Vainilla, osos y arañas de colores (+ 18 / Anuar)

Recuerdo del primer mensaje :

Si hubiera sido humano, no habría podido dormir durante esos dos días que los separaban, porque la intriga se lo carcomía como un gusano carnívoro que le caminaba por las entrañas, dos cosas importantes pasarían esa noche, la primera, Soren le mostraría su casa a Anuar por vez primera y la segunda, Anuar le revelaría una gran verdad a las 12 de la noche.

Su mano había temblado mientras la cocinera de la cafetería de la Universidad con quien entablaba cortas conversaciones de vez en cuando en sus ratos libres en el campus, le dictaba la receta del pastel de vainilla, una noche antes. La mujer por supuesto le había preguntado el inusual motivo por el cual, preguntaba algo así un profesor como él, pero Soren tuvo que decir torpemente, que le gustaba cocinar en sus ratos libres y que quería aprender a hacer postres. La mujer había reído a sus espaldas cuando él se había ído y con el buen oído con el cual había sido bendecido gracias a su sangre vampirica, había escuchado como la mujer cuchicheaba con la camarera que él profesor Soren era sin duda alguna le hombre más raro de todo Francia.

Con el rostro colorado había comprado los ingredientes, nervioso y asustado por lo que pudiese decirle Anuar, ahora más que nunca tenía que hacer un excelente pastel de vainilla o quizás empeoraría aún más las cosas. Se quedó mirándo el desalentador panorama de lo que era la sala de su casa. Desordenada como siempre, más bien caótica y sin estilo. Los días en que Gerard había estado viviendo, el chico se había ofrecido a limpiar un poco, pero habían pasado semanas desde eso y ahora yacía tan desordenada como siempre. ¿Que impresión se llevaría Anuar cuando viera el sucio agujero en el que vivía? No era una casa elegante y aunque los profesores no ganaran como los políticos, todo el mundo sabía que todos los profesores de la Universidad vivían en barrios de Clase Alta, pero no Soren.

El no necesitaba tales lujos. Para empezar ni siquiera era un ser humano ¿Entonces para que?... bueno por primera vez se encontraba con una respuesta para esa pregunta: Para Anuar. Ahora quería tener una casa más bonita para que Anuar se sintiera cómodo y a gusto en ella. Con los ingredientes sobre la mesa de madera de la cocina, Soren leyó una y otra vez la complicada receta del pastel, apenas si eran las 6 y 15 minutos, había tomado la precaución de comprar los ingredientes y averiguar el proceso el día anterior para tener tiempo antes de que Anuar llegara a la tienda.

- 300 grs de mantequilla de vaca
- 750 grs de azúcar.
- 3 tazas de leche.
- 9 huevos
- 1 cucharadita de vainilla
- 1 cucharadita de ralladura de limón
750 grs. de harina de trigo.

-¡Muy bien! ¡Soren no hay nada imposible! - Exclamó para si mismo y comenzó a seguir paso a paso los pasos de la compleja receta, asegurandose de no saltarse ninguno y midiendo las cantidades con precisión. Sus manos torpes regaron en varias ocasiones la harina en la mesa, quebraron un par de huevos sin querer y se untaron de mantequilla y azucar.

Al cabo de una hora y media, una plasta de color amarilloso con un fuerte olor dulzón se encontraba sobre la mesa de madera. Se llevó las manos al cabello con frustración, se veía horrible y eso que era mejor que los dos intentos anteriores, el tiempo se había acabado, ya no podría ir a comprar una torta hecha por un profesional en la pastelería, no alcanzaría, Anuar llegaría a las 9 a la tienda y debía ir por él ¡Y no había terminado de organizar la sala! No había barrido por debajo del sofá ni había quitado todos sus cuadros desperdigados por aquí y por allá por la sala junto a libros y pergaminos viejos.

- Maldición – Murmuró mientras corría por las calles en dirección a la tienda, todo era un desastre, él era un desastre.

-Me gusta que hagas eso – Murmuró con una sonrisa a pesar de que el dolor no se había marchado, continuaba allí pulsaste y molesto, pero Soren estaba decidido a no permitir que ese detalle lo mortificara y arruinara el momento. Además las caricias de Anuar si bien no aliviaban el dolor, se sentían bien. Volvió a cerrar los ojos acomodado en las piernas del chico y comenzó a masajear los costados de su cabeza.

-¿Que tan profundo dices? - Preguntó dudoso – Bueno... no existe una escala de profundidad, no podría decirte con exactitud – Se permitió bromear y luego agregó – Pero muy profundo... me temo que... demasiado – Comentó con sinceridad – En realidad... no quería llegar tan lejos... ni siquiera supe como llegué a ese lugar, pero... asumo que fue por la conexión que nos trajo la sangre... por un momento sentí como si... - Se detuvo unos momentos para buscar las palabras más adecuadas para describir tal sensación, tal concepto.

-Como... si realmente hubiera sido parte de ti... por unos momentos – Masculló – Ahg...- Un quejido involuntario se escapó de sus labios y frunció el ceño cuando inesperadamente el dolor se hizo más fuerte, como una pulsación y volvió a decaer para convertirse en sólo una molestia – Creo...creo... que estábamos unidos no sólo en este cuerpo físico... sino también en nuestras mentes y... quizás...almas – Explicó con la voz ligeramente entrecortada.

Abrió los ojos cuando el chico había dicho que había sido perfecto y sonrió complacido, cualquier cosa valía la pena si podía hacerle feliz, “debiste haber visto a placer, esta toda inflada ” recordó la voz del pequeño Bahir y se sintió aún más orgulloso, olvidando por unos momentos el dolor de cabeza.

- A mi también me ha parecido increíble... creo que... me he vuelto adicto a tu cuerpo...- Murmuró girando el rostro un poco avergonzado.

