,algo que de por si ya me cabreaba demasiado porque yo lo convertí en la bestia que era y veía justo que fuera yo quien le diera el golpe de gracia claro que mi hermana quería controlarlo, pero.. ¿no había lobos a los que usar de mascota que tenia que ser Garion.
Lo hacia para sacarme de mis casillas, como venganza por el ultraje que ella sentía al perderme entre las piernas de una humana.
Rugí fuera de mi con los ámbar fijos en los de esa mujer que no tenia la culpa de absolutamente nada mas que decirme que “no sabia como responder a las preguntas de mi hermano”
-¡Armagedon! -gruñí furioso
Él me había hablado de un beso con un hechicero y aunque a mi no me había hecho la menor gracia había tratado de controlar mi rabia y ahora él ¿por que se metía entre lo que yo tenia con Estrella?
-¿que te ha preguntado? -rugí fuera de mis casillas.
-¿que no has sabido responder? -pregunté hundiendo mis pardos en sus dos estrellas.
Llevaba una noche de mierda, mi hermana había osado desafiarme y ahora Estrella parecía dudar de estar en esa habitación conmigo.
Airado me levanté de al cama y abrí la puerta con un gruñido.
-Pues vete ¿es eso?
Estaba pagandolo con ella pero francamente cuando llegaba a este punto perdía todo el auto-control, había intentado estar sereno, perderme en su piel, paladear sus besos, peor no se porque hoy mis hermanos se esforzaban en tocarme las pelotas a dos manos.
-¡Armagedon! -rugí ofuscado
Al parecer no solo tenia que deliberar sobre que hacer con Garion ,algo que de por si ya me cabreaba demasiado porque yo lo convertí en la bestia que era y veía justo que fuera yo quien le diera el golpe de gracia claro que mi hermana quería controlarlo, pero.. ¿no había lobos a los que usar de mascota que tenia que ser Garion.
Lo hacia para sacarme de mis casillas, como venganza por el ultraje que ella sentía al perderme entre las piernas de una humana.
Rugí fuera de mi con los ámbar fijos en los de esa mujer que no tenia la culpa de absolutamente nada mas que decirme que “no sabia como responder a las preguntas de mi hermano”
-¡Armagedon! -gruñí furioso
Él me había hablado de un beso con un hechicero y aunque a mi no me había hecho la menor gracia había tratado de controlar mi rabia y ahora él ¿por que se metía entre lo que yo tenia con Estrella?
-¿que te ha preguntado? -rugí fuera de mis casillas.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Todo ocurrió tan deprisa que no tuvo tiempo ni de retener al lobo en la cama y hablar. ¿Qué estaba ocurriendo? Ni siquiera le había dicho de lo que habían hablado y, sin motivo alguno, le estaba diciendo que se fuera. Se incorporó de inmediato, con el rostro lleno de confusión y sus grandes orbes titilando. Los gritos del jinete resonaban en la estancia y seguro lo hacían por toda la casa. Se levantó tan rápido como pudo y corrió a sujetar el brazo del castaño, tirando de él para que se alejara de la puerta, peleando con él para que la cerrara. -¿Crees que si quisiera irme te hubiese esperado dormida en tu cama?- Sinceramente, le dolía que pensara que era capaz de algo semejante, porque aunque no supiera lo que podía esperar de alguien como el licántropo, si seguía allí era porque quería. Podría haber intentado huir por la ventana, no sería la primera vez que se escapaba de algún lugar que se anunciaba como una fortaleza y al final no lo era.
