Vainilla, osos y arañas de colores (+ 18 / Anuar)

Recuerdo del primer mensaje :

Si hubiera sido humano, no habría podido dormir durante esos dos días que los separaban, porque la intriga se lo carcomía como un gusano carnívoro que le caminaba por las entrañas, dos cosas importantes pasarían esa noche, la primera, Soren le mostraría su casa a Anuar por vez primera y la segunda, Anuar le revelaría una gran verdad a las 12 de la noche.

Su mano había temblado mientras la cocinera de la cafetería de la Universidad con quien entablaba cortas conversaciones de vez en cuando en sus ratos libres en el campus, le dictaba la receta del pastel de vainilla, una noche antes. La mujer por supuesto le había preguntado el inusual motivo por el cual, preguntaba algo así un profesor como él, pero Soren tuvo que decir torpemente, que le gustaba cocinar en sus ratos libres y que quería aprender a hacer postres. La mujer había reído a sus espaldas cuando él se había ído y con el buen oído con el cual había sido bendecido gracias a su sangre vampirica, había escuchado como la mujer cuchicheaba con la camarera que él profesor Soren era sin duda alguna le hombre más raro de todo Francia.

Con el rostro colorado había comprado los ingredientes, nervioso y asustado por lo que pudiese decirle Anuar, ahora más que nunca tenía que hacer un excelente pastel de vainilla o quizás empeoraría aún más las cosas. Se quedó mirándo el desalentador panorama de lo que era la sala de su casa. Desordenada como siempre, más bien caótica y sin estilo. Los días en que Gerard había estado viviendo, el chico se había ofrecido a limpiar un poco, pero habían pasado semanas desde eso y ahora yacía tan desordenada como siempre. ¿Que impresión se llevaría Anuar cuando viera el sucio agujero en el que vivía? No era una casa elegante y aunque los profesores no ganaran como los políticos, todo el mundo sabía que todos los profesores de la Universidad vivían en barrios de Clase Alta, pero no Soren.

El no necesitaba tales lujos. Para empezar ni siquiera era un ser humano ¿Entonces para que?... bueno por primera vez se encontraba con una respuesta para esa pregunta: Para Anuar. Ahora quería tener una casa más bonita para que Anuar se sintiera cómodo y a gusto en ella. Con los ingredientes sobre la mesa de madera de la cocina, Soren leyó una y otra vez la complicada receta del pastel, apenas si eran las 6 y 15 minutos, había tomado la precaución de comprar los ingredientes y averiguar el proceso el día anterior para tener tiempo antes de que Anuar llegara a la tienda.

- 300 grs de mantequilla de vaca
- 750 grs de azúcar.
- 3 tazas de leche.
- 9 huevos
- 1 cucharadita de vainilla
- 1 cucharadita de ralladura de limón
750 grs. de harina de trigo.

-¡Muy bien! ¡Soren no hay nada imposible! - Exclamó para si mismo y comenzó a seguir paso a paso los pasos de la compleja receta, asegurandose de no saltarse ninguno y midiendo las cantidades con precisión. Sus manos torpes regaron en varias ocasiones la harina en la mesa, quebraron un par de huevos sin querer y se untaron de mantequilla y azucar.

Al cabo de una hora y media, una plasta de color amarilloso con un fuerte olor dulzón se encontraba sobre la mesa de madera. Se llevó las manos al cabello con frustración, se veía horrible y eso que era mejor que los dos intentos anteriores, el tiempo se había acabado, ya no podría ir a comprar una torta hecha por un profesional en la pastelería, no alcanzaría, Anuar llegaría a las 9 a la tienda y debía ir por él ¡Y no había terminado de organizar la sala! No había barrido por debajo del sofá ni había quitado todos sus cuadros desperdigados por aquí y por allá por la sala junto a libros y pergaminos viejos.

- Maldición – Murmuró mientras corría por las calles en dirección a la tienda, todo era un desastre, él era un desastre.

Soren escuchó con atención lo que decía Anuar. De haber sido más fuerte o más rápido quizás hubiese podido golpear a los hombres y defender a sus seres queridos, eso era cierto, pero pocas veces en el mundo uno tenía el poder para controlar todas las circustancias que lo envolvían, ni siquiera seres inmortales y poderosos como él, tenía el control absoluto de sus vidas y vivian con el constante temor que afectaba a la mayoría de los mortales, cosas aparentemente banales, como el miedo a la soledad a no ser escuchados y a morir olvidados por los demás.

- Yo no hubiese tenido el valor para seguir – Comenzó a decir disfrutando de la caricia en su cabello, los dedos de Anuar habían logrado que el dolor de cabeza se extinguiera por completo y ahora podía pensar con más claridad – Yo me habría suicidado, si hubiese amado a mi madre… si hubiese aceptado mis sentimientos hacía mi hermana, no hubiera sido capaz de seguir adelante –

El vampiro finalmente retiró su cabeza del cuello de Anuar para mirarle a los ojos, su ceño ya no estaba fruncido por el dolor de cabeza y se podría decir que algo de color había regresado a su rostro, porque francamente se sentía mejor.

- Pero tu estás aquí, sigues viviendo tu vida, siendo el dueño de tus acciones y destino, defendiendo lo que piensas a tu manera, sin importar las dificultades que has tenido que vivir estando solo en Paris, eso para mi es admirable – Concluyó y le sonrió, una sonrisa que le salió desde lo más profundo de su pecho - ¿Sabes qué? Ya no me duele la cabeza, creo que además de todo tienes poderes curativos en las manos -

-¿lo habrias hecho?...ahora se que valieron la pena todos esos años de soledad y sufrimiento, ahora se que por cada duro invierno pasare mejores tiempos- se dejo inerte sobre la cama, con el tacto de las sabanas y la piel ajena, que comenzaba a enfriarse paulatinamente –porque no hay problemas grandes sino solo gente débil y una sociedad que en nada ayuda- entreabrió los parpados cuando le sintió alejarse, con la mente despejada y el cuerpo liviano como si, su alma fuese a escapar en cualquier momento.