Se mantuvo serio ante aquellas palabras, porque su negaba aun a comprender aquellas bromas y gracias que la gente y Soren solian decir, quizas, por haber escuchado suficientes de aquellas en un infancia ahora, su mente se reusaba a comprender y aprenderlas para lograrlas pronunciar y reir ante ellas en un futuro mas bien cercano, supongo que, por educación lo que debía hacer era quedarse callado y no permitirse reflejar ningun gesto amargo o incomodo en su apacible rostro, ahora, con los labios crispados por sus primeras palabras, le gustaba y debía recordar aquello pues no solia hacerlo y a menudo.

Aquella respuesta no le fue suficiente, quería saber por sus labios lo que sus ojos habían visto a través de sus pensamientos, quería saber que parte de el se habia abierto como un libro parlanchín ante el quizas, todo era mas fácil de comprender en aquel mundo llamado mente –no lo dudo- susurro enredando su cabello entre sus dedos, enmarañándolo y desenredándolo, haciendo bucles y alisando, volviéndolo algo y dejándolo como nada.

-¿crees? Lo e sido mucho antes de siquiera imaginarlo- asevero sin mayor vueltas al asunto porque debía suponer que a cada paso que daban en aquella relación la sinceridad debía ir a la par, comenzaba a abrirse mas alla de lo inimaginable a aquel ser del cual apenas y conocía lo existencial y quizas mas un que la mayoría de las personas y no asi lo suficiente, lo suficiente para quererlo, no para poder decirse conocedor, mas por ello seguía con el para cambiar su forma de pensar y su diario actuar, para cambiar la vida que conocía y la que le quedaba por caminar, porque sus sentimientos cambiaban pero jamás la forma de amar, podría cambiar su nombre, su cuerpo y su mundo y su amor permanecería como un monumento intacto, que ni el sufrir de los años lograría corroer.

-¿no se te quita el dolor de cabeza?- cuestiono sin dejar de acariciarle aun cuando su rostro no quedaba completamente a su vida, sus labios lacerados le conmovieron y le obligaron a curvear el cuerpo hasta lograr robarle un fugaz beso esperando solo que aquello no le fuese a incomodar o aumentar aquel estallido de emociones negativas porque si bien necesario jamás era agradable sentir dolor, por lo menos no aquel producido por un agente extraño y no seguido de placer.

La sonrisa de Soren no se disolvió en ningún instante, pero si se sintió avergonzado con lo que Anuar dijo. Tal parecía que el humano se había sentido seguro casi desde el comienzo de estar a su lado, se había sentido unido a él en cuerpo y alma, pero Soren apenas si se daba cuenta ahora. El vampiro siempre fue lento para comprender las cosas, especialmente las referidas a los sentimientos, más aún si tenían que ver con él mismo. Se preguntó, de cuantas cosas más Anuar estaba seguro y él aún se revolvía en dudas.

Cerró los ojos al recibir el contacto de sus labios. Fue tan suave que, las heridas en su labio inferior que había comenzado lentamente a cicatrizar pero que aún lucían los caminos secos por donde la sangre se había desbordado, no le molestaron en lo absoluto. Soren no terminaba de sorprenderse de la suavidad y el tacto que podía tener Anuar, estaba seguro de que ninguna mujer y ningún otro artesano de todo el país podría tener tanta finura en sus actos. Y pensar en ello le hizo recordar los efectos secundarios de la sangre.

-No – Respondió honestamente a la pregunta sobre su dolor de cabeza – Aún me duele – Agregó levantándose de las piernas de Anuar y caminando el par de pasos que lo separaban de la mesita al lado de la cama. Tomó el pañuelo que había usado para amarrar y cubrir los ojos de Anuar y lo sumergió en el cuenco con agua que había traído para remojar el jabón. Cuando le quitó el exceso de agua, se giró hacía Anuar y se arrodilló a un lado de la cama para comenzar a limpiar los rastros de miel y quien sabe que más del pecho y vientre de Anuar.

-Hay algo más que debes saber sobre la sangre vampirica – Comenzó a decir sin mirarle a los ojos muy concentrado en lo que hacía, haciéndo un gran esfuerzo por ignorar el dolor de cabeza - Hay... efectos secundarios - Continuó terminando de limpiar toda la exención del pecho, remojó de nuevo el pañuelo en el cuenco y continuó con el vientre – La sangre vampirica es muy poderosa, así que durante los siguientes días o quizás semanas, la verdad no estoy seguro, pero el efecto durará conforme tu cuerpo termine de asimilar la sangre, habrán ciertos cambios... temporales -

Le observo moverse por la habitación y en dirección al cuenco de agua y el pañuelo del cual podría ahora asegurar el color porque cuando habia estado sobre sus parpados y durante el acto no le habia prestado mayor atención que la que le hubiese otorgado a algun hilacho de las cobijas. Contrajo el estomago cuando el trapo húmedo toco su piel erizando su cuerpo unos instantes, hasta acoplarse a su tacto y relajarse mientras la pegajosidad de su cuerpo comenzaba a ceder.

-creo que le estas dando muchas vueltas- asevero en voz baja y con tranquilidad, observando como su pecho quedaba brilloso y agradeció que el gélido aire invernal que fuera soplaba brioso no pudiese entrar en aquel recinto pues seguramente terminaría temblando, con los dientes castañeando y los labios amoratados, conocía ya aquella sensación de no lograr calentarse aun y cuando yacia bajo decenas de mullidas y cálidas sabanas, zurcidas en piel de borrego y plumas de ganzo -¿Qué clase de cambios?...- le cuestiono porque veía prudente saber como su cuerpo reaccionaria y no enterarse por acción del mismo, quizas le saldrían manchas rojas en todo el cuerpo, o estaría sensible como lo estaban las mujeres con los embarazos, en verdad esperaba que no fuese aquello pues no deseaba pasar un dia llorando y al siguiente deseando de forma malsana algo.