Llevó una mano al rostro foráneo, no fue una caricia, sino una demanda para que la mirara a los ojos. Quería que supiera con quién hablaba, que dejara su rabia sinsentido a un lado y se centrara en la mujer que permanecía junto a él y tenía la intención de tranquilizarle. -¿Quieres saber lo que me preguntó?- Dijo en tono de voz firme y alto, pareciendo casi enojada. La situación la estaba alterando a ella, que siempre era un mar en calma. -Me preguntó que qué es lo que espero de ti. Y, sinceramente, no lo sé.- Rápidamente le selló los labios con la mano, aún a riesgo de que se la mordiera dado su estado actual de ánimo. Pero ella tenía pensado seguir y él no iba a interrumpirla a pesar de los gruñidos que soltaba. -Eres un lobo y yo soy humana. Tu misión en la vida es traer el caos, hacer una purga, abrirle camino al Apocalipsis… Y el mío es salvar vidas, ayudar, consolar. Somos polos opuestos, Guerra…- Su tono de voz fue menguando, ya no sonaba tan enfadada, ni tan tensa. Y no era que hubiera perdido fuerzas, sino que los sentimientos la dominaban y estos cambiaban con cada palabra que pronunciaba. -Y, a pesar de ello, quiero estar contigo… si tú me dejas. No sé lo que tú esperas tampoco de mí. Somos dos seres perdidos en un encuentro, sin rumbo, sin brújula, sin mapa… Pero no estamos solos.- Tal vez sus palabras carecieran de sentido, porque no las pensaba, brotaban de sus labios como un susurro, un cuento, una súplica. -Podemos avanzar juntos ¿no?- Miró al italiano con sus grandes ojos de cervatillo, esperando que la comprendiera.
Llevó una mano al rostro foráneo, no fue una caricia, sino una demanda para que la mirara a los ojos. Quería que supiera con quién hablaba, que dejara su rabia sinsentido a un lado y se centrara en la mujer que permanecía junto a él y tenía la intención de tranquilizarle. -¿Quieres saber lo que me preguntó?- Dijo en tono de voz firme y alto, pareciendo casi enojada. La situación la estaba alterando a ella, que siempre era un mar en calma. -Me preguntó que qué es lo que espero de ti. Y, sinceramente, no lo sé.- Rápidamente le selló los labios con la mano, aún a riesgo de que se la mordiera dado su estado actual de ánimo. Pero ella tenía pensado seguir y él no iba a interrumpirla a pesar de los gruñidos que soltaba. -Eres un lobo y yo soy humana. Tu misión en la vida es traer el caos, hacer una purga, abrirle camino al Apocalipsis… Y el mío es salvar vidas, ayudar, consolar. Somos polos opuestos, Guerra…- Su tono de voz fue menguando, ya no sonaba tan enfadada, ni tan tensa. Y no era que hubiera perdido fuerzas, sino que los sentimientos la dominaban y estos cambiaban con cada palabra que pronunciaba. -Y, a pesar de ello, quiero estar contigo… si tú me dejas. No sé lo que tú esperas tampoco de mí. Somos dos seres perdidos en un encuentro, sin rumbo, sin brújula, sin mapa… Pero no estamos solos.- Tal vez sus palabras carecieran de sentido, porque no las pensaba, brotaban de sus labios como un susurro, un cuento, una súplica. -Podemos avanzar juntos ¿no?- Miró al italiano con sus grandes ojos de cervatillo, esperando que la comprendiera.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Estrella saltó de la cama, con mas sentido común del que yo ostentaba en ese momento donde la ira me reclamaba.
Había pasado una noche complicada, mi hermana Deborah había salvado la vida de Garion, el inquisidor que como un sabueso nos seguía el rastro para matarnos y darnos caza. Siempre tuve algo con él pendiente, pues como las ratas tendía a sobrevivir de las circunstancias mas adversas. Esta era la segunda vez que lo dejaba medio muerto, no habría una tercera, juraba ante mi dios que el tercer encuentro seria el definitivo entre los dos.
La mano de la muchacha tomó mi mentón con una caricia velada que no pretendía mas que calmar mi desasosiego.
-No lo se, quizás estabas durmiendo porque Armagedon no te ha dejado irte -gruñí en mi defensa.
Acarició mi rostro negando, como si me equivocara en las conclusiones sacadas.
Con la paciencia de la que esa mujer hacia gala me explicó exactamente de lo que había hablado con mi hermano, mis ojos se perdían en sus dos amaneceres que ahora parecían mostrar cierta inseguridad pues no tenia respuestas ante las preguntas.