-nuestro pasado nos forja ¿Cómo seria hoy si aquello no hubiese sucedido? Quizas seguiría en mi casa cumpliendo los caprichos de mi padre, quizas seria un contador o un novicio…mi padre siempre pensó que me iría mejor en una iglesia, donde no me sentiría mal por no tener una mujer o alguna vocación que las atrajese como abejas a la miel pero pintor…me habría azotado de solo pensarlo- coloco su rostro a un lado del ajeno, encimando su espalda a su pecho.

-quizas podría trabajar de eso- susurro con una media sonrisa crispando sus alargados y bien definidos labios –podria dar masajes y curar males- aquello sonaba utópico ¿sanar enfermedades por medio de las manos? Quizas relajar el cuerpo con algun grupo de músicos sonando a su izquierda aunque aquello no seria factible por su problema al tocar a las personas a quienes no conocía, si un apretón de manos era gesto exclusivo de la cordialidad, acariciar rostro y cuerpos ajenos no era sino aberrante.

Trago las tristezas estrujándolas en su pecho –solo un tacto afeminado- confeso cerrando los parpados con una creciente ola de cansancio abalanzándose sobre su cuerpo –el mejor cumpleaños- susurro sonriendo ampliamente.

-¿Tu en la iglesia? - Soren no pudo más que reír con ganas. Imaginó a Anuar vestido como un sacerdote, con una larga toga oscura y el crucifijo colgando en su pecho, se lo imaginó predicando sobre el buen Jesus, ayudando a los feligreses a encontrar el camino adecuado para la salvación – El Sacerdote Dutuescu... no suena tan mal – Comentó tragandose un nuevo ataque de risa y volvió a mirarle a los ojos - Hace mucho que no me confieso... valla... he perdido la cuenta de hecho-

Si Anuar no fuera pintor y de igual manera le hubiese conocido en alguna caminata nocturna serca a la catedral ¿Le habría interesado de igual forma? Soren debía aceptar que el que compartieran un gusto en común les había unido de alguna forma, pero no era precisamente el factor más decisivo en esa relación. De haber sido un sacerdote, se habría obsesionado con él de igual manera y aquello se habría convertido en el más oscuro y depravado de los pecados existentes: Dos hombres y uno de ellos, un siervo del señor.

Soren se sonrojó de tan sólo imaginarlo. Anuar habría terminado alguna ceremonia y se habría retirado a la casa cural y entonces allí, el vampiro habría entrado por la ventana más alta y habría aterrizado con agilidad, para luego aprisionarlo contra la pared y unir sus labios en la perdición. Un ser del las tinieblas como él, con un ser de luz. ¡Valla locura!.

- Un tacto que me fascina – Murmuró tomando ambas manos de Anuar y besandole los dedos – El primero de muchos mejores que vendrán – Le aseguró y levantó su rostro antes de insistir – ¿Puedo confesarme Padre? - Agregó con inocencia en su voz.

-aunque no lo creas yo no era un hijo tumultuoso, obedecía a mi padre siempre y eso implicaba ir a misa todos los domingos- confeso sin mas remedio, habia escuchado hablar de aquel misericordioso padre tantas veces que creía poder reconocer cualquier salmo en cualquier forma posible, dieciocho años asistiendo a aquellas reuniones sin una sola falta, no aun cuando sus melados orbes se encontraban vidriosos y sobre el suelo presa de algun terrible dolor o una fiebre incesante. Aun y aquellos días asistía a escuchar la palabra de su Señor, mas no después del incidente, su fe se habia extraviado y su repulsión aumentado en equivalencia.

-¿te imaginas? Quizas hubieras ido a confesarte y en tus palabras hubiese encontrado mi destino- asevero observando el cielo raso con flagrante alegría, ideando una y mil imágenes en su cabeza y pensamientos, quizas un dia caluroso del mes de Mayo, su rostro se escondería tras la rejilla de madera y su voz explicaría y confesaría sus mas ruines pecados, inventaría entonces cualquier escusa por asegurarle que debía regresar porque y a fin de cuentas aquel habría sido una vocación obligada y no sentida, sus anhelos no estarían a un lado del Señor, no su cuerpo libre del pecado que todo hombre tenia al nacer.

-un tacto que solo tuyo es- sonrio al escuchar sus palabras ¿seria acaso un pecado fingir cumplir los votos? ¿Cuántos pecados no habia realizado ya? –ande pues que escucho- susurro con voz agravada y rostro trémulo, porque extrañamente no se podia imaginar a si mismo como un sacerdote joven sino bien avanzando en edad y por ende conocedor de los pecados de la humanidad, porque tres generaciones habia visto ya sucumbir a las desgracias, por lo menos asi se imaginaba en un mundo paralelo.

Soren tenía que aceptar que se sentía bien saber que ese tacto era sólo para él. Que Anuar le tocaría sólo a él. Y era curioso que así fuera porque unos meses atrás, Soren no habría creído que el tocar un cuerpo con exclusividad tuviera algo de interesante, para él un cuerpo habría sido un cuerpo, después de todo, el cuerpo sólo era un estuche vacío lo que importaba era el alma y lo que había en su cabeza.