-¿algo mas del deseo?- le cuestiono en voz baja porque realmente se preguntaba a si mismo y no lograba imaginarse que podría ser aquel algo que desaparecía conforme su cuerpo lograse asimilar la sangre ajena ¿si la habia bebido no debía ir a su estomago? Que confuso resultaba todo suponía que debía comenzar a indagar mas y quizas leer un poco pues si bien sabia que algunas cosas escritas en libros no eran mas que sueños y pesadillas de algun desdichado hombre otras tantas debían de ser verdades, verdades ocultas tras el grito de demencia, verdades pronunciadas por personas faltas de cordura y de aquella forma la sociedad se protegía de todo lo que no era usual, locura decían ellos, realidad e inteligencia y quizas los locos esos tantos y por cuerdos esos pocos.

-preferiría saber antes de que ocurran- asevero en voz baja pasando sus manos por encima de su pecho para quitar todo rastro de humedad y posible residuo y su corazón vibraba en la sinfonía de la alegría aunque algo se revolvía en su interior, como una serpiente que ascendía y descendía, lamiendo con su cuarteada lengua su vientre, produciéndole una sensación incomoda mas no asi dolorosa.

Tragó saliva y frunció ligeramente el entrecejo cuando de nuevo otra pulsación dolorosa le atravesó la cabeza, hizo una pausa como para reponerse del repentino pinchazo antes de continuar hablando. - Si algo más que el deseo – Comenzó a decir y pasó a limpiar el vientre de Anuar, sintió el impulso de besar su ombligo y así lo hizo, se inclinó un poco sobre sus rodillas hasta alcanzar la piel y le besó allí.

-Notarás tus sentidos más agudizados – Le informó cuando había retomado la tarea de limpiarle – Por ejemplo es probable que puedas ver con más claridad en la oscuridad y que te sientas más ágil al correr, también tendrás más fuerza – Cuando Erkki le había dado a probar un poco de la sangre unos días antes de transformarlo, Soren había notado esos cambios en su cuerpo, era mejor que Anuar lo supiera de antemano para que no se llevara una sorpresa desagradable.

-Y debido a que tendrás más fuerza... debes tener cuidado con las tareas que necesiten de delicadeza y precisión ya que es probable que no puedas controlar bien esa fuerza y termines rompiendo algo – Le advirtió, quizás el chico debía evitar pintar para no ir a dañar el lienzo o hacer algún tipo de artesanía. Soren terminó de limpiar el área del estomago y se levantó para sentarse al lado de él, casi en la cabecera de la cama, lavó una vez más el pañuelo y pasó a limpiar su propio vientre.

- Y también... debes tener cuidado con la luz del sol – Dijo al fin pasando el pañuelo por su piel, donde creía estaba la evidencia de que Anuar había alcanzado el orgasmo, aunque no estaba del todo tan seguro ¿Debía preguntarle? ¿Pero como hacerlo sin que fuera tan incómodo?, decidió mejor seguir hablando del tema de la sangre – No te quemará como a mi por supuesto, pero es probable que te moleste en los ojos, trata de evitar contacto directo del sol con tu rostro, tus ojos estarán más sensibles -

No suponía un gran esfuerzo todo aquello que le vampiro le pedía, no poseía vienes monetarios suficientes como para decidir comprar en el transcurso de aquellas semanas los lienzos y pinceles nuevos para comenzar nuevamente con aquel pasatiempo que dejaría de volverse su modo de subsistir porque ingenuidad habia sido creer que podrían mantenerle con vida y mas aun podían mantener dos bocas.

Comenzaría a buscar trabajos en otros sitios quizas primero como aprendiz y tan rápido aprendía que terminaría abriendo su propio negocio sobre aquel oficio que decidiese aprender, enseñaría entonces a otros y podría tener lo que por tantos años le habia faltado, ingresos. Cerro los parpados cuando sus labios rozaron su piel en un terso beso.

Habia comenzado, además, a adquirir los hábitos de un vampiro si bien antes apenas y pasada la medianoche su cuerpo reclamaba algo de descanso ahora podia llegar poco antes del amanecer y despertar bien entrada la tarde o poco después de medio dia y comenzar las labores asignada silenciosamente, porque hacia lo que quería y aquello dejaba de ser suficiente, sentirse inútil no era una buena forma de vivir –no te preocupes por ello- asevero en voz baja limpiando la humedad restante de su cuerpo con ayuda de sus manos, paso su dorso y ante brazo, uso sus dedos y palmas hasta quedar relativamente seco.

Se giro hacia el tomando el trapo de sus manos, quitándoselo con suavidad, estiro su cuerpo humedeciéndolo nuevamente, estrujándolo entre sus manos para escuchar como el exceso de agua caia nuevamente en el cuenco ahora algo turbia por los restos de miel y fluidos en el. Paso el trapo por su estomago ensimismado en su labor, trayendo consigo la pegajosa miel que se habia adherido a su cuerpo, limpio sus muslos hasta que ante sus ojos no quedo rastro alguno de evidencia de ningun tipo y entonces dejo caer el trapo en el cuenco con agua sin mas.

-¿Cómo podríamos eliminar ese dolor de cabeza?- le cuestiono con curiosidad limpiando al igual que habia hecho con el mismo, los rastro de agua de su cuerpo.

El vampiro se sorprendió bastante frente a la tranquilidad de Anuar, se tomaba las cosas de una manera tan natural que no parecía realmente un ser humano. ¿No habría sido más normal esperar que se sintiera miedo frente a algo desconocido? Temor a lo que pudiera pasar con esos cambios en su cuerpo, temor a salir a la luz o quien sabe. ¿Había enviado a Bahir correctamente de nuevo a casa?. Sin embargo le alegró de que se lo tomara tan bien, no quería que el chico tuviera un sufrimiento extra por tener que afrontar extraños cambios en su cuerpo.

-No será para siempre, volverás a la normalidad al cabo de un tiempo... si no vuelves a beber más de mi sangre claro está – Aclaró porque si Anuar deseaba volver a beber de él, para Soren estaba bien, una vez dado el primer paso, seguirlo haciendo estaba bien si Anuar así lo quería. Sabía lo adictivo que podía llegar a ser beber sangre de otro vampiro, así que no podía culparlo, el mismo se encontraba a veces sorprendido frente al fuerte deseo que le corroía el cuerpo cuando estaba cerca al cuello de Anuar.

