Vainilla, osos y arañas de colores (+ 18 / Anuar)

Recuerdo del primer mensaje :

Si hubiera sido humano, no habría podido dormir durante esos dos días que los separaban, porque la intriga se lo carcomía como un gusano carnívoro que le caminaba por las entrañas, dos cosas importantes pasarían esa noche, la primera, Soren le mostraría su casa a Anuar por vez primera y la segunda, Anuar le revelaría una gran verdad a las 12 de la noche.

Su mano había temblado mientras la cocinera de la cafetería de la Universidad con quien entablaba cortas conversaciones de vez en cuando en sus ratos libres en el campus, le dictaba la receta del pastel de vainilla, una noche antes. La mujer por supuesto le había preguntado el inusual motivo por el cual, preguntaba algo así un profesor como él, pero Soren tuvo que decir torpemente, que le gustaba cocinar en sus ratos libres y que quería aprender a hacer postres. La mujer había reído a sus espaldas cuando él se había ído y con el buen oído con el cual había sido bendecido gracias a su sangre vampirica, había escuchado como la mujer cuchicheaba con la camarera que él profesor Soren era sin duda alguna le hombre más raro de todo Francia.

Con el rostro colorado había comprado los ingredientes, nervioso y asustado por lo que pudiese decirle Anuar, ahora más que nunca tenía que hacer un excelente pastel de vainilla o quizás empeoraría aún más las cosas. Se quedó mirándo el desalentador panorama de lo que era la sala de su casa. Desordenada como siempre, más bien caótica y sin estilo. Los días en que Gerard había estado viviendo, el chico se había ofrecido a limpiar un poco, pero habían pasado semanas desde eso y ahora yacía tan desordenada como siempre. ¿Que impresión se llevaría Anuar cuando viera el sucio agujero en el que vivía? No era una casa elegante y aunque los profesores no ganaran como los políticos, todo el mundo sabía que todos los profesores de la Universidad vivían en barrios de Clase Alta, pero no Soren.

El no necesitaba tales lujos. Para empezar ni siquiera era un ser humano ¿Entonces para que?... bueno por primera vez se encontraba con una respuesta para esa pregunta: Para Anuar. Ahora quería tener una casa más bonita para que Anuar se sintiera cómodo y a gusto en ella. Con los ingredientes sobre la mesa de madera de la cocina, Soren leyó una y otra vez la complicada receta del pastel, apenas si eran las 6 y 15 minutos, había tomado la precaución de comprar los ingredientes y averiguar el proceso el día anterior para tener tiempo antes de que Anuar llegara a la tienda.

- 300 grs de mantequilla de vaca
- 750 grs de azúcar.
- 3 tazas de leche.
- 9 huevos
- 1 cucharadita de vainilla
- 1 cucharadita de ralladura de limón
750 grs. de harina de trigo.

-¡Muy bien! ¡Soren no hay nada imposible! - Exclamó para si mismo y comenzó a seguir paso a paso los pasos de la compleja receta, asegurandose de no saltarse ninguno y midiendo las cantidades con precisión. Sus manos torpes regaron en varias ocasiones la harina en la mesa, quebraron un par de huevos sin querer y se untaron de mantequilla y azucar.

Al cabo de una hora y media, una plasta de color amarilloso con un fuerte olor dulzón se encontraba sobre la mesa de madera. Se llevó las manos al cabello con frustración, se veía horrible y eso que era mejor que los dos intentos anteriores, el tiempo se había acabado, ya no podría ir a comprar una torta hecha por un profesional en la pastelería, no alcanzaría, Anuar llegaría a las 9 a la tienda y debía ir por él ¡Y no había terminado de organizar la sala! No había barrido por debajo del sofá ni había quitado todos sus cuadros desperdigados por aquí y por allá por la sala junto a libros y pergaminos viejos.

- Maldición – Murmuró mientras corría por las calles en dirección a la tienda, todo era un desastre, él era un desastre.

Conforme el dolor volvió con las embestidas también el abrumador placer. Su mano aumentó la velocidad de sus caricias en Anuar sin pensarlo, simplemente siguiendo sus instintos, se acercaba peligrosamente a ese momento en el cual no podía pensar sino que se desconectaba del mundo y se perdía en uno que parecía sólo adquirir significado y sentido porque Anuar estaba allí. Un mundo construido por él.

-Ahhh...mmm – Gimió perdiéndose entre el suave toque de Anuar en su pecho y lo que le producía cada que se sumergía en el cuerpo del humano. Empujó sus caderas con más fuerza, queriendo atravesarlo, hasta lo más profundo. Nunca se imaginó que se sentiría tan bien hacer algo así con otro hombre y no sólo eso, con alguien que se quería.

-No podré... soportarlo... mucho más... - Exclamó entre suspiros y jadeos, sintiendo el impulso de morderlo en el cuello y perderse en el delicioso sabor de su sangre. Olvidando que ese sabor había cambiado, en realidad, no importándole ese detalle. En ese momento sólo podía existir la sensación que le producía el cuerpo de Anuar. Abrió la boca enseñando los colmillos arrugando el puente de la nariz como cuando iba a atacar a alguien. Buscó el cuello de Anuar de manera inconsciente presionando su nariz contra su piel al igual que sus colmillos

Su cuerpo tembló en ligeros espasmos conforme el momento de máximo éxtasis se acercaba – du är min gud (Eres mi Dios)- Murmuró en Sueco, aprisionando el miembro de Anuar con fuerza, empujando su cadera con todas sus fuerzas y tan rápido como le fue posible, comenzó a sentir un hormigueo desde la punta de los pies que fue subiendo por todo su cuerpo lentamente, invadiéndolo por completo para dejarlo en un paroxismo de placer y dolor mezclados.

Rozo con su mejilla los dorados cabellos del vampiro una vez sintió sus perfilados y marmoleados colmillos sobre su tersa piel, les sentía estrechándose contra la misma sin llegar a lacerarla ni hacerla sangrar, sus hombros se relajaron aguardando la mordida como si su cuerpo entero estuviese anhelado aquel instante, aquel pinchazo de dolor seguido de el oleaje de éxtasis y agradables sensaciones que revolvían su estomago con aquella marcha campal.