-Si... me lo imagino y te imagino con la sotana negra también – Agregó y decidió que si iba a confesarse, debía estar en una mejor posición, así que se levantó y se acomodó mejor en la cama, arrodillándose y colocando sus manos con los dedos cruzados sobre sus piernas. - Yo también iba a Misa los domingos, todos los de domingos de mi vida mortal, porque ¿Que hubieran dicho los pueblerinos si uno de los hijos del Baron Kaarkarogf no fuera a una eucaristía? ¡Que vergüenza para la familia habría sido! Mi madre se hubiera vuelto loca de coraje -

-Padre, confieso que he pecado – Comenzó entonces su confesión con suma seriedad, con la actitud que debía poner cuando antaño debía confesarse en la iglesia más cercana al castillo donde vivía – No se por cual comenzar, pero creo que comenzaré por el más importante – Inclinó la cabeza ocultando su mirada en la sombra que se formó gracias a que el candil estaba tras de él – Padre, me he traicionado a mi mismo y he incumplido mis propios principios morales, aún cuando le juré al altísimo que no lo haría -

Se quedó en silencio como buscando como continuar a tan terrible aseveración, tragó saliva antes de volver a hablar – He incumplido mis propios mandamientos – Continuó y pasó a enumerarlos como si los estuviera leyendo en algún papel – No confiar, no abrir el corazón, no beber sangre por placer, no beber de una persona con la que tenga un lazo afectivo... - Hizo una pausa y apenas con un hilo de voz susurró – No amar...-

Se quedó de nuevo en silencio y cuando le pareció que había pasado una eternidad agregó - ¿Cual es mi castigo padre? -

(( Soren está sentado asi:
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Se sento con la misma propiedad con que Soren lo habia hecho, fingiendo acomodar al falso palio que por sus hombros colgaba como indispensable ornamenta de su magnificencia aunque no estaba seguro a partir de que cual jerarquía en la iglesia uno podia comenzar a vestir con aquellas prendas, con sus melados ojos inmersos en aquel denso cabello que se le figuraba ahora a los nenúfares que debían crecer en la sabana en plena estación de calor, con aquellos dorados y cálidos colores. Su rostro ahora adusto se alzaba con prominencia y severidad vestido en la falta de abriga, su pecho plano y vientre consumido se escondían en la sombra que el mismo Soren producía, con aquellas bien marcadas entradas en su cintura.

-todos lo hemos hecho hijo- susurro acallando, recordaba que aquellas veces en que se confesaba con aquel buen hombre este no hablaba sino hasta el final, cuestionando algunos puntos para otorgar seguidamente las decenas de rezos que debía profesar en voz baja e hincado para recibir el perdón divino, aquel que perdia por el simple hecho de ser hombre cada dia, pecando poco a poco hasta llevar en su interior una plasta de desconsuelos y vergüenzas que temia decir en voz alta, mas aquel buen hombre jamás le habia reprimido.

-complacer a la persona que te ha hecho caer en esos pecados- sus labios se crisparon porque le era difícil fingir ser alguien que no era y jamás llegaría a convertirse –su castigo será soportarlo, ¿Cuánto tiempo cree prudente? Una vida- asevero dando un suave y rápido golpe con su dedo índice sobre la punta de su nariz –ademas de 10 aves marias y 17 padres nuestros- le indico en voz baja ¿hacia cuanto no repetía aquellas plegarias? “Desde que no las necesitas mas”

Soren levantó el rostro con timidez, se podría pensar que era ilógico que luego de tanto tiempo estando cerca de Anuar y luego de compartir tantas cosas, aún pudiera sentir cosas como la timidez frente a él. Pero quizás esas eran cosas inherentes a su personalidad que sin importar las circunstancias se mantenían. Escuchó su castigo y si no estaba malinterpretando todo (cosa que sucedía muy a menudo) su castigo era complacer a Anuar por el resto de su vida.

Si aquella era la voluntad del padre a través de su ministro en la tierra, no estaba tan mal esa religión.

-Ya no recuerdo como es el Ave Maria – Murmuró avergonzado y comenzó a jugar con el dedo índice sobre sus rodillas dobladas, ¿Cuanto había pasado sin rezar? ¿Unos 200 años? La verdad es que ni siquiera tenía la cuenta. Desvió su mirada hacía el cuerpo de Anuar a medio vestir y le pareció de repente una mentira todo lo que aquella noche había pasado en esa cama. ¿Había sido un Pecado? ¿Era pecado sentirse tan bien al lado de una persona que ante los ojos del sistema era la equivocada?.

Soren decidió que, justo allí en ese momento, se había creado un nuevo credo. Una nueva religión y en ese nuevo culto, se adoraba a una única Deidad.

El vampiro se inclinó apoyando ambas manos en la cama quedando en cuatro hasta que alcanzó el rostro del humano. Besó sus labios cerrando los ojos y como estaba completamente de frente sus narices chocaron un tanto incómodamente. Esos detalles le recordaban siempre que no se trataba de una pareja 'normal', porque de haber sido una mujer, su nariz más pequeña no se habría hecho notar en el beso. Le besó entonces suavemente por unos segundos, chupando suavemente el labio inferior al final.