-Tampoco yo se que espero -confesé poniendo cordura a aquello. -soy un jinete, mi deber es traer el apocalipsis, como bien dices purgar de este mundo a todos aquellos que no lo merecen y tu por contra eres vida, te encargas de devolverla sin juzgar si ese al que se la das la merece.
Somos el día y la noche, tu luz eclipsa mi oscuridad y no se hasta donde llegará esto, ni siquiera se si lo mas adecuado seria dejarte salir por la puerta que sostengo entre mi manos.
Puerta que cerré de un portazo.
-Pero...hoy te necesito, aquí, conmigo y si quieres podemos averiguar juntos si esto nos lleva a algun sitio.
Yo no se nada acerca de las relaciones, estoy muy unido a mis hermanos, en el caso de Aramgedon es muy evidente el vinculo que existe entre los dos, pero con Deborah es algo mas complicado.
Tiré de su brazo hasta que nuestros cuerpos quedaron pegados, la abracé inclinándome ligeramente para poder hundir mi cabeza entre los lacios mechones de su pelo.
Por su yugular deslicé mis labios despacio, embriagándome de su olor.
-Nací para crear caos por allí donde pisara. ¿quizás tu nacieras para darme paz? Es lo que siento cuando te abrazo o te beso -ladeé la sonrisa .no tanto cuando estamos en el lecho -bromeé llevándome un manotazo en el pecho por romper el momento.
Aunque ahora estaba mas calmado, no podía olvidar que Garion seguía con vida, era un peligro que pensaba erradicar.
Había pasado una noche complicada, mi hermana Deborah había salvado la vida de Garion, el inquisidor que como un sabueso nos seguía el rastro para matarnos y darnos caza. Siempre tuve algo con él pendiente, pues como las ratas tendía a sobrevivir de las circunstancias mas adversas. Esta era la segunda vez que lo dejaba medio muerto, no habría una tercera, juraba ante mi dios que el tercer encuentro seria el definitivo entre los dos.
La mano de la muchacha tomó mi mentón con una caricia velada que no pretendía mas que calmar mi desasosiego.
-No lo se, quizás estabas durmiendo porque Armagedon no te ha dejado irte -gruñí en mi defensa.
Acarició mi rostro negando, como si me equivocara en las conclusiones sacadas.
Con la paciencia de la que esa mujer hacia gala me explicó exactamente de lo que había hablado con mi hermano, mis ojos se perdían en sus dos amaneceres que ahora parecían mostrar cierta inseguridad pues no tenia respuestas ante las preguntas.
-Tampoco yo se que espero -confesé poniendo cordura a aquello. -soy un jinete, mi deber es traer el apocalipsis, como bien dices purgar de este mundo a todos aquellos que no lo merecen y tu por contra eres vida, te encargas de devolverla sin juzgar si ese al que se la das la merece.
Somos el día y la noche, tu luz eclipsa mi oscuridad y no se hasta donde llegará esto, ni siquiera se si lo mas adecuado seria dejarte salir por la puerta que sostengo entre mi manos.
Puerta que cerré de un portazo.
-Pero...hoy te necesito, aquí, conmigo y si quieres podemos averiguar juntos si esto nos lleva a algun sitio.
Yo no se nada acerca de las relaciones, estoy muy unido a mis hermanos, en el caso de Aramgedon es muy evidente el vinculo que existe entre los dos, pero con Deborah es algo mas complicado.
Tiré de su brazo hasta que nuestros cuerpos quedaron pegados, la abracé inclinándome ligeramente para poder hundir mi cabeza entre los lacios mechones de su pelo.
Por su yugular deslicé mis labios despacio, embriagándome de su olor.
-Nací para crear caos por allí donde pisara. ¿quizás tu nacieras para darme paz? Es lo que siento cuando te abrazo o te beso -ladeé la sonrisa .no tanto cuando estamos en el lecho -bromeé llevándome un manotazo en el pecho por romper el momento.