Le sintió llenando su interior y una punzada de gozo le invadió el cuerpo entero aunque no logro asi llegar a aquel éxtasis ya antes conocido, su cuerpo temblaba presa del deseo y la lujuria vividos, su pecho se movia aun bruscamente contra el ajeno, su miembro se erguía aun bajo el tacto del vampiro y aunque su cuerpo parecía no resistir mas y sus pensamientos rogaban por aquella tranquilidad inexistente, por aquel limbo en el que se sentía yacer segundos después de alcanzar el orgasmo, le era negada ahora aquella sensación de plenitud por algún motivo que desconocía en su totalidad.

Sus manos rodearon la espalda del vampiro en una especie de cálido abrazo -¿Qué significa eso?- le cuestiono en voz baja, porque si bien parecido era al poco alemán que lograba dominar el acento y las palabras variaban, era algo sobre el mas alla de eso no podia descifrar la frase.

{lamento lo corto, no se porque mi mente y manitas no dieron para más}

Escuchó la pregunta de Anuar casi lejana porque había comenzado a perderse en la inmensidad del placer – Tu... tu...- Murmuró entrecortadamente, apenas si podía pensar en Frances – Eres...mi...Dios...- Logró decir entre espasmos, con sus labios contra el cuello del chico y cuando le pareció que moriría si seguía conteniéndose, enterró los colmillos en la pálida piel ahora perlada por el sudor.

Contrario a lo que pensó, la sangre no le supo tan mal. Por supuesto no sabía tan embriagante deliciosa como antes, pero aún así conservaba una textura y un sabor particular, propio de él, de su esencia a pesar de todo. Entonces el liquido carmín bajó espesamente por su garganta logrando la combinación perfecta de sensaciones que necesitaba para ser enviado al otro mundo.

Cielo o infierno, no importaba. La cuestión era que, Soren se había perdido en un limbo blanco, en un estado de semi inconsiencia que seguramente duraría segundos, pero que a él le parecieron infinitas horas. Su cuerpo se tensionó por completó y su espalda se arqueó en un ángulo casi imposible, alejando sus labios del cuello del chico. Y en esos segundos de blanca paz orgásmica, le vio.

Allí estaba Bahir. O lo quien él suponía era Bahir, porque estaba de espaldas, comenzó a acercarse y se detuvo a varios metros, cuando una mujer de cabellos negros como el petróleo y labios rojos como las cerezas, se acercó al niño caminando con un descarado taconeó que resonó en aquella estancia vacía. La mujer iba desnuda y sus sinuosas curvas parecían cobrar vida con cada paso.

Soren comprendió que aquella era Lujuria. La lujuria de su mente claro.

Sus uñas se clavaron sobre la piel del vampiro reprimiendo un grito y un gemido que jamás se manifestaron en su interior, porque asi como antes no habia sentido dolor tampoco lograba sentirlo ahora y aquello comenzaba a ser en demasía curioso y extraño,¿ debía atribuir todo aquello a la sensación de ahogo? Apretó los parpados con fiereza intentando llegar a aquella cumbre y estando en el punto mas alto no logro secundar al vampiro.

Llevo su mano por instinto a la herida sobre su cuello de la cual dos mezquinos y escarlatas hilachos de sangre escurrían pintando su hombro con rojos colores, no sabia bien cuanta sangre habia perdido y a su vez cuanta habia recibido mas cuatro hendiduras tenía ya a lo largo de su cuerpo. Sujeto el rostro del vampiro con suavidad, besando sus labios con la suavidad de su tacto, porque no anhelaba perderlo en aquel mar blanco de tranquilidad y éxtasis y ahora le resultaba tan fácil aquello que la simple idea le aterraba, morir de placer ya no sonaba absurdo y burdo.

Sus brazos se cernieron al cuerpo ajeno como dos boas constrictor, aferrándose como si su vida dependiese de aquello como un anima en velo adherida solo a este mundo por aquel único anclaje que irónicamente era otro ser, apoyo su mentón sobre su hombro con el cuello aun enrojecido por la sangre que habia caído sobre sus hombros y que con los dedos habia desplazado como pintura sobre un lienzo, su pecho latia frenéticamente y su cuerpo vibraba en la sinfonía del orgasmo.

Cerro los parpados deseando, si de alguna forma quería regalar su ultimo aliento seria aquella, si con alguien deseaba pasar su ultimo momento de existencia seria con aquel por quien cada segundo parecía un regalo, comenzaba a creer que no lograría ser feliz sino con el, porque la felicidad se encontraba en el amor y el lo habia encontrado ya –puedo ser todo lo que quieras- sus palabras parecieron no ser pronunciadas, como un eco resonante a través de los años y el espacio y con un letargo inusual parecio adormecer en el pecho del vampiro.


El pequeño niño miro en derredor, con los ojos de esmeralda vidriosos del asombro y por un segundo se olvido de respirar, aunque no estaba seguro si aquella acción era vital en aquel sitio porque no se sentía como la mente de Anuar, las estrellas no surcaban los cielos y el gazebo no se alzaba en la lejanía con los cielos cambiando del clima como el humano de humor.
Vislumbro entonces una figura desconocida hasta aquel instante para sus ojos, una figura que no le causo sino desconcierto, no antes habia visto con sus propios ojos el cuerpo desnudo de una mujer y de guiarse por su apariencia aquello seria castigado como un pecado para la mujer, mas conocía por Anuar todo aquello, tan incapaz siempre de avanzar, no lo conocía sino de ojos de la mente en que residía –bruja- fue la palabra que sus diminutas labios articularon y el nombre que decidió darle a aquella mujer con sinuosas curvas. Sus rizados cabellos se alborotaron aun y ante la falta de viento, su mirada se tensiono y su ceño antes dividido en dos cejas bien definidas se una ahora en una sola con una expresión de tangible molestia.

Algo alcanzó a escuchar de lo que dijo Anuar y creó sonreír en algún punto, pero no estaba seguro. En ese mundo intangible en el que ahora estaba donde la paz reinaba y todo parecía estar en su sitio, esas cosas eran difíciles de notar. Sin proponerselo había traído al pequeño Bahir a su propio mundo o eso creyó cuando lo vio observando desconcertado el blanco lugar que ahora comenzaba a materializarse como una especie de ciudad de azúcar. Las casas eran pequeñas y deformes con tétricos ventanales negros que no dejaban ver nada de su interior y que contrastaban con la dulce superficie formando rostros tristes.