Sobre el dolor de cabeza, no estaba seguro, se quedó callado como intentando buscar una respuesta, pero no tenía idea. Se encogió de hombros y buscó con la mirada su pantalón y ropa interior y los fue a encontrar en el suelo, arrugados al lado de una esquina de la cama, los tomó entre sus manos y comenzó a ponérselos con parsimonia – Sinceramente no tengo idea – Comentó subiéndose los pantalones – Ya te dije que es la primera vez que entro así en la cabeza de alguien... bueno... la verdad, hace unos días cuando Eric vino a la tienda ¿recuerdas que te conté que discutimos? El me pidió que le ayudara a recordar... así que usé mi técnica para entrar en su mente – Se detuvo unos momentos, no muy seguro si debía contar cosas confidenciales de Eric a Anuar, pero entonces recordó que Anuar siempre había estado reacio a contarle cosas de Eric, sintió algo de rabia bullir desde adentro.

- Vi a Flavio y hablé con él – Confesó al fin – Pero sólo fueron unos minutos, luego también sentí dolor de cabeza y aunque duró horas, se fue disolviendo hasta desaparecer, supongo que simplemente debo aguantarme y esperar – Explicó, no queriendo mencionar que el dolor que sentía ahora era infinitamente mayor al de aquella vez.

Para siempre era quizás demasiado tiempo, para siempre ser feliz, para siempre sufrir, para siempre vivir…quizas tenia razón, la belleza de las cosas radicaba en lo efímero que estos eran aunque a veces sentía que una vida no le seria suficiente ni satisfactoria para amar a Soren, quizas lo fuese si ambos siendo humanos envejecieran al mismo tiempo, si pudiesen acompañarse el uno al otro hasta el lecho de muerte y morir entonces como en los libros y novelas románticas sucedía, expedir sus almas al averno y purgatorio, no en aquel orden, y dejar solo contenedores, que lo que el amor habia unido el hombre no podia separarlo.

-no me preocupa- asevero en voz baja siguiéndole con la mirada hasta que se alzo sobre el suelo, observando entonces el suelo con la espalda estrecha contra la cama y una pierna flexionada impidiendo ver su bajo abdomen si se le observaba de costado –la ultima vez no salió del todo bien- recordó en un tono de voz inaudible, recordaba el dolor que habia sentido cuando aquellos marfilados colmillos le atravesaron el cuello, a diferencia de las mordidas de Soren aquella le habia hecho sentir temor, le habia punzado hasta el alma, de ida y vuelta una decena de veces, recordaba haberse desplomado sobre los brazos de alguien porque su mente no funcionaba sin la sangre necesaria, su delicado cuerpo tendía a pender de un delgado hilo que ante el mínimo soplo de aire le balanceaba amenazando con dejarle caer.

-¿viste a Flavio?¿han hablado?- le cuestiono curioso quizas entrar en la mente de alguien era entrar en sus recuerdos y mas grandes anhelos, quizas todo cobraba vida propia en aquel su mundo. El habia visto a Flavio en dibujos y palabras, se lo habia imaginado como un ávido niño de sonrisa encantadora, como Angeliqué, se lo habia imaginado corriendo entre los campos de fresas y trigo, en el linde con algun bosque del cual salian briosos caballos trotando en la sinfonia de la libertad y los pajarillos entonaban el coro de alabanzas, se alzaban en lo alto batiendo altas y trinando, en un ”bravo” jamás pronunciado.

Le pareció una lástima que aquel momento terminase con tanta prontitud, sin vestigio alguno del acontecimiento histórico ocurrido en aquella cama sobre la cual yacia ahora sin gracia, quizas no en forma visible mas sabia que algo se revolvía en su interior, recorriendo cada parte de su cuerpo como una inquieta fiera -¿me diras si no para cierto?- le cuestiono levantándose para comenzar a buscar su ropa y quizas buscar un reloj, desconocía la hora que era y debía suponer que no demasiado faltaba para su ida porque y a fin de cuentas el sueño no tardaría el reclamar su tiempo.

Era bueno que Anuar se tomara las cosas con tanta calma, eso calmaba a Soren también. Se preocupaba por él y su preocupación sería insoportable si el chico se mostrara asustado y se quejara constantemente, quizás era una de las tantas cosas por las cuales seguía pegado a él como goma de mascar en la suela de un zapato. Anuar de alguna manera, le daba la seguridad que a él le faltaba, aún cuando se suponía él era la criatura más fuerte e imperecedera de los dos.

-Hablé con él de verdad – Asintió, notando que Anuar conocía de la existencia de Flavio y entonces su mente le jugó una mala pasada. Se imaginó a Eric y a Anuar teniendo una conversación en la privacidad del piso de Anuar, a altas horas de la noche, Eric abriendo su corazón muerto a su pintor, contándole cosas sobre Flavio que seguramente a nadie más había contado y llegando a una intimidad emocional con Anuar como con ningún otro. Sintió ganas de vomitar. ¿Le Había contado Anuar sobre su pasado a Eric también? ¿Habrían bebido vino fino hasta altas horas, compartiendo momentos íntimos de sus vidas?

- Es...un buen chico y estaba muy asustado... sólo quería volver a ver a su hermano – Dijo al fin, tragándose esos celos que le supieron como una esponja bañada en vinagre – Vive atrapado en una jaula de cristal dentro de Eric, pero es feliz allí... o eso me pareció a mi, entonces, tuvo la oportunidad de verse con Eric por primera vez, se abrazaron y aunque el abrazo no duró nada, creo que el alma del chico descansó finalmente en paz -

Vio como Anuar se levantaba, quizás buscando la ropa para vestirse y le dio la impresión de que luego de eso se iría. Habían pasado demasiadas cosas esa noche que no había pensado que horas eran o que harían después, así que pensar en pasar el resto de lo que quedara de la noche solo, no le pareció tan buena opción. No quería que el calor que aún quedaba en su cuerpo gracias al contacto con Anuar se desvaneciera como una ilusión. Y aunque eso era precisamente, una ilusión, Quería engañarse una vez más y creer que sería para siempre.