Aunque ahora estaba mas calmado, no podía olvidar que Garion seguía con vida, era un peligro que pensaba erradicar.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Miró la puerta cuando el jinete dijo de dejarla marchar, pero incluso antes de que éste la cerrara de un golpe, ella se aferró con más fuerza al brazo que sostenía con su zurda, apretando los dedos sobre la piel ajena. Le escuchó seguir hablando y asintió a la idea de averiguar juntos si lo que les unía llevaba a alguna parte. Y aunque quiso decir algo, no fue hasta que estuvo entre los brazos del castaño y con los ojos cerrados, sintiendo el calor que éste desprendía y que inundaba cada milímetro del cuerpo de la española, que despegó sus labios para contestar. -Tampoco yo sé nada de relaciones… y ni siquiera tengo hermanos para comprender las complicaciones que ese tipo de vínculo puedan acarrear.- Ella no sabía que no les unía la sangre, no lo había preguntado y el lobo no se lo había dicho, así que la enfermera no tenía motivos para dudar sobre lo que unía a esos cuatro seres cuya misión era demasiado compleja de comprender para una simple humana.
Se estremeció con el paso del aliento foráneo sobre su cuello, notando cómo se le erizaba el vello de la nuca y la piel de sus antebrazos. Buscó la mirada de Guerra con sus dos esmeraldas y le golpeó en el pecho cuando pasó de decir algo bonito a una tontería sobre sexo. Le dio una especie de gruñido de advertencia, lo que sonó más como un cachorro intentando hacerlo por primera vez que no a lo que ella pretendía. Al escucharse a sí misma, se ruborizó y, rápidamente, ocultó el rostro contra el pecho ajeno. -Mira las cosas que me obligas a hacer…- Le culpabilizó, obviamente sin decirlo seriamente, pues había sido un impulso de Estrella el actuar de tal modo, sin pensarlo, sin ser consciente de lo ridículo que podía ser cuando externalizara algo que, en su mente sonaba bien, pero en lo que no tenía ninguna práctica.
Rodeó el torso del castaño con las manos, hasta que los dedos se tocaron a la espalda de éste, acariciando la bronceada piel del licántropo con las yemas. Suspiró, intentando recobrar la compostura y abandonar la vergüenza, antes de alzar poco a poco la cabeza y mirarle de nuevo a los ojos, con sus orbes verdosos brillantes de pupilas ligeramente dilatadas. -¿Por qué no volvemos a la cama? Estoy descalza y empiezo a tener frío en los pies…- Murmuró, intentando impregnarse del calor ajeno, de su olor, de su presencia que, aunque sin comprender ninguno de los dos el porqué, la reconfortaba.
Se estremeció con el paso del aliento foráneo sobre su cuello, notando cómo se le erizaba el vello de la nuca y la piel de sus antebrazos. Buscó la mirada de Guerra con sus dos esmeraldas y le golpeó en el pecho cuando pasó de decir algo bonito a una tontería sobre sexo. Le dio una especie de gruñido de advertencia, lo que sonó más como un cachorro intentando hacerlo por primera vez que no a lo que ella pretendía. Al escucharse a sí misma, se ruborizó y, rápidamente, ocultó el rostro contra el pecho ajeno. -Mira las cosas que me obligas a hacer…- Le culpabilizó, obviamente sin decirlo seriamente, pues había sido un impulso de Estrella el actuar de tal modo, sin pensarlo, sin ser consciente de lo ridículo que podía ser cuando externalizara algo que, en su mente sonaba bien, pero en lo que no tenía ninguna práctica.