Soren caminó dando saltitos por las piedras que comenzaban a aparecer bajo sus pies y de repente se dio cuenta de que el suelo se había convertido en una especie de jardín zen.

Lujuria dejó escapar una risa cantarina, como el sonido de las alas de un colibrí, imperceptible y dulce, ante las palabras del niño – Si, soy una bruja para la gran mayoría y controlo muchas cosas por aquí... aunque últimamente me reprimen un poco – Comentó con una falsa expresión de inocencia – Pero tu pequeño, has permitido que esta noche yo haga lo que quiera con este lugar ¿Vez ese jardín? Lo acabo de crear, cada piedra blanca es un pecado que esta noche se ha cometido – Explicó con orgullo.

El vampiro saltó de piedra en piedra procurando no caer a la arena color crema. De repente se dio cuenta que iba descalzo, vestido apenas con un pantalón gris de lino. Saltó sobre los pecados, pasando por uno por uno, hasta alcanzar el lugar donde se hallaba Bahir. Lujuria sonrió con malicia cuando le vio dar el último salto – Creo que alguien necesita hablar contigo – Comentó con expresión coqueta y se agachó para robarle un fugaz beso en los labios al pequeño niño. Atrevida como siempre y sin límites de moral ni religión, así era Lujuria, se irguió y dando un salto hacía atrás se disolvió en una bruma de luces brillantes.

- ¡Estás aquí! - Exclamó Soren quien sólo alcanzó a ver a la mujer desaparecer. No muy seguro de quien se trataba – Te he invocado aquí por unos segundos -

Los diminutos ojos comenzaron a dolerle no acostumbrado a la blancura de aquel lugar en contraste con la obscuridad en la cual yacia siempre inmerso, porque y a fin de cuentas era la estrella negra que surcaba los cielos derrochando temor a todo aquel desdichado que no gozara de felicidad y valentía, restregó con sus diminutos nudillos sus parpados observando nuevamente a la mujer que articulando palabras en sus carnosos labios del color del pecado se dirigía a el con cinismo ¿es que acaso no le conocía? ¡que desgraciada!

-yo contigo nada tengo que ver, no me involucres en tus pecados, me asquea el solo pensarlo- sus labios se deformaron y le observo con desdén y autoritaria, porque miedo no podría nunca sentirse atraído por lujuria y tampoco asi era completa repulsión lo que por ella crecia en su interior. Aquella mujer era totalmente diferente a la lujuria que habitaba en la mente de Anuar, la del pelirojo se deformaba con un suave soplo, consumía las brazas que sus pies dejaban mas no crecia porque se encontraba rodeada por una bombo, las lenguas de fuego abrazaban el interior de aquel objeto, crepitando y rugiendo fuertemente contra el en un desesperado intento de escapar de aquel amarre, y solo aquella noche el bombo parecía haberse tambaleado y cedido contra la lujuria.

-¡no me toques desgraciada bruja!- exclamo a punto de arrematar contra la mujer cuando esta desapareció en una densa bruma destellante ante sus ojos, sus pequeños puños se cerraron y su mandíbula se tenso, iracundo por la acción de aquella desquiciada mujer. Viro su rostro observando a quien relevaba a lujuria y su mirada pareció destellar en una fracción de segundos, su rostro se relajo y sus manitas ahora blanquecinas rodearon el pantalón del vampiro buscando tras su espalda a su fiel acompañante -¿Dónde lo has dejado?- le cuestiono en voz baja suponiendo que no tenían demasiado tiempo y volver con dolor era imprescindible.

Quizas de haber llevado consigo a amor lujuria no se le hubiera acercado, se cuestiono entonces si la relación entre aquellos dos debía ser cariño u odio, suponía que algo de ambos debía haber –debiste haber visto a placer, esta toda inflada- asevero en voz baja cuestionándose…que forma tenia dolor en aquella mente.

El chico se veía bastante molesto por la actitud de la mujer y no lo culpaba, imaginaba que Bahir no debía estar muy acostumbrado al contacto físico, de haber sido Soren habría reaccionado de manera similar. El chico se giró hacía él, lucía igual a la última vez que le había visto, con su expresión inocente y al mismo tiempo algo malévolo danzando en las pupilas de sus ojos de esmeralda.

-No se como hice para traerte aquí – Comentó con sinceridad – Pero tengo la certeza de que alguna parte de mi inconsciente lo hizo, de cualquier modo aquí estamos – Agregó y el comentario sobre 'placer' le hizo sonreír y el pecho se le infló con orgullo –¿De verdad? Bueno... me esforcé para que así fuera -

No tenía idea de donde podría estar el oso de Bahir, porque aunque fuera su propia mente no estaba completamente seguro de poder controlarla, allí en ese lado del inconsciente él parecía un visitante más y no una deidad creadora. Quizás con el tiempo y si le prestaba más atención a las enseñanzas de Erkki aprendería a controlar más cosas de dichos lugares. Iba a decirle que no sabía donde estaba Dolor cuando un profundo y ronco 'Tum Tum' se escuchó en la lejanía.

Soren se giró buscando la fuente de aquel sonido perturbador y entonces un enorme lagarto se materializó caminando a paso lento, parecía una especie de Iguana, como las que aparecían en los libros de viajes de Charles Darwin, de un color verde lamoso y una larga cola flaqueada con disparejas manchas amarillosas. El lagarto caminó balanceando su panza a ambos lados conforme se apoyaba en sus cuatro patas, haciendo sonidos roncos y afónicos cuando abría sus fauces si dientes.

El lagarto se detuvo al lado de Soren quien no pudo evitar alejarse un par de pasos. ¿Aquella bestia era su 'dolor'? Pensó el vampiro admirando las fuertes y nudosas patas que terminaban en garras con largas uñas afiladas. La enorme iguana debía medir por lo menos unos 2 metros y medio de alto y como mínimo 6 metros de ancho contando la cola. El animal se encogió un poco hacía atrás y abrió la bocaza cuan grande era, produnciéndo un sonido que a Soren le pareció como el de un viejo muy grande, que ha fumado toda la vida y lo agarra un ataque de tos.