- Hey... ¿A donde vaz? - Preguntó apresurándose a alcanzarlo, rodeándolo por la cintura con sus brazos desnudos e impulsándose hacía atrás con fuerza, trayéndo el cuerpo de Anuar consigo hacía atrás, cayendo Soren en la cama y encima suyo Anuar. Las tablas de la cama se quejaron con un sonoro 'Crack'. - No dejaré que escapes tan rápido – Dictaminó - ¿A donde pensabas ir? -

Sonrió amargamente cuestionándose si en algun momento su propia hermana habia vivido solo de recuerdos en sus pensamientos, si la habia mantenido encerrada en alguna alta torre custodiada por dragones lanza fuegos y un rio infestado de cocodrilos y alimañas que solo en sueños podían existir. Recordó entonces que debi buscarla nuevamente pues su ausencia comenzaba a indicarle el peor de los males quizas, la habia perdido nuevamente, quizas se habia alejado aterrada por la idea de un cambio tan radical de su persona, no, Angeliqué le quería sin importar sus gustos y decisiones.

Suspiro ampliamente ladeando la cabeza de uno a otro lado –y seguramente también la de Eric- asevero en voz baja observando el cielo raso ¿habia visto en su mente aquella escena de homicidio? ¿habia sentido el miedo que el habia experimentado? Porque recordaba haber temblado frenéticamente presa del temor y la repulsión, las entrañas se le habían revuelto y habia vomitado ahí a los pies del altísimo y en lo que algunos osaban llamar su “hogar”. Algunas escurridísimas lágrimas habían brotado de sus orbes y las habia erradicado antes de poder tocar el suelo –supongo que ambos están mejor ahora- sonrio de medio lado animadamente, quizas no el habia sido el responsable mas le alegraba saber que Eric habia sido feliz.

Cayo sobre aquel raquítico cuerpo apenas y logrando mover sus manos del botón de su pantalón antes de la caída –no lo se- confeso en voz baja retorciéndose hasta quedar tumbado a un lado de el, con su mejilla pegada a su pecho y sus brazos rodeando sus costados -…esque todo comenzó a desvanecerse- susurro cerrando los parpados le facilitaba aquella acción idear un escenario perfecto, recordar aquellas caricias y palabras, grabadas en su mente como hechas por algun cincel y mano de artista. Un escultor de clase y modales.

-quiero que me cuentes que viste dentro de mi…- le pidió en voz baja.

Le soltó un poco para permitirle recostarse a su lado, pues debía ser incómodo estar sobre un cuerpo tan delgado como el suyo, seguro los ángulos de sus huesos debían tallar pensó divertido y se giró, volviéndo a abrazar a Anuar, atrayéndolo contra su cuerpo en un impulso que no pensó, últimamente hacía muchas cosas sin pensar, se dejaba llevar pos los impulsos, el Soren de antes no se habría permitido tales cosas, habría calculado todo meticulosamente y sólo habría hecho las cosas de las cuales estaba seguro.

Pero con Anuar no necesitaba estar seguro de nada. Era así de extraño, a veces bastaba una sola palabra para afianzar sus creencias y otras veces un mínimo gesto podía hacerle sentir inseguro como un niño que apenas se suelta de los brazos de su madre para caminar por primera vez. Pero no en ese momento, en ese momento Soren quería abrazarlo y punto. Quedarse con él por el resto de la noche.

-Nada se desvanecerá hasta que ambos lo decidamos – Comentó con desición, inclinó su cabeza hasta recostarla sobre la de Anuar y el cabello de este le hizo cosquillas en la nariz, por lo que resopló resolviéndolo con su aliento. - ¿En serio quieres saber? - Preguntó dudoso, ¿Era buena idea para un hombre sano y normal, conocer los laberintos que se escondían en su mente? Probablemente no, pero al mismo tiempo el humano estaba en todo su derecho de saber, había sido él quien había entrado allí sin su permiso.

- Pues...no se por donde empezar – Comenzó a decir – Porque fueron muchas cosas... eres una criatura fascinante ¿sabías eso? - Agregó con una sonrisa – Umm... bueno... conocí a una personita muy simpática en tu interior y él me llevó a conocer muchas cosas dentro de ti... - Entonces antes de continuar, Soren recordó que Bahir le había hecho entender que la gran mayoría de los miedos de Anuar eran causados por si mismo y el recuerdo del pájaro que les había atacado antes de caer al mar de lagrimas, lo hizo estremecer. Soren sintió como se le erizaba el vello de la nuca. - Me enseño... un mar lleno con tus lágrimas y casi me ahogo en él... también las arañas de colores y... – Agregó ya en voz más baja, porque el entusiasmo con que había comenzado a hablar, le abandonaba conforme la sensación de desasosiego y tristeza que le había causado las cosas que Bahir le había mostrado, le invadían otra vez -... lo siento mucho... se que soy el culpable de todo eso -

{¡Caracoles hervidos! Es Harry Potter}

-a veces las cosas van mas alla de tus decisiones- susurro apoyando su rostro sobre su pecho escuchando en su imaginación el tamboriteo de un corazón extasiado, un melódico ritmo que habia adquirido después del acto, un ritmo apacible que le incitaba al profundo sueño que intentaba evadir inútilmente, un ritmo…que sencillamente no existía. Mas no por no poder verle y escucharle implicaba que no existiera habia comprobado de una y mil formas que aquel vampiro de nombre Soren poseia el corazón de un guerrero y un cobarde, que era un rey y un plebeyo y quizas, mas humano aun que el mismo.