- Hoy me declaro fiel seguidor del Anuarismo – Declaró con seriedad, pero por dentro quería aflorar la risa, el término había resultado más gracioso al pronunciarlo que al pensarlo – Y a partir de ahora complaceré a su única deidad -

(( xDD ))

¿No lo recordaba ya? Pensó unos segundos en silencio y con prontitud el rezo se formulo en su cabeza como un distante eco aunque bien conocido y recordado, sus labios comenzaron a moverse aunque sonido alguno emergió de ellos y como consumido por el recuerdo la iglesia a la cual acudia en su niñez se materializo en su cabeza, con los altos y circulares techos pintados por mano divina, con rostros celestiales y plumas cayendo de alados humanos, con togas cubriendo sus piernas y pecho y pies descalzos flotando en la inmensidad del cielo, pintorescas nubes se mecían de un lado a otro manchando con blancuzcos colores el azul cielo, las bancas aferradas al suelo con clavos eran pintadas cada año con una tonalidad a su parecer cada vez mas rojiza y desagradable, el olor a flores e incienso eran peculiares de aquel lugares y en la paredes se encontraban los cuadros que en conjunto narraban la vida del mesías, desde su extravió en el templo hasta su crucifixión, porque el lo sabia todo, habia aprendido los nombres de los discípulos, de lo profetas y cada libro de la biblia, sabia cada parábola y todo lo habido y por haber en aquella mítica vida espiritual, de hombre.

Sus labios le hicieron olvidar todo rezo, nombre y lugar antes aprendido, le materializaron en aquel lugar y en aquel momento –y esa fidelidad será correspondida- asevero en voz baja rozando sus labios al hablar, aquellos faltos de carmín y alargados, como los de un hombre debían ser o por lo menos eso decía su padre que no bastándole maltratar a su propio hijo tenia ciertas tendencias racistas ¿Qué pensaría entonces, si se enterase que tenia un hijo homosexual? Y la idea de irle a visitar se hacia cada vez mas cercana y tangible, verle nuevamente, quizas, para ser rechazado otra vez y entonces la visita no tendría sentido mas, si el hombre se disculpaba imposible seria no sentirse mal ¿y si se habia suicidado ya? ¿y si los años habían cobrado su vida a la muerte? Ladeo el rostro apoyando su mejilla sobre su hombro -¿Cómo se puede querer tanto a una persona?- le cuestiono en voz baja acercando sus labios a su oído para besarle con cariño.

-Seré el mejor de los ciervos, ya verás – Le prometió disfrutando de su cercanía y su pregunta lo dejó pensando pues no encontró una respuesta ni una explicación. Si Anuar no lo sabía menos él, Anuar era el más experto en esas cosas ¿no? El vampiro se consideraba un completo ignorante en esas materias.

-No lo se – Murmuró encogiéndose de hombros – Sólo se que se puede – Comentó y recordó que hacía años él había jurado que no amaría, que ni siquiera querría a alguien más allá de lo necesario. Porque el amor era algo innecesario que volvía a la gente débil y él no quería sentir esas cosas, no las 'necesitaba'. Ahora sabía que se podía querer a alguien hasta el punto de preferir sentir el dolor del otro. Era capaz de verle a menudo y descubrir cada vez cosas fascinantes sin caer en la rutina. Una locura sin duda alguna.

-Oye, vas a quedarte aquí ¿cierto? Supuse... o más bien espero que si, porque ya compré el desayuno de mañana – Explicó pasando un brazo por la espalda del chico – Es la primera noche que vienes aquí, así que quería enseñarte toda la casa, que comieras y te quedaras... unos días...- Confesó. De hecho había estado pensando en algo más pero no se había atrevido a decírselo porque, bueno, le resultaba muy comprometedor.

-Em... de hecho...yo...quería... que te quedaras una temporada aquí – Dijo al fin, casi susurrando como si aquello fuera un pecado – Mientras pasa el invierno...quiero decir, porque bueno... tu piso debe estar muy frío por la ventana dañada y bueno... y...yo...- Iba poniéndose más colorado conforme hablaba porque le estaba dando vueltas y vueltas al asunto para no tener que decir lo que realmente estaba pensando: Que quería vivir con él.

¡Por lo menos un tiempo!

-estoy seguro- asintió suavemente con el flequillo ladeándose sobre su frente y sus orbes entrecerrándose para no marearse por aquellos si bien no bruscos constantes movimientos. No sabia, suponía que era asi la mayoría de sus conocimientos respecto al tema, o por lo menos asi lo decía, era lo que en libros leia y en su imaginación cobraba forma y sentido.

Sus ojos se abrieron de hito en hito ante dicha aseveración y por algún motivo le pareció, petición. Sus labios a punto estuvieron de formular un si y su alma exultaba en gozo, mas si mente se encargo de bajarle de aquella melosa nube de algodón sobre la cual se habia pretendido instalar y la pinto en escalas de grises y los truenos y centellas comenzaron a emerger de ella –me quedare hoy- asevero, porque no deseaba alejarse aquella noche de aquel lugar, regresar a su piso y dormir en la soledad de su cama solo haría de aquellos instantes un memorable pero recuerdo al fin, distante.

-pero no podría quedarme mas tiempo, Sophia vive aun conmigo y no puedo dejarla además…- su cuerpo se agito al pensar en aquel otro motivo -¿Qué pasaría si saben que dos hombres viven juntos? Sin compañía femenina alguna, no temo de lo que la gente piense o lo que pueda pasar- asevero en voz baja y a su oído, como una plegaria nunca antes pronunciada, un rezo solo para el, una condena por estar con el, siempre inmersos en mentiras, en falsedad ante la sociedad.

-temo que pueda eso separarnos seria como un alalí, el patíbulo seria el futuro inminente- porque no estaba dispuesto a pedirle un abandono de su vida entera por algunos años mas a su lado, asi como tampoco se sentía con la plenitud de encadenarle a su lado, porque Soren podría desaparecer de la noche a la mañana y aquel pecado seria solo suyo –me encantaría poder decirte que si, cada noche sueño tenerte conmigo- sonrió de medio lado rodeándole con sus brazos.