Entonces de lo más profundo de sus fauces, regurgitó a una pequeña bola de peluche, cubierta en saliva amarillenta que olía como cuando a Soren le había dado por vivir en una cripta del cementerio por semanas en 1789.

El oso quedó sentado en su felpudo trasero y Soren se sintió tan avergonzado como nunca antes en toda su vida – Lo siento... - Murmuró con las mejillas coloradas – No sabía que forma tenía mi dolor... - Agregó tomando al oso del suelo entre sus manos para limpiarlo.

Bahir observo al coloso con indiferencia, con aquel rostro apacible y aniñado fijo en aquel ser que se exhibía ahora como algún viajero de una tierra lejana, sus ojos como esmeraldas se posaron en los de aquel ser y pese a no haber visto uno de aquellos nunca antes y aunque le triplicaba en tamaño y seguramente en fuerza los nervios no se hicieron tangibles en su ser, observo con impaciencia los lentos pasos que daba aquel reptil contoneando su panza caída por los suelos.

Sus ojos se volvieron diminutos cuando el ruido se hizo audible desde su interior y conforme aquella bola de pelos comenzaba a tomar forma, lo que empezó como un manchón café prontamente se convirtió en su fiel y único amigo y en lo absoluto le agrado que el mismo estuviese cubierto por una plasta viscosa y de mal color que aparentaba ser la baba de aquel coloso ¿era acaso como un pollo regurgitado? Que ser mas repugnante, su dolor cuando mínimo tenia un aspecto agradable, pensó.

- solo dámelo- mascullo sin gracia alguna en su palabras, no era agradable ver como habia tratado a su único y mejor amigo cuando el habia confiado aquel tesoro que celosamente resguardaba contra su pecho, dolor conocía el corazón de Bahir como nadie mas podia hacerlo, solo aquel aparente oso de peluche sin sentimientos sabia cuando el pequeño estaba feliz o iracundo, solo el sabia el ritmo al que su júbilo se incrementaba con una buena nueva, solo el podia hacerle sentir mejor en uno de aquellos días soleados que le recordaban solo su soledad y pesar, la constante y única convivencia con arañas y recuerdos dolorosos no lograban incrementar el afecto en su “corazón” porque le gustaba pensar que era real y no existía solo en la mente de Anuar.

“Cuando el muera tu morirás, solo vives en este mundo de engaños y recuerdos…solo eres su dolor” habia reflexionado cierto dia tumbado frente al recuerdo mas doloroso que en la mente de Anuar yacia, con el pequeño peluche entre sus piernas y su mirada fija en el rostro de su dueño, porque habia llegado a aquella conclusión, Anuar lo dominaba, sin el, no existía aunque no eran cosas que a otros le gustaba comentar.

Arrebató prácticamente el peluche de las manos del vampiro limpiándolo el mismo y sin repulsión aparente, porque al igual que Anuar y aunque poco mas transparente sus acciones no siempre concordaban con sus pensares, levanto la mirada sonriendo con complacencia - dijiste que conocería a miedo- asevero y si bien aquello no pretendía ser una orden sono como un tirano porque solo en aquel medio sabia conversar.

El pequeño Bahir no estaba muy contento con la manera en como la enorme... cosa, había regurgitado al oso. Soren podía notarlo en la expresión de su rostro y por supuesto en el tono de su voz. Se sintió aún más avergonzado, ese tipo de cosas continuaban pasándole y pasándole, aún en un mundo etéreo y efímero como ese, siempre terminaba arruinándolo todo. No comprendía como Anuar seguía a su lado a pesar de todo.

Inclinó su rostro observándose los pies, cuando se había traído al Oso consigo, realmente nunca supo a donde fue a dar, estaba demasiado ocupado consintiendo a Anuar como para preocuparse por el 'oso'. - Al parecer... mi dolor absorbió al de Anuar...- Comentó casi en un susurro y carraspeó – Lo siento... no sabía que algo así pasaría -

Bahir le arrebató el oso cuando apenas terminaba de limpiarlo y tuvo el impulso de darle una buena patada a la iguana fea que ahora yacía a su alrededor. ¡Por lo menos podría hablar y disculparse! Pero seguía allí con sus ojos anaranjados en diferentes direcciones con indiferencia - ¿Puedes preguntarle al Oso si se siente bien?- Preguntó sintiéndose algo tonto – No se como sea estar en la panza de esa cosa...-

-¿Miedo...mi miedo? - Exclamó cuando Bahir le preguntó, Soren no tenía ni idea. ¿Como sabría él que apariencia adquiría el miedo en su interior? Eran muchas las cosas que desconocía sobre si mismo – Yo no...- Tartamudeó y entonces un fuerte viento los envolvió, los cabellos dorados de Soren y los graciosos bucles de Bahir se ondularon danzando a unísono por unos instantes y entonces como si el viento hubiese traído consigo los rastros de una voz, esta llegó como un susurro agazapado.

-Ni en las profundidades del infierno, ninguna bestia puede igualarme, mi aliento quema las laderas y marchita las flores, mi mirada seca las almas de los que gozan con alegría en sus corazones y mi apariencia es tan amenazadora y tenebrosa que ninguna creatura viva o muerta en este mundo podría tan siquiera mirarme por unos minutos sin huir aterrorizado! - La voz misteriosa fue cobrando fuerza conforme el viento se convergía en una especie de pequeño tifón a un par de metros de ellos, dando forma a un ser de forma redondeada – ¡YO SOY EL MIEDO! - Y se materializó frente a ellos.

Spoiler:

Un silencio incómodo vino después en el que Soren no lograba procesar la información de lo que veían sus ojos.

- Es una broma ¿verdad? - Dijo al fin con una mueca, sin saber si reír o que hacer, cuando lo que parecía una increíblemente obesa lechuza gris había aparecido una vez el humo se había esparcido.