-en serio…quiero saber que has visto, que has escuchado y que has sentido, quiero saber cuanto mas me conoces o cuanto piensas que has dejado de hacerlo, quiero saber si por ello algo a cambiado, quiero todo saberlo- asevero acariciando sus dorados cabellos con una de sus manos y con la otra se afianzaba fuertemente a su espalda dejando escapar su cálido aliento sobre el pecho del vampiro, en aquella piel de mármol que cobraba ahora calor propio, y era por el de aquella calidez no antes existente. Sus entrañas se revolvieron dejándole con un mal sabor de poca y el impulso de besar aquella piel alzada que cerca a su rostro se encontraba.

No le parecieron extrañas o ajenas sus palabras, arañas de colores, sonrio, despreciables seres que se esforzaban en aparecer en sus pesadillas persiguiéndolo hasta un barranco sin fondo, incitándole a ir con ella o perecer, por suerte siempre se habia despertado antes de tropezar en aquella fosa eterna -¿de que estas hablando?- le cuestiono sorprendido, alejando su rostro de su pecho para ubicarlo frente al ajeno indagando en sus ojos de cristal aquella respuesta ¿Cómo podia ser culpable?

-¿culpable en que sentido?- le cuestiono en voz baja sonriendo de medio lado, le resultaba abrumante la facilidad con que un tema podia cambiar su humor tan rápidamente, mas no debía olvidar que a el mismo aquello le habia ocurrido y en mas de una ocasión.

(( Ahora soy Soren el vampiro de Griffindor ò,..,ó ))

Le resultaba sorprendente la calma con la que Anuar se tomaba todo aquello. De haber sido a la inversa y Anuar se hubiese metido en su cabeza, estaría temblando de miedo e inseguridad por lo que él chico hubiese descubierto, se sentiría pequeñito y expuesto, como un gusano al que sacan de su crisálida antes de tiempo. Pero el valiente Anuar decidía enfrentarlo directamente exigiendo saberlo todo. Y Soren tuvo una curiosa imagen mental en donde era él quien usaba vestido y era Anuar quien llegaba de la guerra a visitarle en una torre de marfil de algún reino perdido.

-Culpable porque... - Comenzó a decir sintiéndose intimidado cuando el chico había alejado el rostro de su pecho para encararlo, la decisión y la firmeza de su mirada le obligaron a agachar la cabeza – Porque... sin proponérmelo, he sido el causante de varios miedos tuyos – Se quedó unos momentos en silencio, pensando en que sus palabras resultaban extrañas al decirlas, el concepto en el mundo real no sonaba igual a como era en el mundo de las ideas – Quizás mis acciones, palabras. la sola imagen de lo que soy para ti, o el concepto que represento... ha generado algunas cosas en tu cabeza -

¿Debía preguntarle si todas esas lagrimas eran su culpa también? Soren sabía que lo había hecho llorar. Recordaba la fatídica noche en la que había despertado de su entierro de casi 6 días y se había encontrado con él en el muelle. Esas lagrimas que resbalaron por su rostro compungido y triste, eran su culpa. ¿Cuantas más no habrían caído en silencio y sin que se diera cuenta?

- He hecho que llores – Continuó con una voz apenas audible, perdiendo fuerza con cada sílaba – He... hecho que pienses en la muerte con frecuencia, el pájaro negro de la muerte era demasiado grande y me atacó... para que fuera tan grande y agresivo, tendrías que haber pensado en la muerte en muchas ocasiones y... él dijo que era por mi causa-

Movio con rapidez su mano hasta su rostro, ubicando su dedo índice sobre sus labios y dejándolo en aquel estado, como un guardián del silencio que en la estancia debía reinar mientras hablase, porque no deseaba ser interrumpido cuando su propio cuerpo se negaba a pronunciar tales aseveraciones –miedo también es llamado al temor de perder a alguien- le confesó sin mas sintiendo una maraña de emociones trepar por su bajo vientre el dirección a su pecho, helándose en aquel sitio para formar un nudo que le trozo la voz por efímeros instantes.

-no estoy seguro de que miedo pueda decirse a lo que me has hecho sentir…has sembrado dudas y anhelos que jamás podrán ser, me has hecho cuestionarme de cosas de las que antes estaba seguro, me has hecho llorar si…pero no solo de tristeza- sonrió de medio lado observando cada parte de su rostro. Le habia hecho sentir curiosidad de un cuerpo al cual nunca antes le habia prestado atención, le habia hecho anhelar poseer grandes senos y amplias caderas, le habia cuestionado sobre la manera en que observaba a la mujeres de la vida galante y su falta de credo en la iglesia, asi como otras tantas cosas que antes le eran fácil es de contestar.

-he pensado en la muerte desde antes de conocerte, el suicidio suponía la salida mas rápida al infierno que por vida llevaba, contigo es diferente, no pienso en arrebatarme la vida sino…en comenzar una nueva- susurro no seguro de que con aquello el vampiro pudiese entender, a fin de cuentas comenzaba a comprender la lentitud con su cerebro funcionaba en algunos temas de interés, en aquellos en que aveces prefería captase con mayor rapidez y facilidad -¿Qué seria necesario para estar contigo una eternidad? La muerte seria solo…el camino a una nueva vida- sus mejillas se ruborizaron por la pecaminosa confesión que sus labios habían pronunciado ¿alguna vez le habia dicho con aquella sinceridad que habia pensado, y no solo una vez, en morir por el?

-has sido el motivo no solo de llanto sino también de alegrías, las mas grandes y reconfortantes que e llegado a sentir- asevero dejando caer su dedo índice por sus labios con suavidad –asi que no solo te adjuntes aquellos malos momentos- dictamino apoyando su mejilla sobre la mullida cama, desviando la mirada a ningun punto en especial -¿a quien te refieres al hablar de el?- le cuestiono en voz baja sintiendo una extraña angustia aflorar de sus adentros.

¿Miedo a perderme? ¿A mi? ¿A alguien como yo?