Rodeó el torso del castaño con las manos, hasta que los dedos se tocaron a la espalda de éste, acariciando la bronceada piel del licántropo con las yemas. Suspiró, intentando recobrar la compostura y abandonar la vergüenza, antes de alzar poco a poco la cabeza y mirarle de nuevo a los ojos, con sus orbes verdosos brillantes de pupilas ligeramente dilatadas. -¿Por qué no volvemos a la cama? Estoy descalza y empiezo a tener frío en los pies…- Murmuró, intentando impregnarse del calor ajeno, de su olor, de su presencia que, aunque sin comprender ninguno de los dos el porqué, la reconfortaba.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Edad : 31
Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Mi nariz se deslizó por su cuello, un gesto muy lobuno, Estrella tenia frio, me pedía ir a la cama aunque no sabia bien si para que le diera guerra o para seguir durmiendo como estaba haciendo antes de mi arranque.
Caminé descalzo por el suelo y la dejé caer con suavidad sobre el lecho.
-Métete bajo las mantas, echaré un par de leños al fuego para que se caldeé mas la habitación, mi temperatura es mas alta que la tuya y yo no tengo frio.
Eso y que la adrenalina que corría ahora mismo por mis venas me hacia arder de rabia e ira.
Me agaché frente a la lumbre dejando caer sobre las llamas un par de troncos, las luces naranjas lamían mi cuerpo desnudo bajo la atenta mirada de Estrella.
-Aquí se está caliente, quieres que abra una botella de vino y bebamos frente a la lumbre.
Una alfombra de piel de oso quedaba extendida justo enfrente, sabia que la conversación con mi hermano la había hecho plantearse dudas.
Me acerqué a ella con una picara sonrisa, aun envuelta en la manta atrapé su frágil y ligero cuerpo para acercarla a la lumbre.
-Voy por la botella -dije sin dejarla replicar.
Mi hermano dormía, Deborah después de la noche que había tenido de seguro también lo hacia y a Victoria no la había visto, así que ni me molesté en vestirme, bajé corriendo, atrapé un par de copas de la cocina, una botella de la bodega y volví a encaramarme escaleras arriba para encontrarme con la mirada de Estrella.
Me acerqué a ella y llené sendas copas tendiéndole una. Deje la botella a un lado, y me colé bajo las mantas con ella acariciando despacio su piel.
Besé su cuello, recorriendolo con mi lengua, arrastrando mis dientes entre gruñidos.
-Mis hermanos y yo no somos hermanos de sangre -susurré en su oído meciendo su pelo con mi aliento.
Apoyó su espalda en mi pecho enlazando nuestras manos, las llamas se reflejaban en sus dos enormes faros - “padre” acogió cuatro niños de distintos lugares, supongo buscó que estuviéramos las características necesarias para poder convertirnos en lo que somos, jinetes del Apocalipsis.
Armagedon y yo eramos humanos hasta que padre trajo a casa dos seres de la noche que nos mordieron a ambos.
¿Entiendes? Hemos sido creados, somos todo cuanto tenemos, los unos a los otros.
Mi boca buscó la suya por encima de su hombro, paladeé ese sabor afrutado del vino. No pedí permiso, mi lengua atravesó el precipicio de sus labios hambrienta, enredándose con la ajena primero calma, después con mas rudeza.
Estrella era una mujer preciosa, demasiado pura para estar con una bestia y aunque yo era un jinete, para traer la purga a veces tenias que convertirte en oscuridad.
-No se que será de mi destino Estrella -susurré en el instante en el que tomé aire antes de volver a perderme en su boca de forma ansiosa.
Caminé descalzo por el suelo y la dejé caer con suavidad sobre el lecho.
-Métete bajo las mantas, echaré un par de leños al fuego para que se caldeé mas la habitación, mi temperatura es mas alta que la tuya y yo no tengo frio.
Eso y que la adrenalina que corría ahora mismo por mis venas me hacia arder de rabia e ira.
Me agaché frente a la lumbre dejando caer sobre las llamas un par de troncos, las luces naranjas lamían mi cuerpo desnudo bajo la atenta mirada de Estrella.
-Aquí se está caliente, quieres que abra una botella de vino y bebamos frente a la lumbre.
Una alfombra de piel de oso quedaba extendida justo enfrente, sabia que la conversación con mi hermano la había hecho plantearse dudas.
Me acerqué a ella con una picara sonrisa, aun envuelta en la manta atrapé su frágil y ligero cuerpo para acercarla a la lumbre.