[color=#FE2E2E]-no creo que le importe demasiado- asevero en voz baja limpiando las piedras preciosas que por ojos llevaba con el dorso de su puño, sujetando su larga camisa con los dedos a modo de algun paño o trapo con el cual alejar aquella viscosidad de su cuerpo diminuto y esponjoso, porque no lucia bien de aquella forma, su mirada debía ser siempre impecable al igual que el mono entorno a su cuello y la mancha en su vientre sobre aquella tonalidad cremosa, siempre gris, siempre existente aun y cuando habían caído en el mar de lagrimas aquella mancha no se había desvanecido.

Sus ojos se fueron iluminando y su rostro ensombreciendo conforme aquella poética y profética voz se iba audible en aquella nívea estancia, sus manos se cernieron en el cuerpo del diminuto ser que consigo llevaba colgando de uno de sus brazos, se comenzó a imaginar a un demonio de dos metros, con el cuerpo quemado y los ojos de rubíes, con navajas por dientes y uñas tan filosas que como la mantequilla descuartizarían un cuerpo, se lo imaginaba con dientes afilados y falto de nariz y orejas, porque el miedo no necesitaba escuchar sino solo manifestarse, podría ser mudo también pero jamás ciego.

Sus labios se crisparon en una tétrica sonrisa de hito en hito al tiempo que una mirada de reproche era dirigida a Soren, Anuar cuando menos le respetaba aun y en su forma de infante –-¿te parece una broma?...porque a fin de cuentas es tu miedo- asevero acentuando el pronombre, porque solo Soren, de forma inconsciente habia logrado darle forma y vida a aquel plumífero ser que si bien le producía una sensación de risa también a el debía respetar por ser su igual el desconocía si podia optar por una forma mas aterradora, quizas como aquel inmenso tordo que asechaba aun desde los cielos su hogar, quizas como las pesadillas se manifestaba, de una y mil formas.

Se acerco algunos pasos al inmenso animal que parecía no poder batir alas para emprender un alto vuelo por todo el peso de mas que aparentaba poseer, fijo su mirada endemoniada en la del animal sonriendo de medio lado -¿y cual es tu nombre?- le cuestiono curioso, quizas el se llamaba también Bahir… quizas todos los miedos optaban por ese nombre y entonces, entonces ya no seria especial.

La obsesa lechuza notó el desconcierto en los presentes y de haber podido se habría ruborizado. Aquellos tiempos en los que era realmente tenebroso habían pasado, ahora hasta 'Cobardía' se burlaba de él. - ¿Nombre? - Exclamó entornado sus redondos y amarillos ojos como canicas – No tengo uno... ¿Acaso tu tienes uno? - Agregó y la Iguana hizo un espeluznante sonido gutural – ¡Ah, Bahir! Me gusta, es tenebroso – Comentó como si hubiese entendido el lenguaje de aquel lagarto.

-¿Como es que...eres tan gordo? - Se atrevió a preguntar Soren llevándose las manos a la cintura, el lechuzo lo miró con desaprobación y luego su rostro pareció avergonzado.

-No siempre fue así – Comentó con expresión lastimera – Hubo un tiempo en el que era grande, poderoso y amenazador... pero desde que Felicidad apareció... me he puesto muy ansioso y no paro de comer – Explicó sacudiendo las plumas en un sólo movimiento – Me he comido todos los pensamientos optimistas que eh encontrado a mi paso y también algunos de esperanza – El regordete pájaro de aproximadamente un metro de altura, caminó balanceándose de lado a lado hasta quedar frente a Bahir – Escuché que un extranjero había venido a visitarnos, nada más y nada menos que el 'miedo' de ese muchachito Anuar, así que quise impresionarte – Confesó torciendo la cabeza de medio lado.

-No te enojes por tu amigo el peludo – Continuó el lechuzo refiriéndose al oso de peluche – Iguana no se lo comió, sólo lo absorbió y protegió todo el tiempo, como un contenedor, así nuestro Soren sintió el dolor por ambos – Explicó y el enorme lagarto dejó escapar otro largo quejido ronco – Oh... dice que el hizo cosquillas en la panza – Tradujo el lechuzo y comenzó a caminar al rededor de Bahir dando saltitos en sus pequeñas patas – Una vez hace mucho tuve una apariencia distinta... pero la todo cambió con la sangre vampirica, cuando Soren 'vivía' su mente era estable, como la de la mayoría de los humanos, eramos todos coherentes aquí y teníamos más sentido – Explicó y emprendió un rápido vuelo torpe hasta posarse sobre la cabeza del lagarto – Ahora todo es distinto, la sangre ha ido deteriorando su mente y las cosas por aquí son cada vez más caóticas e ilógicas -

El enorme lagarto hizo de nuevo su intervención con un largo rugido y meneó la cabeza – Oh, si, 'Cordura' y 'Razón' eran dos hombres elegantes, solían vestir siempre muy bien y gobernar la mayor parte de este lugar, pero si los vieras ahora... yo te parecería tan mal – Explicó, pero esto último dirigido a Soren por su comentario anterior sobre su gordura.

Una involuntaria y maquiavélica sonrisa crispo sus labios ante aquella mención, no tenia nombre, entonces el era un miedo especial, uno diferente a todos los demás y por un segundo le pareció oportuno agradecerle a Anuar por haberle brindado aquella apariencia que oscilaba era la fiel inocencia que un niño de su aparente edad debía poseer y la locura que solo un demonio de su calaña llevaba en el interior porque si, a veces no era mas que un niño asustado y otras su mente se atrofiaba, sus pensamientos de revolvían y miedo salía como la mas mortífera de las serpientes escurriendo veneno de sus marfilados dientes como agua de alguna fuente negada.

-ese es el punto…- murmuro con una de aquellas diminutas cejas arqueada como el marco de una puerta y llevo involuntariamente una de sus diminutas manos a sus labios reprimiendo asi la risa que aflorando estaba ya de su interior como un molesto reflejo de gracia ¿le estaba cuestionando Soren su gordura? A fin de cuentas era el el arquitecto de aquel mundo que mas parecía ser un manicomio o algun parecido, de donde el venia los animales no hablaban o por lo menos no conocía aun a ninguno que lo hiciera, cobardía, dolor y lujuria eran eran las únicas sensaciones y sentimientos que solia frecuentar.