La alegría que sintió cuando el chico le aseguró que se quedaría esa noche, se disolvió rápidamente cuando este se había negado a quedarse en invierno allí. La mención de Sophia, no le molestó, de hecho le iba a proponer que podía traérsela también y que podrían buscarle un lugar a ella también en la casa, aunque fuera pequeña, no le importaba darle espacio a un inquilino, pero la segunda razón le pareció de un peso mucho mayor. Se quedó en silencio con la desilusión plantada en su rostro y se sintió como la noche en la que había descubierto que Santa Claus no traía ningún regalo en navidad.

-Si... bueno es verdad – Murmuró y se sorprendió frente al hecho de no haber sido él quien hubiese pensado primero en esos detalles. Desde un comienzo se había preocupado mucho por no mostrarse afectivo con Anuar en público y cosas por el estilo pues no quería causarle un problema mayor al humano y siendo francos, él mismo podría estar en grave peligro si era descubierto. Si era condenado la hoguera sería su fin sin lugar a dudas.

Pero en momentos como ese, pensaba en si, todo eso valía la pena, en si todas las cosas que les pasaban para de alguna manera impedir que aquello funcionara, tenían sentido y alguna vez tendrían la oportunidad de ser ellos mismos sin fingir ante nadie.

-Que extraña... es la felicidad – Declaró apoyando los codos en las rodillas – Porque a pesar de que pienso en esas cosas que dices y aún cuando se que tienes razón, no puedo evitar que cada momento que compartimos me haga sentir bien... es como si estuviera vivo algo dentro de mi en pequeñas dosis... - Explicó comenzando a enredarse en lo que decía – Pequeñas dosis de ti – Agregó intentando ser más específico.

Soren se levantó de un salto, ocultando la oscuridad demencial que amenazaba por consumirlo por dentro frente a esa respuesta, había pensado una y otra vez como decirle aquello, le había costado demasiado tomar la decisión y todo el castillo imaginario que había armado en su cabeza se había derrumbado en segundos.

Estúpido mundo. Estúpidos sentimientos.

Pensó y se dirigió al armario frente a la cama, lo abrió de par en par sin decir nada y comenzó a buscar una pijama para Anuar. - ¿Imaginabas que un vampiro usara pijama para dormir? - Le preguntó entonces intentando desviar el tema, aunque su voz casi se quiebra – Yo uso pijamas, me resultan agradables, te prestaré una – Declaró y cuando encontró una limpia, se giró para lansarsela a Anuar.

- ¿Sabes? … podríamos... decir que somos familia... ¿No? - Comentó tontamente, sus físicos eran bastante diferentes como para pretender que compartían la misma sangre, lo irónico del asunto era que en efecto si compartían la sangre ahora.

Ladeo el rostro al percatarse de sus rápidos movimientos en dirección al armario, aquel coloso de puertas cerradas en el cual se podía imaginar resguardaba mil cosas y más, quizás había un cadáver hay dentro, una trampilla sobre el suelo o un montón de recuerdos tangible, quizás en su interior solo yacia una eterna obscuridad y las araña en las esquinas se reproducían en un apacible hogar.

Observo la pijama sonriendo de medio lado mas aquello no logro hacerle olvidar del todo el tema anterior pues comprendía que y pese a tener la razón la respuesta no habia sido la añorada por el vampiro, porque apenas la gente comenzara a percatarse que vivian en una misma casa comenzaría a correr la voz y si llegaba a oídos del clero y el ejercito sus destinos estarían sellados ¿Qué pasaría si decidían entrar en pleno dia? Cual el astro rey adormecía al vampiro, apenas lo sacaran de aquella vivienda el sol condenaría su cuerpo y al anochecer el yacería en medio de lenguas de fuego etiquetado por homosexual y brujo.

La pijama golpeo tiernamente su vientre y alcanzo a detenerla antes de que cayese sobre sus piernas, la deposito a un lado suyo sobre la cama para erguirse cuan alto era y avanzar hacia el vampiro –me encantaría poder decirte que si, porque no me importaría estar un mes aquí y después ser descubiertos, pero me preocupas tu- asevero en voz baja apoyando su mano en la parte trasera de su cabeza para besar de forma prolongada su frente –yo soy humano, pensar en mi muerte es un ciclo pero tu…es escalofriante pensar que después de trescientos años podrías dejar de existir- su voz tembló en el movimiento de la preocupación.

-si nos pareciéramos mas quizás- se encogió de hombros –yo se que una noche no bastara pero es lo mejor que podemos hacer ahora- porque el también moria por permanecer mas tiempo en aquella casa, por saberse compartido en ella, como una pareja convencional, mas no, aquello jamás podría ser.

La pijama de rayas castañas y rojas que le había pasado a Anuar, quizás le quedaría un poco pequeña, teniendo en cuenta que la estatura del humano era mayor. Cerró los ojos escuchando lo que decía su compañero y asintió levemente con la cabeza, como siempre Anuar tenía la razón.

-Sería igual de terrible la muerte para los dos – Le reprochó – Yo por lo menos he vivido mucho, pero a ti todavía te faltan muchas cosas por descubrir, no sería justo morir tan joven – Agregó y dejó escapar un suspiro – En fin – Se encogió de hombros y se colocó el camisón de su otra pijama, la que era de color gris y que parecía de viejito, Cuando hubo terminado con el camisón, se quitó el pantalón que traía y se colocó el de la pijama de un gris pero más oscuro.