Soren sintió ganas de reír de abrir una de las ventanas de la sala y gritarle a todo París que ese chico tenía miedo de perderle. Pero sólo sonrió fugazmente sintiéndo un delicioso calorsito recorrerle el cuerpo conforme el chico seguía hablando. Sus palabras le llenaron de un gozo inexplicable, aunque la parte del suicidio no le gustó para nada, sin embargo le entendía ¿Quien no sentiría ganas de suicidarse luego de ver como violaban a su adorada hermana y madre?.

Si Soren hubiese amado a su madre y hermana de la manera en como Anuar parecía adorar a las suyas, el sentimiento hubiese sido similar. Hubiera optado por quitarse la vida para alejar el amargo y tormentoso recuerdo de su mente. Ahora sabía que esas espantosas visiones aparecían con frecuencia en su mente, que esa escena era imborrable en su memoria y que no bastaba con haberse encontrado de nuevo con Angelique, la herida seguía estando abierta en lo profundo de su corazón.

¿Estar con el una eternidad? Debía estar bromeando ¿no? Sólo Erkki podría aguantarse a alguien como él por tanto tiempo. Convertir a Anuar era el más grande de los pecados y por ende el más tentador de todos. ¿Y que pasaría si le convertía y en unas décadas,a Anuar se le acababa el amor? El amor se acaba ¿verdad? Eso decía en los libros y era evidente en las parejas humanas que llegadas a un punto, dejaban de compartir la misma cama y a evitarse entre si aún cuando vivían bajo el mismo techo y sus hijos correteaban en el jardín. A Anuar se le acabaría el amor y entonces no habría vuelta atrás. El daño ya estaría hecho y Soren sería el único culpable de esa transformación.

-Gracias por aclararlo... me has quitado un gran peso de encima... no te imaginas cuan angustiado estaba pensando que todo era por mi culpa...– Susurró con un gesto aliviado, tomando a Anuar por el mentón con su mano derecha atrayendo el rostro hacía el suyo para besarle en los labios, cerró los ojos entregándose al momento y se preguntó si, sería apropiado hablarle sobre Bahir. ¿Si Anuar sabía de su existencia y de como se manifestaba dejaría de existir? No podía arriesgarlo de esa manera. Continuó besándole lentamente, acompañando el gesto con otras caricias, su mano derecha acarició los hombros y clavículas y subió hasta perderse entre su cabello de fuego.

Creo que no debo decírtelo – Murmuró al fin, partiendo el beso, pero quedándose así de cerca – No se si debas saber tantas cosas sobre tu propia mente... no se, si le veo alguna próxima vez le preguntaré y si acepta, te contaré todo sobre él – Dictaminó volviéndo a sonreír para continuar besándole. De repente fue consciente de que el dolor de cabeza había comenzado a ceder y las pulsaciones eran apenas un suave oleaje que de vez en cuando llegaba a su entrecejo. ¿Tenía Anuar poderes curativos en sus besos? Aquello era ilógico, pero quería creer que si.

Negó encogiéndose de hombros, se cuestiono a si mismo si habia llegado a ver algun recuerdo del pasado, quizás habia visto a sus padres y a el mismo a una edad temprana, quizás aquella ocasión en que habia acompañado a Angeliqué al circo siendo aun asi el cumpleaños de el y no de ella, porque aun y en aquellas ocasiones era el el acompañante y no el festejado. Recordaba con claridad haber tocado la cabeza de uno de aquellos caballos blancos y enanos, de haber alzado a su hermana en hombros para que pudiese ver mejor y, de haber recibido zendo regaño aquel dia, quizas no habia sido precisamente de los días mas felices de su vida.

Correspondió el beso con suavidad, sabiendo de las heridas en sus labios y no anhelando abrirlas nuevamente pues de consumir de su sangre como si de cualquier cosa se tratase terminaría con una severa adicción que sobrepasaría los límites de su moral y volverse esclavo de algo mas alla del sentimiento le resultaba absurdo y abrumante. Sus manos se aferraron a el sujetándole por los costados, masajeando suavemente su piel, amasándola entre sus manos sin rudeza alguna, como una tersa masilla a la cual podia crear y deshacer.

-¿es acaso tan importante ahí dentro?- le cuestiono sonriendo de medio lado, agraciado por no poder saber al respecto de sus propios pensamientos, de lo que habitaba en su interior y solo el controlaba, le causaba gracia que Soren comenzara a conocerlo mas de lo que el mismo podia conocerse y la curiosidad le invadió como una enfermedad que no podia ser erradicada sino solo apaciguada ante la verdad.

-¿Qué mas has visto?- le cuestiono en voz baja quizas habia presenciado el homicidio en la iglesia, aquel recuerdo también era doloroso y en gran medida habia contribuido al mar de lagrimas, quizas le habia visto llegar París anhelando un futuro prometedor y trayendo consigo únicamente un pasado tormentoso y un mejor presentes tenia ahora. Beso la mejilla del vampiro sonriendo con amplitud -¿te viste a ti mismo?- seguramente los recuerdos gozosos giraban entorno a su persona.

Sabía que la curiosidad de Anuar no moriría allí. Anuar era como los gatos, porfiados, aunque supieran que había peligro querían seguir husmeando por el lugar. Pero no podía culparlo, el tema era de por si extraño y cualquiera se sentiría atraído por el misterio de lo que podría envolver su propia mente, además del hecho de ser expuesto ante un extraño.

-Si, me parece que él es muy importante – Afirmó asintiéndo levemente con la cabeza, disfrutando del suave toque de sus manos, nunca podría acostumbrarse a su tacto, por mil veces que lo sintiera, siempre era como la seda o como el terciopelo. - Otras cosas... te vi sentado bajo el árbol aquella noche cuando nos conocimos ¿recuerdas?, casi caigo encima tuyo – Comentó con una risita.