-Voy por la botella -dije sin dejarla replicar.
Mi hermano dormía, Deborah después de la noche que había tenido de seguro también lo hacia y a Victoria no la había visto, así que ni me molesté en vestirme, bajé corriendo, atrapé un par de copas de la cocina, una botella de la bodega y volví a encaramarme escaleras arriba para encontrarme con la mirada de Estrella.
Me acerqué a ella y llené sendas copas tendiéndole una. Deje la botella a un lado, y me colé bajo las mantas con ella acariciando despacio su piel.
Besé su cuello, recorriendolo con mi lengua, arrastrando mis dientes entre gruñidos.
-Mis hermanos y yo no somos hermanos de sangre -susurré en su oído meciendo su pelo con mi aliento.
Apoyó su espalda en mi pecho enlazando nuestras manos, las llamas se reflejaban en sus dos enormes faros - “padre” acogió cuatro niños de distintos lugares, supongo buscó que estuviéramos las características necesarias para poder convertirnos en lo que somos, jinetes del Apocalipsis.
Armagedon y yo eramos humanos hasta que padre trajo a casa dos seres de la noche que nos mordieron a ambos.
¿Entiendes? Hemos sido creados, somos todo cuanto tenemos, los unos a los otros.
Mi boca buscó la suya por encima de su hombro, paladeé ese sabor afrutado del vino. No pedí permiso, mi lengua atravesó el precipicio de sus labios hambrienta, enredándose con la ajena primero calma, después con mas rudeza.
Estrella era una mujer preciosa, demasiado pura para estar con una bestia y aunque yo era un jinete, para traer la purga a veces tenias que convertirte en oscuridad.
-No se que será de mi destino Estrella -susurré en el instante en el que tomé aire antes de volver a perderme en su boca de forma ansiosa.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Aunque ella seguía con la ropa puesta, era cierto que la diferencia de temperatura entre ambos era mucha y no sólo de un par de grados, a veces, la española, tenía la sensación de que el lobo ardía bajo sus caricias. Seguramente era una percepción errónea, pero eso no evitaba que así lo notara cuando le tocaba. Así que una vez en la cama, agarró la manta y se envolvió con ella hasta parecer casi un gusano de seda. Le parecía buena idea que encendiera el fuego, aunque Estrella lo que quería era que el jinete la abrazara. Claro que pedir algo así no era fácil, al menos no lo era para la enfermera.
Al cambiar de la cama a la gruesa alfombra de piel de animal, no tardó en alcanzarla el calor del fuego, no porque éste hubiera caldeado ya la estancia, sino por la cercanía con las danzantes llamas. Siguió al licántropo con la mirada cuando éste desapareció desnudo por la puerta y suspiró, centrando sus esmeraldas en el baile rojizo que tenía lugar en la chimenea. Al escuchar regresar las zancadas, giró la cabeza hacia la puerta, encontrándose con una silueta que ya conocía bien y que creía poder reconocer usando únicamente caricias y a ciegas. Tomó la copa al extender la diestra hacia arriba, mas la dejó a un lado para levantar las mantas y que Guerra pudiera meterse debajo con ella. Hizo bien en apartar la bebida, porque en cuanto el rostro ajeno se pegó a su cuello, la chica se estremeció y apretó con fuerza la tela entre sus manos, aunque él pronto las tomó entre las suyas al rodear el cuerpo de la enfermera con sus brazos y piernas, dejando que ella se recostara contra su pecho mientras el castaño se abría y le contaba cosas de él que, Estrella estaba convencida, no le había contado a mucha gente. Que le hablara de ser hermanos adoptivos no le sorprendió aunque de primeras hubiera creído que tenían relación de sangre, a fin de cuentas, ella había estado en muchos orfanatos y sabía cómo funcionaban aquel tipo de cosas. Mas que hubiera alguien tan cruel y loco como para criar a cuatro niños y someterles a sus creencias, obligándoles incluso a convertirse en seres sobrenaturales para llevar a cabo una purga en la Tierra… Era algo excesivamente retorcido y horrible, algo que la española no podía comprender o, tal vez, no deseara hacerlo.