-Aún faltan un par de horas antes del amanecer – Agregó con expresión desganada, comenzando a sentirse molesto por la negativa de Anuar, aunque sabía que no era la culpa de ninguno de los dos, era culpa del mundo y del mesías por haber dictaminado que aquello era un pecado. Trepó gateando en la cama y corrió las cobijas – Podemos acostarnos ya, si te sientes cansado – Continuó y pareció recordar algo, entonces giró su cabeza y de un saltito se bajó de la cama.

- Ah, se me olvidaba contarte algo, no duermo en esta cama – Explicó dándole palmaditas al colchón – Es como de... adorno, para disimular en caso de que alguien no deseado entre aquí, aunque también la uso para recostarme y leer – Agregó y con ambas manos corrió la cama hacía un lado, agachándose en el suelo de madera – Mira esto – Le indicó, bajo la cama se encontraba un piso normal compuesto de tablas de madera, a simple vista era un piso normal, pero entonces Soren levantó una tabla en especial y esta cedió fácilmente revelando una puertilla. La oscuridad se cernía del otro lado y no se alcanzaba apreciar nada de su interior – Nadie conoce este lugar, es mi secreto mejor guardado, porque de este secreto depende mi supervivencia – El vampiro se giró hacía Anuar - ¿Quieres venir conmigo? -

Prefiero a callar porque con Soren habia aprendido que a veces uno no podia seguir hablando, y aquella necesidad con la que habia nacido, aquella necedad de tener la ultima palabra parecía valer menos por no hacerle sentir mal. Avanzo hacia la cama tomando la parte superior de la pijama que se asemejaba a un jubón, se la coloco con tranquilidad percatándose que la parte baja de su vientre quedaba al descubierto y las mangas dejaban ver aquellos huesos sobresalientes en sus muñecas y poco mas debajo de las misma, seguramente si alzaba los brazos aquella prenda se alzaría hasta por encima de su ombligo y quizas mas alla.

-preferiría no dormir aun- asevero en voz baja observando como el vampiro distendía la cama y sintiendo abrumado por dicha acción ¿si tantas horas les quedaban aun como pensar desperdiciarlas en dormir? Lucharía contra los sueños para mantenerse en pie hasta la salida del astro rey, porque quería presenciar el momento en que Soren cayera en aquel profuso sueño, porque cuando despertase el podría o no seguir en aquel sitio, cierto era que no anhelaba partir mas algunas obligaciones tenia aun.

Se acerco para poder observar con mayor nitidez el suelo de madera al cual llegaba la suave luz del candil consumido como desganadas ¿un lugar secreto? El corazón le dio un vuelco en el pecho amenazando con desgarrar su cuerpo para salir disparado a la habitación, sonrió ampliamente en un gesto que no dejo ver sus perlados dientes y asintió –pero seré ciego ahí abajo- asevero no seguro si los efectos secundarios de la sangre actuarían tan rápido y en una medida tan obvia –deberas de ser mis ojos- susurro de pie a algunos pasos de la trampilla impaciente por conocer aquel recinto sagrado del cual jamás diría su ubicación.

-Te queda bien – Murmuró con una risita burlona al ver lo corta que le iba la pijama y luego sonrió contento al saber que Anuar no quería dormir aún – Ya te irás acostumbrando a la oscuridad con tus nuevos ojos – Comentó con tranquilidad, quizás er buena idea llevarse el candil pero desistió – Seré tus ojos si los necesitas, no te preocupes - Agregó colocando la tabla a un lado para poder pasar con más facilidad, no le importó ir descalzo, en realidad había olvidado donde había dejado los zapatos cuando se había desnudado.

Tomó a Anuar por el brazo y le ayudó a bajar por los escalones del agujero y lentamente la oscuridad los envolvió por completo. La ahora débil luz del candil apenas si se filtraba desde la ventanilla superior y una vez ambos estuvieron en el interior de esta nueva recámara, el vampiro se apresuró para cerrar la ventanilla y dejar el lugar completamente a oscuras. Las formas cobraron vida ante sus ojos, paredes de piedra como las de una gruta les rodeaban frías y llenas de musgo húmedo. Por el piso eventualmente correteaban pequeños roedores y otros insectos propios de aquel ecosistema escondido bajo la tierra.

-Cuidado con la cabeza al caminar – Le advirtió, pues el techo era bajo y Soren debía caminar inclinado - Algunas casas tienen sótanos como este – Comenzó a explicar – Pero no todos conducen a los túneles subterráneos... - Tomó a Anuar de la mano, entrelazando sus dedos con los de él y comenzó a avanzar por la estancia, bordeando lo que parecía una mesa en donde habían varios artefactos de metal guardados en estuches de cuero.

-Nadie sabe realmente quien construyó estos túneles, pero pocos saben de su existencia, según mis investigaciones hacía el siglo 14... según la leyenda, los gitanos los usaban para comerciar mercancía ilegal que entraba al país, escondían las joyas y riquezas que robaban a los ricos y así despistaban a los guardias, luego regresaban por ellas al amanecer – Le explicó y se detuvo frente a una bifurcación con dos túneles que conducían a direcciones contrarias – Por años mucha gente ha querido navegar estos túneles en busca de los tesoros que los gitanos escondían, incluso los mismos gitanos de hoy en día... pero nadie sale vivo de ellos -

Desabrocho el pantalón dejándolo caer al suelo para colocarse la parte inferior de la pijama a juego con lo demás, aquella prenda rozaba por encima de sus tobillos y dejaba sus entradas al descubierto, se sentía extraño metido en aquel disfraz que tan chico le quedaba y mas sin embargo no le resultaba incomodo, mucho mejor seguramente que andar en pantaloncillos –si lo que quisiera fuese mostrar- susurro sonriendo de medio lado con un cierto aire de zumba que alejo al instante acercándose al hueco en el suelo para descender a aquella mazmorra que mas se le antojaba como una catacumba.