-Vi también algunas imágenes de tu infancia, cosas aleatorias... parecías un muñeco de porcelana de pequeño – Agregó y continuó en broma – Lástima que creciste – Se quedó unos segundos callado y luego soltó una nueva risita – Estoy bromeando, ahora luces bien – Comentó mordiéndole la barbilla con suavidad y buscando sus labios una vez más, besándole rápidamente y sin profundizar, apenas si un roce de sus labios.

Se quedó callado luego de eso, porque además de eso había visto cosas terribles. Su mirada se ensombreció y pareció como si el cristalino azul de sus ojos de repente se tornara gris y mustio. Escondió su cabeza instintivamente en el ángulo del cuello del humano y le abrazó con fuerza.

- También... vi todo lo que sucedió a tu hermanita y a tu mamá – Murmuró entre su cuello.

-recuerdo que tenias pintura en el cabello y te dije que eras torpe- sonrio de medio lado encogiéndose de hombros mientras le escuchaba, recordaba también haberle dicho que agradecía su sorpresa y después de aquello habían tenido el desafortunado encuentro con el lobo, los cuales comenzaron a hacerse clandestinos en alguna época, aquella noche habia conocido también a Erkki y por vez primera habia sentido el temor de ver los ojos de otra persona, porque sentía que lo atravesaban sin cuidado, que cercenaban su alma y ultrajaban su esencia, se sentía nada ante el y aun cuando le habia retado y defendido aquella sensación no desapareció sino que le parecía que cobardía se habia intentado refugiar en valentía.

-recuerdo como lucia- asevero alzando el rostro al sentir sus perfilados dientes sobre su mandíbula –era un niño escualito con poca gracia- repitió, porque asi le decían las mujeres que pasaban cerca de el “le faltaba gracia” porque solo en sus manos se pondría encontrar la delicadeza, su andar si bien no galante ni femenino no tenia nada de especial, su rostro ahora armonioso era en aquel entonces una maraña de facciones en escala iregular, con dos enormes y amielados ojos que sobresalían de el resto de su cuerpo, una nariz quizas demasiado aguileña para un niño y una sonrisa tímida “no sonrias hijo, se te acaba la gracia”

La sonrisa en sus labios se extinguió como prontamente sucedería con la luz del candil desmayada, tintineante sobre el suelo con letargo –lo viste…- repitió en voz baja sintiendo una punzada de dolor en el pecho y se aferro a el percatándose de aquel nudo que se habia formado en su garganta y lo cristalino de sus ojos le aterro –no era algo que debieses ver- asevero en voz baja temblando porque aquel recuerdo si bien de antaño resultaba fresco y dolorosos a su memoria, era tocar una herida que jamás seria capaz de sanar –no es algo que nadie mas deba ver- porque no habia persona viva, o semi-viviente, que mereciera pasar por aquel infierno.

-A mi me parece que tenías gracia – Pensando que por lo menos, él no tenía sendas ojeras bajo sus ojos como solía tener Soren aún desde la niñez. Además no era cegatón y en su época las gafas no eran tan comunes y mucho menos para los niños, así que había pasado toda su infancia y media adolescencia viendo las cosas borrosas.

Notó como sus manos se aferraban a él con más fuerza, aquel era un tema delicado, no había querido hablar de ello, porque no hallaba la manera de abordarlo sin que fuese tan doloroso. El vampiro cerró los ojos angustiado, tratando de imaginarse como debía ser de difícil para Anuar si ya era difícil para él, a sabiendas de que era un simple espectador.

-Lo siento – Murmuró entre su cuello – No quise entrometerme en tus cosas personales... pero mientras buscaba a 'Dolor' para absorberlo y anularlo, tuve que pasar por esa parte de los recuerdos, sólo seguía a mi guía y aquello parecía estar dentro del camino – Que extraño era ahora, desde el mundo real, recordar como había sido todo ese recorrido por las entrañas del humano. Bahir y todos las demás creaturas de ese mundo onírico parecían no tener lógica en el mundo físico.

- Ahora creo que puedo entenderte mejor – Dijo al fin luego de la pausa – Siento que te conozco un poquito más y conforme te voy conociendo... me siento cada vez más admirado de tu fortaleza – Declaró y le llenó de besos cortos y amortiguados toda el área del cuello que alcanzaba a cubrir. Anuar era simplemente increíble. Cualquier otro se hubiera suicidado. La próxima vez que viera a Bahir (si es que había una próxima) le daría las gracias por evitar que eso sucediera.

Rio irónicamente negando –la valentía ante ojos de los demás es solo un manto que cubre la cobardía, siempre me e cuestionado si aquel dia hubiese intentado mas, si hubiese sido mas fuerte o más rápido…quizas entonces no hubieran sufrido ese destino- su mandíbula se tenso y su pecho tembló ante cada inhalación, su cuerpo entero vibro de dolor con el tortuoso recuerdo de una vida infeliz y un cierre de telón que acompasaba perfectamente con la obra, desdichado aquel de quien inspirada fue aquel entremés.

-no tienes porque disculparte, no tengo porque esconderte nada a ti- sus manos se movían sobre sus cabellos con parsimonia, enredándolo entre sus dedos y tirando con suavidad de el, acariciando su cuero cabelludo para perder su tacto en aquella suavidad que tanto le recordaba al campo –aunque tampoco me siento feliz de que lo hallas tenido que ver- suspiro ampliamente cerrando los parpados para reprimir cualquier posible lagrima que amenazara por caer por su mejilla y suicidarse a través de su mentón, llorar frente a otros jamás le habia agradado quizas por ser una muestra demasiado tangible de fragilidad ¿y que sentido tenia pretender hacerse el fuerte frente a Soren? “Es porque no quieres que se apiade de ti, nunca te a gustado eso”

-fuerte no soy- asevero en voz baja, de haber sido fuerte no habría abandonado a su padre, no le habría temido a sus regaños y desconsuelos porque quizas y en su compañía sus labios pronunciaron diariamente su culpabilidad quizas de haberse quedado con el el suicidio habría sido una realidad y no solo un pensamiento. Era débil, como nadie mas podia serlo.