-¡con razón es esto un desastre! Los pensamientos no deben comerse, cuando termines con ellos ¿Qué de bueno quedara por opacar? ¡Regurgítalos! - decreto animadamente, deseaba saber la forma de aquellos pensamientos, quería ver al animal en su forma temible y amenazante como el les habia dicho, los miedos no podían extinguirse asi de fácil como otros sentimientos ¡el miedo no podia ser débil!

-muchos años hace de ello…tu no eres miedo- dictamino bajando el mentón, apuntándolo al suelo y observándole con aquellos peculiares ojos verdes y sobre la superficie de los mismos relampagueo la forma de su corazón y en el se vieron impresos todos los temores y males del mundo, aunque su mundo no era basto sino una mente humana marchita por la sociedad y la vida misma –aquí no existe temor ¡quiero verlo! ¡Muéstrate! - pateo el suelo con firmeza cruzándose de brazos, aquella obesa lechuza no podia ser como el ¿terminaría el como un niño obeso en algunos años? Ni pensarlo, felicidad no lograría opacarlo y tampoco debía opacar a otros miedos, las jerarquizas no asi funcionaban -¡muéstrate! ¡Regurgítalos!-

Bahir tenía agallas, valla si era autoritario y no tenía pelos en la lengua a la hora de mandar, pensaba el lechuzo mientras el chico le regañaba y pateaba el suelo exigiendo que se mostrara tal era. El asunto era difícil de explicar, pero si no lo hacía iba a quedar con una muy mala imagen nada más y nada menos que frente al 'miedo' de otra persona. Esa era la primera vez que un extranjero los visitaba en 200 años, porque Flavio había aparecido sólo unos segundos cuando Soren se había metido en la mente de Eric y eso no contaba.

-No es tan... sencillo como parece – Comenzó a decir, no podía regurgitar todo así no más, él ya no recordaba que forma tenía antes y no era culpa suya, todo había cambiado cuando el Amo Neros había aparecido cambiando e imponiendo sus reglas en ese mundo. Dudo unos segundos en si debía hablar de aquellos delicados temas con un extraño y más aún con Soren presente – Antes de la sangre vampirica... esta mente era una sola – Comenzó a explicar bajando la voz de manera nerviosa – En esos tiempos, yo era un miedo diferente, porque Soren temía a las cosas que temen los humanos usualmente, ya sabes, la muerte, los demonios, el pecado, Dios, las serpientes... pero luego de la transformación todo cambió -

Soren se giró curioso al escuchar aquello. Hasta el momento no era nada nuevo, recordaba que al convertirse en vampiro había dejado de tenerle miedo a la muerte y a los bichos, también a los cementerios y a la oscuridad, pero tenía la impresión de que esa regordeta ave, le revelaría algo extraordinario esa noche.

-Porque él apareció... - Murmuró el lechuzo sacudiendo las plumas nerviosamente – El amo Neros... ahora lo controla todo aquí y los miedos de Soren ya no volvieron a ser iguales...- El lagarto abrió sus fauces y dejó escapar dos cortos ronquidos – Es verdad, Dolor tiene razón, nunca hemos visto a Amor, es como una leyenda urbana, algunos dicen que le han visto pero que Neros le mantiene atrapado en algún lugar de las tierras oscuras donde gobierna -

A este punto, Soren no supo si estaba escuchando el relato de un cuento medieval o si realmente aquello pasaba dentro de su cabeza. ¿Quien demonios era ese tal Neros? Él nunca se había percatado de la existencia de otro... en su cabeza...

Un momento... ¿Estaban hablando del Monstruo? ¿Inclusive tenía nombre propio?

Y justo entonces la blancura de ese resplandeciente lugar, comenzó a desvanecerse lentamente, un liquido que parecía petróleo o brea ardiente comenzó a subir por las paredes cubriéndolas con su oscuridad. Los ojos del lechuzo se abrieron en toda su extensión y el enorme lagarto se removió, moviendo su cola de un lado para otro nerviosamente.

- ¡Es él! Teneis que salir de aquí! - Casi chilló el pájaro – Especialmente tu Bahir, no sabes lo peligroso que puede llegar a ser, ¡podría atraparte aquí para siempre! O usarte en contra de Anuar...¡Odia a Anuar más que a nada en este mundo! -

--tu eres miedo ¿Por qué hablas de los miedos como si fueran ajenos a ti?- su entendimiento comenzaba a ser limitado todo aquello le sonaba a una comedia teatral una de aquellas farsas que el mismo presenciaba todos los días, porque los recuerdos parecían aquello, una obra debidamente montada y el no siendo el director ni el escritor conocía a la perfección el momento y la forma en que los actores tocarían el escenario y comenzarían con aquellos memorizados diálogos a veces comenzaba a abrumarle la repetición de las cosas y era entonces que nuevos recuerdos y pensamientos arriban a su mente, su mundo, y pasa días enteros observándolos para comprender donde yacia el en aquellos sitios.

Alzo la mirada observando en derredor, la inmensa obscuridad era a lo que sus ojos estaban acostumbrados y su cuerpo no tembló al escuchar los chillidos del plumífero, apretó a dolor contra su pecho con rostro solemne, porque no sabia como habia llegado ahí y no sabia tampoco como salir, en aquel sitios el no tenia poder alguno –-no podría hacerme nada…si Anuar no le teme tampoco le temo yo- asevero en voz baja aguardando impaciente la llegada de aquel ser, se lo imaginaba como miedo debía ser y no un obeso pájaro, su porte debía ser sombrío, con un halo depresión y amargura quizas sus piernas quemaban el suelo bajo sus pies, quizás de su boca salía humo y en su cabeza crecían insectos.

--quizas se parece a ti- murmuro observando a Soren -¡muéstrate!- bramo y aquel grito sonó como el rugir de un joven león aunque en su interior no era el león el animal que se escondía, giro sobre sus tobillos aguardando su aparición, quizas saldría de una densa bruma como el y lujuria, quizas, comenzaba a molestarle el no saber nada y tener que suponer todo lo que a su alrededor sucedió –-Neros...- llamo en la lengua de la valentía.