Quería hablar, pero no tenía palabras que salieran de su boca, además que los labios del jinete le robaban constantemente el aliento con sus besos. Intentó tomar algo de distancia con el rostro foráneo, dando una bocanada de aire. -Nadie conoce su destino…- Logró murmurar al fin, con sus ojos verdes titilando al observar los ámbar del muchacho que la contemplaban de un modo que ella aún no sabía descifrar. -Todos tenemos uno y a veces creemos tenerlo claro… pero el tiempo puede cambiarlo todo.- Acarició de nuevo el rostro ajeno, dejando que sus yemas sintieran el cosquilleo de la barba del italiano. -Nuestras misiones colisionan, es cierto, pero estoy segura que al final todo caerá en su lugar, sea uno u otro.- Suspiró, pegando su frente a los belfos del joven, dejando caer los párpados. -Lo único que sé es que estar contigo me hace sentir intensamente la vida...-
Al cambiar de la cama a la gruesa alfombra de piel de animal, no tardó en alcanzarla el calor del fuego, no porque éste hubiera caldeado ya la estancia, sino por la cercanía con las danzantes llamas. Siguió al licántropo con la mirada cuando éste desapareció desnudo por la puerta y suspiró, centrando sus esmeraldas en el baile rojizo que tenía lugar en la chimenea. Al escuchar regresar las zancadas, giró la cabeza hacia la puerta, encontrándose con una silueta que ya conocía bien y que creía poder reconocer usando únicamente caricias y a ciegas. Tomó la copa al extender la diestra hacia arriba, mas la dejó a un lado para levantar las mantas y que Guerra pudiera meterse debajo con ella. Hizo bien en apartar la bebida, porque en cuanto el rostro ajeno se pegó a su cuello, la chica se estremeció y apretó con fuerza la tela entre sus manos, aunque él pronto las tomó entre las suyas al rodear el cuerpo de la enfermera con sus brazos y piernas, dejando que ella se recostara contra su pecho mientras el castaño se abría y le contaba cosas de él que, Estrella estaba convencida, no le había contado a mucha gente. Que le hablara de ser hermanos adoptivos no le sorprendió aunque de primeras hubiera creído que tenían relación de sangre, a fin de cuentas, ella había estado en muchos orfanatos y sabía cómo funcionaban aquel tipo de cosas. Mas que hubiera alguien tan cruel y loco como para criar a cuatro niños y someterles a sus creencias, obligándoles incluso a convertirse en seres sobrenaturales para llevar a cabo una purga en la Tierra… Era algo excesivamente retorcido y horrible, algo que la española no podía comprender o, tal vez, no deseara hacerlo.
Quería hablar, pero no tenía palabras que salieran de su boca, además que los labios del jinete le robaban constantemente el aliento con sus besos. Intentó tomar algo de distancia con el rostro foráneo, dando una bocanada de aire. -Nadie conoce su destino…- Logró murmurar al fin, con sus ojos verdes titilando al observar los ámbar del muchacho que la contemplaban de un modo que ella aún no sabía descifrar. -Todos tenemos uno y a veces creemos tenerlo claro… pero el tiempo puede cambiarlo todo.- Acarició de nuevo el rostro ajeno, dejando que sus yemas sintieran el cosquilleo de la barba del italiano. -Nuestras misiones colisionan, es cierto, pero estoy segura que al final todo caerá en su lugar, sea uno u otro.- Suspiró, pegando su frente a los belfos del joven, dejando caer los párpados. -Lo único que sé es que estar contigo me hace sentir intensamente la vida...-
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: The big bad wolf // Privado - Guerra [+18]
Abrazados frente a la lumbre, mis ojos se centraban en el crepitar de los maderos, no le faltaban razón a sus palabras, los designios del señor son inescrutables y quizás él mismo me la había puesto en el camino.