Tomo su mano con firmeza comenzando a descender en la eterna obscuridad, su cuerpo se fue desvaneciendo paulatinamente en el ambiente y sus pies sentían el suelo sucio, su cabeza choco contra un techo irregular y su mano se desvió a la misma para sentir una protuberancia que comenzaba a formarse -¿entonces esto es como un laberinto?- le cuestiono sorprendido, cualquier podría entonces llegar a su recinto, de dia o de noche si aquello conectaba a otros sitios.

Comenzó a avanzar detrás de el sujetando su mano, con el cuerpo inclinando hacia enfrente y la sinfonía de la suciedad entorno suyo, escuchaba efímeros chichillos y patas golpear el suelo, sus ojos si bien no adecuados a aquel ambiente le permitían observar contorno, lo mismo le parecía un zapato que una botella mas comprendía que algo habia ahí. Cerro los parpados dejándose guiar completamente por el vampiro, con la creciente sensación de encierro aflorando desde sus adentros.

-¿y tu los has descubierto?- le cuestiono en voz baja inspirando el aroma del lugar entreabriendo los parpados para virar su rostro de un lado a otro con una tangible curiosidad y nerviosismo que se desvaneció al saberse acompañado del vampiro porque aquel nadie debía suponer no le incluía a el -¿y a que se debe eso?- sus pupilas completamente dilatadas dejaban si apenas entre ver el dorado color de sus orbes, parecido a un eclipse se exponía doblemente en su rostro. Relamió sus labios moviendo bruscamente la pierna al sentir un ente extraño sobre la misma y nada mas pudo ver.

-Ten cuidado donde pisas... ¿Eh... no te pusiste zapatos? - Exclamó girando su rostro y notando que él los había olvidado también. No le importaba ser mordido por algún animal o pisar algo desagradable, pero si tenían mala suerte Anuar podría herirse con algo o infectarse. Si la cosa se ponía fea, podría cargarlo entonces pensó. - ¿Aún no puedes ver muy bien? - Le preguntó, no sabía cuanto tiempo tardaría en hacer efecto la sangre, pero recordaba que cuando había bebido por primera vez había sido bastante rápido – Cuando bebí por primera vez de Erkki, mi vista mejoró muchisimo en poco tiempo...mmm quizás mi sangre no sea tan poderosa -

Siguió caminando, tomando el túnel de la izquierda que comenzó a hacerse más y más angosto conforme avanzaban – No los descubrí yo... bueno en realidad, si , por casualidad porque estaba buscando un lugar donde esconderme, pero no los conozco en su totalidad, me da la impresión de que estos túneles cubren casi todo Paris – Le explicó y pronto las paredes fueron tan estrechas que tuvo que soltar la mano de Anuar porque sólo podía pasar una persona – No los he recorrido todos, pero si una parte -

-Voltéate o no cabrás – Le indicó girándose de medio lado cuando el túnel se hizo aún más y más estrecho, las frías y húmedas paredes de roca se ceñían contra la piel que no alcanzaba a ser cubierta por la pijama - La gente no regresa viva, porque se pierden... es difícil recordar el camino por donde se vino, ya que todos son muy parecidos y muchos llevan a paredes cerradas donde no puedes continuar -

Soren se había encontrado cadáveres eventualmente, aunque no muy frescos, lo que indicaba que llevaban años olvidados en la soledad y oscuridad del recinto. Detuvo su andar y giró su rostro para encontrarse con el de Anuar justo tras de él, se empinó como pudo y buscó sus labios para darle un besito corto.

- Gracias por seguirme aún a un lugar tan feo... si topas con algún muerto, sólo saltale por encima – Bromeó y lamió los labios del chico sintiendo ganas de arrancárselos de un mordisco.

-solo vislumbre uno a un lado de la cama…no planeaba venir solo con uno- asevero con tranquilidad aunque no agraciado ante el hecho de sentir extrañas texturas bajo sus pies, le repudiaba pensar que podría estar pisando desechos de ratas y siquiera percatarse al respecto, el estomago se le revolvió mas permaneció callado siguiendo como un obediente –puedo ver los contornos con claridad pero no puedo definir que son- le explico pausadamente, supuso que de seguir en aquella posición comenzaría a sentir cierta embole en su espalda y quizas un entumecimiento en el cuello.

El suelo se sentía como el de una marisma seca, con creciente lama y una viscosidad atribuida a la misma en algunos sitios pues en otros el polvo acumulado daba la sensación de terrosidad entre sus pies y no quizo imaginar como terminarían estos después del recorrido –supongo que no bebimos las mismas cantidades de sangre- le indico suponiendo y a su parecer la respuesta mas certera y fácil de comprender. Recordaba haber atravesado ya túneles como aquellos en compañía de una peculiar pelirroja, recordaba haber visto un grupo de gitanos mas nula atención le habia prestado al lugar pues su atención se cernía entorno a huir del lupino que les pisaba los talones y junto con ellos se habia adentrado a aquellos laberintos subterráneos que lucian mas habitados que por los que ahora pasaba.