-¡No! ¡No! ¡callá! - Gritó el lechuzo revoloteando al rededor de Bahir con el miedo latente en sus orbes amarillas – Tu no le conoces, no sabes de lo que puede hacer -

A este punto, Soren comenzó a sentirse realmente preocupado, todas las veces en que su monstruo interior aparecía y tomaba el control, había despertado desconcertado y asustado con lo que había podido hacer. Atrocidades que sólo podían ser concebidas en la mente de un ser que no se regía por ninguna ética, un ser sin ley ni Dios. ¡No podía permitir que Bahir corriera peligro! ¿Que terribles cosas podía hacer su mente si se aprovechaba de la información que le había compartido Bahir?.

Porque el monstruo podría usarla, usar los miedos más personales y secretos de Anuar para destruirlo lenta y dolorosamente. Un daño que no sería físico, su mente podría ser destruida sin piedad. Definitivamente no podía permitir que Neros se apoderara de Bahir.

Soren supo que debía detener esa locura en cuanto antes. Acortó la distancia entre él y el pequeño niño, tomándole de la mano y cerrando los ojos con fuerza, concentrándose en lo que había visto y vivido en la mente de Anuar. Debía recordar como volver allí. El lagarto agitó su cola nerviosamente lanzando alaridos roncos y el lechuzo regresó volando a su lado chillando conforme todo al rededor de ellos se oscurecía. Pronto ambos animales se disolvieron en un humo grisaseo de extraño olor como a petróleo, el humo les envolvió y Soren se encontró viajando a través de una densa bruma oscura, apretando la manita de Bahir como si su vida dependiera de ello.

-Te sacaré de aquí – Murmuró impulsándose hacía la luz azulosa que se alzaba distante como una estrella en el firmamento. La luz creció y creció conforme se acercaban y una vez la atravezáron, Soren sintió como si estuviera pasando de un ambiente a otro, de lo seco a lo húmedo. No era agua lo que había al otro lado, pero se sentía como si estuviera de repente metido en lo más profundo de un lago. La oscuridad los envolvió por completo y Soren supo que era el momento de decir adiós.

-Gracias por prestarme a Dolor – Comentó soltándole de la mano – Ahora te regreso a donde perteneces, cuidate – Finalizó y entonces la imagen de dulce belleza demoníaca en el rostro de Bahir, se disolvió lentamente y su propia habitación se materializó lentamente a su alrededor, en vez del rostro de un demonio, encontró el de un ángel, Anuar estaba allí con sus finas facciones de porcelana.

Entonces Soren fue consciente de que su pecho se agitaba con fuerza, como si hubiese estado aguantando la respiración por mucho tiempo. Tuvo el impulso de preguntarle al humano si estaba bien, pero cuando abrió los labios, nada salió de su garganta.

-¡cállate tú! ¿Cómo es posible que le temas? Tu eres miedo ¡de ti deben temer! Animal cobarde- azorado y furioso se encontraba por aquella escena que no habia llegado a imaginar ni en el peor de los sueños, miedo de nadie podia temer. El olor que comenzó a cernirse en torno a ellos le hizo tambalearse sobre sus propios pies y a punto estuvo de caer de bruces al suelo mas la mano del vampiro se habia cernido fuertemente a la propia, con el peluche contra su pecho y su mirada perdida en aquella basta obscuridad que Neros habia creado no tuvo tiempo de reaccionar cuando el destello azuloso comenzó a acercarse a ellos, tranquilidad, tranquilidad venia a ayudarlos.

Aquel pensamiento se extinguió cuando pasaron aquel brillo y le pareció hundirse nuevamente en el mar de lágrimas, todo ocurrió tan rápido que de pronto ya no se encontraba en aquel lugar sino en la mente de Anuar, su mejilla golpeo el suelo con fuerza enrojeciéndola hasta producir un diminuto hematoma negro. Se levanto de un salto cual resorte sujetando al oso de peluche por una de sus mullidas piernas -¡no!- chillo girando sobre sus talones rebuscando en sus muñecas una y otra vez, porque aquella esclava de plata que llevaba se habia zafado en el transcurso del viaje. Corrio en la negra inmensidad hasta tomar la forma de la estrella y surcar nuevamente los cielos que bien podrían ser el suelo y junto con la bruma que por estela dejaba iban cayendo perlas brillantes que destellaban como polvo de diamantes.


Anuar había movido las caderas sacando al vampiro de dentro suyo por que una sensación incomoda había comenzado a crecer en su estomago, tomo el rostro del vampiro besándole con rapidez, apoyando su rostro sobre su hombro para cerrar los ojos y dejarse caer en un estado de paz absoluta, porque si bien sabia que no debía dormirse con el pecho pegajoso por la miel y faltante de toda ropa debía admitir que levantarse en busca de un paño y agua o en su defecto un baño funcional no le resultaba tentador por el contrario prefería seguir acostado contra Soren, sintiendo su pecho moverse como si un corazón latente habitase aun en él, le gustaba pensar que a veces, se volvía humano gracias a el.

El dolor que no habia sentido en el acto afloraba ahora produciéndole una sensación extraña e incómoda, apoyo sus manos sobre las piernas de Soren alzando su cuerpo unos centímetros, ubico su rostro frente al ajeno sonriendo ampliamente –gracias-

Parpadeó algo confuso sintiendo una poderoso dolor de cabeza punzando en su frente, como si alguien hubiese hundido un cuchillo entre sus cejas. Cerró los ojos alejándose de Anuar y recostándose a su lado, se llevó las manos a ambos costados de la cabeza tratando de alejar el terrible dolor de cabeza. Era como si, algo dentro de ella intentará vengarse por el momento de felicidad y la osadía que había cometido llevando a un intruso a ese escondido lugar de su mente.

-Gracias a tí también...¿Como te sentiste? - Preguntó sin alejar sus manos de allí, ni abrir los ojos, iba a preguntarle también si había alcanzado el orgasmo, porque la verdad era que no lo recordaba, había caído en ese estado de semi inconsciencia y no se sentía capaz de tan siquiera moverse para fijarse si lo que ahora resbalaba pegajosamente por su vientre era miel o otra cosa.

-¿Sentiste miedo? - Preguntó un poco después sin moverse de su posición, abrió un ojo ligeramente y la luz del candil aunque era suave, pareció herirle como un ácido y lo cerró rápidamente. No estaba seguro si de estar Bahir por un rato en su cabeza, Anuar había dejado de sentir los miedos habituales, pero sabía que con Dolor había logado su cometido, él había sentido el dolor por los dos.