Mi estrella, mi paz en tiempos de guerra. Me planteaba que era exactamente esa mujer para mi, no tenia mas respuesta que la necesidad de permanecer a su lado, de protegerla, de perderme en su piel y poseerla.
Mis instintos de lobo se entremezclaban con la poca cordura del jinete del caos y esto podía llevarnos a una situación para la que ninguno de los dos estaba preparado.
Cerré los ojos un instante, aspirando su aroma, como si la idea de que se marchara existiera y guardar en el recuerdo, no solo el tacto de su piel o el sabor de sus labios, si no aquella fragancia única que distinguiría a kilómetors de distancia fuera necesario.
-Nunca seré le hombre que necesitas, yo he sido creado para erradicar la tierra de inmundicia.
Nuestro trabajo se complica, no puedo hablarte de ello, pero traeremos el Apocalisis no solo montando sobre nuestros corceles, si no de un modo mucho mas definitivo.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra su cuello, mi respiración erizó su piel por completo y sobre esta deslicé mi nariz despacio acompañada de un reguero de besos de mis labios.
-¿y si vivir de forma tan intensa acaba por matarte? No soy una buen hombre, ni siquiera soy un hombre Estrella.
Sus ojos me buscaron por encima del hombro, como si no fuera capaz de entender lo que le estaba pidiendo.
Este era el acto menos egoísta que conocía, pero..mantenerla a mi lado era solo aquello que yo quería, ella me daba paz, pero ¿que le ofrecía yo? ¿un mundo lleno de caos?
-Deberías ir, no volver a verme, cuando el Apocalipsis descienda sobre las gentes estoy seguro que no te llevará con él al fuego de la verdad, porque tu eres el alma mas pura que he podido encontrar.
“Grábame como un sello sobre tu corazón;
llévame como una marca sobre tu brazo.
Fuerte es el amor, como la muerte,
y tenaz la pasión, como el sepulcro.
Como llama divina
es el fuego ardiente del amor.
Cantares 8:6”
Mi estrella, mi paz en tiempos de guerra. Me planteaba que era exactamente esa mujer para mi, no tenia mas respuesta que la necesidad de permanecer a su lado, de protegerla, de perderme en su piel y poseerla.
Mis instintos de lobo se entremezclaban con la poca cordura del jinete del caos y esto podía llevarnos a una situación para la que ninguno de los dos estaba preparado.
Cerré los ojos un instante, aspirando su aroma, como si la idea de que se marchara existiera y guardar en el recuerdo, no solo el tacto de su piel o el sabor de sus labios, si no aquella fragancia única que distinguiría a kilómetors de distancia fuera necesario.
-Nunca seré le hombre que necesitas, yo he sido creado para erradicar la tierra de inmundicia.
Nuestro trabajo se complica, no puedo hablarte de ello, pero traeremos el Apocalisis no solo montando sobre nuestros corceles, si no de un modo mucho mas definitivo.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra su cuello, mi respiración erizó su piel por completo y sobre esta deslicé mi nariz despacio acompañada de un reguero de besos de mis labios.
-¿y si vivir de forma tan intensa acaba por matarte? No soy una buen hombre, ni siquiera soy un hombre Estrella.
Sus ojos me buscaron por encima del hombro, como si no fuera capaz de entender lo que le estaba pidiendo.
Este era el acto menos egoísta que conocía, pero..mantenerla a mi lado era solo aquello que yo quería, ella me daba paz, pero ¿que le ofrecía yo? ¿un mundo lleno de caos?
-Deberías ir, no volver a verme, cuando el Apocalipsis descienda sobre las gentes estoy seguro que no te llevará con él al fuego de la verdad, porque tu eres el alma mas pura que he podido encontrar.
“Grábame como un sello sobre tu corazón;
llévame como una marca sobre tu brazo.
Fuerte es el amor, como la muerte,
y tenaz la pasión, como el sepulcro.
Como llama divina
es el fuego ardiente del amor.
Cantares 8:6”
Guerra- Licántropo Clase Alta
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