Apoyo sus manos en las paredes para saber la forma que estas tomaban, giro su cuerpo sintiendo como la rocosa superficie oprimía su pecho y espalda tirando de la tela y raspando su tersa piel, dejando rojizas y blancuzcas maracas en la misma. Escucho con atención el relato mientras avanzaba, procurando no enganchar las prendas en aquella superficie irregular y supo quizas por primera vez que los lugares estrechos no eran de su entero agrado –debe ser duro morir asi- asevero en voz baja imaginándose como seria perecer ante el hambre y la soledad, siendo comida de las ratas y animales que merodeaban los pasillos y tener como único cobijo la obscuridad y el olvido.

Entreabrió los labios cerrándolos en torno a la lengua del vampiro antes de que esta pudiese resguardarse en la seguridad de sus labios –si me topo con algún cadáver será a ti a quien salte encima- asevero porque si bien antes habia pensado que la muerte y los cuerpos inertes no eran desagradables cierto incidente le habia hecho comprender que poseia mas humanidad aun de la que el mismo sospechaba –solo no me vayas a dejar- le pidió en voz baja, porque recordó aquella ocasión en la casona embrujada, cuando le habia dejado en medio pasillo y suponía que de repetirse aquella escena en aquel lugar sufriría algun ataque al corazón o algun parecido.

-¿y que buscamos ahora?...¿o somos exploradores?- una persona robusta seguramente no cabria por aquel sitio, su pecho se estrechaba y varias veces habia tenido que detenerse al sentir que las piedras, como uñas, atoraban sus prendas y de tirar de estas se rajarían y deshilacharían, planeo regresarlas intactas.

Lo que dijo el humano tenía sentido, quizás no había bebido lo suficiente o quizás funcionaba distinto dependiendo del cuerpo, porque no todo el mundo reaccionaba de igual manera a los estímulos. Así que aquella podía ser una razón valedera. - Puede ser si – Respondió sin detenerse, definitivamente no había sido buena idea venir sin zapatos, pero no culpaba a Anuar por haberlos olvidado cuando el mismo también lo había hecho y es que luego de una intensa sección de sexo ¿Quien le prestaba atención a unos zapatos? Soren se sonrojó de sólo pensarlo.

Caminaron por lo que parecieron 10 minutos o más, sorteando el estrecho pasaje que a momentos parecía tan estrecho que no podrían pasar, pero ambos eran más delgados que la gente promedio, Anuar por sus malos hábitos al comer y Soren porqué así había quedado luego de morir, por lo que con un poco de esfuerzo lograron pasar por las partes más estrechas, aunque el vampiro sabía que algunos raspones serían más evidentes por la mañana en la delicada piel humana.

-Yo creo que no hay forma 'bonita' de morir – Respondió a lo que Anuar dijo – Bueno si... quizás morir de viejo, luego de una buena vida – Agregó, imaginaba que los reyes y los burgueses que vivían ataviados de joyas, abundante comida y comodidades, llegaban a viejos hastiados de la vida y morían tranquilamente. Se detuvo para sonreír en la oscuridad, enseñando sus colmillos ampliamente al percibir el miedo en el cuerpo de Anuar. Era inevitable que el miedo del chico lo excitara. No era intencional, era su instinto de depredador sentirse tentado por el miedo de la presa y se preguntó si Bahir estaría disfrutando aquello tanto como él.

-No te dejaré – Le prometió pero su voz no sonó como la de una persona que intenta tranquilizar a otra, era la voz de una persona despreocupada que no temía a los muertos o a la oscuridad, Tomó su mano con firmesa y mordisqueó su labio inferior – No tienes nada que temer si estoy contigo, además... los muertos son menos peligrosos que los vivos, mirame a mi ¿Te parezco peligroso? - Agregó con una risita.

- Te llevo a mi lugar de descanso, ya vamos a llegar, aguanta un poco más – Dijo al fin reanudando la caminata y un par de pasos después alcanzaron una delgada fisura en la pared, como pudo Soren se metió allí, agachándose y pegandose a la roca tanto como podía.

-morir dormido realmente no suena de todo mal- asevero en voz baja morir a alado de quien se ama tampoco resultaba ser controversial, aunque le era extraño pensar que después de luchar una vida la gente solo se queda dormida y ya, como si hubieran dejado de vivir, como si todo se les hubiese vuelto pesado y prefiriesen no saber mas de aquel mundo en el cual se les habia metido por la fuerza, quizas por eso los bebes lloraban al nacer por saber que el mundo exterior no era tan agradable como el vientre materno y que ahí afuera nadie les brindaría todas las comodidades que tenían en aquellos ocho meses de sueños y perfecciones.

Sujeto su mano con firmeza sin importarle los raspones que comenzaban a hacerse en sus nudillos por aquel gesto, se sentía sofocado y encerrado dentro de si mismo, sentía que las paredes se ensanchaban cada vez mas y que el aire apenas y podia llegar a aquel sitio, como cuando uno subia demasiado su respiración comenzó a hacerse pesada –y solo porque estoy contigo e accedido a venir- asevero y se sorprendió al saber que el vampiro hacia aquel trayecto todas las noches antes de dormir y al despertar, nunca le habia visto marca alguna producto de la rocosa superficie o por lo menos no se habia fijado en ello.

Se quedo de pie intentando vislumbrar mejor el lugar mas sin atreverse a seguir andando -¿es ahí donde duermes?- le cuestiono en voz baja apoyando una de sus manos sobre las paredes, palpando con su tacto el áspero y cortante del lugar, no estaba seguro si su cuerpo estaba intacto o mantenía obvias marcas a lo largo del cuerpo y no estaba seguro porque los cortes, de ser, serian finos y poco profundos. Relamió sus labios inclinándose levemente aunque sus piernas parecían negarse a seguir avanzando.

Y en aquel momento como en pocos otros se percato de los motivos de hacían vampiro a Soren y a el humano.