Reprimió lo que hubiese podido ser un quejido cuando el dolor de cabeza comenzó a punzar constantemente. “No te dejaré ganar. Se lo que quieres, pero soy yo quien manda aquí. Imbécil.” Se dijo así mismo frunciendo el ceño. ¿Estaría Bahir bien? Si algo le pasaba a él o a Dolor, no sabría como recomponerlo.

Sus ojos color de miel siguieron aquella esbelta y desnuda figura hasta un lado suyo, porque en su rostro se reflejaba algo que no temía apresurarse a decir se trataba de algún extraño dolor producido por un desconocido motivo. Se inclino sobre el sin llegar siquiera a rozar su cuerpo, quizas después del acto alguna parte de su anatomía comenzaba a punzarle. Ignoro toda pregunta aparente, preocupado por aquel gesto y acciones que realizaba como si su cabeza estuviese a punto de estallar.

-¿te encuentras bien?- le cuestiono en voz baja, temeroso, de que un tono de voz demasiado alto desataría solo una molestia mayor porque sus actos le indicaban que le dolia la cabeza o alguna parte de la misma, quizas estaba pensando y era aquella acción una forma de concentrarse mejor, quizas las dudas le habían asaltado de un momento a otro y azorado las sentía como galopes de centenas de cabellos agolpándose en sus sienes, con un ruido tan fuerte que sentía su cabeza poco mas podría resistir.

La preocupación comenzaba a volverse un factor tangible en su rostro, mordía su labio inferior reprimiendo toda palabra o acción que pudiese llevar a cabo ¿debia intentar algun remedio casero para quitar aquel mal? Cierto era que de medicina y en esas cosas nulo era su conocimiento el solia recostarse, mesarse la cabeza e intentar dormir y relajarse, procuraba no sentirse afligido aunque aguantar el dolor era el único remedio que conocía –Soren…-murmuro ubicando su rostro frente al ajeno, varios centímetros por encima. Alejo su cabello de su rostro acariciándole con aquel delicado tacto, recordaba haber escuchado alguna vez que aquello relajaba. Mordió con mayor fuerza su labio inferior.

-Me duele la cabeza – Respondió con sinceridad, porque era evidente con sus acciones, además era estúpido ocultarle cosas como esa a Anuar ¿Para demostrar que? ¿Qué era genial y fuerte? - Deben ser los efectos por usar... una técnica mental – Agregó con la voz algo entrecortada. Sentía temor por la reacción de Anuar cuando le contara lo que había hecho, porque a nadie le gustaba que otra persona llegara a meterse en su mente, era como irrumpir en la intimidad de otro y ahora Soren sabía cosas que Anuar nunca le había contado por voluntad propia. Como todo ocurrido con Angelique y su madre.

-No quería que sintieras el dolor que yo sentí cuando lo hicimos la primera vez...- Comenzó con voz pausada y apenas audible, porque le costaba inclusive hilar los pensamientos de manera coherente para que las palabras salieran de su garganta, el dolor parecía querer nublar su consciencia. Eso era lo que quería le monstruo. Que volviera a ese estado de semi inconsciencia, quizás para intentar manipularlo de alguna manera. Pero no le daría ese gusto. No le dejaría vencer esta vez – Así que... hice una técnica mental para afectar la percepción de tus sentidos y... no se como, pero logré entrar muy profundo en tu cabeza... -

-Nunca había entrado así en la mente de otra persona... supongo que fue tan intenso gracias a la conexión que nos brindó la sangre – Continuó haciéndo una pausa como si necesitase respirar, disfrutando de las delicadas caricias de los dedos de Anuar en su frente – Así que... absorbí tu dolor y lo anulé temporalmente... - Acabó de explicar, abrió finalmente los ojos apenas un poco y estos quedaron como dos pequeñas pinceladas frescas – Por eso me duele la cabeza... supongo que es como cansancio o algo así... por eso te pregunté...como te habías sentido ¿Lo hice bien verdad?-

Cansancio... si claro. Desearías que fuera sólo eso. No quieras hacerte el valiente ahora Soren, porque nunca lo has sido y no comenzarás ahora.

Le escucho con atención moviendo su cabeza con cuidado para usar una de sus piernas como almohada y seguir acariciando sus cabellos con delicadeza, como si de alguna forma intentase peinarlos y aplacarlos aunque se asimilaba mas a algun masaje improvisado en manos primerizas, revolvía sus cabellos del color del trigo maduro rozando también su frente y sienes.

Sonrió amargamente con una mueca forzada que se extinguió si bien con un sonoro suspiro, porque al parecer y por las palabras que el vampiro pronunciaba el era quien habia gozado en ambas ocasiones y si bien ahora, ya sentado, la posición le incomoda no podia decir lo mismo del acto pues el dolor que habia sentido en un principio se habia extinguido con aquella sensación de ahogo anterior a todo el placer experimentado y ahora se avergonzaba de si mismo por no haberse percatado del dolor que Soren habia sufrido aun y cuando no era su deber haberlo hecho.

-¿Qué tan profundo llegaste?- le cuestiono en voz baja observándole con neutralidad, no pensaba enojarse o pensar lo peor antes de escuchar por completo su explicación de los hechos, quizas se habia topado solamente con los sentimientos ¿Cómo seria su mente?¿un laberinto? ¿un mar? ¿seria como un país de locos y dementes? ¿y si habia traspasado los sentimientos y llegado a los recuerdos? ¿si habia visto aquellas cosas que el mismo habia decidido no recordar nunca mas? Un escalofrió le recorrió desde la nuca hasta los pies erizándole el vello de los brazos y piernas ante aquel pensamientos, quizas su mente le habia traicionado y le habían mostrado lo que con palabras le fue imposible explicarle.

Inclino su rostro hacia enfrente tronando sus labios contra su nariz –lo hiciste perfecto- murmuro suavemente sonriendo de medio lado incapaz de decir mas nada, aqual habia sido sin duda el mejor cumpleaños de su vida y para hacerlo solo habia necesitado de su compañía. Desvió una de sus manos a su mentón y mejillas, rozando la sinuosa barba creciente, se imaginaba una suave y tersa piel bajo aquel tacto rasposo e irregular.